Recorría las calles de Monterrey y no lo podía creer … Me pregunté cómo
habíamos llegado a esto, qué hicimos mal, si nos merecíamos estar en
esta situación, qué fue lo que desencadenó esta ola de locura, de
destrucción, de desamor. Estábamos a mediados del siglo XXI en el que se
suponía que deberíamos estar en un mundo de avanzada, con seres humanos
con mentes cada vez más desarrolladas y concientizadas en hacer una
convivencia mejor, un planeta mejor y cuidado cuyos habitantes hubieran
desarrollado nuevas tecnologías que les dieran mayores y mejores
herramientas para que se viviera mejor, que estuvieran bien alimentados,
desarrollados espiritualmente y, sobre todo, en paz … Todo eso parecía
una quimera, un sinsentido, una sinrazón. Es como si en todo este tiempo
cada habitante del planeta se hubiese contagiado de un virus de
violencia y luego de un tiempo todos el mundo estuviera contaminado … Un
planeta contaminado en el que cada uno estaría dispuesto a destruir y a
autodestruirse … Cuando veo la realidad de mi ciudad recuerdo aquella
película llamada “En la boca del miedo (al borde de la locura)”, de un
tal John Carpenter, en el que los habitantes del planeta se hacían
fanáticos de un escritor llamado Suther Kane, pero que cada vez que
leían uno de sus libros se hacían cada vez más violentos, intolerables e
irascibles. Se hacían tan violentos que no sólo se lastimaban y hasta
mataban … también se autodestruían y autoflagelaban. Nadie sabía por qué
lo hacían pero no podían evitar hacerlo. Tampoco sabían para qué lo
hacían, por qué el fanatismo los llevaba a eso, arrastrados por una
fuerza irresistible. En un punto sabían que iban camino a la extinción
pero nadie se planteaba la posibilidad de poder y querer cambiar lo que
estaba pasando … Recordaba que la trama de la película eran aun más
compleja y enrevesada, pero poco importaba en este caso. Yo recordaba
esa película pues veía lo que pasaba a mi alrededor ... Gente gritando,
gente llorando, gente matando, fuego provocados por llantas quemadas en
el medio de las calles …. Un clima de violencia inusitada hacía que todo
estuviera ausente, que nada tuviera sentido, que el ser humano estuviera
perdido y en su lugar una horda de gente encapuchada yendo de un lado
para otro patrullando, asegurándose de que todo estuviera “en orden”,
entendiendo por orden que tal cual grupo controlara su espacio, su cuota
de poder en la ciudad … Todo era triste … Recorría las calles sola en el
medio de unas de las avenidas más importantes de la ciudad mientras una
leve llovizna golpeaba sobre mi cara con la misma molestia que me podía
causar que me cayeran gotas de agua de una canilla en forma constante y
sonante cada segundo. Era como estar en un viejo paseo familiar de los
domingos pero con la sutil y siniestra diferencia de que aquí no había
sol, no había alegría, no había niños jugando, no había madres, no había
familia … Había lluvia, había tristeza, había odio, había necesidad de
poder, entendiendo poder lograr controlar su calle a punta de pistola.
Seguía caminando y me preguntaba dónde estaba la música, dónde estaban
los colores, dónde estaba la esperanza. Miraba a mi alrededor y sólo
veía gente sin rumbo, sin esperanza, sin sueños, sin expectativa,
resignados a su suerte, resignados a la muerte … Miraba y meneaba la
cabeza. No podía creer que hubiésemos llegado a esto y nada nos
rebelara, nada nos hiciera reaccionar frente a tanta barbarie y
autodestrucción. Parecía ser la única que lo estaba pensando. Parecía
ser la única persona que se resistía a morir en la resignación. Parecía
ser la única persona que estaba pensando…
De pronto me detengo en una de las tantas inscripciones
que había en las paredes de las calles. No por la inscripción en sí, que
era una de las tantas que había en estos tiempos llenos de odio y de
resentimiento, sino por una suerte de poster ajado y ya viejo que estaba
debajo de esa inscripción y que por esos milagros de la vida permanecía
allí pegado a la pared y resistiendo al tiempo, a las peleas, al
desamor, a la discordia. No podía distinguir muy bien de qué se trataba,
pero había algo en él que me atraía y me intrigaba. Estaba a unos metros
de él y aun así tuve que esperar mucho tiempo para decidirme. Así son
los tiempos actuales. Dar un paso puede decidir tu propio destino, y el
sólo animarme a ir hacia una pared podía provocar que un grupo de
violentos me dijera qué hacía allí y me interrogara al respecto. Cuando
me fui acercando empecé a sentirme contrariada y a la vez emocionada,
pues la que estaba allí era alguien a quien esta ciudad supe querer bien
y admirarla. Recuerdo lo lindo que hablaban de ella mi abuela, mis
padres, mis tías, toda mi familia. La querían todos. Tanto era así que
muchas niñas eran bautizadas como “Selena” gracias a sus padres que
adoptaban su nombre en una forma de agradecerle, tributarla y
recordarla. Recuerdo haberme quedado yo misma fascinada al escucharla y
ver algunos de sus conciertos ... Me acerqué más a la pared y pude
comprobar que era un muy viejo poster que anunciaba uno de sus
conciertos en la Feria de Monterrey allá por 1994. Era increíble …
¡¡Había pasado tanto tiempo!! .... Era aun más increíble que estuviera
allí resistiendo el paso del tiempo y la locura en la que habíamos
entrado sin saber por qué. Ver a Selena en ese poster, con su eterna
sonrisa, con su encanto, con su figura, con su optimismo, con su
juventud, con sus ganas de vivir, con un futuro que sólo presagiaba
alegría y optimismo contrastaba con lo que había a mi alrededor, en el
que se veía todo color ocre, con olor a destrucción, con gente gritando
de dolor y de odio, sin futuro y sin más ganas de vivir. Llegué a él y
cuando lo pude apreciar sólo me puse a llorar por un largo rato. Como en
tantas otras oportunidades, el sólo recordar a Selena, saber lo que era
y lo que representaba, y recordar fundamentalmente su insólito final, no
hacían más que uno tuviera que llorar … por ella … por nosotros ...
Recuerdo que mi abuela solía decirme que nadie podía entender esa
tragedia. Todo era dolor, asombro, enojo y llanto en ese entonces
...Como ahora … Mi abuela solía decirme que Selena era alguien como
ellos, ni más ni menos. Que Selena los representaba fundamentalmente
porque ella era una mujer humilde, de condición muy precaria y que si
había llegado a ser alguien en la vida era por su trabajo, por su
esfuerzo, por su tenacidad, por su fe, por su talento, por su gracia,
por su bondad. Mi abuela decía que todos estaban contentos por su
suerte, pues nadie se merecía mejor destino que ella. Muchas veces los
artistas, por sus propias características, carácter, personalidad y por
lo que ellos mismos cantan u ofrecen, provocan amores y odios,
adhesiones o rechazos. Mi abuela se quedaba fascinada al contarme que
Selena nada de eso provocaba, pues todo el mundo la admiraba, todo el
mundo la quería, todo el mundo veía en ella una encantadora mujer. Al
contrario de cualquier otra artista, ella no generaba que nadie la
rechazara, que alguien deseara que le fuera mal, que alguien gozara de
algún fracaso suyo. Mi abuela solía contarme que cuando ella empezó a
dar cuenta de ella le gustó de inmediato, pero creyó que era mexicana
como todos ellos. Cuando supo que era de Corpus Christi, Texas, temió
por ella. Allí se dio cuenta de algún acento raro que advirtió en su
canto y al oírla en alguna entrevista radial. Ella pensó que el mexicano
podría darle la espalda a alguien de ascendencia mexicana que se había
ido al otro lado del Río Blanco y que había adoptado las costumbres de
los “gringos” al punto de ni saber la lengua de sus ancestros. Pensó que
por allí a Selena le pasaría lo que a tantos otros, que fracasaría, que
la recibirían con indiferencia, que hasta la abuchearían en cuanto la
vieran con su precario español. Mi abuela solía decirme brillándole los
ojos que tal era su angustia, su preocupación y su ansiedad que la fue a
ver en aquella primera presentación multitudinaria y mítica en esta
ciudad, mítica porque se habían dicho muchas cosas de aquel concierto,
algunas buenas y otras malas. Las buenas siempre decían que Selena había
metido ella sola más de 100.000 personas, lo que provocó todo un revuelo
en la ciudad. Las malas era que fue un concierto multitudinario, mal
organizado, que hizo que la gente se impacientara por el retardo de la
salida de los artistas, al punto que cuando Selena salió a cantar la
gente arrojaba al escenario toda clase de objetos, sobre todo latas de
cerveza, y que ella se había asustado mucho, pues no sabía cómo
manejarse en un terreno casi desconocido para ella, casi como la lengua
en la que se hablaba aquí … “No, mi niña -decía mi abuela-. No ocurrió
tal cosa. Estoy de acuerdo en que todo estaba mal organizado,
fundamentalmente porque nadie preveía tanta cantidad de gente en el
concierto al aire libre, y menos aún que Selena fuera una de las más
requeridas. Entonces sucedió lo que no debía pasar si estaba bien
organizado. Cada grupo tenía estipulado un tiempo para tocar. Estaba
tocando uno de esos grupos, pero a la gente no le gustaba mucho, por lo
que, sabiendo que la próxima a salir era Selena, comenzó a pedir por
ella. El público estuvo mal, pues era mejor esperar a Selena escuchando
respetuosamente al grupo anterior. Pero la ansiedad pudo más. La gente
sólo gritaba ‘¡¡Selena, Selena!! ¡¡Te queremos a ti!! ¡¡Sube ya!!’ Yo no
sabía qué hacer. Yo también quería que entrara Selena, pero no quería
que se despreciara al público anterior. Lo cierto es que como nadie
sabía cómo controlar la situación, la gente comenzó a desesperarse y a
exigir a Selena que saliera al escenario. Hubo parte de la organización
que le pareció lo mejor y Selena salió antes de tiempo, lo que provocó
la algarabía de la gente pero la ira del conductor del concierto, Jesús
Soltero, que increpó a Selena y a su grupo por no haber respetado los
tiempos de los artistas. Era cierto lo que él decía como que también era
cierto que no correspondía semejante destrato a Selena. ¡¡Ella no tenía
nada que ver!! Ella jamás hubiese hecho algo que provocara el malestar
de alguien. Ella sólo salió porque alguien le dijo que lo hiciera para
calmar a esa gente y para salvar a los chicos del grupo anterior.
¡¡Pobre Selena!! Con el tiempo nos dimos cuenta de que siempre estaba
allí donde se le pedía, desde muy chica, y nunca tuvo oportunidad de
decir que no. No sabía decir que no, sobre todo si sabía que si se
negaba a algo por allí alguien quedaría lastimado, mal y frustrado. Y
Selena siempre sentía culpa, culpa de fallar, culpa de ofender, culpa de
que por hacer algo no la quisieran, culpa por no cumplir con las
expectativas de los demás. ¡¡Pobre, Selena!! … ¡¡Hizo tanto por tanta
gente!! …. Tanto por tanto Amor ... ¡¡Pobre, Selena!! Ella era humilde,
honesta, respetuosa, una mujer llena de Amor. ¡¡Pobre, Selena!! Hizo
tanto por todos y por tener su oportunidad de llegar a hacer lo que ella
quería en cuanto fuera famosa, popular y querida. Y cuando todo lo
estaba cumpliendo, cuando todo se le daba con nobles armas, con cariño y
respeto, alguien lleno de odio, de rencor y de frustración le quitó
todo, todo lo que a ella y a su familia le costaron años y años ... Ya
ves, mi niña ... Parece que es más fácil odiar que amar. Parece más
fácil herir que dar cariño. Cuando recibimos la noticia, no lo podía
creer … No lo quería creer. Cuando era inevitable dar cuenta de esa
triste y densa realidad, sólo pude llorar, llorar por días, por meses,
por años. Sé que el tiempo pasa y cura las heridas. Sé que el tiempo nos
hace seguir con nuestras vidas a pesar de todo. Yo volví a sonreír,
volví a Amar, volví a vivir. Lo tuve que hacer pues tuve que consolar a
mi hija, que hacía unos años se había hecho fan de Selena gracias a mí,
que la conocía desde que era muy pequeña y cantaba por los pueblos yendo
a ellos en un bus. Pero desde aquel nefasto 31 de marzo nada fue lo
mismo. Es como salir de nuevo a la vida sin un brazo, sin una pierna,
sin el corazón. Vivir sin Selena era vivir ya sin mucha esperanza, sin
mucha alegría, sin un futuro posible. Creeme, mi hija … Selena era todo
para nosotros. En mis tiempos todavía se pensaba en un mundo posible, en
un futuro mejor. Se pensaba que con trabajo, esfuerzo, honestidad,
humildad y Amor todo se podía, se hiciera aquí o del otro lado del Río
Bravo … Y Selena encarnaba todo ello que nosotros soñábamos y
pensábamos. Por eso la acompañábamos, por eso la alentábamos, por eso la
queríamos tanto. Selena no era para nosotros sólo una encantadora
cantante que entonaba lindas y divertidas canciones ... No .... Selena
no era sólo eso. Selena era nuestra esperanza, nuestro futuro, era el
camino de lo posible. Cuando ella se fue, pero por sobre todo del modo
en el que se fue, todos nos sentimos morir un poquito. A esa mujer que
le quitó todo no la pude nombrar jamás. Su nombre para mí era una mala
palabra. Al principio, busqué querer saber qué diría, que explicaciones
podía dar. Pensé que dentro de su inexplicable actitud, había algo que
lo haría entendible todo. Pensé que algo de humano había en esa persona.
Me equivoqué. Me equivoqué como tantos otros. ¡¡Esa mujer es un
monstruo!! Decir que está loca de remate es quedarse corto. Muy corto.
De última, hubiese preferido que estuviera alterada mentalmente, pues al
menos hubiese pensado que no estaba en sus cabales para hacer esa
atrocidad. Pero no, mi niña, ella sabía lo que hacía ... Todo fue
premeditado. Todo fue pensado de antemano. Lo hizo sabiendo lo que
hacía. ¡¡Y la mató, mi niña, la mató, la mató con la frialdad de una
psicópata!! ¡¡La mató con un odio y con una saña que aún me cuesta
creer!! ¿Entiendes ahora todo? ¿Comprendes por qué aun con el paso del
tiempo aún la lloramos? ¿Puedes entender que aunque nos lo digan y
nosotros queramos no podemos recordarla sólo con alegría? Creeme que esa
horrenda mujer no sólo le disparó a Selena. También nos disparó a todos
nosotros. Nadie de nosotros fue el mismo. Nos quitaron parte de nuestro
corazón, parte de nuestra Alma. No sólo nos quitaron un futuro posible
con Amor. Nos quitaron lo más lindo y puro que teníamos del modo más
violento, absurdo e intolerable. Desde aquel día comencé a ver que las
miradas de la gente ya no eran las mismas, empezando con observar la de
mi propia hija, tu madre”, dijo mi abuela y se excusó para llorar un
largo rato a solas…
Recordaba esas palabras, esos gestos, ese llanto de mi
abuela, y yo también me puse a llorar, fundamentalmente viendo lo que
era Monterrey y todo el mundo 60 años después. ¿Dónde está aquel mundo,
dónde está mi Monterrey querido lleno de Amor y lleno de vida? Creo que
todo se empezó a perder cuando escuchaba a mi madre hablar de Selena.
Ella era un adolescente cuando pasó todo. Desde niña la quiso en buena
parte por todo lo que le había contado su madre, mi abuela, pero también
por lo que ella vivenció con Selena. Mi abuela había vivido toda la
etapa previa de Selena, de esa Selena pequeña que iba de pueblo en
pueblo a dar sus conciertos. Así se había ganado la fama Selena: por lo
que comentaban de ella la gente que la había ido a ver en algún pequeño
pueblo de Estados Unidos o en alguna que otra ocasión en la que había
ido a México de la mano de Johnny Canales y su show. Mi abuela la había
visto por televisión cuando Selena fuera parte de un concierto hecho en
Matamorros y se había encantado con su forma tan particular de cantar
“La Bamba”. Para las épocas de mi abuela, y sólo si se vivía por el
norte de México, a Selena se la conocía por lo que comentaba de ella la
gente que la había visto en algún pueblo y, como mucho, en los programas
de televisión, como los de Johnny Canales, que por suerte había tenido
la buena idea de hacer un programa de televisión en el que mostraba en
vivo a artistas a quienes la gente conocía como mucho por radio. Para mi
abuela, y para todo Monterrey, a Selena se la llamaba tal cual ella
pronunciaba su propio nombre, “Selina”, a diferencia de lo que ocurría
en el resto de México. Es que en Monterrey a Selena se la conoció por su
fama en Texas y todos escuchaban que ella se hacía llamar “Selina” sin
siquiera saberse cómo se escribía. Todos escucharon su nombre antes de
verla. Y su fama en esas tierras provocó una sensación aquí, y a su vez
la sensación que generó aquí aumentó su fama en Texas, en un suerte de
rebote permanente, en un fenómeno que en cuanto echó a andar fue una
fuerza incontenible que no terminó más, que no tuvo nunca un
detenimiento. Selena comenzó a ser una sensación, una artista famosa y
de moda, un ejemplo para la juventud, un modelo a seguir para todos los
niños y adolescentes que empezaban a conocer a Selena en una edad en la
que comenzaban a interesarse por la música. Mi madre fue una de ellas.
Al principio escuchaba a Selena por mi abuela, pero no se había
interesado mucho. Pero ya siendo casi una adolescente, y cuando escuchó
“Baila esta cumbia”, comenzó a interesarse más por ella. Coincidía esa
época con sus primeras salidas, con sus primeros bailes, con sus
primeros amores. Notó también que todas sus amigas estaban fascinadas
por Selena como ella. También estaban las que les atraía los muchachos
del grupo, como Chris, y muchos tardaron en enterarse de que él era el
flamante esposo de Selena. Pero muchas lo sabían y no les importaba,
fundamentalmente porque Selena no era celosa y permitía que muchas
fanáticas lo saludaran tanto a él como a cualquiera del grupo. Mi madre
siempre decía que Selena y Los Dinos era un grupo muy unido en el que no
había egos. Selena podía ser la principal artista y la persona más
querida y admirada, pero ella siempre transmitía la idea de que no
quería que sólo la quisieran a ella, sino que ese cariño también se lo
expresaran a sus músicos. Ella siempre decía que eran muy unidos, que no
concebían la idea de triunfar si no estaban todos con ella y en buena
forma. Además, la banda hacía algo que era toda una novedad, que era
fomentar a cantantes tan importantes para el grupo como Pete Astudillo o
Freddie Correa para que luego tuvieran éxito en sus carreras solistas.
Mi madre decía que para ella era toda una novedad que el grupo fomentara
talentos para que luego los desarrollara en otros ámbitos, siendo que
eran parte importante de Los Dinos. Eso demostraba la solidaridad y el
deseo de que todos dieran lo mejor para el desarrollo individual de cada
uno y para el progreso del grupo. Mi madre me comentaba que eso era lo
que más generaba que cada integrante del grupo diera todo de sí por
Selena. Si a ella le iba bien, a todos les iba bien. Además, el encanto,
la gracia, el espíritu y la personalidad de Selena hacían que nadie
buscara discordias ni se avocara a proyectos y réditos individuales.
Todos estaban muy a gusto de pertenecer al grupo y aun si se daba el
caso de que se fueran de él, no dejaban de formar parte del proyecto y
de colaborar para con el objetivo final de Selena, que era convertirse
en la mejor y más exitosa cantante internacional. Mi madre me decía:
“Creeme, mi hija. Ella no tenía límite. Aquí hizo furor con ‘La
carcacha’, más allá de que su otro gran éxito fue con ‘Como la Flor’,
pero esa canción fue número uno absoluto en Estados Unidos, y digamos
que en general en todo el mundo hispano también, pero en Monterrey ‘La
carcacha’ fue ‘el’ tema, la canción que más causó impacto. Yo allí me
hice fanática. Quise averiguar todo de ella hasta que supe que tenía
desde hacía poquito tiempo un club de fans y me suscribí a él. Allí
recibí toda clase de cosas de Selena ... Un día me enteré de que ella
vendría aquí a grabar su primer video con el tema ‘La carcacha’. Me
sorprendí porque yo hubiese creído que lo haría con ‘Como la Flor’ o con
‘Baila esta cumbia’. Pero no fue así, ¡¡y por suerte!! Con un grupo de
amigas empezamos a averiguar dónde estaría ella. Fuimos incluso a la
casa que tenía la disquera Emi en la ciudad de Monterrey y pedimos por
favor casi de rodillas que nos dijeran dónde estaría Selena. La mujer
que nos atendió, también fanática de Selena, nos pidió silencio y llamó
a la central de Emi en México, ubicada en el DF, y como quien no quiere
la cosa preguntó dónde estaría Selena, con la excusa de que algún
directivo de allí necesitaba saberlo por una cuestión de organización.
Mario, directivo de Emi México, le dijo con amabilidad que no lo
engañara, que seguramente si le preguntaba era porque ella misma quería
ir y le dio la dirección a las carcajadas. En cuanto la secretaria
colgó, nos pasó el dato y nos dijo. ‘Tomen. Selena graba mañana. Las
espero al mediodía en ese lugar y yo las hago entrar. Pero no entren sin
mí pues si se enteran ¡¡me despedirán y a ustedes las echarán!!’.
Nosotros aceptamos en silencio, ¡¡y con los ojos llenos de júbilo y
expectativa!! Al otro día fuimos y no lo podíamos creer. Era un estudio
terriblemente caluroso. Casi no se podía respirar. No había aire
acondicionado y todo se hacía muy tedioso pues entre el calor y las
innumerables tomas del video hacían de ese trabajo algo muy extenuante.
Aun así todos ponían su mejor voluntad. Y si bien lo tenían que hacer
pues era su primer video y su gran oportunidad, era muy difícil trabajar
en esas condiciones y con la mejor predisposición. En el medio de todo
ello, nosotras estábamos ansiosas por pedirle un autógrafo de Selena. Yo
tenía posters, gorritos, remeras, toda clase de souvenirs para que ella
y toda la banda me lo firmaran. La secretaria que nos ayudó a entrar
trataba de calmarnos y quería esperar al final del video para hacerlo,
hasta que en un momento una persona muy amable se nos acercó para saber
quiénes éramos y qué deseábamos. Luego supe que era el mismísimos José
Behar, presidente de la Emi Latin. En cuanto nos vio y notó nuestras
caras de ansiedad, se sonrió y nos dijo que esperáramos. En un parate se
acercó a Selena y le dijo algo mientras señalaba al lugar en el que
estábamos nosotras. Selena levantó la vista, se hizo viseras con los
ojos y miró para nuestro lugar. En cuanto nos vio, se sonrió y gritó con
su precario español: ‘¡¡Hey, ustedes!! ¿Qué hacen paradas allí? Vengan
rápido, si no, no les doy los doritos que le robé a mi hermana!!’, dijo
mientras reía a carcajadas. Nosotras salimos corriendo hacia ella y,
para mi asombro, la secretaria misma salió gritando también. Selena nos
recibió a todas, saludó a cada una por su nombre, me llamó la atención
que antes que le dijéramos algo, ella se preocupaba por saber algo de
nosotras y de tener siempre un lindo comentario sobre lo que llevábamos
puesto, por lo que estábamos estudiando o por algo de nuestra ciudad. Yo
estaba sorprendida de que Selena tuviera tanta buena predisposición
hacia gente que aunque fuera sus admiradores, no conocía, máxime con un
ambiente tan caluroso como en ese estudio, y con el cansancio y fastidio
que provocaba hacer un video. Era increíble ver que Selena no se
despidió de nosotras hasta que no estuviéramos totalmente satisfechas.
No podía creer que ella estuviera más preocupada por dejarnos contentas
y satisfechas que nosotras mismas. Yo nunca visto a nadie así”, me dijo
mi madre toda emocionada ... “Yo viví la época más linda de Selena.
Compartíamos con ella los éxitos y el avance de Selena hacia la
consagración mundial. Sus conciertos eran cada vez más multitudinarios.
Cuando vi allá por 1993 uno de aquellos conciertos presentados por Jesús
Soltero, no pude evitar pensar en lo que me decía mi madre respecto de
la primera presentación de Selena y me dije ‘¡¡Las vueltas de la
vida!!’. Y allí di cuenta de cómo las cosas habían cambiado y
evolucionado en sólo 1 año. Luego fue sólo disfrutar lo que sucedía a
uno y otro lado del Río Bravo. Ya para cuando la banda sacó el disco
‘Live’ con su nuevo sencillo ‘La llamada’, Selena era una sensación
mundial y ya no lucía como una artista regional mexicana o texana.
Selena ya lucía como una artista internacional. Me encantaba verla en el
video ‘La llamada’. Se la veía distinta, más linda, más moderna. Y su
cara diciendo ‘canalla’ ante las cámaras denotaba una naturalidad pocas
veces vista y muy creíble en un artista. Eso era lo bueno de Selena. Que
uno le creía cuando la escuchaba, cuando actuaba, cuando cantaba. Creo
que no había diferencia entre lo que ella era y cómo Selena se
presentaba ante los medios. Ella era auténtica, creíble, querible. Era
una de los nuestros. Su éxito era nuestro éxito. Cuando ganó el Grammy
no me sorprendió, pero no lo podía creer. Ella sólo tenía 22 años y
ganaba un premio que en ese momento para un latino era muy difícil de
ganar. Incluso creo que en aquel momento no se lo valoró tanto entre los
grandes medios, fundamentalmente porque para éstos justamente comenzó a
ser considerada importante no sólo por este premio que le daba renombre
sino por el éxito de su disco ‘Amor prohibido’, que le dio una
popularidad impresionante. ¡¡Estaba tan contenta!! … Contenta por ella
... Se le estaba dando todo y ella seguía siendo tan humilde, tan
espontánea, tan risueña … El disco ‘Amor prohibido’ fue lejos lo más
grande que hizo Selena. Todos eran éxitos, todas eran lindas canciones,
todos los temas eran francamente sorprendentes y modernos. Cuando
escuché el tema ‘Ya no’ no entendía nada. Apenas escuché la guitarra
rockera de Chris me quedé mirando incrédula mi aparato reproductor de
cds. ‘¿Es Selena?’, me dije. ¡¡Y lo era!! El tema me encantó, aun siendo
tan raro escuchar a Selena en este tipo de canciones. Me encantaba que
la canción estuviera al término del disco, pero me daba una sensación
rara el final del tema .... Era lindo pero me generaba angustia … No sé
por qué. Como si fuera una premonición, sentía que Selena se me iba, se
me iba inexorablemente y yo no podía hacer nada … hasta que viniera el
próximo disco … disco que nunca hubo, salvo que se cuente ‘Dreaming of
you’, que aunque supiera que era sin duda de ella, yo no lo podía contar
como el siguiente disco, porque Selena ya no estaba, porque no era el
verdadero disco que iba a hacer … Pero mientras Selena estuvo, fue una
sensación todo, fue un hermoso sueño, fue una alegría convivir con ella
lo estaba sucediendo. Los conciertos en la Feria en 1994 fueron
increíbles, alucinantes, multitudinarios. Pero si me tengo que quedar
con alguno de ellos, es con los últimos que dio en esta ciudad, los
conciertos del Far West Rodeo, fundamentalmente los de Selena vestida de
azul. ¡¡Selena estaba tan linda!! … Era una artista ya madura, ya
consolidada. Nadie la podía detener. Yo iba a ir a todas sus
presentaciones, pero al final fui a una. Pensé: ‘Total … Ya habrá otros
conciertos el año entrante, y quién sabe si no vendrá con nuevo material
para ese entonces” … Me quedé esperándola con las manos vacías ... Me
quedé esperándola para siempre. Aprendí a que no debía dejar para el
otro día lo que podía hacer hoy, que debía disfrutar todo, que lo que
tengo hoy tal vez no lo tenga mañana, que hoy estoy y tal vez mañana no
estaré. Hasta que a Selena le ocurrió lo que le ocurrió yo no pensaba en
el futuro … Para mí el futuro era el presente. Yo era feliz y mi
felicidad la compartía con Selena. Un día me enteré que alguien le quitó
lo más valioso a Selena y con ello nos quitó lo más hermoso a todos
nosotros. Ese día volvía del colegio y vino mi madre a abrazarme
llorando para darme la mala nueva. Yo no podía reaccionar ... No quería
reaccionar. Recuerdo a mi madre llorando y yo en silencio mirando la
nada. Estuve un día en el que no hablaba y casi no comía. Mi madre
comenzó a preocuparse. En un momento, tal vez dando cuenta de lo que
podía aliviarme de tanto dolor, me dijo: ‘¿Quieres que vayamos a Corpus
Christ a despedirnos de ella?’. Yo asentí con un movimiento de cabeza.
Todo el trayecto hacia la ciudad fue en el más absoluto silencio. Ya mi
madre ni insistió en preguntarme si estaba bien, en pedirme que le
hablara. Tal vez esperó pacientemente que me expresara una vez que
estuviera allí. Y su sabiduría de madre no falló. Llegamos a Corpus
Christi, hicimos la fila, escuchaba sin inmutarme el llanto de la gente
y los gritos, miraba a todos los admiradores como yo con los rostros
desencajados …Cuando llegué al lugar en el que estaba ella, no aguanté
más .... Recién allí tuve que admitir lo que no quería admitir … Que
ella se nos había ido … Rompí en llantos, grite: ‘¡¡Selena, Selena!!
¡¡No te vayas!! ¡¡No nos abandones!!’. Me tiré al piso. No me quería ir.
Me quería morir. Quería irme con ella. No lo podía creer. No podía
entender que alguien le hiciera algo semejante. Odié a esa persona que
le había hecho tanto daño. La odié para siempre. La odio ahora. No puedo
dejar de odiarla, sobre todo cuando la escuché después, defendiéndose de
lo indefendible, diciendo que no quería hacer lo que efectivamente hizo
... Luego, en mi desesperación, y aferrándome a una última esperanza
inútil, fui una de las tantas que exigió al padre de Selena que nos la
dejara ver. Quise creer que todo era una mentira, que nada era cierto,
que todo era un truco publicitario, que quién sabe que había detrás de
esa mentira ... Quizá la habían secuestrado, quizá se había ido de viaje
de incógnito … Finalmente nos anoticiaron de que el padre de Selena
había abierto el cajón. Yo fui a verlo, esta vez con miedo. ¿Y si al
final era cierto? Cuando me acerqué … Me arrepentí toda mi vida haber
dado ese mal paso … Jamás me olvidaré de esa imagen. Muchos decían que
lucía tranquila, que descansaba en paz … No era así ... ¡¡No era para
nada así!! Ella estaba seria, muy seria. Estaba segura de que estaba
enojada. Se nos fue enojada e indignada. Se nos fue no comprendiendo
tanta mentira, tanto engaño, semejante traición. Me imaginaba la escena
y no podía dejar de llorar. Luego me recompuse y me llamé a silencio
nuevamente. No pude dejar de sentir odio y rencor. No me alcanzaba que a
esa pérfida mujer la condenaran de por vida. Si por mí fuera que se
pudriera para siempre en la cárcel o, mejor, que la dejaran libre pero
que pasara al lado nuestro, a ver si se animaba a decir las cosas que
dijo después ... Lo que más me indignó era lo que dijo de Selena luego y
durante tanto tiempo. Lo que más me resultó incomprensible era que la
dejaran seguir hablando … Cada palabra, cada calumnia suya era un
disparo más. Un disparo a ella, un disparo a nosotros. Nunca pude ser la
misma, porque la partida de Selena nos quitó todo a nosotros. Si a ella
que era la Reina, la estrella, el ejemplo, uno de los nuestros, nuestra
propia esperanza, le pasaba semejante afrenta, ¿qué nos quedaba para
nosotros? El sueño se había terminado. Yo no podía esperar nada de este
mundo cruel. Podía ser feliz, podía sonreír otra vez, podía tener mi
propia familia, pero jamás podía llegar a ser enteramente feliz sabiendo
que Selena no tuvo la oportunidad que tuve yo. Ella se merecía todo … y
el mundo le dio semejante cachetada .... Si hubiese tenido la
oportunidad, hubiese sacrificado mi vida para que ella viviera la suya.
Yo sé que con ella presente las cosas hubiesen sido distintas. Yo sé que
es una locura. Yo sé que es una quimera .... Pero también sé que el
mundo sería mucho mejor si Selena estuviera entre nosotros…”, terminó de
decir mi madre y rompió en llantos de impotencia…
…Me quedé largo tiempo mirando ese afiche y recordaba
cada una de las palabras de mi madre y de mi abuela. Lamentablemente yo
no conocí a Selena. Yo pertenecía a esa generación en la que Selena
comenzaba a ser algo presente y lejano, más cercano a la leyenda, al
mito, a esa imagen que se buscó que quedara perpetuada en el tiempo, a
sabiendas de que ya nada se podía hacer por Selena, de que ya Selena no
volvería a pesar de tantos ruegos. Para mí la mejor representación de lo
que sucedió con Selena tanto con su vida como con su remembranza fue la
canción “Fotos y recuerdos”. Cada día que pasaba, su imagen, sus fotos,
sus recuerdos, las palabras, las imágenes, todo lo que aún quedaba en la
memoria de la gente se iban poniendo de color amarillo, llenos de polvo
y cada vez más alejados de la realidad de todos nosotros. Cada vez que
recordaba esa canción, la escuchaba o la cantaba, se me estremecía la
piel pues su contenido era de la más absoluta premonición, era el relato
de lo que haríamos nosotros cuando se fuera ella. Recuerdo una vez
siendo chiquita salir corriendo a llorar al baño cuando vi a Selena en
una página de Internet cantando esa canción en marzo de 1995 en el
programa “Padrísimo”. Se la veía tan linda, tan jovial, tan exitosa, tan
feliz, tan segura … “Y todo lo que me queda de tu Amor, ¡¡sólo fotos y
recuerdos!!”, cantaba Selena y uno no podía dejar de estremecerse y caer
en la más absoluta tristeza. Yo crecí cuando ya se hablaba de otros
artistas y sólo se acordaban de Selena en un aniversario o cuando
alguien hacía una nueva versión de alguna de sus canciones. Yo crecí
viendo a la asesina dando una imagen más que lamentable y odiosa.
Siempre entendí en su momento que esa mujer generara en la gente una
gran expectativa por lo que “iba a revelar”, porque iba a romper el
silencio para decir lo que pasó ese día. Luego todos dieron cuenta de
que nada raro y espectacular había detrás de su acto. Que en realidad
sólo se trató de un enfrentamiento entre dos personas: el padre de
Selena y esa pérfida mujer. Y cuando ella supo que perdería en esa
partida decidió que nadie saldría vencedor y que jamás ella “aguantaría
bien su derrota”. Y así decidió eliminar a lo más preciado, a lo que
ella decía que quería “con toda el Alma” para no quedarse afuera de la
fiesta. Y siempre intuí que ella lo había planificado todo, tal como me
lo dijo después mi abuela. Con el tiempo el padre de Selena lo había
admitido y hasta hizo un especial para dar una explicación a algo que
todos los fans de Selena buscaban y no hallaban: saber lo que pasó aquel
día. Mi abuela y mi madre nunca lo pudieron ni asimilar ni entender.
Como todos, nunca encontraron una explicación a por qué Selena fue a
verla y por qué fue a acompañarla al hospital y luego volvió para
discutir vaya a saber qué y a devolver el anillo. Siempre mi madre me
decía: “Nunca lo soltó, mi hija. ¡¡Nunca lo soltó!! Ni aún corriendo, ni
aún malherida, ni aun cayendo, ni aun trasladada al hospital soltó ese
anillo. Sólo fue cuando ya no tuvo más fuerzas. Pero dime: ¿Por qué no
lo soltó nunca? ¿Qué significado tenía para ella? ¿Se lo pensaba
devolver a esa pérfida mujer? Y si era así, ¿para qué corrió hacia el
lobby del motel aferrada a ese anillo como si aunque fuera por un
instante constituyera lo más importante del mundo retenerlo? ¿Qué
importancia tenía el anillo? ¿Por qué no quiso esperar para devolverlo y
luego se lo quedó ella hasta que no pudo más? ¿Por qué si, según el
padre de Selena, esa horrible mujer les robaba, no la denunció? ¿Por qué
no hizo públicas sus acusaciones a esa ladrona? ¿Por qué no la despidió
habiendo podido hacerlo? ¿Por qué no se imaginó que esa mujer podría
tomar represalias con Selena si su padre le insistía en que se alejara
de la vida de su hija? ¿Por qué no sospecharon nada, no intuyeron nada,
por qué no llamaron a Selena aquel nefasto día?” … Esas preguntas
atormentaban en su momento a mi madre y a mi abuela. Yo crecí con Selena
presente en todo momento pero sólo presente en mi casa. Fuera de ella
veía a un mundo cada vez más alejado, cada vez más individualista, cada
vez más intolerante, cada vez más violento. Empecé a notar que, más allá
de lo que me habían contado mi abuela y mi madre sobre Selena, su
partida de este mundo dejó una estela de odio, de rencor y de
resentimiento que nunca acabaron, que nunca cesaron. Que la gente nunca
superó la partida de Selena y que eso fue el caldo de cultivo para lo
que se vendría después. Empezaba a notar que, conforme pasaba el tiempo,
Selena se nos iba alejando cada vez más y su Amor se nos perdía
inexorablemente .... No era justo. ¡¡Vaya que no era justo!! Decidí que
había que volver a las fuentes. Que si tal vez todos recordáramos a
Selena como ella quería, con Amor, algo cambiaría, aunque sea un poquito
… Pero todo comenzaría a ser distinto si se hacía algo. Me propuse
volver a poner a Selena en el primer plano. Decidí poner a Selena en su
lugar…
Fui a tomar aquel poster medio ajado de la pared. Me
pregunté cómo estaba aún allí. Me daba pena tocarlo por miedo a que se
rompiera. Estaba un poco resquebrajado por el paso del tiempo pero
increíblemente intacto. También me daba tristeza ver tan lindo poster de
Selena en el medio de tantas inscripciones llenas de odio y de rencor, y
que invitaban a la destrucción. Me parecía increíble que nadie pusiera
una palabra encima de esa lámina. Quería pensar que cuando llegaban allí
y sabiendo de qué se trataba, no se animaban a arruinar el póster ... No
se animaban a lastimar a Selena más de lo que ya le habían hecho. Y si
no fuera así, quería pensar que como su propia figura generaba tanta
autoridad, no se atreverían a hacer nada. Cuando me agaché, junté mis
dedos y procedí a tomar de la punta la lámina muy cuidadosamente,
alguien me dijo de atrás: “¡¡Eso no te pertenece!! ¡¡Ni se te ocurra
tocarlo!!”. Miré hacia atrás y un joven, muy joven, rodeado de otros
dos, me invitó a salir de allí apuntándome con un cuchillo. Yo lo miré
incrédula y procedí a hacerle caso incorporándome lentamente desde el
piso. Estaba algo resignada, no sabía qué hacer, pero había algo en mí
que me impedía dejar ese póster de Selena allí. No podía dejar a Selena
sola, una vez más, en el medio de tanta violencia incomprensible. Encaré
al joven muchacho y le dije: “¿Tú sabes quién es ella, no? Quiero creer
que lo sabes. Pues si lo ignoras, ¡¡olvídate de tu amable pedido!! ¡¡Yo
lo voy a tomar y no me importa lo que me digas ni lo que me hagas!!”.
Hubo un instante en el que todos nos quedamos quietos y en silencio. Yo
estaba determinada. Era hora de ser firme con la irracionalidad. Había
que defender a alguien a quien había dado tanto Amor. Ahora que me había
dado cuenta de por qué había tanta locura e irracionalidad en mi ciudad,
yo iba a dar a conocer ello y a invitar a que volviéramos a ser lo que
éramos, a volver a ser felices como cuando estaba Selena. Me di vuelta
y con determinación procedí a seguir con mi tarea de sacar ese póster.
El joven gritó “¡¡Alto!!” e iba dispuesto a detener mi acción a toda
costa. Hasta que uno de sus jefes de atrás le dice: “¡¡Detente tú!!
¡¡Déjala en paz y contéstale la pregunta!! ¿Acaso no sabes quién es esa
encantadora mujer?”, le preguntó mientras me miraba guiñándome el ojo,
en una actitud ciertamente insólita para mí, máxime porque era la
primera vez que esa persona me miraba. El joven titubeó y cuando estaba
por decir lo primero que se le viniera a la mente, el mayor se le
adelantó, se dirigió al poster, señaló a Selena y le dijo: “Ella era una
gran artista y mejor mujer. Un día alguien con la misma violencia,
envidia, locura e irracionalidad de hoy en día le quitó la vida del peor
modo. La traicionó y ni le dio tiempo para reaccionar y rehacer su vida.
No le dio tiempo ni a enojarse con ella … ¿Y sabes? Nadie pudo
recuperarse de ello. Todos nos sumimos en la frustración, en el enojo,
en el llanto permanente. Fue tanto el dolor que sólo se nos ocurrió
canalizarlo con violencia, con la misma violencia de la asesina. Y nos
equivocamos. ¡¡Vaya si nos equivocamos!! Creímos que destilando nuestra
frustración estaríamos más aliviados. Creíamos que solucionaríamos la
violencia con más violencia … ¡¡Y mira a tu alrededor!! ¡¡Mira lo que
hemos creado!! Sé que si Selena estuviera todo sería muy, muy diferente
… Ella no querría vernos así ... Selena se enojaría o tal vez estaría
angustiada … No sé cómo llegamos a esto. Recién ahora lo puedo ver”,
dijo y me señaló a mí en forma de agradecimiento … “Pero es hora de
aceptar que ella ya no está, pero a la vez es hora de hacerle ver, donde
quiera que esté, que lo suyo no fue en vano, que su paso nos dejó una
huella. Es hora de dar ese cariño y ese Amor que ella dio sin ninguna
condición y al que nosotros no se lo retribuimos nunca … por dolor y por
no aceptar nuestro dolor, su dolor … Te pido que saques con cuidado ese
póster y se lo des a esa muchacha. Con ella estará en buenas manos…”.
El muchacho fue sacando el póster mientras su jefe y su
ayudante lo miraban en silencio. Por alguna razón me puse a llorar
mientras el joven sacaba el póster. Tal vez porque di cuenta con ese
acto que otra etapa culminaba y otra empezaba, y con ella Selena cada
vez parecía más lejana … Tal vez hayan sido las palabras de su jefe.
Sonó tan razonable y tan real lo que decía … Había tomado conciencia de
a dónde habíamos llegado … Y todo gracias a mí … En realidad todo
gracias a Selena. En cuanto el joven tuvo el póster, su jefe se adelantó
para tomarlo y se me acercó a mí para dármelo … “Gracias”, le dije. “No
hay nada de qué agradecer. Soy yo el que debe dar las gracias y pedirte
disculpas. Disculpas por lo que hice hoy, por lo que hice en estos años.
Va a ser difícil volver a ser el de antes. Hay que desandar muchos años
… Pero bueno … Ya es lindo que hayamos empezado…”, me dijo y se me quedó
mirando. Yo me puse a llorar y él me abrazó bien, bien fuerte. “Ya no
llores. ¡¡Hazlo por Selena!! Es hora de que su obra esté de nuevo con
nosotros. Es hora de volver a encontrar nuestros corazones, ¡¡que son
suyos!!”. Estuvimos así por un largo rato … Él también estaba llorando …
Más tarde nos recompusimos y nos prometimos que íbamos a hacer todo lo
posible para que Monterrey vuelva a tener el Alma de Selena. Antes de
despedirnos, él me dijo: “No me has dicho tu nombre. Necesito saberlo
para poderte localizarte cuando te necesite otra vez. ¿Cómo te llamas?”.
Yo me sonreí …. “Me llamo Selena, igual que mi madre. Igual que mi
abuela. ¡¡Igual que nuestra Reina!!”. Nos quedamos riendo por largo
rato. Sabía que las cosas iban a cambiar. Sabía que Selena volvería a
estar entre nosotros…
(Siempre digo que si las cosas están como están en este
mundo es porque Selena no está entre nosotros. Muchas veces me han dicho
que estoy loco. Muchas veces piensan que nada de lo que hago por ella
tiene sentido. Yo estoy seguro de que cuando algún día vuelva Selena -y
de eso estoy seguro-, todo será distinto. Yo sé que el Amor en este
mundo volverá de su mano, de su encanto, de su cariño… Yo sé que ella
vendrá … Yo sé que Selena debe estar en algún lugar que pronto vamos a
encontrar…)
Todo lo que hago, bien o mal, lo hago por ti, Selena…
Hay algo que no me gusta de todo esto … Hay algo que no me gusta de
ella. Creo que ella es capaz de hacer cualquier cosa. Creo que no
deberíamos avanzar más con este asunto y deshacernos de ella cuanto
antes. Creo que mi padre piensa que no es capaz de hacer lo que sea para
estar cerca de nosotros y, fundamentalmente, de intentar que seamos una
suerte de marionetas que se mueven al compás de sus deseos. Al final
parecemos la protagonista del tema “La llamada”, sólo que, a diferencia
de aquella mujer, nosotros actuamos sin saberlo o sin quererlo saber.
Estuve por hacer una locura esta noche. Busqué por todas las maneras
posibles de convencer a mi esposo Chris para que me deje volver, para
cumplir con sus más sórdidos deseos: vernos a solas, sin ninguna persona
como intermediario, vernos a solas como ella quería, vernos a solas para
que no armara más escándalo, para que dejara ya de gritar, de quejarse,
de acusar. Recién, recién ahora y después de tantas cosas que pasaron
empecé a tomar verdadera conciencia de lo que está sucediendo y de la
verdadera dimensión del problema. Estamos en un gran inconveniente, ¡¡en
un verdadero problema!! Mi padre no lo piensa así … Si lo pensara,
actuaría de otro modo … Pero él cree que lo tiene todo controlado … Yo
no pienso que la esté subestimando, pues si mi padre estuviera actuando
de ese modo con ella, sabría que es un peligro, pero pensaría que aun
así ella no intentarí herirnos de ningún modo, pues no se atrevería a
tanto, no tendría tantas agallas como para afrontarlo… Creo que mi padre
está equivocado, muy equivocado. Lo pude comprobar hoy. Había algo en su
mirada, en su forma de hablar, en su modo de comportarse que me indicaba
que algo trae en manos, que está dispuesta a vender cara su derrota, que
nos está mintiendo y, paradógicamente, con esta actitud nos está
mostrando su verdadera cara, lo que realmente piensa, siente y espera.
Esa mujer no nos quiere, no nos quiere en realidad. Sólo desea
poseernos, sólo desea controlarnos. Siente que la estamos abandonando y
eso la aterra. Hubo algo que me estremeció y me fue muy revelador.
Apenas entré al motel, estaba tan nerviosa por su llamado desesperado
que la saludé rápidamente y le pedí por favor que me dijera qué estaba
pasando. Ella abrió bien los ojos y con total preocupación me dijo:
“¿Pero qué pasa? ¿Es que estás enojada conmigo? ¿Qué te han dicho malo
de mí?”. Me miraba con cara extraviada, como tratando de adivinar en mis
actitudes si yo sabía algo, si me habían contado algo, si yo había
descubierto algo … Yo no sabía cómo reaccionar ni qué decirle … ¿Cómo
una mujer que me jura y me perjura que ha sido víctima de un intento de
abuso sexual está pendiente de lo que yo pienso, de lo que me han dicho
o de lo que se piensa de ella? ¿Por qué no fue por su cuenta al hospital
si fue atacada? Y si no lo hizo por vergüenza o por temor, ¿por qué no
me pidió ir cuanto antes al hospital para ser revisada en vez de
implorarme de vernos a solas para aclarar algunos temas de sus problemas
con mi padre o del asunto del dinero faltante de mi club de fans?
Además, no entiendo por qué no me llamó desde Monterrey en cuanto
sucedió el hecho para que se atendiera allí y yo fuera en todo caso a
acompañarla. No sé por qué si no quería quedarse en Monterrey no fue a
San Antonio en el que está toda su familia. Allí se sentiría más cómoda
y con más confianza para encarar su problema. Ella y su familia son muy
unidos. No le hubiesen presentado problemas si ella les decía lo que
había ocurrido … No entiendo. Realmente no entiendo. No comprendo para
qué vino a Corpus Christi. Además, por esas cosas del destino me enteré
de ciertas cosas que me inquietan más. Como ahora hago avisos en el que
insto a que las mujeres abusadas denuncien los hechos y no se queden
calladas, allí me enteré de los procedimientos que tienen que tener en
cuenta para hacer sus denuncias y permitir que la policía pueda
investigar los hechos. Yo sé que si una mujer es atacada en una ciudad,
aunque ella no se anime a denunciar el hecho, la policía puede actuar.
También lo puede hacer la policía de su ciudad natal si se traslada
allí. Ya si se va a otras ciudades que no sean las del lugar del hecho o
de nacimiento, entonces debe obligatoriamente hacer la denuncia
correspondiente para que la policía y la Justicia puedan intervenir.
Entonces, ¿por qué ella vino a Corpus Christi en vez de quedarse en
Monterrey o en el mejor de los casos trasladarse a San Antonio? Además,
ella es enfermera. ¿Acaso no lo sabe? Sería raro que no lo supiera. Esto
me huele raro, muy raro ... Ella nos está mintiendo de un modo que no es
el habitual, del modo en el que mi familia espera de ella. Esto es otra
cosa. Es más grave y me involucra a mí. No sé qué pretende ni que quiere
hacer. Sólo sé que me quiere ver a solas, pero por el tema de ella con
mi padre y no por el supuesto ataque que recibió … Esto no me gusta.
Esta mujer ya no me inspira ninguna confianza. Creo que hay que tomarse
más recaudos con ella de lo que uno se imagina, de lo que uno piensa y
ha pensado hasta ahora…
Definitivamente, creo que no hemos tomado verdadera
dimensión de la situación. Creo que nos estamos alejando de nuestro
objetivo no siendo conscientes de dónde estamos parados. Yo sé
perfectamente que hay que manejarse humildemente por la vida y que no
hay que sentirse más que nadie por lograr los éxitos que hemos obtenido,
pero eso no implica que no nos manejemos como lo que somos, una gran
banda que tiene un éxito tremendo, no sólo en Estados Unidos sino en
México. ¡¡Y que el disco en inglés nos abrirá nuevos mercados y nuevas
posibilidades!! Sé que la Emi Central no está muy convencida de este
paso. De hecho, ellos sólo firmaron el contrato para hacer un disco en
inglés hace dos años porque se lo pidió casi suplicando mi querido José
Behar desde la Emi Latin. Si no fuera porque él confía tanto en
nosotros, porque apostó por mí y que por ello nos permite no sólo
cumplir con nuestros sueños sino de facilitárnoslo, sería casi imposible
hacer ese disco. Aún al día de hoy, 30 de marzo de 1995, bien tarde,
casi 31 de marzo, no sé si por fin el disco saldrá en julio o lo
postergarán, una vez más, a fin de año. Yo vengo anunciando la salida
del disco desde hace ya bastante tiempo y estoy haciendo mis conciertos
cantando de entrada temas en inglés como lo hice en el Houston
Astrodome, el 26 de febrero de 1995, como para que la gente comience a
acostumbrarse a que en el futuro mis conciertos se harán de distinto
modo, con nuevos temas y con otro idioma. Ya en breve, el 1 de abril,
daré un nuevo concierto en Los Ángeles, y seguramente lo haré con un
repertorio en el que tal vez me anime a cantar algún tema en inglés de
los que ya grabé para mi próximo disco a modo de primicia. Entonces,
¿por qué no estamos avocados a este tema en vez de estar pendientes de
los caprichos de esta mujer que supo ser de nuestra confianza y ahora ya
no la tiene? ¿Por qué esta mujer tiene directo acceso a mí si nadie le
tiene confianza? ¿Cómo puede ser que yo esté moviéndome al compás de sus
locuras y nadie la esté deteniendo? Llegamos a hablar con ella. Le
planteamos algunos inconvenientes de falta de dinero y de quejas de
algunos fans de que no recibían los souvenirs que les corresponden por
estar suscriptos al club de fans. También sé que hay otros problemas
personales entre mi padre y ella. Supongo que esta mujer tiene temor de
que mi padre me diga “la verdad”, de que la desenmascare y de que yo la
desprecie para siempre. Seguramente ella pensará que no la querré ver
más y eso para ella será duro, muy duro de asimilar. Intuyo que debe
haber pensado que está la posibilidad de que la despidamos y querrá
tomarse todos los recaudos. Supongo que mi padre esperará a que ella
acepte la realidad y se termine de alejar de nosotros. Creo que mi
padre se siente muy seguro de que con las medidas que tomó serán
suficientes. También sospecho que él no quiere ir más lejos con ella
pues teme que por allí por despecho ella dirá cualquier cosa de
nosotros, provocará un escándalo y nuestra imagen se vea dañada … Tal
vez por eso hace unas semanas amagó seriamente con despedirla, luego se
detuvo y optó por mandarla a Monterrey para que se dedique a hacer las
gestiones pertinentes para abrir las sucursales de “Selena Etc.” en
Monterrey y en México DF. … Puedo llegar a entender eso, pero ¿dejando
las cosas como están estamos seguros de que algo peor no va a suceder?
¿Quién lo garantiza? Lo vengo sintiendo desde hace unas semanas, lo
podía captar en esas llamadas desesperadas y lo corroboré al percibir
sus miedos, su inquietud, su desesperación, su necesidad de seguir
controlando todo, de seguir controlándonos en todo. Entiendo lo que
puede significar un enfrentamiento directo con ella, pero actuando así
no tenemos garantía de nada. Cuando hace un rato me fui del motel
trataba de minimizar el hecho y hasta me permití reírme del hecho con
Chris cuando me subí a la camioneta y nos fuimos desde el Days Inn de
inmediato para nuestra casa. Estaba preocupada pero pensaba que al
volver sola para hablar más seria y tranquilamente con ella yo la
convencería, le hablaría racionalmente, la calmaría de sus miedos y le
prometería que todo se solucionaría de inmediato. Apelaba a que aún me
escucharía a pesar de todo … ¿Pero por qué habría de hacerlo ahora si
durante semanas y hasta meses yo le he hablado, apelé a sus
sentimientos, le hablé a su corazón, apelé a su raciocinio, platiqué con
ella durante horas y horas, y nada he logrado, sino todo lo contrario?
Me ha pasado muchas veces de hablarle, de explicarle, de hacerle ver las
cosas y ella mirarme callada como si lo hubiese entendido todo, y al
rato, tan sólo 5 minutos después de hablarle durante 1 hora, hacerme
planteos como si nunca le hubiese hablado, como si nunca me hubiese
escuchado. De hecho, en esta misma noche, cuando le hablé de unos
papeles que necesitamos presentar ante el Fisco de “Selena Etc.” ella
tomó su cartera y me la arrojó casi en la cara sin decirme nada, como
dándome a entender con total violencia y sinrazón que allí estaba lo que
yo estaba buscando, que me fuera de una vez. Pero cuando estaba por irme
de allí casi me imploró para que no lo hiciera, de que al menos le diera
la oportunidad de explicarme todo a solas, de insistirme por el sistema
“beeper” de que volviera, de que le diera una nueva oportunidad, de que
no la dejara sola con esa “dolencia” que sufrió en Monterrey y de la
cual aún no se había hecho ver … ¿Por qué el “incidente” de la ciudad
que me dio todo su cariño siempre aparecía en el último lugar de sus
prioridades? ¿Por qué me sonaba que apelaba a él cuando sentía que ya
nada servía para convencerme? ¿Qué podría pasar si yo le demuestro en el
hospital mismo que ya no le creo? Pues me imaginé que si hasta ahora no
quiso ir a un hospital sola, nada me garantizará de que lo haga y de que
diga lo que le pasó si yo la llevo. Además, aquí nadie la puede obligar.
Paradógicamente, ella no fue muy precisa acerca de lo que le sucedió,
pero sí lo fue con el lugar. ¿Esto no aumenta más mis dudas acerca de
por qué hoy no está en un hospital en Monterrey o por qué no se fue a
San Antonio? ... Estoy segura, estoy determinada a hacerlo. Es hora de
actuar. Debemos sacárnosla de encima. Se ha convertido en algo peligroso
y no sabemos qué hará, cómo y por qué. Pero no hay que esperar para ver
qué hace para recién actuar luego. Hay que ser precavidos. Debemos tomar
distancia. Yo sé que tendremos que pagar un precio, y tal vez el precio
pueda ser alto, pero hay que asumir los riesgos. Es mejor pagar lo que
haya que pagar mientras esté a nuestro alcance y esté bajo nuestro
control. Si dejamos pasar el tren tal vez tengamos que lamentar algo más
que eso, algo del cual no tenga precio y por cuya pérdida nos tendremos
que lamentar por el resto de nuestros días…
Nunca he vivido y sentido tanto el éxito como el año
pasado. Pero creo que todos seguimos actuando como si las cosas fueran
como hace dos años. Nos seguimos manejando en el bus, seguimos actuando
como si tuviéramos que demostrarle al mundo que somos buenos del mismo
modo que cuando empezamos … Yo entiendo y suscribo a la idea de que
debemos mantener la humildad, la sencillez y la necesidad de superarse
cada día como si lo logrado es nada comparado con lo que se puede lograr
… Eso lo comprendo y lo comparto … ¿Pero no es hora de actuar por lo que
ya somos y representamos para tanta gente, para tantos medios, para
tantos músicos, para tantos productores? Yo ya no soy una cantante más,
yo no soy una artista desconocida, yo no una principiante. ¡¡Yo soy
Selena!! Para muchos yo soy no sólo su artista preferida, la que canta
“Como la Flor”, la que la pegó con un hit. ¡¡Soy mucho, muchísimo más
que eso!! Para muchos soy un familiar más, soy no sólo su cantante
predilecta sino una persona a quien quieren mucho. Y yo eso lo siento
desde hace mucho tiempo. Creo que hemos pecado en eso de creer que, como
no hemos logrado aún el mayor objetivo, entonces no hemos obtenido gran
cosa. ¡¡Error!! ¡¡Eso es un grave error!! Tomé plena conciencia de ello
cuando estuve en el programa “En vivo”, de Ricardo Rocha. Apenas unos
minutos de una minientrevista bastaron para que me diera cuenta de que
lo que había obtenido sólo el año pasado era lo suficiente como para
saber que estaba … ¡¡entre los 200 más famosos de los Estados Unidos!! Y
no sólo tomando en cuenta los artistas latinos, ¡¡sino los de todas las
nacionalidades y lenguas!! Y no sólo en eso: si se contaban sólo los
latinos, habían sólo dos: Luis Miguel y yo. Es decir que … ¡¡yo soy la
artista latina más popular de todo Estados Unidos!! Y si así me va en mi
país, ¿cómo me podría ir en México o en América Central? ¿Y cómo me iría
en Sudamérica cuando los fuera a visitar en breve? Cuando tomé
conciencia de lo que se me habían dicho en el programa “En vivo”, di
cuenta de que el año pasado viví lo que pocos artistas experimentan en
sus vidas. Yo gané el Grammy, con todo lo difícil que es para un artista
latino lograrlo, tuve mi mayor éxito con un disco como lo fue con “Amor
prohibido”, logré arrasar por séptima vez consecutiva con los Tejano
Music Awards, volví a ganar en “Premios Lo Nuestro”, tuve el mayor de
los éxitos en Monterrey a través de los innumerables conciertos “sold
out” que brindé. Y ya en tan sólo tres meses volví a ganar, esta vez por
octava vez, los Premios Tejanos y sigo con mis conciertos
multitudinarios y cada vez más exitosos en los Estados Unidos. En el que
brindé en el Houston Astrodome rompí por tercera vez consecutiva el
récord de asistencia de público, y yo me presenté este año … por tercera
vez. Está bien: no logré ganar de nuevo este año el Grammy, pero estuve
nominada, lo cual ya es un honor y todo un mérito, y espero mi revancha
el mes entrante con la nueva edición de “Premios Lo Nuestro” .... Yo sé
que se puede lograr más, pero no hay que despreciar lo que se ha logrado
sólo porque nos falta para llegar a lo más alto. Pero tenemos tiempo y
¡¡vamos por el buen camino!! En eso estoy en desacuerdo con mi padre.
Comparto con él los objetivos y la disciplina para lograrlos, pero él es
muy autoexigente y no se permite disfrutar tanto lo que hemos obtenido.
Si no empezamos a disfrutar y a hacer valer lo logrado, siempre nos
sentiremos menos … Y eso no tiene sentido. ¡¡Eso es inaceptable!! Creo
que por eso pasa lo que nos pasa. Entonces, en vez de ocuparnos en
mostrarnos por lo que logramos y por trazar nuestros planes para este
año clave para todos nosotros, estamos como atrapados por un problema
que aunque sea serio no debería provocarnos más problemas que lo que
son: problemas que controlados preventivamente y tomados en su dimensión
no deberían generarnos muchos inconvenientes ni mucho tiempo. Entonces,
¿por qué no es así? ¿Por qué hace semanas que estoy angustiada por lo
que nos hace sólo una persona a toda nuestra familia siendo que ella no
forma parte de nosotros? Aquí hay algo que no funciona. No todo es tan
bueno ni perfecto, como parece…
Veo que ya Chris se ha dormido. ¡¡Ya es tardísimo!! De
hecho, ya es viernes 31 de marzo … ¡¡Son las 2 de la mañana!! ¡¡Pobre
Chris!! Él no la pasó bien ayer … Creo que a él todo esto lo perturbó
mucho … Él es muy callado, al revés de mí, pero increíblemente con la
única persona con quien en el ámbito social se abrió mucho y le habló de
cosas de las que él no suele hablar públicamente es con ella. Debo
confesar que esta mujer ha sido muy hábil. No es tan ilusa como parece o
da a entender. ¡¡Nada de eso!! Es hábil … ¡¡Vaya si lo es!! No sólo lo
hizo con él. Lo hizo con todos. Se mostró siempre servicial. Siempre se
mostró con buena predisposición. Siempre cuidó su imagen y su muy bajo
perfil. Siempre cuidó de que nadie advirtiera su verdadera cara, su
verdadera dimensión, ni siquiera en su importante función de presidenta
de mi club de fans y gerenta de mis negocios de ropa ... En el mejor de
los casos ella planteaba cualquier divergencia como que todo quedara
como la palabra suya contra la palabra del otro, esperando de que todos
le creyeran a ella, que su palabra no fuera nunca puesta en duda. Por
eso está desesperada ahora … Porque sabe que ahora somos muchos los que
ponemos en duda su palabra, sobre todo yo … ¡¡Pero pobre Cris!! … Yo
recuerdo aquel día en el que filmamos nuestro proceso de grabación del
tema “Ya no” … Lo recuerdo bien. Él estaba muy entusiasmado, pues aunque
no era el autor del tema, él tuvo mucha participación en la elaboración
de la canción, que era más bien pop rock, toda una novedad para el grupo
y para nuestros fans, pero no para él. ¡¡Pobre, Chris!! Reconozco que él
no podía desplegar todo su potencial como guitarrista por el tipo de
música que hacíamos. Incluso había partes en vivo que no tenía mucho por
hacer, pues buena parte de la música venía de los teclados de Ricky y de
Joe, por lo que él sólo hacía unos punteos de guitarra al aire esperando
su parte. De hecho, muchas veces teníamos que armar partes especiales
para que él pudiera tener sus solos de guitarra para demostrar lo gran
guitarrista que es. ¡¡Pobre, Chris!! Aquel día estaba tan entusiasmado y
tan excitado que estuvo un largo tiempo hablando con ella sobre lo que
tuvo que hacer y todo lo que les llevó grabar el tema. Y ella estaba
allí, como con todos nosotros, siempre dispuesta y hasta incentivando a
que le contáramos todo mientras ella decía poco y nada de su vida, de
sus sueños, de lo que quería para con su vida. Ella fue muy inteligente
con nosotros. Se las ingenió para mostrarse lo suficientemente confiable
como para que nosotros le confesáramos todo y le contáramos cosas que
usualmente no se la decíamos a los demás. En aquella oportunidad, Chris
le decía algo que no me podía decir ni a mí ni a los demás, pues
estábamos ocupados grabando. Muchas veces yo le he contado cosas que
sentía, alegrías y lamentos que yo no le podía decir a mi familia …Con
el tiempo uno empezó a advertir que mientras ella sabía todo de
nosotros, nosotros no sabíamos casi nada de ella. Eso es lo que empecé a
sentir desde hace unas semanas, que ella tiene un conocimiento y, por
ende, un poder del que habría que preocuparse. Yo supongo que mi padre
lo sabe pero siempre quiso minimizarlo. Debe haber pensado: “Si nosotros
pudimos contra tantas cosas, si pudimos sortear tantos obstáculos,
¿acaso ella será un real impedimento para nuestros grandes objetivos?
¡¡No, seguro que no!! Bastará un grito mío y ella se callará para
siempre, por miedo a perder su empleo” ... Yo ya no creo en eso. Quise
creerlo, pero ya no. Esto es más serio de lo que parece. De hecho lo
está presentando ante los demás como si fuera un problema entre los dos.
Y no es así. Si no me aparto, ella se pondrá como víctima, como víctima
del accionar de mi padre, como víctima de mi familia, ¡¡como víctima de
mí misma!! Algo habrá que hacer … ¡¡Pobre Chris!! Él duerme, pero está
preocupado. Lo noto en su rostro ahora …Sabe que estamos en un problema
y la cosa es más pesada de lo que parece. Le debe parecer increíble lo
que está haciendo ella, pero le cuesta admitir lo que es y lo que hay
que hacer al respecto. Anoche dio cuenta de la situación al impedirme
volver al Days Inn. Creo que allí empezó a advertir que algo malo trae
esa mujer. Pero no se atreve a decirme lo que tengo que hacer pues teme
aparecer como un autoritario o que me quiere imponer su pensamiento …
Creo que por eso amo a Chris. Él no es machista, como la mayoría de los
varones. Si lo fuera, no me hubiese casado con él. Pero aun así las
mujeres necesitamos que nos protejan, que nos guíen, que nos demuestren
que les importamos. Y anoche Chris hizo eso, y no sólo eso. Me ayudó a
bajar los decibeles y a pensar un poco más, a pensar que así no debemos
seguir ... Te amo, Chris, pues aun preocupado te dormiste confiando en
que no me dejaría llevar por el arrebato y me iría sola mañana a
encontrarme con ella. Te amo Chris, pues haces lo que toda mujer
necesita: que se confíe en ella…
¡¡Las cosas tienen que cambiar ya mismo!! ¡¡Yo no puedo
perder de vista algo que es fundamental y que me llevó muchos años
lograrlo!! Yo tengo el cariño de la gente, de esa gente que me quiere,
de esa gente que me trata como su hermana, como su madre, como su hija,
como su novia. Yo siempre les dije que sin ellos yo no soy nada.
Entonces, ¿cómo no pensar en ellos a la hora de decidir mi futuro?
¿Acaso ellos querrían verme enojada, peleándome con alguien que quiere
que sólo esté a su lado haciendo lo que ella quiera en vez de lo que yo
quiero? Yo que siempre cuidé mi imagen y hasta rechacé ofertas de
telenovelas si los personajes que me ofrecían no tenían nada que ver
conmigo, ¿permitiré que me vean en una actitud enojosa con alguien,
dedicando el tiempo en cosas inútiles y defraudándolos haciendo lo que
no quiero y postergando lo que yo más deseo, que es, además, lo que
ellos más esperan de mí? Por todos estos problemas estuve dispersa en
algunos reportajes y en algunos conciertos. He descuidado mi boutique
para no tener más problemas con ella. ¿Tiene sentido esto? ¿Acaso eso es
lo que se espera de mí? ¿Esto lo que quiero para mí? ¿Éste es mi futuro?
¿A qué le temo? ¿A que si tomo distancia de sus ambiciones y posesiones,
ella va a hablar? Y si habla, ¿qué va a decir? Y si dice algo que yo
desmiento categóricamente pues detesto las mentiras, ¿a quién le va a
creer la gente? A mí no se me respeta no sólo como artista sino como
persona. Mucha gente me conoce desde niña, desde que empecé a recorrer
las rutas en bus y a dar conciertos en pueblos en los que nadie iba a
ofrecerles nada. Yo me he ganado mi reputación. Nadie me regaló nada. Y
cada día salgo a revalidar todo lo que he logrado. ¿Qué podemos temer?
¿Que nos meta en un escándalo? ¿Qué diga cosas ciertas que sólo le
habíamos confiado a ella? ¿Y qué pasa si admitimos lo cierto, si
desmentimos lo falso o si preferimos callar lo que no queremos aclarar?
¿Acaso nos dejarán de querer por eso? Si eso ocurre es porque entonces
no nos querían tanto. Yo estoy convencida de que el que nos quiere nos
cree. Cuando realmente te quieren, tienes que equivocarte mucho, hasta
groseramente, para que los defraudes y te dejen de querer. Y yo sé que
conmigo eso no sucederá. Puede que suceda con algunos pero con la
mayoría no ocurrirá. Además, hay que madurar y prepararse para lo que se
viene. Hasta ahora tanto el público como los grandes medios en su
mayoría han sido muy benévolos conmigo. Pero sé que conforme se agigante
mi fama por todo el mundo tendré que lidiar con la envidia, con la mala
onda, con la prensa amarilla, con la gente que no me querrá para nada.
Nosotros no estamos acostumbrados a ello. Pero tenemos que empezar a
adaptarnos a esta nueva situación. Eso es también parte del “negocio de
la música”. Si no lo entendemos así estaremos en serios problemas. Es
hora de empezar a enfrentar estas cosas. Tarde o temprano estos
problemas llegarán. Ya me pasó el año pasado cuando parte de la prensa
comenzó a especular con que me había hecho cirugías, que me había
separado de la banda, que tenía amoríos aquí y allá … Yo lo tomé con
gracia y di las explicaciones pertinentes. Todos lo entendieron pero no
siempre va a ser así y menos a medida que me haga famosa en todo el
mundo. Tendré que enfrentarme con nuevos problemas del mismo modo que
recibiré muchas satisfacciones. Hay que acostumbrarse y saber que no
todos piensan como uno. Que habrá muchas veces que deberemos actuar no
del modo ideal en el que quisiéramos sino del que podamos. Que habrá
momentos en los que más que hacer lo que se quiere habrá qua hacer lo
que se puede para preservarse, para preservar a los que uno realmente
quiere … Y éste es el momento que vivo ahora. Yo querría que las cosas
estuvieran bien con ella como era antes, quisiera no tener que alejarme
sin siquiera despedirme, quisiera poder darle una nueva oportunidad,
quisiera poder volver a confiar en ella. Pero no será así, por lo menos
por un buen tiempo ... Presiento que si no damos el cambio de rumbo a
tiempo alguien saldrá muy lastimado, y yo no voy a esperar sentada sin
hacer nada rogando que nada suceda y lamentando lo doloroso que todo
será cuando ya no se pueda hacer nada. Nada mejor que actuar ahora antes
de que sea demasiado tarde. Nada mejor que prevenir en vez de curar … de
curar una enfermedad terminal…
Ya es muy tarde. He advertido que ella insiste en verme
cuanto antes y me llama por el bipper. Yo no he atendido. Tampoco leí
sus mensajes. Todo está claro, muy claro. Pero hay que ser inteligentes.
No hay que no contestar nada y darle una clara idea de que con ella todo
se acabó. Si hacemos eso, entonces será ella quien vendrá a por nosotros
vaya a saber con qué intenciones, con qué intereses, con qué excusas,
con qué armas … Ya me imagino llamando desesperada al doctor Martínez o
a su ayudante. Le dirá lo mismo que a mí. Pero no surtirá efecto, pues
ya no creo en ninguna de esas personas. Cada vez me convenzo de más de
que todos ellos son el producto de mi fama y que como ellos habrá muchas
personas que buscarán aprovecharse de mí. Si queremos sobrevivir en este
negocio tenemos que convivir con ello pero separando bien la paja del
trigo, defendiendo lo nuestro y no perdiendo nunca de vista quién
realmente nos quiere y que son los que nos han puesto en el lugar más
alto. Muchas veces lo hemos pregonado pero no siempre puesto en
práctica. Éste es un buen momento para demostrárselo a la gente y a los
demás. A ellos no hay que defraudarlos. A ellos hay que darles nuestro
mejor ejemplo. Tal vez tengamos que pasar por este trago amargo para
saber cómo encarar nuestro futuro. Sé que es duro tomar determinadas
decisiones, pero tengo que ser coherente con lo que digo, con lo que
pienso y con lo que siento. No hace mucho, en el programa “Un nuevo
día”, dije que el negocio lo manejábamos en familia pues sabíamos que
siempre había afuera gente que se podía aprovechar de nosotros. Si
mañana tenemos que admitir que nos equivocamos con alguien, lo diremos.
Es mejor tener que admitir un error o una decisión desagradable antes de
tener que públicamente lamentarnos de algo irreparable. Es hora de
madurar. Es hora de demostrarles a todos que estamos a la altura de las
circunstancias … Muchas veces hemos creído que nos bastaba con la verdad
y con la honestidad. Y no es que no sirva ahora eso. Sirve y mucho. De
hecho así llegamos a estar en lo más alto. Pero también hay de esas
personas, de esas personas que si nos manejamos del mismo modo que con
la gente buena y honrada estaremos en problemas más que serios. Hay
gente que no tiene códigos, que es falsa, mentirosa, que tiene doble
discurso, que es capaz de cualquier cosa con tal de llegar a lograr sus
objetivos. Con esa gente no hay que tener el mismo trato que con los
demás, no se puede ir con ellos con la verdad, con sinceridad y con
honestidad del mismo modo en el que iríamos con nuestra gente, aquella
que nos quiere tanto y ha posibilitado nuestra fama. Si vamos del mismo
modo con ellos nos comerán vivos. Con esa gente hay que manejarse de
otro modo. No es que dejaremos de ser nosotros mismos para poder
sobrevivir de esas personas. ¡¡Para nada!! Si hay algo que debe quedar
en claro es que siempre hay que dejar sentado lo que se piensa, lo que
se siente, lo que se anhela, lo que uno haría ante cada caso, la postura
de uno ante los demás. Pero mientras que con la gente que uno quiere de
verdad no se tienen problemas de decir y de expresar lo que uno siente y
quiere, con los otros uno debe dejarlo bien guardado todo ello en lo
posible. Esta última gente confunde bondad con tontería. Y con ese
preconcepto pretenden sobrepasarse con nosotros en el total
convencimiento de que lo lograrán. Y yo aprendí con el tiempo de que uno
se debe permitir con cada una de esas personas hacer un pequeño gesto,
tener una pequeña actitud que le demuestre al otro que uno no es tan
tonto como ellos lo creen o lo quieren creer. Es como andar en la vida
manejándose con honestidad, respetando las leyes del juego, pero en un
instante “salirse del libreto” y hacer algo fuera de las reglas que le
demuestren al otro que uno es tonto, que no va a dejarse pasar por
cualquier cosa que se presente…
¡¡No me voy a dormir!! ¡¡No!! ¡¡No lo voy a hacer!!
Prefiero estar despierta, bien despierta. No quiero dormirme y despertar
con vaya a saber qué situación … Tengo miedo. ¡¡Claro que tengo miedo!!
Por eso estoy aquí pensando y hablando sola. Pero no quiero quedarme
sola. Es lo peor que me puede pasar. No quiero enfrentar la situación en
ese estado. Por eso esperaré al amanecer y me iré … a buscar a mi padre
y hablar del tema. Necesito ayuda. Necesitamos ayuda. A veces cuando uno
está así no está mal decir lo que se siente y alzar sus brazos en señal
de auxilio. Quiero abrazar a mi padre. Necesito decirle que temo por él,
que temo por mí, que temo por todos. No aceptaré que me diga que me
despreocupe, que está todo controlado, porque no lo está. Le pediré que
me diga que hará algo para que esto no nos dañe más, le pediré que si
ella hizo algo malo, que si robó, que si nos estafó, o lo que sea, la
denunciemos, que si tenemos que despedirla que lo hagamos, que si
tenemos que poner seguridad para que no se acerque lo realicemos, que si
tenemos que salir a.los medios a plantear nuestro problema lo hagamos.
Prefiero exponer la situación y que se dude de nosotros antes de que se
nos arruine el futuro. Lo primero es reparable. Lo segundo, no. Sé que
hemos hecho gala de nuestra conducta y de nuestra bonomía, pero
justamente por eso debemos hacer esto. Puedo aceptar sugerencias, por
eso quiero hablar con mi padre. Lo que no voy a aceptar es que nos
quedemos callados e inmóviles. Es lo peor que podemos hacer. Y peor aún
es que si nos movemos lo hagamos al compás de esa mujer. Tengo miedo.
¡¡Tengo mucho miedo!! Pienso realmente que nos quiere hacer daño. ¿Qué
busca con que vaya sola a su encuentro? ¿Qué me quiere hacer? Sé que mi
padre dirá que estoy paranoica y puede que lo esté, pero aprendí en la
vida a que a veces hay que dejarse llevar por esos pensamientos, pues
nos conduce a posibles visiones de las cosas, sobre todo con esta gente.
Si ella está trastornada, ¿por qué no pensar en sus actitudes en
términos paranoicos? Y si mi padre me dice que exagero, le diré que
cuando hace unas semanas estaba él por despedirla y así se lo hizo
saber, y mientras hoy en día trata de evitar que entre a la productora o
a cuanto lugar ocupemos para grabar el disco en inglés, que piense qué
estuvo haciendo ella, que piense si está seguro de que no hizo nada, de
que no intentó nada y de que desistió de lo decidido sólo porque le
aseguramos que seguiría con nosotros. Y si se preocupa, mejor, pues
quiero que me ayude a tomar medidas. Ahora volvimos a plantearle los
problemas de hace dos semanas. ¿Y si ese algo que intentó hace unas
semanas lo hace ahora? Yo no sé lo que quiere hacer. Tengo miedo de que
vaya y me amenace, que me extorsione o vaya a saber qué cosa. No voy a
arriesgarme a saberlo en ese motel. Le diré a mi padre que llame a
seguridad o a la policía misma para pedirle esos papeles que
necesitamos, que le mandemos un telegrama para intimarla o para
despedirla. Le diré que haga lo que sea, ¡¡pero que lo haga ya!! Esta
vez no escucharé lo que hay que hacer y yo hacer algunas sugerencias.
Esta vez seré yo quien exija cosas y esperaré escuchar consejos. Tengo
miedo … miedo a … Veo que el cielo está plomizo. Hay mucha humedad.
Seguramente lloverá pronto y mucho … Recuerdo el miedo que tenía cuando
era muy niña y escuchaba los relámpagos a la madrugada. Me abrazaba a un
osito de peluche y le prometía a Dios que haría lo que sea para que se
fueran la lluvia y mis miedos. Prometía que haría todo lo que me
pidieran mis padres, que haría lo que sea para que fueran felices por lo
mí realizado. Ahora recuerdo esa pesadilla, ese horrible sueño del cual
no quiero recordar nada, ¡¡nada!! Pero no puedo evitar pensar en una
imagen mía corriendo, yendo en un auto rojo y que alguien me espera con
una sonrisa diabólica … ¡¡No!! ¡¡No quiero pensar más en ello!! Tengo
miedo, mucho miedo. Mejor esperaré acurrucada en la cama tapada por las
sábanas y abrazada a Chris. Algo tengo que hacer. Algo debo hacer para
que este terror que siento desaparezca para siempre…
Suena el teléfono de mi casa. Me levanto abruptamente.
Noto que finalmente me he quedado dormida. Son las 8 de la mañana. Estoy
segura de que es ella. Veo que Chris se levanta y amaga con ir a
atender. Yo lo detengo con una mano y le hago señas de que me deje a mí.
Voy hacia el teléfono con total seguridad. Tomo el tubo y escucho unos
chillidos desesperados que me aturden los tímpanos. Aparto el auricular
mientras cierro los ojos en señal de fastidio. Dejo el auricular aparte
sin escuchar, esperando que se calle de una vez. En cuanto hace un
espacio en el que me dice que venga cuanto antes porque si no se va a
matar, le digo: “¡¡Por favor, por favor!! ¡¡No lo hagas!! Voy para
allá!!”. Y cuelgo mirando el teléfono con una frialdad y un desprecio
que nunca había sentido … Luego voy por un abrigo. Enseguida viene hacia
mí Chris con desesperación: “¿A dónde vas, Selena? ¿No pensarás de nuevo
ir al Days Inn?”. Lo mire con tranquilidad y con ternura, le acaricié la
frente, le di un beso en la mejilla y le dije: “En absoluto. Voy a ver a
mi padre. Es muy urgente. Lo puedes comprobar por la ventana que voy
para allá. ¿Confías en mí, no?”. Y ante la respuesta afirmativa con un
gesto mirando hacia debajo de Chris, le volví a acariciar la cabeza y le
dije: “Sólo te pido un favor. Espera a que llame de nuevo y dile que ya
fui para allá. En cuanto lo hagas, ve inmediatamente a q-productions y
únete a mi hermano A.B. Mi padre y yo iremos luego… Si no llega a llamar
en media hora ven a avisarme urgentemente a casa de mis padres. ¡¡Por
nada del mundo te quedes aquí!!”. Chris me miró azorado y me preguntó:
“¿Pero qué sucede? ¿Acaso estamos en peligro? ¿Acaso piensa hacer algo
contra nosotros?”, me preguntó asustado. Yo le tapé la boca con el dedo
índice de mi mano derecha y dándole un beso a modo de despedida le
contesté: “Procuraremos que no lo haga. Por eso te pido este favor…”.
Salí en busca de mi padre y en el camino me encuentro con
un A.B. desesperado que corre hacia mí y me abraza muy fuerte. “¿Pero
qué pasa A.B.? ¿Qué es lo que…”.”Te quiero mucho, quiero que lo sepas …
No lo olvides nunca cada vez que vayas a hacer algo arriesgado. Sabes
que siempre estaré de tu lado ¡¡y que nunca, nunca te dejaré sola!!”, me
interrumpió A.B., me abrazó y se puso a llorar como un niño. Iba a
seguir con mis preguntas y con mi contrariedad, pero no fue necesario.
Lo entendí todo. Estuvimos un largo rato abrazados y llorando. “Es que
tuve un sueño horrible y, ya sabes, vine a ver…”, me aclaró. “Viniste a
ver si no me había pasado nada ... ¡¡Como veras, no!! ¿Pero por qué
sigues así mirándome? ¿Es que acaso tengo monos en la cara?”, lo
interrumpí y eché a reír a carcajadas. Luego me puse seria y le dije:
“Yo hace rato tengo de esos sueños. Sueños que parecen reales, casi
premonitorios. Nunca los mencioné, pues me da miedo de sólo intentar
recordarlos. Pero eso ahora no importa. Importa lo que nos pasa. Y no te
preocupes. No haré nada que…” … De pronto mi padre sale de su casa
desesperado y corre hacia nosotros: “¡¡Selena!! Me llamaron desesperados
del Days Inn. Dicen que ella está atrincherada en su habitación
exigiendo que vayas para allá sola. Si no, se va a matar. Los empleados
no saben qué hacer. No quieren que se arme un escándalo. Yo tampoco
querría…”, me dijo con total preocupación”. “¿Tienes esos papeles que la
incriminan en el tema de los souvenirs a los fans?”, lo interrumpí. “Sí,
los tengo. No sé si son de evidencia contundente, pero servirá para que
se la investigue…”, me aclaró. “Entonces diles a los empleados del Days
Inn que llamen a la policía y que la denuncien por los escándalos y
desobediencia a la autoridad. Nosotros nos encargaremos del resto…”, le
dije secamente. “¿De qué?”, dijo mi padre con desconcierto. “De
denunciarla por robo, estafa y amenazas. Diles que vamos para allá y que
se encarguen de ella…”, sentencié. “Pero estás segura, Selena? Mañana
tenemos un concierto en Los Ángeles. La gente hablará, preguntará,
especulará. ¿Crees que sea necesario que intervenga la policía? ¿No
crees que podemos nosotros?” … “Padre, no quiero alarmarte, pero esa
mujer es capaz de matar para lograr sus objetivos. Prefiero someterme al
escándalo, a la duda y no perderte a ti o a uno de la Familia. ¡¡Por
favor, padre!! Hazlo por mí. ¡¡Yo te quiero mucho!! Prefiero dejar la
música y perder lo ganado, ¡¡pero no quiero perderte ni a ti ni a
nadie!!”, le dije desesperada y al borde del llanto. Mi padre corrió
hacia mí y me abrazó fuertemente. Luego se apartó, me miró, asintió en
silencio, tomó el teléfono y comenzó a llamar a la policía. Antes de que
fuera hablar con ellos, tapó el tubo del teléfono con la mano por un
instante y me dijo: “¡¡Yo también te quiero mucho!! Tú eres más
importante que la música y que todo. Yo quiero lo mejor para ti…”. Iba a
decir algo más pero tuvo que interrumpirlo, pues del otro lado de la
línea lo requería un oficial de la policía para radicar la denuncia. Me
sentí rara. Cruce mis manos para tomar mis manos y un frío helado corrió
por mis espaldas. Ésa que había hablado con su padre hace unos instantes
parecía no ser yo, parecía otra mujer, pero era yo misma …. A veces la
vida nos pone desafíos en los que nos pide que actuemos tal cual lo
vivimos y sentimos sin ninguna censura, sin permitirse guardar nada. En
situaciones límite se ve la verdadera personalidad de cada uno … No
había actuado como siempre pero tenía que hacerlo, tenía que hacerlo
para seguir viviendo, seguir viviendo como siempre y ser la misma de
todos los días …Tal vez a muchos les haya parecido raro verme así, tal
vez hubiesen preferido verme como siempre, con una gran sonrisa y una
alegría a flor de piel … Pero no había margen para ello. Estaba en juego
mi familia y procuré que nadie saliera malherido Ésta es una nueva
etapa, sin duda. Una nueva etapa que nos confirma que podemos aceptar
cualquier desafío, una etapa que nos revela que estamos a la altura de
cualquier circunstancia…
“¡¡Ah, no!! ¡¡Yo no lo voy a permitir!!! Preparé como 10
paquetes de ‘doritos’ para nuestro viaje a Los Ángeles y no los
encuentro. ¿Alguien sabe dónde están?”, dijo mi hermana Suzette como dos
horas después y cuando ya nos preparábamos para nuestro concierto de Los
Ángeles del día de mañana. Todos, absolutamente todos, me miraron a mí y
yo a ellos … hasta que todos nos largamos a reír con ganas sin parar.
Volvíamos a ser la familia de siempre ... Había pasado lo peor. Todo lo
que nos va a pasar a partir de aquí será muy bueno, y si no, será
reparable, lo cual ya es todo un avance. Recién allí me permití decirle
a Chris a su oído para que nadie se entere … por ahora: “Chris, creo que
pronto, muy pronto, serás padre…”. Y sonreí, sonreí como nunca, y abracé
y besé a Chris como nunca. El sol brillaba a pleno como signo inequívoco
de que todo iba a salir bien, muy bien … ¡¡Y así será!!
( A veces pienso si esto pudo haber sido, si esto tal vez
suceda, si acaso podamos volver a revisar y revivir ciertas cosas. Nunca
me resignaré a pensar que algún día me despertaré y veré que aquello que
sueño hasta despierto se ha hecho realidad … la realidad de una Selena
exitosa, y sobre todo, la de una Selena feliz…)
Selena: tú tienes un destino de grandeza y un Alma llena
de Amor. Selena: yo sé que algún día tú volverás para recuperar tu
lugar, volver a recibir el cariño de tu gente y sentir que no te has
quedado sola…
Simplemente espera por ti, Selena, todos los días, cada
hora, cada minuto, cada instante…
Esos
tatuajes que son las marcas de mi dolor, de tu ausencia, Selena…
Muchos me preguntan por qué llevo tantos tatuajes de mi hermana en mi
cuerpo … ¡¡Sí, ya sé!! Cuando digo esto me corrigen o me preguntan
acerca de a quién me refiero cuando digo “mi hermana” … Sí, ya sé que
tengo a otra hermana adorable que se llama Suzette. Sí, ya lo sé. No
necesito ni que me lo digan ni que me lo aclaren … Ya lo sé ... Lo que
pasa es que antes que cualquier cosa, antes de que Selena se convirtiera
para todos en la gran cantante, la gran artista, la artista del pueblo,
la Reina del Tex Mex, la Reina de la Cumbia, la mejor, la inigualable,
el mito, la leyenda … antes que todo Selena era mi hermana … Simplemente
eso. Y mi mundo, mis creencias, mis ilusiones, mi visión buena y
optimista de las cosas se fueron ese día que no me puedo explicar qué
pasó. Me da pena no haberme dado cuenta, no haberlo presentido. Créanme
que me da pena y sobre todo me da mucha, mucha bronca. Yo estaba inmerso
en mi música, en componer, en hacer lo mejor para mi hermana. Ése era mi
rumbo, ése era mi destino, ésa era mi función en la vida. Y conste que
yo también fui artífice de mi destino. Mi padre sólo quería que
trabajara y formara parte de la banda Selena y Los Dinos. Yo podría
haberme limitado a tocar el bajo y nada más. Pero una vez que me sentí
involucrado en el rumbo y en el destino de la banda, quería que tuviera
mejor música y fuera más original. No quería que fuéramos un grupo que
tocara sólo música antigua con letras anticuadas y sin vuelo. Tampoco
quería sólo tocar música con letras muy básicas que me hicieran sentir
vergüenza porque era destinada para gente de mucha menos edad que yo. Yo
venía de una formación muy diferente a la de mi padre. Yo escuchaba
preferentemente otro tipo música en inglés, como mis dos hermanas. Me
sentí descolocado al verme tocando a los 16 años temas en español con
una cantante como mi hermana Selena que tenía sólo 8 años. Pero sabía,
como toda mi familia, que no tenía sentido resistirse, que tenía que
aportar al grupo mejores ideas en vez de quedarme con la protesta sin
hacer nada. En ese sentido, mi padre era muy considerado. Podía manejar
con mano de hierro los destinos de la Familia, pero hay que ser justo en
que él permitía sugerencias y hasta cambios de orientación del grupo,
siempre y cuando ello implicara mayor compromiso de todos para con su
gran proyecto. Mi padre, cuando me veía protestando, con razón, de que
no teníamos tan buen material y preguntaba por qué no teníamos a alguien
como Juan Gabriel que nos compusiera un par de temas para nosotros, me
solía decir: “Tú debes pensar que ese señor hace letras y se las pasa a
gente que sabe que es muy popular y que sabrá hacerlas difundir con su
canto. Él vive de ello. ¿Así que quieres que él te pase algunas
canciones? ¡¡Entonces, escribe, compone, esmérate!! ¿Tú te quejas de que
no tienes buen material? ¡¡Entonces, mejóralo!! Haz mejores canciones,
¡¡busca encantar a la gente!! Ya verás que cuando sean muy populares, el
mismísimo Juan Gabriel se acercará a ustedes para ofrecerles sus mejores
canciones. ¡¡Hazme caso, A.B.!! ¡¡Ya verás que es como te digo!!”. Por
eso, como decía antes, mi padre nos daba libertad de acción para manejar
el grupo como nosotros quisiéramos … mientras nosotros contribuyéramos a
cumplir su sueño. Y mi hermana Selena era como yo. Ambos no nos
contentábamos para nada con hacer sólo los que nos pedían hacer. Nos era
inevitable ir siempre por más, mejorar las cosas, perfeccionarlas,
darles nuestro sello, nuestro color. Selena le aportó no sólo su voz,
sino su talento, su gracia, su enorme carisma. Mi hermana podría haberse
contentado con pararse frente al público y sólo cantar bien. Sabía que
nuestro padre se conformaría con que sólo cantara bien ante el público,
que les demostrara lo tremendo que era su canto en cuanto todos lo
escucharan. Pero Selena era muy tímida e introvertida, pero por sobre
todo, tenía terror a que nadie la quisiera, que todos le darían la
espalda en cuanto la vieran cantar… Por eso Selena buscó agradar a cada
uno que estuviera frente a ella no sólo con su voz sino con su baile,
con su sonrisa, con su encanto. Mi hermana no hubiese soportado
contentarse con cantar bien mirando para abajo muerta de miedo. Tal vez
en los primeros tiempos en los ensayos en casa se podía permitir hacer
las cosas de ese modo, pues sólo estaba rodeada de nosotros, su Familia,
que formábamos parte del grupo y le dábamos apoyo en todo. Pero fuera de
ese ámbito, frente a un escenario del que no se sabía cómo podía
reaccionar el público, ella no podía quedarse esperando la reacción de
ellos, quedarse parada esperando la aprobación o el rechazo con todas
los miedos y las ansias que ello generaba … No, mi hermana era peor que
todos en ese sentido. Ella no toleraba las derrotas, las decepciones, la
desazón. Cualquier desaire del público podría generarle la peor de las
sensaciones y asestarle el peor de los golpes. Por eso Selena antes de
recibir la “cachetada” de la realidad salía a enfrentarla con todo el
convencimiento de cambiarla, de lograr que el público sonriera desde el
primer momento, y sólo se fijara en ella con admiración y respeto.
Realmente envidiaba su espíritu y su temperamento. Nunca se lo llegué a
decir … Me contenté con decírselo al cielo, con la vana ilusión de que
por allí escuche mis palabras y de que calme mi dolor, el puñal de su
ausencia, con una señal, con algo que me indique que está allí …
Recuerdo que yo estaba allí con el bajo sin muchas perspectivas de que
las cosas fueran a mejorar mucho, y allí estaba Selena con su voz y su
tremendo carisma siendo tan niña. Yo la miraba y no lo podía creer. Era
tan chiquita y nos contagiaba con su alegría. Me costaba creer que
aquella niña que estaba callada y muerta de miedo antes de salir al
escenario fuera aquella que cantaba, bailaba, arengaba. Creo que si
fuera por Suzette y por mí, la cosa no hubiera durado. ¡¡Y no es porque
no tuviéramos talento, que conste!! Cada uno hacía para ese entonces muy
bien lo suyo. Pero los dos podíamos refugiarnos tras nuestros
instrumentos, podíamos estar mal y sin ánimo, y tocar igual. A nosotros
no nos iban a exigir o esperar más de la cuenta. No era el caso de
Selena. Yo podía estar pensando que lo que estábamos tocando no era
bueno, pero pasar inadvertido tocando lo mejor posible mi bajo … ¡¡Ni
hablar de Suzette!! En cambio, mi hermana no tenía ese privilegio. Tenía
sólo 8 años y llevaba el peso de una situación en la que ella era la
cantante de una banda que llevaba su nombre y el resto sólo la
acompañaba: Selena y Los Dinos. Y como todos nosotros, mi hermana asumió
su rol, la responsabilidad más difícil, la carga más pesada de llevar,
máxime a su edad. Por eso la envidiaba. Por eso la admiraba. Ella no se
quejaba nunca. Mi hermana encaraba cada compromiso con la misma
responsabilidad y con la misma alegría. Selena sólo había tomado un par
de consejitos de su padre, entre ellos el de ser amable con el público y
saludarlos personalmente cada tanto. “Recuerda, mi’hija. El público se
merece todo. Sin ellos no somos nada. Así que salúdalos, levanta una
mano, mira a cada uno, apunta con tu dedo y salúdalos. A ellos les
gustará. Se sentirán que los atendemos, que le prestamos atención, que
no sólo son un número más en un concierto. Piensa, Selena, que eso
también forma parte de nuestro capital”, solía decirle mi padre. Selena
parecía no darle mucha importancia a ese consejo, o bien podía pensarse
que se reía de él. Pero en el escenario, no sólo hacía lo que decía mi
padre sino mucho más. Se aprendía bien las letras, ensayaba con mi madre
los pasitos de cumbia, se paraba en los ensayos y se practicaba los
movimientos que iba a dar luego en el concierto. Ya desde niña se
mostraba como toda una profesional. Yo creo que no hubiese podido hacer
lo mismo. Me favorecía el hecho de no ser ni el cantante ni la figura
principal. Eso me permitió refugiarme en el estudio y perfeccionar las
composiciones, las letras y la música. En eso me parecía mucho a mi
hermana. No me contentaba con hacer más de lo mismo, con tocar con
suficiencia canciones que no me convencían o no me gustaban, o bien me
eran indiferentes. Yo quería que mi hermana se nutriera de un mejor
material, más acorde con nuestros gustos, más afín a nuestras vidas. Y
así como mi hermana perfeccionaba sus actuaciones en el escenario, yo
hacía lo mismo en el “backstage”. Eso permitió complementarnos y
apoyarnos mutuamente en un proyecto que nos cayó sin saber cómo surgió
en realidad, pero que tuvo que ver con una típica pelea de celos entre
hermanos…
Hasta que a Selena se le ocurrió aprender a cantar las
canciones que había en un libro viejo de mi padre para presentárselas
yo no tenía muy en claro qué hacer. Tenía, eso sí, la música en mis
genes y por allí soñaba con tener una banda como había tenido mi padre.
Pero ni él me había incentivado a dedicarme a la música como yo no había
manifestado ningún interés concreto en ella. Supongo que a mi padre le
habría frustrado muchísimo el hecho de no trascender con su banda “Los
Dinos”. Él nos solía contar que tenía una banda pero que la tuvo que
dejar para tener un empleo más seguro y porque él sentía que había
tenido sus limitaciones para trascender como él quería. Mi padre
representaba el famoso “sueña americano”. Se sentía norteamericano pero
de raíces latinas y era él un hombre más que venía a triunfar en el
“país de las oportunidades”. Él siempre había soñado con que su banda se
hiciera famosa cantando aquellas canciones en inglés de los años ’50.
Era su gran meta, su destino, pero su tiempo estaba marcado por la
intolerancia y la segregación. Así vio con crudeza cómo no le permitían
tocar en clubes importantes por su color de piel o porque era de
ascendencia mexicana, y a la hora de ir a clubes mexicanos él no sabía
ninguna canción en español. Se sintió que había quedado a mitad de
camino. Esa situación, sumado al hecho de que su familia iba creciendo y
demandando su presencia, lo hizo abandonar la música. Siempre sentí que
mi padre se sentía tan frustrado que ni quería hablar mucho del tema
salvo que se hablara como algo del pasado, de su juventud. Además, no
quería incentivarnos a que nos dedicáramos a lo mismo. Pensaba que era
mejor que nos avocáramos a los estudios, pero no a la música. Yo lo
puedo certificar pues, a diferencia de mi hermana, yo estuve toda mi
niñez y parte de mi adolescencia dedicándome a la vida de estudiante y
tranquila. Parte de ello lo vivió Suzette, y nada de esto vio Selena. Mi
padre se dedicaba a cantar los fines de semana con su guitarra. Muchas
veces Selena lo acompañaba … hasta que mi padre me regaló un bajo. Yo le
había insinuado que me gustaría tocarlo. No tenía muy en claro por qué y
para qué, pero sentí la necesidad de hacerlo. Mi padre prendió una
alerta. El solo hecho de notar que alguien de la Familia tenía algún
intento de ser músico, aunque sea como amateur, generaba en mi padre
revivir aquello aunque sea por un tiempito. Nunca sabré qué hubiese sido
de todos si yo hubiese trascendido con mi bajo, si mi padre se hubiese
dedicado a mí. Pero no hubo tiempo para hacerlo. Nadie tuvo en cuenta
que alguien se había puesto celosísima con mi presencia y por quitarle
buena parte de su tiempo de estar con nuestro padre para que éste me
enseñara a tocar el bajo. Es que mi hermana estuvo un tiempito callada y
sin decir absolutamente nada. Aún hoy me pregunto cómo en tan poco
tiempo encontró un libro de canciones viejas de mi padre, se las
aprendió y se las cantó. Tampoco sé cómo hizo para estar tanto tiempo
callada con su idea sin decírselo a nadie, ni siquiera a Suzette. Con el
tiempo me di cuenta de que mi hermana apenas mostraba ante el mundo
parte de su personalidad. Hasta ese momento Selena sólo mostraba su
parte graciosa, chistosa, irónica. Se permitía reírse de los demás y que
los demás se rieran de ella. Pero sólo en las bromas y en sus alocadas
ideas daba rienda suelta a una parte importante de su inquietante
personalidad. Pero la otra parte la tenía bien escondidita, formaba
parte de esa faceta que Selena tal vez mostraba menos por vergüenza y
por temor. Eso pronto desapareció cuando en el canto y en sus diseños
encontró su lugar para desplegar todo su potencial, todo su carácter,
toda su personalidad, todo su talento, todo su espíritu. Y eso lo pude
advertir aquel día en el que de pronto sorprendió y encandiló a mi padre
cantándole con una voz increíble y natural que sólo ella podía mostrar.
Y yo que no sabía qué iba a hacer de mi vida y cómo encararíamos nuestro
quehacer cotidiano, de pronto encontré a mi padre totalmente
descontrolado trayendo toda clase de instrumentos y diciendo que iba a
formar una banda con nosotros. Cuando supe que esto venía de mi hermana
no pude evitar encararla con furia y diciéndole qué había hecho. Nunca
me lo voy a olvidar. Selena me miró, se sonrió, me guiñó un ojo y me
dijo: “Parece que quiere formar una banda. Se llamaría Selena y Los
Dinos”, y echó a reír a carcajadas. Yo la miré entre incrédulo y con
estupor, pero pronto di cuenta de todo y me reí con ella. En ese pequeño
acto sentí que comenzaba a quererla de verdad. Era mi hermana pero no
dejaba de ser una niña muy pequeña a la que yo le llevaba 8 años. Yo ya
era adolescente y avanzado. Ella estaba en plena niñez. Si uno lo piensa
un poco, era una locura. Sentí que estábamos en el medio de un barco que
podía quedar a la deriva para siempre o podía ser enderezado hacia el
buen camino sólo por una persona … ¡¡que tenía 8 años!! Tal vez en esa
mirada de Selena me di cuenta de que a partir de ese momento nos unirían
muchas cosas y nada nos haría separar … Sabía que tendríamos mucho que
hacer, sobre todo con el material a cantar. Allí también di cuenta de mi
lugar en el mundo. Estaría encerrado en un cuarto creando temas y
dirigiría la música del grupo en el estudio de grabación y en el
escenario. Sabía que Selena tenía la parte de mayor responsabilidad, de
mayor exposición y ella era muy pequeña. Sentía compasión y ternura por
mi hermana. Sabía el esfuerzo que tendría que hacer para afrontar un
compromiso que no pidió, la responsabilidad de ser la cara más visible
de un grupo que llevaba su nombre. Era mucho para una niña de 8 años que
se encontraba con todo eso sólo por cantarle unas canciones viejas a mi
padre, sólo por tener celos de mi bajo, sólo por mostrarle una increíble
voz que no la había descubierto nadie, una voz que la hizo conocer ella
como si fuera un mensaje del destino…
Muchos me preguntan por qué llevo tantos tatuajes, por
qué necesito llevar a Selena en mi cuerpo … No entienden nada. ¡¡Claro
que no entienden nada!! En los últimos tiempos he decidido hacerle caso
a los consejos de mi padre, y uno de ellos es no contestar las cosas que
me afectan tanto. Si de pronto los celos de mi hermana nos cambió la
vida y nos expuso ante la gente tocando para una banda, si el sólo hecho
de que ella con su voz nos modificara nuestros hábitos, nuestras
costumbres, nuestra casa y hasta el lugar en el que vivíamos, la locura
de una energúmena nos quitó los ojos, cortó de cuajo tantos años de
lucha, tantos sacrificios, tantas ilusiones. Muchas veces me dije entre
incrédulo, furioso y a llanto vivo: “¿Para qué hicimos esto? De qué nos
sirvió? ¿Para qué buscamos trascender honestamente en la vida si al
final de otro modo se logra y más rápido?”. Recuerdo cuando Cristina
Saralegui nos entrevistó en Corpus Christi en marzo de 1996, a un año de
aquello … Recuerdo que en mi descargo dije que no entendía qué buscaban
de nosotros, por qué nos investigaban, por qué querían ver el problema
en nuestra Familia cuando todos sabemos quién fue la que le hizo
tremendo daño a mi hermana y la Justicia lo corroboró. Recuerdo haber
estado indignado. No podía creer que nosotros estuviéramos en la mira,
que mucha gente que ni sabía quiénes éramos opinaba con tanta ligereza
de nosotros. Me daba muchísima bronca estar en los grandes medios de
comunicación teniendo que aclarar lo que no teníamos que demostrar.
Nosotros no estuvimos 14 años trabajando duro para terminar hablando de
tonterías en vez de cantar, tocar, actuar. No podía creer lo que estaba
viviendo. Todos hablaban por hablar, le prestaban una atención inaudita
a esa psicópata que hasta desde la cárcel se reía de nosotros diciendo
que tenía “secretos” de Selena y que algún día los iba a revelar … Eso
era lo que me indignaba. ¡¡Y encima la gente, los periodistas, los
medios, todos estaban pendientes de ella!! … No hay caso ... Aprendí a
ver cómo una psicópata puede llevar de las narices a mucha gente sin que
ellos se den cuenta o no se quieran enterar de cómo se dejan llevar por
mentiras y por engaños. No podía creer que después de todo lo que nos
pasó estuviéramos nosotros en el banquillo de los acusados teniendo que
aclarar que todas las barbaridades que se dijeron de mi hermana no eran
ciertas. Lo decía una y otra vez: “¡¡No hay nada aquí!! ¡¡No hay nada
que sea digno de averiguar ni de explicar!!”. No podía creer lo que
estaba viviendo, lo que estoy viviendo. Yo no podía aceptar, ni entender
ni explicar cómo seguía mi vida y no estaba Selena. No podía concebir un
mundo sin mi hermana. Empezó a pasar el tiempo y mi cabeza no quería
avanzar más allá del 31 de marzo de 1995. El sólo admitir que existían
el 1 de abril de 1995 y los días sucesivos hasta hoy me hacía aceptar de
que no tenía a mi hermana, de que no tenía trabajo, de que debía seguir
adelante sin el motivo fundamentas de mi trascendencia en la vida ... Me
habían quitado a mi hermana ... Mi hermana no existía más ... A mi
hermana la mataron … ¡¡Sí, a ella, a ella misma, que era un Amor, el
Amor mismo!! Y todavía había gente insensata que pedía explicaciones,
que elucubraba, que sospechaba, que sacara insensatas conclusiones. ¿Es
que es tan difícil de entender? ¿Qué es lo complicado? ¡¡Investiguen a
esa mujer e indaguen por qué lo hizo!! ¡¡En vez de buscar la “quinta
pata al gato” en mi casa piensen qué pasaba por su cabeza para hacernos
esto, por qué le hizo esto a mi hermana!! ... Lo pensé mil veces.
Trataba de buscar la explicación, qué es lo que no vi, qué es lo que me
perdí, por qué nunca reparé en esa mujer. A veces me maldigo no haber
prestado más atención, dedicarme menos al estudio de grabación y a
componer, y observar más qué pasaba a mi alrededor. Lo más penoso para
mí es que estoy convencido de que podríamos haberlo evitado si
hubiésemos prestado más atención, si hubiésemos observado más. A la
larga entendí que esa mujer se enfrentó con mi padre, y cuando él la
quiso apartar de nosotros, ella se le anticipó y le pegó donde más le
duele … Hay que reconocer que los psicópatas saben dañar cuando se lo
proponen … Usan toda su inteligencia para ello … Pero siempre me
pregunté qué estábamos haciendo nosotros a esa altura cuando estábamos
por pegar el gran salto de nuestras carreras, cuando estábamos por
conquistar el mundo pues ya México, Estados Unidos y Centroamérica
empezaban a ser lugares comunes de nuestro éxito. Muchas veces me
pregunté en qué estábamos ocupados, si estábamos a la altura de lo que
se nos venía encima. Y la verdad es que siempre me costó hallar una
respuesta concreta. Porque desde lo estrictamente musical estábamos más
que preparados: no sólo estábamos muy bien sino que cada vez nos
perfeccionábamos más. ¡¡Teníamos tantas ideas, tantos proyectos, tantas
cosas logradas y tantas por lograr!! Pero cada vez que pienso que esa
mujer llegó a nuestras vidas porque aportó con una idea que nosotros
nunca tuvimos en cuenta, que era tener un club de fans y saber
comercializar nuestros productos, allí me di cuenta que algo se nos
pasó, que no tuvimos en cuenta, que no prestamos atención que eso
también formaba parte del “negocio de la música”. ¿Cómo esa mujer que
era enfermera se dio cuenta de algo que nosotros no le dimos
importancia? Cuando pienso en eso me es irremediable pensar que en
determinadas cuestiones estábamos dos pasos atrás de la realidad … De
una realidad que se nos vino encima de la peor forma llevándose a mi
hermana…
Los tatuajes duelen y mucho. A veces creo que me los hago
por eso, para que me duelan, para sentir el dolor que tiene mi Alma
desde que no está mi hermana. Con la excusa del dolor lloro, grito,
imploro, le pido a mi hermana que vuelva, le suplico que me hable, le
pido que me perdone, le pido que me tranquilice. Mientras ponen en mi
cuerpo el nombre de mi hermana, la imagen de ella, algo alusivo a lo que
significa para mí, sólo expreso el vacío de mi existencia sin ella, algo
que nunca me he permitido mostrarlo no específicamente en público, sino
a mí mismo. En eso soy como mi padre, aunque yo soy menos duro que él,
pues soy más vulnerable. Se me vienen las imágenes del lugar en el que
estábamos despidiendo a mi hermana. Recuerdo estar con una flor blanca
en la mano mirando a todos, mirando a nadie. Veía a mi madre destrozada,
a Chris triste y perdido, a mi hermana desencajada, a mi padre
tranquilizando a todos mientras se le escapa una lágrima debajo de sus
anteojos. Yo los miraba y no sentía nada. Estaba como aquel que se queda
paralítico y sigue viviendo sin sentir sus piernas, sin sentir sus
brazos. Desde aquel nefasto, lluvioso, triste e inaudito día algo de mí
no funcionó más, pero que no es de mi cuerpo sino de mi Alma. Sentí que
estaba muerto, que no podía sentir más. No quería mirar para adelante.
Adelante estaba aquel cajón. Yo no podía aceptar que mi hermana
estuviera allí. Y encima a mi padre se le ocurrió abrirlo porque había
gente que empezó a creer que mi hermana no estaba allí, que todo era un
invento. Algunos hasta amenazaban con no irse más de ese lugar si no le
daban su último adiós a Selena. Yo miraba sin mirar a mi padre y sin
poder entender lo que estaba sucediendo, lo que nos estaba pasando. Con
el tiempo pensé que mi padre estaba como yo, que estaba como un zombie
yendo de un lado para otro sin sentido alguno, sin saber qué estaba
haciendo. Más de una vez pensé que en realidad abrió el cajón deseando
que esa gente tuviera razón, que todo fuera mentira, un mal sueño, una
pesadilla. Sólo así podía entender que una persona como mi padre pudiera
prestar tanta atención a un pedido que me parecía inadmisible. Allí
surgió mi bronca de tener que dar explicaciones, que no nos dejaran en
paz con nuestro dolor. Sólo nosotros sabíamos lo que significaba la
pérdida de mi hermana. Yo sé que había mucha gente estaba tan destrozada
como nosotros, que la quería a Selena como un familiar más, pero sé que
todos ellos volvieron a sus casas y a sus vidas, y con el tiempo
cicatrizaron sus heridas. Nosotros nunca lo podríamos hacer por más que
lo disimuláramos, por más que le hiciéramos caso, una vez más, a nuestro
padre y nos mostráramos con dolor pero con entereza. Pero la verdadera
cara, el verdadero sentimiento, era el de mi padre con esa insólita
decisión de abrir ese cajón esperando ver el milagro … y recibir la
cachetada, el rostro de la realidad. No sé cómo podía mantener la
entereza y salir a darnos ánimos a nosotros. Supongo porque él sabía que
si él se caía, todos nos caeríamos con él y eso no se lo podía permitir.
Ya había perdido una hija. No podía dejar que perdiera a toda una
familia…
Tardé 4 años en volver a la música y siento que no he
vuelto nunca. Los que creen que saben lo que siento y lo que he sentido
estos años no tienen ni idea de lo que viví, de lo que sentí y de todas
las cosas que me pasaron por estos años. Como siempre, a la hora de ver
y analizar los problemas que he tenido en este último tiempo, siempre lo
tomaron por el lado del escándalo y del absurdo. Aprendí a darme cuenta
de que conviviremos con las consecuencias de aquel nefasto 31 de marzo
para siempre. Que siempre seré observado, que siempre seré cuestionado.
Al principio me dolía y me enojaba mucho. Ahora no me enojo, pero me
sigue doliendo. Como cuando me hago cada tatuaje, como cuando grabo en
mi cuerpo el nombre de mi hermana. Yo puedo entender que no nos crean en
todo, que sospechen, que especulen, que sientan que no somos tan buenos
como parece. Pero me gustaría que entiendan que yo perdí a mi hermana, a
mi hermana menor, a un ángel excepcional al que nadie podía imaginar
semejante destino, semejante cachetada de una realidad absurda, de un
mundo cruel e injusto … A los que piensan que lucramos con la partida de
mi hermana, ¿qué piensan? ¿Qué trabajamos como perros de sol a sol,
ganándonos el pan de cada día y buscando el éxito tan deseado con
honestidad, talento y sacrificio, sin que nadie nos regalara nada, para
después especular con la pérdida de mi hermana? ¿Creen que Selena tiene
un precio, que se puede canjear por un billete? Si fuera así, hubiésemos
puesto a la venta todo lo que hay de mi hermana hace ya mucho tiempo y
no lo hicimos. Hay muchas cosas de Selena que mi padre no las pone a la
consideración del público porque para él son recuerdos muy personales
que no tienen valor y que no lo quiere compartir con otra gente. Lo
mismo me pasa a mí, a Chris, a Suzette y a mi madre. Si mi padre o
cualquiera de nosotros hubiese tenido sólo el dinero como único fin
nunca esa mujer que nos quitó todo se nos hubiese acercado, porque lo
que ella hubiese propuesto se nos hubiese ocurrido a nosotros antes. Yo
podía notar en mi padre que su obsesión porque nosotros llegáramos a lo
más alto y porque Selena se convirtiera en la más famosa cantante
internacional era porque a través de la cristalización de nuestro éxito
se cumpliría su viejo sueño de triunfar a través de la música. Eso era
lo que lo movió a hacer lo que hizo. No fue por el dinero aunque
obviamente peleara duro por él para que fuéramos justamente retribuidos.
Pero fuera de todo eso, todo lo que queríamos compartir con la gente en
el recuerdo de mi hermana lo hacíamos sin dudar … Cuando pude rescatar
un reportaje en el que Selena llegó a cantar una partecita del tema
“¡Oh, no!”, diciendo que era un adelanto del tema del disco que grabaría
en inglés, armé un tema con mi banda y lo puse a la consideración de la
gente. Quería compartir con todos los que aman a Selena esa mezcla de
sensaciones, ese pase tan fácil y rápido de la risa al llanto, del canto
a la nostalgia, de la inmensa alegría al tremendo dolor. Esa partecita
de la canción que canta mi hermana es el ejemplo más claro y la
situación más emblemática de lo que pasaba con Selena en aquel momento …
Al verla no puedo dejar de sentir que mi hermana se estaba asomando al
mundo, estaba asomando su cabecita para decirle a todo el mundo quién
era, qué hacía y qué representaba para tanta gente. En esas imágenes
queda más que claro esa mezcla, esas dos caras de la fama de Selena, de
lo que había logrado y de lo que lograría en poco tiempo. Mi hermana no
dejaba de ser una muchacha de familia, joven, humilde, tremendamente
talentosa, con un futuro enorme, que ya había dejado de ser una promesa
en México y en Estados Unidos para convertirse en realidad, y que estaba
por pegar el gran salto, el salto a la fama mundial, el salto que podía
significar un salto para tocar el cielo, o bien un salto al vacío con
quién sabe qué consecuencias. Yo no tenía dudas … Nadie tenía duda de
que lo lograríamos, de que teníamos todo, absolutamente todo a nuestro
favor. Todavía recuerdo cuando allá por febrero de 1995 Selena dijera en
el programa “Padrísimo” que éste era un año crucial para el grupo ...
Nada más cierto. Estábamos en nuestro mejor momento, no teníamos límite,
todo eran éxitos y avances, el futuro no podía ser mejor … Pero a juzgar
por lo que sucedió, empecé a dudar de cuán preparados estábamos, si
íbamos a soportar determinadas cosas que suceden cuando uno ya es muy
famoso y se está en boca de todos. Se sabe que en general los artistas
pueden ser queridos y odiados al mismo tiempo por partes iguales. Que
para los medios es tan “vendible” hablar bien de alguien como atacarlo
sin piedad … Pero a nosotros nunca nos pasó eso. A mi hermana no sólo la
admiraban sino que la querían. Y los periodistas, los grandes medios,
los productores y los otros artistas también la querían y respetaban
mucho. Siempre me quedaron grabadas esas palabras que le dijera a Selena
Ricardo Rocha en su programa “En vivo”, esas palabras de admiración y de
sorpresa en las que le enfatizaba que no era tan fácil que un artista
fuera querido en su propio medio, en el mundo de los cantantes y de los
artistas. Siempre pensé que se podía ser un gran artista y muy popular.
Lo que podía ser casi imposible era que ese mismo artista fuera a su vez
tan admirado como persona por todo el mundo. Y eso era mi hermana ... Y
allí es donde me cuestiono acerca de si estábamos tan preparados para
soportar todo lo que traían la fama y el éxito. Nosotros estábamos
acostumbrados a que siempre hablaran bien de nosotros, que nos
respetaran y que nos admiraban. ¿Pero qué haríamos cuando muchos
empezaran a inventar cosas, manipular declaraciones, cuando atacaran
injustamente a mi hermana, cuando le atribuyeran cosas que no hizo?
¿Cómo haríamos? ¿Qué haría Selena cuando no le tuvieran tanto respeto en
algunos lugares en los que no la conocían? Ya nos había pasado un poco
en 1994 cuando algunos medios decían que Selena se había operado para
mejorar su imagen. Era un síntoma. Por supuesto que mi padre había hecho
todas las gestiones para que mi hermana tuviera la oportunidad de
aclarar sus cosas y no prestarse a los malos entendidos. Pero aquí en
Estados Unidos como en México todos le creían a Selena porque la querían
mucho y en muchas ocasiones la gente la vio cantar desde muy pequeña por
lo que la vio crecer y evolucionar como artista y como persona … ¿Pero
qué haríamos cuando viajáramos por el mundo y visitáramos países que no
nos conocían casi? Sin ir más lejos, ¿cómo nos recibiría Argentina, país
al que pensábamos visitar con Selena en 1995? Yo no tengo idea. La
expectativa era grande pero las dudas también. Y ante esta situación mi
padre no podría controlar todo, como él imaginaba que podía hacer. Y ese
nefasto 31 de marzo nos puso en la cruel realidad. Si nosotros creíamos
que teníamos todo controlado y resulta que una mujer a quien nosotros
confiábamos y conocíamos desde hacía un buen tiempo nos quitó a mi
hermana, ¿qué garantías teníamos que podíamos controlar una situación
que no conocíamos? Yo vivía en el mundo de mi música, en mi estudio de
grabación y con mi gente. Pensé que con eso alcanzaba y sobraba. Después
de que se me fue mi hermana comprendí que no alcanzaba con eso. ¡¡Para
nada!! El negocio de la música abarcaba más cosas de las que me
imaginaba, más cosas de las que se imaginaba mi padre. Me terminé de
convencer cuando vi cómo se hacían famosas otras artistas, y qué tenían
en cuenta para mantener su imagen y estar a resguardo de todo … Y viendo
el destino de mi hermana, comprendí que el problema no era como lo
planteó mi padre en un principio. No es que Selena pecara de
confianzuda, de incrédula o de inocente. Selena no era nada de eso.
Además, ella era así con su público y éste nunca le hizo nada malo. El
daño no vino de ese lado, vino de otro, del lado más íntimo, de nuestro
círculo más cerrado. Y tal vez cuando notamos que algo malo traería esa
mujer, debimos pensar que antes que nada debíamos haber puesto a
resguardo a mi hermana, y no estar tan seguros de nuestras fuerzas y de
nuestras decisiones. Que siempre puede haber a nuestro lado psicópatas
disfrazados de buenos amigos, de buenos compañeros de trabajo, de
incondicionales fans. Esos mismos psicópatas que si no se dan las cosas
como las que ellos quieren son capaces de asestar el mejor golpe, de
provocar le peor traición, de transformarse en el peor de los enemigos …
Nosotros nos dimos cuenta cuando ya era tarde, muy tarde … Por eso con
el tiempo me permití dudar de nuestras fuerzas. No por nosotros en sí
sino por nuestra visión de las cosas y por el trato con los demás.
Nosotros estábamos sin duda preparados en lo musical pero no así para
soportar la maldad, la mentira y la falsedad de este mundo cruel…
Recuerdo que cuando éramos jóvenes y teníamos que seguir
haciendo nuestras labores porque lejos estábamos de vivir de la música,
un día estaba trabajando en un taller allí en Corpus Christi. Era un día
de extremado calor. Y yo estaba meta lijar una tabla de madera. Miré
hacia la puerta del taller y podía ver cómo el sol pegaba fuerte en la
tarde tejana. Me asomé, sentí que un viento de fuego me abrazaba e
intentaba llevarme para el medio del campo. Corrí rápido para el
interior del taller, miré para el cielo y rogué a nuestro Señor que me
sacara lejos de allí, que me permitiera triunfar para que algún día
pudiera disfrutar de la buena vida luego de lograr ganar dinero con
trabajo, talento, esfuerzo y honradez. Cuando al final había logrado
salir de allí y con el tiempo lograr el merecido éxito que me permitiera
darme esos pequeños gustos que no me pude permitir realizar en casi toda
mi vida, sentí que me habían quitado algo, algo que me impedía ser feliz
enteramente y para siempre. Recuerdo que por aquella época todos
vivíamos juntos en tres casas una al lado de la otra. En aquella época
todos teníamos planificado mudarnos y vivir en casas más grandes, más
cómodas, con más espacio, con más intimidad; casas que íbamos a comprar
con dinero honestamente ganado, con esfuerzo de años y años de trabajo.
Selena había dicho hasta públicamente que iba a vivir en un amplio campo
que compartiría con Chris. Yo sé lo que significaba eso para ella. Mi
hermana vivió como nadie las tres etapas de su vida inmersa en el
trabajo, en el sacrificio, en la privación. Selena casi no tuvo momentos
de intimidad. Ella se había acostumbrado a vivir compartiendo todo con
todos, hasta lo que no era compartible. Y entre los tantos sueños que
tenía postergados, y que estaba a punto de realizar, era el de vivir
feliz en un amplio campo. Yo sabía todo lo que significaba esto para mi
hermana. Nosotros éramos muy unidos pero también cada uno necesitaba su
aire, su color, su lugar. Y para mi hermana ése era el inicio de muchas
cosas que ella quería realizar y que tuviera sólo su sello, sólo sus
sueños, sólo su nombre. Apenas se había asomado con esta nueva cara
cuando presentó “Selena Etc.”. Pero mi hermana tenía más planes, más
ideas, más energía que toda la Familia junta. Fue la que más se privó y
la que más necesitaba libertad, la que más necesitaba mostrarse tal cual
era, tal cual le gustaba … Y como si el destino no quisiera que Selena
llegara a completar ningún ciclo, como si el destino sólo le permitiera
triunfar para que se asome y vea todo su potencial, como si el destino
sólo quisiera que sus sueños fueran eso, sólo sueños, un día se nos fue
sin que mi hermana pudiera realizar todo lo que ella soñaba, todo lo que
ella quería … Un día volví a ese taller en el que trabajaba. No era de
día. Era bien de noche y estaba algo fresco. Noté que el lugar estaba
abandonado hacía no mucho tiempo … Entré por la misma puerta de la que
veía el sol rajante de la tarde tejana. Apenas podía ver el interior del
taller. Sólo me iluminaba la luz de la luna. Avancé unos pasos hasta que
di con el lugar en el que le imploré al Señor que me sacara de allí.
Volví a mirar el techo y le hice un nuevo pedido. Le pedí que volviera
el tiempo atrás y que no me hiciera caso. Que me dejara trabajando en
ese taller o en cualquier otro lado. Que no me haga triunfar, que no me
haga trabajar de la música, que no me haga popular, que no me haga un
hombre público. Le pedí y le rogué que borre mi pedido y que las cosas
sigan su curso normal, que no hiciera caso de nada que le pidiera y que
le hiciera daño a mi hermana. ¡¡Nada!! Luego de implorarle a mi Señor,
me quedé un rato en silencio como esperando una señal hasta que decidí
avanzar hacia la puerta. Cuando salí al parque abandonado, vi el
esplendor de las estrellas y me quedé un largo rato mirando cada una de
ellas. Las miraba con la ilusión de encontrar en alguna de ellas a mi
hermana. En la inmensidad de la noche pude darme cuenta de que jamás
podré aceptar ni entender ni explicar la partida de ella ... Eso que tal
vez le resulte extraño para los demás pero que sin embargo es tan simple
y tan cierto como tal. Estuve largo tiempo en ese patio llorando,
recordando, esperando vanamente que sucediera algo distinto que me
devolviera la alegría perdida, esa alegría que tenía cuando estaba en el
estudio de grabación y me quedaba con Selena explicándole cómo era la
música de un tema y cómo debía cantarlo, y quedarme anodadado en cómo
tan poco tiempo ella se lo aprendía al punto que terminaba acordándose
de las letras y de la música de las canciones mejor que yo. Aún hoy
recuerdo de la facilidad con la que aprendió la parte del coro que
nosotros cantábamos en el tema “Techno cumbia”. A todos nos había
costado mucho tiempo poder grabarla en óptimas condiciones … ¡¡pero al
final en vivo lo cantaba Selena, y lo hacía en una toma y mejor que
nosotros!! Así era mi hermana: más capaz, más inteligente, más
talentosa, más trabajadora, ¡¡y con mucha más energía y ganas que todos
nosotros!! Y en un mundo en el que los buenos y talentosos se nos van
jóvenes, un día se llevaron a mi hermana. Yo sigo esperando que el Señor
cumpla mi último pedido…
Cuando dimos aquel concierto del Houston Astrodome el 26
de febrero de 1995, yo quedé anodadado con mi hermana por dos momentos:
uno por su performance del Disco Medley, fundamentalmente cuando se
dispuso a bailar improvisadamente “la lavadora”; el otro fue su
actuación en el tema “Si una vez”, en la que si bien había partes
pautadas y ensayadas, noté cómo Selena en el medio del parate de la
canción se permitió ir a uno y otro lado del escenario dejando que la
gente gritara y la ovacionara mucho más de la cuenta. Cuando al término
del concierto yo la felicité por esos dos momentos, me dijo: “¿Recuerdas
lo que te dije cuando me preguntaste furioso por qué me había estudiado
esas canciones de nuestro padre? Pues bien, A.B., en eso pensé cuando
salí a dar el concierto”, se sonrió y se fue a firmar autógrafos a sus
fans. Yo me quedé mudo y contrariado. No recordaba bien ese momento.
Noté que mi hermana se iba lentamente como esperando algo. Cuando más
tarde logré recordar aquel día y me disponía a abrazarla y a reírme
junto con ella, ya era tarde. Luego lo olvidé, en la seguridad de que
algún día lo recordaría y le haría ver a mi hermana que no se me había
borrado de la memoria ese momento. Cometí el error de pensar que siempre
hay un mañana, olvidé lo que decía la letra del tema “No quiero saber”.
Mi hermana se me fue sin que yo pudiera agradecerle que se acordara de
mí y de ese momento en ese concierto increíble y en esa actuación tan
sublime…
Y mientras tanto lleno de tatuajes mi cuerpo, cubro mi
piel con el nombre y con el espíritu de mi hermana. Lo llevo con mucho
dolor, con mucho sufrimiento, pero también con mucho orgullo. En esos
tatuajes están reflejados la ausencia, el dolor y la no aceptación. Yo
sólo espero que al menos mi hermana vea que nunca me olvidé de ella, que
desde que ella se fue mi vida nunca fue enteramente feliz … Yo sólo
espero que el Señor me escuche y me permita volver a abrazar a mi
hermana…
(Siempre pienso que no me queda más que decir, que ya he
dicho todo de Selena, que mis sentimientos por ella están acabadamente
expresados. Pero de pronto aparece un duende que me habla al oído y me
dicta las cosas que escribo cada semana … Me gustaría pensar, deseo
pensar, que ese duende es la mismísima Selena … porque sé que si es así
nada está perdido, y que algún día podré encontrarme con ella y
abrazarla bien, bien fuerte…)
Selena: yo sólo puedo decirte que te quiero mucho…
Aquí
estaré esperándote y escuchándote, como todos los días, Selena…
Me levanté ese día en la mañana y fui a buscar el diario con una
sonrisa, con la alegría de saber con qué me encontraría. Vi en la tapa
una foto de Selena sonriente que decía: “Selena empieza su serie de 5
shows sold out en River Plate” y me emocioné. Enseguida fui a la Sección
Espectáculos y pude ver algo que me llenó de orgullo: “Más que mito, más
que leyenda. Una realidad: Selena, la mejor cantante latina de la
historia”. Y en su interior 12 páginas dedicadas a su estada en
Argentina, las ciudades en las que daría un show además de los 5 en
Buenos Aires, un extenso reportaje, miles de fotos, su familia, su
esposo, sus hijos y un repaso de su extensa carrera artística, que no
sólo incluía su performance como cantante sino como actriz, como
diseñadora, como productora, como hacedora de nuevos artistas y valores.
“Yo soy lo que soy y logré todo gracias al público. Sé que a esta altura
puede sonar una frase trillada, pero sin ellos yo no soy nada. Pero esta
frase la dije siempre, cuando era muy pequeña y no era tan popular. El
público me puso allí y yo sólo estoy allí para dar lo mejor para
retribuírselo”, decía Selena en ese reportaje. Ya era la quinta vez que
venía a la Argentina y aún recordaba la primera vez que vino en 1997.
“Yo tenía mucho temor cuando vine para Sudamérica. Pensábamos venir en
1994, en pleno éxito en Estados Unidos y en México. Acabábamos de sacar
el disco ‘Amor prohibido’ y causó furor en mis tierras. Eso repercutió
mucho en Sudamérica pues muchos países del sur recibían ecos de nuestro
éxito en El Salvador, Puerto Rico y Nicaragua. Obviamente que aquellas
épocas no son como las de ahora, en las que todos estamos conectados por
Internet, y todos nos enteramos de lo que hacen los demás al instante.
Antes se tardaba mucho más. De hecho mi éxito en Estados Unidos y México
fue más por mis viajes en bus de pueblo en pueblo que por mi difusión en
los medios. Lógicamente que cuando estuve bajo la protección de una
disquera como Emi me dio más posibilidades, pero José Behar, una
adorable persona, presidente de la disquera y gran descubridor y difusor
de mi música, se sorprendió que mis fans eran muchos más que los que me
habían descubierto por el conocimiento de mi música por radio y
televisión. Él y tantos otros vieron que nuestro público era
multitudinario y muchos de ellos no tenían nada para verme o escucharme
salvo que me vieran en vivo”. Allí me detengo riéndome pues en el
reportaje Selena se interrumpe a sí misma y dice: “Como verás, ya me fui
de tema y no te estoy contestando la pregunta. ¡¡Es que me encanta
hablar!!” y allí dan cuenta de que Selena se ríe a carcajadas de sí
misma. De inmediato fui a la versión “on-line” del diario para ver si
había videos de ese reportaje y noté que había uno con varias fotos y
una gran cobertura digital. Por suerte en ese video en el que más que
nada se reproducen imágenes de backstage y de Selena saludando a sus
fans, vi esa parte del reportaje y no pude dejar de contagiarme de la
risa de Selena, de sus carcajadas, de las risotadas del periodista que
la había entrevistado y de todos los asistentes en el hotel en el cual
el periodista del diario fue a entrevistarla. Me fue inevitable
relacionar ese momento como los de tantos otros mucho tiempo atrás,
cuando Selena era una famosa cantante tejana con aspiraciones a ser la
gran artista internacional que era ahora, y en los que tenía esas mismas
salidas ocurrentes que provocaban el desconcierto, la risa y la
admiración de los periodistas que la entrevistaban. Recuerdo una muy
puntual para televisión hecha en Corpus Christi, Texas, en la que Selena
no podía dejar de hacer morisquetas a la cámara mientras el periodista
la presentaba. Selena le pidió disculpas al entrevistador, pero éste se
tentó tanto que tuvieron que repetir varias veces la toma. Pero nada de
eso que Selena ocasionaba generaba enojos, fastidios o quejas de nadie.
Al contrario: la gente gozaba mucho de esos momentos y se los festejaba.
Si había algo que había logrado Selena, y que era muy festejado por
todos los medios de comunicación, era descontracturar la relación
periodista-artista. Hasta Selena todos estaban preocupados de las
veleidades de los artistas cuando llegaban al éxito, las condiciones
excéntricas que ponían para aceptar un reportaje y el modo que tenían de
tratar a los demás. Los periodistas se habían acostumbrado
peligrosamente al maltrato del artista que se consideraba superior y a
tener que pensar que, a la hora de difundir a una artista, era más
importante hablar de escándalos y de peleas ficticias que hablar de
música, de proyectos, de lo que estaba ofreciendo concretamente el
artista, en definitiva. Hasta Selena parecía que lo único interesante y
divertido era meterse en la vida privada de los demás. Con Selena todo
había cambiado. Con ella se hablaba de música, de proyectos, de sus
sueños, de todo lo logrado, de todo lo por hacer con gracia, con Amor,
con cariño y con gran respeto por la profesión ejercida y por la persona
que la entrevistaba. Para cualquier periodista daba gusto entrevistar a
Selena, porque ella misma facilitaba las cosas, las hacía más amenas,
divertidas. Ella era capaz de ayudar al entrevistador ayudándolo en lo
que sea, como apartarse de sus quehaceres en un festival para
contestarle aunque sea una pregunta a un periodista si notaba que éste
estaba horas esperándola y con cara de desesperación buscando la nota
para sus superiores. Ella con su sola presencia generaba un aire en el
lugar, un clima, un hechizo en el que todos quedaban encantados, y con
ganas de estar horas y horas con ella. Y si fuera por ella así sería,
pero siempre aparecía su padre para hacer el papel más desagradable, que
era dar por terminada la entrevista o para decir que faltaban cinco
minutos. Es allí donde aparecía Selena encogiéndose de hombros,
lamentándose tener que terminar la entrevista pero siendo ella quien se
adelantaba para saludar al periodista con la promesa de volverse a ver.
Así era Selena. Una muchacha sencilla a pesar de su fama mundial, una
mujer que se manejaba como una joven adolescente aun cuando ya fuera
adulta y tuviera que comportarse como tal desde que fuera muy niña …
“Como te decía antes, tenía mucho miedo de venir aquí pues no sabía con
qué me iba a encontrar. Así como tuve que ser paciente para poder grabar
mi primer disco en inglés en 1995 luego de 3 años de espera con la
disquera y muchos más años si contamos nuestros propios sueños
personales, también lo tuve que ser para mi gira por Sudamérica. Lo
había anunciado en 1994 y recién pude hacerlo en 1997. Podríamos haberlo
hecho antes, pero muchos nos aconsejaron que era mejor esperar al disco
en inglés y su repercusión en Estados Unidos para ir con mejor ‘plafond’
para Sudamérica. Siempre me intrigó eso, pues allí se habla enteramente
en español. No entendía la relación. Cuando pregunté, me dijeron que en
esa decisión tenía que ver fundamentalmente Argentina. ‘Allí los medios
le dan más repercusión a los éxitos en inglés que a los de idioma
español. Y buena parte del público también. Lo latino no ha pegado tanto
como en el resto de Latinoamérica…’. Me quedé pensando y les dije:
‘¡¡Qué curioso!! ¿Pero acaso no hablan el español allí? ¿Son acaso como
yo? ¡¡Entonces, si es así me entenderán y seré un éxito seguro!!’. Y me
eché a reír y mis productores también. Con el tiempo entendí todo y por
suerte todos hemos crecido. Noto que en vuestro país se escucha lo
español tanto como lo inglés y eso es muy bueno”, decía Selena. Allí me
quedé pensando qué hubiese sido todo si Selena no hubiese tenido éxito,
si acaso por alguna razón no hubiese tenido la repercusión mundial que
ha logrado, y me convencí de que probablemente hubiesen surgido otros
artistas, otros valores, pero nadie sería como ella. El mundo sin Selena
sería muy, muy diferente y no mejor, por cierto…
“¡¡Padre, padre!! ¿Ya estás listo para ir a ver a Selena?
¡¡Uy!! Veo que salió una nota de ella hoy. ¡¡La voy a ver en la
compu!!”, dijo María Selena, mi hija de 11 años. Obviamente que su
segundo nombre es por ella. Si no le puse como primer nombre fue un poco
por mi esposa que no quería para nada ese nombre. Graciela, mi esposa,
tenía un poco de celos por mi admiración por Selena, aunque siempre
respetó mis gustos y que la quisiera tanto. Al principio no lo podía
entender. Creía que era una de mis tantas obsesiones que me duraban un
tiempo y que pronto pasarían al olvido. Pero después se dio cuenta de
que mi admiración por ella era cierto, sincero, que no era producto de
una cosa enfermiza, que me había enamorado o que sólo me gustaba su
apariencia física. Pronto se dio cuenta de que me agradaba como
cantante, como artista, como persona. La había visto por primera vez de
casualidad en el canal MTV. Estaba esperando un programa en el que
pasaban videos de rock hasta que vi que estaban dando un video de
alguien que no sabía quién era y cuyo tema me era absolutamente
desconocido. Era Selena, pero yo no lo sabía. El televisor lo tenía en
“mute”, por lo que tampoco sabía de qué trataba el tema, pero me
enganché por la trama del video. Allí recién puse el tema sin prestarle
mucha atención y quedó allí. Luego escuché un tema suyo más afín a mis
gustos y comencé a interesarme por ella: se trataba del tema “Ya no”. Y
si bien, para ser un tema pop-rock, la letra no se condecía mucho con el
prototipo de composiciones que acompañan a este tipo de temas, me
sorprendió la voz de Selena, su adaptación más que natural a ese tipo de
música y la parte final de ese tema, que vaya uno a saber por qué
siempre me generó un aire de nostalgia y de tristeza. Siempre que llego
a esa parte surge en mí un temor extrañísimo a que le haya pasado algo a
Selena o a que le vaya a suceder vaya a saber qué, pero nada bueno.
Antes era más desesperante, pues uno podía tardar bastante hasta dar con
el medio indicado que podía darme la información más rápida y veraz de
lo que pasaba con alguien. Hoy en día es prender una computadora y estar
a un click de todo, por lo que ahora es más fácil enterarse, aunque eso
genera más angustia pues al querer averiguar algo en cualquier red
social cualquiera puede quedar presa de determinada manipulación o malos
entendidos. Por suerte tengo a mi hija que sabe guiarme en estos casos …
Hija a la que puse Selena como segundo nombre porque Selena … Selena hay
una sola … Selena Quintanilla. No podía evitar, cuando allá por el 2000
supe que iba a ser padre de una niña, ponerle Selena como homenaje, pero
como segundo nombre. Eso sí, me las ingenié para ponerle como primer
nombre uno no sólo muy común sino muy utilizado como combinación con
otros nombres. Decir a alguien “María Laura”, es decirle “Laura”. Decir
a alguien “María Eugenia” es decirle “Eugenia”. Decirle “María Selena”,
es decirle “Selena”. Así conformaba a todos, incluso a mí, y todos
contentos… Lo cierto es que mi hija, conforme supo del origen de su
nombre, quiso saber por qué me gustaba tanto Selena. Le expliqué que,
más allá de cómo la conocí, quedé impactado cuando también de casualidad
me quedé mirando por un canal mexicano de televisión el concierto que
había dado Selena en el Houston Astrodome el 26 de febrero de 1995.
Además de que después me conmovió su primer disco en inglés “I could
fall in love”, le conté a mi hija que cuando vi por primera vez a Selena
en vivo quedé impactado, subyugado, sorprendido, extasiado. Verla en
vivo fue toda una revelación para mí. Actuando era aun mejor que
escucharla o verla en un video. Ver a Selena en un concierto era
observar y contemplar a la artista en toda su dimensión. Había imaginado
muchas cosas de ella pero nunca supuse que Selena en vivo era así, con
esa voz con toda su potencia, con un tremendo talento, con un gran
carisma, con una personalidad en el escenario sin igual, con una figura
increíble, difícil de obviar, y con una autoridad ante la banda y frente
al público que yo no lo había visto en nadie. Le conté que desde ese
mismo momento me hice admirador exclusivo de ella, que toda la música
que escuchaba pasó literalmente a un segundo plano. Por supuesto que me
seguía gustando el rock, pero nada me emocionaba como lo que me
provocaba Selena con su canto, con su mano en el pecho, con sus
interpretaciones, con su forma de expresarse, con su manera de mirar,
con su modo de entender cómo debía tratar al público en todo sentido. Le
decía que cualquiera que escuchaba y veía a Selena uno le creía, le
creía sin duda. La sinceridad de Selena tanto para expresarse con su
canto como para manejarse en la vida hacía que uno le creyera todo, la
quisiera en todo, la admirara en todo. Era imposible dejarla de mirar
aunque sea por un instante. Selena genera sólo gozo, alegría, placer,
bienestar. ¿Qué más se podía pedir después de ver a Selena? ¿Qué más
había para ver luego de quedarse extasiado, estupefacto, incrédulo, al
mirar a Selena cantando e interpretando “Si una vez” en ese concierto
increíble en el Houston Astrodome? El sólo ver detenerse de pronto, con
su brazo doblado contra su cara y su dedo índice contra su frente, y
sólo escucharse su respiración, el observar pasearse en silencio en el
medio del griterío de la gente, su mirada cómplice ante 65.000 personas
y rematar ese tema con una voz que nadie podía emular, hacía que uno
quedara sin habla por un buen tiempo. Le aseguré que nunca vi nada igual
y que nada me había generado tanta emoción. Le contaba a mi hija algo
que ni a mi esposa se lo había contado con tanto detalle, un poco por
pudor, otro poco porque temí por la situación vivida. Había quedado tan
impactado por tamaña presentación que unas semanas después, más
concretamente el 31 de marzo de 1995, había decidido llamar a Selena
para decirle lo tanto que la admiraba. En realidad este tipo de cosas me
daban mucha vergüenza por lo que de sólo pensarlo me hacía desistir de
cualquier intento, pero tratándose de Selena bien valía la pena hacerlo.
Tenía dos teléfonos: uno el de q-productions y otro el de la casa misma
de Selena. Yo no tenía ni idea de la hora que era en Corpus Christi. Me
había animado a llamarla antes de ir a trabajar desde un teléfono
público. Llamé a q-productions y no me atendía a nadie. Tal vez en otra
circunstancia hubiese desistido o hubiese intentado más tarde. Pero yo
no podía. Ahora que me había animado a hacerlo no me podía echar atrás.
Ante mi desesperación por no poder contactarme aunque más no sea con su
padre, hice un intento tímido aunque desesperado por llamarla a su casa.
Me atendió Chris. Parecía desconcertado o dormido y me preguntó en
inglés con quién quería hablar. Estaba por colgar, ya que no sabía bien
el inglés y ya me sentía muy incómodo por la situación, pero algo me
decía que debía insistir, que debía hacerlo, que si no lo hacía me iba a
arrepentir. Entonces le dije en inglés: “Disculpa, Chris, sé que tal vez
no lo entiendas. Es que llamo desde Buenos Aires, Argentina, y sólo
quería decirle a tu esposa que es un artista magnífica y que también es
muy querida desde tan lejos, y que sólo esperaba que alguna vez nos
visite…”. Hubo un instante de silencio que pareció eterno. Chris me
agradeció pero me dijo que aguardara un minuto. Noté que Chris dejó
rápidamente el tubo de teléfono y empezó a llamar a Selena. Luego no
escuché más nada hasta que de pronto escuché unos pasos rápidos y una
voz que parecía de gran preocupación: “Mira, disculpa mi descortesía,
pero creeme que Selena no está y olvidé que debía ir a buscarla al lugar
al que fue … Pero para que veas que no hay mala voluntad de nuestra
parte, sólo te pido que me vuelvas a llamar a la tarde o a la noche. No
te preocupes por el costo. Hazlo por pago revertido. Y así lograrás
decirle lo que deseas a Selena”, me dijo Chris mezcla en inglés, mezcla
en español. Pobre, no se le entendía muy bien el español, pero valoraba
que se esmerara tanto sabiendo que lo llamaba alguien de un lejano país
e hispano, pero me inquietó su preocupación. Es como si a partir de mi
llamado algo se le había revelado y le preocupaba sobremanera. Pensé que
había metido la pata y estuve a punto de no llamar ese mismo día. Me
dije más de una vez: “Eso te pasa por meterte en lugares que no te
corresponden” y no pensaba llamarla más. “¿Y no me digas que no lo
hiciste?”, me dijo mi hija. Le contesté que para mi sorpresa lo hice, lo
hice a la noche, luego de dudar mucho, muchísimo. Pero había algo que me
hacía llamar a pesar de que cualquiera que me conoce sabría que en estos
casos no dudaría en desistir de llamarla de nuevo. Pero entre que me
había animado a llamar y preguntarme por qué no hacerlo de nuevo,
decirme que se trataba de Selena y sentir algo, algo que no sabía
definir de qué se trataba pero que era una fuerza irresistible que me
decía “Vamos, llámala, llámala de una vez, llámala que ya verás que te
lo agradecerá y mucho”, hicieron que no pudiera irme a dormir sin
hacerlo, por lo que me aparté lo más lejos de mi esposa, tomé el
teléfono y llamé a la casa de Selena, tal como me lo pidió Chris. Apenas
sonó la primera campanilla escucho un rápido descuelgue del teléfono y
una voz que me dice: “¡¡Oye!! ¿Cuándo pensabas llamarme? ¡¡Hace como 5
horas que te estoy esperando!! ¿Qué me querías decir?”. Yo me quedé
mudo. Era Selena. ¡¡Era Selena la que me estaba hablando!!. Estaba a
punto de colgar cuando me dice: “¿Pero qué te pasa? ¿Es que estás vivo
aún? ¿No se te habrá ocurrido colgar, verdad?”, insistió Selena a las
carcajadas. “Vamos, vamos, no seas tímido. ¿Cómo te llamas?”. Apenas
musité “Sergio…”. “Me dijo Chris que eres de Buenos Aires, Argentina.
¿Sabes que iré este año por allí, ¿no? Pensaba ir el año pasado, pero si
no es éste será el otro. Es que éste es un año muy importante para mí,
¿sabes? Estoy por sacar un disco en inglés que estoy seguro que te
agradará … Pero dime, ¿qué me querías decir? Aunque te parezca un poco
extraño, tu llamado ha sido algo providencial, así que te lo agradezco
muchísimo. Por favor, dime. ¡¡Vamos, anímate!! Piensa que sólo soy una
artista, alguien como tú, una simple persona que si tiene relevancia es
por gente que me quiere mucho. Yo sólo estoy para agradecer”, me dijo
Selena un tanto seria, un tanto melancólica … “Yo sólo quería decirte
que eres magnífica, que no vi a nadie como tú. Que hasta que te vi a ti
yo sólo escuchaba rock y veía videos de esa música pero desde que te
conocí … Para mí eres la mejor y sólo deseo para ti que se te cumplan
todos tus sueños. Sólo por eso te llamé. Podía haberte escrito una
carta. Para mí era más fácil. Pero quise que fuera así…”, le dije. “Y
bien que has hecho esto, Sergio. Te puedo asegurar que no sabes la
dimensión de tamaño gesto. Yo te prometo que iré por tu país. Me
gustaría que me vayas a visitar en cuanto llegue a tus tierras. Pero
mantente en contacto. Llama o escribe a q-productions o aquí mismo. Pero
hazlo. Al menos escríbeme para dejarme tu dirección, así puedo enviarte
los souvenirs que les damos a nuestros fans. Muchos se suscriben para
recibirlos, pero yo no te pediré eso. Ya lo entenderás con el tiempo, y
si no sucede no importa. Hoy lo más importante es que pueda agradecer tu
lindo llamado y poder dar el concierto en Los Ángeles mañana. Ya el
tiempo dirá lo que me depara el destino. Pero creeme, Sergio, que hoy
aprendí lo que valen las palabras de los que realmente me quieren, y que
muchos de ellos ni los conozco, como tú. A veces hay que mirar más y
escuchar mejor. No todo es lo que parece…”. Escuchaba a Selena entre
mudo y contrariado. Se la escuchaba como shockeada por algo que le
habría pasado recientemente. Pensé en el llamado anterior y en esos
llamados vanos de Chris buscando a Selena … “Pero ahora que lo pienso.
¡¡Tú eres como mi esposo, Chris, amante del rock!! ¿Sabes? Nada es
casualidad en la vida. Mi esposo es rockero, muchos de mis fans les
encanta el rock y ahora tú. ¿Qué me verán todos ustedes? ¿Acaso soy una
rock star?, me dijo Selena cambiando el clima anterior. “No sé si eres
eso. Yo sólo sé que eres encantadora. Eres una artista en serio que le
provoca lo mejor de cada uno a cualquiera, le guste la música que le
gustare. Pero lo que más deseo, Selena, lo que más me gustaría, antes
que nada, es que seas muy, muy feliz con tu vida”. Sentí que Selena se
iba a poner a llorar, y creo que para evitar que confirmara lo que
percibía me dijo: “Gracias, te lo agradezco de corazón. Lástima que
tenga que cortar pues ya me tengo que ir a Los Ángeles. Pero prométeme
que me escribirás y que me irás a ver cuando vaya para tu país”. “Yo te
lo prometo, pero quiero que sepas que lo más importante no es que te
llame sino que sepas que hay muchísima gente que te quiere mucho y que
espera que llegues a lo más alto. Si tú triunfas, todos nosotros
triunfamos”, le dije con profunda emoción. “Eso lo aprendí hoy, Sergio,
te lo aseguro”. Noté que Selena hizo una gran pausa, vi que estaba tan
emocionada que me preguntaba qué era lo que estaba pasando, pero no se
lo pregunté. Si ella no me lo decía, era mejor dejarlo así. Hay que
saber respetar la vida privada de los demás. Antes de despedirse, Selena
llegó a decirme: “…Pero antes de colgar algo te quiere decir Chris”, y
de pronto su esposo tomó el tubo de teléfono y me dijo con dificultad en
español: “Gracias. Gracias, Sergio. Hoy sin querer nos abriste los ojos.
Toda la Familia te estará eternamente agradecida. Ya lo entenderás con
el tiempo”. De pronto, irrumpió Selena, que dijo: “Pues bueno, ¡¡basta
de tanta charla que este llamado lo pagamos nosotros!!”. Y echó una de
sus clásicas risotadas. “¡¡Chau, Sergio!! Mil abrazos y mil besotes.
¡¡Cuídate muchísimo y nos veremos muy pronto!! ¡¡Hasta luego, chau!!” y
allí cortamos la comunicación. Duró muchísimo mi excitación. Estuve
horas casi sin moverme. Con el tiempo entendí lo que había pasado y
agradecí a Dios que me ayudara a animarme a hablarle a Selena. Pero
desde ese entonces casi no me comuniqué con ella. “¿Cómo que no lo
hiciste, papi? ¿Después de todo lo que hablaron?”, me preguntó mi hija,
toda incrédula “Llegué a hacerlo. Le escribí. Ella me mandó sus sovenirs
… Pero enseguida vino la seguidilla de conciertos, la explosión de su
éxito con su disco en inglés, sus giras mundiales. Fue tal el éxito y
tantos los compromisos que recién 3 años después llegó por primera vez
en Argentina. Yo la fui a ver a todos los conciertos, pero desistí de
verla personalmente. Lo intenté la primera vez, pero era difícil. Eran
muchísimos los fans y sentí que lo que tenía que decir ya se lo había
dicho. Lo que tenía que hacer, también. No quería arruinar ese mágico
hechizo de la llamada a Selena. Entendí que lo más importante con una
persona a quien quieres y admiras mucho es estar en el momento justo
cuando más te necesita. Fuera de ello es mejor admirar y querer de
lejos, entendiendo que cada uno debe cumplir su función en la vida.
Sabes, hija, que no me gusta meterme donde no me corresponde. Si lo hice
aquella vez fue porque lo sentí e hice algo muy importante para Selena
que yo no sabía y que lo entendí con el tiempo, como entendí que siempre
hay que atreverse a hacer las cosas que surgen del corazón…”. “¿Y qué es
lo que has hecho por Selena, padre?”, preguntó mi hija. “Ya lo sabrás,
ya lo entenderás con el tiempo…”, le contesté, acariciando su cabecita …
“¿Crees que algún día me lo dirá ella misma?”, me insistió. “Tal vez,
tal vez…”, le contesté entre enigmático pero inquieto por lo que podría
hacer mi hija para averiguarlo…
“…¡¡Tuve mis momentos difíciles, claro!! Mi infancia y mi
adolescencia fueron muy difíciles. Tuve que privarme de muchas cosas.
Apostando al negocio de la música un día nos quedamos sin casa, y eso sí
que fue complicado para nosotros. Tuvimos que mudarnos a Corpus Christi,
por un tiempo vivíamos con unos tíos míos ... Es difícil vivir en casa
ajena, con las dificultades de llevar un plato de comida a la mesa y no
tener un futuro seguro. Pero nosotros estábamos decididos. Mi padre nos
enseñó no sólo a estar siempre unidos por un objetivo sino a
consustanciarnos con él y a plantearnos que nada era imposible, que todo
se podía lograr. Sé que muchos han cuestionado a mi padre, pues piensan
que se manejó tiránicamente con nosotros, que nos obligó a trabajar
desde chicos, que nos explotaba … ¡¡Nada de eso!! ¡¡Nosotros somos sus
hijos, su familia!! ¿Qué mal nos querría desear? En su momento nos
relacionaban con Michael Jackson y su familia … No teníamos nada que ver
con su historia. Eran bien distintas … El mayor “pecado” de mi padre,
por decirlo de alguna manera, fue el de hacer nuestro su sueño, su viejo
sueño de trascender en el ámbito de la música. Pero él siempre lo hizo
por nuestro bien. Porque con el mismo criterio la gente bien podría
culparme a mí de que a mi padre se le ocurriera armar una banda con
todos nosotros, pues fui yo quien hice conocer mi voz a mi padre
cantando unas viejas canciones que me aprendí de un libro que él tenía …
¡¡Y lo hice por celos de niña pues mi papá vivía ocupado enseñándole el
bajo a mi hermano!! Así que ¿quién tiene la culpa si es que hay
culpables? No. Las cosas se dan como se dan. El Señor nos pone aquí con
una misión, pero también nos permite que forjemos nuestro propio
destino. Él nos juzgará luego. Pero estoy seguro de que Él querría
vernos bien activos, poniendo todas nuestras energías en algo positivo,
no en lo negativo. Cuando éramos niños, mi padre solía llevarnos de
paseo con el auto viejo que teníamos para visitar los barrios más caros
de la ciudad en la que vivíamos. Él solía decirnos. ‘¿Quieren tener esas
hermosas mansiones? ¡¡Trabajen, sacrifíquense, pónganse a crear!! Si
hacen esto, ¡¡tendrán esas casas y mucho más!!’. Y realmente no se
equivocó. Si hay algo que me pone muy contenta en la vida es que todo lo
que hemos logramos lo hemos realizado con armas honestas. Siempre fuimos
con la verdad, la honestidad, la sinceridad. Nadie nos regaló nada.
Empezamos muy de abajo y llegamos a lo más alto con nuestros más nobles
objetivos. No soportaría mentir, no soportaría dar una imagen que no
tengo, dar la impresión de ser una persona bien distinta de la que
verdaderamente soy … De hecho, cada vez que me han ofrecido papeles
protagónicos para actuar en cine y televisión tuve que desistir de
actuar en roles que no tuvieran nada que ver conmigo. Recién en los
últimos años he accedido, pero dejando bien en claro que ésa que aparece
en pantalla no soy yo verdaderamente, que es sólo un personaje. Sé que
sonará tonto y anticuado, pero así somos los Quintanilla … Y más aun lo
hemos sido pues con el tiempo hemos vivido momentos en los que bien
podría haber ocurrido que no hubiésemos triunfado, que no hubiésemos
llegado a la consumación del sueño tan deseado … Con el tiempo aprendí
que podemos ser engañados en nuestra buena fe y salir muy heridos de ese
desengaño. Yo he vivido momentos en los que … ¡¡quién sabe que hubiese
sido de mí!! … ¡¡que hubiese sido de nosotros!! Por suerte nos dimos
cuenta a tiempo, nos dimos cuenta de que podemos ser lo que queramos
pero sin exponer tanto lo que deseamos y lo que pensamos. Que a veces
hay que ver bien en quién confías y qué. Desde luego que no lo digo por
la gente. Sin ellos no sería nada y sin duda sin ellos yo no estaría
aquí, literalmente hablando. El público me dio todo y hasta me salvó la
vida … me salvó la vida de aquellos que están al lado de uno todos los
días ofreciéndote su tiempo y su supuesta dedicación … Luego te das
cuenta de que no hay cariño y sólo quieren saber todo de ti para poder
controlarte … Y si no los obedeces …. Pero por suerte todo eso malo ha
pasado y desde aquel entonces sólo tuve el mismo éxito y el mismo Amor
de la gente, ¡¡y eso es lo más valioso!!”, dijo Selena, monologando de
una forma no tan frecuente en ella, y desde allí la transcripción
completa del diario. El periodista vio que era un buen momento para la
gran pregunta cuya respuesta generaría el próximo titular del diario.
“¿Pero qué te ha pasado Selena? ¿Acaso tu vida ha corrido peligro en
algún momento? ¿Alguien te defraudó? ¿Qué es lo que te ha sucedido?
¡¡Cuéntanos!!”. A lo que Selena, fiel a su estilo, le contestó. “¡¡Oh,
no!! ¡¡No!! ¡¡No me ha pasado nada!! Disculpa si me he expresado mal.
No. Sólo quise decir que para los que nos manejamos con la verdad y con
total sinceridad se nos hace difícil superar una decepción. Piensa que
nosotros vivimos en familia arriba de un bus por 14 años, además del
tiempo que ya vivíamos de convivencia. Cuando las cosas son así, tú
sabes todo de los demás, como los otros saben todo de ti … Y allí
aprendes a no tener secretos, a desnudar tu Alma, tu corazón, a no
mentir, a ser franco, sincero y directo. Y sobre todo a ser honesto. Y
así todos tuvimos que tomar decisiones terribles delante de la Familia,
pero planteadas todas ellas con sinceridad nunca hubo un problema … El
problema es cuando descubres que alguien en quien confías te defrauda,
te decepciona. Así se hace difícil todo, mucho más difícil de lo que
parece, pero quien nos conoce sabe a qué nos referimos con esto…”. Yo
sabía a qué y a quién se refería ... Luego de esa comunicación con
Selena me enteré de que habían echado a la que era entonces su
presidenta de club de fans y gerenta de su boutique “Selena Etc.”. Nunca
se supo qué pasó. Esa mujer a la que no recuerdo el nombre se fue sin
dejar rastro. Cada vez que a Selena le preguntaron por ella sólo se
limitó a decir que había renunciado por motivos personales. Siempre me
pregunté si eso que había sucedido tenía relación con mi llamado, y con
su alegría y agradecimiento a lo que le había manifestado. Pero nunca lo
supe. Siempre tuve la impresión de que no nos acercamos después de aquel
31 de marzo de 1995 porque ella temía que le preguntara qué había pasado
y ella no lo quería comentar, y a su vez yo por lo mismo no le
preguntaba, pues tal vez no quería enterarme de algo que me podía doler
de Selena, y que sólo escucharía si ella querría contármelo. Recién allí
caía en la cuenta de por qué después de aquel encuentro casi no nos
hablamos ni nos escribimos más. Era mejor que todo fuera así, y si algún
día alguien necesitaba del otro, pronto acudiría a su encuentro, como
aquella vez … “Ay, disculpa, si me puse un tantito seria, pero tal vez
necesitaba decir esto. ¿Y sabes por qué? Hace un tiempo que busco a
alguien de la Argentina a quien debo agradecerle muchas cosas. No lo
puedo decir pues no sé si él querría que lo nombrase, pero…”. Yo me
estremecí … Se estaría refiriendo a mí. Quería no creerlo, pero todo lo
indicaba. Encima mi hija María Selena justo había aparecido para
escuchar ese instante que yo no deseaba que oyera por nada del mundo.
Iba a decir algo, pero ella me rogó silencio. Yo volteé la cara entre
resignación y lamento. Selena miró a la cámara y dijo: “¡¡Hey, tú, aquel
que me llamó ese lluvioso día del 31 de marzo de 1995!! Ven a verme.
Todos te estamos esperando. Todos te debemos este éxito…”. Yo me quedé
helado mientras Selena cambió de tema y se puso a reír a carcajadas con
su entrevistador con la rapidez que la caracterizaba para cambiar
drásticamente la conversación. Seguramente todo el país que la miraba
seguía la humorada de Selena, menos dos personas: mi hija y yo, los
únicos que habían prestado real atención al llamado de Selena. A partir
de allí yo supe que algo sobrevendría en mi vida, algo emergería del
horizonte, esta vez para acercarse a mí, esta vez para enfrentarme con
la verdad, con saber algo que yo no querría ni enterarme … El muro que
dividía ambas aguas comenzaba a resquebrajarse. Allí supe que debería
ver a Selena…
Había llegado el día del concierto, y a pesar de estar
feliz por ver de nuevo a Selena, estaba extremadamente nervioso. Trataba
de dominar mis sensaciones pero no podía. Mi hija iba por primera vez a
uno de sus conciertos y busqué disimular mis nervios dando a entender
que estaba así por llevar a ella a un recital. Miraba a mi hija, y a uno
y otro lado, como tratando de mostrar preocupación por dónde debía
llevarla y qué recaudos tomar para llegar a un sector determinado. Mi
hija me miraba y dejaba que yo siguiera en mi juego. Ella estaba
llamativamente en silencio y sabía perfectamente que nada ocurriría,
pues en un recital de Selena sólo podía haber cariño, diversión y, sobre
todo, respeto Efectivamente, ingresamos al campo y todo se desarrollaba
normalmente. A pesar de ir con mi hija de 11 años, yo quería ir al
campo, pues nada mejor que apreciar a Selena de tan cerca. Ni la mejor
platea ni la ubicación más cara me darían la mejor visión de ella, que
era de cerca y de frente. Lo que más me gustaba de Selena en estos
últimos tiempos es que no trataba de adornar sus conciertos con tanta
parafernalia tecnológica y efectista. Por supuesto que se incorporaron
con el tiempo pantallas gigantes y las más elaboradas coreografías, pero
con buen tino se mantenía la idea de que la tecnología estuviera en
función del artista y no que ella estuviera en función de los trucos,
efectos especiales e impresionante pirotecnia. Por suerte los
Quintanilla mantenían el espíritu de que Selena era lo más importante en
el escenario y lo que más impacto generaba, que era una locura y un
desperdicio que toda la magia y el natural talento de Selena quedaran
diluidos por artificiales fuegos de artificio e innumerables
explosiones. De hecho el comienzo del recital, y diría que el concierto
mismo, fueron una reminiscencia de esos viejos tiempos, de esos tiempos
en los que Selena comenzaba a ser una gran artista, en los que le
faltaba ese poquito que la pusiera en el puesto N° 1 en todo el mundo.
Las luces se habían apagado, se escuchaba el sonido de guitarra de Chris
que me hacía recordar a algo muy conocido pero no podía acordarme de qué
se trataba, hasta que se ve a Selena bajar de unas escalinatas blancas
que estaban en lo alto del escenario, que sobre el fondo negro daban la
impresión de cantar prácticamente en el aire. Ella comenzó a cantar “First
I was afraid, I was petrified”,
y allí doy cuenta de que se trataba del tema “I will survive”, esa
canción que formara parte del mítico “Disco Medley” del concierto del
Houston Astrodome el 26 de febrero de 1995, sólo que en este caso no era
un Medley sino la canción entera e increíblemente interpretada. Pero
para el asombro de todos, cuando Selena comienza a cantar “and
now you're back from outer space”
comienza a acelerar el paso escaleras abajo siguiendo el ritmo de la
canción hasta desaparecer y en el momento de decir “don't
turn around, 'cause you're not welcome anymore”
aparecer de pronto en el escenario mismo para el asombro y el júbilo de
la gente. Yo sinceramente no lo podía creer. Selena lucía un hermoso
vestido blanco y largo, y su sonrisa a flor de piel. Su concierto fue
demoledor, mágico, increíble. Cantó sus primeros éxitos de sus discos en
inglés como “I could fall in love”, los clásicos como “¡¡Oh, no!!” y los
temas de su último disco como “Wait”, pero para sorpresa de muchos,
incluso la mía, cantó sus viejos temas en español, pero no sólo los
clásicos como “La carcacha”, sino los mucho menos conocidos aquí como
“Yo me voy”. Para mi hija fue toda una novedad ese repertorio. Para mí
no, al punto tal que me canté todas y cada una de sus canciones. Por un
momento temí que eso podía no funcionar pero se ve que me olvidé que
enfrente de mí estaba la mismísima Selena … Cantó, bailó, hizo cantar,
hasta hizo subir a su clásico “ex novio” de la canción “¿Qué creías?”, y
todo con una gracia, con una prestancia, con una voz y con un carisma
que hacían difícil sustraerse del hechizo que siempre generaba Selena en
sus actuaciones en vivo. Y cuando creí que había visto todo, que en los
bises sólo podía sorprenderme del hit que nos habíamos olvidado cantar,
hizo una increíble combinación de dos temas bien distintos: al principio
cantó “I’m geeting used to you” y luego “Si una vez”, mi canción
preferida. Todas las versiones en vivo de esta canción me había gustado
pero mi favorita siempre fue la de aquel Houston Astrodome. Y como si
Selena supiera que estaba allí y cuáles eran mis gustos personales, ella
hizo la interpretación del tema de aquel concierto. Cuando paró de
golpe, cuando sólo se escuchó su respiración, cuando se paseó por todo
el escenario observándonos sólo generó que me pusiera a llorar sin
parar. No podía explicar la dimensión de mi emoción, pero tal vez mi
hija lo podría hacer ya que al término de la canción y del concierto se
la pasó durante un tiempo acariciando mi cabeza mientras yo miraba la
nada y seguía llorando cada tanto. Había sido un concierto especial, muy
especial para mí. No lo podía explicar pero desde hacía un buen tiempo
sentía algo que Selena se encargó que lo exteriorizara esa magnífica
noche…
Mi hija hizo que me reincorporara y me dijo que ya nos
fuéramos. Ya era tarde. Yo no daba cuenta por dónde iba, sólo miraba
para adelante y retenía frente a mí aquellas imágenes que había visto
recién. De pronto veo que María Selena se mete por un largo pasillo. Yo
alcancé a preguntarle hacia dónde íbamos. Ella me contestó que no me
preocupara, que me llevaba para la salida. Yo asentí y seguí sus pasos
sin advertir que me llevaba de la mano una nena de 11 años por quien me
preocupaba unas horas antes de hacerla entrar en los pasillos que nos
llevaba al interior del estadio River Plate. De pronto mi hija empieza a
correr llevándome a la rastra por el pasillo al grito de “¡¡Selena,
Selena, aquí!! ¡¡Mi padre tiene que decirte algo!!”. No sé cómo mi hija
sabía que Selena estaría allí … Deben ser los genes …Selena salía
presurosa del estadio acompañada de su padre y del personal de
seguridad. Selena alcanzó a darse vuelta e intentó detenerse, pero su
padre se lo impidió diciéndole que ya debían irse. En eso mi hija ve que
detrás de ellos aparece caminando A.B. Entonces María Selena corrió
hacia él, lo abrazó y le dijo: “¡¡Por favor, A.B.!! ¡¡Convéncela de que
se detenga tu hermana!! ¡¡Es muy importante!!”. A.B. se compadeció de mi
hija y le pidió a los gritos en inglés a su padre que deje que venga
Selena para donde estábamos nosotros, que era muy, muy importante.
Entonces Selena se dio vuelta, miró sigilosamente hacia nosotros y vino
como buscando a dónde ir. Mi hija corrió hacia ella y la abrazó
enormemente, pero sin solución de continuidad le dijo: “Ven Selena, ven
que quiero que veas a alguien”. Cuando vi que Selena venia hacia mí me
paralicé. Ella hizo lo mismo en cuanto me vio. Como si me conociera de
toda la vida me dijo: “Tú eres Sergio, ¿verdad?”. Yo me quedé mudo
mirando para abajo sin decirle nada …diciéndole todo. De pronto levanté
la vista, sonreí y corriendo hacia ella le dije: “¡¡Sí, soy yo!!” y la
abracé fuertemente. Estuve largo rato así sin decirle nada y llorando
sin parar. Noté que la respiración de Selena estaba entrecortada, por lo
que presumía que estaba llorando por dentro pero aguantaba enormemente
para no manifestarlo. “Perdona, Selena, que no me haya comunicado. Es
que ya sabes, es mejor…”. Selena me interrumpió poniéndose el dedo
índice en la boca pidiéndome silencio. “Esta vez no hacen falta las
palabras … Yo sé que te debo la vida y por años soñé con este momento en
el que podría agradecértelo”, me dijo susurrando Selena. “¿Le dirás a mi
padre qué te sucedió aquel día en el que te llamó?”, nos interrumpió mi
hija apareciendo de la nada misma. “Te aviso que mi hija se llama
Selena, pero Selena lo tiene como segundo nombre…”, aproveché para
comentarle a Selena y presentarle a mi hija. Selena se quedó mirándome
sin entender, pero se contentó con mi gesto de que más tarde se lo
explicaría. Selena se agachó, tomó a mi hija de la cara con las manos y
le dio un fuerte beso. “¿Has visto lo que has hecho por tu padre hoy
para que me fuera a ver? Lo mismo hizo tu padre aquel día. Me llamó para
advertirme que lo más importante era no olvidarme de lo que más nos
quieren en vez de dejarnos llevar por quienes sólo nos necesitan. Iba a
cometer un error fatal y tu padre con su llamado demostrando su
admiración me hizo recordar lo bueno y separar lo malo, me hizo ver lo
importante en vez de lo accesorio, me hizo sentir la importancia del
Amor en lugar de quedar atrapada en la posesión. Recuérdalo, niña. Eso
hizo tu padre por mí como tú lo hiciste por él. Ya lo aprendiste antes
de que yo te lo diga. ¿Lo recordarás siempre?”. “Sí, claro que sí”, le
dijo mi hija y le dio un gran abrazo y beso. “¿Y cómo es que te llamas
realmente?”, le preguntó Selena. “María Selena. Así me puso mi padre
pues quiso homenajearte pero no quiso ponerlo como primer nombre pues
para él Selena sólo eres tú”. Selena me miró como diciéndome “¿Cómo le
haces esto? ¿Cómo me haces esto?”, pero enseguida se sonrió y me dijo:
“Pero prométeme que si quiere que la llamen Selena solamente, tú la
dejarás. Te lo pido por favor … Además, ya sabes que serán diferentes
los nombres, pues tu hija para ti es Selena y yo soy ‘Selina’ ”, me dijo
Selena y se me quedó mirando tentada hasta que ambos nos reímos con
ganas y nos abrazamos otra vez. “Ahora sí, Sergio, ahora sí me puedes
escribir. No toleraré que no me llames. ¿Lo harás?”. Se lo prometí y
ella se me acercó para decirme: “Ya sé que no quieres que se lo cuente a
los demás. Despreocúpate. No se los diré. Por allí se lo digo a A.B.
cuando estemos en Corpus Christi…”. Justo apareció A.B. con la excusa de
pedirle a Selena que se apurara, pero en cuanto se acercó, me dijo por
lo bajo, pero de una forma que también la escuchara Selena: “Sé quién
eres. No sabes cómo te agradezco lo que has hecho. Lo digo así pues
supongo que Selena no quiere que lo sepan mis padres. Estoy de acuerdo”.
“Yo aprovecho para decirles que yo no hice nada, pero doy las gracias a
Dios que lo que pensaba hacer lo haya hecho”, musité. “No creas, Sergio,
no creas. A veces el inconsciente es más poderoso de lo que crees. Tú
has hecho más de lo que dice tu mente … Bueno, así lo leí en una
revista”, dijo Selena y volvimos a reír. Y antes de irse Selena
garabateó en un pequeño papel un pequeño texto que se lo entregó a mi
hija y le dijo: “Te dejo un autógrafo a ti pero cada tanto enséñaselo a
tu padre para que lo recuerde siempre y no se lo olvide nunca”. Mi hija
lo tomó y lo leyó en voz alta: “Remember, always remember me, like I
remember you. I will always be grateful. My success is yours. With love.
Selena”. Una vez que lo leyó Selena la abrazó y le dio un largo beso.
Luego vino hacia mí, se sacó el clásico anillo que llevaba en su dedo
pulgar en los conciertos y me lo dio diciéndome. “Para que no se me
pierda es mejor que lo tengas tú. Casi entrego un anillo como éstos el
día que me llamaste. Por suerte no lo hice. Ahora te pertenece” y nos
volvimos abrazar en silencio. Luego se apartó, me dio varios besitos y
unos saluditos con movimientos rápidos de su mano derecha, y cuando ya
se iba me dijo a lo lejos: “Y es como lo pensaste. Decidí cantar ‘Si una
vez’ pensando en ti. Sabría que te gustaría ..donde quieras que
estuvieras…”. Y se marchó quedándome yo atónito. Una vez más mi hija me
tuvo que conducir, esta vez a la salida…
Cuando me iba del estadio de River Plate, me convencí de
que a veces no es cuestión de quedarse callado, de no meterse, de pensar
que las cosas que uno considera que son mejores lo son en verdad. A
veces hay que saber lo que piensa y siente el otro. A veces hay que
saber escuchar, del mismo modo que hay que saber decir lo que a uno le
pasa. Hoy aprendí lo que Selena aprendió el 31 de marzo de 1995. Que no
sólo con el silencio se demuestra que uno siempre está dispuesto a dar
lo que el otro necesita, sino que a veces hay que saber acercarse a los
que uno quiere para decirles si necesitan algo ... Cuando llegue a mi
casa me pondré a escribirle a Selena. Y lo haré todas las semanas. A mí
me hará bien. A ella también. Y sabré que el día que uno necesite del
otro se lo hará saber … Es mi mejor forma de contribuir a que Selena sea
siempre feliz, que es mucho más importante que el éxito mismo…
(Uno cree que el tiempo cura las heridas … No es así. Yo
jamás me olvidaré de ese nefasto día. Con mi recuerdo a Selena procuraré
que algún día ese 31 de marzo de 1995 tenga otra significación o que
directamente no exista. Porque más importante que el éxito obtenido, que
los trofeos logrados, está la felicidad. Y antes que nada, antes que ser
una artista famosa, Selena simplemente quería ser feliz ... Yo quiero
que alguna vez ese día esté lleno de sol y pare esa horrenda lluvia.
Algún día lograré que así sea…)
Todo lo que soy, todo lo bueno que tengo para brindar es
gracias a ti, Selena…
Esos
tatuajes que son las marcas de mi dolor, de tu ausencia, Selena…
Muchos me preguntan por qué llevo tantos tatuajes de mi hermana en mi
cuerpo … ¡¡Sí, ya sé!! Cuando digo esto me corrigen o me preguntan
acerca de a quién me refiero cuando digo “mi hermana” … Sí, ya sé que
tengo a otra hermana adorable que se llama Suzette. Sí, ya lo sé. No
necesito ni que me lo digan ni que me lo aclaren … Ya lo sé ... Lo que
pasa es que antes que cualquier cosa, antes de que Selena se convirtiera
para todos en la gran cantante, la gran artista, la artista del pueblo,
la Reina del Tex Mex, la Reina de la Cumbia, la mejor, la inigualable,
el mito, la leyenda … antes que todo Selena era mi hermana … Simplemente
eso. Y mi mundo, mis creencias, mis ilusiones, mi visión buena y
optimista de las cosas se fueron ese día que no me puedo explicar qué
pasó. Me da pena no haberme dado cuenta, no haberlo presentido. Créanme
que me da pena y sobre todo me da mucha, mucha bronca. Yo estaba inmerso
en mi música, en componer, en hacer lo mejor para mi hermana. Ése era mi
rumbo, ése era mi destino, ésa era mi función en la vida. Y conste que
yo también fui artífice de mi destino. Mi padre sólo quería que
trabajara y formara parte de la banda Selena y Los Dinos. Yo podría
haberme limitado a tocar el bajo y nada más. Pero una vez que me sentí
involucrado en el rumbo y en el destino de la banda, quería que tuviera
mejor música y fuera más original. No quería que fuéramos un grupo que
tocara sólo música antigua con letras anticuadas y sin vuelo. Tampoco
quería sólo tocar música con letras muy básicas que me hicieran sentir
vergüenza porque era destinada para gente de mucha menos edad que yo. Yo
venía de una formación muy diferente a la de mi padre. Yo escuchaba
preferentemente otro tipo música en inglés, como mis dos hermanas. Me
sentí descolocado al verme tocando a los 16 años temas en español con
una cantante como mi hermana Selena que tenía sólo 8 años. Pero sabía,
como toda mi familia, que no tenía sentido resistirse, que tenía que
aportar al grupo mejores ideas en vez de quedarme con la protesta sin
hacer nada. En ese sentido, mi padre era muy considerado. Podía manejar
con mano de hierro los destinos de la Familia, pero hay que ser justo en
que él permitía sugerencias y hasta cambios de orientación del grupo,
siempre y cuando ello implicara mayor compromiso de todos para con su
gran proyecto. Mi padre, cuando me veía protestando, con razón, de que
no teníamos tan buen material y preguntaba por qué no teníamos a alguien
como Juan Gabriel que nos compusiera un par de temas para nosotros, me
solía decir: “Tú debes pensar que ese señor hace letras y se las pasa a
gente que sabe que es muy popular y que sabrá hacerlas difundir con su
canto. Él vive de ello. ¿Así que quieres que él te pase algunas
canciones? ¡¡Entonces, escribe, compone, esmérate!! ¿Tú te quejas de que
no tienes buen material? ¡¡Entonces, mejóralo!! Haz mejores canciones,
¡¡busca encantar a la gente!! Ya verás que cuando sean muy populares, el
mismísimo Juan Gabriel se acercará a ustedes para ofrecerles sus mejores
canciones. ¡¡Hazme caso, A.B.!! ¡¡Ya verás que es como te digo!!”. Por
eso, como decía antes, mi padre nos daba libertad de acción para manejar
el grupo como nosotros quisiéramos … mientras nosotros contribuyéramos a
cumplir su sueño. Y mi hermana Selena era como yo. Ambos no nos
contentábamos para nada con hacer sólo los que nos pedían hacer. Nos era
inevitable ir siempre por más, mejorar las cosas, perfeccionarlas,
darles nuestro sello, nuestro color. Selena le aportó no sólo su voz,
sino su talento, su gracia, su enorme carisma. Mi hermana podría haberse
contentado con pararse frente al público y sólo cantar bien. Sabía que
nuestro padre se conformaría con que sólo cantara bien ante el público,
que les demostrara lo tremendo que era su canto en cuanto todos lo
escucharan. Pero Selena era muy tímida e introvertida, pero por sobre
todo, tenía terror a que nadie la quisiera, que todos le darían la
espalda en cuanto la vieran cantar… Por eso Selena buscó agradar a cada
uno que estuviera frente a ella no sólo con su voz sino con su baile,
con su sonrisa, con su encanto. Mi hermana no hubiese soportado
contentarse con cantar bien mirando para abajo muerta de miedo. Tal vez
en los primeros tiempos en los ensayos en casa se podía permitir hacer
las cosas de ese modo, pues sólo estaba rodeada de nosotros, su Familia,
que formábamos parte del grupo y le dábamos apoyo en todo. Pero fuera de
ese ámbito, frente a un escenario del que no se sabía cómo podía
reaccionar el público, ella no podía quedarse esperando la reacción de
ellos, quedarse parada esperando la aprobación o el rechazo con todas
los miedos y las ansias que ello generaba … No, mi hermana era peor que
todos en ese sentido. Ella no toleraba las derrotas, las decepciones, la
desazón. Cualquier desaire del público podría generarle la peor de las
sensaciones y asestarle el peor de los golpes. Por eso Selena antes de
recibir la “cachetada” de la realidad salía a enfrentarla con todo el
convencimiento de cambiarla, de lograr que el público sonriera desde el
primer momento, y sólo se fijara en ella con admiración y respeto.
Realmente envidiaba su espíritu y su temperamento. Nunca se lo llegué a
decir … Me contenté con decírselo al cielo, con la vana ilusión de que
por allí escuche mis palabras y de que calme mi dolor, el puñal de su
ausencia, con una señal, con algo que me indique que está allí …
Recuerdo que yo estaba allí con el bajo sin muchas perspectivas de que
las cosas fueran a mejorar mucho, y allí estaba Selena con su voz y su
tremendo carisma siendo tan niña. Yo la miraba y no lo podía creer. Era
tan chiquita y nos contagiaba con su alegría. Me costaba creer que
aquella niña que estaba callada y muerta de miedo antes de salir al
escenario fuera aquella que cantaba, bailaba, arengaba. Creo que si
fuera por Suzette y por mí, la cosa no hubiera durado. ¡¡Y no es porque
no tuviéramos talento, que conste!! Cada uno hacía para ese entonces muy
bien lo suyo. Pero los dos podíamos refugiarnos tras nuestros
instrumentos, podíamos estar mal y sin ánimo, y tocar igual. A nosotros
no nos iban a exigir o esperar más de la cuenta. No era el caso de
Selena. Yo podía estar pensando que lo que estábamos tocando no era
bueno, pero pasar inadvertido tocando lo mejor posible mi bajo … ¡¡Ni
hablar de Suzette!! En cambio, mi hermana no tenía ese privilegio. Tenía
sólo 8 años y llevaba el peso de una situación en la que ella era la
cantante de una banda que llevaba su nombre y el resto sólo la
acompañaba: Selena y Los Dinos. Y como todos nosotros, mi hermana asumió
su rol, la responsabilidad más difícil, la carga más pesada de llevar,
máxime a su edad. Por eso la envidiaba. Por eso la admiraba. Ella no se
quejaba nunca. Mi hermana encaraba cada compromiso con la misma
responsabilidad y con la misma alegría. Selena sólo había tomado un par
de consejitos de su padre, entre ellos el de ser amable con el público y
saludarlos personalmente cada tanto. “Recuerda, mi’hija. El público se
merece todo. Sin ellos no somos nada. Así que salúdalos, levanta una
mano, mira a cada uno, apunta con tu dedo y salúdalos. A ellos les
gustará. Se sentirán que los atendemos, que le prestamos atención, que
no sólo son un número más en un concierto. Piensa, Selena, que eso
también forma parte de nuestro capital”, solía decirle mi padre. Selena
parecía no darle mucha importancia a ese consejo, o bien podía pensarse
que se reía de él. Pero en el escenario, no sólo hacía lo que decía mi
padre sino mucho más. Se aprendía bien las letras, ensayaba con mi madre
los pasitos de cumbia, se paraba en los ensayos y se practicaba los
movimientos que iba a dar luego en el concierto. Ya desde niña se
mostraba como toda una profesional. Yo creo que no hubiese podido hacer
lo mismo. Me favorecía el hecho de no ser ni el cantante ni la figura
principal. Eso me permitió refugiarme en el estudio y perfeccionar las
composiciones, las letras y la música. En eso me parecía mucho a mi
hermana. No me contentaba con hacer más de lo mismo, con tocar con
suficiencia canciones que no me convencían o no me gustaban, o bien me
eran indiferentes. Yo quería que mi hermana se nutriera de un mejor
material, más acorde con nuestros gustos, más afín a nuestras vidas. Y
así como mi hermana perfeccionaba sus actuaciones en el escenario, yo
hacía lo mismo en el “backstage”. Eso permitió complementarnos y
apoyarnos mutuamente en un proyecto que nos cayó sin saber cómo surgió
en realidad, pero que tuvo que ver con una típica pelea de celos entre
hermanos…
Hasta que a Selena se le ocurrió aprender a cantar las
canciones que había en un libro viejo de mi padre para presentárselas
yo no tenía muy en claro qué hacer. Tenía, eso sí, la música en mis
genes y por allí soñaba con tener una banda como había tenido mi padre.
Pero ni él me había incentivado a dedicarme a la música como yo no había
manifestado ningún interés concreto en ella. Supongo que a mi padre le
habría frustrado muchísimo el hecho de no trascender con su banda “Los
Dinos”. Él nos solía contar que tenía una banda pero que la tuvo que
dejar para tener un empleo más seguro y porque él sentía que había
tenido sus limitaciones para trascender como él quería. Mi padre
representaba el famoso “sueña americano”. Se sentía norteamericano pero
de raíces latinas y era él un hombre más que venía a triunfar en el
“país de las oportunidades”. Él siempre había soñado con que su banda se
hiciera famosa cantando aquellas canciones en inglés de los años ’50.
Era su gran meta, su destino, pero su tiempo estaba marcado por la
intolerancia y la segregación. Así vio con crudeza cómo no le permitían
tocar en clubes importantes por su color de piel o porque era de
ascendencia mexicana, y a la hora de ir a clubes mexicanos él no sabía
ninguna canción en español. Se sintió que había quedado a mitad de
camino. Esa situación, sumado al hecho de que su familia iba creciendo y
demandando su presencia, lo hizo abandonar la música. Siempre sentí que
mi padre se sentía tan frustrado que ni quería hablar mucho del tema
salvo que se hablara como algo del pasado, de su juventud. Además, no
quería incentivarnos a que nos dedicáramos a lo mismo. Pensaba que era
mejor que nos avocáramos a los estudios, pero no a la música. Yo lo
puedo certificar pues, a diferencia de mi hermana, yo estuve toda mi
niñez y parte de mi adolescencia dedicándome a la vida de estudiante y
tranquila. Parte de ello lo vivió Suzette, y nada de esto vio Selena. Mi
padre se dedicaba a cantar los fines de semana con su guitarra. Muchas
veces Selena lo acompañaba … hasta que mi padre me regaló un bajo. Yo le
había insinuado que me gustaría tocarlo. No tenía muy en claro por qué y
para qué, pero sentí la necesidad de hacerlo. Mi padre prendió una
alerta. El solo hecho de notar que alguien de la Familia tenía algún
intento de ser músico, aunque sea como amateur, generaba en mi padre
revivir aquello aunque sea por un tiempito. Nunca sabré qué hubiese sido
de todos si yo hubiese trascendido con mi bajo, si mi padre se hubiese
dedicado a mí. Pero no hubo tiempo para hacerlo. Nadie tuvo en cuenta
que alguien se había puesto celosísima con mi presencia y por quitarle
buena parte de su tiempo de estar con nuestro padre para que éste me
enseñara a tocar el bajo. Es que mi hermana estuvo un tiempito callada y
sin decir absolutamente nada. Aún hoy me pregunto cómo en tan poco
tiempo encontró un libro de canciones viejas de mi padre, se las
aprendió y se las cantó. Tampoco sé cómo hizo para estar tanto tiempo
callada con su idea sin decírselo a nadie, ni siquiera a Suzette. Con el
tiempo me di cuenta de que mi hermana apenas mostraba ante el mundo
parte de su personalidad. Hasta ese momento Selena sólo mostraba su
parte graciosa, chistosa, irónica. Se permitía reírse de los demás y que
los demás se rieran de ella. Pero sólo en las bromas y en sus alocadas
ideas daba rienda suelta a una parte importante de su inquietante
personalidad. Pero la otra parte la tenía bien escondidita, formaba
parte de esa faceta que Selena tal vez mostraba menos por vergüenza y
por temor. Eso pronto desapareció cuando en el canto y en sus diseños
encontró su lugar para desplegar todo su potencial, todo su carácter,
toda su personalidad, todo su talento, todo su espíritu. Y eso lo pude
advertir aquel día en el que de pronto sorprendió y encandiló a mi padre
cantándole con una voz increíble y natural que sólo ella podía mostrar.
Y yo que no sabía qué iba a hacer de mi vida y cómo encararíamos nuestro
quehacer cotidiano, de pronto encontré a mi padre totalmente
descontrolado trayendo toda clase de instrumentos y diciendo que iba a
formar una banda con nosotros. Cuando supe que esto venía de mi hermana
no pude evitar encararla con furia y diciéndole qué había hecho. Nunca
me lo voy a olvidar. Selena me miró, se sonrió, me guiñó un ojo y me
dijo: “Parece que quiere formar una banda. Se llamaría Selena y Los
Dinos”, y echó a reír a carcajadas. Yo la miré entre incrédulo y con
estupor, pero pronto di cuenta de todo y me reí con ella. En ese pequeño
acto sentí que comenzaba a quererla de verdad. Era mi hermana pero no
dejaba de ser una niña muy pequeña a la que yo le llevaba 8 años. Yo ya
era adolescente y avanzado. Ella estaba en plena niñez. Si uno lo piensa
un poco, era una locura. Sentí que estábamos en el medio de un barco que
podía quedar a la deriva para siempre o podía ser enderezado hacia el
buen camino sólo por una persona … ¡¡que tenía 8 años!! Tal vez en esa
mirada de Selena me di cuenta de que a partir de ese momento nos unirían
muchas cosas y nada nos haría separar … Sabía que tendríamos mucho que
hacer, sobre todo con el material a cantar. Allí también di cuenta de mi
lugar en el mundo. Estaría encerrado en un cuarto creando temas y
dirigiría la música del grupo en el estudio de grabación y en el
escenario. Sabía que Selena tenía la parte de mayor responsabilidad, de
mayor exposición y ella era muy pequeña. Sentía compasión y ternura por
mi hermana. Sabía el esfuerzo que tendría que hacer para afrontar un
compromiso que no pidió, la responsabilidad de ser la cara más visible
de un grupo que llevaba su nombre. Era mucho para una niña de 8 años que
se encontraba con todo eso sólo por cantarle unas canciones viejas a mi
padre, sólo por tener celos de mi bajo, sólo por mostrarle una increíble
voz que no la había descubierto nadie, una voz que la hizo conocer ella
como si fuera un mensaje del destino…
Muchos me preguntan por qué llevo tantos tatuajes, por
qué necesito llevar a Selena en mi cuerpo … No entienden nada. ¡¡Claro
que no entienden nada!! En los últimos tiempos he decidido hacerle caso
a los consejos de mi padre, y uno de ellos es no contestar las cosas que
me afectan tanto. Si de pronto los celos de mi hermana nos cambió la
vida y nos expuso ante la gente tocando para una banda, si el sólo hecho
de que ella con su voz nos modificara nuestros hábitos, nuestras
costumbres, nuestra casa y hasta el lugar en el que vivíamos, la locura
de una energúmena nos quitó los ojos, cortó de cuajo tantos años de
lucha, tantos sacrificios, tantas ilusiones. Muchas veces me dije entre
incrédulo, furioso y a llanto vivo: “¿Para qué hicimos esto? De qué nos
sirvió? ¿Para qué buscamos trascender honestamente en la vida si al
final de otro modo se logra y más rápido?”. Recuerdo cuando Cristina
Saralegui nos entrevistó en Corpus Christi en marzo de 1996, a un año de
aquello … Recuerdo que en mi descargo dije que no entendía qué buscaban
de nosotros, por qué nos investigaban, por qué querían ver el problema
en nuestra Familia cuando todos sabemos quién fue la que le hizo
tremendo daño a mi hermana y la Justicia lo corroboró. Recuerdo haber
estado indignado. No podía creer que nosotros estuviéramos en la mira,
que mucha gente que ni sabía quiénes éramos opinaba con tanta ligereza
de nosotros. Me daba muchísima bronca estar en los grandes medios de
comunicación teniendo que aclarar lo que no teníamos que demostrar.
Nosotros no estuvimos 14 años trabajando duro para terminar hablando de
tonterías en vez de cantar, tocar, actuar. No podía creer lo que estaba
viviendo. Todos hablaban por hablar, le prestaban una atención inaudita
a esa psicópata que hasta desde la cárcel se reía de nosotros diciendo
que tenía “secretos” de Selena y que algún día los iba a revelar … Eso
era lo que me indignaba. ¡¡Y encima la gente, los periodistas, los
medios, todos estaban pendientes de ella!! … No hay caso ... Aprendí a
ver cómo una psicópata puede llevar de las narices a mucha gente sin que
ellos se den cuenta o no se quieran enterar de cómo se dejan llevar por
mentiras y por engaños. No podía creer que después de todo lo que nos
pasó estuviéramos nosotros en el banquillo de los acusados teniendo que
aclarar que todas las barbaridades que se dijeron de mi hermana no eran
ciertas. Lo decía una y otra vez: “¡¡No hay nada aquí!! ¡¡No hay nada
que sea digno de averiguar ni de explicar!!”. No podía creer lo que
estaba viviendo, lo que estoy viviendo. Yo no podía aceptar, ni entender
ni explicar cómo seguía mi vida y no estaba Selena. No podía concebir un
mundo sin mi hermana. Empezó a pasar el tiempo y mi cabeza no quería
avanzar más allá del 31 de marzo de 1995. El sólo admitir que existían
el 1 de abril de 1995 y los días sucesivos hasta hoy me hacía aceptar de
que no tenía a mi hermana, de que no tenía trabajo, de que debía seguir
adelante sin el motivo fundamentas de mi trascendencia en la vida ... Me
habían quitado a mi hermana ... Mi hermana no existía más ... A mi
hermana la mataron … ¡¡Sí, a ella, a ella misma, que era un Amor, el
Amor mismo!! Y todavía había gente insensata que pedía explicaciones,
que elucubraba, que sospechaba, que sacara insensatas conclusiones. ¿Es
que es tan difícil de entender? ¿Qué es lo complicado? ¡¡Investiguen a
esa mujer e indaguen por qué lo hizo!! ¡¡En vez de buscar la “quinta
pata al gato” en mi casa piensen qué pasaba por su cabeza para hacernos
esto, por qué le hizo esto a mi hermana!! ... Lo pensé mil veces.
Trataba de buscar la explicación, qué es lo que no vi, qué es lo que me
perdí, por qué nunca reparé en esa mujer. A veces me maldigo no haber
prestado más atención, dedicarme menos al estudio de grabación y a
componer, y observar más qué pasaba a mi alrededor. Lo más penoso para
mí es que estoy convencido de que podríamos haberlo evitado si
hubiésemos prestado más atención, si hubiésemos observado más. A la
larga entendí que esa mujer se enfrentó con mi padre, y cuando él la
quiso apartar de nosotros, ella se le anticipó y le pegó donde más le
duele … Hay que reconocer que los psicópatas saben dañar cuando se lo
proponen … Usan toda su inteligencia para ello … Pero siempre me
pregunté qué estábamos haciendo nosotros a esa altura cuando estábamos
por pegar el gran salto de nuestras carreras, cuando estábamos por
conquistar el mundo pues ya México, Estados Unidos y Centroamérica
empezaban a ser lugares comunes de nuestro éxito. Muchas veces me
pregunté en qué estábamos ocupados, si estábamos a la altura de lo que
se nos venía encima. Y la verdad es que siempre me costó hallar una
respuesta concreta. Porque desde lo estrictamente musical estábamos más
que preparados: no sólo estábamos muy bien sino que cada vez nos
perfeccionábamos más. ¡¡Teníamos tantas ideas, tantos proyectos, tantas
cosas logradas y tantas por lograr!! Pero cada vez que pienso que esa
mujer llegó a nuestras vidas porque aportó con una idea que nosotros
nunca tuvimos en cuenta, que era tener un club de fans y saber
comercializar nuestros productos, allí me di cuenta que algo se nos
pasó, que no tuvimos en cuenta, que no prestamos atención que eso
también formaba parte del “negocio de la música”. ¿Cómo esa mujer que
era enfermera se dio cuenta de algo que nosotros no le dimos
importancia? Cuando pienso en eso me es irremediable pensar que en
determinadas cuestiones estábamos dos pasos atrás de la realidad … De
una realidad que se nos vino encima de la peor forma llevándose a mi
hermana…
Los tatuajes duelen y mucho. A veces creo que me los hago
por eso, para que me duelan, para sentir el dolor que tiene mi Alma
desde que no está mi hermana. Con la excusa del dolor lloro, grito,
imploro, le pido a mi hermana que vuelva, le suplico que me hable, le
pido que me perdone, le pido que me tranquilice. Mientras ponen en mi
cuerpo el nombre de mi hermana, la imagen de ella, algo alusivo a lo que
significa para mí, sólo expreso el vacío de mi existencia sin ella, algo
que nunca me he permitido mostrarlo no específicamente en público, sino
a mí mismo. En eso soy como mi padre, aunque yo soy menos duro que él,
pues soy más vulnerable. Se me vienen las imágenes del lugar en el que
estábamos despidiendo a mi hermana. Recuerdo estar con una flor blanca
en la mano mirando a todos, mirando a nadie. Veía a mi madre destrozada,
a Chris triste y perdido, a mi hermana desencajada, a mi padre
tranquilizando a todos mientras se le escapa una lágrima debajo de sus
anteojos. Yo los miraba y no sentía nada. Estaba como aquel que se queda
paralítico y sigue viviendo sin sentir sus piernas, sin sentir sus
brazos. Desde aquel nefasto, lluvioso, triste e inaudito día algo de mí
no funcionó más, pero que no es de mi cuerpo sino de mi Alma. Sentí que
estaba muerto, que no podía sentir más. No quería mirar para adelante.
Adelante estaba aquel cajón. Yo no podía aceptar que mi hermana
estuviera allí. Y encima a mi padre se le ocurrió abrirlo porque había
gente que empezó a creer que mi hermana no estaba allí, que todo era un
invento. Algunos hasta amenazaban con no irse más de ese lugar si no le
daban su último adiós a Selena. Yo miraba sin mirar a mi padre y sin
poder entender lo que estaba sucediendo, lo que nos estaba pasando. Con
el tiempo pensé que mi padre estaba como yo, que estaba como un zombie
yendo de un lado para otro sin sentido alguno, sin saber qué estaba
haciendo. Más de una vez pensé que en realidad abrió el cajón deseando
que esa gente tuviera razón, que todo fuera mentira, un mal sueño, una
pesadilla. Sólo así podía entender que una persona como mi padre pudiera
prestar tanta atención a un pedido que me parecía inadmisible. Allí
surgió mi bronca de tener que dar explicaciones, que no nos dejaran en
paz con nuestro dolor. Sólo nosotros sabíamos lo que significaba la
pérdida de mi hermana. Yo sé que había mucha gente estaba tan destrozada
como nosotros, que la quería a Selena como un familiar más, pero sé que
todos ellos volvieron a sus casas y a sus vidas, y con el tiempo
cicatrizaron sus heridas. Nosotros nunca lo podríamos hacer por más que
lo disimuláramos, por más que le hiciéramos caso, una vez más, a nuestro
padre y nos mostráramos con dolor pero con entereza. Pero la verdadera
cara, el verdadero sentimiento, era el de mi padre con esa insólita
decisión de abrir ese cajón esperando ver el milagro … y recibir la
cachetada, el rostro de la realidad. No sé cómo podía mantener la
entereza y salir a darnos ánimos a nosotros. Supongo porque él sabía que
si él se caía, todos nos caeríamos con él y eso no se lo podía permitir.
Ya había perdido una hija. No podía dejar que perdiera a toda una
familia…
Tardé 4 años en volver a la música y siento que no he
vuelto nunca. Los que creen que saben lo que siento y lo que he sentido
estos años no tienen ni idea de lo que viví, de lo que sentí y de todas
las cosas que me pasaron por estos años. Como siempre, a la hora de ver
y analizar los problemas que he tenido en este último tiempo, siempre lo
tomaron por el lado del escándalo y del absurdo. Aprendí a darme cuenta
de que conviviremos con las consecuencias de aquel nefasto 31 de marzo
para siempre. Que siempre seré observado, que siempre seré cuestionado.
Al principio me dolía y me enojaba mucho. Ahora no me enojo, pero me
sigue doliendo. Como cuando me hago cada tatuaje, como cuando grabo en
mi cuerpo el nombre de mi hermana. Yo puedo entender que no nos crean en
todo, que sospechen, que especulen, que sientan que no somos tan buenos
como parece. Pero me gustaría que entiendan que yo perdí a mi hermana, a
mi hermana menor, a un ángel excepcional al que nadie podía imaginar
semejante destino, semejante cachetada de una realidad absurda, de un
mundo cruel e injusto … A los que piensan que lucramos con la partida de
mi hermana, ¿qué piensan? ¿Qué trabajamos como perros de sol a sol,
ganándonos el pan de cada día y buscando el éxito tan deseado con
honestidad, talento y sacrificio, sin que nadie nos regalara nada, para
después especular con la pérdida de mi hermana? ¿Creen que Selena tiene
un precio, que se puede canjear por un billete? Si fuera así, hubiésemos
puesto a la venta todo lo que hay de mi hermana hace ya mucho tiempo y
no lo hicimos. Hay muchas cosas de Selena que mi padre no las pone a la
consideración del público porque para él son recuerdos muy personales
que no tienen valor y que no lo quiere compartir con otra gente. Lo
mismo me pasa a mí, a Chris, a Suzette y a mi madre. Si mi padre o
cualquiera de nosotros hubiese tenido sólo el dinero como único fin
nunca esa mujer que nos quitó todo se nos hubiese acercado, porque lo
que ella hubiese propuesto se nos hubiese ocurrido a nosotros antes. Yo
podía notar en mi padre que su obsesión porque nosotros llegáramos a lo
más alto y porque Selena se convirtiera en la más famosa cantante
internacional era porque a través de la cristalización de nuestro éxito
se cumpliría su viejo sueño de triunfar a través de la música. Eso era
lo que lo movió a hacer lo que hizo. No fue por el dinero aunque
obviamente peleara duro por él para que fuéramos justamente retribuidos.
Pero fuera de todo eso, todo lo que queríamos compartir con la gente en
el recuerdo de mi hermana lo hacíamos sin dudar … Cuando pude rescatar
un reportaje en el que Selena llegó a cantar una partecita del tema
“¡Oh, no!”, diciendo que era un adelanto del tema del disco que grabaría
en inglés, armé un tema con mi banda y lo puse a la consideración de la
gente. Quería compartir con todos los que aman a Selena esa mezcla de
sensaciones, ese pase tan fácil y rápido de la risa al llanto, del canto
a la nostalgia, de la inmensa alegría al tremendo dolor. Esa partecita
de la canción que canta mi hermana es el ejemplo más claro y la
situación más emblemática de lo que pasaba con Selena en aquel momento …
Al verla no puedo dejar de sentir que mi hermana se estaba asomando al
mundo, estaba asomando su cabecita para decirle a todo el mundo quién
era, qué hacía y qué representaba para tanta gente. En esas imágenes
queda más que claro esa mezcla, esas dos caras de la fama de Selena, de
lo que había logrado y de lo que lograría en poco tiempo. Mi hermana no
dejaba de ser una muchacha de familia, joven, humilde, tremendamente
talentosa, con un futuro enorme, que ya había dejado de ser una promesa
en México y en Estados Unidos para convertirse en realidad, y que estaba
por pegar el gran salto, el salto a la fama mundial, el salto que podía
significar un salto para tocar el cielo, o bien un salto al vacío con
quién sabe qué consecuencias. Yo no tenía dudas … Nadie tenía duda de
que lo lograríamos, de que teníamos todo, absolutamente todo a nuestro
favor. Todavía recuerdo cuando allá por febrero de 1995 Selena dijera en
el programa “Padrísimo” que éste era un año crucial para el grupo ...
Nada más cierto. Estábamos en nuestro mejor momento, no teníamos límite,
todo eran éxitos y avances, el futuro no podía ser mejor … Pero a juzgar
por lo que sucedió, empecé a dudar de cuán preparados estábamos, si
íbamos a soportar determinadas cosas que suceden cuando uno ya es muy
famoso y se está en boca de todos. Se sabe que en general los artistas
pueden ser queridos y odiados al mismo tiempo por partes iguales. Que
para los medios es tan “vendible” hablar bien de alguien como atacarlo
sin piedad … Pero a nosotros nunca nos pasó eso. A mi hermana no sólo la
admiraban sino que la querían. Y los periodistas, los grandes medios,
los productores y los otros artistas también la querían y respetaban
mucho. Siempre me quedaron grabadas esas palabras que le dijera a Selena
Ricardo Rocha en su programa “En vivo”, esas palabras de admiración y de
sorpresa en las que le enfatizaba que no era tan fácil que un artista
fuera querido en su propio medio, en el mundo de los cantantes y de los
artistas. Siempre pensé que se podía ser un gran artista y muy popular.
Lo que podía ser casi imposible era que ese mismo artista fuera a su vez
tan admirado como persona por todo el mundo. Y eso era mi hermana ... Y
allí es donde me cuestiono acerca de si estábamos tan preparados para
soportar todo lo que traían la fama y el éxito. Nosotros estábamos
acostumbrados a que siempre hablaran bien de nosotros, que nos
respetaran y que nos admiraban. ¿Pero qué haríamos cuando muchos
empezaran a inventar cosas, manipular declaraciones, cuando atacaran
injustamente a mi hermana, cuando le atribuyeran cosas que no hizo?
¿Cómo haríamos? ¿Qué haría Selena cuando no le tuvieran tanto respeto en
algunos lugares en los que no la conocían? Ya nos había pasado un poco
en 1994 cuando algunos medios decían que Selena se había operado para
mejorar su imagen. Era un síntoma. Por supuesto que mi padre había hecho
todas las gestiones para que mi hermana tuviera la oportunidad de
aclarar sus cosas y no prestarse a los malos entendidos. Pero aquí en
Estados Unidos como en México todos le creían a Selena porque la querían
mucho y en muchas ocasiones la gente la vio cantar desde muy pequeña por
lo que la vio crecer y evolucionar como artista y como persona … ¿Pero
qué haríamos cuando viajáramos por el mundo y visitáramos países que no
nos conocían casi? Sin ir más lejos, ¿cómo nos recibiría Argentina, país
al que pensábamos visitar con Selena en 1995? Yo no tengo idea. La
expectativa era grande pero las dudas también. Y ante esta situación mi
padre no podría controlar todo, como él imaginaba que podía hacer. Y ese
nefasto 31 de marzo nos puso en la cruel realidad. Si nosotros creíamos
que teníamos todo controlado y resulta que una mujer a quien nosotros
confiábamos y conocíamos desde hacía un buen tiempo nos quitó a mi
hermana, ¿qué garantías teníamos que podíamos controlar una situación
que no conocíamos? Yo vivía en el mundo de mi música, en mi estudio de
grabación y con mi gente. Pensé que con eso alcanzaba y sobraba. Después
de que se me fue mi hermana comprendí que no alcanzaba con eso. ¡¡Para
nada!! El negocio de la música abarcaba más cosas de las que me
imaginaba, más cosas de las que se imaginaba mi padre. Me terminé de
convencer cuando vi cómo se hacían famosas otras artistas, y qué tenían
en cuenta para mantener su imagen y estar a resguardo de todo … Y viendo
el destino de mi hermana, comprendí que el problema no era como lo
planteó mi padre en un principio. No es que Selena pecara de
confianzuda, de incrédula o de inocente. Selena no era nada de eso.
Además, ella era así con su público y éste nunca le hizo nada malo. El
daño no vino de ese lado, vino de otro, del lado más íntimo, de nuestro
círculo más cerrado. Y tal vez cuando notamos que algo malo traería esa
mujer, debimos pensar que antes que nada debíamos haber puesto a
resguardo a mi hermana, y no estar tan seguros de nuestras fuerzas y de
nuestras decisiones. Que siempre puede haber a nuestro lado psicópatas
disfrazados de buenos amigos, de buenos compañeros de trabajo, de
incondicionales fans. Esos mismos psicópatas que si no se dan las cosas
como las que ellos quieren son capaces de asestar el mejor golpe, de
provocar le peor traición, de transformarse en el peor de los enemigos …
Nosotros nos dimos cuenta cuando ya era tarde, muy tarde … Por eso con
el tiempo me permití dudar de nuestras fuerzas. No por nosotros en sí
sino por nuestra visión de las cosas y por el trato con los demás.
Nosotros estábamos sin duda preparados en lo musical pero no así para
soportar la maldad, la mentira y la falsedad de este mundo cruel…
Recuerdo que cuando éramos jóvenes y teníamos que seguir
haciendo nuestras labores porque lejos estábamos de vivir de la música,
un día estaba trabajando en un taller allí en Corpus Christi. Era un día
de extremado calor. Y yo estaba meta lijar una tabla de madera. Miré
hacia la puerta del taller y podía ver cómo el sol pegaba fuerte en la
tarde tejana. Me asomé, sentí que un viento de fuego me abrazaba e
intentaba llevarme para el medio del campo. Corrí rápido para el
interior del taller, miré para el cielo y rogué a nuestro Señor que me
sacara lejos de allí, que me permitiera triunfar para que algún día
pudiera disfrutar de la buena vida luego de lograr ganar dinero con
trabajo, talento, esfuerzo y honradez. Cuando al final había logrado
salir de allí y con el tiempo lograr el merecido éxito que me permitiera
darme esos pequeños gustos que no me pude permitir realizar en casi toda
mi vida, sentí que me habían quitado algo, algo que me impedía ser feliz
enteramente y para siempre. Recuerdo que por aquella época todos
vivíamos juntos en tres casas una al lado de la otra. En aquella época
todos teníamos planificado mudarnos y vivir en casas más grandes, más
cómodas, con más espacio, con más intimidad; casas que íbamos a comprar
con dinero honestamente ganado, con esfuerzo de años y años de trabajo.
Selena había dicho hasta públicamente que iba a vivir en un amplio campo
que compartiría con Chris. Yo sé lo que significaba eso para ella. Mi
hermana vivió como nadie las tres etapas de su vida inmersa en el
trabajo, en el sacrificio, en la privación. Selena casi no tuvo momentos
de intimidad. Ella se había acostumbrado a vivir compartiendo todo con
todos, hasta lo que no era compartible. Y entre los tantos sueños que
tenía postergados, y que estaba a punto de realizar, era el de vivir
feliz en un amplio campo. Yo sabía todo lo que significaba esto para mi
hermana. Nosotros éramos muy unidos pero también cada uno necesitaba su
aire, su color, su lugar. Y para mi hermana ése era el inicio de muchas
cosas que ella quería realizar y que tuviera sólo su sello, sólo sus
sueños, sólo su nombre. Apenas se había asomado con esta nueva cara
cuando presentó “Selena Etc.”. Pero mi hermana tenía más planes, más
ideas, más energía que toda la Familia junta. Fue la que más se privó y
la que más necesitaba libertad, la que más necesitaba mostrarse tal cual
era, tal cual le gustaba … Y como si el destino no quisiera que Selena
llegara a completar ningún ciclo, como si el destino sólo le permitiera
triunfar para que se asome y vea todo su potencial, como si el destino
sólo quisiera que sus sueños fueran eso, sólo sueños, un día se nos fue
sin que mi hermana pudiera realizar todo lo que ella soñaba, todo lo que
ella quería … Un día volví a ese taller en el que trabajaba. No era de
día. Era bien de noche y estaba algo fresco. Noté que el lugar estaba
abandonado hacía no mucho tiempo … Entré por la misma puerta de la que
veía el sol rajante de la tarde tejana. Apenas podía ver el interior del
taller. Sólo me iluminaba la luz de la luna. Avancé unos pasos hasta que
di con el lugar en el que le imploré al Señor que me sacara de allí.
Volví a mirar el techo y le hice un nuevo pedido. Le pedí que volviera
el tiempo atrás y que no me hiciera caso. Que me dejara trabajando en
ese taller o en cualquier otro lado. Que no me haga triunfar, que no me
haga trabajar de la música, que no me haga popular, que no me haga un
hombre público. Le pedí y le rogué que borre mi pedido y que las cosas
sigan su curso normal, que no hiciera caso de nada que le pidiera y que
le hiciera daño a mi hermana. ¡¡Nada!! Luego de implorarle a mi Señor,
me quedé un rato en silencio como esperando una señal hasta que decidí
avanzar hacia la puerta. Cuando salí al parque abandonado, vi el
esplendor de las estrellas y me quedé un largo rato mirando cada una de
ellas. Las miraba con la ilusión de encontrar en alguna de ellas a mi
hermana. En la inmensidad de la noche pude darme cuenta de que jamás
podré aceptar ni entender ni explicar la partida de ella ... Eso que tal
vez le resulte extraño para los demás pero que sin embargo es tan simple
y tan cierto como tal. Estuve largo tiempo en ese patio llorando,
recordando, esperando vanamente que sucediera algo distinto que me
devolviera la alegría perdida, esa alegría que tenía cuando estaba en el
estudio de grabación y me quedaba con Selena explicándole cómo era la
música de un tema y cómo debía cantarlo, y quedarme anodadado en cómo
tan poco tiempo ella se lo aprendía al punto que terminaba acordándose
de las letras y de la música de las canciones mejor que yo. Aún hoy
recuerdo de la facilidad con la que aprendió la parte del coro que
nosotros cantábamos en el tema “Techno cumbia”. A todos nos había
costado mucho tiempo poder grabarla en óptimas condiciones … ¡¡pero al
final en vivo lo cantaba Selena, y lo hacía en una toma y mejor que
nosotros!! Así era mi hermana: más capaz, más inteligente, más
talentosa, más trabajadora, ¡¡y con mucha más energía y ganas que todos
nosotros!! Y en un mundo en el que los buenos y talentosos se nos van
jóvenes, un día se llevaron a mi hermana. Yo sigo esperando que el Señor
cumpla mi último pedido…
Cuando dimos aquel concierto del Houston Astrodome el 26
de febrero de 1995, yo quedé anodadado con mi hermana por dos momentos:
uno por su performance del Disco Medley, fundamentalmente cuando se
dispuso a bailar improvisadamente “la lavadora”; el otro fue su
actuación en el tema “Si una vez”, en la que si bien había partes
pautadas y ensayadas, noté cómo Selena en el medio del parate de la
canción se permitió ir a uno y otro lado del escenario dejando que la
gente gritara y la ovacionara mucho más de la cuenta. Cuando al término
del concierto yo la felicité por esos dos momentos, me dijo: “¿Recuerdas
lo que te dije cuando me preguntaste furioso por qué me había estudiado
esas canciones de nuestro padre? Pues bien, A.B., en eso pensé cuando
salí a dar el concierto”, se sonrió y se fue a firmar autógrafos a sus
fans. Yo me quedé mudo y contrariado. No recordaba bien ese momento.
Noté que mi hermana se iba lentamente como esperando algo. Cuando más
tarde logré recordar aquel día y me disponía a abrazarla y a reírme
junto con ella, ya era tarde. Luego lo olvidé, en la seguridad de que
algún día lo recordaría y le haría ver a mi hermana que no se me había
borrado de la memoria ese momento. Cometí el error de pensar que siempre
hay un mañana, olvidé lo que decía la letra del tema “No quiero saber”.
Mi hermana se me fue sin que yo pudiera agradecerle que se acordara de
mí y de ese momento en ese concierto increíble y en esa actuación tan
sublime…
Y mientras tanto lleno de tatuajes mi cuerpo, cubro mi
piel con el nombre y con el espíritu de mi hermana. Lo llevo con mucho
dolor, con mucho sufrimiento, pero también con mucho orgullo. En esos
tatuajes están reflejados la ausencia, el dolor y la no aceptación. Yo
sólo espero que al menos mi hermana vea que nunca me olvidé de ella, que
desde que ella se fue mi vida nunca fue enteramente feliz … Yo sólo
espero que el Señor me escuche y me permita volver a abrazar a mi
hermana…
(Siempre pienso que no me queda más que decir, que ya he
dicho todo de Selena, que mis sentimientos por ella están acabadamente
expresados. Pero de pronto aparece un duende que me habla al oído y me
dicta las cosas que escribo cada semana … Me gustaría pensar, deseo
pensar, que ese duende es la mismísima Selena … porque sé que si es así
nada está perdido, y que algún día podré encontrarme con ella y
abrazarla bien, bien fuerte…)
Selena: yo sólo puedo decirte que te quiero mucho…
“Acuérdate, acuérdate, Viviana, por favor. ¡¡No te
llegues a olvidar!! Pídele a Selena que te quieres sacar una foto con
ella. ¡¡Es muy importante que lo hagas!! Más de lo que tú crees.
¡¡Salvarás una vida muy, muy importante!! Cambiarás el curso de la
historia. ¡¡Acuérdate, acuérdate, Viviana!! ¡¡No me llegues a fallar!!
Ya verás que me lo vas a agradecer. ¡¡Ya verás que al final del camino
entenderás todo!! Hazme caso. ¡¡No te dejes vencer por la timidez!! No
te escondas en la vergüenza y en el miedo al ridículo. ¡¡No dejes para
mañana lo que puedas hacer hoy, Viviana!! No te olvides nunca, nunca de
eso. ¡¡Te lo pido por favor!! No me preguntes quién soy. Eso no importa
ahora. Quizá eso no importe nunca. Sólo escúchame, escúchame bien … No
te vayas de ese concierto sin pedirle a Selena que quieres sacarte una
foto con ella … ¡¡No se vale pedirle sólo un autógrafo!! ¡¡Eso no
surtirá efecto!! Eso no cambiará las cosas … Quédate el tiempo que sea
necesario. ¡¡Quédate horas, días, lo que necesites!! Pero no te vayas
del concierto sin tener tu foto con Selena. Que no se vaya Selena sin al
menos tú haberlo intentado. Si no lo haces será muy tarde, muy tarde
para cambiar todo … ¡¡Y tú te arrepentirás, Viviana!! ¡¡Hazlo, hazlo,
por favor!!”. Viviana se levantó sobresaltada. Ese sueño, esas palabras,
todo ese pedido la habían hecho despertar con una terrible angustia. Aun
cuando no podía recordar toda la pesadilla, retumbaban en sus oídos esas
palabras: “¡¡Y tú te arrepentirás, Viviana!!”. ¿De qué debía
arrepentirse? ¿Qué podía pasar? ¿Qué vida podría salvarse por el solo
hecho de pedirle una foto a Selena esa noche en la que la iba a verla
por primera vez en concierto en San Antonio? No era la primera vez que
había soñado esto. En realidad esta pesadilla la tenía recurrentemente
desde hacía unos seis meses, que coincidieron cuando Viviana había
decidido ver a Selena en vivo en cuanto tuviera oportunidad de verla
allí en San Antonio o en cualquier localidad cercana al pueblo en el que
vivía … Viviana era una texana de ascendencia mexicana de unos 16 años.
La conoció a Selena unos cuatro años atrás viéndola cantar “Dulce amor”,
en los Tejano Music Awards. Allí comenzó a admirarla. Además de que le
gustaba cómo cantaba, Viviana se sentía identificada con ella, quería
ser como Selena en todo sentido. Como cualquier chica texana, veía en
ella el ideal de joven que quería trascender en lo suyo, haciendo lo que
más le gustaba, llamando la atención y sumando muchos admiradores. Como
en su tiempo y como en todos los tiempos, ser mujer y en Texas era muy
difícil. Muchas veces se trascendía a la sombra del éxito de un varón o
por caminos que eran los menos deseados y muy degradantes en muchos
casos. Pero Selena marcaba que había un camino, una posibilidad, un
rumbo, una esperanza. Al principio ella era una niña y Selena una
promesa adolescente. Ahora era ella la adolescente y Selena una
jovencita con todo el éxito en su tierra arrasando con todos los premios
texanos y siendo la más popular de las cantantes de los nuevos tiempos.
Viviana se sabía todas sus canciones, tenía todos sus discos, incluso
los de Selena de muy niña, que ya para 1991 eran muy difíciles de
conseguir. Para cuando Viviana se prestaba para ver a Selena en el
concierto de San Antonio el 11 de abril de 1991 ella ya era un ícono en
su tierra y ya se presentía su éxito en México, sobre todo por la enorme
repercusión que trajo el tema “Baila esta cumbia”. Ir a ver a Selena en
esos tiempos generaba toda una expectativa, toda una sensación. Ya todos
sentían que hacía rato que ella había dejado de ser una promesa. Selena
ya era una artista consagrada en su tierra y se presumía un enorme
futuro. Todos la veían como una estrella joven, pero que por su enorme
popularidad y personalidad en el escenario no la podían dejar de ver
como una artista ya presente y ya instalada en la vida de todos los
texanos. Por eso Viviana se jactaba ante los demás de que ella fue
fanática de Selena “de la primera hora”, que no esperó de su éxito para
fijarse en ella. Viviana decía y se decía, no sin una gran exageración,
que ahora es fácil nombrar y seguir a Selena, pero antes cuando pocos
hablaban de ella, salvo los que la veían en cada pueblo en el que iba a
cantarles Selena luego de viajar horas y horas en bus, y los que la
conocían de cantar en festivales y en tantos lados, o por saber de ella
por los innumerables premios obtenidos en los certámenes tejanos, ella
estaba allí cantando y admirando a Selena. Viviana se decía: “Ahora es
fácil ser fan de Selena. Ahora la admiran todos porque está de moda y
porque muchos la empezaron a ver por la televisión. Yo me hice fan con
sólo escucharla allá en los TMA de 1987 cuando por suerte un tío me
llevó a ver a todos los artistas en esos hermosos premios tejanos y su
linda ceremonia. Yo la empecé a ver a Selena porque era una gran artista
y no porque era la chica que estaba de moda”…
Pero fuera de los sueños, de las expectativas y de la
identificación que sentía Viviana por Selena, ella era muy tímida. Había
creado su mundo con sus discos, con sus escritos que guardaba
celosamente en un diario sin que nunca sus padres supieran de él. Ella
igualmente sabía que sus padres no le pedirían ver su diario si se
enteraban de su existencia. Viviana era hija única y sentía la presión
de las expectativas que tenían sus padres por ella. Ella sabía que nunca
sus padres se distraerían cuidando a un eventual hermanito suyo. Por un
lado se sentía feliz por no compartir los privilegios de ser hija con
nadie, pero por otro deseaba con fervor, casi con ruego, que sus padres
tuvieran otro hijo para así fijarse en él y no tanto en ella. A medida
que iba creciendo empezaba a sentirse culpable de salir, de hacer su
vida, de querer hacer otras cosas distintas de las que deseaban sus
padres, de no desear más compartir cosas con ellos salvo cosas muy
puntuales que le gustaba aún compartir, como ir a almorzar afuera, o una
linda caminata por una plaza un domingo a la tarde. Esas vivencias las
tuvo siempre como lindos recuerdos desde muy pequeña y las quería seguir
compartiendo. Pero fuera de ello, quería empezar a volar para no
quedarse con la enorme culpa de sólo pensar que cuando ella se fuera sus
padres se quedarían solos … y más viejos. No se podía permitir eso, pero
todo eso le pesaba mucho. Por eso era muy vergonzosa, fundamentalmente
porque era muy estricta para con ella misma. Sus padres siempre fueron
muy cariñosos con ella pero también tremendamente exigentes … Otra vez
el tema de ser hija única … Temía al ridículo, no se animaba a hacer
nada en público. Todo le deba vergüenza ... Salvo cuando se trataba de
Selena. Cuando era Selena el tema de conversación, Viviana se soltaba y
expresaba todos sus sentimientos, toda su pasión. A diferencia de todo,
Viviana podía demostrar ante sus amigas que se sabía todas sus
canciones, que las podía cantar todas a la perfección, que podía
llegarse a pelear hasta llegar a las manos o no hablar nunca más con
alguien que osara hablar mal de Selena. “El que se mete con Selena, se
mete también conmigo”, solía decir con orgullo Viviana. Pero
paradógicamente Viviana nunca pensó en acercarse a Selena. Ella tenía
una visión muy particular sobre el trato con las personas a quienes
admiraba mucho. A pesar de sus 16 añitos, ella decía que no se los debía
molestar con autógrafos, con fotos o con ir a abalanzarse al ídolo o a
la persona admirada con cualquier excusa. Viviana sostenía que, como
ella, Selena y cualquier artista hacían su trabajo y que había que
respetar su vida privada, que nada justificaba ir a molestarlos con
cualquier cosa. Y aun sabiendo que Selena era tremendamente encantadora,
servicial y cariñosa con sus fans, a ella le parecía que no había que
acercarse para decirle algo o para pedirle cualquier cosa. Viviana
estaba convencida de que cada uno tiene su lugar y su función en la
vida, y si en un concierto Selena estaba en el escenario y ella en la
tribuna, esos lugares y esas funciones no debían mezclarse ni allí ni en
ningún lugar ni en ningún momento en la vida. Más de una vez tuvo
oportunidad de acercarse a Selena cuando iba de un pueblo a otro para
dar un concierto y ella jamás quiso acercarse. Hubo una oportunidad en
la que Selena había parado en su pueblo para almorzar camino a dar un
concierto en Austin. Todo el vecindario salió corriendo aunque más no
sea para verla, para felicitarla, para gritarle algo desde lejos, para
al menos alzarle la mano a la espera de que Selena la viera para
retribuirle el saludo, sabiéndose perfectamente que Selena haría eso y
mucho más … Pero Viviana no lo hizo. Eso sí: fue hacia donde estaba y lo
vio todo desde lejos. Por dentro se moría por ir a verla, abrazarla,
felicitarla, decirle lo que sentía por ella, permitirse expresar sus
sentimientos ante esa artista a quien tanto admiraba … Pero no había
caso … Viviana escudaba su timidez tratando de convencerse de que no
había que molestarla con cosas que tal vez la aceptaba por cortesía y
porque no le quedaba otra … Era muy cierto y hasta muy loable que
Viviana supiera que hay cosas en las que no hay por qué meterse, que la
vida privada es sagrada, que no hay justificación para saber todo de
todos, que es feo cuando la gente se siente con derecho a entrometerse
con todos, y sentirse con autoridad para opinar y meter sus narices en
lo que no le corresponde. También era muy cierto y hasta admirable que
Viviana pensara a los 16 años que ella no era quién para juzgar a la
gente por lo que hace con sus vidas, que no hay que acusar impunemente a
nadie, que cada uno tiene derecho a hacer de su vida lo que quiera y que
todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario, algo que
muchos olvidan cuando se meten en la vida de los demás, cuando juzgan
sin autoridad y sin conocimiento real de las cosas y cuando piensan que
cualquier celebridad es pasible de ser invadida en su vida por el sólo
hecho de ser públicamente reconocida por todos. Es muy cierto ello …
Pero también era cierto que muchas veces esos argumentos verídicos eran
utilizados por Viviana como excusa para no ser más sociable, más dada,
más reconocida, más visiblemente expuesta para querer y dejarse querer.
Viviana tenía temor al ridículo, temor a perder, temor al dedo juzgador
y, peor aún, el dedo acompañado de la risa de burla, de burla a su
persona, de burla a cómo era, de burla a ella como mujer. Todo eso sumía
a Viviana al encierro y a la no exposición. Muchas veces ella
relacionaba su postura en la vida como si fuera una contienda deportiva
en la que no para no exponerse al deseo de ganar con el riesgo de que
pudiera perder, prefería no arriesgar y empatar. Viviana prefería el
consuelo de no haber arriesgado nada pero no salir lastimada y lograr un
magro empate antes de que se jugara decididamente por ganar y lograrlo.
Ella moría por hacer lo segundo pero prefería la “tranquilidad” de lo
primero … Ella prefería mirar y admirar a Selena desde lejos antes que
acercarse a ella, que Selena la miraba y escuchara de su boca hermosas
palabras de admiración coronadas con un abrazo que simbolizara todo su
afecto y admiración a Selena … Viviana estaba “tranquila” pero no
satisfecha … “Ya habría tiempo de hacer todo eso”, trataba de
convencerse Viviana, no sin pensar -algo lógico a sus 16 años- que lo
que no se hace hoy no se hace mañana … lo que se deja de hacer hoy no se
podrá hacer nunca pues tal vez nunca habrá un mañana, por lo menos para
una persona … Y lo peor es darse cuenta de ello cuando es
irremediablemente tarde…
Ésa fue la sensación que tuvo Viviana esa mañana cuando
se levantó subrepticiamente tras la pesadilla. El mensaje era claro, muy
claro. Si no hacía eso que le pedía alguien, se arrepentiría para
siempre … ¿A qué se refería? Además, esa misma persona le hablaba de una
vida en juego … ¿Quién podía ser? ¿Alguien de su familia? ¿Sus padres,
acaso? ¿Ella misma? ¿Por qué una foto con Selena cambiaría el mundo, al
menos para alguien? No podía dejar de pensar que, una vez más, ella no
era la protagonista de algo que le perteneciera. Viviana tenía que hacer
algo que no deseaba por alguien. Eso la deprimía, la ponía mal, la
dejaba como alguien no tenido en cuenta. Pero enseguida pensaba en que
mejor era no pensar en eso. Es más, debía pensar que lo mejor era
ignorar esos sueños y esos mensajes. Los sueños, sueños son. No son ni
presagios, ni mensajes del más allá, ni del futuro, ni de nadie en
particular. Eran eso. Sueños … Pero sonaba tan real para Viviana, que
era la primera vez en la que sentía que no bastaba con refugiarse en sus
argumentos “lógicos”. Empezó a angustiarse y no había peor cosa para
Viviana que estar en ese estado. Eso le daba inseguridad y ella no podía
permitirse ello, ni para sí, ni para los demás. Enseguida llamó a
Victoria. Ella era su amiga desde los 5 años y fue quien la convenció
para ir al concierto imperdible de San Antonio. Viviana no tenía ninguna
excusa. El padre de Victoria las llevaría al concierto y lo presenciaría
con ellas. Pedro, el padre de Victoria, era un gran admirador de Selena,
lo cual fue una suerte para su hija y para Viviana, cuyos padres eran
admiradores de músicas muy distintas de las que gustaba su hija. Viviana
hizo su último intento de autoboicotearse pidiéndole permiso a ellos y
creyendo -y deseando- que no la iban a dejar ir. Pero para su sorpresa
-y alegría- sus padres no sólo la dejaron sino que la alentaron a ir,
sobre todo su padre, que conocía muy bien a su hija y sabía que
íntimamente Viviana moría por ir a ver a Selena. Ahora ella llamaba a
Victoria por la angustia que tenía por su sueño recurrente, que se había
convertido en pesadilla con cada sueño en el que se iba incrementando de
información, en el que cada vez había un elemento más, palabras nuevas,
personajes distintos, pedidos que se transformaban en exigencias,
temores que presagiaban tragedias. “¡¡Vamos, Vivi, no inventes más
excusas!! No trates de convencerme para no ir. ¡¡Vas a venir conmigo
aunque tengas 40 grados de fiebre!! ¡¡Es hora de que veas a Selena de
una vez!! No te pido que la saludes ni que le digas que la quieres.
¡¡Sólo quiero que te diviertas conmigo viendo a Selena!!”, la amenazó
con algo de verdad Victoria. “¡¡Es que no entiendes, Vicky!! No es que
no quiera ir. Es que en el sueño me piden que tengo que sacarme una foto
con ella, que si no lo hago me arrepentiré, que hay una vida en juego.
Si no fuera porque lo soñé tantas veces, no le prestaría mucha atención,
pero anoche, anoche lo sentí muy real, sentí que me lo estaban
exigiendo, rogando, implorando. No sé, es como si alguien del futuro que
sabe algo trágico que haya pasado me avisara por sueños que debo sacarme
una foto con Selena para evitar que algo malo suceda. ¡¡Créeme, Vicky,
no sé qué hacer!! Me conoces. En otra circunstancia, no dudaría. No me
acercaría y listo. Pero ahora…”, dijo Viviana toda angustiada. “¡¡Pues
ahora ve y te sacas una foto con Selena!! ¿Cuál es el problema ahora?
Tienes que ver el lado positivo del sueño: te pide algo que debiste
haber hecho hace largo rato … ¡¡Pedirle un autógrafo a Selena, sacarte
una foto o al menos abrazarla!! ¿Qué más quieres? ¡¡Ya es hora de que lo
hagas!! Ya lo sabes: no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”.
Viviana escuchó esas palabras de su amiga y se convenció. En un punto
ella tenía razón, aunque se inquietó con haber escuchado otra vez
aquello de no dejar las cosas para otro día. Ella era muy joven para
pensar en que si no hacía las cosas hoy ya no habría tiempo para
hacerlas mañana. Ella tenía una larga vida por vivir, como su amiga
Victoria, como su amada Selena. ¿Por qué tanto apuro? ¿Por qué tanta
alarma? Lo podía entender de sus padres, ¿pero ella? Y mientras ello
pensaba, su amiga Victoria le decía: “Bueno, Vivi, ya deja de pensar,
prepárate, ponte linda que en un rato te paso a buscar con mi padre para
ver a Selena. ¿No estás acaso emocionada? ¡¡Vamos apúrate que ya voy
para allá!!”. Viviana asintió y colgó para prepararse para la gran
noche. Una vez que dejó de hablar con Viviana, Victoria quedó
preocupada. Había algo en el relato de su amiga que la perturbaba. Ella
presentía que podría haber algo de cierto en que algo podría suceder en
el futuro. Victoria pensaba, al revés de su amiga Viviana, que había que
aprovechar al máximo los tiempos felices, pues siempre vienen los otros
que nos sacuden de la modorra de la buena vida. Ella era tan feliz con
Selena … Eso era lo que temía … Como pensaban los egipcios, y que fuera
reflejado en la Biblia, luego de 7 años de “vacas gordas” vienen siempre
7 años de “vacas flacas”. Victoria temía que pronto podrían venir las
“vacas flacas”, el dolor, la angustia, la privación. Ese sueño de
Viviana potenció ese temor de Victoria. Sabía, con temor a pelearse con
su amiga, que debía convencerla, por las buenas o con las malas, a que
debía acatar el pedido que le hacían a través de sus sueños…
Cuando Victoria llegó con su padre a la casa de Viviana
para llevársela al concierto, ella ya estaba lista desde hacía una hora.
Su madre le había dado toda clase de consejos, le dijo más de una vez
que tuviera cuidado, que tratara de fijarse bien con quién hablaba y que
se limitara a disfrutar del concierto junto con su amiga Victoria. Ese
sermón se repitió con Victoria. Viviana escuchaba todo con los ojos en
blanco o para arriba mientras se mordía los labios tratando de contener
su fastidio por la sobreprotección de su madre. Había comenzado a sentir
compasión por su padre que había abandonado la idea de contener a su
madre con sus obsesiones y trataba de darle oxígeno a su hija
demostrándole con hechos y con palabras de aliento que podía contar con
él, que él confiaba en ella, que él sabía que se cuidaría sin necesidad
de estarle tan encima. Viviana valoró como nadie ese gesto pues si había
algo que necesitaba ella era que confiaran en su proceder, que cuanto
más la dejaran volar más ella tendría en cuenta sus consejos en vez de
rebelarse tontamente por fastidio ante el acoso permanente y
desconfiado. Ella sabía que aún era chica pero también entendía que sus
padres estaban preocupados por su vejez, por ser ella su única hija y
por saber que muchas cosas en el futuro las debían afrontar solos … Si
no fuera por ese pequeño “detalle”, ellos no tendrían problemas con
nada, pues en definitiva ellos deseaban que su hija fuera feliz haciendo
lo que más le gustaba aunque ellos no lo compartieran. “No se preocupe
señora, yo cuidaré a su hija. Piense que viene con la mía … Yo velaré
por ellas y haré todo para que se diviertan tranquilas”, le dijo Pedro a
la madre de Viviana. “Además, yo admiro muchísimo a Selena. Así que yo
me divertiré también … Sé que ustedes no la siguen a ella, pero yo sé lo
que les digo … Escúchenla, véanla. Se maravillarán con ella. No
necesitan seguir su música. Ni siquiera dejar de escuchar lo que siempre
han escuchado. Aun así les encantará. Ella es distinta, se lo aseguro.
Tiene un futuro enorme. Ya verá que llegará lejos. Mire, Selena nos
mantiene unidos a mi hija y a mí. Nosotros escuchamos juntos sus
canciones, las cantamos a los gritos en los conciertos, nos divertimos
mucho con ella, la pasamos muy bien. Sólo alguien como ella puede
generar lo mismo ante gente tan distinta y de diferentes edades.
¡¡Selena nos mantiene unidos!! ¿No es cierto, Vicky?”, dijo todo
entusiasmado Pedro a su hija. “¡¡Claro que sí padre!! ¡¡Selena For
Ever!!”, gritó Victoria alzando su brazo y pegando un grito de júbilo.
Esa exclamación de Victoria estremeció a Viviana. Se le vinieron varias
imágenes en su mente y frente a su vista. De pronto detrás de su madre,
de Victoria y de su padre pudo ver una imagen, una silueta de un hombre
que le hacía toda clase de ademanes y le volvía a implorar. “¡¡Por
favor, Vivi!! ¡¡Por favor!! ¡¡Recuerda!! ¡¡Recuérdalo por el Amor de
Dios!! ¡¡Ve a ver a Selena y sácate esa foto!! Es indispensable que lo
hagas, si no quieres decir con llanto lo que exclamó tu amiga…”. Viviana
estaba seria y paralizada mientras todos se reían entusiasmados por la
inminencia de la hora del concierto hasta que todos advirtieron lo que
le pasaba a Viviana. “Vivi, Vivi, ¿Qué te pasa? ¿Es que no estás
contenta? ¡¡Vamos a ver a Selena, por fin!! Sé que eres un poco tímida
pero ella no te va a morder … ¡¡Ah, cierto!! Es por lo del sueño,
¿verdad? Ya no pienses en ello. En todo caso lo que tienes que hacer
es…”, le decía Victoria hasta que irrumpió la madre de Viviana: “¿Pero
qué pasa, mi Vivi? ¿Qué has soñado? ¿Es grave? ¿Qué es lo que debes
hacer? Ya vamos, dime qué te angustia. ¡¡Estás pálida!! ¡¡Tienes las
manos frías!! ¿Te sientes bien? Será mejor que no vayas. Me temo que…”,
dijo su madre toda preocupada hasta que irrumpió el padre de Viviana:
“¡¡Vivi se va ya!! ¡¡No tiene nada, mujer!! Va a ver a Selena y no es
para menos. Es su ídolo y sé que es una gran artista”. Su madre se le
quedó mirando toda desconcertada. Nunca había visto a su esposo tan
terminante. “¿Y qué sabes tú de Selena? ¿No sabía que te gustara ni que
la hayas visto? ¿Cómo sabes…?”. “Escuché a nuestra hija, mi vida.
Imaginé que debía ser buena siendo que ella la admira tanto. Así que el
otro día la vi en la televisión dando un concierto y ahora entiendo por
qué nuestra hija la quiere tanto. Es muy buena artista. ¡¡Así que ve mi
hijita y salúdala de mi parte!!”, dijo su padre con una sonrisa. Viviana
corrió a él y le dio un fuerte abrazo. “¡¡Gracias padre, eso era lo que
quería escuchar!! ¡¡No sabes cómo valoro lo que has dicho!! Yo siempre
creí que a ti te parecía mal que me gustara Selena por tus gustos y
porque…”. “Pues has creído mal, Vivi. Yo puedo enseñarte lo que me
gusta, puedo decirte lo que para mí es lo bueno y es lo malo, pero a la
hora de decidir tú sabes lo que te gusta. Yo te puedo enseñarte el
mundo, puedo mostrarte todas las posibilidades, pero la que sabe lo que
te gusta, la que debe recorrer su camino, lo que te hace feliz sólo eres
tú. Y si yo sé que Selena te hace feliz, yo seré feliz. Y si sé que a ti
te gusta Selena sabiendo cómo eres, lo mínimo que tengo que hacer es
aceptarlo y alentarlo. Sé que no puede ser malo. Y al ver a Selena me di
cuenta de que yo también descubrí a una gran artista. Uno tiene que
desear no sólo que lo escuchen sino saber escuchar”, dijo el padre de
Viviana y fue esta vez él quien abrazó a su hija. “Y ahora ve que se te
hace tarde. Cuídate mucho, disfruta el concierto, cuida a Vicky y sobre
todo a su padre”, le dijo mientras provocaba ese último consejo la risa
de todos. “Ya escuchaste a tu padre, Vivi. Llévame al concierto y
¡¡contenme si me excedo en mis gritos!!”, le dijo el padre de Victoria a
Viviana. Los tres se marcharon velozmente para ver a su ídolo en
concierto, mientras que los padres de Viviana se refugiaban en su casa
aprendiendo a volver a convivir juntos y solos afrontando esa nueva
etapa en sus vidas tan temida…
Ya en el auto camino a San Antonio, el padre de Victoria
se permitió preguntarle a Viviana: “Perdóname, Vivi, que me inmiscuya en
tus asuntos, pero ¿es tan serio lo que has soñado? Te lo pregunto ahora
porque no quería alarmar a tus padres, pero vi tu rostro muy serio
cuando estábamos celebrando ir para San Antonio. Si no quieres no me lo
cuentes, pero pensé que algo te angustiaba…”. Su hija Victoria se le
adelantó diciéndole: “Es que Vivi está soñando seguido con que debe
sacarse una foto con Selena para que no pase nada malo. Yo creo que tal
vez ella esté deseando sacarse una foto con Selena, pero no se anima.
Sería mejor sacarse la foto ya para no dejarse llevar por la timidez.
¡¡Si Selena no va a tener problemas!! Seguro que si la ve, ¡¡será Selena
quien le pida sacarse una foto con Vivi!!”, dijo Victoria tratando de
alentar a que ella haga algo que ahuyente sus presagios y sus miedos a
que los días alegres se vayan para siempre … “¡¡No, Vicky!! ¡¡Ya te lo
dije!! No se trata de timidez ni de que yo desee sacarme una foto. Es
que hace un tiempo sueño con que alguien me pide encarecidamente que me
saque una foto con Selena, que si lo hago evitaré una desgracia y
salvaré una vida. Lo que más me preocupa es que ese sueño es cada vez
más recurrente y cada vez es más la información que recibo. Pero hace un
rato fue peor. Ni siquiera fue en un sueño. Vi detrás de ustedes que
alguien me repetía lo mismo de siempre, sólo que me agregó que si no
hacía lo que me pedía corría riesgos de repetir lo mismo que dijo Vicky
pero con tristeza. Lo que pasa es que no sé qué estabas diciendo tú en
ese momento. Yo estaba paralizada y en trance. No sé lo que exclamabas
en ese momento. ¿Lo recuerdas?”, preguntó Viviana. “No, sé que grité
algo, algo de Selena, de ir a su concierto. Nada trascendente. ¿Qué pudo
ser? Aparte, algo que uno diga alegremente pero luego con tristeza …
Ummm. No sé. No se me ocurre. Pero bueno, como sea, ¡¡sácate la foto y
ya!! Si es como tú piensas, un mensaje de alguien, mejor hacerle caso y
ver los resultados. ¿No te parece?”, insistió Victoria. “Mira, Vivi. No
sé qué decirte. Yo pensaría que sólo se trata de un sueño y nada más. Y
si es recurrente, de una pesadilla. Y si ves que te sigue perturbando,
te diría que consultes con un médico. Pero debo confesarte que tu rostro
era de alguien que se daba cuenta muy bien de lo que estaba pasando o de
lo que va a pasar. Debo confesar que me asusté por un momento. Tal vez
tenga razón Vicky. Busca a Selena y sácate una foto con ella. Al menos
con eso estarás tranquila con tu conciencia de que has hecho lo que te
piden en tu sueño y ya no tengas más esa pesadilla. Al menos en el sueño
te exigen algo lindo. ¿Quién no quiere sacarse una foto con Selena? Yo
creo que me voy a sacar una..”, dijo el padre de Vicky. “Entonces,
¡¡acompáñala tú!!”, le dijo su hija. “¡¡No!! ¡¡Eso no puede ser!!
¡¡Tengo que ir yo sola!! Yo se lo tengo que pedir y yo me lo tengo que
sacar sola con ella”, dijo con total seguridad Viviana. Fue como si ese
pedido de su amiga le abriera la mente y el panorama a Viviana, y con
ello supiera exactamente lo que tenía que hacer más allá de para qué. Es
como decía el padre de Vicky: Viviana deba la impresión de saber lo que
hacía y por qué aunque ella no lo supiera, al menos conscientemente.
Luego de esas palabras de Viviana, se llamaron por un rato a silencio y
después las chicas se dispusieron a descansar para la noche que se
venía. Al cabo de un tiempo, y luego de que el padre de Victoria las
despertara para indicarles que estaban por llegar a San Antonio, todo
fue cánticos, alegría, expectativas, júbilo … No era para menos. Estaban
por ver a Selena. Quien sabe cuándo la volverían a ver…
A Viviana le costó medio concierto para reaccionar ante
lo que estaba viendo. Quedó impactada desde que vio entrar a Selena con
toda su gracia y energía para cantar el tema “Set me free”, una variante
en inglés del tema “Enamorada de ti”. Quedó impresionada porque empezaba
a advertir la madurez de Selena. Ya no era esa chiquilla que sorprendía
a los texanos con cada canción y constituía toda una revelación. Veía a
Selena y Viviana no tenía ninguna duda de que esa increíble artista
llegaría lejos, muy lejos. No dejaba de ser una cantante texana, pero ya
era multipremiada y la más famosa. Se había ganado un lugar a puro
talento y sacrificio, y ese despliegue, esas canciones modernas mechadas
con las antiguas no le hacían dudar a Viviana acerca de que Selena se
convertiría pronto en una artista internacional. Ella ya sabía por
muchos amigos que innumerables canciones de Selena habían sido un suceso
en Monterrey y en buena parte de México. Ya se hablaba de Selena a uno y
otro lado del Río Bravo. Viviana sabía que pronto Selena sería tan
exitosa en México como en Estados Unidos, y que con su gracia, simpatía
y humildad terminaría rompiendo todas las barreras que para cualquiera
serían imposibles de quebrar. Viviana sabía el mérito que había logrado
Selena siendo mujer, con todas las dificultades que lamentable y
absurdamente ello implicaba. Hasta Selena era casi imposible que Texas
adoptara como su principal figura a una mujer, y Selena lo estaba
logrando con una facilidad que asombraba pero que no sorprendía para
quien la conocía bien. Los texanos la premiaban desde que tenía 16 años.
Todos la querían, admiraban y le deseaban lo mejor. Todos sin excepción:
público, músicos, artistas, productores, ¡¡todos!! Viviana se decía a sí
misma que a alguien como Selena debía irle bien pues nada malo podría
ocurrirle. ¿Qué mal podría sucederle si todos la querían? Como mucho
podría resultarle indiferente a algunas personas, pero eran los menos.
Viviana veía a Selena cantar, sonreír, saludar, bailar, y no podía dejar
de sonreír y de sentir una gran satisfacción y dicha por conocer a
semejante artista y persona. Pero a pesar de ello había algo que no le
gustaba del concierto ... Los atuendos ... Esa ropa de vaqueros en
blanco y negro, y todo el grupo uniformado con ella, no la convencía. A
su amiga Victoria le encantaba. Y así era la sensación de todos los
asistentes: a la mitad le gustaba y a la otra no. Pero era lo de menos
esa disidencia, esa diferencia de gusto. La presencia de Selena
acaparaba todo, absolutamente todo. Los demás sólo tenían la obligación
y el deber de acompañarla lo más dignamente posible, porque en
definitiva era a Selena a quien iban a ver todos. Ella quedó
impresionada por la gran cantidad de gente asistente en el concierto.
Había mucha gente hasta detrás del escenario, con la dificultad que ello
resultaba siendo que éste no era giratorio, como por ejemplo el del
Astrodome. Aun así a la gente no le importaba. Se conformaban con
escucharla, y con verla de lejos y de espalda, aunque todos sabían que a
la larga Selena se daría vuelta y los encararía para ofrecerle su mano
para ser saludada y alabada. Viviana veía cómo en el concierto había de
todo: gente de su edad, niños, gente muy mayor, adultos. Lo que más le
impresionó fue ver a tantos padres llevando a sus hijas en los hombros
durante todo el concierto y todos disfrutando por igual. Sobre todo le
impresionó a un padre que estaba en las primeras filas con su niña
alzada y que cada vez que Selena se acercaba a él aproximaba a su hija
para que ella la saludara. Era conmovedor ver a una niña pequeñísima
batir palmas con cada canción de Selena y extender su manito para que
Selena la tocara. Pero esa escena era una radiografía de un concierto de
Selena; además de canciones, actuaciones y aplausos, había cariño. Esa
cantante que pronto cumpliría 20 años se había ganado el corazón de
todos los texanos y de muchos latinos de Estados Unidos que, como
Viviana, recorrían muchos kilómetros para ir a ver a Selena. Y México
pronto sería una realidad, y la ruta sería interminable. Aun así el
concierto que estaba viendo Viviana tenía muchos temas modernos en
inglés. Y eso no le sorprendía para nada, pues sabía que Selena y Los
Dinos adaptaban su repertorio al lugar en el que tocaban, y que en San
Antonio harían cosas más modernas y variadas que en otros lugares. Ellos
tenían como premisa que si en un lugar gustaba mucho de las rancheras,
tocaban preferentemente ello, y si gustaban de cumbias harían ello, y si
no, rock, pop, reggae, country, lo que sea. En ese concierto Viviana
gozó de todo, pero lo que más le gustó fue ese inicio con “Set me free”,
las clásicas “Baila esta cumbia”, “Siempre estoy pensando en ti” y
“Besitos”, se deslumbró por la versión e interpretación de Selena en
“Mentiras” y en donde más se emocionó fue cuando cantó “Where did the
feeling go?”. En esa canción lloró como nunca y vaya uno a saber por qué
justo en el momento en el que Chris se lucía con su solo de guitarra,
irrumpieron esas voces que venían por detrás suyo para recordarle a
Viviana que debía sacarse una foto con Selena. Eso volvió a angustiarla
pero nunca se olvidó de la artista que tenía enfrente y el futuro que
tenía al verla. Por eso se lamentó cuando notó que la gente no había
celebrado tanto el tema “Sensitivity”. Viviana sabía que tenía mucho que
ver el hecho de que el público no la conocía, y que no era ni la típica
ranchera, cumbia o tema moderno que todos conocían. No. Era un tema muy
sensible que sacaba acaso lo mejor que tenía Selena si sólo se la miraba
como cantante, con su voz y el sentimiento que expresaba. Era evidente
que ese tema era para cantarlo más tarde, para cuando Selena ya fuera
una cantante consagrada o a punto de serlo no sólo en el mundo latino
sino con los “gringos”. Pero Viviana entendió que Selena quería darse el
gusto, como también su padre y su hermano: ver cómo Selena se
desenvolvía en vivo con esos temas. Viviana podía ver cómo al inicio del
tema Selena iba vocalizando sobre la marcha para encontrar el tono justo
para cantarlo. Eso a Viviana le dio mucha ternura, como el hecho de
observar que Selena era muy sensible a la reacción del público, que
detrás de esas risas, chistes y su eterna alegría estaba una muchacha
con mucha sensibilidad, con ganas de amar y de ser amada. Al término de
“Sensitivity” y para asombro de Victoria, Viviana vitoreó y aplaudió a
Selena como nunca. Ella la miró y se lo agradeció con un “gracias”
lanzado al aire. Por un instante Viviana se paralizó: Selena la había
visto y agradecido. Eso le volvió a recordar la foto, pero también
retuvo ese momento en el que ella captó lo que sentía Selena. Eso y la
respuesta de Selena fueron lo más lindo que vivió del concierto … Hasta
ese momento…
Cuando terminó el concierto todo era júbilo, todo era
algarabía, pero por sobre todo, la gente estaba feliz. Una vez más la
gente estaba contenta por lo que le había ofrecido Selena. Viviana
estaba muy nerviosa porque debía ir a buscarla por el bendito asunto de
la foto. Estaba por desistir de hacerlo hasta que Victoria le hizo ver
que no tenía escapatoria: “¡¡Vamos, Vivi!! Tienes que ir a ver a Selena.
¡¡Al menos inténtalo!! ¿Qué? ¿No me digas que no piensas ir?…”. Viviana
la miró entre resignada o contrariada. Podía entender que su amiga le
insistiera de hacerlo si es que ella lo deseaba hacerlo por motu proprio
y desistía por timidez. Pero acá estaba el asunto de su sueño. ¿Y por
qué Victoria estaba tan preocupada y ansiosa porque ella se acercara a
Selena y cumpliera lo que se decía en ese sueño? Ni siquiera le pidió un
autógrafo en el caso de que se contactara con su ídolo. ¿Es que estaba
preocupada? ¿Por qué sería? Viviana estaba por explicarle que mejor
sería irse, que ella no se animaría, no querría y se fastidiaría con la
gente que estaría más desesperada que ella por pedirle algo a Selena. Si
bien buscaba excusas, es cierto que a Viviana no le gustaban las
aglomeraciones y la gente invadiendo terrenos que no le pertenecían. A
ella le gustaba admirar a Selena desde lejos, dejando que su ídolo sea
la protagonista y querida, y no ella, que sólo era una admiradora más …
Iba a explicarle eso a Victoria hasta que el padre de su amiga irrumpió
diciéndole: “Supongo que ya estarás preparándote para ir a pedirle la
foto a Selena … ¡¡Vamos, apúrate, que debemos volver pronto a casa y
hay mucha gente que la espera con muchas ansias!!”. La sonrisa del padre
de Victoria lo decía todo. Estaba contento como un niño y no era para
menos. Quedó más que impactado con la actuación de Selena, al punto que
allí mismo decidió ponerle su nombre a la beba que tenía planeado tener
en poco tiempo … Viviana se resignó y encaró para el lado de los
camarines. No sabía qué iba a hacer ni qué decir. En un punto pensó que
era mejor hacerlo para así impedir esa desgracia de la que desconocía
por completo, pero el problema era que no quería pasar por nada del
mundo por este momento. Cuando vio al mundanal de gente que se agolpaba
detrás de una puerta que supuestamente conduciría al camarín de Selena,
se quería matar. Ya no era que no lo quería hacer … ¡¡No lo podía hacer
por nada del mundo!! Aun así fue avanzando hacia la supuesta puerta en
la que todo eran gritos, empujones, locura. En un momento alguien creyó
ver a A.B. y pegó el grito. Un grupo de chicas enloquecidas comenzó a
correr y dos de ellas se llevaron por delante a Viviana. Ella se inclinó
hacia su izquierda pero no pudo evitar los empujones, perdió el
equilibrio y las embestidas la dispararon contra una pared lindera a la
puerta, con tanta mala suerte que en su desesperación por agarrarse de
algo no vio a otra fan que corría por A.B. que la tumbó hacia la puerta
con una violencia tal que la abrió cayendo del lado de adentro. El
personal de vigilancia estaba por levantarla y depositarla de nuevo al
hall, pero la horda de hombres, mujeres y niños que fueron hacia la
puerta los hicieron recapacitar. Uno de ellos empujó a Viviana hacia el
interior del camarín mientras otro cerraba la puerta. En cuanto ellos
controlaron parcialmente a la gente, uno se acercó a Viviana con la
intención de sugerirle “cortezmente” que se retirara del camarín por una
puerta secreta, pero algo lo detuvo .... “¡¡Ey!! ¿Qué vas a hacer con la
niña? Esa muchacha fue la que celebró mi interpretación del tema
“Sensitivity”. Supongo que le vas a traer un refresco, ¿no?”. El
muchacho asintió en silencio y fue a buscar la gaseosa. Viviana se quedó
muda, impactada, shockeada. Esa joven que había ingresado era …
¡¡Selena!! ¡¡Y encima se acordaba de su presencia y de su gesto en el
concierto!! Trataba de decir algo pero Selena se encargó de todo. “Ven,
pasa por aquí. Siéntate. Escuché todo y me alarmé. ¿Estás bien? ¿Te
gustó el concierto? ¡¡Gracias por tu gesto con el tema “Sensitivity”!!
¿Es cierto que te gustó tanto? Vamos, háblame. ¡¡Demuéstrame que estás
viva!!”, le dijo Selena, mientras le echaba una palmadita en la espalda
y echaba a reír con ganas. Viviana se rió y sólo atinó a abrazarla muy
fuerte y a agradecerle, a darles las gracias por hacerla tan feliz.
Selena sólo se reía y trataba de calmarla, pero ella también estaba muy
emocionada … Viviana le había hecho notar todo lo que ella generaba y
ese cariño era lo que siempre había buscado Selena, mucho más que el
dinero, mucho más que la fama, mucho más que los conciertos. Cuando el
muchacho le trajo la gaseosa a Viviana, ésta advirtió cómo no sólo
querían a Selena sino cómo la respetaban. Trató de hablarle no sin
dificultad cómo se hizo admiradora de ella y lo que vivió esa noche.
Selena se daba cuenta de que Viviana no se animaba a decir algo. Así que
fue sin rodeos. “Vamos, Vivi. Sé que me quieres pedir algo. No tienes
más que solicitarlo. ¿Acaso quieres un disco, deseas un poster, una
prenda, sólo un autógrafo? … ¿Acaso quieres…” “¡¡Una foto!!”, la
interrumpió Viviana. “Sólo quiero eso. Es por una promesa. Si por mí
fuera no hubiese venido, pero…”. “Ah, ¿pero cómo? ¿Acaso no querías
verme?”, preguntó con gracia e inquietud Selena. “¡¡No, no!! Más bien
que quiero verte, pero yo prefiero admirarte a distancia. Yo no quiero
molestarte. Tú me haces feliz con tus actuaciones. No quiero pedirte más
y no deseo invadir tu vida. Pero esto es por una causa especial…”.
Selena se sonrío y llamó a su hermano. ¡¡Hey, A.B., ven aquí!! ¡¡Es
importante!!”. A.B. apareció de pronto con una amplia sonrisa, saludó a
Viviana y accedió con amabilidad al pedido de Selena de tomar una foto
con ellas juntas. “¡¡Toma unas cuantas, por las dudas de que falles en
los primeros intentos!!”, dijo Selena mientras se reía a carcajadas, y
buscaba la complicidad de su hermano y la sonrisa de Viviana. Ella lo
hizo y pensó en todas esas fans que la tiraron al piso por buscar a A.B
en una falsa alarma. Ahora ella estaba siendo fotografiada por él
mientras ellas estarían enloquecidas buscando la nada misma. Viviana se
dio cuenta de que a veces las cosas se logran si se piensa un poco en
vez de correr como un perro mordiéndose la cola. En eso Selena mira a
Viviana, mira a A.B. y le dice: “¡¡Hey, hermano!! Se me acaba de ocurrir
algo. ¿No te parece que deberíamos sacarnos nuestras propias fotos para
ofrecérselas a nuestros fans? Nosotros no tenemos nada de eso…”. “Es
cierto”, dijo A.B. “Lo que pasa es que a nuestro padre eso nunca le ha
interesado pues para él no forma parte del negocio de la música, pero
ahora que tenemos tantos admiradores es necesario algo así. ¡¡Nos piden
muchas fotos para autografiar y no tenemos!!”. “Sí”, dijo Selena. “¿Y
sabes qué? Creo que deberíamos fundar un club de fans. Con eso podríamos
ofrecerle muchas de nuestras cosas a cada uno de ellos a cambio de una
módica suscripción”. “Es una gran idea”, dijo Viviana mientras sentía,
sin saber por qué, que esta idea cambiaría muchas cosas en la vida de
toda la Familia Quintanilla. En eso entra el padre de Selena y luego de
presentarle a Viviana le planteó su idea. A él le pareció que era una
buena idea siempre y cuando se hicieran cargo de ello su otra hija
Suzette y su esposa. A todos les pareció una buena decisión, pero Selena
planteó un agregado a la idea original. “Pero yo quiero que se sume
alguien a este equipo, siempre y cuando esa persona acepte…”. “¿Y quién
es esa persona?”, dijo su padre. “¡¡Ella!!”, dijo Selena señalando a
Viviana. “¿Pero cómo podré ayudarte?”, le dijo Viviana no pudiendo salir
de su asombro y emoción. “Por lo pronto, quiero inscribirte como la fan
N° 1. Ya me ayudarás en lo que puedas y a la distancia, como me dijiste
que te gusta. Ya el tiempo dirá…”. Selena miró a todos y como nadie
objetó la idea, se acercó a Viviana estrechando su mano: “¿Entonces
traro hecho?”. “¡¡Trato hecho!!”, le dijo Viviana y se olvidó de
estrecharle la mano. Sólo la abrazó dando varios giros sobre el mismo
lugar en el que estaban. De pronto apareció Suzette avisando que había
dos personas que preguntaban por Viviana. Allí Viviana cayó en que se
había olvidado de Victoria y de su padre. “Me tengo que ir, Selena”, le
comunicó, y sin saber por qué le dijo casi mecánicamente: “¡¡Cuídate
muchísimo y nos veremos muy pronto. Hasta luego, Chau!!”. Selena la
detuvo un instante más para tomar sus datos para inscribirla. Luego se
volvió a abrazar largamente con Selena y con toda la Familia
Quintanilla. Viviana lloraba de alegría. Fue sin duda el día más feliz
de su vida aun cuando no se diera cuenta nunca de que aquello que había
logrado cambiaría la vida de todos…
Ya afuera se encontró con Victoria y su padre. En el
camino a casa le contó lo sucedido sintiendo que estaba en el aire, y
que nunca caería en la tierra y en la realidad. Sólo una cosa le llamó
la atención. Cuando salió del camarín una mujer de unos 35 años
totalmente fuera de control pedía a los gritos hablar con el padre de
Selena. Hablaba de abrir un club de fans o algo así, y que ella tenía
los conocimientos y contactos suficientes como para manejarlo. Y llegó a
escuchar que el Señor Quintanilla se disculpó diciéndole que ese tema ya
lo tenía cubierto … Cuando la excitación bajo, y luego de prometerles a
Victoria y a su padre que los inscribiría en el fans club de Selena,
Viviana se durmió por un ratito, el suficiente como para soñar un sueño
raro, en el que un señor la abrazaba largamente diciéndole una y otra
vez “¡¡Gracias, gracias, gracias!! ¡¡Has salvado su vida!! ¡¡No sabes
cómo te lo agradecemos!!”.
…Habían pasado casi 4 años de aquel concierto. Viviana
había terminado sus estudios, y se dedicaba a la decoración y al diseño.
De vez en cuando hablaba y veía a Selena ya que participaba activamente
en el fans club en todo lo que le pedía Selena y muchas veces sugería
cosas para la tienda de ropa que había inaugurado Selena el año
anterior. Era 31 de marzo de 1995. El día anterior había tenido un sueño
muy extraño. Estaba en Corpus Christi en un día muy lluvioso. De pronto
veía a Selena partiendo rauda y preocupadamente de su casa. Viviana veía
todo sin hablar, sin siquiera atinar a hacer nada. Cuando estaba por
gritarle que no fuera hacia donde se dirigía Selena, se interpuso aquel
hombre, el mismo hombre de todos los sueños. “No te preocupes, Vivi.
Ella sólo está apurada porque tiene que ir a grabar su nuevo disco en
inglés y encima llueve a cántaros. Ya verás que todo cambiará”. El
hombre hizo un leve chasquido de sus dedos y el cielo se abrió saliendo
el sol en toda su plenitud. “Y todo esto gracias a ti…”, terminó
diciéndole ese hombre misterioso. De pronto el sonido del teléfono
sobresaltó a Viviana. Era Selena. “¿Qué tienes que hacer mañana?”, le
preguntó. “Nada, creo”, le contestó sin saber bien si era eso cierto.
“Pues bien, ven ya para Corpus Christi y pasa por q-productions que
tengo algo para ti. Eso sí. ¡¡Trae ropa como para viajar!!”. Viviana se
preparó con la velocidad de un rayo y llegó a Corpus Christi en tiempo
récord. Una vez llegado al estudio de grabación, Selena la esperaba para
ir a almorzar junto con toda su familia. Una vez sentados todos en el
restaurante cercano a q-productions, Selena le dijo: “Quiero que vengas
conmigo al concierto que daré mañana en Los Ángeles ¡¡y no acepto
excusas!!”. Y antes de que Viviana dijera algo, Selena agregó. “Vendrás
como mi nueva presidenta de mi club de fans y gerenta de Selena Etc.”.
Viviana se quedó helada. Selena la miró tiernamente y le dijo en voz
baja: “Siempre recordé y valoré tus palabras sobre tu admiración desde
lejos. Me has demostrado quererme y cuidarme mucho más que muchos que
están más cerca y dicen quererme. Yo sólo quiero que veles por mis
intereses. No te pido que cambies tu modo de ser. Sólo quiero
depositarte mi confianza y darte el lugar que tú mereces entre nosotros,
además de que pongas en práctica lo que has estudiado con tanta
dedicación…”. Viviana vio las caras de asentimiento de toda la Familia
Quintanilla, miró a Selena con lágrimas en los ojos y volvió a recrear
aquel abrazo de 4 años atrás. Había algo más en ese abrazo, en esa
decisión de Selena y en lo que ella sentía. En un momento abrió los ojos
y vio en la calle que la saludaba ese hombre misterioso. Creyó que
estaba en un sueño, pero no lo era. Sintió el corazón de Selena, vio sus
lágrimas, vio la sonrisa del hombre y de pronto comprendió todo …
“¡¡Vamos, Selena, vamos que nos espera el concierto de mañana!!, le dijo
Viviana. “Es cierto, ¡¡vamos ya!!”, le dijo Selena y salieron corriendo
juntas en la tarde muy soleada del 31 de marzo de 1995. Había mucho que
hacer, había que recorrer un largo camino en el que sólo había
felicidad, sólo había Amor, sólo había un mundo en paz en compañía de
Selena…
(Todos vivimos de sueños, de sueños como lo de Viviana. Y
todos esperamos que esos sueños se hagan realidad. No importa si no nos
damos cuenta, no importa si nunca nos enteramos de que aquello que tanto
deseamos se cumpla alguna vez. Lo importante es que se realice ese sueño
y que cada uno que ama a Selena haya podido hacer algo para lograrlo.
Como Viviana, hay que dejarse llevar por lo que nos dictan los sueños …
¡¡y quién sabe!! … Tal vez algún día nos encontremos con que aquello
que tanto buscamos lo encontremos. Tal vez algún día Selena vuelva a
encantarnos con su voz, con su risa y con su enorme talento. Es sólo una
cuestión de fe. Es sólo dejarnos llevar por el llamado de nuestros
propios deseos hechos sueños…)
Selena: yo vivo luchando y deseando porque mis sueños de
verte aquí, de abrazarte y de decirte que te quiero mucho se hagan
realidad…
¿Cómo hacer para aceptar algo tan inexplicable, Selena?
Hace muy poquito hemos vivido en mi país algo muy, muy doloroso, que es
la muerte de una niña de 11 años, asesinada por alguien a quien no hay
manera de clasificar ni calificar. Durante 10 días todos estuvimos en
vilo. El sólo ver las imágenes de la pequeña, toda sonriente, con su
carita de ilusión, dispuesta a encarar la vida con la mayor de las
expectativas, con la inocencia que marca su edad y ver la cruda realidad
del final hacen que nuestras ilusiones de que algún día las cosas
cambien, de que veamos un mundo mejor se diluyan. Pero siempre lo peor
es el después, el día siguiente, cómo aceptamos esa realidad y cómo
seguimos adelante, con qué ganas, con qué argumentos. Y más aún, cómo
seguir cuando una vez que se produce el cruel desenlace empiezan los
rumores, las especulaciones, las investigaciones, la “justificación” del
crimen, el sospechar de la niña, de la familia de la niña, las
aceptaciones de ciertas “organizaciones” que hacen este tipo de cosas …
Y cuando se entra en este juego, la sensación es que la niña fue
asesinada dos veces, que no bastó con que le quitaran la vida, con que
le quitaran las ilusiones, con que se burlaran de su inocencia, que no
tuvieran piedad por su mirada desconcertante, típica de una inocente que
está a punto de ser agredida sin saber por qué. Y el paso del tiempo se
encarga del resto: la niña será una foto, un recuerdo, una linda imagen
que se pondrá amarillenta y a la que pronto muchos hasta olvidarán de
quién se trataba, envuelto en la vorágine en la que vivimos … Muchos
olvidarán que esa niña se llamaba Candela … Y cuando veo esas imágenes,
cuando veo lo que es capaz un ser humano de hacer, me pregunto: ¿cómo
alguien puede quitarle la vida a otro? ¿Cuál es la justificación, cuál
es el sentido? ¿Qué lo motiva a hacerlo? ¿No hay un instante de
reflexión, de decir “¿qué estoy haciendo, por Dios?”? ¿Cómo alguien
puede planificar quitar la vida a otro, cómo se puede ser tan frío, tan
malvado, tan atroz? Ver esas imágenes y ese dolor, pero ver también ese
morbo que implica que se empiece a investigar más a la víctima que al
victimario, me hace recordar lo ocurrido con Selena … Una vida llena de
ilusión, con un presente brillante y un futuro promisorio, sin límite,
hecha añicos por una psicópata a quien ella conocía bien y que no tuvo
ningún escrúpulo para quitarle todo, absolutamente todo. Candela nunca
podría imaginarse que de un día para otro su vida hecha de rosas se
ensombrecería por un hombre que la secuestró, la trató “normalmente”
durante 10 días para luego asesinarla por venganza de lo que
supuestamente le hizo el padre de esa niña en el pasado … Selena no
podía imaginarse que de un día para el otro caería víctima de una
persona de confianza no sólo de ella sino de toda la Familia
Quintanilla, y que esa persona, por diferencias insalvables con su padre
que la llevaban inexorablemente al ostracismo, acabaría con su vida para
“vengarse” de él y asestarle el peor golpe, y para no ver nunca a Selena
triunfar estando ella fuera de toda influencia. Y no sólo eso …
Asesinarla una, dos, mil veces, cada vez que ha declarado ante la
prensa, cada vez que abrió la boca para “decir su verdad”. Y con ello
manchar la imagen de Selena, manchar la imagen de la familia, sembrar la
duda, la sospecha. Y en el medio de la tristeza, del llanto, de la
consternación, del buscar una explicación, del buscar un “por qué”, nos
empezamos a olvidar la verdadera dimensión de que hubo alguien en un
momento de nuestras vidas que nos acaparó todas las emociones, que nos
emocionó, que nos cautivó, que nos llenó de vida con su sonrisa, con su
canto, con su voz, con sus ganas de vivir. Pero el que ama de verdad a
esa persona que ya no está entre nosotros no se puede olvidar, no puede
aceptar esa densa realidad, no lo puede tolerar. Y en el medio del
dolor, en el medio de no aceptar toda esa tristeza, de esa ausencia, de
lo que ha sucedido, viene el “otro día”, el tener que levantarnos, abrir
los ojos, recuperar la conciencia y saber que ese día es un día más sin
Selena, un día más sin Candela, un día más viviendo con esa ausencia que
nos deja más vacíos, más solos, con menos fuerza, con menos vitalidad.
Aquel tango que cantara Carlos Gardel bien lo decía: “Sus ojos se
cerraron y el mundo sigue andando…”. Y aunque vengan muchos a
consolarnos de la cruel realidad, de la irreparable pérdida, repetiremos
como lo decía la canción: “Todo es mentira, mentira ese lamento. Hoy
está solo mi corazón…”
En su
momento en el área psicológica como ahora en el quehacer cotidiano se
habla de la "elaboración del duelo". Y esto es ni más ni menos que todo
aquel proceso que necesita un ser humano para aceptar la partida de este
mundo de un ser querido, de alguien del cual hemos compartido mucho en
esta vida, de alguien que nos ha llegado en lo más profundo de nuestro
corazón. Se supone que cuando salimos de ese proceso, aceptamos esa
realidad, volvemos a sonreír, tendremos esperanza y veremos a nuestro
ser querido de otra forma, admitiendo que ya no está entre nosotros y
recordándolo tal vez con admiración, relatando anécdotas, riéndonos de
aquello que nos dejó en vida, viendo lo positivo que ha transmitido,
dejando las lágrimas a un lado, rememorando los buenos recuerdos ...
Muchas veces he oído que acaso aquella persona que ya no está estará
alegre en ese otro mundo del mismo modo que lo estaba aquí y hasta nos
consuela pensar que así debe ser, por lo que una sonrisa de satisfacción
sale de nuestros rostros y una mirada más positiva de la vida se nos
presentará en el horizonte...
Pero,
¿qué pasa cuando uno vive en duelo y no puede salir de ello, cuando el
dolor está instalado en nuestras almas, cuando nuestros corazones
sienten que nos falta algo para sentir esa luminosidad, ese áurea, esa
brillantez, esa sensación de satisfacción cuando uno vive en plena
felicidad, en estado de permanente enamoramiento, con una alegría plena
que sólo la tenemos con la presencia de esa persona que se ha ido? Se me
dirá que no es normal eso, pues a la larga debemos aceptar y convivir
con esa realidad. Pero esa realidad incluye que un ser humano esté toda
su vida estando triste por no aceptar la ausencia de esa otra persona. Y
otras directamente no lo aceptan. Basta con ver lo sucedido con Johnny
Cash, que murió de tristeza poco después de que muriera su esposa …
Todos vivimos estas situaciones y lo sucedido con la niña Candela me
lleva a la reflexión y a expresar lo que a mí me sucede cuando acontecen
estas situaciones francamente inaceptables, esos finales que no son los
naturales, esos finales que son motivados por la mano del hombre, por la
maldad que está ínsito en cada uno de nosotros, pero que algunos lo
ponen en práctica todos los días ... Pero lo que más me motiva a la
reflexión es por qué sigo consternado con lo sucedido con Selena, por
qué le sigo escribiendo, por qué está siempre en mis pensamientos, por
qué todo lo que hago tiene que ver con ella, por qué siento que su
partida en este mundo es algo que me ha llegado en lo más profundo en el
corazón, aun cuando yo no la conocí y sólo supe de su historia cuando ya
no estaba entre nosotros, por qué me siento tan identificado con ella
tanto en lo bueno como en su cruel destino. Para mí, la partida de
Selena significa un dolor intenso, eterno, y nada ni nadie podrá
consolarme. Se me dirá que hay muchas alternativas para no entrar en la
resignación. Se me dirá que la resignación es la manifestación de un
nuevo signo, de una nueva vida. Se me dirá, acaso, que hay alternativas
que me den el camino para que recupere la alegría perdida, la felicidad
que sólo me la daba esa persona ... ¡¡Mentira!! Son sólo engaños,
consuelo de tontos, un remedio que dura eso, lo que dura un remedio.
Pronto volveremos a sentir su ausencia, su alegría de vivir, su voz
inconfundible, su sonrisa viva y fresca, y nada nos consolará. Sería
inútil engañarme, salvo que viva en la irrealidad... Podremos ante los
demás vernos recuperados, podrá la gente vernos reír. Pero sólo será un
momento, sólo será en un contexto en el que nos tratamos públicamente
con los demás. Pero al caer la tarde y al volver a estar solos con
nosotros mismos volvemos a recordar a ese ser que fue el motor de
nuestras vidas, la razón de nuestra felicidad. Y allí volveremos a
llorar su ausencia, volveremos a implorar que vuelva a estar con
nosotros …El dolor que nos llega al Alma no se olvida jamás. Sólo se
convive con él…
Cuando
uno encuentra a la mujer que ama y convive con ella, y es feliz con esa
persona, a medida que pasa el tiempo aprende y sabe que su felicidad
dependerá de que esa persona viva, esté, conviva, ame, sienta, respire,
comprenda junto con uno. Cada día que pasa, cada momento, cada beso,
cada mimo, cada abrazo, hasta la simple respiración nos es tan esencial
a tal punto que cuando ello no está sabremos que parte de nosotros se ha
ido irremediablemente y nada ni nadie podrá suplantarlo. El que haya
experimentado aunque sea por un instante el peligro de perder a alguien
a quien uno ama, quiere, necesita, forma parte de uno, sabe
perfectamente lo que ello significa, y cuando se sale de eso no hay nada
más que uno valore. Esas experiencias no se olvidan jamás aunque parezca
que sí … Basta con vivir algo parecido para volver a rememorar aquello y
a reaccionar como aquel día …Pero nunca es bueno llegar a ese extremo
para darse cuenta del valor de una persona. Nunca es bueno experimentar
lo poco que se hizo para evitar que aquello que más amamos se nos
escurriera como arena entre las manos, como agua entre nuestros dedos.
La impotencia es tremenda, el dolor inmenso y jamás seremos los mismos
después de aquello ... Creo que con Selena pasó eso, lamentablemente...
Nadie que haya sentido algo por ella pudo aceptar semejante pérdida,
semejante partida. Nadie que haya sabido apreciar a Selena puede
comprender que a Selena le haya ocurrido semejante dolor, semejante
crueldad del destino, semejante afrenta a su persona, a su figura, a su
imagen, a su bondad, a su enorme talento, a su vida tan pura, hermosa,
idílica, dichosa. Fueron varios azotes dados y asestados en un mismo
día, en unos pocos minutos. Nadie podrá comprender cómo alguien con
tanto Amor como Selena podría recibir semejante castigo del destino. El
sólo pensar que alguien como Selena fue víctima de algo tan atroz, el
sólo pensar en su trayecto desesperado camino al lobby del Days Inn,
provoca un dolor que no podrá olvidarse jamás. Porque alguien como
Selena no merecía semejante castigo, semejante bofetada en respuesta al
Amor, a la alegría, al optimismo, al don de gente, a la idea de que con
trabajo, honestidad y cariño todo es posible, algo que tanto profesaba
Selena tanto en los dichos como en los hechos. Nadie puede olvidarse de
ello y nadie aún puede aceptarlo…
Selena
está en mi corazón, en mi vida, en mi sonrisa, en mi llanto, en mis
alegrías, en mis tristezas, en cada acto que hago, en cada cosa que
realizo. Puedo estar gozando en un parque, puedo estar encerrado en mi
trabajo, puedo evadirme con muchas cosas, puedo hablar de miles de
temas, puedo sufrir y excitarme con muchas cosas, puedo estar lejos de
casa gozando de unas vacaciones, puedo estar estresado por el ritmo de
vida o por estar en una mudanza .... Pero serán cosas banales. Pronto
volveré a pensar en Selena, pensaré en su vida, pensaré en su suerte.
Pensaré en lo que fue y en lo que pudo haber sido. Me alegraré y lloraré
al mismo tiempo. Pensaré en la alegría que generaría hoy. Pensaré en qué
lados estaría y cómo sería reconocida en cada lugar del planeta. Pensaré
hasta dónde podría haber llegado. Pensaré en cómo hubiese sido aquel
1995, ese año que Selena dijo que era tan importante para ella y para su
grupo. Pensaría en cuál hubiese sido la repercusión de su disco en
inglés y cuál sería el inicio de 1996, momento clave para estar seguros
de hasta dónde llegaría inexorablemente Selena. Pensaría en sus próximos
pasos. Pensaría en sus actuaciones y duetos con otros artistas. Pensaría
en si seguiría como artista solista o con Los Dinos, o con ambos a la
vez. Pensaría en si se volcaría a la música anglosajona o la alternaría
con la música latina. Pensaría en sus giras en Sudamérica, en estadios
llenos en Estados Unidos y en todo el mundo. Pensaría en una Europa
recibiéndola, y llegando hasta la mismísima China y Japón. Pensaría en
miles de brazos extendidos ávidos por tocarla, por abrazarla, por
decirle cosas. Pensaría en su sonrisa de satisfacción. Pensaría en su
alegría. Pensaría en sus momentos de reflexión cuando estuviera sola.
Pensaría en su vida, en su felicidad. Pensaría en todo lo que querría
hacer. Pensaría en las nuevas ideas que se le ocurrirían. Pensaría en
sus diseños nuevos. Pensaría en sus nuevos proyectos. Pensaría en sus
nuevas canciones. Pensaría en si sería feliz. Pensaría en su sentir, en
lo que pasaría por su mente. Pensaría también en sus dudas, en lo que
sentía su corazón y su Alma, o qué pasaba por su piel cuando estaba sola
en la noche y dejaba salir a la verdadera Selena, esa Selena fuera de
toda cámara y de cualquier entorno, esa Selena no muy distinta de cómo
se veía públicamente pero que presentaba esos matices humanos, ese
sentimiento de mujer tan particular y que sólo siendo Selena se podía
saber y sentir en toda su dimensión. Esa verdadera Selena que tuvo que
postergar muchas cosas desde los 8 años para hacer de su vida lo que
quisiera en cuanto lo lograra todo, y cuando iba en ese sentido y ella
ya podía ver la meta final muy cerca, alguien impunemente la apartó del
camino … Pensaría en cuándo decidiría parar un tiempo para dedicárselo
sólo para ella sin ninguna intervención de nadie. Pensaría en verla con
aire de puro goce y en esa intimidad que no tuvo desde muy pequeña.
Pensaría en verla feliz sentada en su casa mirando con satisfacción su
campo, su casa, sus animales. Pensaría en verla dichosa con su esposo y
con su matrimonio. Pensaría en verla feliz con la satisfacción no sólo
de su popularidad sino del deber cumplido, del sueño realizado. Pensaría
en Selena viviendo e hiperactiva. Pensaría en Selena siendo un ejemplo
de vida para todos. Pensaría en que su ejemplo de vida no es una quimera
... Es una realidad más que posible. Pensaría en Selena entre nosotros.
Pensaría en qué lindo sería tener a Selena ahora, en este momento, en
este lugar. Pensaría y desearía saber que Selena está en algún lado.
Desearía con fervor que eso fuera así y que nunca pierda la ilusión de
que algún día me encontraré con Selena. Pensaría en verla a Selena, en
definitiva, plenamente feliz. Y eso, sólo eso me haría la persona más
feliz del mundo...
Yo no me
puedo olvidar de alguien que con su vida y con su arte me cambiaron la
vida y me hicieron mejor persona. Si no fuera por Selena difícilmente
podría tolerar las injusticias de cada día, el malhumor, la envidia, los
malos pensamientos, la pequeñez y la bajeza en la que incurren muchos
seres humanos en sus quehaceres diarios. Me ha tocado vivir muchas cosas
en los últimos tiempos en los que en otras ocasiones difícilmente las
hubiese podido superar, pues la maldad de la gente no tiene límite, y
cuando uno va por la vida con la verdad y con sinceridad, errado o
acertado, todo se hace más difícil y más intolerable, pero cuando uno se
topa con esas situaciones siempre me pregunto: ¿Cómo puedo enojarme,
cómo darle tanta importancia a estas cosas sabiendo por lo que pasó
Selena pero también sabiendo por todas las cosas lindas que hizo
semejante artista y persona marcándonos el camino de que con talento,
verdad, humildad y honestidad también se puede lograr todo, se pueden
llegar a los grandes objetivos de la vida? Sabiendo que cada día tengo
algo tan importante como evocar a Selena, recordar a Selena, tributar a
Selena, ver a Selena, escribirle a Selena, minimizo aquello que me hace
mal, que me perturba, que me genera confusión y me desvía del camino.
Tal vez si logré eso es porque aprendí algo que me hubiese gustado que
Selena lo hubiese aprendido en su momento, que es no engancharse en el
juego de las malas personas y de los manipuladores, no dejarse llevar
por los engaños de los psicópatas que son más de los que uno piensa y
están más cerca de lo que uno supone ... A veces en la vida hay que
saber tomar distancia y no tener tanta piedad ni tanta lástima con
aquellos que nos hacen tanto daño … Y menos sentirse culpable … A veces
es mejor ser tajante en las determinaciones para no salir tan
perjudicado y ser muy lastimado. A veces hay que pensar más en uno para
no ser devorado por los demás. A veces uno debe saber que cuando se está
solo, es sólo uno el que vela por sus propios intereses, y el único que
se puede defender y sabe con qué. Y Selena -yo no me olvido- estaba
sola, muy sola, aquella lluviosa mañana del 31 de marzo de 1995. Sola y
confundida, sola en el medio de una pelea que era ajena a ella y que no
quería, pero de la cual ella se sentía responsable y sentía que era
parte de ella. Sola sintiéndose culpable, responsable. Sola y queriendo
buscar una solución. Sola luchando contra los molinos del viento … Es
cierto también que Selena nunca podría actuar egoístamente y de un modo
diferente del que actuó. Ella quería que todos fueran felices dando su
Amor a todo el mundo. Ella conservaba esa inocencia de pensar que la
gente no podía ser tan mala, que todos tenían su costado bueno y humano.
El padre de Selena ha recordado miles de veces cómo ella le reprochaba
que desconfiara de todos y que de cada uno le encontraba siempre algo
negativo. Selena de pronto vio en aquella horrenda habitación del Days
Inn la maldad que puede tener un ser humano, que dista muchas veces de
tener su lado bueno … y “humano”. Seguramente a Selena se le debe haber
puesto el rostro en aquella habitación como se le puso a Candela cuando
en un segundo vio lo que le deparaba el destino … Cierro los ojos y
puedo ver la expresión de su mirada, esa expresión mezcla de dolor, de
inocencia, de tristeza, de resignación, de final … La expresión de un
final, de un final absurdo, de un final difícil de explicar y de
entender…
¿Cómo
hacer entonces para elaborar el duelo? ¿Cómo hacer para aceptar esta
densa realidad? ¿Cómo hacer para aceptar algo tan doloroso si Selena
forma parte de mi vida, de mis sueños, de mi energía, de mis ganas de
hacer y de proyectar? ¿Cómo hacer si Selena es parte de mi corazón, de
mi alma, de mis lágrimas, de mi sonrisa? ¿Cómo hacer para arrancar algo
de mí para que ya no me duela más? ¿Cómo hacer, como explicarle a
alguien que no puedo hacerlo, que no quiero hacerlo? ¿Cómo hacer para
explicarle a alguien que Selena forma parte de mí, que está en cada
sentimiento, en cada cosa que realizo, en cada emprendimiento? ¿Cómo
hacer para dejar de ser yo mismo? Selena ha tomado mi corazón o mi
corazón la ha adoptado. Es lo mismo. Selena es parte de mí y cada cosa
que ella haya vivido es parte de mi vida. Cada pensamiento, cada
principio que ella ha sostenido es el mío también. Y si ella decía y
sostenía que lo imposible siempre es posible, y yo lo pensé y sentí toda
mi vida, ¿podré asimilar que ella no estará más, que no volverá? ¿Podré
aceptar su final? ¿Podré aceptar un final? No. No puedo hacer el duelo
por ella, porque para mí Selena no se ha ido ... Y Selena nunca se irá,
ni aunque me vaya yo de este mundo ... Porque Selena está en cada uno de
los que la amamos de verdad. Y siempre estará presente. Siempre estará
en cada sonrisa nuestra ... y cada vez que cantemos sus canciones, cada
vez que pase por nuestras mentes y en nuestros corazones, cada vez que
la recordemos, cada vez que la tributemos, cada vez que hagamos algo por
ella, cada vez que veamos un concierto suyo, cada vez que nos riamos con
ella, cada vez que la lloremos...
Por eso, no puedo ni quiero hacer un duelo. Hacerlo es "tirar la
toalla", resignarse, abandonarse, abandonarla, sonreír con el llanto en
el alma, consolarse con sentimientos lejanos, abandonarnos en
sentimientos que no se condicen con un buen recuerdo de ella. Yo sólo
quiero recordarla como si estuviera aquí, como si algún día tuviera
oportunidad de verla y estrechar su mano en agradecimiento por lo que
hizo por nosotros, por la huella que dejó en mi corazón. Querría poder
abrazarla para decirle lo feliz que estoy con ella presente y para
agradecerle que ella haya cambiado mi vida para mejor. Querría poder ser
parte de aquel concierto de Festival Acapulco para hacer algo impensado
en mí, y que sólo haría por Selena, que es subirme al escenario,
acercarme a ella con timidez y agradecerle, sólo agradecerle, y decirle
que por su bien y por el nuestro que se cuide, que se cuide para que la
felicidad de todos, y en especial la suya, sea para siempre. Que lo más
importante es que ella sea feliz, y que si ella lo es lo seremos los
demás … Alguien me contó una vez un sueño en el que veía a Selena
pidiéndole que no la abandonemos, que la cuidemos, pero por sobre todo
que cuidemos a aquellos que tanto la quieren, que tanto hacen por su
recuerdo. Cuando pienso en ese sueño, sólo desearía que fuera cierto,
que aquello fuera un mensaje de Selena. ¡¡Qué más yo quisiera saber que
nos puede observar, que nos puede ver, que sepa lo que la amamos y la
extrañamos!! Ése es el motivo que me lleva a escribirle, recordarla,
tributarla … Hacer todo por ella para que Selena, donde quiera que esté,
pueda sonreír a sabiendas de que no está sola, de que hay mucha gente
que está dispuesta a dejar todo su Amor para que ella sea feliz y esté
siempre acompañada…
Siempre
recuerdo aquella humorada que Selena hizo en aquel video casero que
dirigió a sus compañeros de banda y que bien podría ser un mensaje para
cualquier admirador de Selena. En aquella oportunidad decía que a ella
no le gustaba que le dijeran que era la mejor, porque fundamentalmente
no le gustaba que le dijeran la “verdad” ... "Es un chiste", decía
Selena. Todos sabemos que lo decía en serio. También en psicología
sabemos que el chiste es una de las manifestaciones de lo que realmente
sentimos, de lo que realmente pensamos. Y yo me tomo muy en serio esas
palabras de Selena. Por eso, todos los días estoy aquí para decirle:
"Selena. Tú eres la mejor porque eras distinta, distinta a todas. Nadie,
absolutamente nadie será como tú. Nadie tendrá tu estilo. Nadie podrá
cantar tus canciones como tú lo podías hacer. Nadie tendrá tu encanto.
Nadie tendrá tu dedicación. Nadie pondrá todo su ser, todo su
sentimiento, toda su pasión en cada tema interpretado, en cada acto, en
cada proyecto. Nadie, Selena, tendrá tu forma de ser. Nadie logrará el
Amor de mujeres, varones, niños y mayores por igual. Nadie logrará tanta
admiración de las mujeres. Nadie enamorará como tú a los varones. Nadie
como tú alegrará a los niños. Nadie como tú hará bailar a los mayores.
Tú eres única, irrepetible, Tú eres inimitable. Nadie podrá
reemplazarte. Y yo me encargaré todos los días de que te recuerden como
se debe, como querrías: con Amor, con mucho Amor, con tanto Amor". Y con
esas palabras y con ese espíritu yo recuerdo a Selena. Yo sólo quiero
ser un medio, un instrumento, para que se la recuerde siempre, para que
se la valore siempre, para que esté siempre en los corazones de cada uno
de los que la amamos de verdad. Y yo sé que tengo una vida con muchas
otras cosas que hacer, pero Selena es parte de mi vida, es parte
esencial de mi existencia, la que le da vida y sentido. Por eso me
dedico a ella. Cuidarla a ella es también cuidarme a mí...
Por eso,
yo no puedo elaborar un duelo. Es aceptar algo que no está en mí, que no
está en mis planes, que no forma parte de mi vida. Podrá no ser
“normal”, no ser lógico, pero forma parte de mi sentimiento genuino, de
lo que realmente sienten mi Alma y mi corazón por Selena. Puedo cantar
"Fotos y recuerdos", pero no voy a vivir a Selena con fotos y recuerdos.
Selena no es lo que me queda de un bonito recuerdo. Selena es una
realidad presente, una realidad de profundo Amor. Selena no es algo
lejano a ser admirado, elogiado. Selena no es un monumento, no es un
altar, no es una imagen a ser venerada, no es una prenda con
inscripciones, no es un disco, no es una canción. Selena es el Amor
mismo representado en una persona, es algo tan vivo que estará siempre
en mis sentimientos. Selena no sólo es recordada como una gran cantante.
No sólo es recordada como una gran persona. No sólo es recordada como
una gran artista. Selena es recordada porque nos representa. Selena es
parte de nosotros y nosotros somos parte de ella. La recuerda gente tan
disímiles y de gustos tan diferentes que eso nos da la dimensión de lo
que es para cada uno de nosotros y de lo que ha sido para tanta gente. A
veces uno se puede sorprender que gente tan distinta, con gustos
musicales tan disímiles, de idiomas antagónicos, de climas tan
distintos, le haya dedicado cada uno las mismas palabras de Amor, de
agradecimiento, de gratificación, de dicha. Es que con Selena todo queda
reducido a un idioma, a un lenguaje, a una sensación, a un sentimiento
que todos tenemos en nuestras vidas, a un sentimiento que permanece
mientras vivamos, a un sentimiento que Selena expresaba como nadie, que
vivía como nadie, que cantaba como nadie, que manifestaba como nadie.
¡¡Y eso señores, sí, eso es Amor!!
… Un idioma único que todos entendemos, que todos sabemos, que no
necesitamos traducción y del cual Selena era sin duda su mayor
exponente...
Cuando
veo lo que pasa en Monterrey hoy en día me pregunto si todas esas cosas
que suceden ocurrirían con la presencia de Selena. No puedo dejar de
pensar lo lindo que era todo con ella, lo feliz que era la gente con su
presencia. Me pregunto si muchos de los que provocan semejantes
desgracias osarían hacer algo delante de Selena. Trato de imaginarme a
esa gente intentando cometer algún mal, por mínimo que fuera, delante de
ella y no puedo imaginármelo. Más bien pensaría que la mayoría bajaría
la cabeza y le pediría perdón de sólo pensar en cometer cualquier
atrocidad. ¡¡Es que ni siquiera podría imaginarme que alguien tuviera
alguna intención de malicia estando Selena delante de ellos!! Por eso me
pregunto cuándo empezó todo, cuando Monterrey quedó presa del odio y del
desamor que parecen haberse apoderado de todo este mundo. Y la única
respuesta que obtengo es que todo empezó cuando Monterrey comenzó a
acostumbrarse de la ausencia de Selena, a no recibir más su Amor, su
alegría, su optimismo, sus ganas de vivir. No hay peor cosa en la vida
que no tener más ilusiones, de no ver la luz al final del camino, de que
sólo quede la resignación de la aceptación de la realidad, de una vida
sin futuro ni alegría, de una realidad que se llevó impunemente de este
mundo a nuestra Selena. Creo que allí empezó todo, cuando la gente
empezó a sentir que Selena estaba sólo en sus corazones, pero que afuera
sólo quedaban fotos y recuerdos, tributos en las fechas significativas,
su figura tan viva y potente resignificada en una fría e inexpresiva
estatua, y su ejemplo puesto en duda, a juzgar por el fin de su
historia, de esta cruel historia. En un mundo en el que sólo se acepta
al exitoso del momento estas cosas no se perdonan … Hoy sólo importa la
“imagen” y cuidarla como oro … Hoy sólo importa parecer. Para “este
nuevo mundo” todo aquel que no logra ese preciado objetivo es
considerado un burdo perdedor. Y en este mundo actual no se aceptan
perdedores. Hoy para “ganar” hay que inventarse un enemigo y vencerlo a
como sea. Basta con ver muchos artistas “exitosos” en la actualidad. Es
más importante para ellos la imagen que le transmiten a la gente,
inventada con los “amores”, con las “peleas”, con los chismes. De arte,
poco y nada. Parece ser más fácil pelearse que querer, odiarse que amar,
mentir que ser sincero. Creo que allí comenzó todo en Monterrey … Cuando
aceptó la realidad de la ausencia de Selena, la realidad de la falta de
su Amor. De allí a la impotencia, al dolor y al enojo hay sólo un paso
... Y la violencia se ha encargado del resto … En esas cosas uno puede
apreciar cómo se extraña a Selena en Monterrey, qué distinto sería este
mundo si ella estuviera entre nosotros … Es imposible imaginarse a
alguien con odio y con ganas de cometer alguna atrocidad estando Selena
delante de todos ellos…
Por eso,
por todo esto que siento, por todo esto que sentimos tanto, es que yo no
voy a elaborar ningún duelo, no voy aceptar algo que no siento ... Yo
estaré aquí, Selena, para recordarte, yo estoy aquí amándote,
sonriéndote, extrañándote, esperándote ... Esperando que tú vuelvas
aquí, esperando que nuestros corazones vuelvan a unirse físicamente con
el tuyo...
Yo sólo
quiero recordarte con Amor, Selena, sólo eso … Yo sólo quiero, Selena,
que nunca dejes de sentir el Amor que sólo tú podías dar en toda su
dimensión…
¡¡Qué horror!! ¡¡Por Dios!! ¡¡Qué horrible pesadilla tuve!! Quisiera
poder sacarme de encima todo este sufrimiento, todo este dolor … Lo
único que me alivia es que sea sólo un sueño y nada más … ¡¡Pero fue tan
real, tan vívido!! ¡¡Es horrible, fue horrible!! ¿Cómo puedo sentirme
después de vivenciar por unas horas que unas manos siniestras toman un
arma y apuntan a alguien a quien yo quiero mucho y que es parte esencial
de mi vida? Todavía me estremece el ruido del disparo, el grito
desgarrador, la huida desesperada por un pasillo largo e interminable.
¡¡Aún no puedo creer lo que he vivido, lo que he sufrido!! Pero lejos de
sentirme más tranquila luego de corroborar que sólo se ha tratado de una
burda pesadilla, estoy más nerviosa y más tensa que nunca. Es como si
aún estuviera viviendo el horror, como si siguiera el sueño y que aún no
he despertado. Mi corazón aún late sin parar a un ritmo que parece que
se me va a escapar del pecho. Mi respiración se mantiene agitada y
entrecortada. Hay algo de esa pesadilla que no me deja tranquila. No sé
por qué es. Tal vez sea porque no pude recordar exactamente qué pasó. No
pude ver quién le disparó a quién aun cuando sé que la víctima es
alguien muy cercano a mí. Tampoco pude ver qué fue de esa joven mujer
cuando salió desesperada de esa habitación para ir por un pasillo. Aún
no puedo entender dónde estaba, por qué sólo se tomaba el pecho mientras
corría pero no gritaba, por qué sólo buscaba llegar a un lugar, a una
puerta, no sé, a algún lugar en el que, una vez llegado, encontraría la
salvación y saldría de ese infierno. Quiero olvidarme de esa pesadilla
pero no puedo, quiero pensar en otra cosa y no puedo. Algo me lo impide,
alguien me lo impide. Para colmo de males noto que me he quedado
dormida, por lo que llegaré inexorablemente tarde al trabajo. Pero
recién lo noté luego de estar largo tiempo pensando en lo que he soñado.
Ahora me doy cuenta de que es jueves 30 de marzo por lo que no es un
domingo como había imaginado. En todo ese tiempo que no sé cuánto fue
sólo pude quedarme sentada en la cama tratando de descifrar qué es lo
que vi allí para sentir tan real lo sucedido, tan real que aun estando
despierta no puedo sentir que lo que viví es sólo una pesadilla. ¡¡Que
en realidad lo que viví es real, bien real!! Tan real como mis propios
gritos …¡¡Sí, eso es!! ¡¡Ahora recuerdo lo que me despertó!!! En
realidad no sé si lo que me despertó fue el ruido del disparo o los
gritos de esa mujer desesperada huyendo hacia algún lado … Lo único que
ahora recuerdo es que de pronto me vi gritando “Nooooooo” con un volumen
que no recuerdo haber emitido nunca durante casi 1 minuto. Estoy casi
segura de que fue eso lo que me levantó, mis propios gritos
desgarradores. Miro el calendario y busco saber el año en el que
estamos. Sí, es 1995. Llegué a dudarlo por un instante. Llegué a pensar
que ya llevaba más de un año así y no me había dado cuenta, que aún
estaba en estado de shock, que me tenían en casa en observación luego de
un largo tiempo internada. Me reincorporé y busqué a los tumbos el
camino que me condujera a la cocina en el que seguramente estaría mi
madre desesperada haciéndome el desayuno luego de corroborar que aún no
me había levantado. Me pregunté por qué no me intentó levantar antes a
sabiendas de la hora que era … Ahora que lo recuerdo mis gritos tienen
que haber sido de madrugada. Puedo ver que aún era de noche, que por
alguna razón la persiana de mi ventana estaba abierta por lo que pude
ver la negrura del patio, la luminosidad tenue de las estrellas y un
silencio que invitaba a sentir miedo si uno estaba muy consciente de lo
que estaba viviendo. Pero no era éste mi caso. Puedo ver que apenas
terminé de gritar miré a un costado y noté que la luz de la habitación
de mi madre se prendía. Supongo que ella se debe haber alarmado por mis
gritos aunque tal vez no estuviera segura de que fuera yo … Es curioso.
Muchas veces mi madre ha venido a mí cuando yo no la necesitaba y tantas
otras en las que la necesitaba ella no aparecía. Siempre sospeché que mi
madre cuando me veía mal en serio no se acercaba, no quería ver la
dimensión de lo que me estaba sucediendo. Sólo lo hacía si sabía que no
me pasaba nada. Allí sí me preguntaba una y otra vez sobre lo que hice,
sobre lo que me pasó y sobre lo que estoy pensando. Pero en estos casos,
en estas situaciones, optaba por no ver las cosas o por retirarse
inmediatamente del lugar. Cuando notó que cesaron los gritos, apagó la
luz y siguió durmiendo. En cambio yo no pude pegar un ojo el resto de la
noche. Cuando por fin llegué a la cocina, confirmé mi teoría al ver que
ella no estaba y sólo había una nota: “Querida Olguita. Me tuve que ir
al médico. Aquí te dejo el desayuno preparado. ¡¡Que tengas un buen
día!! ¡¡Cuídate mucho!! Nos veremos luego. Mil abrazos y mil besotes.
Mami”. Hice una mueca de resignación, tomé mi desayuno y me dirigí a la
mesa para tomarlo de un saque y salir rápido a trabajar. Iba a llamar
por teléfono para avisarles, pero opté por hacerlo luego de desayunar.
Algo me decía que era lo mejor que podía hacer. Prendí la televisión
para saber bien la hora y cuál era el pronóstico del tiempo. Cuando lo
hice se me calló el plato entero de cereal al piso, pegué un saltó y
volví a gritar. Vi que Selena estaba en la pantalla. Era Selena. ¡¡Era
Selena la que estaba en mi pesadilla!! Era a Selena a la que habían
disparado… en mi sueño…
Aún no salía del estupor que me provocaba saber que era
ella la mujer de esa pesadilla … y la víctima. De inmediato llamé a mi
trabajo y les dije que no podría ir, que me sentía mal, que me levanté
con convulsiones, que me trajeran un médico a mi casa. Yo estaba
desesperada. Todavía trataba de entender por qué estaban pasando una
entrevista de Selena en el noticiario, un reportaje que no era nuevo,
una entrevista en la que Selena lucía una remera a rayas y el pelo
recogido. También lucía rara, dispersa, con una sonrisa extraña y un
aire de suma preocupación. El reportaje se estaba difundiendo como
consecuencia de una noticia “de color”, en el que se decía que la
exitosa cantante Selena estaba preparando un disco en inglés y que el
sábado estaría presentándose en Los Ángeles … Los Ángeles, Los Ángeles.
¡¡Sí!! Selena dice algo así en el sueño. Lo dice en la habitación. Se lo
está diciendo a la persona que le va a disparar después. Se lo dice a
los gritos. Se lo dice entre decepcionada y desesperada. Le dice que ya
no tiene más nada que decirle. Que ya mismo se va al estudio de
q-productions a grabar unas tomas para su nuevo disco y que luego se
tiene que ir a Los Ángeles. Es allí cuando esa persona … sí, es una
mujer, le dice algo así como que no abra esa puerta y luego dispara sin
darle oportunidad de nada a Selena … Pego un grito otra vez y me pongo a
llorar. Selena es la persona a quien más quiero, es para mí un familiar
más. No podría soportar que le fuera a pasar algo, ni siquiera en sueños
… Y éste era tan real, tan claro, tan presente en mí que comenzaba a
pensar que tal vez no se trataba de un sueño, que tal vez seguía soñando
o esto era un aviso vaya a saber de quién … Todavía me siento frustrada
porque nunca pude ver un concierto de Selena. Lo más cercano que estuve
de ella fue en la Feria de Monterrey el año pasado. Fui decidida a
verla, pero el estadio estaba colmado y ya no había más localidades.
Sólo me pude contentar con escucharla desde afuera. Me juramenté que la
vería sí o sí el año siguiente, y éste era el año, pero aún faltaba para
las giras por Monterrey y por toda la República Mexicana … Insólitamente
noto que siguen dando más notas de Selena. Parecería que fuera un
recordatorio de ella, un aniversario, una típica nota de alguien que se
nos ha ido y se la recuerda por conciertos, reportajes, cosas graciosas,
imágenes melancólicas y muy, muy tristes … De pronto veo que pasan una
nota en la que muestran el otro costado de Selena, que era el de su
obsesión por la moda, por ser diseñadora. Y casi me desmayo cuando veo
las escenas de la inauguración de la boutique “Selena Etc.” en San
Antonio. Había una mujer al lado de Selena a la espera de la
inauguración de la nueva sucursal del negocio de Selena con aire muy
nervioso e impaciente. Podía ver sus indicaciones a Selena sobre la hora
que era y las actividades que debía hacer. ¡¡Era esa mujer. Era esa
mujer la que le disparaba a Selena en mi sueño!! ¡¡Ahora lo puedo ver!!
Me di cuenta de todo al ver su aire de impaciencia y la necesidad para
nada simulable de que Selena hiciera lo que ella quería. Veo que justo
en el noticiero dicen su nombre y que es la presidenta de su club de
fans. ¡¡Sí, lo tenía planificado. Lo tenía todo pensado!! Ella miraba
constantemente el reloj. Le había dicho a Selena que viniera a verla
sola, que no viniera ni con Chris ni con nadie de los Quintanilla, que
quería hablar con ella a solas, que sólo en ella confiaba y que no podía
decirle nada si estaba alguno de ellos cerca. Le prometió que le diría
la verdad, nada más que la verdad. Que había un secreto que Selena no
sabía, y que sólo se lo podía decir si venía sola. Selena dudaba en
hacerle caso. Ya no confiaba en ella, pero la mujer la llenó de culpas.
Le dijo que se sentía mal, que si no venía pronto se suicidaría. Selena
se sintió culpable y fue advirtiéndole que era la última vez que iría a
su encuentro. Puedo ver cómo se alegró esa pérfida mujer cuando vio que
Selena llegaba sola al motel en el que se alojaba, pero no iba a
ejecutar su acto en ese momento. No. Contra toda lógica, ella quería que
la llevara al hospital, quería que fueran vistas juntas, quería que
hubiera testigos, quería que fuera hasta filmada por las cámaras de
seguridad. Mejor si era así. Ella lo había pensado todo. Cuando viniera
el juicio por asesinato diría en su defensa que hasta su último día
Selena lucía con ella juntas y siempre dispuesta a ayudarla. ¿Acaso
haría semejante cosa si eran amigas y todos lo podían comprobar? Era
imposible. Una vez en el hospital ella se negaría a ser atendida, a
pesar del desconcierto de todos y del fastidio de Selena. Pero es que
ella sabe algo que los demás no saben. Ella es enfermera y ha hecho un
plan perfecto para que nadie la obligue a ser revisada, para corroborar
si fue lastimada o no sin que Selena pudiera advertirlo salvo que
tuviera la misma profesión que ella. Se las ingenió para que la
atendieran en Corpus Christi siendo ella oriunda de San Antonio y
denunciando que la habían atacado en Monterrey. Así el caso, sólo podían
obligarla a ser revisada si había una acusación formal y ella no lo
había hecho. Y las policías de San Antonio y Monterrey sólo podían
intervenir si esa mujer estaba en sus jurisdicciones. Un plan perfecto.
Con eso la pérfida mujer se aseguraba de que se la viera junto a Selena
sin ser revisada. Ella lo había pensado todo y Selena recién comenzaría
a sospechar en ese momento sin imaginarse nunca el alcance de semejante
y tenebroso plan…
Miro con angustia las imágenes en el noticiario y empiezo
a pensar. Selena decía en mi sueño que ella debía ir ese día a grabar y
después a Los Ángeles para dar un concierto al otro día. En el noticiero
me entero de que ese concierto va a ser el sábado. Entonces, el
asesinato sería … ¡¡mañana!! ¿Es un sueño lo que viví o he vivenciado lo
que va a pasar? ¿Por qué grité tanto anoche? ¿Qué más vi que no
recuerdo? ¿Por qué justo este día no hay nadie en mi casa para impedir
que llegue tarde al trabajo? ¿Por qué mi madre me dejó gritando sola en
mi cuarto? ¿Es que me escuchó o en realidad nada llegó a oír de mí? Me
estaba volviendo loca, totalmente loca. Quería olvidarme de todo, quería
pensar que era una pesadilla, sólo una pesadilla hasta que recordé algo,
algo que vi de pasada en unas pocas líneas en una revista, en un
reportaje que le hicieran a Selena, en una serie de preguntas
“ping-pong” en el que le hacían preguntas concretas para que ella
contestara cortito. En una de esas preguntas le preguntaron qué era lo
que más temía y ella dijo a un sueño horrible del cual nunca quiso
acordarse. ¿Y si era el mismo sueño? ¿Y si la pesadilla que había tenido
era la misma que tuvo Selena? ¿Es un sueño o un aviso del destino? ¿Es
una pesadilla o una advertencia, advertencia que Selena nunca quiso ni
ver ni escuchar ni recordar? Entré en pánico, entré en desesperación.
Esto no era un sueño. Esto era un aviso desesperado, como si alguien del
futuro nos quisiera advertir lo que va a pasar, como si nos gritara de
otro mundo para que impidamos lo que ya se había hecho, para cambiar el
curso de las cosas, como si eso fuera tan posible como enviar mensajes
del futuro. Yo no le creía pero ahora … ¡¡No!! ¡¡No podría tolerar si
algo le pasa a Selena!! … ¡¡Lo puedo ver. Lo puedo ver!! Veo cómo esa
pérfida mujer le pide que no la deje, disimulando una desesperación que
ya no tiene, pero que la actúa para que Selena se la crea y actúe en
consecuencia. Veo cómo Selena entra en cólera, se empieza a dar cuenta
de los embustes y de los engaños de esa mujer y comete un error que le
costará la vida, un error que no se puede cometer contra un psicópata …
Selena se saca el anillo que le había regalado ella y va a proceder a
arrojarlo sobre la cama para marcharse con violencia después. Y de allí
de nuevo esas horribles palabras que parecerían salir de ultratumba:
“¡¡No abras esa puerta, Selena!!”. Luego el disparo. Luego la
consternación. Puedo ver con angustia como si estuviera frente a ella
grabándola como aquel camarógrafo que la filmara desde el auto a la
salida del concierto del Houston Astrodome el 26 de febrero de 1995, su
cara de horror, de desconcierto, de angustia, de sentir que se está al
final sin poderlo entender, sin poderlo explicar, tomándose el pecho
como tantas veces lo hiciera en un concierto, sólo que esta vez sí
sentía ese sufrimiento, sí sentía ese dolor, tomándose el pecho como
queriendo retener lo que salía de su cuerpo y de su Alma, como si esa
mano quisiera tapar algo tan imposible como el cielo. Y detrás, detrás
de ella a unos cuantos metros esa horrorosa mujer, saliendo de su
guarida como un perro enfurecido viendo que el plan le falló
increíblemente por obra y gracia de Selena, dispuesta a dar su segundo
disparo aunque más no sea para que Selena no hable, para que no se tenga
que enfrentar con ella en otras circunstancias. Y luego ver cómo esa
mujer de un modo tan increíblemente frío baja el arma y vuelve a su
guarida con la seguridad de que lo de Selena es cosa juzgada y sólo
tiene que ver entre las paredes y puertas pintadas de rojo cómo debía
reformular el plan para seguir siendo creíble. Allí pensó en ir al
garaje del motel simulando ser una persona desesperada que estaba por
suicidarse, pero con la radio puesta para asegurarse de que las noticias
serían alentadoras para ella y desesperantes para todos los demás. Esa
pérfida mujer tenía todo planeado mientras Selena daba su último
esfuerzo abriendo la puerta del lobby del motel Days Inn para que
alguien se apiadara de ella. Podía ver con total impotencia cómo Selena
se nos iba en la total soledad sin que nadie pudiera hacer nada,
absolutamente nada…
Estuve enloquecida durante toda la tarde. ¡¡No sabía qué
hacer!! Tenía sólo un día, sólo un día y había que ver si sólo era un
día porque no sabía bien a qué hora era. Pero si me ceñía a mi sueño era
a la mañana … Sí, era temprano. Aún puedo ver a esa mala mujer
esperándola en traje de piyama y preparando su arma. Sí, podía verla
antes levantarse, pedir el desayuno, y mirar una y otra vez el arma, una
y otra vez la ventana, para ver si venía su presa en busca de la
carnada. Podía ver cómo discaba con furia el teléfono llamando a Selena
y reclamándole que viniera ya, que no aguantaba más, que estaba
desesperada, que la habían atacado, que estaba sola y que no sabía qué
hacer. Cada vez que recuerdo esas imágenes siento terribles escalofríos
en mi espalda. Imagino lo que sentiría Selena, cómo ella sí estaba
sufriendo en contraposición del simulacro de sufrimiento que hacía esa
bestial persona. Imaginaba a Selena debatiéndose entre ir pero a
escondidas de su esposo y de su familia para no alarmarlos, para que no
se sintieran partícipes de esa virtual extorsión de esa psicópata.
Imaginaba el sufrimiento de Selena por sentirse bombardeada por una
mujer que no la dejaba en paz con sus llamados, con sus “bippers” y con
las culpas que le generaba al insinuarle que la estaba abandonando a su
suerte. Imaginaba a una Selena tironeada entre dos partes que se tiraban
con fuego pero que la exponían a ella en ese tironeo. Me imaginaba a
Selena preguntándose por qué su familia la había expuesto en esa reunión
en la que su padre le pedía explicaciones a esa mujer por conductas que
los perjudicaban. Me imaginaba a Selena sufriendo las consecuencias de
esa reunión en las que esa mujer se aferraba a su anterior confianza y a
la culpa para que ella no la dejara a la deriva. Me imagino que Selena
sufriría más que nadie por tener que estar en un conflicto que no había
iniciado y en el que ella no quería exponerse a una solución aun más
conflictiva. Ella no estaba acostumbrada a semejante problema. Selena
estaba sí ya entrenada en esos retos imposibles en los que con
tenacidad, trabajo, esfuerzo, talento y honestidad podría salir adelante
… Pero de esta manera … Selena podía ponerse firme, podía ser
determinante, podía ser inflexible, pero ella lo solucionaba con una
sonrisa y no esperando que la sangre llegara al río. A Selena le gustaba
ser precavida y actuar sobre las causas, no con las consecuencias. Esta
situación, este conflicto ella no lo hubiese manejado de ese modo. Ahora
pagaba las consecuencias de algo que ella ni generó ni buscó que fuera
así. Pero Selena no dejaba de ser ella misma aun con estas
circunstancias. Otras personas se hubiesen quedado en sus casas. Otras
hubiesen dejado que los demás se pelearan y hasta se mataran sin
intervenir. Pero Selena no era así. Aun cuando a ella esto no le
gustaba, aunque ella querría estar ocupada en lo suyo y no estar
pendiente de algo que le era ajeno. Selena iría, buscaría una solución,
desearía llegar a un acuerdo, trataría de solucionar por su cuenta las
cosas. Entonces, ella iría, iría con la ilusión de que cuando más rápido
fuera más fácil se solucionaría todo, que no había que quedarse con el
rencor, que había que apostar a la fe y a la honestidad en la actitud.
Pero por sobre todo, Selena ponderaba el no esconderse, en dar la cara,
afrontar los problemas. Así se formó y así se manejaba con todo en la
vida. Y fue a ese motel con la convicción de que estaría frente a una
persona que pelearía, hablaría y discutiría con las mismas armas, con
las mismas convicciones. Nunca Selena imaginó que la mujer que la
esperaba estaba con un arma preparada y con un crimen perfecto para
ejecutar…
Cuando llegó mi madre ella me vio llorando en el sofá.
Buscaba ayuda. Quería hacer algo pero no podía. Estaba lejos de Corpus
Christi para llegar antes de mañana temprano. No habría ni bus ni avión
ni nada que me acercara antes que la tarde del 31. Y para esa hora todo
se habría consumado. Apenas llegaría para ser espectadora privilegiada
del horror y de la tristeza. Quería recurrir a alguien, ¿pero a quién y
a cuento de qué? Pensé en llamar a Selena, pero desistí rápidamente.
¿Por qué escucharía y daría crédito a semejante acusación dirigida
alguien a quien supuestamente aún confiaba? Aparte, ¿cómo se lo diría?
De sólo pensar que le tendría que decir que corre serios riesgos de ser
asesinada al otro día por la presidenta de su club de fans y gerente de
su boutique “Selena Etc.” me provocaba pavor. Podía sentir mi propio
estremecimiento al sentir el ruido de colgar de Selena acaso enfurecida
por tan terrible chiste o por una acusación y amenaza sin sentido. No.
Yo no haría nunca una cosa así con nada más ni nada menos que Selena …
¿Pero qué hacer si su vida corría serio riesgo? ¿Acaso era más
importante no quedar mal con ella que avisarle que podrían matarla?
¿Pero cómo explicarle, cómo convencer a alguien que está hablando en
serio basándose en una pesadilla premonitoria? Tal vez Selena podría
tomarlo en serio por su propia pesadilla. ¿Pero ella me lo admitiría? No
sé. Tal vez deba apostar a llamar a otra gente. La última vez que vino
Selena a Monterrey me encontré con A.B. en una calle y le pedí un
autógrafo. Me había quedado hablando un tiempito. Él estaba por volver a
Estados Unidos pero había decidido recorrer un poquito la ciudad antes
de irse. Pero se había perdido buscando el hotel en el que estaba
parando y yo se lo indiqué apenas me lo preguntó. Ante mi respuesta
providencial, él en agradecimiento eterno me prometió que vendría a mi
casa con Selena cuando volvieran a la ciudad, o en su defecto, me
aseguró que si alguna vez llegara a ir a Corpus Christi que no dudara
en ir a q-productions y preguntara por él, que sin dudar me llevaría a
Selena para que la conociera … Pero había pasado ya unos cuantos meses.
¿Por qué habría de acordarse de mí? Ve a tanta gente que por más que se
acordara no dejaría de ser una desconocida más para él; acaso tendría
una idea de que yo hice algo por él … Y lo mismo de siempre … ¿Cómo
reaccionaría en cuanto le dijera que era Olga, esa mujer que lo sacó de
apuros en Monterrey y que lo llamaba porque por una pesadilla estaba
segura de que al otro día balearían a su hermana de manos de una persona
de su confianza? … No, tampoco. Por un instante pensé en llamar a los
periódicos, a la televisión, a lo que sea. Armaría el suficiente jaleo
como para que trataran de averiguar y así alertar a Selena de lo que
estaba pasando … Tal vez así sí lo haría … “Pero, Olguita, hija mía,
¿qué haces aquí? ¿Es que no has ido a trabajar? Qué te ha pasado? Te
preparé el desayuno … ¿Te sientes bien?”, me inquirió de pronto mi madre
que había vuelto del médico, provocándome un sacudón que me hizo salir
de golpe de mis pensamientos y elucubraciones acerca de cómo salir de
semejante situación. “No, madre, no he ido hoy … ¡¡Es que tuve una
horrible pesadilla y temo que sea una premonición, madre!! ¡¡Creo que
algo muy feo le harán a Selena mañana!!”. Mi madre en cuanto le dije el
motivo de mi ausencia al trabajo y lo angustiada que estaba por Selena
estalló en cólera: “¡¡Pero, mi’hija!! ¿Cómo puedes creer en estas cosas?
¿Es que te has vuelto loca? ¿Pero qué les ha puesto en sus mentes esa
muchacha? Olguita, entiendo que hace muy poquito que has dejado el
colegio y que aún eres muy pequeña. También entiendo que tengas a tus
ídolos y que uno de ellos sea Selena … ¿Pero cómo puedes faltar al
trabajo por un mal sueño, por una pesadilla? ¿Quieres perder el empleo?
¿Acaso qué dirás mañana si no vas? ¿Crees que te tolerarán semejante
excusa? ¡¡Vamos ya Olguita!! ¡¡Deja ya a Selena en paz!! ¡¡Ella se puede
defender sola!! ¡¡No necesita de ti!! ¡¡Así que por favor deja de pensar
en tonterías y prepárate para ir a trabajar mañana!!”.
Por un instante quede estupefacta mirando a mi madre. Por
un lado sentía mi Alma partida en mil pedazos y por otro tenía una furia
apenas contenida. Creo que mi estado de ánimo para con mi madre en ese
momento me hubiese hecho ser amante de un grupo de rock metálico o
directamente me hubiese hecho punk ... Pensé en Pantera … Pero lejos
estaba de convertirme en ese tipo de personas. Además, no me gustaba su
música. Estaba herida porque hubiese querido que mi madre me contuviera
en vez de retarme. Quería comprensión, un hombro del cual pudiera
descargar mi dolor. Y todo lo que obtenía como respuesta era que me
dijera que dejara a Selena descansar en paz, con todo lo que esa frase
implica … ¡¡Ahí está!! Otra señal unívoca del destino … Que descanse
Selena en paz … ¡¡Por Dios no, no puedo ni siquiera imaginarme ello!! De
sólo pensarlo me hace hundir en el más absoluto dolor. Y encima mi
propia madre está allí, esperando que lo olvide todo. Ya verá … “¿Pero
qué crees madre? ¿Cómo me puedes decir eso? No se trata de un mal sueño.
No se trata de pura imaginación. ¡¡Esto va a pasar, madre!! Estoy
segura, estoy más que segura. No lo entiendes, madre. Me da mucho dolor
decirlo, pero estoy segura de que a Selena la balearán mañana. ¿Qué más
quieres que te diga? ¿Crees que me alegra? Y aunque estuviera muy
equivocada, hubiese querido que me abrazaras y me dieras un cariño, un
consuelo … ¿Acaso piensas que me haré grande y madura de golpe ignorando
los problemas que tengo? Yo quiero mucho a Selena. Ella es parte de mi
vida. Me siento muy identificada con Selena. Y si le llega a pasar algo
yo no respondo de mí. ¡¡Y tú tendrás la culpa por ello!!”. Y salí
corriendo a mi habitación llorando sin consuelo. Mi madre intentó
detenerme pero sabía que era en vano. En cuanto llegué a mi cama abracé
a mi almohada y rompí en un llanto que me duró horas…. Me sentía
perdida, triste, impotente. Quería creer que tal vez exageraba, que tal
vez no fuera cierto, que todo era producto de mi imaginación, pero esas
imágenes, ese disparo, ese dolor … Podía sentirlo, podía vivenciarlo …
Yo no quería llorar para siempre. Yo no quería no haberlo intentado todo
estando tan segura de lo que iba a pasar. Algo se me tenía que ocurrir,
algo tenía que hacer, ¿pero qué? Me decidí llamar a los diarios. Pensé
en que podía hacerme pasar por una secuestradora que decía tener a
Selena y que pedía rescate por ello. Pensé hablarle de mis
premoniciones. Pensé en ir a Corpus Christi y localizar a Selena. Pensé
en todas las variantes desde las más razonables hasta las más
disparatadas para llamar la atención. Ninguna parecía viable. Si se me
ocurriera decirle a mis amigas no me creerían, y si me creyeran estarían
tan angustiadas e impotentes como yo … ¿Qué hacer? ¿Qué hacer? Me quedé
llorando por un largo rato, por momentos de un modo histérico, colérico,
desgarrador. Tiempo después escucho que mi madre me dice: “Por favor,
Olguita, despierta, ya es tarde … Yo creo que…”. “¡¡Déjame en paz,
madre!!”, le grité. “¡¡Déjame sola!! ¡¡Déjame pensar que hacer!!”. “Es
que de eso se trata, Olguita”, me dijo. “Te has quedado dormida. Ya es
hora de ir a trabajar. ¿Quieres que llame a tu jefe para comunicarle que
sigues sintiéndote mal?”, dijo mi madre casi con un hilo de voz … Esas
palabras me sobresaltaron. Por un instante no quería pensar en que fuera
ya … ¡¡31 de marzo!! Abrí los ojos de golpe y vi que ya la luz del día
invadía mi habitación. Miré la hora y eran ya las 7.30 horas. Me levanté
como un resorte y di varias vueltas alrededor de mí gimiendo y llorando.
No sabía qué hacer. Definitivamente no sabía qué hacer. Cuando ya no me
quedaba más tiempo para seguir en casa sin que ello implicara llegar
tarde a mi trabajo, procedí a ir a mi lugar de labor con la convicción
de que tenía que decidir algo pero ya, aunque fuera disparatado, no sé
qué, pero algo … Pero conforme avanzaba con mi andar perdido y seguía
pasando el tiempo, me iba desmoronando. Nada de lo que se me ocurría
podía tener éxito. Ya no tenía tiempo para lograr que otros actuaran por
mí, ya no tenía tiempo para que yo pudiera hacer algo por mi cuenta. No
dependía nada de mí y eso me atormentaba más. Estaba por entrar a mi
trabajo y justo veo en una pared una foto de Selena y Los Dinos
arrancada por alguien que se ve que quería tomarla para llevársela de
recuerdo. No lo logró, se nota. El poster quedó destrozado y sólo se
podía ver intacta la figura de A.B. … A.B… ¿Y si tal vez él…? … Acaso se
acordará de mí ... Miré mi reloj y eran ya las 9 horas. En cuanto entré
al trabajo no sé qué pensé, sólo actué, actué sin medir las
consecuencias, actué sin saber qué sería de mí, pero sí qué debía ser de
Selena…
Entré a la carrera en busca de mi jefe y le pedí que me
dejara usar su teléfono para llamar a Corpus Christi. Le dije que era
muy urgente, que era un asunto de vida o muerte, que yo me hacía cargo
de todo. Mi cara de desesperación debe haber convencido a mi jefe que ni
siquiera me preguntó por lo que me sucedió ayer. A mí ya no me importaba
si me despedían, si me dejaban encadenada allí hasta que me actualizara
con el trabajo o si pensaban perdonarme de por vida. Yo sólo pensaba en
Selena, pensaba en cómo salvarla, si estaba bien aún. Por la diferencia
horaria no podía establecer si ya había ocurrido todo o si aún había un
margen de posibilidad. Tampoco por mi sueño podía establecer la hora
precisa de cuándo sucedió la insensatez. Sólo sabía que era por la
mañana y no muy temprano. Tomé una guía y busqué la casa de A.B. En
cuanto encontré el número sólo desee que estuviera del otro lado del
teléfono y me reconociera. Era una ínfima, minúscula posibilidad, pero a
esta altura cualquier chance, por mínima que fuera, tenía el valor
inconmensurable de la esperanza. Pero Dios no me dio esa posibilidad: me
atendió una mujer. Me tranquilizó el hecho de que no se oyeran voces de
lamentos ni de llantos. Le pregunté si no estaba A.B., que la llamaba
Gloria, una amiga de Monterrey, la que la ayudó a encontrar el hotel el
día que se había perdido … La mujer, que creo era su esposa, me dijo
amablemente que A.B. estaba en q-productions junto con su padre para
grabar algunas cosas, entre ellas las voces de Selena que iría después
para completar algunos temas. Le pedí el teléfono y por suerte me lo
ofreció con todo gusto. En cuanto colgué llamé desesperada a
q-productions. Ahora sí rogaba más que nunca que me atendiera él.
Pensaba que si me atendía el padre no me entendería y desestimaría
cualquier peligro. Pero A.B. … Él si me entendería … De nuevo escucho la
voz de una mujer. Era una de las secretarías. Le pedí por favor por A.B.
Ella me dijo que estaba ocupado grabando, que por favor llamara más
tarde. “Por favor, señorita, dígale que llamo de Monterrey, que me llamo
Olga, que soy aquella que la ayudó ese día…”. “Espera”, me dijo la
secretaría. “Mira, tienes suerte, aquí está A.B. Ya te lo paso”. Oigo
unas voces en inglés hasta que escucho a A.B. atender. “Sí, hola, ¿quién
es?”. “Hola, A.B.. Por favor, escúchame con atención. Te llamo desde
Monterrey. Me llamo Olga. ¿Te acuerdas de mí? ¿Te acuerdas que hace
poquito te perdiste y no encontrabas el hotel…”, le supliqué. Hubo un
silencio que duró una eternidad hasta que él dijo: “¡¡Sí, sí!! ¡¡Me
acuerdo!! ¿Cómo olvidarlo? ¡¡Me salvaste ese día!! ¡¡Creí que estaba en
otra ciudad!! Te debo una. ¿Pero dónde estás? ¿Estás aquí en Corpus
Christi? Si te has perdido, te puedo pasar a buscar y guiarte”, y se
echó a reír. Yo le corté lamentablemente su clima de alegría casi con
desesperación: “Escúchame, A.B, por favor. Me acabas de decir que me
debes una. Pues bien, hazme un favor. Antes que nada, ¿qué hora es
allí?”. “Son las 10 y media de la mañana. ¿Pero qué pasa? ¿Qué puedo
hacer por ti?”, me dijo A.B. totalmente intrigado. “¿Dónde está
Selena?”, le dije, aunque ya intuía la respuesta. “Debe estar en su
casa. Tiene que venir para aquí a grabar unas partes de canciones pero
tal vez venga a la tarde. O está allí o tal vez está en su boutique con
Y…”. Lo interrumpí antes que la nombre y siga: “Por favor, A.B. Me
dijiste que me debías una. Voy a cobrarla, pero te ruego que no me
preguntes por qué te pido esto. Ya te darás cuenta. Sal de inmediato de
allí y ve al motel Days Inn, más precisamente en la habitación 158.
Selena está allí con la presidente de su club de fans. Te lo pido por
favor, ve ya y sácala de allí, pero hazlo con cuidado, que nadie salga
lastimado”. “Pero no entiendo Olga. ¿Qué pasa? ¿Qué se supone que debo
hacer? ¿Cómo sabes que Selena está allí? Además, yo no puedo ir allí así
porque sí … Dime por qué debo ir allí. Por otra parte, no comprendo por
qué Selena está allí, si está todo mal entre mi familia y ella …
¡¡Hey!!¿Acaso sugieres que Y…?”. “¡¡Por favor, A.B.!! Tiene un arma.
¡¡Ahora lo veo todo!! La compró hace poco. La devolvió, no sé por qué.
Pero hace unos días la volvió a adquirir. ¿Qué te sugiere eso? ¡¡Pero
por favor, A.B.!! No me preguntes ahora. ¡¡Ve, corre, que no estás tan
lejos!! ¡¡Ve antes de que sea demasiado tarde!!”, le grité casi con
desesperación. “¡¡Está bien!! ¡¡Ya estoy yendo!! Le aviso a mi padre y
ya vamos”, me tranquilizó. Él estaba muy perturbado pero increíblemente
me hizo caso en todo, tal vez porque vio la sinceridad en mis palabras y
porque se dio cuenta de que lo que le decía no era descabellado sino más
que probable. Le pasé mi número de teléfono particular y el del trabajo
y le dije: “Sólo te pido que avises a mi casa cualquier novedad. ¡¡Por
favor mantenme al tanto!!”. “¡¡Perfecto, Olga!! ¡¡Me voy corriendo!!!
¡¡Adiós!!”, y colgó fuertemente por lo que corroboré con ello que A.B.
iría por Selena…
Fueron los momentos más horrorosos de mi vida. Apenas
salí de la oficina de mi jefe me desmayé. Estuvieron un rato para
reanimarme. Cuando estaban por mandarme a un hospital para observación
les grité: “¡¡No!! ¡¡No!! ¡¡Llévenme a casa, por favor, que allí estaré
bien!!”. Sólo estaba esperando que A.B. me llamara, pero a su vez eso me
provocaba terror pues de sólo pensar en una posibilidad o la otra me
generaba la peor de las pesadillas. Estuve a punto de llamar a
q-productions, pero no quería. Prefería la ansiedad de la espera a que
me enterara de que llegaron tarde, que no pudo ser, que hicieron lo
posible, que están shockeados, y que me preguntaran que cómo sabía y por
qué no pude avisar antes. Para colmo de males estaba la posibilidad de
que me pudiera enterar de lo peor por la televisión. Al principio, iba a
decirle a mi madre que apagara el aparato de TV, pero después opté por
lo inverso: le dije que me trajera la televisión al cuarto. Me puse a
mirar un programa de entretenimientos. En realidad no lo miraba. Sólo
permanecía concentrada deseando que ningún informativo urgente cortara
la transmisión habitual de los canales, pues eso significaría el fin.
Mientras permanecía mirando sin mirar la televisión, puse a prueba cuán
cierta eran las investigaciones científicas que decían que el cerebro
humano era más poderoso que lo que suponíamos y que sólo nosotros lo
desarrollábamos en una pequeña parte. Sólo permanecía concentrada en que
A.B. lo lograría, en que Selena daría su concierto en Los Ángeles al
otro día, que Selena saldría de todo sin ningún escándalo y sin ninguna
situación embarazosa. Me permitía pensar en la última posibilidad si
Selena saliera indemne de la tragedia. Ya se vería luego cómo salir de
ello… No importaba… No importaba cómo … No importaba nada… Mi mente sólo
estaba focalizada en que ninguna noticia especial debía salir de ese
televisor, que nada haría levantar la programación del canal que estaba
mirando. ¡¡Nada, absolutamente nada!! Ni siquiera pensaba en mucho más
allá de ese momento. Ya habría tiempo para pensar en el futuro, para
pensar en lo que sería de Selena. Ya habría tiempo … Ya habría tiempo …
Quería no enterarme, pero no aguantaba más. Quería que A.B. llamara, que
ese teléfono sonara de una bendita vez … Habría pasado una hora, me
había dormitado un poco producto del cansancio, del estrés, de los
nervios que me estaban carcomiendo. De pronto soñé con que Selena salía
presurosa de aquella nefasta habitación. Detrás de ella A.B. que le
cubría las espaldas mientras discutía a los gritos con esa mujer. Ella
salía con el arma dispuesta a disparar de una buena vez hasta que un
policía la obliga a bajarla. Detrás de él estaba el padre de Selena que,
tal como había convenido con A.B., mandó a llamar a la policía
denunciando que Selena estaba en peligro y que A.B. iba en su búsqueda.
Que todos habían sido avisados por Chris, preocupado como estaba por lo
sucedido en ese motel el día anterior. Esa mujer quedaría presa para
siempre, Selena estaba a salvo, y la Familia estaría exenta de cualquier
escándalo y malas interpretaciones. Era el final soñado. Todo seguiría
igual, sólo que con más cuidado producto del susto mayúsculo, y de la
solidaridad y del cariño de la gente … De pronto suena el teléfono.
Sentía como si me hubiesen arrancado el sueño de mi cabeza y me
transportara a la negrura de la realidad. Miré el reloj. Eran las 2 de
la tarde. Sabía que estaba todo definido, para bien o para mal. Puse mi
mano sobre el tubo de teléfono, esperé que sonara una vez más como
esperando que por allí el que llamó se diera cuenta de que se había
equivocado de número y desistiera de seguir llamando, o dejar que sonara
una vez más para tomar valor y afrontar la terrible noticia. Sentí que
se me paralizaba el corazón, contuve la respiración, tomé el tubo pero
no contesté. Se hizo un silencio eterno hasta que alguien dice: “¡¡Oye!!
¿Acaso no me vas a contestar? A mí me dijo A.B. que estabas preocupada
por mí. Pero veo que no es así. Entonces cuelgo…”. No lo podía creer …
“Pe …Pero … ¿Eres Selena? … ¿Estás allí? Dime que eres tú, dime que no
es un chiste de mal gusto. ¡¡Por favor!!” y rompí en un llanto que
parecía interminable. “¡¡Hey, hey, Olguita!! ¡¡Quédate tranquila!! Sí,
soy Selena. A.B. me contó todo. Creeme que me salvaste la vida. Sé que
en otra circunstancia ninguno de nosotros hubiese dado crédito a lo que
le dijiste a A.B. Pero no por nada lo convenciste a él y con lo que
sucedió hoy también me convenciste a mí. Ahora pienso que esa pesadilla
que yo tenía debí haberla exteriorizado y no habérmela quedado para mí.
¡¡Menos mal que estabas tú, Olguita!! Pero no hablemos más así. ¿Qué te
parece si la seguimos en un ratito en persona?”, me dijo Selena. “¿En un
ratito personalmente? ¿Y cómo vamos a seguirla si estamos tan lejos”, le
dije incrédula sin poder aún creer lo que estaba escuchando, que era en
definitiva lo que tanto deseaba …”Y … Yo pensaba teletransportarme,
¡¡previo desintegrarme y en unos segundos estar allí!!”, me dijo Selena
y echó a reírse a carcajadas como era su costumbre. Recién allí pude
gozar plenamente de lo que estaba pasando, recién allí asumí que era
cierto y que no estaba soñando que Selena estaba viva, que no sé cómo
estaba viva y yo era la persona más feliz del mundo. “Escúchame bien. En
un ratito va a pasar por allí una amiga mía, Cristina, que tiene que
venir para mi casa. ¿Qué te parece si vas con ella y me vienes a ver,
como tanto lo querías?”. “Claro, claro, por supuesto. Sólo que le tengo
que decir a mi madre…”, musité. “Si quieres le digo yo”, me dijo Selena.
“No, no va a hacer falta”, le dije con determinación. Nada ni nadie me
detendrá a ver a Selena después de todo lo que padecí … “¿Y cuándo viene
Cristina?”, le pregunté. “En 15 minutos. ¡¡Prepárate rápido que en unas
horas estarás aquí!!”, me dijo con ansias Selena. “Dime sólo una cosita
más Selena … ¿Cómo está el tiempo allí?”, le pregunté, acaso sabiendo la
respuesta … “¡¡Está lindísimo!! Con mucho sol. ¿Pero por qué le
preguntas? ¿Para saber qué llevar?”, me preguntó pícaramente Selena.
“¡¡Claro!! ¿Para qué sería si no, Selena?. ¡¡Te quiero mucho y cuídate!!
Ya voy para allá”. Y volví a llorar, esta vez de alegría. “¡¡Yo también
te quiero, Olguita!! Y apúrate que si tardas me voy a Los Ángeles y ¡¡
te dejaré en compañía de mi padre!!”, me dijo Selena a las carcajadas …
Pero más allá de las humoradas a las que Selena nos tenía acostumbrados,
yo sabía que ella también estaba llorando…
Luego de viajar unas horas animadamente con Cristina
llegamos a Corpus Christi. Estábamos llegando a la casa de Selena y
vimos que ella nos estaba esperando en la puerta. En cuanto reconoció el
auto empezó a ser señas ampulosas con las manos. Ese instante en el que
Cristina tardó en estacionar fue eterno por las ansias de vernos de una
buena vez. En cuanto pude, bajé y casi me mato porque me enredé el pie
con el cinturón de seguridad. Así me abracé a Selena sin poder
desengancharme del todo, por lo que ella sintió como si la hubiese
chocado. Es que ni Selena esperó que nuestro encuentro sucediera de ese
modo tan loco, como lo había sido todo ese día. Estuvimos un largo rato
abrazadas, llorando y riendo al mismo tiempo. No había necesidad de
hablar. Sólo sentir que estábamos vivas. En cuanto pude, le dije una y
otra vez: “Selena. Haz lo que tengas que hacer, pero hazlo. No te dejes
llevar por los demás. Sólo sigue el camino que tú te has trazado. Serás
la mejor cantante del mundo y mejor diseñadora. Sólo tienes que actuar
como tal. ¡¡Puedes decirle al mundo entero que eres la mejor sin dejar
de ser humilde!! Sólo te pido eso: ¡¡que coseches todo lo que has
sembrado con Amor por años enteros!!”. Selena me volvió a abrazar sin
decirme nada más que “Gracias”. Sabía que estaba conmocionada. Que tal
vez le costaría salir de esta situación traumática, pero que eso mismo
la haría doblemente fuerte y doblemente precavida. Y que la inmediatez
de lo peor le haría tomar conciencia de que ella y sus decisiones eran
lo más importante. No le quise decir nada de lo que le pasó si ella no
me lo decía, aunque yo ya sabía todo. Sólo le dije si iba a suspender el
concierto de Los Ángeles. “¡¡De ninguna manera, Olga!! Ellos ya
compraron las entradas. Me esperan mañana. Sólo una catástrofe o una
desgracia podrían suspender el concierto. Además, debo demostrar que
puedo no sólo salir de esta conmoción, ¡¡sino que éste es el inicio de
una larga y exitosa carrera!!”, me dijo con entusiasmo Selena. “¡¡Y así
será, Selena!!”, le dije yo sin dejar de abrazarla. “Pero tú vienes
conmigo. Necesito que estés conmigo mañana”, me rogó Selena. “¡¡Pues
claro que iré!! No hay nada más lindo que volver a verte en el
escenario. ¡¡Ya quiero estar allí!!”, le dije pegando un grito. “¿Pero
sabes por qué quiero que realmente vengas?”, me preguntó Selena con tono
de misterio. “¿Por qué?”, le dije con gran intriga. “¡¡Porque en
realidad lo soñé!!”, me gritó Selena mientras me daba una palmadita a mi
espalda y me invitaba a su casa para preparar todo lo necesario para
salir. En el camino me encontré con A.B. En cuanto lo vi, eché a llorar
y lo abracé con fuerza. “Gracias, gracias por haberme escuchado. Si no
hubiese sido por ti”, le dije sin poder decir más. “¡¡No!! Todo fue
gracias a ti, Olga. En lo sucesivo habrá que saber escuchar bien a la
gente y no sólo hacerlo en las emergencias. Pero dime: ¿me vas a contar
cómo es que lo supiste todo?”, me dijo intrigado A.B. “¿Te parece que
sea necesario decirlo …”, le dije esperando que se diera cuenta de lo
que le quería decir. “Tienes razón. Lo dejaremos para cuando seamos
viejitos y se lo contemos a nuestros nietos”, me dijo A.B. y nos fuimos
sonrientes y abrazados a la casa de Selena. Respiré bien hondo y podía
sentir y gozar del aire bien puro, del cantar de los pájaros, del aroma
a pasto recién cortado. Era el final de un hermoso día. Era el día del
renacer de Selena. Era el inicio de la carrera de la mejor cantante
latina de la historia. ¡¡Y todos contribuimos a que así fuera!!
(Yo sé que es la historia de todos, yo sé que es el sueño
de todos. Tal vez Olga, tal vez otro, tal vez alguien logre que Selena
viva lo que tenga que vivir, que Selena vuelva a cantar, que Selena
vuelva a ser feliz y a hacer feliz a tanta gente que desde que ella se
fue vive en un mundo de desamor y de falta de cariño, de su cariño)
Yo sólo quiero que estés aquí, Selena … Yo sólo quiero
que este mundo, que cada ciudad en la que has dado todo tu Amor recupere
la sonrisa, hoy perdida por el odio y el rencor que se ha apoderado de
todo. Sólo tu presencia Selena haría que cada persona se mire a sí misma
y vuelva a aprender a querer.