Las cosas
son mucho más simples de lo que parece, Selena…
A veces las cosas son mucho más simples de lo que parece.
A veces la realidad es tan implacable y tan visible que nos parece
increíble que se manifieste de ese modo. Cuando una tragedia ocurre,
luego del dolor y del llanto vienen las explicaciones, los porqués, los
motivos, los análisis. Y la realidad está allí, al alcance de la mano.
La mente humana es compleja y múltiples son sus variantes. Pero en la
conducta humana las cosas suelen ser evidentes. Y en el ser humano están
también las explicaciones rimbombantes, plagadas de razonamientos
entendibles y justificables. Y es que en las tragedias el ser humano
nunca puede comprender, nunca puede entender, ni explicar lo sucedido. Y
cuando al ser humano le ocurre eso no le alcanza con saber que las cosas
pueden ser más sencillas y a la vez más complejas de lo que se piensa.
Cuando hay una tragedia el buscar el motivo nos lleva a analizar al ser
humano que ha sido sacado burdamente de este mundo, nos invita a
adentrarnos en su vida, cómo era, quién era, de qué se componía su
familia, si se llevaba bien con todos, si tenía algún problema que
llevara a entender y explicar semejante acontecimiento del cual fue
víctima. Y en esa búsqueda de explicaciones está en el ser humano poner
su propio límite, saber que se puede llegar hasta cierto punto en esa
búsqueda del conocimiento de la víctima de la tragedia. Que nada del
mundo nos habilita para meternos en todos los aspectos de la vida
privada de esa persona para explicar lo que le ha sucedido. Que como
mucho se podrá buscar el establecimiento del perfil de la persona que
permita hacer más viable la investigación, pero que de ninguna manera
eso nos habilita para querer saber todo, profanar la morada de la
víctima para conocer hasta el último detalle de su vida … No. De ninguna
manera el investigar nos permite ejercer ese nefasto periodismo
“amarillista” que sólo busca ventilar el escándalo y no saber la verdad
como prioridad. Y lo que es peor, ninguna tragedia habilita a que
determinado periodismo “serio” hurgue en determinados asuntos o se haga
cargo de determinadas cuestiones privadas y delicadas con el pretexto de
obtener la bendita primicia o nota periodística, o de saber la “verdad”.
De ninguna manera…
Como si el destino hubiese querido ensañarse con Selena, y arrebatarle
de cuajo y sin miramientos la vida de Cenicienta que llevaba, ese
nefasto 31 de marzo se encargó de colocarla en la peor de las
situaciones, de las más trágicas e insólitas, y sin que nadie pueda
encontrarle una explicación aún. Nadie hubiese esperado perder la vida a
los 23 años en el mejor momento de su carrera. Nadie hubiese imaginado
que alguien quería dañar a Selena cuando todo el mundo la quería y la
apreciaba. Nadie hubiese imaginado, de sólo pensar en semejante ataque a
Selena, que lo hubiese perpetrado la presidenta de su club de fans, una
persona que no sólo había ganado su confianza sino la de toda su
familia. Nadie hubiese imaginado que esa misma persona se encargaría de
hacer saber al periodismo “amarillista” y al “serio” disfrazado de tal
la “verdad”, que consistía en decir barbaridades de su vida privada y de
insinuar relaciones llenas de mentiras e infidelidades. Que no le
alcanzó con quitarle la vida, sino que necesitó dispararle una y otra
vez hasta el día de hoy para no ver la realidad que consistía en que ni
Selena ni su familia ya no confiaban más en ella para ese entonces. Pero
también nadie se hubiese imaginado que Selena tendría al lado a una
psicópata que estaba dispuesta a todo y a mucho, mucho más … Nadie
hubiese imaginado que luego de esa hermosa presentación de Selena en el
Houston Astrodome el 26 de febrero de 1995 íbamos a asistir 33 días
después a esas imágenes que lamentablemente se difunden hoy, y que se
dan gracias a la confusión de la Familia Quintanilla sobre cómo encarar
a tanta gente que no quería irse del lugar del velatorio si no la
mostraban … de esa manera. Cuesta creer que para vivir a pleno el dolor
haya que ver aquello que más nos duele. Como si no nos alcanzara con
saber que aquella mujer que tanta alegría nos daba ya no está más, que
ya no podrá impactarnos con su figura, que ya no podrá reír más, que ya
no podrá cumplir sus sueños. Cuesta creer que haya que ver para creerlo,
como si no alcanzara con ver el dolor de su familia. Cuesta creer que
haya gente que quiera ver esa escena, que necesite ver a Selena así. Sé
que las culturas son diversas, y que cada una tiene sus valores y sus
rituales. Pero si hay algo de lo cual uno querría no ver nunca es a
Selena así, inmóvil, seria, sin energía, sin vitalidad. Cuando uno ha
visto a Selena en todo su potencial, hay cosas que mejor no ver, mejor
no apreciar, mejor pensar que no es cierto cuando lo es. Cuesta creer
que por cerciorarse de algo del cual era ridículo imaginarse una
especulación, se hayan visto esas imágenes. Y no sólo eso. También que
se la filmara, que se le sacaran fotografías. ¿Había necesidad de esto?
¿Por qué no se aplicó aquí la vieja y consabida frase “Déjenla descansar
en paz”, que tanto se usó para justificar a la asesina y atacar a la
Familia Quintanilla? Lo cierto es que la curiosidad, la duda, el morbo y
el dolor se hicieron presentes allí. No dejan de ser conductas humanas,
muchas veces justificables. Muchas otras no. Pero que invitan a que ese
periodismo “amarillista” siempre esté presente. Simplemente se hace
porque vende. Toda esta locura empujó a que el padre de Selena, en
estado de shock y en el medio de tanta confusión, haya decidido abrir
ese cajón que nunca debió haberse abierto. Pero es casi seguro que el
padre de Selena accedió porque en su fuero más íntimo debió haber
esperado y deseado con toda el Alma que nada de lo que estaba ocurriendo
fuera cierto, verdaderamente…
Y después las especulaciones, las investigaciones, los
motivos. Se hicieron miles de publicaciones. Se escribieron miles de
libros. Supuestamente todos buscaban la consabida “verdad”. ¿Pero fue
así? Muchos hicieron lindos e interesantes planteos y hasta anunciaron
que nos develarían la verdad de los hechos. ¿Pero lo hicieron? ¿O sólo
fueron oportunistas? ¿Es posible saber la verdad tomando como parámetro
lo dicho sólo por una de las partes? ¿Es posible sacar como conclusión
que Selena hacía tal cual o cual cosa, o iba a tomar tal determinación,
solamente basándose en dichos de una de las personas involucradas en el
hecho? Me pregunto si los que hicieron esto sabían de antemano que lo
que había realmente sucedido era menos escandaloso que lo que proponían,
y como eso no era muy vendible, inventaron otras cuestiones ... ¿Cuántos
intentarían explicar esta situación partiendo de la base de que Selena
tenía una vida tranquila con el deseo de ser una cantante exitosa, de
ser diseñadora, de vivir sin sobresaltos en una casa con su esposo para
allí agrandar su propia familia? ¿Cuántos intentarían explicar que
Selena sólo fue una víctima de una psicópata, una manipuladora que no
dudaría en llevar a cabo sus objetivos a cualquier precio, y que para
ello había engañado a toda una familia que le confió todo como a nadie
le había dado esa posibilidad? Porque en definitiva las cosas son mucho
más simples de lo que parece. A veces es cuestión de observar, escuchar
y analizar sobre los hechos concretos. Creo que a todos nos cuesta ver a
Selena de un lado más humano, más simple y menos rimbombante. Siempre
nos invitaron a ver a Selena como mito o al revés, verla enredada en
escándalos absurdos y en decisiones inverosímiles. Parece como si eso
fuera más lógico y “normal”. Parece menos doloroso no aceptar que Selena
haya sido víctima, la única víctima de muchas circunstancias, y
quedarnos en aceptar entre una u otra opción como las únicas valederas.
Pero siempre hay una tercera posición, y también más interpretaciones,
que nos puede hacer entender las cosas, a aceptarlas como son, aunque
sean muy duras, para llegar a explicar algo tan inexplicable como
inentendible que es la partida de nuestra Selena…
Y a veces tener esa mirada nos permite entender
determinadas cuestiones. A nadie le gusta ver a Selena enredada en los
juegos de una psicópata y que haya sido engañada al punto de que se le
quitara la vida impunemente. Pero habrá que aceptarlo, tomarlo como
lección y como aprendizaje de vida para que eso que le sucedió a Selena
no le ocurra a más gente talentosa y con un futuro enorme. Habrá que
aceptar que a nuestro alrededor hay mucha, muchísima más gente parecida
a la asesina de Selena, que hay gente que pulula por este mundo
mostrando un lado angelical, una actitud optimista, mostrando un lado
afable, simpático, que atrae a mucha gente, generando aceptación y
confianza, y que la verdadera cara la muestra cuando ya las cosas no son
como las piensa o como las desea, cuando ya no ejercen el control y no
lo quieren dejar por nada del mundo. Hay mucha gente como la asesina de
Selena que sólo arma amistades con gente en la búsqueda de que esa gente
se convierta en lugarteniente, en marioneta, que le responda a sus
intereses y a sus expectativas. Y en la medida en que esa gente haga lo
que esas personas psicópatas quieren, todo funcionará. Y la relación
puede durar años, toda la vida … siempre que funcione así. Y si no,
buscarán desesperadamente que eso se mantenga. Primero, por las buenas,
con la persuasión, con el convencimiento, con el razonamiento, con la
pasión, llegado el caso. Y si no es así, apelarán a la presión, a la
amenaza, a la extorsión. Y si nada se logra con eso, apelarán a la
destrucción de esa persona. Pues para personas como la asesina de Selena
no es admisible que el otro tome decisiones, que el otro haga su vida
sin ella, que el otro vuele sin el miedo a la culpa que le genera el
psicópata, que el otro sea ... Tan simple como eso. Para estas personas
no es admisible la derrota. Antes que admitirlo buscarán borrar lo que
ha sucedido, eliminarán el presente y abortarán el futuro. Jamás
admitirían que la otra persona siga su camino y ellas se queden sin su
“propiedad”. Antes matarse. Antes matar. Eso es lo que ha hecho esa
mujer que le quitó los sueños a Selena. Y lamentablemente estos sucesos
y estas conductas son mucho más comunes de lo que parece. Hay mucha
gente así, y tal vez pocos lo adviertan, o lo que es peor, muchos lo
perciban y se lo toma como algo “normal”. Lamentablemente aquel 31 de
marzo Selena sólo pudo darse cuenta del verdadero peligro cuando ya era
tarde. Antes que eso esa mujer utilizó todos los recursos. Primero,
buscando todas las maneras para que Selena fuera sola al motel, con la
excusa de que la habían violado. Es muy común que el psicópata apele al
argumento de que le hacen daño para generar pena, para que se busque el
desprecio en otra persona, en otro lugar. Siempre el psicópata se pone
en víctima para lograr lo que quiere. Y una vez que esa mujer logró
convencerla de ir sola apelando a ese juego sucio, comenzó a echar a
andar el plan premeditado. Llevarla al hospital, lograr que hubiera
testigos que certificaran que estaban juntas y “sin conflictos” en un
lugar público, y negarse a ser examinada luego de que insistiera a ir al
hospital para volver al motel y perpetrar lo que había planificado. Tal
vez Selena ignoraba que esa mujer podía negarse a ser revisada ya que
estando en Corpus Christi, siendo oriunda de San Antonio y denunciando
violación en Monterrey, no podían los médicos actuar de oficio, salvo
que se hiciera una denuncia, que la asesina obviamente no hizo. Seguro
que Selena no lo sabía. Pero su asesina sí lo sabía … Ella era enfermera
… Tal vez Selena allí recién empezó a sentirse molesta y estafada en su
buena fe. Tal vez Selena haya determinado allí cortar definitivamente
toda relación con esa persona. Pero aún la ataba la culpa y todo el
pasado con sus buenos tiempos que le recalcaba constantemente la asesina
en su último intento para que se pusiese de su lado en su lucha contra
el padre de Selena. Y decidió acompañarla. Acaso nunca haya imaginado
qué sorpresa le depararía esa mujer. Acaso haya decidido acompañarla por
respeto a ese lindo pasado y para despedirse de la mejor manera … Un
gravísimo error. Con esta gente no se puede ser condescendiente. Con esa
gente no hay manera de razonar. Selena quiso confiar y manejarlo a su
manera. Pero con esta gente eso es imposible. Esta clase de gente quiere
manejar todo y nunca permitiría que alguien decida por ella. El intento
de devolución del anillo y las negativas a tolerar más ingratitudes por
parte de Selena se encargaron de convencer a esa mujer de que no la
podría retener por mucho más tiempo. Y ante esa realidad prefirió
impedirle que se fuera y sea libre. Antes que eso decidió que fuera suya
y suyo su destino. Y tanto fue su afán de lograrlo y de vencer al padre
de Selena eliminándole lo que más apreciaba, que la huida de Selena
malherida le hizo pensar en un segundo disparo. Pero la sangre y el
dolor le hicieron ver que todo era cosa juzgada y se retiró a su cuarto
con una frialdad increíble … “con la satisfacción del deber cumplido”…
Así de simple y triste las cosas. Cuesta asimilar que
esto haya ocurrido así. Parecería que es más fácil imaginarse intereses
siniestros detrás de todo este asesinato. Oscuras relaciones,
enfrentamientos personales, intereses contrapuestos. Nada de eso. Fue
tan sólo la lucha de una psicópata en pos de lograr su objetivo, y que
al no lograrlo elimina lo que ella consideraba “la razón de su vida”,
“el fundamento de su existencia” … Y frente a ello Selena queriendo
abrirse paso, queriendo hacer su propio camino. Porque en esa búsqueda
de por qué las cosas fueron así y no de otro modo uno tiene que entender
que Selena tenía otros intereses, otros objetivos, algunos más
ambiciosos, otros mucho más simples. A Selena no le fue nada fácil
llegar a lo que había llegado. A veces los éxitos logrados nos impiden
ver lo duro que fue lograr lo propuesto desde hacía muchos años. Selena
y toda la Familia Quintanilla lo han dicho infinidad de veces en muchos
reportajes. Selena tuvo que dejar de lado muchas cosas que quería hacer
en su niñez y en su adolescencia. Tuvo que esperar muchos años para
empezar a cristalizar esos sueños que parecían tan lejanos en otros
tiempos. En esa búsqueda y a los 20 años Selena comenzó a tener el éxito
suficiente como para proyectar su futuro como cantante y para poder
vivir con más comodidad. Pero a Selena todo eso significaba un excelente
momento para poder vivir aquello que tanto buscó, aquello que tenía bien
guardado en su corazón. Y aún así Selena estaba experimentando muchas
cosas mientras vivía ese momento tan soñado, muchas situaciones que
nunca había vivido. Por eso vemos a Selena tan hiperactiva y con tantas
ganas de hacer todo al mismo tiempo. Y no siempre pensaba lo mismo. Ella
iba cambiando según la marcha de las cosas, el correr de los
acontecimientos. En pleno auge y locura de la gente por Selena, ella
había echado a rodar el mayor de los sueños que fue crear Selena Etc. y
diseñar su propia línea de ropa. En esa época ella quería que su éxito
musical le permitiera hacer todo lo que había postergado por años. Como
si fuera una premonición, Selena actuaba como si le quedara poco tiempo,
como si no tuviera tanto margen como para hacer todo lo que quería. Pero
en ese 1994 Selena había echado las bases para empezar a actuar de
acuerdo con su visión de las cosas, sus perspectivas, sus objetivos. En
aquel año todo era actuar y hacer marchar su negocio de diseño de ropa,
abrir otras sucursales de Selena Etc., pensar en abrir su negocio en
diversas ciudades de México, sacar su propio perfume con el nombre de
sus temas más populares, además de encantar a su gente con su música y
sus conciertos. Más que nunca Selena hizo todo lo que se propuso para
poder saber cuáles eran sus prioridades en el futuro. Hasta allí Selena
había sido todo vértigo. Sólo pensaba en sus conciertos y en su trabajo
de moda. Si se le preguntaba en aquel momento a Selena cuándo agrandaría
su familia ella decía que aún no, que era tiempo de sacar todo lo que
tenía en mente, todo lo que quería hacer, pero no aún tiempo de tener
niños. Pero luego vino 1995 y como en todo año que se comienza hay un
período de reflexión y en pensar en nuevos proyectos. Selena sabía lo
que se venía, con todas las obligaciones que se le presentaban: el disco
en inglés, las giras en Estados Unidos con ese disco, y las giras por
Latinoamérica con sus éxitos en español. También vendría la apertura de
los locales de Selena Etc. en Monterrey y México DF. También sabía que
era un año muy importante para la banda, como lo manifestara luego en el
programa “Padrísimo”. Pero tal vez por ello Selena debió haber pensado
que era mejor parar un poco, que debía más pensar en su propia familia,
en Chris y en su sueño de habitar su nueva casa, que lo tenía algo
postergado. Tal vez pensó que era momento de establecer sus propias
prioridades, sus propias ideas, sus propios objetivos. Tal vez pensó en
rodearse de otra gente y de trazarse nuevos proyectos. Y allí debió
haber pensado que era mejor tener un hijo en ese momento. Eso le daría
más tiempo para hacer sus tareas artísticas cimentando su vida personal.
Tal vez Selena estaba deseosa de salir de muchos apuros, de
obligaciones, de imposiciones. Y tal vez Selena no quería que influyeran
tanto los demás en sus decisiones. Es posible que Selena haya sido
perturbada en esa necesidad de paz por esa pelea entre la asesina y el
padre de Selena, y buscó desesperadamente destrabar el conflicto, como
lo hizo con su padre cuando decidió casarse en secreto con Chris. Su
deseo de paz y de tranquilidad no le hizo ver el peligro. Tal vez por
eso se apresuró al ir más de una vez a ese motel con el objeto de pasar
a un segundo plano la cuestión con esa mujer. Tal vez pensando en lo que
quería hacer con su vida no vio lo que otros querían hacer con la suya
impidiendo cumplir con lo que más anhelaba en ese momento. Y allí quedó
Selena aquel absurdo y lluvioso 31 de marzo. Sola, desamparada,
descuidada, a merced de una mujer que todo había planificado para
destruir lo que supuestamente “amaba”…
Siempre pensé, entre las tantas cosas posibles que
hubiesen cambiado esa absurda suerte, que si Selena hubiese obtenido
aquel Grammy en 1995, como lo había logrado en 1994, ese nefasto 31 de
marzo no hubiese existido. Tal vez hubiese sido lo mejor que le podía
pasar, más allá de lo que deseaba hacer Selena en aquel momento. Si ese
Grammy se hubiese logrado, los medios de comunicación hubiesen estado
más encima de ella en marzo de 1995, muchos productores se habrían
adelantado a ofrecerle nuevos proyectos y el disco en inglés no se
hubiese demorado más. Y esa mujer no habría tenido manera de manipular
más ni a Selena ni a su familia. Tal vez Selena hubiese postergado
algunas cosas pero hoy estaría entre nosotros. Y lo postergado se
efectuaría de todos modos. Y eso era lo más importante. Lo único
importante. La vida de Selena estaba por encima de todo ... Sus sueños,
sus anhelos, sus expectativas, sus deseos de superarse, sus ganas de
vivir ... Eso era lo más valioso. Y eso fue lo que se perdió. Tal vez a
la hora de recordar a Selena y para explicar lo que sucedió aquel
absurdo día haya que tener en cuenta eso, y no perderse tanto en grandes
explicaciones que no se condicen con lo que era Selena como artista y
como persona. Tal vez sólo se trate de ponerse en su piel para entender
todo lo que pasó, todo lo que a ella le sucedió sin que nadie nunca lo
pueda explicar en su totalidad…
Tal vez sea la única forma de entender lo que le pasó
aquel día, entendiendo primero lo que era Selena y todo lo que le
sucedía en aquel momento, sobre todo comprendiendo y sintiendo sus más
puros sentimientos…
Por eso estoy aquí, Selena, para que, a través de mi
recuerdo, pueda tributarte y resaltar no sólo por lo que fuiste como
artista y por lo que podrías haber logrado. Yo estoy aquí para que todo
lo que fuiste como persona, lo que sentiste, lo que soñaste, lo que
anhelaste, tus ganas de vivir y tus deseos de amar sean tu mejor legado,
tu mayor virtud. Si algún día lo logro, sabré que logré recordarte como
querías, que era recordarte y tributarte con Amor…
Difícil de creer. Difícil de explicar lo que estoy viviendo. Una que ha
soñado tanto, que ha deseado tanto vivir este momento, no puede dar
crédito de que sea realidad lo que está frente a mí. ¿Yo nominada a un
Grammy? ¿Yo aquí en New York con la posibilidad acaso remota de ganar el
premio? No. Es un sueño. Definitivamente es un sueño. Para un latino se
hace difícil lograr este galardón. Apenas un rubro entre tantos premios
que hay. Ya es difícil que le presten a uno atención para que se lo
tenga en cuenta, para que lo consideren bueno, para que lo nominen y
para que te den el premio. ¿Cómo llegué aquí? ¿Seré tan buena para toda
esta gente? ¿O sólo me están haciendo ilusionar? Yo sólo hacía esto para
salir adelante, para lograr vivir de la música, para llevar un plato de
comida a la mesa. Yo sólo hacía esto porque no me quedaba otra, porque
una vez me pusieron un micrófono y me dijeron que debía cantar aunque
más no fuera como un pasatiempo, por un tiempo que me parecía una
eternidad pues yo sólo quería jugar para ese entonces. Yo sólo quería
tener amigos y soñar con que en un futuro sería una buena diseñadora,
con que el mundo me conociera por la ropa que hacía, por los diseños que
inventaba. Por las noches solía escaparme a la playa y miraba largamente
la luna y su luz que se proyectaba al mar. Me gustaba mucho hacerlo pues
allí me daba cuenta de lo chico que es el mundo, de lo pequeño que
somos, de lo superfluas que pueden ser muchas de las cosas por las que
nos hacemos tanta mala sangre, por las que corremos todos los días, por
las que discutimos y nos disgustamos. Cuando estaba sola allí frente al
mar y ante la inmensidad del cielo podía darme para mí ese pequeño
momento de paz conmigo misma, un momento de silencio ante tantas
palabras, risas y ruidos de motores. Podía permitirme sentirme yo misma,
gustarme como soy, sentir mi cuerpo, mover a uno y otro lado mi pelo, y
sentirme bien, feliz y plena. Me encantaba sentir ese silencio y no
vivirlo como algo tedioso, agobiante, difícil de abordar. Un silencio
que debía ser interrumpido por risas, bromas y ocurrencias para no
pensar en cosas más personales de las cuales no podía compartir con
nadie. En mi fondo más íntimo me gustaba cómo era y tenía muy en claro
lo que quería hacer. En un momento sentí que cantaba bien y que a la
gente le gustaba. Pero aun así ante el público y ante mi familia yo era
muy insegura. Siempre sentía temor porque no me quisieran, porque me
dejaran de amar. Para mí eso era terrible. Yo no me podía permitir que
semejante cosa me pasara, pues eso podía ser la ruina para mí y para mi
familia. Aprendí a saber que no tenía margen de error, que debía hacer
todo, que debía dejar todo, dar todo de mí para encantarlos, para que se
fijaran en mí, para que me tuvieran en cuenta. Aprendí a dejar de lado
determinadas cuestiones que eran normales para cualquier niño, que era
tener mis amistades permanentes, hacer el colegio en el mismo lugar y
con mis compañeros de grado de siempre, jugar en la misma plaza y en la
misma ciudad. Aprendí a que todo eso lo tendría con mi familia y arriba
de un bus que me llevaría de pueblo en pueblo para entretener a la
gente, y para ganarse la vida con honestidad y esfuerzo. Aprendí a que
mi colegio sería mi bus y mis maestros mis padres, mis hermanos, mi
banda. Aprendí a que mis compañeros del grupo serían mis amigos y empecé
a intuir que tal vez mi futuro esposo saldría de allí. Aprendí a que mi
vida la tendría que compartir con todo y con todos. Aprendí a dar rienda
suelta a mi optimismo y mi alegría, y a callar mis sentimientos y mi
llanto. Aprendí a que todo lo que soñaba podría lograrlo si redoblaba
mis esfuerzos, si acaso daba mucho más de lo que esperaba mi padre y de
todo aquel que confiaba plenamente en mí. Si acaso cumplía con lo que se
esperaba de mí y fuera famosa podría hacer muchas de las cosas que no
podía hacer y que moría por poderlas hacer realidad. Acaso eso
justificaría tanto esfuerzo, tanto sacrificio, tanta entrega. Al final
del camino sería libre, libre para hacer lo que quisiera, libre para
cantar como quería mi padre, pero libre yo también para diseñar como
deseaba con toda pasión…
¡Qué nervios! ¡¡Qué nervios!! Todavía falta para el
anuncio de nuestra nominación y ahora que estoy aquí siento por primera
vez el deseo de llevarme el premio. Hasta ahora no me había tomado muy
en serio la posibilidad de ganarlo. Pensaba en la inmensidad del lugar
en el que se entregaban los premios y todo me parecía lejano, muy
lejano. Apenas si puedo acostumbrarme a recibir determinados premios
como los que recibí el año pasado. Si esto fuera en Texas lo entendería
perfectamente. Hace 7 años que me vienen premiando. Por suerte conmigo
sí se cumplió aquello que se puede ser profeta en su tierra. Allí la
gente me quiere mucho, siente que la represento, sabe que soy de allí y
que nunca los dejaré aunque me haga estrella mundial. Ellos piensan que
soy buena de verdad, que llegaré a lo más alto porque no tengo igual y
porque nunca han visto a alguien como yo. A mí me halaga eso. Aparte, en
mi fuero más íntimo yo siento que soy la mejor, aunque jamás lo
admitiría públicamente, que he logrado cosas que nadie obtuvo y que
tengo todo para lograr lo que me falta. Y allí en Texas me olvido de mi
inseguridad y se me van los miedos. La gente me ha dado todo su afecto y
desde que logré imponerme en Monterrey y en todo México sólo tiene
palabras bonitas para mí. Pero siempre pensé que sólo en Texas podría
tener pleno éxito, que lo demás podía ser una quimera, que sería muy
difícil para una cantante estadounidense y latina como yo llegar muy
lejos. Por eso no entendía nada cuando recibí aquellos reconocimientos
en Premios Lo Nuestro 1993.En particular no pude evitar la emoción
cuando recibí el galardón a la mejor cantante de la región
méxico-americana. Por eso el tomar mi cara con las manos, mi llanto de
incredulidad y satisfacción, el abrazo con mi hermano y con Pete
Astudillo, el sostener mi emoción camino al escenario con mi mano
sostenida en el pecho, el casi chocar con Paulina Rubio cuando recibía
de ella el premio, el apenas hablar en agradecimiento por la premiación.
Recuerdo puntualmente haber agradecido a todos aquellos que sostenían al
grupo Selena y Los Dinos. Pensé en toda la gente que nos había apoyado y
en todas aquellas personas que nos habían dado tantas muestras de
cariño. Pero también sentí la importancia de ese premio, de la magnitud
de lograr semejantes reconocimientos fuera de Texas. De pronto sentí que
lo habíamos logrado, que habíamos llegado al comienzo del reconocimiento
internacional por todo lo que habíamos obtenido luego de tanto tiempo de
esfuerzo y dedicación. Por primera vez sentía que habíamos entrado en el
camino del éxito del cual difícilmente podríamos dejarlo. Sentí que
todos los sueños se podrían hacer realidad. Y si bien recuerdo muy bien
aquellos viajes de mi padre en auto a los barrios más caros de Corpus
Christi para mostrarnos que con constancia y esmero todas aquellas
mansiones podrían ser nuestras, yo no pensé tanto en que el éxito y el
reconocimiento harían posible esa realidad material. Yo sólo pensé en
que esos premios permitirían lograr lo que parecía más imposible aún:
que mis sueños personales fueran posibles, que todo lo que se me pasara
por mi cabeza podría hacerse realidad. De pronto sentí que no sólo era
posible que me hiciera una cantante internacional famosa, que pudiera
por fin hacer mi soñado disco en inglés. Todas esas metas también eran
objetivos de mi familia, deseos de mi padre. De pronto sentí que podía
ser diseñadora, que podría dedicarme de lleno a mi proyecto de extender
mi boutique y salón de belleza por todo México y Estados Unidos. De
pronto sentí que podía tener mi propia casa lejos del mundanal ruido y
de las luces de la ciudad y del éxito. De pronto sentí que podía
alejarme un poco de mi familia para poder crear mi propia familia. De
pronto sentí que podía lograr todo, que todo lo que se me cruzara por mi
cabeza se podía hacer realidad. De pronto sentí que tenía más
obligaciones, más objetivos que cumplir y más compromisos. De pronto
sentí que todo dependía de mí para hacer todo lo que yo quisiera…
¡¡Ya no aguanto más!! Ya quiero que me digan si lo logré
o no. Ya quiero que me nombren. ¡¡Ya quiero subirme a ese escenario!!
Hasta ahora no quise hacerme ilusiones. Le dije a todo el mundo que sólo
vine a ver a los “realmente famosos”, a mirar a los que realmente
recibirán los más importantes premios aquí para verlos de cerca, para
tomarme fotos con ellos. Les dije que venía a participar de una fiesta
que es de ellos y que sólo venía a divertirme. Pero es mentira. Siempre
estuve ilusionada. Deseo con toda el Alma recibir ese reconocimiento.
Quién saber si alguna vez me den otro premio como éste. Tal vez ésta sea
la única vez y nunca más me lo entreguen … ¡¡Huy!! ¡¡Otra vez mis
inseguridades!! No sé por qué se me da por pensar en estas cosas. Si yo
ya soy una realidad, si estoy convencida de lo que hago, de que tengo
toda la fuerza de la voluntad y la sensación de que nadie podrá
detenerme, ¿por qué pienso que no tendré muchas chances, de que pronto
se olvidarán de mi y de que apenas seré para ellos una artista del
momento que estuvo cerca de lograrlo todo pero que no lo pudo conseguir
por esas cosas del destino? ¿Por qué pienso y siento así si tengo todo
el tiempo, todos los proyectos y todas las ganas de llevarme el mundo
por delante, de aprovechar cada instante de mi vida para lograr cada
sueño, cada meta que me propuse? Yo soy muy testadura y muy constante.
Cuando algo pasa por mi cabeza hasta que no lo logro no paro. ¿Quién
podrá detenerme si yo tengo toda la fuerza, todo el vigor, todas las
ganas? Si cada día que me levanto agradezco a Dios que me ha dado este
día para dar todo de mí, y para dedicárselo con mi esfuerzo y
dedicación, ¿quién podrá superarme, quién podrá impedir que triunfe en
todo lo que me proponga? Además, todo el mundo me quiere, todo mi
entorno me ayuda para que yo esté bien y contenida. Yo no siento que
alguien me odie, que alguien sienta envidia por lo que hago. La gente me
admira y me quiere cuidar. Los periodistas que me entrevistan me adoran
y se divierten conmigo. Mis fans me quieren y me respetan. Yo sólo les
doy Amor a todos. Yo confío en ellos. Yo no dudo de la gente a quienes
les doy mi confianza. ¿Qué mal podría recibir de alguien? Siempre tuve
miedo de que no me quisieran o me dejaran de querer, pero eso nunca
sucedió. Será porque les doy no sólo mi canto, no sólo mi voz, no sólo
un buen concierto, no sólo un buen entretenimiento. Será también que
les doy las gracias, que sé agradecer, que les doy todo mi Amor, mi
cariño y mi respeto. Yo podré acaso ser alguien importante para ellos,
tal vez represente sus más altos sueños, tal vez les dé la alegría que
no tienen en sus sufridas vidas ... Tal vez ... Pero lo que sí sé es que
sin ellos yo no sería nada. Yo les debo todo. Yo nunca podría olvidarme
de por qué estoy aquí, de quién me puso en este lugar y de qué se espera
de mí. Sería una necia y una desagradecida si renegara de ello. Por más
que cantara bien, por más que les diera el mejor de los conciertos y les
cantara las más lindas canciones, si me olvidara de dónde vengo, si le
diera la espalda al público, si creyera que soy más que mi gente,
entonces no sería una buena artista, no merecería recibir ningún premio
ni el afecto de mi gente. Si fuera una engreída, sólo merecería ser
olvidada. Ése sería el peor castigo. Eso sería lo que merecería recibir
si hiciera algo semejante…
“¿Qué te pasa, Selena? ¿Acaso no te has dado cuenta?
¡¡Están por anunciar la terna por el premio!! ¿En qué estás pensando?
¡¡Pronto!! ¡¡Cruza los dedos!! ¡¡Y mucha suerte!!”. El codazo que me
había dado A.B. todavía me dolía para cuando me di cuenta de que estaban
anunciando los nominados al premio el mejor disco méxico-americano. Las
cartas estaban echadas. Esbocé una sonrisa a A.B. y crucé los dedos
mientras le deseaba suerte con la mueca de mi boca. Luego sólo miraba el
escenario pero no lo veía. Sólo miraba un punto fijo de una de las
cortinas y dejé pasar miles de imágenes. Me permití que en el escenario
pasaran imágenes de mí desempolvando un viejo libro de canciones de mi
padre y aprendiendo a cantar su contenido. Pude verme cantando por
primera vez ante un público, pude sentir el miedo a ser rechazada, pude
verme dormida en el piso del bus que me llevaba a un pueblo que yo
desconocía, pude verme a solas llorando y juramentándome que lo
lograría, que llegaría a lo máximo sólo para ser libre y feliz con mi
canto, con mis diseños, con mi futuro Amor, con mi casa, con mis
animales, con mis hijos. Pude verme cantando “Como la Flor” por primera
vez en Monterrey, pude verme cantar “Where did the feeling go?” en el
concierto de San Antonio en 1991, pude verme en un futuro cantando en el
Madison Square Garden y triunfar con mi disco en inglés. Pude verme
pasearme exitosa por todo el mundo. Pude verme triunfando en todo el
planeta y que toda la gente estuviera feliz con mis éxitos. Pude verme
sola de nuevo en la noche en aquella playa de Corpus Christi y llorar,
llorar mucho, llorar por haberlo logrado, llorar por todo lo que no pude
llorar en todos estos años para mantener mi entereza y sostener la
confianza de toda mi familia. Pude ver mis días de incertidumbre y mi
fuerza sacados desde el fondo de mi corazón y de mi Alma para superarlo
todo, para seguir adelante a pesar de todos los obstáculos, de todos los
problemas. Pude verme feliz y satisfecha por llegar a tener éxito y ser
querida por tener talento, pero también por ser honesta y por ser
sincera. Pude verme retirándome de mi vida artística enseñándole a mis
hijos y a mis nietos todo lo que hice, todo lo que logré con Amor y con
cariño mientras sigo pensando en nuevos modelos para todas las mujeres
del mundo que esperan cada año con qué nuevos diseños las sorprenderé.
Pude ver…
“And the Grammy goes to … Live …
¡¡Selena!!”. Sí, ¿escuché bien? ¿Me nombraron? ¿Gané? ¡¡Sí, gané!! … Lo
veo en el rostro de mi hermano. Lo percibo en la cara de emoción de mi
padre … Lo siento en sus lágrimas de emoción … No lo puedo creer.
¡¡Definitivamente no lo puedo creer!! Estoy shockeada. Apenas si me doy
cuenta de que voy camino al escenario, ese mismo escenario en el que
pude ver mi vida pasar en tan sólo 1 minuto. No puedo reaccionar. Ni
siquiera puedo exteriorizar mi emoción, todo lo que estoy sintiendo.
Esto es más, mucho más que en Premios Lo Nuestro. Por eso no puedo
siquiera reír, llorar, saludar. Sólo camino y sólo deseo que este
instante no se vaya nunca, quisiera que este instante fuera eterno,
quisiera poder sentir esta sensación por siempre y para siempre. Subo
las escaleras y apenas puedo subir mi hermoso vestido blanco para no
tropezarme. No sé qué decir. ¿Qué puedo decir? ¿Habrá un vocabulario que
pueda sintetizar, explicar y hacer entender lo que siento ahora? ¿Acaso
me den el tiempo suficiente como para explicarles las imágenes que
pasaron por delante de mí segundos antes de que me premiaran? ¿Acaso me
escucharían si les dijera todo lo que significa este reconocimiento para
mí? Toco el cielo con las manos. Este año va a ser distinto para mí. Ya
lo es ahora. Este premio, el lanzamiento del disco “Amor prohibido” del
cual no dudo de que será todo un éxito, los conciertos que se vienen,
las notas que me harán y los proyectos que me ofrecerán por todo lo que
me está pasando ahora cambiarán definitivamente mi vida. ¿Pero acaso yo
podré decirles todo lo que significa para mí este premio? ¿Acaso ellos
entenderán si se los explico? El presentador me da el premio y me
saluda. Yo tomo el Grammy y giro hacia el micrófono. Veo a toda esa
gente mirándome y de pronto siento vértigo. Me aparto un mechón de pelo
que cae sobre mi cara y empiezo a agradecer. Ni pienso en lo que digo.
Trato de aferrarme a ese minuto exiguo que me dan para que pueda
explicar lo inexplicable y pienso en la gente que me ayudó a llegar a
este momento, a que yo viva a los 22 años esta sensación indescriptible.
Ni siquiera puedo tener registro de lo que estoy diciendo. Sólo dejo que
mis palabras fluyan y salga de mí lo que tenga que salir. Me acuerdo de
José Behar. Como tantas otras veces mi primer agradecimiento es para él.
¡¡Le debo tantas cosas!! Él no sólo me contrató. No sólo me dio
difusión. No sólo me dejó grabar los discos. Él ante todo confió en mí.
Él fue un admirador más. ¡¡Y pensar que cuando se acercó a mí por
primera vez en San Antonio pensé que era un aprovechador!! No le creí
que era presidente de Emi Latin. Una vez más no creí que alguien que era
el líder de una compañía tan importante pudiera fijarse en mí. Por eso
no confié. ¿A quién podía resultarle tan buena como para ser contratada
por Emi? Pero José sacó todas mis dudas, todas mis inseguridades y me
dio toda su confianza. Me dio todo porque creía en mí y, sobre todo, me
respetaba. No dudó en publicar todo lo que hacíamos, no dudó en pelearse
y rogar a toda la plana de Emi Central para que me dejaran sacar mi
disco en inglés. Apenas escuchó mis demos supo que yo sería un éxito
mundial. Pero hasta él se sorprendió de mi éxito tan pronto. Él sabía de
mi presente, estaba convencido de mi futuro pero no sabía tanto de mi
pasado. Yo en muchos lugares ya era muy popular. En cuanto se difundiera
mi música, mis discos serían muy vendidos. Por eso su perplejidad y su
total satisfacción cuando logré mi primer número 1 con “Como la Flor” y
cuando obtuve mi otro número 1 en Monterrey con “La carcacha”. Él pensó
que iba a necesitar más tiempo y estaba dispuesto a darme todo lo que
necesitara hasta lograrlo. Estoy muy agradecida por él y gracias a él
estoy aquí. ¿Y qué decir de mi familia? Estoy segura de que me voy a
olvidar de nombrar a alguien. ¿Lo nombré a Chris? ¿Acaso sea tan
despistada y me haya olvidado de nombrarlo? Es que pasa el tiempo y no
quiero olvidarme de nombrar a nadie, pero estoy aún shockeada. Mi
familia es todo para mí. Ellos no dudaron en que sería capaz de
lograrlo, en que no los defraudaría y en que sería capaz de lograr todo
para el bien de ellos y el mío. Puedo ver la satisfacción de mi hermano.
Él piensa como yo. Él siente como yo. Él se sacrificó como yo. Debe
haberse sentido incómodo al principio. Él tocaba el bajo en una banda
cuya vocalista, que era yo, sólo tenía 8 años. Él ya tenía 16. Al
comienzo no toleraba tocar esas canciones que no le gustaban para nada.
Pero como yo sabía del mandato familiar y como yo dio mucho más de lo
que se esperaba de él. Hizo la música, se refugió en su cuarto pensando
en nuevas ideas para el grupo y para hacer de la banda un puñado de
músicos talentosos con estilo propio e innovador. Este premio también es
de él. Él dio todo por mí sin necesidad de hacerlo y con la intención de
que me luciera como la mejor cantante. ¿Qué haría sin él? Espero que
siempre nos vaya bien pues si me viera triste por algo o me pasara algo
malo, él sería el primero en sentirlo. ¿Y qué decir de mis padres y de
mi hermana? Que ellos me ayudaron a recibir este premio y que se sienten
contentos de que esté aquí recibiendo el premio. Somos, además de una
familia, un gran equipo. Todos para uno y uno para todos. Este éxito es
de todos ellos. Mi padre como manager, mi madre como compañera, mi
hermana como confidente y asumiendo su rol en la vida y en la banda. Ya
ni recuerdo qué dije. Lo único que sé es que cumplí con el minuto que me
dejaron. Siempre me enseñaron a respetar las reglas. Si quiero que me
respeten primero debo respetar a los demás. Ésa es una regla de oro que
grabó mi padre a mí y a cada uno de mis hermanos. Y ésta no sería la
ocasión en la que esta regla tuviera su excepción…
Salí acompañada por una de las presentadoras que me
enseñó por dónde salir. No pude con mi genio y le empecé a decir cosas
graciosas para que se riera, para descomprimir el momento y para que
pudiera salir de mi estado de shock. Recuerdo haber salido del escenario
riendo a carcajadas con la presentadora. Volvía a la “normalidad”.
Afuera me esperaban mi familia y cientos de reporteros que me
preguntarían quién soy y qué representa este premio para mí. Yo sólo
quería encontrarme con mi familia y fundirme en un abrazo, en un beso.
Quería decirles que lo logramos una vez más y que nada nos detendría.
Quería encontrarme con la prensa y decirles lo que era para mí este
galardón, quería que me conocieran, deseaba que supieran de dónde vengo
y a dónde voy. Quería que empezaran a familiarizarse conmigo, que
empezaran a quererme por lo que soy dentro y fuera del escenario,
querían que supieran de mi historia. Y me reservaba para mí ese momento,
ese pequeño momento de la playa, ese momento para estar sola y llorar,
reír, mirarme al espejo, tocar mi cuerpo, sentirme bella, querida y
feliz. Quería más que nunca hoy tener ese momento cuando ya las luces
del salón y de la ciudad se apagaran, y cada uno se encontrara solo
consigo mismo y con el mundo. Quería estar sola frente al mundo
orgullosa de ser y de sentir lo que soy y lo que represento. Quería
sentirme orgullosa de ser Selena, esa cantante que empezó bien de abajo,
con nada de ayuda y con todo para ofrecer. Quería sentirme plena, quería
sentirme orgullosa de haber logrado un paso más, un paso más para ser
feliz, un paso más para ser libre. Yo quiero verme frente al espejo y
decirme que todo lo hago por Amor, que lo único que quiero es ser feliz
y que todo el mundo me quiera. Y quiero verme frente al espejo y
juramentarme que no bajaré los brazos hasta que todo lo que me propuesto
lo logre, que logre ser feliz siendo como soy, y ser la misma siempre
dentro y fuera del escenario. Porque en definitiva yo sólo quiero que me
recuerden con Amor, yo sólo quiero que todo el mundo se sonría de
felicidad cuando me vean, cuando me nombren. Yo sólo quiero que todos
sepan de qué se trata cuando escuchen el nombre de Selena…
(Y así será, Selena, así será mientras haya gente que te
quiera, mientras haya gente que sólo desee que se te recuerde con Amor y
que se te cumplan todos tus sueños … para que cada noche te veas al
espejo y te sientan orgullosa de ser la única, la inolvidable Selena, la
única que puede detener a este mundo y llenarlo de Amor con su sonrisa,
con su voz y con su presencia.)
Yo sólo quiero verte feliz, Selena … Yo sólo quiero ser
un instrumento para que se te recuerde y se te respete como artista y
como persona. Yo sólo quiero darte todo a cambio de nada. Yo sólo quiero
volverte a ver con tu Amor y con tu eterna sonrisa…
Hace muy pocos días aquí en mi ciudad y en mi país
quedamos conmovidos por la muerte de una periodista muy joven en uno de
los tantos consabidos accidentes de tránsito. Esa mujer se había
recibido de abogada y había ejercido el periodismo desde hacía mucho
tiempo en un canal de noticias muy importante mientras estudiaba
abogacía. Empezó de abajo, bien de abajo, trabajando muy duro y
obteniendo cada logro con mucho esfuerzo y dedicación. De a poquito le
fueron dando espacio en la programación de canal. Primero haciendo
móviles en el exterior, luego conduciendo los fines de semana hablando
sobre panorama internacional, y dado su profesionalismo, sus
conocimientos, sus ganas de perfeccionarse siempre y su gran simpatía
provocaron que las autoridades del canal le dieran un espacio en el
resumen diario a la medianoche. En cuanto se instaló allí sus ideas
innovadoras, su particular estilo de conducción y su gracia hicieron que
la medianoche se convirtiera en algo muy atrayente para los televidentes
que hicieron de ese programa su espacio, que era el espacio de Nínawa,
tal cual ella se llamaba. Tenía un futuro enorme, tocaba el cielo con
las manos ... El destino parecía llamarla para que fuera una de las más
importantes y preparadas periodistas y conductoras de televisión que
diera el medio. El viernes pasado se había despedido de los
televidentes. Se iba de vacaciones. Iba a volver en febrero. Agradeció a
la gente y a los jóvenes que habían visto en ese programa un lugar en el
que se habían sentido representados, y dijo que para ella lo fundamental
era que las cosas se hicieran con Amor, que sólo haciéndose las cosas de
esa manera se lograría todo y cambiaría el mundo … Y se fue … Se fue
para siempre ... Tan sólo dos días después moría en un choque frontal
del vehículo conducido por su novio camino al aeroparque que la llevaría
a un lugar para descansar y para soñar. Tenía tanto para dar …¡¡Tenía
tanto por hacer!! Estaba asomándose a la gran pantalla, estaba pegando
el gran salto producto de tantos años de sacrificios y de lograr cada
paso por su propio mérito ... Tenía sólo 30 años ... Era carismática e
innovadora. Era perfeccionista y respetuosa del público. Era querida y
apreciada por sus compañeros de trabajo. Tenía todo y un día se quedó
sin nada, como tanta gente buena que está en este mundo, un mundo que
parece empecinado a llevarse siempre a la gente que contribuye a
cambiarlo con tanto Amor…
Demás está decir que esta triste historia se asemeja a la
de Selena. Yo no conocía a Nínawa, como tampoco a Selena. Apenas si la
había visto alguna vez y me llamó la atención su simpatía, como me pasó
con Selena. Y siempre estas historias me provocan sensaciones de
tristeza, de desconsuelo, de impotencia, de indignación, de extrema
pesadumbre. Nunca entenderé por qué muchos que tienen tanto para dar se
tienen que ir. No importa si son de mi agrado, si concuerdo con su
visión de la vida, si me gusta lo que hacen. Me importa sí, más allá de
que me guste, de que pueden hacer sus vidas, de que puedan hacer y
ejercer el talento que tienen en toda su dimensión, de que puedan
completar el camino que empezaron a transitar. No puedo concebir que
gente tan talentosa y con tantas ganas de hacer, con tantas ganas de
vivir plenamente sus vidas queden en el camino de una manera tan
absurda, de un modo tan cruel. Nunca entenderé por qué Dios nos puso en
este mundo para vivir estas cosas. Estas cosas no deberían suceder.
Nadie debería morir tan joven y mucho menos cuando se está no sólo en la
flor de la vida sino en el momento en el que está por lograr aquello por
el cual tanto soñó, tanto luchó, tanto trabajó. No es justo.
Definitivamente no es justo que a alguien le hagan esto. No es justo que
lo hagan luchar, ilusionarse, soñar para luego, cuando están por lograr
todo gracias a su esfuerzo y a su propio mérito, se lo quiten tan
impunemente. Es como quitarle un juguete a un niño luego de
regalárselo. Es como si un padre le promete a su hijo que si logra tal
cosa lo premiará con algo del cual el niño siempre soñó, y luego no
compensárselo con cualquier argumento, con excusas absurdas y sin
sentido. A veces uno cree que si se hacen estas cosas el daño nunca es
tan grande, que ese dolor siempre se olvida, que las heridas siempre
cicatrizan. Y no es cierto. Nunca es cierto. El dolor más grande siempre
está presente en cada acto de nuestras vidas. Lo podremos atemperar, lo
podremos superar, buscaremos el lado positivo de las cosas para salir
adelante, pero eso que nos dolió, eso que nos dejó una herida en nuestra
Alma siempre estará presente. En el caso particular de Selena, la
contrariedad, el estupor, el dolor, la indignación, el llanto se
agigantan porque ni siquiera nos podremos consolar convenciéndonos con
que lo que le sucedió es algo del cual no se podía evitar. Si alguien se
nos va por un accidente, como en el caso de Nínawa, tal vez nos consuele
saber que poco se podía hacer, que fue inevitable o impredecible ... Tal
vez … Aunque hasta en estos casos podremos pensar que podría haberse
evitado con un poco de prevención, y por saber medir cada acto de
nuestras vidas y qué consecuencias puede traer. ¿Pero en Selena? ¿Qué
decir de lo que le sucedió a Selena? ¿Cómo entender un asesinato? ¿Cómo
entender que una persona puede estar años pensando en cómo manipular y
tener bajo su control a toda una familia, que se gana la confianza al
punto de que le ofrezcan cargos, de que le den funciones que sólo se les
ofrecen a personas de su exclusiva confianza, y luego quiera eliminar a
la persona a quien supuestamente admira y que es la razón de su
existencia allí en el entorno más exclusivo porque no se dan las cosas a
su manera? ¿Cómo explicar o explicarse que una persona que le puso tanto
Amor a lo que hacía, que se había ganado el cariño de tanta gente
ofreciendo lo mejor de sí termine su vida siendo tan joven y de la
manera más cruel? ¿Cómo explicar que la persona que le quitó todo tenga
tanta maldad, tanta frialdad, haya estado días, meses y hasta años
pensando y actuando con la finalidad de poder atar los destinos de tanta
gente a sus designios, y que no dudara en comprar no sólo una sino dos
veces un arma, y apuntarle y dispararle a alguien a quien se suponía que
quería y admiraba? ¿Cómo explicar semejante locura y barbarie? ¿Cómo
explicar que una persona sólo quiera eliminar a otra para sumirla en el
mayor de los dolores a su padre, con quien estaba enfrentada? ¿Cómo
explicar que una persona termine siendo para esta clase de gente sólo un
objeto, un medio, un fin para lograr sus objetivos? ¿Cómo explicar que
la maldad ni siquiera termine con haber cometido ese cruel acto sino que
se mantenga siempre, hablando mal de esa persona a quien le quitó todo,
y ventilando cosas de su vida privada en forma escandalosa y mentirosa?
¿Cómo una persona puede vivir pensando en disparar una y otra vez esa
arma como si necesitara hacerlo todos los días para quitársela a su
familia, quitar a Selena de la vida de la gente, privarle a Selena del
goce de la vida, del hermoso sentimiento de cumplir con los más
anhelados y hermosos sueños? ¿Cómo una persona puede vivir toda su vida
manipulando una y otra vez a lo que tenga a su alrededor, pensar que las
cosas son sólo blanco o negro, amigo o enemigo, según si las cosas se
hacen a su manera o no? ¿No es tremendo cómo esa mujer ató a su propia
familia, obligándola a que defiendan no sólo sus actitudes, no sólo lo
indefendible, sino de que digan y repitan como loros sus “argumentos” y
“explicaciones”? ¿Cómo puede ser que a esa mujer que está en la cárcel
por un crimen que sí cometió le dejen hablar y decir tantas barbaridades
y tantas crueldades sin que haya una sanción, una condena? ¿Cómo puede
tener cosas de Selena sin que nadie se las pueda quitar después de lo
que hizo? ¿Por qué no pueden impedir que se calle la boca siendo que
silenció a una bella y encantadora mujer para siempre?
“Los buenos mueren”, decía una canción. Y mueren jóvenes,
talentosos y con todo para dar. Me pregunto por qué todo es tan injusto.
No hay peor sensación que ver cómo aquel que tenía tanto para ofrecer no
lo pueda hacer ... No sé por qué Dios nos puso en este mundo. No sé por
qué deberíamos esperar por tener un paraíso eterno en función de
nuestros actos si muchos apenas pueden mostrar algo de todo su potencial
en este mundo. ¿Acaso Dios no pensó que lo peor que le puede pasar a una
persona es privarla de gozar de este mundo cuando comenzaba a percibir
que comenzaba a lograr parte de todo lo que había soñado, que empezaba a
asomarse en este mundo, que empezaba a gozar de esta vida luego de
muchas privaciones y de esfuerzos? ¿Acaso Dios no pensó que con lo hecho
a Selena se dejaba un mensaje de que nada tiene sentido, de que ningún
esfuerzo hecho con tantos sacrificios y mucha honestidad tiene buen fin?
¿Acaso Dios no pensó en las consecuencias que traería dejar a esa
asesina en esta vida viviendo tanto tiempo habiendo logrado sus macabros
fines, y de privarle a Selena poder lograr sus más honestos sueños y a
su gente poder disfrutarlo? “Los buenos mueren”, decía esa canción. Era
una canción que se refería a René Favaloro, un reconocidísimo cardiólogo
argentino, inventor del “bay pass”. Él rechazó innumerables ofertas de
Estados Unidos y de otros países porque quería contribuir a la grandeza
de su país. Él también quería un mundo mejor. Pero luego fue estafado, y
ahogado por las penurias económicas, el desamor y el desánimo, decidió
quitarse la vida, pegándose un tiro en el corazón … Las ironías de la
vida ... Él, que tanto hizo por el corazón de tanta gente, decidió
destruir el suyo … Creo que cuando uno padece las injusticias y las
crueldades de este mundo resulta muy difícil superarlas. Tal vez el
único aliciente que haya tenido Selena fue que apenas pudo sentir hasta
dónde puede llegar la malicia de este mundo, cómo puede darse vuelta
todo, cómo en un minuto lo bueno pasa a ser doloroso, el paraíso se
transforma en un infierno, la confianza se transforma en traición ... No
lo tuvo que padecer tanto, como una larga agonía … Pero lo más doloroso
es ver y sentir ese trayecto de desesperación que tuvo que recorrer
Selena para tener una esperanza, una quimera que no dependía de ella,
que no dependía ni de su esfuerzo ni de su Amor. Lo más doloroso para
Selena en ese trayecto de recorrido desesperado fue ver que todo se
acababa de manera absurda e irremediablemente, que daba cuenta de la
mentira, de la crueldad, de la traición, del mayor de los dolores. En
ese trayecto bien Selena pudo haberse imaginado a la exposición que
irremediablemente la pondría esa situación, y la angustia que lo
provocaría saber qué pensarían de ella, si acaso la dejarían de amar
porque nadie entendería por qué estaba allí, si se dejarían llevar por
lo que dijera esa horrorosa mujer que tendría la voz que ella ya no
podría expresar. Y bien uno puede imaginarse si toda esa mezcla de
sensaciones no fue el motor, no fue el motivo para que Selena sacara
fuerzas de las que tal vez ni siquiera sabía que tenía para hacer su
último intento, su último esfuerzo por salir del infierno en el que
estaba absurdamente metida. Tal vez lo más triste de todo sea que veamos
a Selena tratando de entender por qué a ella, por qué justo a ella, que
no le había hecho mal a nadie, que siempre había hecho las cosas con
Amor, que nunca se ganó ningún enemigo y que sólo había obtenido cariño,
reconocimiento y admiración de su gente, que siempre buscó solucionar
las cosas con una sonrisa, que siempre buscó impedir que en su entorno
la gente se peleara, que no hubiera nada que impidiera la armonía, que
no hubiera gente triste. Selena se debe haber preguntado por qué a ella,
que siempre puso su mejor predisposición aun cuando la mayor parte de su
vida no las tuvo todas consigo, que pocas veces la vida se le presentó
color de rosa y aun así siempre estuvo con la mejor sonrisa, con la
mejor predisposición. Selena se debe haber preguntado por qué a ella,
que nunca tuvo un pleito, que nunca tuvo gente que la odiara ni que la
envidiara, que todos la querían, que la gente se acercaba a ella sólo
para darle su mejor muestra de cariño y agradecimiento. Selena se debe
haber preguntado por qué ahora, por qué tenía que pasarle esto en un
momento en el que por fin luego de 23 años podía disfrutar a pleno con
su vida. Selena se debe haber preguntado por qué estaba allí, por qué
estaba con esa mujer que se sabía que poco lograría, que la estaba
manipulando, que la estaba llevando de un lugar a otro tratando de que
hiciera algo que jamás haría. Selena se debe haber preguntado por qué
estaba sola allí, por qué nadie sospechaba que algo malo sucedía, que
algo no estaba funcionando bien. Selena se debe haber preguntado por qué
no pidió ayuda, por qué no avisó a su esposo antes de irse, por qué no
llamó a su familia cuando veía que esa mujer mentía sin remedio y que la
había hecho salir de su casa para acompañarla a un hospital aduciendo
que la habían lastimado, y que luego estando allí no quiso decir nada.
Selena se debe haber preguntado por qué no habían llamado a la policía y
no la habían denunciado antes, cuando la habían puesto al descubierto y
cuando era evidente que, perdida por perdida, algo iba a intentar hacer
si no podía controlar todo, si no podía hacer las cosas a su manera.
Selena se debe haber preguntado cómo dio ese mal paso, cómo no fue como
los demás y no pensó sólo en ella, por qué buscó terciar en una
contienda que debían solucionarlo los implicados y no ella. Selena debe
haber pensado en que debió priorizar su futuro como cantante, con sus
ideas como diseñadora y que sus sueños se hicieran realidad. Selena
debió haber pensado en que durante toda su vida, y más en los últimos
tiempos, había ocupado su cabeza en sus proyectos, y en todo lo que
debía y quería hacer. Hasta pensó en postergar agrandar su familia
porque primero debía lograr lo que había pensado para ella durante toda
su vida. Y que justo cuando por un instante no pensó en ella sino en los
demás lo estaba pagando caro, muy caro, y ella sola…
Es cierto que muchas veces cuando una persona se va de
este mundo sus palabras, sus actos, sus movimientos toman otra
dimensión, otra connotación, otra particularidad. También es cierto que
llamativamente muchas de esas personas suelen decir o hacer cosas como
si intuyeran lo que les puede pasar, como si supieran lo que les va a
suceder. Es como la mejoría del enfermo antes de la muerte. Una
sensación difícil de explicar científicamente, pero que existe. Nínawa
hacía tan sólo unas semanas atrás dijo que notaba que llamativamente la
gente ante la proximidad de la muerte o ante el riesgo de ella se ponía
más buena, más tolerante, más contemplativa. Y concluía en que tal vez
todos debíamos vivir como si fuera el último día de nuestras vidas, como
si ese mismo día llegara la muerte con su guadaña a buscarnos. Y aparte
de que esas palabras fueran un signo de algo que podía intuir, son
razonamientos de los cuales todos deberíamos aprender. Nínawa lo dijo y
pronto le llegó la muerte por un accidente. Tal vez hubo algo que no
previno, algo del cual no pensó que podía derivar en el último día de su
vida. Y tal vez eso fue lo que también le faltó a Selena. Tal vez su
familia jamás lo pensó, dadas las circunstancias. Tal vez su padre nunca
pensó en que sólo confiar en sus fuerzas a la hora de controlar a esa
horrible mujer era arriesgado. Tal vez faltó pensar que se debe encarar
cada día como si fuera el último, y que cada acto y que cada
determinación de nuestras vidas pueden ser decisivos para saber qué nos
depara el futuro. No se trata de vivir paranoicos, y de pensar que hay
que vivir cada día con miedo y con cuidado. Pero si hay que ser
precavidos, y saber si aquello que hacemos lo efectuamos porque lo
queremos hacer o si nos dejamos llevar por el deseo y la locura de
otros. Y si lo hacemos igual, pensar si somos conscientes de lo que nos
podemos encontrar, si sabemos de los peligros y de sus consecuencias. En
ese nefasto 31de marzo no puedo dejar de sentir esa sensación de una
Selena yendo a ese oscuro motel preocupada y nerviosa, angustiada y
molesta. Imagino queriendo solucionar todo por su cuenta, esperando que
esa horrorosa mujer entendiera, irse sola para llegar a un acuerdo en un
instante sin que haya más problemas, sin que intervenga más su familia
y, sobre todo, su padre. Imagino a Selena pensando que bastaba con ver
un rato a solas a esa mujer, seguirle el juego y satisfacer su pedido
para poder seguir viviendo su vida, poder seguir tranquila con su vida
personal y profesional. Por un instante, por un momento, Selena perdió
la noción de qué era lo más importante para ella, qué era lo mejor para
sí. Se dejó llevar por esa mujer, no hizo lo que más le agradaba y lo
pagó caro, muy caro. Es curioso. Hay una escena en la película “Selena”
en la que Selena, angustiada como estaba por no poder vivir su vida de
novios con Chris por oposición de su padre, decide arriesgar su vida
entrando en el juego de “bungee jumping”, saltando sin medir las
consecuencias, sin saber lo que podía pasar, o tal vez no queriendo
tomar consciencia de lo que estaba haciendo. Estaba jugando con la
muerte. Sabía que podía pasar. Y cuando pasó por esa prueba, no dudó.
Decidió casarse con Chris aunque lo tuviera que hacer en secreto. Tuvo
que vivir la vida como si ése fuera el último día, y aprendió la
lección. Ojalá hubiese ocurrido en la vida real. Ojalá hubiese sucedido
aquel nefasto 31 de marzo. Tal vez el destino de Selena hubiese sido
otro. Tal vez Selena hoy sería una mujer feliz…
Siempre será triste que gente tan talentosa y con tantas
ganas de vivir y hacer se nos vaya. Y más triste que sus ejemplos sean
borrados por el paso del tiempo y por la visión horrenda de que la gente
a tener en cuenta es la que está aquí en este mundo, la exitosa, “la que
llegó”. Tal vez sería bueno que, a pesar de todo, se mantenga vivo el
recuerdo de Selena y que tomemos la posta de su ejemplo para hacer notar
que se puede cumplir con aquellos sueños, con aquellas metas, que
siempre es posible un mundo mejor, un mundo feliz. Si ella no pudo, tal
vez podamos nosotros, no sólo recordándola sino siguiendo su camino, sus
sueños, sus anhelos. Si acaso siguiéramos el ejemplo de Selena con la
convicción de saber que la vida hay que vivirla hasta lo máximo, como si
transcurriéramos el último día de nuestras vidas, otro sería el mundo.
Selena quiso cambiar el mundo con Amor. Quizá nosotros podamos ponerla
contenta si logramos hacerlo siguiendo su ejemplo…
Porque siempre habrá gente que querrá ver un mundo mejor
dando todo con Amor…
Y yo estaré aquí, Selena, para seguir tu ejemplo y para
hacer posible tu sueño, para hacer posible lo imposible…
Tal vez no debiste, Selena. En la vida, cuando somos conscientes de la
muerte y de los peligros que nos pueden derivar a ella, pensamos en que
debemos extremar los recaudos, arriesgar menos y hacer “lo seguro” para
no tener sorpresas, para no dar un paso en falso, para no tomar una
decisión de la cual nos arrepentiremos para siempre. Cuando uno ve el
resultado de tu decisión aquel lluvioso y nefasto día uno no puede dejar
de pensar en para qué fuiste, qué se suponía que ibas a buscar, que
podías encontrar en aquella horrorosa mujer, qué podías lograr de ella,
cómo se suponía que ibas a hacer para que entrara en razones, para que
te entendiera, para que te escuchara. Tal vez no debiste ir, Selena. Tal
vez caíste en la peor trampa, una trampa en la que muchos podemos caer
pero de la que debemos tomar todas y cada una de las precauciones para
que salgamos lo menos lastimados posible. Tal vez nunca advertiste que
esa mujer era mucho, mucho peor de lo que te imaginabas. Ella era una
psicópata, una manipuladora. Sabía de tu fortaleza y de tus debilidades,
como lo sabía de tu familia. Sabía cuándo dar pena y cuándo ser una
fiera incontrolable. Tenía bien manejados los tiempos para cada ocasión.
Tú y tu familia tal vez pensaron que era sólo cuestión de hablarle, de
ordenarle, de darle una y otra razón para que ella “entendiera” que era
lo mejor para todos y para que las cosas tomaran ese rumbo del cual
todos saldrían beneficiados. Tal vez nunca sospecharon que ella jamás
escuchaba ninguna razón que no atendiera a sus razones, jamás le importó
ni ustedes ni lo que hacían ni lo que pretendían de sus vidas. Ella
quería sólo a alguien, alguien del cual se sintiera importante,
destacable, alguien del cual ella pudiera mandar, dirigir su vida y
poder manipular a su antojo. Es una pena, Selena, que ni tú ni tu
familia advirtieran que esa mujer sólo los escuchaba para obtener
información, saber cuáles eran sus gustos, cómo pensaban, cómo ordenaban
sus vidas, quiénes eran realmente y cómo eran en su más profunda
intimidad, esperando, a su vez, que ustedes confiaran en ella. Eso da un
poder muy importante, y más si los demás no saben mucho de ella. ¿Acaso
no notaste que ella nunca les confesó nada ni les dijo nada de ella,
nunca les habría el corazón ni el Alma para saber cuáles eran sus
sentimientos, qué era lo que realmente quería de ti y de toda la Familia
Quintanilla? ¿No notaste que mientras ustedes hablaban, ella callaba y
escuchaba bien atenta? ¿Acaso advertiste alguna vez que ella les dijera
algo de lo que hacía con su vida y se mostrara en su más profunda
intimidad? Es que hay gente así, Selena. Gente que puede estar años,
toda su vida esperando pacientemente, tener “la paciencia de la araña”,
esperar el momento, el momento del gran zarpazo, del gran “golpe final”.
Son gente que esperan dominar todo lo que tienen a su alrededor,
manipular hasta el cansancio hasta lograr que todos sucumban a sus pies
y mientras tanto mostrarse como personas comunes, que no parecen
exaltarse, que no parece que se enojaran con nada, que serían incapaces
de desafiar a nadie ni a amenazarla. Pero estoy seguro, Selena, que en
algún momento, en algún instante, en algún hecho puntual esa mujer debe
haberte mostrado su verdadera cara, expresarte lo que realmente esperaba
y pensaba, lo que esperaba de ti, su intención de dominarte y de hacer
que tú fueras una marioneta que manejara a su antojo … Así son los
psicópatas. Para ellos los demás son sólo objetos para ser usados y
desechados … ¿No habrá ocurrido alguna vez que tú llegaste apenas unos
minutos tarde a un encuentro con ella, y notaste que estaba fuera de sí
diciéndote “¿Pero dónde estabas? ¿Qué hiciste? ¿Por qué me has hecho
esperar? ¿Por quién me has tomado? ¡Que no se repita!”, y al cabo de un
tiempo y después de darle más de una explicación ella tomar consciencia
de que se había ido fuera de foco y, conforme con esa situación, empezar
a cambiar el rostro, pedirte disculpas, decirte que te admira mucho,
abrazarte para tapar su verdadero rostro, su verdadera intención? ¿Lo
has notado? Ahora que lo piensas, ¿consideras la posibilidad de que ello
haya sucedido? Tal vez debiste advertirlo, Selena … Hay mucha gente en
la vida que es así. Que al principio parece inofensiva, que es amable y
es cordial. Que te ofrece su corazón para que le cuentes todo. Que logra
tu confianza y más. Y cuando te quieres acordar te maneja tu vida y si
no haces lo que dices, te genera la peor de las pesadillas, te puede
encarar de la manera que nunca te imaginarías de ella ni aun pensando
mal de esa persona y desconfiando de todo. Hay mucha gente así, Selena.
Y cuando uno se encuentra con esa gente hay que sacársela de encima a
tiempo. Eso nunca quitará que ellos no sigan insistiendo y no sigan
intentando, aun de la peor forma. Pero ya en esa situación ya no les
quedaría otra cosa que mostrar su verdadera cara, su peor rostro, sus
reales malas intenciones ante todo el mundo. Si lo hubieses advertido,
Selena, no hubieses podido evitar que ella te atacara de todas las
maneras y de las más bajas. Pero tú estarías a resguardo y a salvo de
ella. Y ella estaría como está ahora. Hablando, hablando, blasfemando,
mintiendo escandalosamente. Pero tú estarías con nosotros contenta y
feliz por el Amor de tu gente, que sólo creía en ti y no en psicópatas
que sólo quieren súbditos, y no amar y ser amados. Si tú lo hubieses
advertido, Selena, todo hubiese sido distinto pues tú estarías entre
nosotros…
Tal vez no debiste, Selena. Tal vez debiste tomarte tu tiempo para cada
cosa. No dejarte llevar por impulsos, no mostrar todas tus cartas al
mismo tiempo y a todo el mundo. Tal vez no debiste haber sido tan
frontal, tan auténtica, tan directa. Estabas en un momento en el que se
habían acabado aquellas etapas de las extremas necesidades y de las idas
de pueblo en pueblo en un bus. Tal vez debiste haberte puesto en
estrella y esperar a que todo el mundo te asista para hacer el gran
desembarco en el mundo anglosajón en Estados Unidos. Tal vez debiste
haberte mudado, irte a una ciudad de mayor convocatoria, una ciudad en
la que estuvieran todas las luminarias y la “gente exitosa”. Tal vez
debiste haber enfocado tu vida sólo pensando en tu carrera musical y en
lograr el éxito en aquel disco en inglés que estabas grabando. Tal vez
debiste hacer como hacen las estrellas jóvenes que triunfan en el mundo,
que es mostrar una imagen “presentable” para todo el mundo, hacer todos
“los deberes” que te aconsejan productores y ejecutivos, cantar temas
que se saben éxitos asegurados, presentarte en cuanto programa te
invitaran para que todos dieran cuenta de ti, mostrarte querible para
todo el público con una imagen uniforme y sin matices personales. Tal
vez debiste decir sólo lo que la gente quería escuchar y no todo lo que
uno siente, quiere y desea. Tal vez sólo debías manifestar aquello que
era conveniente para tu carrera. A veces me da gracia verte decir lo que
te hacía feliz y manifestarlo con total desparpajo ante un público que
no estaba muy acostumbrado a encontrarse con artistas que se mostraran
tal cual son. En el mundo artístico de mi país y en muchos otros hay
palabras que no se pueden decir, hay colores que no se deben usar, hay
pasos que no se deben dar. Es toda gente culta y de gran formación, pero
no puede vivir sin hacer determinados rituales que consisten en no hacer
determinadas cosas, hacer todo por cábala por miedo a que si no se
cumplen con todos los requisitos, con todos esos rituales, todo saldrá
mal y vendrá sobre uno el peor de los calvarios, la certificación de la
mala suerte … Más de una vez te escuché decir que en tu casa tenías tres
perros y una víbora … En el ambiente artístico esa última palabra no se
puede decir, y si lo llegan a escuchar se tocan partes de su cuerpo para
repeler la “mala onda” de la palabra y los malos augurios que seguro
vendrán … Hoy seguro que esa gente dirá que lo que te pasó a ti fue
producto de haber pronunciado “esa palabra innombrable” … Como si todo
el destino de la humanidad dependiera de no decir una palabra que
supuestamente trae mala suerte …Otro momento muy gracioso fue cuando
Gloria Calzada te preguntó qué opinabas de los rumores que decían que te
habías operado en alguna parte de tu cuerpo. Tú le contestaste con mucha
gracia que no entendía de dónde habían sacado que tú te habías operado
de las “pompis” (sic) e invitabas a Gloria Calzada a que te tocara esa
parte de tu cuerpo para comprobarlo, a lo que la conductora, con cara de
horror, prefirió no aceptar. Allí mismo Gloria te preguntó cómo
preferías que se te llamara. “Selena” o “Selina”, tal vez esperando que
digas que te daba lo mismo, para así quedar todos contentos. Pero no ...
Tú al instante le dijiste “Selina”, a lo que Gloria miró con cara de
asombro a la cámara diciéndoles “ahí lo tienen, así quieren que la
llamen” … Tal vez no debiste, Selena, ni decir esa palabra “prohibida”,
ni decir lo que pensabas de lo rumores ni cómo querías que te llamaran.
Tal vez debiste “ponerte un casete” y repetir sin modificación lo
“conveniente” según las circunstancias, según el lugar. Tal vez el
destino sería otro y tú estarías entre nosotros siendo la reina
indiscutible…
Tal vez no debiste, Selena, haberte dedicado al diseño siendo tan joven
y en el mejor momento de tu carrera. ¿Para qué apuraste los tiempos? ¿Por
qué no mejor esperar a que llegaras a lo mejor de tu carrera y recién
allí aprovechar tu fama mundial para explotarla vendiendo todos tus
diseños? ¿Por qué no hiciste lo que hacen casi todos los artistas que es
primero dedicarse a sus carreras artísticas, explotarlas al máximo,
hacer giras por todo el mundo, sacar todos los discos que se pueda,
aprovechar los mejores y más productivos años de tu vida, y recién allí
cuando vinieran los hijos, vinieran los obligados “parates”, vinieran
nuevos artistas para hacer su aporte, permitirse parar al advertir que
todo lo que te propusiste lo habías logrado, para recién allí dedicarte
a tu gran vocación de lleno, logrando así reformular y oxigenar tu vida
artística proponiéndote nuevas metas, enfrentando nuevos desafíos? ¿Por
qué adelantaste los tiempos? ¿Quién te apuraba? Apenas habías pasado los
20 años. ¡¡Tenías todo para vivir!! Alguna vez escuché decir la frase
“Todo en su medida y armoniosamente…” ¿Por qué no pudiste hacerlo de ese
modo, Selena? ¿Quién te corría? ¿Acaso intuías que no tenías mucho
tiempo? Yo sé que el diseño era tu gran vocación. Lo dijiste siempre,
con tu espontaneidad y con tu espíritu netamente genuino. Uno podía
verte en un reportaje en Monterrey en 1992 .... Lucías muy joven y muy
tímida. Eras consciente de que te costaba hablar el español y estabas en
México ... Hacías un gran esfuerzo para entender y hacerte entender
expresándote lo mejor que se pudiera … Aun así, y con toda la dificultad
que tenías, no dejaste de decir que tu gran vocación era el diseño y
vivir del negocio de la moda. Y lo dijiste una y otra vez … En todo
momento … También cuando ya eras famosa, cuando “Selena Etc.” era una
realidad … En “Furia Musical” le abriste el corazón a Verónica Castro y
le dijiste que todos los días tenías algo que hacer, que no podías estar
un día sin hacer algo por tu carrera y por tu vocación, y que ya
vendrían los tiempos de los hijos y de poder agrandar tu familia ...
Pero antes que eso decías a Verónica Castro que debías “sacarte de la
cabeza” todo lo que habías pensado, imaginado, soñado y anhelado durante
toda tu vida para tu carrera artística y para el negocio de la moda ....
Tal vez no debiste, Selena .... Te adelantaste a los tiempos, te
adelantaste a tus propios tiempos. Tal vez debiste hacer lo que hacían
todos, tal vez no debiste intentar hacer todo lo que deseabas para ti en
tan poco tiempo. Y mucho menos decirlo. Tal vez debiste haber sido más
convencional, tal vez debiste haberte puesto menos objetivos y ser más
previsible. Tal vez siendo así hoy estarías entre nosotros, aunque más
no sea como una artista más de esta Tierra que se hace famosa con un
hit…
Tal vez no debiste, Selena. Tal vez no debiste exponerte tanto ante tu
gente. Tal vez tenían razón aquellos que decían que tú pecaste de
confianzuda y de ingenua, y que no tenías ni idea de lo famosa que eras.
Tal vez debiste ser una artista más fría y distante. Decirle a tu gente
que los amabas, pero de lejos, a través de la televisión, de una carta,
de una declaración. Tal vez no debiste estar siempre dispuesta a
saludarlos, de ofrecerles tu mano, de estar siempre accesible para
tomarte una foto con ellos. Tal vez debiste estar encerrada en una
mansión viviendo como una diva, rodearte de guardaespaldas para evitar
cualquier imprevisto, cualquier desgracia. Si encima uno ve tu cruel
destino, ¿cómo no pensar que debiste haberte cuidado de todo y de todos?
¿Acaso no recibiste señales que te indicaban que debías cuidarte más? ¿Acaso
eso mismo no le pedías al público al final de tus recitales, como
proféticamente lo dijiste al final del concierto del Houston Astrodome?
¿Acaso no recuerdas el empujón que recibiste de un fan en El Paso,
Texas, del cual tú seguiste cantando al notar que personal de seguridad
lo retiró inmediatamente del escenario sin poder dejar de decirle al
público “¡¡Me asusté!!”? ¿Acaso olvidaste que te arrojaron un vaso de
cerveza cuando te retirabas del Astrodome y no te dio de casualidad? ¿Acaso
no temiste en tu primera gran presentación en Monterrey en la que el
público arrojaba toca clase de cosas al escenario porque sus artistas
preferidos no podían tocar a su debido tiempo producto de la
desorganización que produjo la increíble convocatoria que generó, entre
otras cosas, tu presencia? ¿Acaso no viste que el peligro estaba siempre
latente, que cualquier cosa podía ocurrir? ¿Acaso no pensaste que
siempre podría haber un loco que podría de la nada hacer de ti cualquier
cosa, que podía acabar contigo en un instante, como sucedió con John
Lennon y con tantos otros? Me dirás, como lo diría cualquiera que sepa
bien tu historia y que quiera decir la verdad, que al fin y al cabo la
persona que te quitó los sueños no estaba allí entre el público, sino
que estaba en tu círculo íntimo, un entorno en el que tú y tu familia
confiaban ciegamente … Podremos recordar que José Behar siempre contaba
que cuando te conoció en San Antonio y se acercó a ti para ofrecerte un
contrato para Emi Latin presentándose como presidente de la compañía, tú
le dijiste “Sí, claro” y seguiste firmando autógrafos a tus fans en
clara señal de desconfianza. Sí, tal vez ni eras tan confianzuda, ni
eras tan ingenua. Tú sabías cuando te querían engañar y no aceptabas
rápidamente cualquier cosa que te ofrecían. ¿Recuerdas cuando alguien
quería que saludaras en el colegio de Cunningham a una entidad de dudosa
reputación? En cuanto ibas a saludar a la cámara, dudaste, preguntaste a
quién debías saludar y en cuanto notaste la mala jugada desististe del
saludo. Sí, no eras tan ingenua ni tan confianzuda. Y sabías del éxito
que tenías y hasta dónde llegaba tu fama. Tampoco el problema estaba en
el público. Pero justamente porque sabemos dónde realmente estaba el
problema, debiste haber extendido tu desconfianza a ese círculo íntimo.
Tal vez debiste confiar sólo en tu familia y no en todo. Hay cosas que
siempre hay que guardárselas para uno solo. Si así hubiese sido, otra
sería la historia, Selena. Y tú lo sabes…
Tal vez no debiste haberte puesto celosa, Selena, cuando tu padre le
regaló el bajo a tu hermano y le dedicó gran parte de su atención para
que lo aprendiera … Es cierto, eras una niña. Pero tu propia intuición y
tus propios sentimientos debieron hacerte saber que tu padre te quería
con toda el Alma. Eras su “baby”. Eras la más pequeña. A ti solamente
pudo ver cuando naciste … Eso no lo pudo hacer con tus hermanos ...
Contigo tuvo tiempo para cambiar los pañales. Él se ponía bien contento
cuando llegaba a casa, y tú eras la primera en correr a verlo para
saludarlo, abrazarlo y darle un beso. Él te quería mucho … Tal vez no
debiste aprenderte esas canciones. Tal vez no debiste hacerle notar tu
don de cantar naturalmente, y tener una voz y un talento impresionante.
Tal vez no debiste hacerle ver lo carismática que eras y tu necesidad de
ser el centro de atención de tu padre y de tu familia. Tal vez no fue
una buena idea. Despertaste en tu padre ese viejo sueño de vivir por y
para la música, en un momento en el que ya se había resignado a tener un
puesto de trabajo y un sueldo seguro a fin de mes. Tal vez con esa
decisión se abrió un camino del cual no estaban tan preparados a
enfrentar, más allá de que todos tenían una gran fortaleza de espíritu y
un convencimiento de sus propias fuerzas que lo hacían enfrentar toda
clase de desafíos, toda clase de situaciones que parecían imposibles de
afrontar. Se te abrió un camino que tal vez si hubiese estado en tus
manos no lo hubieses transitado. Tal vez si tú no hubieses aprendido
aquellas canciones hubieses tenido una vida común pero feliz. No
hubieses vivido buena parte de tu niñez, toda tu adolescencia y tu
juventud arriba de un bus ofreciendo conciertos, viviendo muchas veces
con tremendas privaciones y sin saber cuál sería el futuro. Tal vez
hubieses hecho tus estudios en forma normal, hubieses sido una excelente
alumna y te hubieses recibido con todos los honores en la universidad.
Tal vez hubieses sido más feliz aunque no fueses famosa. Tal vez
hubieses estado contenta aunque nunca dieras cuenta de tu talento. Tal
vez estarías entre nosotros aunque pocos lo hubieran notado…
Tal vez no debiste, Selena ... ¡Pero qué lindo que nos hayas permitido
conocerte mejor, y de esa forma tan genuina y personal! ... Tal vez para
poder tener la posibilidad de vivir más hubieses tenido que hacer muchas
cosas, pero si las hubieses hecho no hubieses sido tú. Tu esencia estuvo
en cada acto de tu vida, en cada actuación, en cada diseño. De nada
hubiese servido hacer lo que debías hacer. Si lo hubieses hecho,
entonces no serías Selena. No se trata de que no debías ser tú para
llegar a la cima, como tampoco aceptar hacer las cosas a tu manera a
sabiendas de lo que pasaría contigo siguiendo ese camino. Sólo se
trataba de que te dieras cuenta, que acaso por un instante se te viniera
a la mente lo que sería de ti si tomabas ese camino, si ibas al
encuentro de esa mujer. Que por un instante notaras en qué se
convertiría tu imagen, qué nuevas fotos saldrían de ti, qué sensación
dejarías, si te agradaba llegar a ver el final de un camino de ensueño y
un final de pesadilla. Que por un instante esa pesadilla que
recurrentemente aparecía en tu cabeza dormida en esas noches se mostrara
ante ti, y ante el horror te obligara a redefinir tu futuro, a que no
pudieras eludir la imagen que te devolvía el destino. Tal vez no debiste
hacerlo, pero lo hiciste. Fuiste genuina hasta lo último, fuiste
coherente con tus dichos y con tus hechos. Tal vez no debiste hacerlo,
pero lo hiciste pues no eras algo común, algo previsible, alguien del
cual se espera más de lo mismo. Tú eras diferente y eso te hacía
distintiva. Tú tenías carácter y personalidad. Tú no podías hacer lo que
hacían los demás. Tú sabías qué decir. Tú sabías qué hacer. Tú sabías
cómo manejarte ante la gente. Tú les supiste dar todo de ti sin esperar
nada. Y el público aun así te ofreció todo a cambio de tanto Amor. Tal
vez no debiste hacerlo, pero lo hiciste, y eso es motivo de tanto
orgullo, de tanto Amor, de tanto agradecimiento, de tantos tributos, de
tantos recuerdos. Recuerdo que allá por 1989, Freddie Mercury, siendo
consciente de su cruel enfermedad y de su destino inexorable, escribió
un tema denominado. “¿Valió la pena?”. Allí hacía un “racconto” de su
vida artística, recordaba cada hecho, hasta el más extravagante, y se
preguntaba si valió la pena, si tuvo sentido hacer todo eso, arriesgarse,
exponerse, entregarse. Y cuando terminó de decirse por última vez si
valió la pena haber vivido a su manera, aun sabiendo de que por tomar
ese camino tuvo ese final, Freddie Mercury gritó un contundente: “¡¡Sí,
valió la pena, claro que valió la pena!!” ... En ti fue lo mismo Selena.
Tal vez no hayas hecho lo que debías, tal vez debiste haber tomado otros
caminos, haber hecho otros recorridos ... Tal vez ... Pero entonces no
hubieses sido tú, no hubiese valido la pena exponerse tanto para dar tan
poco. No hubiese así valido la pena ser Selena, con todas las letras. Tú
fuiste coherente contigo misma, les dejaste a todos tu Alma y tu corazón.
Y eso es lo que quedó de ti en la gente. Dejaste una huella imborrable
en tu gente con apenas 23, casi 24 años. Demostrarte que podías, te
propusiste que querías obtener el éxito logrando que primero te amaran y
luego te dieran todo su cariño. Te fuiste sabiendo que ellos te dieron
lo más valioso, que fue su cariño y comprensión. Valió la pena ...
¡¡Claro que valió la pena, Selena!! Estás en el corazón y en el Alma de
todos, algo del cual pocos pueden decir, algo que pocos pueden lograr
genuinamente…
Tal vez no se trata de lo que hay que hacer. Tal vez no se trata de
hacer lo conveniente, lo lógico, lo previsible. Tal vez se trata de ser
uno, simplemente uno, sin ataduras, sin miedos, sin condicionamientos.
Ser y dejar ser. Ser y esperar respeto por la decisión tomada con
libertad, y de acuerdo con su vocación y con sus sentimientos. Y nunca
dejarse llevar por los malos sentimientos, por la envidia, por las
ataduras, por los impedimentos. Tal vez hiciste lo que debías, Selena,
que era hacer lo que sentías. Ésa fue tu decisión, ésa fue tu manera de
quedar como imagen y como ejemplo en este mundo. Eso te hizo diferente,
Selena. Por eso la gente te quiso y te hizo única, irrepetible,
irreemplazable. El haber sido del mismo modo tanto en la vida cotidiana
como en el escenario hizo que toda la gente distinguiera la buena
artista de la promesa, la cantante genuina de la voz impostada, la
artista querida por siempre de la estrella fugaz. Por haber sido tú y no
lo que debías ser hoy la gente te ama más que nunca y se resiste a
dejarte sola, que era el mayor de tus miedos, y el peor de los pecados
que podrían cometer aquellos que realmente te supieron y saben amar…
Ojalá que a la hora de recordarte sepamos hacer las como tú, Selena,
siendo personales y auténticos, y nunca siendo “políticamente correctos”
haciendo lo que se espera y no dando nada del Amor que necesitas,
Selena. ¡¡Ojalá que a la hora de recordarte sepamos no dejar marchitar
tu flor jamás!!
Y yo estoy aquí para que esa Flor nacida con tanto Amor viva siempre
regada sólo por nuestro Amor…
Te quiere a pesar de no haberte conocido, te admira a pesar de no
haberte visto nunca actuar en vivo, te ama a pesar de tu ausencia, y te
espera con toda ilusión y con la certeza de algún día tú volverás…
“¡¡Felicidades!! ¡¡Feliz Año!!”, gritaban todos y en el medio de la
pirotecnia comenzaban a abrazarse. Comenzaba el año 2011, veía a la
gente festejar y un gran sentimiento de nostalgia y de tristeza se
apoderó de mí … Es que pensaba en Selena, miraba las estrellas que se
veían grises producto del humo de los cohetes, y no podía dejar de
pensar en lo increíble, en lo inaudito, en lo inconcebible de comenzar
un año sin Selena entre nosotros. Volví a pensar una y otra vez en lo
insólito e injusto del destino, del festejo de un mundo que ha visto y
permitido que ella se fuera, que Selena se marchara sin poder vivir
estos momentos, sin poder festejar, sin abrazarse con su familia y sin
poder agradecerle a Dios por este nuevo día, por este nuevo año. Me
entristecía que Selena no tuviera la posibilidad de festejar, de no
tener la oportunidad que tenía yo de poder festejar con mi familia éste
u otro momento especial de mi vida. Pensaba y me imaginaba a Selena
festejando o viviendo el inicio de este año en cualquier lugar del mundo,
en el medio de una gira, en la intimidad con su familia, con los suyos,
con su esposo, con sus hijos, y me ponía a llorar de la impotencia, de
la imposibilidad por no poder hacer nada, absolutamente nada para que
Selena tuviera esa oportunidad. Tan poco pudo festejar Selena, tan poco
pudo vivir el inicio de un año en el medio de la tranquilidad, del éxito,
de la plenitud, del confort, de sentirse amada por tanta gente. Pensaba
que la mayoría del poco tiempo en el que estuvo en este mundo fue en el
medio de las necesidades, de luchar cada día por lograr tener un plato
de comida en la mesa, en el medio del esfuerzo por lograr un éxito y una
fama que quién sabe si lo lograría. Me imaginaba a Selena en el medio de
la medianoche del 31 de diciembre arriba de un bus, en el medio del
camino de un pueblo a otro para dar un recital, para dar lo mejor de sí,
para darle una alegría a la gente que estaba como ella, tan necesitada
no sólo del bienestar material sino de Amor. Me imaginaba a Selena
sufriendo, no estando tal vez ni con ánimo ni con ganas muchas veces. Me
imaginaba buscando un rinconcito en el bus para poder llorar, para poder
mirar sola el cielo, y permitirse soñar y desear con que algún día las
cosas cambiarían, que el objetivo se concretaría y que ella podía ser
libre, libre para poder hacer lo que quiera, libre para poder expresarle
a todo el mundo quién era Selena, y cuáles eran sus planes y objetivos
en la vida. Me imaginaba a Selena no festejando el año nuevo pero
estando sola en el medio del autobús o en una parada de la familia para
descansar en el medio de un jardín sola, sola para soñar, para desear,
para darse fuerzas en el medio de la incertidumbre, en el medio del
dolor. Me imaginaba a Selena dándose ánimo para seguir a pesar de tantas
privaciones, de tantos sacrificios, de las dudas sobre si lo lograrían o
no, sobre si lo obtendría o no. Y me imaginaba que Selena pensaría en
todas aquellas personas que la estarían esperando, que se alegrarían
cuando la vieran llegar, cuando se presentara en el escenario, cuando
les sonriera, cuando se pusiera a cantar. Y debe haber pensado que en
definitiva ellos necesitaban lo mismo que necesitaba ella: Amor y
atención. Y eso seguramente le daría las fuerzas para continuar y no
flaquear en el medio del camino, en el medio del objetivo más deseado.
Me imaginaba a Selena gritándose a sí misma, dándose palabras de aliento
y prometiéndose que lo lograría allí sola en la oscuridad, sólo
iluminada por los fuegos de artificio y en el medio del ruido de la
pirotecnia. Y sólo volver cuando terminara de juramentarse no bajar los
brazos nunca y cuando los gritos de su padre buscándola rompieran el
ruido monocorde de los petardos. Volver con la sonrisa de siempre,
volver con el optimismo que mostraba siempre ante su público, ante la
familia, ante la vida. Era su lugar en el mundo, el lugar que le puso el
destino, el desafío que ella nunca eludió, y que cuando parecía que lo
había logrado, alguien se encargó de demostrar lo que pueden hacer este
mundo y los que lo habitan…
“¡¡Un año más, un año menos!!”, decían algunos en el medio de los
festejos. Yo ponía una sonrisa de circunstancia como festejando esa
ocurrencia, que más que ocurrencia era una realidad. Por un momento
pensé en mí, pensé en mi familia, pensé en mi destino, pensé en mi
suerte, y también pensé en ese “año más”, ese “año menos”. Tal vez los
años me pesen y tome conciencia de que no me falta tanto. Pero
paradójicamente pensaba en que mucho tiempo viví sin sentido y desde que
conocí a Selena mi vida había cambiado tanto, tanto … Con ella había
aprendido a valorar muchas cosas, había aprendido a saber diferenciar lo
importante de lo superfluo. Aprendí a distinguir a grandes artistas
aunque no fueran de mi gusto musical. Valoré la vida de esa mujer cuando
yo sólo ingresé a ella para explicarme su desgracia, su cruel destino.
Ya siendo grande encontré mi lugar en el mundo, y ese lugar me lo dio
Selena, recordándola con todo mi Amor, sacrificándome y entregándome a
su recuerdo como ella misma lo hacía con cada concierto, con cada
presentación, con cada actuación. Selena me había dado todo su Amor sin
ella estar presente. Selena me llegó al corazón desde una fría pantalla
de una computadora. Tenía tantas ganas de agradecerle pero nunca lo pude
hacer. Sólo me quedó escribirle con la pequeña esperanza de que tal vez
ella en algún lugar del universo lo viera y sintiera que la seguimos
amando, la seguimos extrañando, la seguimos añorando. Pensaba que tal
vez ella podría sentir que nada de lo que hizo fue en vano, que tuvo un
sentido, que tuvo un valor … Pensaba que todo lo que hago por ella es
para devolverle tanto Amor que ella desplegó y para hacer un poquito de
justicia por sólo haber estado aquí 23, casi 24 años … Me aparté de
todos una vez que los saludara sin poder distinguir a muchos, sin saber
por qué estaban otros, apenas recordando lo que le dije a la mayoría …
Las fiestas deberían ser una reunión pequeña, íntima, con la presencia
de los mayores afectos, los más íntimos, los más valiosos, los que
representan realmente algo importante en nuestras vidas. Si por mí fuera
yo sólo lo festejaría con dos personas … y con Selena … Decidí apartarme
y me fui al jardín buscando la negrura de la noche, apartándome de las
luces de las casas, de los ruidos de los cohetes, de la música para
bailar y de las borracheras para olvidar, para no pensar en el dolor,
para no pensar en las tristezas y en las frustraciones de todos los días,
de todo el año … Es curioso. Por un momento pensé en que siempre y desde
muy pequeño sentí esa sensación en las fiestas, y siempre me iba para no
vivir de las alegrías artificiales y de las risas impostadas. Me iba
siempre en busca de algo … Eso era antes. Ahora me iba a buscar a Selena
… a hablarle, a buscarla en las estrellas, a saludarla buscándola en
algún lugar, a pedirle llorando que vuelva, que no nos abandone, a
decirle que nada tiene sentido sin ella. Quería estar con ella en el
medio de la soledad de la noche y de las fiestas…
Cuando estaba llegando al jardín siento que alguien me chistea. Miro
hacia atrás pero no veía nada. Miré a uno u otro lado pero no lograba
ver nada. Cuando estaba por irme veo que un nombre de gran porte estaba
apostado frente a mí. Yo pegé un gritó y automáticamente di un paso
atrás. El señor se alarma a su vez, me pide disculpas y me ruega que no
me alarme ni que grite más. “Disculpe que lo haya asustado. Es que no
pensábamos venir, pero bueno, ella me insistió y yo accedí. Le pido
discreción y que me acompañe. Es aquí nomás. En la siguiente casa. Ella
lo quiere ver. Dice que necesita verlo … Bueno, en realidad me dijo que
usted necesita verla … Y tanto me insistió que me convenció. Pensé que
siendo fin de año era un buen motivo para concederle el deseo aunque
ella no sea muy afecta a las festividades” … Yo no entendía nada. “¿Pero
quién es usted? ¿Quién me quiere ver? No sé por qué debería creerle. ¿No
sería mejor que esa persona se presente ante mí y ya?”. El señor volvió
a llevarse el dedo índice a la boca pidiéndome silencio con cara de
desesperación. Yo me callé. Él miró a uno u otro lado y me dijo: “Está
bien. Venga conmigo hasta aquel árbol y entenderá todo. Sólo son unos
pasos. Ella está sentada allí esperándolo…”. Yo asentí y caminamos unos
pocos pasos. Veía que estábamos internándonos en el terreno de la casa
lindante a la que estaba en un lugar bastante iluminado y con mucha
gente que festejaba ruidosamente la llegada del año nuevo. Yo ya no
tenía temor pero tenía una gran intriga. ¿Quién de allí me querría ver?
¿Para qué? Por un instante pensé que alguien de mi familia querría verme
a escondidas para proponerme hacer algo que yo no quería realizar y que
esa persona era su intermediario. “No. Mejor no sigo. Temo que usted me
está tendiendo una trampa y para cuando lo descubra tendré que soportar
un sermón, un ruego, algo que me mortificará y que no querré hacer.
Mire. Dejemos las cosas como están. Usted dígale que no me encontró y
todos contentos. ¿Sí?. Yo sólo quiero estar solo. No me pregunte por qué.
No lo entendería. Lo que quisiera en este momento usted no me lo podría
proporcionar. Es largo de explicar. Mejor me vuelvo. Mejor me quedo
solo. Deseo hablar con una persona que me necesita. Que necesito” ... El
hombre me miró más seriamente y me dijo: “Ya estamos en el lugar. Por
aclararme las cosas ni te has dado cuenta de que la persona que te busca
está a tu vista. Fíjate si no es la misma persona que estás buscando tú…”.
Yo lo miré desconcertado y él me señaló con el dedo un lugar que estaba
exactamente frente de mí. Vi que alguien estaba sentada en un lugar y
que echó a reír en cuanto yo la vi, y me dio un largo saludo con su mano.
Al principio no la podía distinguir pues estaba relativamente lejos como
para poder verla bien … Hasta que escuché: “¿Pero qué te sucede? ¿Acaso
ahora me tienes miedo? ¡¡Aquí estoy!!”. Yo lo miré al señor con aire de
“¿Es en serio? ¿Es Selena?”. El señor asintió, y cuando yo estaba a
punto de correr a su encuentro, él me atajó y me dijo: “Por favor, te lo
pido. No hay mucho tiempo. No le preguntes ni le hables de ciertas cosas.
Trata de escucharla, que quiere decirte algo. ¿Sabes a qué me refiero,
no? Ella me insistió mucho. Yo no lo hubiese aceptado, pero Selena me
dijo que tú serías muy discreto con este encuentro. No me defraudes. Yo
confío en ella. Espero que pueda confiar en ti” … Yo asentí, asentí con
cara de “¡¡Déjeme ir a verla, por favor!!”. Ni sabía lo que me había
querido decir. No sabía cómo me iba a medir. Mi límite era ella. Yo sólo
iba a hacer lo que ella me permitiera. Ella se ganó el respeto de todos.
No iba a ser yo la excepción. En cuanto el hombre me dijo “Vete. Tienes
unos pocos minutos”, corrí desesperado a su encuentro. Selena se había
incorporado y extendió sus brazos esperándome. Noté que se seguía
sonriendo, pero su cara ahora tenía un rictus de ternura y de un
sentimiento de alguien que se sabe ausente y querida, y que está por
encontrarse con alguien que nunca la pudo ver pero que la quiere con
toda el Alma, como si la hubiese conocido de toda la vida, como si
fueran almas gemelas que han vivido y sentido lo mismo en todas las
etapas de esta inexplicable existencia humana. Yo corría y lloraba. Era
correr y saber que eso que estaba tan cerca de mí era lo que siempre
había deseado, lo que más había querido, la persona a la daría mi vida
para que ella fuera feliz. Lloraba por ella, lloraba por su destino,
lloraba por su vida … y por su partida. Fueron los metros más largos,
más tristes y más felices de mi vida. Así estaban mis sentimientos. Todo
lo que he sentido por ella en estos tiempos estaba condensado en ese
momento, en ese ínfimo instante, en esa alocada carrera. Iba avanzando y
podía ver su rostro. Podía ver que se le caían unas lágrimas, podía
sentir el dolor que ella sentía, el dolor de no podernos ver en
circunstancias más felices. En cuanto llegué a ella no pude decirle
nada. Sólo la abracé, la abracé muy fuerte, di varias vueltas
abrazándola y rompí en llantos. No podía dejar de abrazarla y de llorar.
Selena me decía. “Calma, Aquí estoy. Ya te puedes quedar tranquilo.
Estoy en algún lugar en el que me tratan muy bien y sé que hay aquí
mucha gente que me ama. Tú eres uno de ellos. Yo sé que harías lo que
sea por mí. Yo sé que serías capaz de hacer cualquier cosa para que me
recuerden. Yo sé que si pudieras volver el tiempo atrás para hacer sólo
una cosa, pensarías sólo en mí. Yo sé que no quieres figurar con la
excusa de tributarme. Sé que nunca aceptarías dinero por hacer algo por
mí. Sé que siempre te ha dolido por lo sucedido aun cuando me conocieras
luego de ese, como le dices tú, ‘nefasto día’. Sé que no quieres nombrar
esa palabra. Sé que quieres que todos me tributen. Sé de las fotos mías
que guardas con cariño. Sé que muchas de ellas las llevas siempre
contigo. Sé que te encanta hablar de mí y que dices que conmigo has
encontrado tu lugar en el mundo haciendo lo indecible para que me
recuerden con Amor. Sé que preferirías no conocerme pero que yo esté
aquí en este mundo, y no recordarme y ver que no puedo estar aquí. Sé lo
que me quieres. Por eso vine. Tuve que convencerlo a ese Señor. No es
fácil, nada fácil, pero le mostré lo que haces, le mostré lo que
escribes, le mostré cómo me buscas en las estrellas, le hice ver cómo
lloras con mi ausencia, le hice ver el sacrificio que haces siendo de un
país en el que no se me conoce tanto y al que iba a ir. Y eso lo
convenció. Yo vine a agradecerte, y a que certifiques que lo tuyo
tampoco fue en vano. ¿Te sientes tranquilo ahora? ¿Puedes estar feliz
con que sabes que estoy en algún lugar sabiendo lo que pasa por aquí?”.
Yo asentí sin poder despegarme de ella, sin querer dejar de abrazarla.
El sentirla en mis brazos y el sentir sus palabras como si salieran de
mi propio cuerpo era lo más hermoso que podía vivir. Ella estaba viva,
ella sentía, ella sufría, ella reía, ella no era algo frío y distante.
“Sé que no quieres que me recuerden ni como mito ni como leyenda. Yo
vine a que lo sientas así, pero entiende a los que me ven de ese modo.
Yo sé que ellos también me quieren. Y yo sé que tú lo sabes también…”.
Selena me apartó dulcemente y me miró como sabiendo que está frente a
alguien que la ama, que quiere decirle todo pero que no le puede salir
nada. Es que hay cosas que hablan por sí solas. Yo estaba frente a ella.
Eso era lo más importante de todo. Eso era lo más valioso. “No sé qué
decirte, Selena. No es que no tenga nada que decir. Es que tú sabes lo
que siento por ti, lo que deseo, lo que busco recordándote. Yo no te
pido que me digas dónde estás. Yo no quiero que me digas lo que te duele
y no quieres decir. Yo sólo quiero que vuelvas. Yo quisiera que pudieras
vivir lo que no viviste. No querría que me digas que ya nada se puede
hacer. Yo no quiero pensar ni que me certifiques que ya nadie podrá
volver a verte. Querría seguir sintiendo que algún día tú volverás.
Querría que se pudiera poder poner en práctica aquello de que “lo
imposible siempre es posible”. Yo querría que todos volviéramos a ser
felices contigo, Selena. Yo nunca voy a poder ser feliz sin ti. Yo nunca
podré vivir en paz y con plena felicidad sabiendo que no has podido
vivir aquí todo lo que debiste y mereciste vivir. Yo nunca podré
entender que te haya pasado esto, Selena. Quisiera poder olvidarlo, pero
no puedo. Si cuando te vemos no podemos dejar de sentir tristeza, yo no
puedo no recordar lo más doloroso pues siempre está presente en los que
te amamos. Y aunque sea muy triste ese nefasto día, lamentablemente fue
también parte de tu vida…”. Y la miré, miré para abajo y aunque no
quería, porque siempre sonará a un reproche y porque tal vez no quería
una respuesta concreta, le dije: “¿Por qué, Selena? ¿Por qué pasó? ¿Por
qué no lo advertiste? ¿Por qué nadie se dio cuenta? Es que estabas tan
cerca, tenías todo al alcance de tu mano…”. “Lo sé -me dijo Selena
mirando también para abajo, acaso como sintiéndose avergonzada por lo
que pasó- … Pero tú sabes ... A veces nos dejamos llevar por impulsos.
Es muy difícil sustraerse de lo que nos pasa a nuestro alrededor. Tal
vez debí hacerlo pero no estaba acostumbrada a ello. Yo siempre resolvía
las cosas por mi cuenta. Sabía que aunque a muchos no les gustara mis
decisiones, lo terminarían aceptando. Pero, claro, mi entorno más íntimo
me quería a pesar de todo. Y yo creí que los demás harían lo mismo. Yo
pensé que ella lo entendería también. Todos la conocíamos. Se había
ganado nuestra confianza. El hecho de que hubiera problemas no nos hizo
pensar que hiciera semejante cosa. Fue un error que lo pagué caro. Yo
pensé que la podía convencer de que aceptara la situación…” … Me le
quedé mirando y observaba en su rostro cómo le costaba hablar de ello,
la tristeza que le invadía el saber lo que le deparó el cruel destino y
tamaña decisión. Traté de que no se sintiera mal haciéndole ver que
tenía un sentido su decisión y la de su familia: “Pensaste que era como
cuando te casaste en secreto … Tu padre estallaría pero a la larga lo
aceptaría, pues mal que mal eras su hija y no ibas a hacerle mal a nadie,
Y Chris pasaría a ser parte de tu familia ... Pero en el mundo no se
maneja todo así. Hay gente que parece buena pero no lo es y si no haces
lo que a ella le gusta es capaz de desatar su peor odio y mostrarse tal
cual es…”, le dije casi con resignación. “Sí -afirmó Selena-. En un
principio, pensé que tal vez mi inexperiencia me hizo cometer ese error.
Pero después noté que mi familia también había dado un mal paso. Mi
padre creyó que con ponerla en evidencia bastaba para que se quedara en
su lugar. Nunca se le ocurrió que una persona a la cual se le confío
tantas cosas podía hacer algo semejante. Lo máximo que pensamos que
podría hacer era que hablara públicamente de ciertas cosas, pero con las
medidas que habíamos tomado de mantenerla con nosotros pensamos que no
se atrevería a hacer nada … ¡¡Qué ingenuos fuimos!! Allí me di cuenta de
que aun con toda la experiencia del mundo podemos ser engañados con esa
clase de gente. A veces pienso que si no pudimos sortear a esa mujer tal
vez no estábamos tan preparados como pensábamos. En el mundo hay de todo
y nosotros nos movíamos como en nuestras viejas épocas del autobús. El
mundo era más grande que nuestro mundo, con sus cosas lindas … y con sus
cosas crueles … Apenas si habíamos abandonado el bus .... Ni siquiera lo
habíamos abandonado totalmente. Estábamos preparados en lo musical, pero
nos faltaba más roce para tratar ciertas cosas. Confiábamos mucho en
nuestras fuerzas … Mi padre confiaba mucho en sus convicciones, pero uno
no puede controlar todo. A veces te sorprende hasta la persona a la que
más confías…”.
Yo la miré apesadumbrado. Sabía que ése era el tema recurrente, y que
más allá de que pudiéramos recordar los lindos momentos, siempre
caeríamos en ese motivo que nos impide contemplarla, disfrutarla y verla
enteramente feliz. “¿Sabes, Selena? Tal vez lo más triste sea que si tú
estuvieras aquí, serías la artista latina más importante y más famosa.
Serías reconocida en todo el mundo no sólo por tu canto sino por tus
diseños. Serías una marca y un sello en sí con tu sola presencia. Sabes
que ninguna artista en la actualidad, por más buena y famosa que sea,
tiene lo que tú tenías: voz, carisma, personalidad, pero también ideas
propias, ganas de superarse, deseos de siempre ir por más. Tú tenías
ideas que a nadie se le ocurrió en su momento. Hoy muchos latinos gozan
de algo que nadie había soñado antes salvo tú. Por eso a veces me quedo
desconcertado cuando muchos piensan que eres famosa por lo que te
sucedió y que todavía no eras tan importante entre los latinos. Es
cierto que recién empezabas a transitar entre las grandes figuras, pero
si tú no eras muy reconocida, por más desgracia que sucediera nunca se
hubiese desatado ese sentimiento de congoja por tu partida. Parece que
pocos se dieron cuenta de que había mucha gente que te amaba mucho antes
de que ellos lo notaran...”. “Es que eso es lo más importante -me
interrumpió Selena-. Yo sabía cuánta gente me quería y cómo. Recibía
toda clase de afectos. Yo era conciente de mi éxito y de por qué se
estaba dando. No era tan ingenua. Hacía años que veníamos rodando y no
había manera de que no nos diéramos cuenta de que éramos una sensación.
Pero lo que más nos emocionaba era cómo la gente nos quería. Podíamos
tener 20 personas o 60.000 en un concierto. En ambos sentíamos lo mismo.
La gente nos quería pero también necesitaba demostrarnos su afecto, y
que quería cuidarnos y acompañarnos en el camino que estábamos
emprendiendo. Por eso entiendo sus sentimientos, por eso entiendo tus
palabras, por eso comprendo el llanto. Porque yo sé que antes que
admirarme me querían ... Y eso en un artista es lo más preciado. Eso es
hoy lo que más extraño…”.
Era un momento muy triste. Era vernos y sentir “lo que hubiera sido”,
“lo que pudo ser”, “el error que cometimos”, “el llanto que nunca cesa”.
De pronto Selena me mira, toma mis manos, me sonríe y con lágrimas en
los ojos me dice: “¡¡Pero vamos!! ¡¡Me tienes aquí!! Dime lo más lindo
que recuerdas de mí. Dime cómo llegué a tu corazón. Yo lo sé ... Pero
quiero que me lo digas. Dime a mí las cosas lindas que me escribes. ¡¡Hazme
reír de satisfacción!!”. Selena me miró, esperó una mirada cómplice de
mi parte y echó reír a carcajadas. “¿Has visto? ¡¡Sabía que te iba a
hacer reír!!” ... Y nos dimos un respiro riéndomos con ganas ... Luego
Selena me pidió casi susurrando. “Dime algo lindo, dime algo que yo haya
hecho y no lo puedas olvidar…”. Yo la miré a los ojos, me encendí al
verla tan espléndida como en Padrísimo aquel 8 de marzo de 1995, y le
dije: “Ganaste mi corazón en el inicio del concierto del Houston
Astrodome del 26 de febrero de 1995. Tal vez me pasó como a tantos. Yo
sólo quería ver cosas tuyas que explicaran aquel nefasto día. Durante
mucho tiempo no había reparado en ti como artista. Pero al ver ese
inicio recordé la película que se hiciera en tu recuerdo, y me acordé de
esa gente y lo que sentían todos por ti… Eso me llevó a ver ese momento
pero no me había hecho mucha expectativa. Pensé que eras una artista más
con un par de éxitos a cuestas…”. “Bueno, tal vez te dejaste influenciar
porque en la película me ponían como una artista impuntual y poco
profesional que resolvía a las apuradas hasta la ropa que se iba a poner
esa noche … Sí, ¡¡ya leí lo indignado con estás con eso!!”, me dijo
Selena echando otra de sus encendidas risotadas. “¿Pero acaso no es
cierto, Selena? ¿No es increíble que hayan dejado esa imagen de ti?
Muchos que te conocen por la película creerán que eso es cierto. ¿A qué
lo atribuyes?”. Selena miro hacia abajo, meneó la cabeza y con ternura
me dijo: “No importa. Tal vez quisieron darle un toque cómico a ese
momento. En un punto era cierto que era de llegar con lo justo a
determinados eventos. ¡¡No era éste el caso para nada!! Pero tal vez
quisieron resumir parte de mi despiste en general en ese momento. No fue
feliz, es cierto. Pero lo entiendo. Igualmente, tú tienes razón en lo
que piensas de ello”, me dijo guiñándome un ojo. Luego, volvió a tomarme
de las manos para decirme. “¡¡Vamos!! ¡¡Sígueme contando!!”. “Pues bien
-le dije-. Cuando vi tu despliegue, tu voz, tu sonrisa, tu baile, tu
carisma, no pude dejar de quedarme boquiabierto y decirme ‘pero esta
mujer era en serio. Esta mujer era una artista de verdad’ y me dejé
llevar por tu entrega en el escenario. Allí me di cuenta de que eras
única y de que nadie tenía lo que tú tienes. Eras diferente, personal,
pasional. Era imposible no creerte cuando reías. Era imposible no
creerte cuando llorabas. Eras creíble aun no sabiendo el español a la
perfección…”. “¡¡Hey!! -me interrumpió Selena-, ¿cómo que no sé bien el
español? ¿Acaso no me entienden lo que digo?”, y me miró en forma
supuestamente seria para luego echar a reír de nuevo. “Es que eso era lo
mágico en ti, Selena -le dije con orgullo de admirarla tanto-.
Justamente no sabías bien el español y te puedo asegurar que llegabas
más al corazón con tu voz, con tus miradas y con tu mano en el pecho que
un montón de artistas que saben perfecto el idioma pero que no tienen tu
Amor para cantar…”. Selena me miró y me dio un beso en la mejilla.
“Gracias. Sé que me lo dices de corazón. Y sé que mucha gente sentía eso
cuando les cantaba. Si hay algo que me gusta cuando me recuerdas es
cuando me dices esas cosas tan lindas. Yo sólo quería darles mi corazón
como ellos me lo entregaban a mí…” y vi que Selena se estaba poniendo a
llorar, acaso porque extraña tanto esos momentos, acaso porque sabe que
no podrá vivirlos jamás salvo con el recuerdo de los que la aman. No
podía verla así. No quería verla así. Y aun siendo un pesimista y un
melancólico, su tristeza me dio fuerzas: “Eso sí, cuando dices ‘Canalla’
mirando a la cámara en el video de ‘La llamada’, creeme que me asustas.
¡¡Me siento un miserable de veras!!” y fui yo el que me eché a reír.
Selena se rió y ahora ella era la que me abrazaba. “¿Sabes? Yo no quiero
que te esfuerces tanto por mí. No querría que te enfermes. Pero quiero
que sepas que me pone muy contenta viendo cómo me recuerdas con tanto
cariño. Te estaré agradecida por siempre y para siempre”.
Justo el Señor se asomó y nos hizo un gesto que significaba que debíamos
redondear. Yo la miré a Selena con ese dolor de la despedida y ella me
miró con aire de “Sabes que me tengo que ir”. Yo estaba más que feliz
con que Selena me dijera que estaba emocionada con el recuerdo no sólo
mío sino de tanta gente, porque la duda a esa posibilidad era lo que más
me preocupaba, lo que más me atormentaba. Ahora que sabía que al menos
podía vivir y sentir a través de nuestro tributo sentía un gran alivio y
un gran consuelo ... Un consuelo que nunca podrá suplantar su presencia,
que nunca cubrirá nuestro dolor, ni reparará lo que se le ha hecho a
Selena. Pero era un consuelo ver a Selena viva, sintiendo, riendo y
llorando en algún lugar, y que pueda sentirse querida … donde quiera que
esté ... La miré, acaso sabiendo lo doloroso de esta despedida que tal
vez sea para siempre, que nunca se sabrá qué pasará después de este
encuentro. Es como el primer encuentro de dos enamorados en una plaza,
en cualquier lugar. Juntos mirándose, despidiéndose, y mirándose una y
otra vez para volverse con cualquier excusa para decirse algo más, para
besarse, para despedirse: “Me siento como cuando recibiste aquel premio
a la mejor cantante regional mexico-americana en Premios Lo Nuestro
1993. ¡¡Estabas tan emocionada!! ¡¡No lo podías creer!! Te sentías
querida, y lo agradecías una y otra vez. Yo me siento así ahora. Me
siento siempre así cuando te recuerdo…”. “Ese premio fue muy importante
para mí -me dijo emocionada Selena-. Era mi primer premio grande e
internacional por fuera de los TMA. Estaba teniendo éxito en buena parte
de los Estados Unidos, en México y en Centroamérica. ¡¡Estábamos
logrando tantas cosas!! …Un mundo se nos abría y no podíamos no dejar de
sentirnos tan emocionados…”. “Y ese día cantaste ‘Como la Flor’,
maravillosamente. ¡¡Y estabas hermosísima!!”, le dije con ternura. “¿Y
cuál es la imagen que más te agrada de mí? ¿En qué lugar? ¿En qué
concierto? Dime la verdad. ¿Dónde me ves más linda?”, me pregunto con
mucha inquietud Selena. “Siempre pensé que lucías muy linda con tu pelo
largo y flequillo, pero cuando estabas con el pelo largo tirado al
costado, como en aquel Premios Lo Nuestro, en Festival Acapulco o en
Odessa, Texas, lucías terriblemente bella. Pero yo no puedo decir que
lucías más bella sin algún concierto que además descollaras. Por eso me
quedo con tu actuación y tu belleza en el Far West Rodeo en diciembre de
1994, preferentemente cuando lucías vestida de azul”. “¿En serio? -me
dijo Selena-. Creeme que adoro esa actuación. Me sentía bella y feliz.
¡¡Mírame cantar allí ‘Fotos y recuerdos’!! ¡¡Nunca me sentí tan plena
como en aquella noche!!”…
El Señor se acercó y le dijo a Selena algo en el oído y se alejó un
poquito. Selena avanzó sobre mí, y me dijo muy bajito y con lágrimas en
los ojos “Me tengo que ir. Yo no quiero. Te ruego que no me retengas,
pero quiero que sepas que estoy muy feliz. Y quiero que recuerdes una
cosa. Cada vez que me escribes, cada vez que me recuerdas, cada vez que
llevas mis fotos, cada vez que lees algo de mí, cada vez que me ves en
un video, cada vez que ríes, cada vez que lloras por mí, yo estoy allí
al lado tuyo. Siempre. Siempre. Yo te doy apoyo, yo te soplo en el oído
cosas que tal vez la tengas en tu mente, en tu corazón, y que por un
instante se te olvida. Yo estoy siempre a tu lado. Pues yo no me he ido,
yo nunca me fui. Yo vivo en ti, yo vivo por ti. Seguramente me moriría
si te olvidaras de mí, del mismo modo que si se olvidaran todos. Pero yo
sé que nunca me abandonarías. Yo no soy quién para pedirte ni exigirte
nada. Pero yo sé que me quieres lo suficiente como para no dejarme sola.
Yo sé que nunca querrías verme así. Por eso vine a agradecerte. Porque
nunca me dejarás sola y abandonada. ¡¡Yo no quiero que me dejen en paz!!
¡¡Yo quiero que estén a mi lado y que me quieran!!”. Mientras me decía
eso me puse a llorar y cuando no pude más callé su dolor abrazándola con
más fuerza que nunca. Pocas veces sentí lo que significa un abrazo, lo
que significa el cariño expresado sin censura alguna, sin ganas de
guardarse ningún sentimiento para uno con el fin de que lo pueda recibir
enteramente la persona a la que uno quiere de verdad. “¡¡Nunca, nunca te
dejaré sola, Selena!! ¡¡Jamás!! Tú eres la razón de mi vida. Tú eres la
persona a la que le debo lo poco bueno que tengo y puedo dar. Sin ti no
valgo nada. Sin ti nada tiene sentido. Todos los días te recuerdo
certificando que eres la mejor, tal cual tú lo decías en la intimidad,
tal cual lo sentías, ¡¡tal cual te lo expresaba tu público, que tanto te
quería!!”. Selena se apartó y pasó su dedo por sus lágrimas que le caían
profusamente por sus ojos, le dio un beso y lo puso en mi boca. “Para
que te lleves algo de mí y lo tengas en tu cuerpo y en tu Alma para
siempre”, y se dio vuelta y se dejó llevar por el Señor. Yo tomé mis
manos a mi cara y me puse a llorar sin parar. Lloraba pero no abría mi
boca hasta sentir que sus lágrimas estuvieran bien dentro de mí. Me di
vuelta y volvía a mirar a una y otra vez a unas sombras que se alejaban
para no verlas más. Sabía que Selena se había ido. Quién sabe si alguna
vez la volveré a ver ... Miré hacia atrás y vi a la gente entregada al
olvido de sus penas por unos instantes. Y cuando me dirigía hacia allí
vi en el piso un cuadro con una foto. Era una foto de Selena de su
sesión del álbum “Amor prohibido”, una bellísima en la que ella se ponía
la mano en su pecho y miraba sugestivamente a la cámara. Vi que había
unas palabras escritas: “Sé que te encanta esta foto. Guárdala bien,
ponla en tu pecho y mira al cielo. Y dime qué sientes. Selena”. La
terminé de leer, miré al cielo y vi que había una estrella, una sola
estrella … una sola estrella que se iluminaba en el medio del gris de la
pólvora del olvido. “¡¡Eso, eso es Amor!!” grité al cielo, y vi cómo la
luz titilaba una y otra vez. No me fui de aquel lugar hasta que se
hicieron las 5 de la mañana y empezaba a amanecer. Allí me fui sabiendo
que todas las noches y todos los días tendría a Selena en mi corazón
acompañándome y acompañándola…”.
Caminé horas y horas sin rumbo fijo. Esperaba vanamente que Selena se me
cruzara nuevamente y me dijera que se iba a quedar aquí definitivamente
en este mundo. Volví a mi casa, me acerqué a la computadora y volví a
escribir sobre Selena, sobre este momento y de tantos otros. Fueron
horas y horas. A veces pienso de dónde salen estas palabras, qué las
provoca. Tal vez Selena tenga razón. O tal vez sea mi corazón del cual
Selena vive … Ojalá Selena vuelva y yo le pueda entregar mi corazón que
sólo le pertenece a ella … Mientras tanto, todas las noches me asomo
para ver esa estrella … Esta vez con alegría porque ahora sé que Selena
está allí…
Yo te sigo esperando Selena, yo sigo llevando tus lágrimas en mi Alma…
Es una pena … Es una pena, Selena. Es una pena que no estés aquí. Es una
pena que alguien como tú no esté. Es una pena que la vida te golpeara de
esa manera, que te tuviera deparada semejante sorpresa. No hay duda de
que eres la mejor. No hay duda de tu vocación. No hay duda de tu talento.
No hay duda de tus sentimientos. Tú eras una artista de verdad, del
pueblo, genuina, auténtica. Supiste entregar todo sin escatimarle nada
al público. Tu propia historia te llevó a la exposición, a los miedos, a
las dudas de niña acerca de lo que debías hacer, acerca de si ese camino
que el destino te marcó para que tú lo siguieras era el que tú hubieses
elegido para encarar tu vida. Pero tú siempre aceptaste los retos que te
puso la vida. Podrías haberte quejado, podrías haberte escapado, podrías
haber gritado tus miedos y negarte a todo diciendo “¡¡No puedo hacer
esto!! ¡¡No quiero!! ¡¡No lo voy a hacer!!”. Y sin embargo no sólo lo
hiciste. Aceptaste tu destino y pensaste que tú tenías algo que ver con
todo ello. Por algo la vida te puso a prueba cuando quiso saber qué
harías cuando tu padre le regalara el bajo a tu hermano y se avocara a
él para enseñarle a tocarlo. Tal vez sabría que tú harías algo, que no
aceptarías quedar relegada con resignación, que esa situación la
tomarías como un desafío para apostar por más, por ir por más, con hacer
algo que deslumbraría a tu padre y lo hiciera volver hacia ti para ser
tú el centro de su atención. Tal vez la vida quiso mostrarte el camino
para ver si tú aceptarías ir por él aun cuando todo el recorrido por ese
sendero era algo totalmente desconocido para ti y con resultados que
eran una incógnita, con más dudas que certezas. Tal vez la vida te abrió
los ojos y tú no dudaste. Tenías tan sólo 6 años y aun siendo tan
pequeña demostraste que siempre buscarías superarte y que nada ni nadie
te amedrentaría con nada ni por nada del mundo. Los años de niñez son
determinantes en la vida de todos. Más allá de que en la adultez podamos
modificar muchas cosas de nuestras vidas, nuestra esencia, nuestra
formación, nuestra forma de encarar las cosas por la vida siempre
estarán determinados por lo que aprendemos de niños. Allí vemos nuestro
entorno, la vida de los demás, lo que hacen los otros, lo que nos
enseñan nuestros padres y nuestros colegios. Y con todo ello nos vamos
formando nuestras ideas, nuestros pensamientos y nuestra visión de la
vida, de las personas y del mundo. Tal vez muchos lo expresan ya de
adultos. Otros nunca. En cambio, tú, Selena, por ese reto del destino,
de ese destino del cual tú también participaste, lo expresaste siendo
muy pequeña. Por el Amor de tu padre elegiste exponerte. Por el Amor de
tu padre decidiste aprenderte aquellas canciones viejas tomadas de un
libro. Por el Amor de tu padre cantaste ante un público siendo muy niña.
Por el Amor de tu padre cambiaste tu vida y la vida de toda tu familia.
Por el Amor de tu padre dejaste a un lado tu propio sueño para cumplirle
el suyo, que lo había postergado como lo hiciste tú durante un largo,
largo tiempo, el suficiente como para esperar a lograr el éxito tan
soñado y con él pudieras tener la oportunidad, los medios y el tiempo
para retomarlo y explotarlo al máximo…
Es una pena, Selena ... La humanidad puede estar siglos, toda su
existencia buscando la felicidad, alguien que los encante, alguien que
los enamore, alguien a quien depositar todo su cariño sin ninguna
condición … y tal vez nunca lo logren. La humanidad toda tal vez pueda
estar su vida haciendo sólo sus obligaciones y dejando de lado sus
anhelos. A veces la vida es tan dura y tan cruel que no nos permite ni
soñar en lo que más deseamos, en lo que más queremos. Y calmamos
nuestras postergaciones sonriendo y viendo el lado bueno de las cosas,
en las pequeñas cosas que nos arrancan una sonrisa de satisfacción. Y
mientras tanto soñamos, esperamos un milagro, esperamos que todo cambie
y venga un mundo feliz en el que todos podamos gozar de la vida sin
sufrimientos, sin dolor. Y en el medio de toda esa vida en la que
vivimos soñando y muchas veces padeciendo, apareces tú, Selena. Aparece
lo que todo el mundo soñaba, lo que todo el mundo esperaba. Si uno ve
cómo son las cosas en la actualidad, me atrevería a decir que tal vez tú,
Selena, hayas representado su última esperanza, pues sin duda que desde
que te fuiste ya nada volvió a ser lo mismo. NI sus vidas fueron lo
mismo, ni la humanidad fue la misma, ni el mundo fue igual. Tú, Selena,
les diste lo que ellos añoraban ... Alguien que los encante con su voz,
alguien que les hable en el mismo idioma, el idioma universal, el idioma
del Amor. Les cantaste con el corazón en la mano, con todo el
sentimiento, con la pasión a flor de piel. Tú los llenaste con tu
encanto, tú los deleitaste con tu carisma, con tu sonrisa, con tu
mensaje positivo de la vida. Tú les diste la alegría que muchos no
tenían, tú les diste esperanza, tú les hiciste ver que un mundo era
posible, que era cuestión de proponérselo y nadie podría evitar que
todos sus sueños fueran posibles en vida. Tú representaste más que la
última esperanza. Tú, Selena, eras su única esperanza. En ti creyeron,
en ti depositaron todo su afecto. Les hablaste y les cantaste con el
corazón y con el Alma. Y el público es sabio: sabe cuando le cantan con
sinceridad y espontaneidad, y también sabe cuando el artista no siente
lo que canta o pretende engañarlos no siendo auténticos, ni genuinos ni
creíbles. Para todos tus admiradores eras una más de ellos, una mujer
que estaba con ellos, que había padecido los mismos problemas, las
mismas postergaciones. Para todos ellos no dejabas de ser la chica del
barrio La Molina de la Ciudad de Corpus Christi. Todos sabían de tu
origen humilde, todos sabían de todo lo que tuviste que luchar para
hacer alguien en la vida. Todos te veían y hasta el último día supieron
que estabas allí, en tu ciudad, en tu pueblo, en tu barrio. Sabían que
nunca te irías de allí aunque fueras muy famosa, aunque el éxito te
llevara a lugares cada vez más lejanos y cada vez fuera más la cantidad
de admiradores que tendrías en todo el mundo. Pero todos ellos sabían
que siempre volverías con ellos, que nunca los abandonarías, que nunca
los dejarías solos. Jamás renegaste de tus orígenes ni de tu lugar.
Sabían que para vivir no te gustaban las grandes luces de las grandes
ciudades. Sabían que querías hacer tu vida al lado de ellos. Que más
allá de lo que significabas para todo el mundo, tú siempre serías
Selena, la Selena pequeña que nunca abandonó Corpus Christi desde que se
instaló allí desde muy niña en busca de mejor suerte…
Es una pena, Selena … Tú tenías eso que no tiene nadie ni nadie tendrá …
Voz, talento, encanto. Tú podías encantar a cualquiera. Basta con
mirarte, basta con verte lo que generabas en el escenario, basta con ver
lo que exponías allí frente al público para darse cuenta de que tú no
perteneces sólo a una época, a un lugar, a una comunidad, a un estilo
musical, a un género. Tú encantas hasta el más distraído, a los que
escuchan diferentes músicas, a los que hablan distintos idiomas, a los
que pertenecen a diferentes culturas. Tu canto, tu forma de expresarte
era universal. Eras una cantante versátil, podías interpretar cada
género a la perfección y sin ninguna dificultad. Nos cantaste con el
corazón, con pasión, con sentimiento y nos llegaste al Alma misma. No es
casualidad que todos sintamos lo mismo al verte, al apreciarte, al
escucharte. No es casualidad de que gente que te conoció de diferente
forma, que te ha escuchado en diferentes momentos, los que te han visto
en vivo y los que no, sientan lo mismo, hayan vivenciado lo mismo,
aprecien lo mismo, gusten de ti del mismo modo. Desde tu padre hasta
José Behar, pasando por todos tus admiradores, artistas, productores,
todos pasaron por la misma experiencia: no saber desde el principio que
tenías un don, que eras especial, que eras distinta; sorprenderse
gratamente en cuanto te vieron cantar y saber que estaban ante un
fenómeno que nunca habían visto antes; que los sorprenderías logrando
los éxitos mucho más rápido de lo que todos los que creían en ti
esperaban; que pocos sabían bien lo que eras tú y lo que podías dar la
primera vez que te vieron .... Tú nunca necesitabas encantarlos con
efectos especiales que lograran un gran impacto. Bastaba con cantarles y
crearles un clima mágico del cual no podrían ni querrían salir de él
jamás. No había necesidad de estar en el Houston Astrodome el 26 de
febrero de 1995 para saber lo que eras como artista. Basta con hoy verte
cantar “Si una vez”, verte mover a uno y otro lado del escenario,
detenerte abruptamente, ponerte el dedo índice en tu cabeza, tus ojos
cerrados y tu boca al micrófono del cual sólo se escuchaba tu
respiración … ¡¡ante 65.000 personas!! Y no contenta con ello pasearte a
uno y otro lado del escenario, mirar pícara y cómplicemente a la gente,
hacerles gestos en el medio del griterío … Lograr todo ello teniendo
como único efecto especial el avance y detención de la banda comandada
por A.B. y tu andar en el escenario, tus silencios, tu canto, tus pausas,
tus miradas, tu carisma, tu encanto. Hoy en día todo ello se suplantaría
con innumerables efectos especiales, con bombas de estruendo, con
máquinas que provocarían en el escenario y con pantallas gigantes el
asombro, el griterío y el delirio de la gente. Tú lograbas todo eso sin
necesidad de toda esa parafernalia … Se me dirá que si tú, Selena,
hubieses tenido todo ello mayor impacto hubieses logrado … Tal vez … Tal
vez sí … Seguramente no. Tamaña cantidad de efectos especiales
provocaría asombro, pero opacaría tu figura, tu encanto, tu magia,
Selena. Y todas las sensaciones que puede experimentar cualquier ser
humano las vivía con sólo verte, con sólo apreciarte, con sólo
entregarse a ti y dejarse llevar por tu presencia. Tú sola generabas
todo, tú provocabas los que muchos lo tienen que lograr con mucha ayuda
y trabajo de los demás. Por eso nos apenamos, por todo eso es una pena.
Porque tú eras única y ya nada podemos esperar pues como ti no habrá
nadie, absolutamente nadie…
Es una pena, Selena ... Pues tú iniciaste el camino. Tú quebraste las
barreras que pocos intentaron y nadie había logrado. Fuiste como la
mártir que ofrece su vida por lograr sus sueños para que lo terminen
realizando y cosechando sus frutos los demás. Lograste ser reconocida en
México cuando para un tejano se hacía muy difícil lograr un gran éxito.
Lograste un Grammy cuando ganar ese premio en aquel 1994 implicaba un
gran esfuerzo y un reconocimiento que pocos latinos lograban. Lograste
que una ciudad, aparte de la tuya, se enamorara de ti y se entregara a
tus pies, como lo fue Monterrey. Lograste que el mundo anglosajón de
Estados Unidos diera cuenta de que había una comunidad enorme que se
hacía sentir con su presencia, y que suplicaba fuera reconocida,
apreciada y no subestimada. Lograste que innumerables productores,
cantantes y artistas que estaban lejos de ti se asombraran con tu
talento y buscaran colaborar contigo para grandes proyectos y
producciones. Lograste representar para la mujer latina de Estados
Unidos su mayor y mejor representante. Para todas ellas eres el modelo a
seguir, el ejemplo. Hoy vemos artistas reconocidas mundialmente y
también las que cantan en sus barrios coreando tu nombre e invocándote
como la inspiradora de lo que hacen. Vemos que hasta se han creado
revistas luego de hacerte un merecido reconocimiento. Todo eso has
logrado tú, Selena, pero tú no estás ... Tú no estás para ver y sentir
el éxito de tu música, el éxito de tu Legado. Tú no estás para cosechar
lo que has sembrado. Tú no estás para ser la artista latina más popular
y más reconocida. Tú no estás para seguir sorprendiéndonos. Tú no estás
para seguir encantándonos. Tú no estás para hacer lo que otros no se
atreverían ni se les ocurriría hacer. Tú no estás para seguir
arriesgando, Selena, en un mundo que sin ti no arriesga nada y va por el
éxito seguro. Hoy no hay nadie que sueñe con cosas imposibles y quiera
lograrlas. Tú en una radio en Guadalajara en 1994 decías que soñabas con
cantar no sólo en Estados Unidos, en México y en toda América Latina. Tu
pensabas cantar en Europa. ¡¡Tú decías que querías cantar en el Oriente!!
¡¡Era noviembre de 1994!! Ningún latino se imaginaba eso. ¡¡Ni siquiera
cantar en español con éxito en Estados Unidos!! Tú lo habías hecho
primero. Tú lo habías pensado primero. Tú marcaste el camino que muchas
latinas lograrían años después. Tú lograste que ellas triunfaran
mundialmente, en esas tierras que tú anhelabas conquistar y que nadie se
lo hubiese imaginado antes. Tú marcaste ese camino … que no te dejaron
transitar…
Es una pena, Selena… Pues en definitiva tenías 23, casi 24 años, y toda
una vida por vivir. Tenías un esposo, tenías una familia, tenías una
banda, tenías tu sueño personal de ser diseñadora, cristalizado en
“Selena Etc.”, otra de tus grandes ideas que pronto explotarían otras
artistas. Tenías todo encaminado. Habías logrado la popularidad y el
reconocimiento que hacían que tu éxito meteórico se encaminara hacia la
consolidación mundial de ti como artista. Habías entrado en ese camino
en el cual todo el mundo sólo te ama, te contempla todo y te perdona sin
dudar. Un mundo en el que sólo pueden dejarte de amar si los defraudas
mucho, pero mucho y mucho. Y encima ése no iba a ser tu caso, Selena,
pues tú te entregabas al público como nadie. Tú les mostrabas tu Alma y
tu ser como nadie lo hacía. Tú hacías gala de tu espontaneidad y de ser
genuina, auténticamente genuina … No había dudas, no había nada que
perturbara ese camino de ensueño, ese camino de Cenicienta que tú
estabas logrando a base de tu propio mérito, de años de hacer las cosas
con profesionalismo y con Amor. 1995 era un año de desafíos pero también
de certezas. Ese año te pondría a prueba, Selena, hasta dónde llegarías,
cuánto tardarían los “gringos” para que se enamoraran de ti, cuánto
tiempo tardaría América Latina para ponerse en su totalidad a tus pies,
cuánto tiempo te llevaría llegar a Europa, a Oriente ... Sólo era
cuestión de tiempo ... Nada más ... Nadie ni tú misma dudaban de que lo
lograrías. Nadie dudaba de que encantarías a todo el mundo. Sólo era
transitar la vida con las mismas convicciones de siempre, con las mismas
ganas de siempre, con el mismo Amor de siempre … Ya no ibas por un
camino. Ya transitabas por la autopista al éxito mundial. El público
latino se rindió a ti. El público anglosajón abrió sus puertas dispuesto
a escucharte y a dejarse encantar por ti. Todos estaban subyugados por
tu canto de sirena … Y sin embargo, tal vez llevada por un canto de vaya
a saber de qué sirena desviaste tu camino, tomaste un atajo equivocado,
no pudiste sacarte de encima esa voz, esa voz que te llevó a estrellarte,
a sucumbir frente a una simple habitación de uno de esos tantos moteles
que se ven por allí y que nada tienen de encantadores… Y fuiste por ese
camino estando sola, sin que nadie te advirtiera, sin que nadie pudiera
alertarte del camino que transitabas y del peligro que corrías … Estabas
sola, como nunca lo habías estado, en el medio de una decisión, de un
error que tienen muchos autores pero una sola damnificada: tú…
Es una pena, Selena … Me hubiese gustado verte, verte cómo encarabas los
desafíos, como los superabas, cuáles serían tus proyectos a medida que
pasara el tiempo y tu popularidad fuese cada vez mayor. Me hubiese
gustado ver qué cosas pasarían por tu cabeza inquieta, siempre dispuesta
a ir por nuevas ideas, ideas innovadoras, ideas originales, ideas que te
hacían única, pasional y personal. Me hubiese gustado ver qué pasaría si
las cosas no salían como todos esperaban, si había algún traspié … No
porque lo deseara, sino porque prefería verte en esta situación que en
aquella en la que no pudiste realizar tantas cosas. Hubiese preferido no
tener que hacerte un recordatorio, una remembranza como mito, como
leyenda, y más quedarme encantado con verte con una mujer de carne y
hueso, que acierta, que se equivoca, que gana, que pierde, pero que vive
para seguir arriesgando, para seguir intentando, y para seguir
encantando a todo el mundo como nadie lo haría ... Es una pena, Selena,
pues para ti no había imposibles … No tolerarías la resignación, tener
un traspié y no intentar revertirlo, no seguir optando por cuanta
variable hubiera por allí para llegar a tu gran objetivo final, que era
convertirte en la gran cantante internacional, la artista latina más
famosa del mundo, la artista más talentosa del planeta, que
jerarquizaría la música e innovaría los conciertos en vivo de toda clase
de género musical. Tú sabías que eras la mejor, Selena. Sabías que lo
lograrías y que en poco tiempo todo el mundo compraría tus discos, todo
el mundo te iría a ver en concierto, todas las niñas y jóvenes querrían
vestirte como tú, todos los varones se enamorarían de ti, todos los
seres humanos te tomarían como ejemplo. Tenías la voz, el don, la
creatividad, la personalidad, el talento, la belleza, el carisma. Tú
tenías un estilo particular que te hacía plenamente identificable y
única ... Es una pena, pues pocas artistas pueden montar tantas ideas
por cuenta propia. Tú, Selena, eras cantante, compositora, diseñadora,
ejecutiva. Tú has logrado que el nombre Selena esté sólo ligado a ti ...
Es una pena, pues todo el mérito era sólo tuyo y semejante talento,
semejante ingenio, semejante ganas por superarse, semejante ganas de
vivir hayan sido derribados por lo peor, por lo más mediocre y por lo
más bajo de la humanidad. Es una pena que el mundo se haya llevado el
peor ejemplo, el peor modelo, que vea que la maldad es la que siempre se
va triunfando y que no se haya quedado en la práctica con tu ejemplo,
con tu modelo del esfuerzo, de la superación, del talento. Es una pena
que el mundo no se haya quedado con tu ejemplo triunfante y como camino
a seguir … Así le va al mundo sin tu presencia, y sin tu modo de vivir y
sentir la vida…
Es una pena, Selena ... Es una pena que hayas tenido que vivir tantas
cosas y disfrutar tan poco. Es una pena que te veamos y te escuchemos, y
no podamos no dejar de tener nunca esa sensación, esa tristeza, ese
meneo de la cabeza no encontrándole explicación a cómo te has ido, a
cómo te dejaron ir ... Es una pena que hayas pasado por tantas cosas
para sólo asomar tu cabecita ante el mundo, y mostrarte triunfante y
talentosa tal como eras … por tan poco tiempo. La vida te dio poco y te
castigó mucho, Selena … Pues todo lo que lograste fue por tu sólo mérito,
por tu único talento, por tu monumental esfuerzo. Me hubiese gustado ver
que hubieses podido cantar todo lo que realmente te gustaba. Me hubiese
gustado verte cantar en vivo “Dreaming of you” y “I could fall in love”.
Me gustaría verte hoy triunfante en todo el mundo y feliz con tu vida. Y
aunque no hubieses logrado todo y tal vez hubieses perdido más de la
cuenta, me hubiese contentado con que el destino al menos te hubiese
dado el mayor premio, que era la vida. Tú te lo habías ganado, tú
lograste ese reconocimiento por mérito propio. Nadie más en el mundo
merecía vivir. Nadie más en el mundo merecía triunfar. Nadie más en el
mundo merecía poder concretar todos sus sueños. En la vida debería
premiarse a la gente que no sólo tiene el talento, sino que tiene la
voluntad de superarse, de que genera ideas propias, de que siempre busca
algo más tanto en la vida personal como en la artística. Debería
premiarse a los talentosos y castigar a los mediocres … Pero la vida
como el Amor es ciega … y muy injusta. Te quitó la posibilidad a ti como
a tantos llenos de vida y de Amor, y se lo dan a otros que reniegan de
ellos, y sólo tienen para ofrecer odio y rencor … Es una pena, Selena …
Es una pena que no pueda ofrecerte mi vida para que puedas vivir la tuya.
Yo no sé si hice tantos merecimientos para vivirla como lo has hecho tú…
“Es una pena. Nada más que una pena. Te golpea cuando es demasiado tarde.
Te golpea cuando estás mal…”, cantaba Bonnie Tyler, hace muchos años.
Tal vez esa canción la llegaste a escuchar, Selena. Nunca como esa frase
resume tu vida, resume tu dolor, resume tu destino, resume lo que
sentimos por ti … Una pena…
Una pena que está llena de Amor, un Amor que será infinito, un Amor que
superará siempre a esa pena…
Lo mejor que se pueda … ¿Qué es hacer lo mejor que se pueda? ¿Es hacer
lo mejor que se puede o lo máximo que uno se atreve a hacer? ¿Es hacer
hasta lo imposible o es hacer las cosas lo mejor posible con
determinados límites? ¿Qué es hacer lo mejor que se pueda cuando uno ha
amado tanto a alguien? ¿Qué es hacer lo mejor que se pueda ante alguien
que hemos amado y que se nos ha ido, que se nos ha escurrido de entre
las manos lamentándonos de no haber hecho algo antes, algo que nos
hubiese permitido no estar lamentándonos ahora? ¿Qué es hacer lo mejor
que se pueda cuando la razón de nuestras vidas se nos despidió sin más,
sin poder darnos un abrazo, un beso, un cariño, una sonrisa, una mirada
tierna, una caricia? ¿Qué es hacer lo mejor que se pueda cuando ya nada
se puede hacer? ¿Qué es hoy hacer lo mejor que se pueda por ti, Selena?
¿Acaso recordarte con alegría? ¿Acaso recordarte con tristeza? ¿Acaso
resignarnos a que nada se puede hacer? ¿Acaso olvidarte? ¿Acaso
recordarte con tu música? ¿Acaso recordarte viéndote en un video? ¿Acaso
reemplazarte con otra artista? ¿Acaso tener todas tus cosas, todas tus
fotos? ¿Acaso alabando la labor de tu familia? ¿Acaso tributándote como
un mito, como una leyenda? ¿Acaso recordándote por tus vivencias, por tu
sentir, por tus dudas y por tus certezas como tiene cualquier otra
persona? ¿Acaso alabando y reconociendo todos tus logros en tan poco
tiempo? ¿Acaso atribuyéndonos la potestad de ser tu voz aquí en tu
ausencia y dar nuestra versión de tu vida como la única sin ningún matiz
sin ningún otro aporte de nadie? ¿Acaso sólo recordando tu voz, tu
canto, tus palabras, tu sonrisa, tu mensaje de vida? ¿Acaso sólo
recordando lo que fuiste y lo joven que eras cuando te marchaste, y
saber que quedaron atrás tantos sueños, tantos anhelos, tanta vida por
vivir, que se dilapidó por tanta insensatez y tanta locura? ¿Acaso
guardando odio y rencor para con esa asesina y para con todo el mundo
que te ha dejado que te fueras sin despedirte? ¿Acaso buscando culpables
de tu partida y quedándonos en la pelea por algo tan absurdo y tan
inútil que te deja en un segundo plano? ¿Acaso recordando tu vida pero
obviando aquel nefasto día que te llevó? ¿Acaso buscando explicaciones
hurgando en tu vida privada, en aquellas cosas que tú bien supiste
preservar? ¿Acaso refugiándonos en tu música mas no en tu vida? ¿Acaso
sabiendo de memoria todas tus canciones, todos tus discos, todos tus
conciertos, todos los datos de tu rica historia? ¿Acaso lamentándonos
por lo que pudo haber sido y no fue? ¿Qué es hacer lo mejor que se puede
por ti, Selena, desde aquel lluvioso y triste 31 de marzo de 1995?
Lo mejor que se pueda … Todos los días cuando me levanto y veo que ha
pasado otro día sin ti, Selena, no puedo dejar de entristecerme y de
lamentarme, y de sentir bronca y furia por la impotencia, por no poder
hacer nada, por no poder lograr que tú vuelvas a estar aquí entre
nosotros viviendo tu vida, haciendo lo que más te gusta sin tener que
dar ninguna explicación a nadie. Y cada vez que te veo en un concierto o
te escucho en uno de tus tantos discos, no dejo de sentir el Amor, la
pasión y el cariño que ponías en cada interpretación tuya, que te hacían
inigualable, inimitable, indiscutible, insustituible. Cuando se te ve,
Selena, uno no puede dejar de sentir que hay que hacer algo, algo por ti,
por tu vida, por tus sueños, por todo lo que hiciste por tu familia, por
ti misma, por tu gente. Es muy difícil verte y abstraerse de lo que eras
no sólo en el escenario sino en la vida. Es muy difícil abstraerse de lo
que habías generado en toda una comunidad, de lo que habías logrado
desde muy abajo, sin ningún apoyo, desde la más absoluta humildad, con
todo el esfuerzo, con toda dedicación, con tanto Amor. Es muy difícil
verte y saber en todo momento lo que ha pasado contigo, todo lo que te
sucedió y la tristeza que eso genera. Si hay algo que todos los que te
admiramos hubiésemos querido que sucediera era que llegaras a lo más
alto, que pudieras triunfar en todo el mundo con tu voz, con tu canto,
con tu carisma, con tu Amor, con tu personalidad. Si hay algo que uno
hubiese querido ver era que llegaras con tu nombre no sólo con tu música
sino también con tus diseños, con tus ideas, con tus ganas de hacer algo
por ti y por lo demás todos los días. Si hay algo por el cual uno se
lamenta es ver que tenías tantas ganas de hacer cosas, tantas ganas de
ocupar el tiempo con cosas productivas, tantas ideas en tu cabeza para
ser puestas en práctica al instante, sin prisa pero sin pausa, pensando
en tu felicidad como artista y también como persona. Es muy difícil
olvidar el trayecto que tuviste que hacer para llegar a hacer alguien en
la vida, todos los sacrificios que tuviste que hacer, todo el camino
visto en aquel momento como algo insólito y poco probable de transitar
para poder triunfar. Cantar el español a la perfección con un
sentimiento que nadie podía transmitir pero a su vez no hablarlo tan
bien. Conquistar Texas con tan sólo 15 años, romper una hegemonía de
sólo varones triunfantes en la región, poner a Monterrey a tus pies
cuando los texanos no tenían éxito en México, romper con todas las
barreras, con todos lo impedimentos, con todas las dificultades. Uno aún
recuerda un reportaje en Monterrey cuando recién comenzaba tu éxito allí
y sólo tenías 20 años. Uno podía verte tan joven, con tantas
dificultades aún para hablar el español, y aún así dejar en claro que tu
objetivo en la vida no sólo era cantar sino dedicarte al diseño y a
montar un negocio en ese rubro. Todavía no estaba ni en proyecto “Selena
Etc.”. Todavía no habías ganado tu primer Premios Lo nuestro que tanto
te había emocionado. Todavía no habías ganado el Grammy. Todavía no
había llegado el éxito mayor. Sin embargo, tú ya decías todo lo que
querías lograr. Todo estaba en tu inquieta cabecita. Nunca dejaste de
transmitir lo que querías. Tú fuiste siempre auténtica y genuina. Por
eso cuando se te recuerda no es sólo por la artista que fuiste sino por
el tipo de persona que eras. Tú eras de esas personas que difícilmente
se encuentre tan sencillamente ... Una persona con tanto talento,
trabajadora, emprendedora y con ideas propias ... Por eso se lamenta
tanto tu partida. Pocas personas tenían tantas ganas como tú. Pocas
personas tenían tantas ideas sin necesidad de que hubiera un asesor de
marketing que te lo sugiriera, como ocurre con asiduidad en la
actualidad…
Lo mejor que se pueda … ¿Qué es hacer lo mejor que se pueda? ¿Se puede
seguir adelante con tu ausencia? ¿Qué se debe hacer si tal vez no se
hizo todo lo necesario cuando tú estuviste aquí? ¿Qué se debe hacer
cuando no se tomó real dimensión del peligro que acechaba y que cuando
se quiso reaccionar ya fue tarde? ¿Qué se debe hacer cuando uno
experimenta la sensación de que nada es para siempre y que la pérdida es
una cachetada ante tanta imprevisión, ante tanta ambición, ante tanta
locura, ante tanta ceguera? ¿Qué se debe hacer ahora cuando en su
momento se debió no exponerte ante tanta mediocridad y ante tanto
peligro de caras a un año que iba a ser determinante para ti, Selena? ¿Qué
se debe hacer para reparar tanto daño, tanto dolor, tanto dolor a ti,
Selena, pues el dolor a nosotros es nada comparado a lo que has sentido
tú? ¿Cómo seguir adelante sin sentir una sensación de culpa, de ausencia,
de angustia, de soledad? ¿Cómo se sigue sin tu sonrisa, sin tu optimismo,
sin tu mensaje? ¿Cómo seguir si tú que habías generado todo ya no estás
aquí? ¿Cómo seguir con tu Legado si la única protagonista de tu historia,
que eres tú, ya no está entre nosotros? ¿Cómo se puede hacer lo mejor
que se pueda sin desear que uno quisiera sentir que nada de esto ha sido
cierto, que todo fue una pesadilla y que todo constituye un error que
aún se puede reparar? ¿Cómo seguir despierto y con ganas de seguir con
la vida sin sentir que nunca se podrá ser feliz sin ti, Selena? ¿Cómo
reír, cómo amar, como disfrutar, como vernos las caras y disfrutar de la
vida enteramente si no estás aquí para disfrutar de la tuya, y hacernos
plenos y felices con tu presencia? ¿Cómo no evitar sentir un vacío
difícil de tolerar, difícil de superar? ¿Cómo no desear volver el tiempo
atrás para evitar todo esto? ¿Cómo no imaginarse y hasta desear que lo
imposible sea posible sólo para que nuestro dolor, para que tu dolor, se
borre para siempre? ¿Cómo encontrarle un sentido a la vida si el mundo
te ha dejado partir y te ha privado de todo, hasta de disfrutar de lo
que habías conseguido a base de tantos sacrificios, a base de tantas
privaciones y esfuerzos? ¿Cómo no sentir frustración y sensación de
derrota cuando el resultado de tanto esfuerzo, y de un andar honesto y
genuino en la vida, es lo que te ha sucedido a ti ese nefasto día con un
mensaje terrible para todos, que es ser falso, mentiroso e hipócrita
para lograr figurar en la vida? ¿Cómo hacer lo mejor que se pueda cuando
ante tanta envidia, ante tanto egoísmo, ante tanto personalismo, ante
tanta insensatez, la única perjudicada has sido tú, Selena, que nada
había contribuido con toda esta situación nefasta que es común que sea
propiciada por cualquier ser humano, y que es propio también de la
condición humana generarla y tolerarla? ¿Cómo seguir cuando uno siente
que ese 31 de marzo tú estabas sola, enteramente sola, Selena?
Lo mejor que se pueda … ¿Lo mejor que se pueda es dar vuelta la página y
ya? ¿Lo mejor que se pueda es ir abandonando tus sueños, Selena, dejando
que se los lleve el moho del paso del tiempo y que no se difunda como se
debe tu Legado? ¿Acaso no sería bueno recuperar todas tus cosas que
están en las garras del mal, en las manos de esa persona que disparó y
te quitó todos tus sueños, Selena? ¿Acaso no habría que evitar que esas
imágenes del 3 de abril de 1995 no se difundan más por tu Amor, y porque
es un retrato impropio de tu historia y de tu mensaje en vida? ¿Acaso no
sería mejor que Selena Etc. hubiese seguido con gente idónea y que te
ama sin ninguna condición para que tus sueños se cristalicen con tus
diseños triunfando en todo el mundo y tu nombre conocido en todo el
planeta? ¿Acaso no sería bueno apelar a la sensatez y a la solidaridad
para que todos cedan un poquito en sus derechos y en sus reclamos de
regalías para que toda tu obra en concierto, Selena, esté disponible en
cualquier formato y se difunda así en todo el mundo? ¿Quién no querría
verte nuevamente en Festival Acapulco, en el Far West Rodeo, en Odessa,
en Padrísimo, en el programa “Un nuevo día”, en Monterrey, en el Houston
Astrodome 1993 y 1994? ¿Acaso no querríamos que todo eso que generaste,
Selena, esté vigente en la actualidad? Si la gente te ama y te recuerda,
si cada vez tienes más admiradores, si cada vez que sale un cd o un dvd
generas récords de venta, ¿cuál es el impedimento, cuál es el motivo de
tantas dificultades? Yo estoy seguro de que si todos ponen algo de sí,
si todos ponen tu cariño y tu Amor que tan bien supiste prodigar ante
cada cosa que te han pedido, tu Legado estará vigente siempre. Yo sé muy
bien que eso es lo que te pondría bien contenta, pues sería la
certificación de que no fue en vano lo que hiciste y lo que generaste,
que todos te siguen queriendo y amando, que todos desean lo mejor para
ti, que todos quieren expresarte con el recuerdo y con el agradecimiento
eterno el deseo de abrazarte, de darte sus mejores palabras, de darte el
mayor de los cariños, y de expresar su agradecimiento por siempre y para
siempre. Es la mejor forma de que abandones esa sensación de que estás
sola, de que estás sola como aquel 31 de marzo, para que no te quedes
con esa angustia y con ese dolor de sentir desde aquel momento qué será
de ti después de aquella lluvia, de aquel frío, de aquel día desapacible,
de sentirte segura de que no hay dudas, de que no hay sospechas, de que
se te sigue queriendo y admirando por lo que transmitiste y provocaste
en tanta gente, de no sentir que sólo fuiste un suspiro en este mundo y
que la sensación que generaste no es por tu partida abrupta sino por tu
Amor, por tu cariño infinito, por la pasión que expresaste en cada
canción y que llegó a tanta gente, a toda esa gente que se emocionó
contigo, que cantó contigo, que lloró contigo, que te sigue recordando y
esperando, esperando a alguien que se fue por un tiempito pero que algún
día volverá, que seguro volverá con el Amor y compasión de Dios, y con
el Amor, la voluntad y las ganas que tú tenías, Selena…
Lo mejor que se pueda … Lo mejor que se puede hacer contigo es
entregarse a ti como tú lo hacías con todas las personas a las que tú le
ofreciste todo. No alcanza con hablar bien de ti, no alcanza con poner
las mejores fotos, cantar todas tus canciones, recordar cada momento de
tu vida ... No, no alcanza ... Porque para recordarte a ti, Selena, no
hay hacer lo mejor que se pueda. Para rememorarte a ti, Selena, hay que
hacer todo lo que se pueda y lo que no se pueda también. Tú no dijiste
en vano “The impossible is always possible”. Tú no sólo dijiste esas
palabras. Tú las habías puesto en práctica. Llegaste mucho, mucho más
lejos de lo que el más optimista, que el que más creía en ti, pensaba o
imaginaba. Tú fuiste más allá, diste mucho más, ofreciste más de lo que
se te demandaba, diste tu propia vida en cada presentación, en cada
concierto. Exhibiste tus propios sentimientos, tu propia historia en
cada presentación. Tú no sólo cantaste. Tú diste tu Amor porque
necesitabas darlo y recibirlo. No te contentabas con hacer una
interpretación correcta, no fuiste a grabar ni a dar un concierto
haciendo “lo mejor que se pueda”. Eso, precisamente eso te hizo distinta
a todas, distinta a todos, una artista bien distinguible del resto. Por
eso la gente te amó, por eso la gente te trató como un familiar más, por
eso la gente quería no sólo escuchar tus canciones, o ver tus conciertos,
sino expresarte su cariño, su admiración, su respeto, su Amor
incondicional. Tal vez para muchos el ver que muchos compraban remeras
de tu autoría, que se tatuaban tus imágenes, que ponían a sus hijos tu
nombre, que tuvieran tantas cosas de ti, Selena, fuera un fenómeno que
se generó luego de aquel fatídico 31 de marzo. El que cree eso no sabe
tu historia, no sabe todo lo que ya habías logrado hasta allí … El que
cree eso sólo te vio por televisión cuando ya eras una realidad, cuando
ya estabas en boca de todos, cuando ya eras una sensación. Pues nada se
crea de la noche a la mañana. Nunca se crea una sensación ni un fenómeno
sin un proceso anterior. Nadie quiere de verdad de un día para el otro.
Nadie se enamora en un instante. Y lo que sucedió desde 1995 hasta hoy
es producto de todo lo que sembraste, Selena, y que lamentablemente
apenas si pudiste recoger algunos frutos de aquella siembra. Ni siquiera
pudiste ver la dimensión de tu éxito aunque lo intuyeras. Ni siquiera
pudiste ver todo el mundo que te amaba y que te amó después sin ninguna
condición. Y todo fue porque tú, Selena, les diste todo, todo, sin
guardarte nada, sin ser mezquina, sin limitarte sólo a ser una buena
profesional del canto. Para llegar al corazón y al Alma de tanta gente,
de tantas culturas diferentes, tú les diste tu canto, pero también tus
sentimientos. Tú les mostraste que allí en el escenario estaba la misma
Selena que sonreía en su casa en Corpus Christi, o que saludaba a cada
uno de sus admiradores en cualquier lugar. Tú fuiste auténtica, Selena,
y eso la gente siempre lo valoró, acaso porque es un atributo que pocos
pueden demostrar tanto en la vida como en un escenario…
Lo mejor que se pueda … A veces cuando veo que Jennifer López logra una
nueva contratación millonaria o Shakira convoca a tanta gente y es
conocida en todo el mundo, me pregunto dónde estarías tú, Selena, si
estuvieras entre nosotros, y no tengo que pensar mucho en la respuesta.
Tú estarías en ese lugar y no dudo que a esta altura de las
circunstancias tú hubieses logrado más, mucho más. Las ironías de la
vida … ¿Qué hubiese sido de Jennifer López si no te hubieses ido? ¿Qué
hubiese sido de Shakira si tú estuvieras presente? Tal vez hubiesen
logrado el mismo éxito. Ambas fueron agradecidas de tu Legado y eso es
una cosa que siempre valoré, pues ellas podrían obviarte y no lo han
hecho nunca. Y te recuerdan y te homenajean con más cariño que muchos
que han estado bien cerca de ti. Pero tu presencia, Selena, tu presencia
hubiese eclipsado a todos, hubiese encantado a tantos, hubiese
conquistado muchas más Almas y muchos más corazones. Tú eras distinta,
Selena, tú eras especial, tú tenían eso que no se puede definir pero que
no lo tenía nadie. Tenías eso que provocaba que todos se fijaran en ti y
en nadie más. Tú tenías ese Amor, esa pasión, ese sentimiento, esas
ganas, esos deseos de superarse, esa visión que pocos tienen. Tenías un
don, un don que Dios sólo te lo dio a ti, y que una pérfida te lo quitó
y te lo impidió desarrollar. Por eso, cuando uno ve que el mal parece
triunfar siempre, cuando alguien nos quita lo más hermoso que nos había
dado este mundo, uno no puede quedarse en la resignación, en el lamento,
en el buscar superar ese terrible momento, pues ya nada se puede hacer …
¡¡Jamás!! ¡¡Jamás hay que contentarse con hacer lo mejor que se pueda,
Selena!! Tú no estás, tú te has ido, a ti te han lastimado, a ti te
quitaron todo, a ti sólo te han sacado la alegría de vivir y se la
arrebataron a los que te supieron amar. ¿Cómo entonces ir en la vida
haciendo lo mejor que se pueda sabiendo que todos somos distintos y
mejores gracias a ti? ¿Cómo no hacer hasta lo imposible por hacerte
feliz aunque no estés entre nosotros? ¿Por qué no imaginarnos y hasta
convencernos de que estás en algún lugar esperando todos los días un
besito de inicio del día, un besito para desearte las buenas noches,
deseando sentirte acompañada con nuestro Amor, con nuestro cariño, con
nuestro agradecimiento? ¿Por qué no pensar que es mejor preservar tus
cosas, que tengan vida como si estuvieras entre nosotros, cuidándolas
hasta que tú vuelvas a estar aquí en este mundo? Si tú, Selena, diste
hasta lo imposible, si tú diste todo sin saber si algún día recibirías
algo a cambio, ¿por qué nosotros no podemos hacer lo mismo por ti para
recordarte como se debe, como tú lo hubieses querido, tributarte con
todo nuestro Amor? Entonces, no es cuestión de hacer lo que se pueda, no
es cuestión de hacer las cosas dentro de nuestras posibilidades. Para
recordarte como se debe hay que dar todo, todo hasta cuando ya no
podamos más, cuando nuestras fuerzas se agoten y nos hagan flaquear. Tú
también estabas agotada en las noches cuando cantabas en las noches en
el restaurante de tu padre y tenías sólo 8 años. Tú también estabas
agotada luego de estar días y días de pueblo en pueblo, de concierto en
concierto, viviendo y durmiendo arriba de un bus. Si tú pudiste y
siempre diste tu mejor cara, tu mejor voz, tu mejor sonrisa a tu gente,
¿cómo no podemos retribuirte tanto Amor haciendo lo mismo, lo mismo por
ti, lo mismo sabiendo que te fuiste, que te fuiste tan pronto sin que
pudieras festejar tus primeros 24 años? ¿Cómo no hacer todo por ti en
vez de hacer todo lo que se pueda por ti?
Por eso estoy aquí, Selena … Sí, yo sé que la realidad me indica que
aunque te espere no aparecerás, que aunque te invoque no me hablarás,
que aunque quiera traerte a este mundo algo o alguien me lo impedirá … ¿Pero
sabes, Selena? Yo te seguiré esperando, yo seguiré intentando, yo
seguiré creyendo, yo te seguiré amando. No importa si es una quimera, no
importa si los demás me dicen que es absurda la espera y que no tiene
sentido. No importa la realidad. Lo único que importa eres tú, y
mientras haya vida, mientras haya esperanza, mientras haya un rayo de
sol, mientras haya un amanecer y aparezcan las estrellas por la noche,
yo seguiré creyendo y esperando. Yo seguiré esperando que algún día lo
imposible se hará realidad, y desafiará toda lógica y toda realidad.
Todo es cuestión de fe … y de Amor. De Amor a ti, Selena. Y prefiero
amar y esperar a un “imposible” que dar mi cariño a algo que no me da lo
que sí tú me ofreces, Selena … Prefiero seguir emocionándome por lo que
tú me das cada día que quedarme quieto y sin sentimientos viviendo como
si los días no pasaran, como si ya nada pueda esperarse de esta vida
salvo padecerla. Mientras haya vida en este mundo y en este universo, yo
te dará todo de mí y no sólo todo lo que se pueda…
“Como la Flor … ¡¡Con tanto Amor!!” … Aún hoy uno se puede estremecer
con la entonación, con la voz, con la profundidad, con la pasión, con el
sentimiento que le había puesto Selena al inicio de la canción “Como la
Flor”, en el Houston Astrodome el 26 de febrero de 1995. Es muy difícil
no quedar encantado con esa mujer de casi 24 años al ponerle tanto Amor
a una canción. Es cierto lo que muchas veces se dice acerca de lo que es
un buen y verdadero cantante. Uno puede tener la mejor voz, uno puede
interpretar correctamente, uno puede tener hasta estudiada la métrica y
tener la mejor receta para cantar correctamente y hacerlo. Uno puede
tener todas las dotes y la mejor técnica para interpretar. Pero nada de
eso sirve si lo que se canta no emociona a la gente, no hace carne en
ella lo que se está cantando, no se mete en su Alma aquello que el
artista interpreta. Selena siempre tuvo muy en claro que el público
tenía que ser partícipe de lo que el artista estaba cantando. Y sin
haber estudiado canto, sin haber aprendido de otros cómo debía enfrentar
a un público a la hora de cantar, y sólo teniendo en cuenta lo que
recibía del público desde que tuvo que enfrentar para encantarlos desde
que tenía 8 años, Selena supo algo tan elemental como lógico y esperable
que haga un artista en el escenario. En el programa de Cristina, a
mediados de 1994, Selena dijo que ella ponía alegría cuando la canción
era entretenida, tristeza cuando la canción tenía tintes dramáticos.
Selena entendía que el público debía sentir lo que el artista les
transmitía y ser partícipe activo de las letras que les cantaba. Pero
para eso, el artista los tenía que conmover, los tenía que convencer,
los tenía que hacer reír, los tenía que hacer llorar. Y para lograr todo
eso, el artista tenía que ser auténtico, genuino, carismático, con una
fuerte personalidad, con una presencia tal que hiciera que su sola
aparición generara sensación en el público. Podía no ser la mejor voz,
podía no ser el mejor bailarín, podía no ser la mejor voz técnicamente
hablando, pero si todo lo hacía bien y con el Alma, seguro que sería
ampliamente valorado y apreciado, y sería considerado el mejor artista.
Y Selena cumplía con todos esos requisitos. Es por ello que es la mejor
y se la extraña. Es por eso que aunque pase el tiempo, pasen los
artistas, pasen las músicas, pasen las generaciones, el sólo escuchar a
Selena en ese inicio de “Como la Flor”, uno siente que su voz se mete en
nuestro cuerpo, nos toca nuestra Alma y nos entrega en la más fantástica
sensación de placer, placer por alguien que nos emociona desde el primer
sonido de su voz, desde la primera entonación, desde la primera palabra
que es cantada…
Antes que ese increíble inicio, Selena había hecho una pequeña
introducción, una entrada a la historia de ese tema. Al mejor estilo de
las artistas de su país, recordó lo que significaba ese tema, que había
sido el primer éxito para el grupo tanto en Estados Unidos como en
México. Deseó que todos recordaran de qué se trataba y se preparaba para
dar inicio a esa canción. En ese momento, en ese instante previo al
inicio del tema, seguramente Selena debió haber pensado en muchas cosas.
Debió haber pensado en todo lo que había hecho ese día para dar lo mejor
de sí para dar su tercer gran rodeo consecutivo. Debió haber pensado en
cómo fue su vida y de todos los sacrificios que tuvo que hacer para
llegar a estar en ese lugar, y recibir tanto cariño y tanto afecto.
Debió haber pensado en el tiempo que se tomó para elegir ese vestido, en
el tiempo para lucir elegante, verse linda, impactar a la gente con su
presencia. Debió haberse lamentado y mucho cuando se lastimó el dedo y
tuvo que salir al escenario con un apósito. Debió haber pensado en sus
miedos eternos a no ser querida, a ser rechazada, a que la gente no se
emocionara con su forma de cantar y de expresarse. Seguramente debe
haber pasado por su mente cuando sólo tenía 8 años y tuvo que enfrentar
a un público en el restaurante de su padre, con sus miedos, con su voz
como único capital y una familia que se jugaba su futuro con aquella
interpretación. Debió haber pensado que no era sólo limitarse a cantar
lindo, que eso no alcanzaría para hacer al público suyo. Que si quería
cautivarlos debía hacer más, mucho más. Que si quería que la quisieran
debía ella darles todo su Amor; debía expresarles su deseo de ser
querida y apreciada; debía decirles que la ayuden, que no la dejen sola,
que la acompañen, que ella les iba a dar todo, todo de sí para que
sintieran lo que ella sentía, que se quedaran encantados con su canto,
con su baile, con su interpretación, con su gracia. Debió haber pensado
en cómo un hecho cambia la vida de una persona y cómo algo tan sencillo
cómo aprenderse unos temas de un libro de su padre y cantárselos para
llamarle la atención podía convertirla en lo que era ahora, que distaba
mucho de su plan original, que era estar encerrada en su mundo diseñando
y encantar a la gente con el resultado de sus creaciones. Que en el
mejor de los casos, ella sería querida y conocida por su nombre y no por
su figura. Y que ahora estaba allí, a punto de darles su mejor canción,
dándoles su interpretación más maravillosa como si fuera la última vez,
sin ella imaginarse que lo sería en aquel imponente estadio. O tal vez
intuyéndolo, aunque sea inconscientemente…
Selena alzó su brazo izquierdo, dio unas pequeñas piruetas en el aire
con sus manos, dio impulso con esos movimientos a su voz y comenzó a
cantar. La gente sólo gritaba, deliraba y acompañaba. Como si todos
fueran partícipes de esa comunión de Amor, el público seguía cada
movimiento de Selena que enfatizaba con su voz, con sus brazos, con sus
expresiones cada palabra, cada sentimiento. “…Me diste tú. ¡¡Se marchitó!!...”.
Selena entrecierra sus ojos, alarga su canto y mira fijo a la cámara que
la toma de cerca con aire de extrema pasión. Luego, Selena entristece su
expresión, mira a un lado y a otro, como buscando una explicación, y
canta “Me marcho hoy. ¡¡Yo sé perder!!…”. Y queda suspendida con un
rostro que expresa dramátismo mientras alarga interminablemente su voz,
esperando que el público la siga en su angustia y en su dolor. Cuando el
público ya no puede más, y grita y espera que Selena siga con su canción,
ella detiene su voz y deja suspendido el micrófono frente a su boca.
Cuando termina de decir “¡¡Yo sé perder!!”, ella aparta el micrófono a
un costado, y deja sus ojos entrecerrados y en suspenso. Y como
permitiéndose darles un respiro, y con aire cómplice a la espera de que
la gente sea la que siga la canción con “¡¡Ay, ay, ay!! ¡¡Cómo me duele!!”,
ella los mira y se sonríe. La gente estalla en un grito. Es curioso.
Todos saben cómo es la letra. Todos saben del ritual. Todos saben cómo
Selena interpreta “Como la Flor” en vivo. Pero en esa comunión de Amor,
se participa del tema como si se escuchara por primera vez, como si se
viviera por última vez. Selena se queda impactada por la reacción. Y a
pesar de su emoción, siempre fiel a su estilo, opta por mirarlos y
quedarse en silencio. Siente una emoción infinita por lo que ha generado.
Sabe que ése es su mayor triunfo, ese triunfo que pocos artistas logran,
que es la conquista de la gente en un escenario y con un tema que ya era
conocido y visto. Selena piensa que tiene al público en sus manos, que
ese público sólo se callará si ella les sigue cantando, si ella les pide
con Amor que la ayuden y que la escuchen. Y mientras recorre cada uno de
los rostros de su gente, ella piensa en todo lo que hizo, en todo el
Amor que puso en todos esos años para lograr lo que estaba obteniendo
ahora. Quizá debe haber pensado cuando obtuvo el premio a la mejor
cantante regional méxico-americana en Premios Lo Nuestro en 1993 y que
no pudo evitar su emoción por lo obtenido. Y pensó que no tenía que
quebrarse ahora, que sólo debía permitirse un pequeño silencio, alargar
la pausa con su mirada. Diría que hasta hubiese seguido contemplándolos
por un instante más de no ser porque advirtió la cámara que la tomaba en
primer plano. Allí sorprendida en ese sensación indescriptible que
siente un artista, volvió a la realidad del concierto en vivo y de las
cámaras que la tomaban, de las cuales salían las imágenes que se podían
apreciar en ese mismo estadio, y echó a reír, alzó su mano y les dio un
saludito. Espero a que la gente dejará de gritar, volvió su boca al
micrófono, se inclinó un poco y dijo “Pero…”, y volvió a mirar a uno y
otro lado, recorriendo pícaramente al público que se preparaba para
acompañar cantando lo que seguía. Y allí Selena alzó su voz y sus brazos,
sonrío y cantó: “¡¡Ay, ay, ay!! ¡¡Cómo me duele!!”. Y Selena dio unos
pasos hacia atrás, juntó sus manos a modo aplauso, dijo “¡¡Eso!!”, y
comenzó a bailar y a cantar…
Por un muy buen rato, Selena olvidó la canción y se permitió abandonarse
al goce de la música y de lo que estaba viviendo. En su fuero más íntimo
Selena se sentía que lo había logrado. Que había logrado por siempre el
cariño de la gente. Sabía que en lo profesional apenas si había
terminado una etapa y que tal vez con este mismo recital comenzaba otra,
tal vez muy distinta a la anterior, con nuevos desafíos, con muchas
incógnitas y también con muchas certezas. Pero Selena sentía que ese
Amor de esa gente le estaba confirmando que todo sería más sencillo, más
allá de las dificultades que tendría en el camino. En su fuero más
íntimo, Selena sabía que habiéndose ganado el Amor de tanta gente y ella
dando todo de sí con el cariño de ellos, era imposible que le fuera mal
en su vida y en su carrera artística. El inicio del concierto fue la
prueba de fuego, la prueba más acabada de que Selena podía con todos y
con todo, y que el público le respondía con alegría y júbilo cada
propuesta. Selena no dejaba de ser profesional por permitirse sentirse
plena y feliz en pleno concierto. No dejaba de cantar ni de bailar, ni
de darle al público lo que éste había buscado en el concierto y esperaba
de ella. Pero su piel irradiaba emoción y encanto. Selena podía
permitirse en el escenario ser libre y feliz para gozar, para sentir que
había obtenido lo tan deseado después de mucho tiempo. Tenía que
permitirse saber y sentir que era la mejor, a sabiendas de que lo que le
esperaba era mucho, y que tendría muchos desafíos y mucho terreno para
explorar. Tal vez Selena quería que esa sensación fuera una prueba para
ella, un incentivo, un camino a seguir en el futuro. Que nada mejor que
esa sensación la tuviera siempre y que a la hora de decidir cualquier
cosa, a la hora de tener alguna dificultad o contratiempo, ella pensara
qué era lo que la ponía más feliz, qué era lo que ella quería, dónde se
sentía plena, orgullosa y triunfadora. Tal vez Selena quiso sentir esa
sensación para no olvidarla nunca, para tener en claro que eso era lo
más importante y su objetivo en la vida, que ése era su lugar y allí era
donde quería estar cuando tuviera más de una disyuntiva. Para cuando
dejó de vivir esa sensación, Selena volvió a su público, lo hizo
partícipe de su canción, les dijo “Ayúdenme” y les cantó con toda su
pasión, acaso sabiendo que cada canción, cada concierto es un desafío
para superarse, para revalidar los títulos obtenidos. Que para que la
siguieran amando ella debía dar todo su Amor. Por eso enfatizó y puso
toda su expresión cuando cantó “No sé si pueda volver a Amar, porque te
di todo el Amor que pude dar”. Y otra vez recurrió al público, pidiendo
que cantaran junto con ella y un frío en la espalda le recorrió por un
segundo. Por un instante pensó que esa parte de la canción podía hacerse
realidad y no quiso pensar en aquella pesadilla ni en ningún sinsabor.
Miró a su público y le pidió ayuda, acaso sabiendo inconscientemente de
que sólo ellos podían ayudarla de cualquier dificultad real que tuviera
en la vida…
“¡¡Ay, ay, ay!! ¡¡Cómo me duele!!”, cantó Selena y alargó su canto
tomándose el pecho y sintiendo en su propia Alma esa última palabra.
Pero no dejándose llevar por esa sensación, tomo valor, hizo una seña al
baterista con su mano para que baje su marcha, encaró a su público, alzó
su brazo y esta vez impuso su canto enfatizando el “¡¡Como la Flor. Con
tanto Amor, me diste tú, se marchitó!!…”. Y otra vez les pidió que
cantaran con ánimo, y les volvió a decir que no la dejaran sola, que la
acompañen. Y para bajar la tensión de su pena y a modo de despedida
gritó “¡¡Houston, Texas!!”, dando su más hermosa, tierna y cálida
sonrisa. La gente estalló en un grito. Y ella recordó al instante “¡¡A
todos nuestros hermanos de México!!”, entendiendo perfectamente que, a
diferencia de las otras presentaciones allí, había un público del otro
lado del Río Bravo que estaba presente en el estadio o mirándolo
directamente por televisión. Y con gran emoción agradeció porque ellos
habían hecho esa noche posible y les anunció una nueva marca, ya
habitual en ella: “Quebramos el récord hoy esta noche. ¡¡Demos un fuerte
aplauso!!”. Y ya despidiéndose de su público, y a modo de saludo y de
anuncio premonitorio, les dijo señalándolos y a su vez llevándose su
mano a la cara: “Mil abrazos y mil besotes a cada uno de ustedes.
Cuídense muchísimo y nos veremos muy pronto. ¡¡Hasta luego!! ¡¡Chau!! ¡¡Buenas
noches!! ¡¡Gracias!!!”. Y para no olvidarse de agradecerles a todos los
que la ayudaron no sólo esta noche sino siempre, les dio las gracias a
Emilio Navaira y a su grupo Río que había actuado esa noche. Pronto
terminó la canción dando ella un nuevo grito y dando las gracias
nuevamente. Y mientras el grupo terminaba su parte, se elevaban las
luces del escenario y empezaban los fuegos de artificio y la pirotecnia
del final, Selena se adelantó expresando la mayor de las satisfacciones.
Definitivamente, no era un concierto más. Ese concierto marcaba un antes
y un después en su carrera. Y éste era el resultado. Y éste era el
anuncio de lo que vendría. Y mientras pasaban los minutos y el júbilo de
la gente no se cesaba, Selena agachaba la cabeza en modo de
agradecimiento, luego se volvía a incorporar, saludaba uno por uno a
cada asistente del estadio ayudada por el escenario giratorio, y no
podía dejar de expresar su emoción por tanto afecto, por tanto cariño,
por tanta emoción. Los miraba y no podía evitar morderse los labios
expresando su emoción y su asombro por semejante expresión del público.
En un momento necesitó no quebrarse, e hizo un movimiento con su cabeza
esperando el fin de la parte instrumental del grupo. Cuando éste terminó,
Selena volvió a alzar su brazo y volvió a agradecer públicamente con un
“¡¡Muchas gracias, Houston, Texas”. ¡¡Gracias!!!”. Y volvió a inclinar
su cabeza en agradecimiento. Miraba una y otra vez y en sus ojos se
podía apreciar que se sentía pequeña y avergonzada. Gozaba del momento
pero no sabía si esconderse y huir ante tanto cariño. Volvía a sentirse
como cuando tenía 8 años. Volvía a sentirse tímida e introvertida.
Volvía a sentir lo que siempre sintió. No dejaba de sentir lo que
siempre fue más allá de que el destino la pusiera en ese lugar y que
fuera allí el sitio en el que recibiría la mayor de las satisfacciones.
Y cuando el último fuego de artificio fue lanzado, cuando las luces se
elevaron hasta lo máximo, cuando el último acorde fue dado, Selena elevó
tímidamente su mano, dio sus últimas gracias y enfiló hacia la salida
del escenario en busca del auto que la transportaría por todas las
tribunas para saludar de cerca a la gente hasta llegar a la salida del
estadio en busca de los camarines…
Selena fue bajando lentamente en el medio del griterío de la gente. Se
podía escuchar el grado de excitación de su hermano A.B., luego de
semejante performance y de semejante respuesta del público. El “¡¡Uh,
Uh, Uh!!” de A.B. se podía escuchar en el medio del griterío de la gente
como liberando la tensión de un concierto, por afrontar tamaña
responsabilidad, tamaño momento. Selena llegó al borde del escenario y
personal de custodia del Houston Astrodome se le acercó para acompañarla
al auto mientras era felicitada por tan extraordinario concierto. Uno de
ellos la tomó de la mano y la fue acercando cuidadosamente hacia las
escalinatas que la llevaban al campo del gran rodeo mientras le daba
instrucciones a otro custodio y la dejaba a Selena en manos de otro
hombre que la llevaba al automóvil. El respeto y la reverencia de cada
uno de ellos hacia Selena demostraban lo alto que había llegado esa
mujer de Lake Jackson, a un lugar que ninguna mujer de Texas había
alcanzado y que nadie en el futuro lograría. Selena no era sólo la Reina
nominalmente hablando. Selena era una Reina, una Reina de verdad, una
Reina en serio, corpórea, de carne y hueso. Todos sabían de qué se
trataba cuando se hablaba de ella: de que, como Reina que era, no tenía
igual, no tenía imitación ni reemplazante. Mientras tanto, Selena
llegaba al auto y el conductor del vehículo le acercaba una toalla para
que pudiera secarse luego de semejante trajín. Selena se acomodó en la
parte de atrás del automóvil y se sentó en el respaldo para poder ver
bien y saludar como se debe al público. Una vez sentada, Selena pudo
sentir un pequeño mareo, un desvarío producto de los nervios que había
cuidado de no demostrar mientras duró el concierto, pero que ahora un
poco más relajada, pero aún impactada y emocionada por semejante
demostración de Amor y afecto, le había hecho ceder ante sus propios
sentimientos, ante sus propias sensaciones. Su cuerpo de mujer, tan
sensible pero tan fuerte luego de enfrentar tantas situaciones difíciles,
expresaba toda su sensibilidad y todo lo que sentía en ese momento.
Porque más allá de que ella era Selena, con todo lo que ello implicaba,
no dejaba de ser una mujer, una chica sencilla, una niña que había
logrado tantas cosas a base de su propio esfuerzo y dedicación. Y esa
mujer estaba allí, en el medio de un escenario colmado por 65.000
personas que deliraban por una mujer que les daba todo, que colmaba sus
expectativas, que le daba la felicidad que le había sido siempre tan
esquiva. Selena podía sentir aquello. Su cuerpo podía sentir el peso de
tantos sentimientos, de tanta exteriorización de alegrías, de emoción,
de agradecimiento. Selena sintió como nunca que esa comunión de Amor y
de afecto no se quebrantaría nunca. Que ese día era la confirmación de
que ella estaba en el corazón de cada uno de ellos y que el público la
había puesto en ese lugar del cual no se lo quitaría nadie. Selena
estuvo en más de oportunidad a punto de quebrarse, pero hizo prevalecer
su condición de profesional. Sabía que antes que nada debía agradecerles
a ellos y para ello se subió a ese auto, para darles las gracias a cada
uno de los asistentes al Houston Astrodome. Ya habría tiempo para estar
sola en el camarín con los suyos y con ella misma para pensar en lo que
había sucedido, en lo que era, en lo que sería, en sus planes para el
futuro … Ya habría tiempo…
El auto arrancó y Selena comenzó a saludar. El griterío de la gente era
infernal. Se podían ver varones, mujeres, niños, gente mayor. Todos sin
excepción de géneros o edades estaban allí para darle su Amor y su
agradecimiento a Selena. Selena alzaba su mano izquierda y las agitaba
fuertemente para hacer visible su saludo y su respuesta emotiva a tamaña
emoción. A otros les levantaba el pulgar, a otros les daba un saludo
abrupto, producto de la sorpresa de una exclamación que la hacía
percatar de que alguien había invocado su nombre y que Selena no había
visto por venir de saludar a otros grupos, a otra gente. En un momento
ve desde la parte superior de la tribuna que había gente que le pedía
que no se fuera, que quería más. Selena le respondía con un gesto y con
la mano alzada “¿Qué quieren? ¿Qué más quieren?”. Por un instante, tal
cual como en el final del concierto, Selena se dejaba llevar por sus
sentimientos, y su mirada se perdía y sus ojos se enternecían por tanto
Amor recibido. Pero la exaltación de tantos y la necesidad de no dejar a
nadie sin saludar hicieron despertar a Selena de esa ensoñación y
comenzó a saludar efusivamente dando su mejor sonrisa, aumentando sus
saludos y sus pulgares en alto. En el medio de tanta excitación y viendo
que muchos deseaban llevarse algo de ella, ella tomó su toalla y la
arrojó a la gente. Y mientras Selena seguía saludando, un alegre tejano
tomaba con una mano esa toalla que le cayó como un trofeo inesperado,
como un premio que no se espera, y que es lo más importante y deseado de
su vida. Y acaso como si el destino se encargara de dejar un designio,
un mensaje de advertencia, una señal que siempre hay que atender aun en
los mejores momentos, alguien sin sentido ni explicación arrojó un vaso
que pasó cerca de Selena. Selena lo llegó a ver y se asustó, pero fiel a
su estilo siguió adelante con los saludos, al advertir que era una falsa
alarma y que no había nada que temer. Por un instante recordó que algo
parecido unos meses antes le había pasado en El Paso, Texas, cuando un
asistente al concierto se subió al escenario, se acercó a Selena y la
llegó a empujar producto de su impulso. En aquella oportunidad, el
personal de seguridad actuó rápido y retiró enseguida a esa persona.
Selena siguió con el concierto pero no pudo evitar decir “¡¡Me asusté!!”.
Tal vez Selena en un punto estaba en lo cierto. Más allá de los
contratiempos, no había nada que temer. Selena tenía claro que del
público nunca recibiría nada malo. Lo que tal vez debió haber pensado es
que todo ello eran signos inequívocos de que tal vez algún día sería
dañada y no necesariamente de un lugar del cual ella confiaba plenamente.
La agresión podía venir de otro lugar del que también Selena confiaba
bastante, más de la cuenta, siendo lo Reina que era…
Selena siguió su andar hasta que llegó a la puerta de salida del rodeo.
Detrás de ella se podían ver las imágenes de televisión en el estadio
que la mostraban en toda su dimensión, en todo su esplendor. Nunca Texas
había visto que una mujer acaparara toda la atención, todas las miradas,
todas las expectativas, toda la admiración. Selena lo sabía. Selena lo
sentía. Ahora saludaba al frente suyo al público más alejado del
escenario, y que esperaba ese momento para darle su saludito y esperar
el de Selena. Selena los saludó hasta que el auto se fue deteniendo en
la salida misma del estadio y a la entrada a los camarines. Selena
esperó que el auto se detuviera totalmente mientras un grupo de texanos
a caballo, que habían acompañado de atrás a Selena en su trayecto del
escenario hasta la salida, detenían su paso y se quedaban custodiándola
dando vueltas por detrás. Uno del personal de seguridad le abrió la
puerta del auto a Selena en forma cuidadosa y le extendió su brazo para
que pudiera bajar cómodamente … Para que la estrella tocara el piso y
siguiera su andar de Reina indiscutible y sin sucesión. Selena bajó
mientras parte del personal de seguridad vigilaba las tribunas para
evitar cualquier desborde. La otra parte se la llevaba a Selena a los
camarines, pero ella fiel a su estilo, fiel a sus sentimientos, se
resistía a salir sin saludar a todos. Por eso echó atrás su cabeza y
siguió saludando hasta el último asistente al concierto. Recién allí
permitió que el personal de seguridad se la llevara al camarín. Y
mientras Selena avanzaba podía seguir sintiendo el calor de la gente, el
cariño de tantas personas, de gente que más allá del destino recordaría
ese concierto como la confirmación de un sentimiento, de un Pacto de
Amor que los uniría para siempre y que nada lo desarmaría, más allá de
lo que pasaría después, más allá de los caminos que cada uno tomaría …
Un Pacto de Amor hasta que alguien los separe, y los separe sólo de
cuerpo mas nunca de Alma…
Selena se fue y la gente la sigue esperando, esperando que ella vuelva a
asomarse con su habitual sonrisa y les dé la alegría que ellos han
perdido, les dé el sentimiento que sólo lo sentían cuando la veían
cantar, les dé ese estremecimiento que sólo les transmitía la dulce y
potente voz de Selena. Pero por sobre todo, la gente espera que Selena
se vuelva a asomar con la esperanza de que salude a alguien que olvidó
hacerlo aquella noche para reparar un error producto de la emoción,
simplemente. La gente espera que Selena vuelva a sentirse Reina, quiere
verla feliz, quiere verla contenta, quiere verla triunfante. La gente
quiere volver a recibir lo que dejó de sentir desde que Selena los dejó
sin volverse a asomar para volver a darles todo su Amor, todo su Amor a
cambio de nada, todo su Amor sin ninguna condición…
Yo sólo estoy aquí recordándote, Selena, para sellar con cariño todos
los días ese Pacto de Amor que me une a ti, ese Pacto de Amor que todos
los días muchos lo suscribimos con nuestras Almas y con nuestros
corazones…
Un Pacto de Amor que nos debe a ti, sólo a ti, Selena…
Y aquí estoy, esperando que te vuelvas a asomar para alegría de todos,
pero sobre todo para tu propia alegría…
Ayer después de un largo tiempo del que me la habían regalado, usé una
de las remeras que había confeccionado Selena. Siempre había soñado con
tener la “t-shirt” con la inscripción “Selena” en letras destacadas en
color azul que Selena llegó a usar en promoción para sus boutiques
inauguradas en Corpus Christi y en San Antonio. Aún hoy uno puede reírse
con nostalgia y con varias lágrimas en los ojos aquella promoción que
hiciera Selena para el programa “Padrísimo” luciendo esa remera en la
que repetía una y otra vez el aviso por los equívocos que hacía al
olvidarse la letra o al pronunciar mal una palabra. Pero como fuera en
ella un sello, un emblema, siempre remataba esos momentos con una
carcajada, con la mejor predisposición, con la misma alegría. Esas
imágenes, esos momentos que reflejaban acabadamente los sueños de Selena
los asocio con esa remera llamativa que ella luciera. Siempre quise
tener y siempre quise lucir esa remera, pues es como llevar esos sueños
de Selena que llegaron a plasmarse y a verse reflejados en sus diseños
que logró prodigar. Podía tener muchas remeras sobre su figura y hasta
con mejores diseños, pero yo quería tener ésa, esa “t-shirt” que ella
llegara a lucir para promocionar su gran creación, su gran sueño, su
gran hija que fuera “Selena Etc.”. Por suerte, mi entrañable amiga
ElsaSel, sabiendo lo que siento por Selena y sabiendo qué es lo que más
me llega y me emociona de ella, me regaló esa remera de la cual tanto
demoré en usarla, pues cuando la recibí era invierno, por lo que la
guardé cuidadosamente hasta que llegara el verano y pudiera lucirla con
todo orgullo, con todo Amor. No la iba usar en pleno invierno … No la
iba a usar por debajo de otra prenda. Tampoco la quería usar en todo
momento por miedo a que se me arruinara o se me resquebrajara, o que se
me llegara a perder. Como todo lo que tiene que ver con Selena, esta
remera la cuido como lo más valioso que tengo, pues es de esas cosas que
no tiene precio. Es acaso lo más valioso que yo poseo, por lo que por
nada del mundo la cambiaría, la vendería o la dejaría de lado.
Desprenderse de algo relacionado con Selena es como despojarse de algo
de nuestro cuerpo, de nuestra Alma. Nos dolería como si nos arrancaran
el mismísimo corazón…
Dudé mucho el momento de usarla, por aquello de que no se me dañara, de
que no se me fuera a arruinar. Y si bien me decidí a usarla en uno de
esos días típicamente calurosos de Buenos Aires, en el que sol abrasador
y la humedad agobiante hacen insoportable el día desde muy temprano,
aproveché para ponérmela en uno de esos días en los que no estaba bien
de ánimo por una cosa que me había deprimido muchísimo. Esa cosa me tuvo
a mal traer, pero en definitiva no dejaba de ser algo nimio que pronto
olvidaría o dejaría de dolerme. Además, cualquier cosa que me sucediera
comparado con lo acontecido con Selena era nada, por lo que aproveché
ese momento para ponerme la remera de Selena para acaso sentir lo que
era más importante para mí y para sentirme protegido por ella, y a su
vez, proteger a Selena llevando conmigo una de sus prendas más lindas y
queridas. También llevar su remera es como estarle permanentemente
agradecido, ya que desde que conocí a Selena, y pude apreciar su voz y
actuación, y quedarme impactado por su enorme talento, mi vida cambió
absolutamente. Antes de conocer a Selena yo vivía obsesionado por cosas
que no tenían ningún sentido ni valor. Vivía trabajando y vivía
totalmente obnubilado en el medio de hacerme mucha mala sangre por el
volumen de tareas y por todas las actitudes miserables de mucha gente
que vive permanentemente pensando en cómo llegar a ser “alguien” en la
vida haciendo el mal, buscando perjudicar al otro, chusmeando y
queriendo saber cosas de los demás que no corresponden. En realidad, ver
esas cosas es observar lo que pasa en cualquier ámbito, en cualquier
lugar, en el mundo mismo. Siempre detesté eso, pero siempre me costó
salir de ese atolladero. Soy demasiado principista y me cuesta creer que
la gente sea tan poco noble en sus actitudes. Aunque hagan algo
reprobable, siempre espero que sean sinceros en sus planteos, y no decir
una cosa y hacer otra, o moverse en la vida por conveniencias y no por
convicciones. Pero cuando conocí a Selena todo eso que me rodeaba y que
me resultaba tan pesado asimilar pasó literalmente a un segundo plano.
Un poco porque sabiendo lo rico pero también lo trágico de la vida de
Selena, veo que todo lo que ocurre a mi alrededor carece de valor alguno
y no merece mi atención, o al menos sólo tiene sentido una atención
secundaria, coherente con la importancia que realmente tiene semejante
cosa. Otro poco porque tengo un tiempo importante para dedicarle a algo
positivo, como es recordar a Selena y hacerle sentir que nunca estará
sola teniendo el cariño de su gente. Y lo más importante: que desde que
pude ver la dimensión de artista que era Selena y lo fantástica que era
como persona, ella, aún no estando entre nosotros, me cambió la vida y
me hizo más feliz. Con ella aprendí a encarar cada actividad con una
sonrisa, ver el lado bueno de cada cosa aunque yo sea un negativo por
naturaleza y un pesimista por vocación. Con Selena me permito sonreír,
disfrutar, reír con ganas como lo hacía ella. Con Selena reafirmé aquel
máximo principio de que nada es imposible, de que todo se puede lograr.
Y es notable: en ese día en el que me puse por primera vez la remera, me
pidieron un favor. Me pidieron una tarea que en un principio yo no sabía
cómo resolver. Al principio, creí que nunca lo lograría. Era temprano y
yo seguía con el ánimo por el piso. Pero me puse a trabajar y a
investigar, e increíblemente en poco tiempo había solucionado el
problema. Recuerdo que en cuanto pude ayudar a esa persona con su
inconveniente no pude evitar decirle: “¡Lo pude resolver! Como habrás
podido ver, nada es imposible. ¡Todo se puede lograr si uno se lo
propone!”. Y una vez más al decirle esas palabras, recordaba a Selena e
imaginaba que si estuviera en algún lugar viendo esta situación, ella se
reiría con total satisfacción y ternura, observando cómo su Legado sigue
vigente…
Como más de una vez manifesté, tal vez sea raro exhibir algo de Selena
aquí en Buenos Aires. Lamentablemente ella llegó a tener cierta
notoriedad aquí por su tragedia y por la difusión de su película. En su
momento llegó a conocerse algo de ella más que nada en otras ciudades
importantes del país, como Córdoba y Santa Fe, pero aquí en esta grande
y alocada ciudad no pudo apreciarse mucho, más que nada porque los
grandes medios de comunicación no llegaron siquiera a mencionarla en su
momento. Todo fue después, después de aquel nefasto día. Por eso siempre
me apena cuando muchos me preguntan por ella y quieren saber más de lo
que significaba Selena, que ellos sólo tengan como referencia a la
película, a la tragedia y a la protagonista del filme, Jennifer López.
Me apena pues no tengo dudas de que Selena hubiese llegado a ser muy
conocida aquí y en todo el mundo. Me apena pues con todo lo que Selena
supo hacer y difundir, sólo se recuerde lo peor. Que con tan bello
Legado, ella esté más presente en los casos policiales y trágicos. Que
se asocie más a Selena por lo que motivó a que no esté entre nosotros
que por su música, por su voz, su carisma y su enorme talento. Me apena
porque vi a Selena decir en más de una oportunidad que vendría a la
Argentina. Me apena porque hoy Selena sería la artista latina más
importante del mundo. Me apena porque con ella todo sería distinto y la
música hubiese tenido otra dirección con su presencia, con su música,
con su repertorio, con su personalidad, por su versatilidad. Es penoso
ver que la persona que tenía tanto para dar se haya quedado en el camino
sin poder disfrutar de hacer todo lo que tenía pensado realizar y de
cosechar todo lo que hubiera sembrado. Selena es como su canción “Como
la Flor”. También es como “Fotos y recuerdos”, “Yo fui aquélla” o
“Dreaming of you”. Y sobre todo “A boy like that”. Es ver lo que cantó
Selena y ver su vida, su destino. Del mismo modo que ver a Selena en el
escenario, que era verla a ella genuinamente expresando lo que vivió, lo
que estaba sintiendo, todo lo que soñaba, todo lo que pretendía de su
vida. Tal vez por eso nos llegue tanto cuando la vemos interpretar. Con
Selena es imposible separar la cantante de la persona. Con Selena es
imposible no verla y no gozar de su presencia pero a la vez no llorar
por su destino. Viendo a Selena es imposible no ver su vida, sus
padecimientos, sus alegrías, sus sacrificios, sus sueños, sus anhelos.
La espontaneidad y la actitud genuina de Selena así lo confirmaban, más
allá de que para calmar a cierta gente, “horrorizada” por su vestimenta,
tuviera que decir que una cosa era ella en el escenario y otra cosa lo
que era en la vida doméstica…
Tal vez por todo eso es que cuando uno termina apreciando a Selena no se
la quita de su vida jamás, porque además de que no se puede dejar de
olvidarla, tampoco uno quiere ni abandonarla ni dejarla sola. De allí
tal vez el valor de tener algo suyo, de cuidar cada cosa que le
pertenece como si fuera oro, de exhibir su vida y su Legado con total
orgullo. Durante el día exhibía mi remera de “Selena Etc.” con la
satisfacción de saberme su admirador y de manifestar con orgullo mis
sentimientos hacia ella. Y me movía tanto en el trabajo como en al calle
sin importarme si sabían de qué y de quién se trataba. Me movía como
sabiendo de qué se trataba todo esto sin tener que dar ningún tipo de
explicación. Y mientras paseaba su creación por las calles acaso
imaginaba si Selena habría pensado en que sus creaciones iban a verse y
lucirse por todo el mundo tanto en aquellos tiempos como en el futuro.
No dudé en pensar que Selena soñó una y mil veces en que la humanidad
toda exhibiría todo lo que ella crearía y todo lo que se le ocurriría
hacer producto de una mente con toda clase de iniciativas y plagada de
imaginación. No pude evitar entristecerme por ver que la triste realidad
nos muestra una y mil veces que a Selena se la llevaron y que ella no
pudo ver nunca el alcance de lo poco que pudo hacer frente a tantas
cosas que quería realizar. Pensé que Selena se había ido sin ver cuál
sería el resultado de su emprendimiento, si acaso se cumpliría lo que se
había propuesto como meta al lanzar “Selena Etc.”. Y me imaginé cómo se
sentiría Selena hoy si acaso ella pudiera apreciar que, a pesar de todo
y a pesar del paso del tiempo, hay gente de tan lejos exhibiendo con
orgullo y placer lo que había planificado y soñado. Pensé si acaso la
gente aquí podía descubrir o redescubrir sus creaciones, les gustaría
probárselas y acaso querría tener todas aquellas cosas que supo lograr
en vida. Me imaginé a gente solicitando sus prendas, averiguando más de
sus creaciones por Internet. Me imaginé si por esas cosas de la vida
muchas de las vestimentas que Selena había creado se convirtieran en
moda nuevamente y desde tierras en las que nunca se la pudo ver. Lo
pensé y lo desee. Deseaba que como nunca a Selena se le hiciera justicia
exhibiendo sus ideas, comprando sus productos, revalorizándola como
diseñadora. Desee como nunca que su nombre volviera a estar en primer
plano, en ese lugar que nunca debió ser abandonado, y que en muchos
lugares, gracias a su gente, se resiste a abandonarse cada vez que sale
un cd o un dvd nuevo con más de sus hermosas interpretaciones y
actuaciones…
El que ama a Selena no puede abandonarla nunca y desea lo mejor para
ella. Nada más orgullo da poder decirle a todos lo que Selena significa
para uno y hacerle ver a la humanidad toda ante la artista con la que
nos encontrábamos allá por 1995. En mi trabajo vivo seleccionando fotos
para ponerlas como fondo de pantalla de mi computadora, y las voy
cambiando periódicamente. Nada más me da placer poder exhibir lo que es
más importante para mí y poder ofrecerle a todos diferentes imágenes de
ella en concierto, posando, sonriendo o en diferentes momentos de su
vida. Nada más hermoso decirles a todos que ella es lo más lindo y lo
más importante para uno, y que es una artista y una mujer que merece
exhibirse y valorarse. Nada más lindo explicarles con pasión que Selena
era diferente, única e irrepetible. Nada más lindo poder decirles que
frente a tantas actitudes mezquinas, frente a tantos problemas que uno
se hace sin sentido, frente a tantas tonterías que se hablan y que se
hacen todos los días, uno está regando una plantita, le da vida para que
siempre esté vigente y siempre esté cuidada. Nada más lindo que dar
Amor, todo el Amor al recuerdo de una persona. Nada más lindo que ocupar
la vida en hacer el bien por alguien en vez de hacer el mal a tanta
gente. Es hermoso ocupar el día y la mente en hacer cosas buenas y no en
dañar como única forma de relacionarse. Es bueno querer que alguien que
ya no está entre nosotros reciba aquello que ella supo prodigar a tanta
gente. Alguna vez Selena a la salida de un concierto dijo que lo que más
valoraba era lo que recibía de la gente. Y eso es lo que todo el que ama
a Selena le sigue ofreciendo para que ella lo siga recibiendo, donde
quiera que esté… Por eso el orgullo de lucir sus remeras, de exhibir sus
fotos, de comprar sus discos, de tener sus cds, de cuidar sus dvds, de
verla actuar en cualquier circunstancia, de retener una y otra imagen,
sus palabras, sus pensamientos. Es que uno se resiste a su ausencia, uno
la sigue queriendo, y la querrá por siempre y para siempre. Al tener
cualquier cosa de Selena, uno siente que la lleva consigo, que la tiene
en su corazón. Y que ese Amor que uno recibe de ella lo plasma en su
recuerdo, en trasmitir su Legado. Y nada de eso alcanzará. Siempre será
poco. Porque falta ella. Y mientras ella no vuelva querremos tenerla
siempre consigo, llevarla a todos lados, tenerla y sentirla siempre
presente. La acompañamos y nos acompaña. Le damos el Amor que ella nos
supo brindar. La recordamos como ella quería ser recordada. Y si no
alcanza con tenerla y llevarla consigo en nuestros corazones y en
nuestras almas, buscaremos corporizarla o hacerla visible con un tatuaje,
con una remera, llevando sus fotos consigo, cantando a viva voz sus
canciones. Haremos todo y siempre nos parecerá poco. Pues fue tan grande
el Amor de Selena que siempre sentiremos que no podremos llegar a
tributarla como se debe. Pues es tan grande la ausencia y tan enorme el
vacío que ha dejado que nunca podremos estar felices sin su presencia.
Nunca podremos estar satisfechos al ver que una mujer tan joven, tan
emprendedora y tan talentosa como Selena no pudo lograr todo lo que se
propuso, ni recibir toda la gloria y todo el Amor que ella mereció
largamente recibir…
Tal vez todo eso responda a la consabida pregunta que nos hacen muchos,
un poco por contrariedad, otro poco por reproche. Cuando alguien nos
deja, cuando alguien se va como se fue Selena, el ser humano tiende a
dar vuelta la página, quiere seguir viviendo sin tener esa imagen y esa
sensación de derrota, sin tener ese sentimiento de desolación y sin
todas las sensaciones que nos provoca semejante ausencia y que están
asociados a la partida trágica de una persona. A veces está bien pasar a
otra cosa, pues uno tiene que seguir viviendo. Pero eso no quita que uno
deba olvidarse y no valorar como se debe a aquello que nos dejó tanto.
Incluso hay personas muy mal intencionadas y pobres de espíritu que
creen, quieren hacer creer y hasta fomentan la imagen de derrota de
Selena para asociarlas con la “mala suerte” y con malos augurios. Hay
otros que hasta se mofan de ella y exhiben esas imágenes que no queremos
ver para certificar su suerte y que ése es el resultado final de lo
hecho, de lo actuado, y que eso es lo que nos terminaremos llevando de
ella. Otros hasta se han hecho eco de las barbaridades que supo difundir
la asesina, con la anuencia y complicidad de tanta gente con la excusa
de “querer saber la verdad”, y han puesto en duda la honestidad de
Selena y de su familia, para así ponerla a ella en el banquillo de los
acusados y a dudar de todo lo que ha hecho su familia. Así convierten a
la víctima en victimario, y a éste en víctima. Y si bien las cosas no
son blanco o negro, si bien nadie es dueño de la verdad, si bien podemos
disentir o tener diferencias con cómo se manejaron las cosas de Selena
desde su familia, si bien es necesario más que nunca ahora tener una
“tercera posición” frente a la historia de Selena, y no aferrarse a una
posición o a otra como si fueran verdades irrefutables, nunca hay que
olvidar lo lindo que nos dejó Selena, que ella fue la única protagonista
de su historia y que es ella la verdadera víctima, pues increíblemente a
15 años de su partida ella es la única que no está entre nosotros y la
única que recibió el dolor, el peor dolor que la alejó de sus sueños, de
sus proyectos, de sus grandes anhelos, de todo lo que pensaba hacer con
su vida. Ella recibió la traición, ella fue la víctima de tantas
ambiciones, de tantas rivalidades y de tantos egos tontos. Por ser así
tan buena y tan auténtica, quiso ella solucionar los problemas que
tenían otros. Aunque a ella le afectara, ella debió correrse y no
permitir exhibirse como el blanco preferido de tanta locura, de tantas
ambiciones, de tanta insensatez … “Por ser bueno…”, diría el tango. Por
ser tan bondadosa y tan genuina, Selena recibió la cachetada de la
realidad de este mundo. Tal vez Selena pensó que esto lo podía
solucionar como lo había hecho cuando decidió casarse en secreto con
Chris ante la negativa de su padre a que siguiera su noviazgo con él.
Tal vez Selena no vio que, por más grave que fuera el problema, una cosa
es tener un problema con su padre y otra con una persona “de afuera”,
por más “amiga” que fuere. Tal vez en su necesidad de confiar en alguien
más que no fuera alguien de su familia, Selena quiso creer que con esa
persona sería lo mismo que con su familia, y que ella buscaría lo mejor
para ella y nunca le haría daño … Tal vez en un minuto y ya tarde Selena
se dio cuenta de lo que es este mundo y sus habitantes. Tal vez Selena
no debió haber vivido en una burbuja con tanta protección. A la larga
eso es siempre pernicioso y peligroso. Aquel incidente por el noviazgo
de Chris fue un aviso del cual nadie notó la dimensión e importancia que
tenía. En aquella oportunidad todo quedó en familia y todo siguió
“viento en popa”. Pero el problema más profundo no estaba resuelto,
nadie dio cuenta de ello y Selena quedó tan expuesta y tan sola… Y nada
se pudo hacer…
Tal vez eso sea lo que consciente o inconscientemente sintamos cuando
evocamos a Selena. No podemos sólo tributarla obviando su suerte, todo
lo que quedó en el camino, sin poder evitar pensar lo que hubiera
sucedido si todo hubiese sido diferente y como correspondía. Uno no
puede evitar saber que esa mujer que dio tanto se quedó sin nada. Uno no
puede evitar pensar que Selena apenas estaba asomando su cabecita luego
de tantos años de espera, de tantos años de éxitos y de sinsabores, de
postergaciones, de sueños contenidos, de alegrías postergadas. Tal vez
sea todo eso lo que nos mueve a tener cada cosa de Selena, de exhibirla
y de llevarla con todo Amor. Tal vez porque de esa manera mantenemos
vivo su recuerdo y le seguimos manifestando todo nuestro afecto, ese
afecto que Selena tanto valoraba. Tal vez porque a falta de no poder
expresarle todos nuestros sentimientos, de no poder abrazarla, de no
poder darle nuestra mano, de no poder darle un beso, de no poder
agradecerle, de no poder manifestar nuestro cariño a alguien presente y
exitoso, al menos podemos darle y manifestarle todo lo que significa
ella para nosotros y transformar esa imagen de derrota, de dolor y de
duda en algo victorioso, lleno de Amor y de certeza, certeza de ese
cariño genuino e incondicional. Tal vez con todos nuestros sentimientos
a flor de piel sabremos que siempre Selena estará vigente, será
respetada y siempre será exitosa. Tal vez sepamos que con aquello que
Selena más valoraba estará siempre vigente y siempre presente. Tal vez
con el Amor de Selena podremos mitigar tanta ausencia y tanto dolor…
Mientras tanto, yo paseo con orgullo mi remera de Selena. Es mi mejor
manera de llevarla por siempre en mi corazón, mi mejor expresión que no
la abandonaré nunca y que la esperaré siempre, pues ella, sólo ella, es
la razón de mi vida…
Sólo tengo palabras de Amor para ti, Selena, palabras de un Amor que
sólo tú podías dar…
“¡¡Quiero hablar con el señor Quintanilla!! ¡¡Es muy urgente!! ¡¡Por
favor, avísele!! ¡¡Hay una vida en peligro!!” La recepcionista de
q-productions me miraba entre asustada y perpleja. Yo estaba decidido y
desesperado. Ya no podía seguir con ese dolor. Ya no podía seguir
soportando que este mundo viviera sin Selena. No podía tolerar que
Selena no tuviera derecho a ser feliz, a ser exitosa, a obtener todo lo
que se había propuesto. No podía soportar que se nos fuera justo ahora,
ahora que el camino lo tenía allanado, cuando sólo tenía que seguir el
plan trazado y ver cómo en poco tiempo todo el mundo la adoraría. No
podía tolerar que Selena se nos fuera ahora, en la flor de la vida, con
su juventud a pleno, con tanto por hacer, con tanto por vivir. Ya no
podía soportar las eternas y tontas discusiones acerca de que si su
éxito se debía a su partida de este mundo o no. Quería que el mundo no
tuviera más dudas de ello. Ya no quería ver esa imagen, esa imagen tan
triste de Selena, tan impropia con su vida, con sus ganas, con su
hiperactividad, con su paso triunfante en la vida. Me era insoportable
todo, todo era intolerable para mí. Podía entender muchas cosas. Toda mi
vida busqué una explicación “razonable” a tantas locuras que se hacen en
este mundo. Pero nunca pude entender ni asimilar lo que le había
sucedido a Selena. Porque más allá de todas las razones, más allá de lo
que Selena había generado en tan sólo 23 años, no podía entender que
Selena no haya podido vivir, que ella fuera la única víctima de su
increíble historia. Ya no. Ya no podía soportarlo. Hice lo que tenía que
hacer. Invoqué e imploré a cuanto Dios hubiera en el Universo para que
escuchara mis plegarias y aquí estoy, dispuesto a todo, dispuesto a
torcer esta historia. No me importa ninguna consecuencia. No me interesa
ningún efecto colateral. Ni siquiera me interesa lo que me pueda suceder
a mí. Lo único que me importa es Selena. Lo único que me interesa es que
Selena se salve. Lo único que me interesa es que este día no llueva y
que salga el sol…
La recepcionista me pidió en un confuso español que esperara un rato
allí y sin despegar sus ojos de mí se metió en el estudio de la empresa
de Abraham Quintanilla. Mientras tanto, tenía la atenta mirada de un
vigilante que estaba apostado allí y que, luego de una indicación en
inglés que le diera la recepcionista, se sentó en una silla frente a mí
no sin antes sonreírme, saludarme poniéndose el dedo a la altura de su
ceja derecha e invitándome a que tomara uno de sus chicles, a lo que me
negué con cortesía. Mientras esperaba con los nervios que me partían la
cabeza y me hacían doler el estómago, llegué a apreciar la infinidad de
fotos que había de Selena, los afiches de Coca-Cola, los premios
obtenidos y hasta el anuncio de su futuro disco en inglés. Lo miraba con
ternura y con Amor, pero cuando recapacitaba el solo hecho de pensar que
pronto ese lugar se convertiría en un museo en su recuerdo me hacía
desesperar más y más. Miré el reloj con los nervios de punta y pensé en
si no hubiese sido mejor ir a ver a Selena sin más. ¿Pero cómo decirle
lo que le iba a pasar delante de esa nefasta persona? Y aunque la
pudiera ver a ella sola … ¿cómo decirle que corría riesgo su vida? Y si
acaso ella pudiera llegar a atender mis ruegos … ¿cómo decirle que esa
despreciable mujer la iba a matar? ¿Cómo sostener la mirada a ella
después de decirle semejante cosa? ¿Cómo no esperar que ella podía
tomarlo de mala manera y lograr un resultado aun peor de lo que ya era
antes de proponerlo? … El sólo pensar ver a Selena molesta y muy enojada
conmigo por esto, y sin entender razones, me había hecho decidir ir a
ver al padre y a A.B. Tal vez ellos podían llegar a entenderlo mejor,
pero no tenía tanta seguridad. A esta altura de las circunstancias yo
sabía que todos, y no sólo Selena, tenían una relación de unos cuantos
años con esa persona. El hecho de que ahora las relaciones se habían
puesto tensas, sobre todo entre el padre de Selena y ella no quitaban
esa realidad. Y encima yo estaba seguro de que nadie de la Familia
Quintanilla pensaba que esa despreciable mujer podría ir muy lejos con
sus planes siniestros. Yo estaba convencido de que ellos estaban seguros
de que tenían todo controlado. Todo era difícil de abordar para mí, pero
algo tenía que hacer. No podía tolerar ya saber que esa mujer le
quitaría los sueños a Selena. Y estando aquí, aún no me atrevía a
decírselo sin que ello implicara verla alterada y mal, y que me gritara
por lo que ella pensaría una mentira de un desconocido, con acento
extraño y proveniente de un país tan lejano … De pronto, veo que el
guardián se levanta y dice “¿Quiere que avise a la policía?”. Cuando
trato de ver por qué y a quién le decía eso, diviso al padre de Selena
avanzando sin mirar al guardián y con la rapidez de buscar la salida.
Pero de pronto veo que desde atrás la recepcionista me señala, él me
busca con la mirada hasta que me encuentra y me hace una señal de que lo
acompañe a su despacho. Yo lo sigo sin saber cómo decirle lo que tenía
pensado afirmarle y cómo tomaría mi alarma…
En cuanto entramos al despacho, yo me adelanté para evitar que sus
preguntas sobre quién soy yo fueran lo prioritario. No anduve con
rodeos. No había tiempo que perder. “Señor Quintanilla. Ya sé que no me
conoce ni tiene por qué creerme. Pero le pido por el Amor de su hija que
vaya ya al Motel Days Inn. Si su hija no llegó ya con la presidenta de
su club de fans a ese lugar, lo hará pronto. Se lo pido por favor: ¡¡Vayamos
ya!! ¡¡Esa mujer hará algo del cual si no lo impedimos pronto lo
lamentaremos de por vida!! ... Mire. Yo me comprometo. Si quiere, una
vez que estemos allí y hayamos acabado con todo, me entrego a la Policía
y me someteré a cuanto interrogatorio quieran hacerme. Sé que A.B. está
aquí con usted. Si quiere, dígale que venga con nosotros, y de paso
vigila mis movimientos y certifica lo que le estoy diciendo. Yo sé que
ustedes esperan que a la tarde venga Selena a grabar algo más de su
disco en inglés y a prepararse para el concierto de mañana en Los
Ángeles. Sé que pronto terminarán sus actividades de edición de ese
nuevo disco, se irán a almorzar y esperarán a que venga Selena. ¡¡Pero
eso no sucederá si ahora no hace algo para impedir una tragedia!! …
Mire. Llame a Selena. Trate de localizarla. Llámela por el bipper.
Intente ver si la puede encontrar en su casa. ¡¡Verá que no está!! ¡¡Hágalo,
por favor!! ¡¡Hágalo por Selena!! Su vida corre peligro. ¡¡Esa mujer la
va a matar!!”. Y rompí en llantos. El padre de Selena no sabía qué hacer.
Hasta allí parecía que sólo me escuchaba sin ánimo de hacerme mucho caso
y más proclive a avisar a la policía antes que hacer lo que yo le estaba
rogando. Pero mis últimas palabras y mi ataque de llanto lo alarmaron.
En un punto debió haber tomado consciencia de que esa mujer no iba a
tolerar así porque sí lo que él había decidido. Que realmente podía
llegar a hacer algo tremendo. Sin hablarme fue hacia el teléfono y
empezó a hacer unas llamadas, mientras me hacía señas de que esperara un
ratito. Debe haber llamado al bipper, a la casa de Selena, incluso a la
casa de la Suzette. Y noté que su cara se transformó en honda
preocupación. Colgó el teléfono, se incorporó y llamó a la persona de
seguridad. Luego se dirigió a mí y me dijo. “Voy a hablar con A.B. Puede
que tengas razón. No localizo a Selena. Yo no sé quién eres ni por qué
sabes tantas cosas que ignoramos. Pero poco importa ahora. Luego las
aclararemos …Vendrás con nosotros. El guardián nos acompañará por
precaución y para cerciorar de que no tienes otras intenciones. Pero
limítate a seguir nuestras órdenes. ¿Entendido? Tú dinos qué se supone
está haciendo Selena y dónde está en cuanto nos vayamos de aquí”. Y una
vez que dijo esto esperó un asentimiento de mi parte. Yo le dije que sí
con la cabeza y él se marchó con rapidez al estudio. Pronto llegó James,
la persona de seguridad, y me dijo que permaneciera junto con él hasta
nuevo aviso. En pocos segundos él recibió un llamado y me indicó que lo
siguiera con prisa. Corrimos hasta dar con el auto de Abraham
Quintanilla. Me hizo subir y en cuanto nos acomodamos salimos
rápidamente de q-productions. A.B., que estaba delante y al lado de su
padre, volteó su cabeza y me saludó con una sonrisa nerviosa y pronto me
dijo: “Antes que nada dinos al menos cómo te llamas y de dónde vienes.
¿De qué se trata todo esto? Qué pasa con mi hermana? ¿Qué le va a
suceder? ¿Qué se supone que le hará Y…?
“¡¡No la nombres, por favor, A.B.!! Ese nombre hace tiempo que me da
náuseas. Trata de no nombrarla. Si supieras lo que va a hacer
entenderías mi razón. Yo me llamo Sergio y soy de Argentina. ¡¡No puedo
decirte más pues no hay tiempo que perder!!”, le imploré. “¿Pero por qué
haría eso? ¿Qué mal le hicimos? Podríamos haberla denunciado. Podríamos
haberla despedido sin más prometiéndole no hablar de lo sucedido. Es una
pobre mujer que llegó más lejos de lo que pensaba. ¿Qué mejor que
retirarse con el futuro asegurado y nuestro agradecimiento por los
servicios prestados?”, dijo A.B., buscando una explicación a algo que no
le encontraba sentido. “Pero creo que nunca pensamos que ella no iba a
tolerar estar fuera de Selena sin controlarla, sin que haga lo que ella
quisiera. Ella estaba acostumbrada a eso”, dijo don Abraham, muy
confundido, no sabiendo si ir al Days Inn o tratar de localizarla en el
camino, acaso entendiendo que algo no habían tenido en cuenta a la hora
de enfrentarse con ella. “Es que ustedes se equivocaron al exponer a
Selena en ese conflicto. Miren. Yo no sé cuál es el verdadero problema
que tienen con esa mujer. Pero sea cual fuere el inconveniente y la
gravedad del asunto, nunca debieron darle a entender que Selena sabía
todo y aprobaba su decisión. Esa mujer estuvo insistiéndole en todo
momento para que la apoyara. Sabía que con usted no podía ya, pero sí
con Selena haciéndola sentir culpable. Pero ya sabe que no puede lograr
nada. ¿Ustedes sabían que dos veces compró un arma para balear a Selena?
La primera fue hace 20 días pero la devolvió pues ustedes le aseguraron
que seguiría trabajando para los negocios de Selena en México DF y
Monterrey. Pero algo pasó para que volviera a adquirir el arma hace 3
días y tiene todo un plan para que parezca que todo es un accidente. ¡¡Pero
por favor apúrese, don Abraham!! Vaya directamente al Days Inn. Seguro
que Selena viene del hospital con esa mujer, y en cuanto ella entre allí
no dudará en hacerlo. ¡¡Por favor, acelere. Espero que lleguemos a
tiempo!!”. Abraham Quintanilla aceleraba pero un increíble caos de
tránsito lo hacía demorar. En su desesperación me decía: “¿Pero cómo tú
sabes tanto de nuestras cosas? ¿Pero cómo que Selena viene de un
hospital? ¿Está herida ya? ¿Por qué está con ella? No entiendo. ¿Estás
en tus cabales? ¿Cómo creerte?”. Cuando ya estaba por detenerse, A.B. le
grita: “¡¡No, padre!! ¡¡Sigue el camino!! Hazle caso. ¡¡No estoy
dispuesto a arriesgarme con tus desconfianzas de siempre!! ¡¡No perdemos
nada si es una falsa alarma!! Además, el hecho de que yo me mantuviera
bien al margen de estas cuestiones no quiere decir que confiara en ella.
Esa mujer es capaz de muchas cosas. Siempre se ocupó de saber todo de
nosotros, pero nosotros no sabemos casi nada de ella. ¡¡Él parece saber
más de ella que nosotros mismos!!, dijo señalándome a mí. “¡¡Si, señor
Quintanilla!! ¡¡Siga!! ¡¡Aún estamos a tiempo!! Y créale a A.B. No se
sienta tan seguro de la verdad. Ella tiene todo planificado. Hizo salir
a Selena a un hospital con la excusa de que intentaron atacarla. Su idea
es que haya testigos que la vean el día del crimen con Selena en un día
normal y sin conflictos. Ella ya está pensando en una hipotética defensa
en un juicio. ¡¡Acelere ya!! Esto es como un caso de la serie “Columbo”.
Usted sabe a qué me refiero. Por eso no dude más. ¡¡No hay más tiempo
que perder!!”, le volví a rogar. “Es cierto. Es como ‘Columbo’ “, se
iluminó don Abraham, como dándose cuenta de todo, y aceleró no
importándole si violaba todas las leyes del tránsito. En pocos segundos
estábamos en el Days Inn luego de que el padre de Selena había dado
varias vueltas en círculo no sabiendo de los nervios si ir al hospital,
si ir a su casa o si ir al Days Inn. Cuando llegamos, para desesperación
de todos, vemos que Selena iba camino a entrar junto con esa mujer a la
habitación 158. Cuando Abraham Quintanilla estaba por gritarle a Selena,
yo lo atajo y le digo que no grite. Que eso sólo empeoraría las cosas.
“Ella agarraría el arma y tiraría sin más, estando más jugada que nunca”.
Para colmo de males, un auto de la policía de tránsito se estaciona a
unos metros con el mayor de los disimulos al saber que estábamos
detenidos y empieza a pedirnos documentación a todos. Era por lo hecho
por don Abraham antes. Él y su hijo comenzaron a hacer toda clase de
señas en forma desesperada tratando de advertirles de lo que pasaba. El
agente los miraba con desdén y sin ánimo de darles ningún crédito a sus
gestos e invocaciones. Sentí que estaba todo perdido. Pero cuando
observé que el otro agente me había visto y buscaba que yo le diera mi
identificación, sabía que tenía una sola carta, una carta que tal vez no
era beneficiosa para mí, pero sí para Selena, y entre pensar en mí o en
ella no dudé a qué debía darle prioridad. Y decidí echar mi última carta…
Aproveché la confusión y corrí rápida y desesperadamente camino a la
habitación del motel. Sabía que me quedaba poco, muy poco tiempo. En ese
trayecto pasaron miles de imágenes por mi cabeza, pero desistí de pensar
en mí, en lo que pasaría, en mi futuro. Sólo pensé en Selena, pensé que
yo acaso podría impedir las lágrimas de tanta gente, podría impedir una
tragedia, una injusticia, el triunfo del mezquino por sobre el
espontáneo, del talentoso frente al mediocre. Pensé sobre todo en la
vida de Selena, que era una vida que debía vivirse. Nadie más que Selena
merecía vivir, nadie más que Selena merecía que se le cumpliera todo lo
que se propuso realizar en vida. Si había algo que martirizaba mi mente
y mi corazón era saber que esa mujer nunca tuvo nada y que había luchado
tanto con honestidad y sacrificio para lograr todo. Y no podía tolerar
que ahora que empezaba a ser libre para desplegar todas sus ideas y todo
su talento alguien como esa persona se lo quitara y se vanagloriara con
el tiempo de haberlo hecho usando las peores armas, que es su lengua
filosa y voraz, propia de un ofidio ... No. No lo iba a permitir. Al
principio tuve suerte, pues los policías me dieron orden de detención y
cuando iban a disparar aunque sea para amedrentarme, A.B. se puso
adelante y se ofreció él como ofrenda antes de que me dispararan. En un
segundo al darme vuelta vi cómo los policías se ocupaban de detener al
padre de Selena y a A.B., mientras pedían refuerzos para ver cómo me
detendrían a mí y cómo me darían aviso. Ese tiempito de demora fue
fundamental, suficiente para hacer lo único que podía realizar sin que
nadie de esa habitación se diera cuenta de lo que estaba pasando afuera.
Llegué a un pasillo que me llevaba directo a la habitación. Rogué no
escuchar ni un disparo ni que la puerta se abriera. Tenía apenas
segundos para actuar. En cuanto me acerqué escuché unos gritos, escuché
una amenaza y no dudé. Empujé violentamente la puerta al grito de “¡¡Cuidado,
Selena!!. ¡¡No dejes que te dispare!!”. Y me abalancé sobre ella
empujándola y tirándola al piso al mismo tiempo que esa pérfida mujer
apretaba el gatillo y me hería en un costado de mi pecho. Selena comenzó
a gritar horrorizada cuando esa mujer, no contenta con lo hecho y con la
furia de no haber podido lograr su cometido, volvió a apuntar el arma a
Selena dispuesta a acabar de una vez con su vida. Desde el piso tomé una
silla que estaba tirada y se la arrojé al cuerpo haciéndole volar la
pistola a un costado. Ahí pude sentir un terrible dolor en el pecho y
puede ver la sangre que me salía a borbotones de mi camisa. Vi que
Selena quería correr a asistirme al grito de: “¡¡No te muevas!! ¡¡Estás
malherido!! ¡¡Espera que busque ayuda!!”. “¡¡No te muevas, Selena!!”, le
grité con el último gran esfuerzo que me quedaba. Esa mujer está
buscando el arma. Trata de sacársela. ¡¡No parará hasta matarte!!”.
Cuando vi que ella la estaba por recuperar y estando yo a unos metros
del arma, logré interceptarla con un pie, por lo que calló de bruces al
piso. Pero su furia no tenía límites. Se levantó, fue al arma y cuando
estaba por disparar de nuevo, entraron los policías que estaban afuera y
le dijeron: “¡¡Alto!! ¡¡Manos arriba!! ¡¡Queda usted arrestada!!”. La
mujer, ya jugada, amagó dejar el arma y de pronto volvió a apuntar a
Selena, pero uno de los policías le disparó y calló al piso maldiciendo
su suerte. Cuando vio que todo había acabado, dejé que mi cabeza apoyara
el suelo. Quería descansar. Ya no tenía más fuerzas. Pero estaba feliz
de que Selena estuviera a salvo. Selena corrió hacia mí, me abrazó al
mismo tiempo que llegaban don Abraham y A.B., y les dijo: “Pronto,
pronto, por favor, llamen a una ambulancia. Está muy mal herido. ¡¡Él me
salvó la vida!! ¡¡Hay que ayudarlo a salvar la suya!!”.
Quería dormir, pero Selena no me dejaba. Le decía con mi mejor voluntad
que fuera con sus padres, con su esposo, con sus hermanos. Que era ella
lo más importante y que debía salvar su vida. Selena me acariciaba el
rostro y me decía que pronto estaría bien y que no me preocupara por
ella. Ya el peligro pasó y ahora lo único que le preocupaba era yo.
Trataba de que no hablara mucho, pero me decía que estaba intrigada
sobré quién era y de dónde había venido, pero que ya habría tiempo para
contarlo. Yo sabía que no había mucho tiempo. No quería esperar más
tiempo, pues sabía que no tendría más fuerzas pronto. Aproveché que me
sentía un poco mejor. Extrañamente sentía una pequeña mejoría. No quise
dejar pasar ese momento y le hice un gesto a Selena mientras levantaba
un poquito la cabeza. Ella trató de impedirlo, pero yo me puse el dedo
índice en mi boca en señal de que me dejara hablar. Quería tener las
suficientes fuerzas para emplearlas en mis últimas palabras: “Selena. Tú
sabes que si yo no hubiese llegado a tiempo, tú ahora estarías en este
lugar. ¿Sabes lo que eso hubiese significado, no? Yo sólo te pido una
cosa, sólo una cosa. No te voy a pedir que te olvides de lo que sucedió.
Al contrario. Quero que lo recuerdes. Quiero que te acuerdes bien de lo
que pasó aquí y lo que pudo haber sucedido. Quiero que te des cuenta de
que estás destinada a ser la artista latina más importante del mundo y
una de las mejores que ha dado esta humanidad. Piensa que tienes todo el
talento del mundo para cantar, para diseñar, para enamorar y cautivar a
todo el mundo. Tú no sólo eres la Reina del Tex Mex. Tú eres la Reina
del Mundo. Todo depende de ti. Pero para eso deberás tomar tus
precauciones. Piensa siempre en ti. Piensa en tus prioridades. No le des
importancia a los caprichos de los demás. El pasado, el presente y el
futuro son tuyos. No te pido que no atiendas a los demás. No te pido ni
que seas egoísta ni que dejes de ser espontánea. Sólo te pido que
defiendas lo tuyo, que defiendas tus ideales, tu vida, tus sueños, tus
anhelos. No te dejes llevar por las culpas que te quieran endilgar otros.
Desconfía de la gente que sólo quiere que atiendas sus necesidades sin
prestar atención a las tuyas. ¿Ya viste lo que ha hecho esa mujer
contigo y lo que intentaba hacer, no? Pues bien. Yo sé que lo que has
vivido es traumático, pero mira el lado bueno de este día. No sólo has
salvado tu vida. Has aprendido a que tienes que valorar otras cosas para
que nunca más te pase esto. Allá afuera hay un público que te ama.
Permíteles que te sigan amando por lo que les das y por lo que eres. Que
nunca te tengan que amar llorando tu ausencia y lamentando por tu suerte.
Que nunca te tengan que tratar como un mito, como una leyenda. Que te
quieran y que te puedan ver, agradecer, estrechar su mano, darte un beso.
Permíteles ser felices viéndote a ti feliz. Ellos sólo quieren verte
triunfar, pero para eso debes pensar en ti. Recuerda eso de ‘Mil abrazos
y mil besotes a cada uno de ustedes’…”. “¡¡Sí, ya lo sé!!”, me
interrumpió Selena. ‘¡¡Cuídense muchísimo y nos veremos muy pronto!!’.
Sí, recuerdo esas palabras. ¿Cómo olvidarlas? … Es curioso. No es que
las haya dicho sólo esa vez, pero en aquella oportunidad del Houston
Astrodome me salió del alma decirlo. Sentí que al advertírselos a ellos
también me lo advertía a mí misma. Sí, en realidad tienes razón. Tendré
que tener un poco más de cuidado. Ya sé que soy mucho más que una simple
artista texana con éxito. Ya sé que me esperan muchas cosas importantes
y que tendré que saber afrontarlas…” … “¿Entonces me prometes que te
cuidarás muchísimo?”, le dije casi exhausto pero con la fuerza necesaria
que me daba mi propia desesperación por no tener la seguridad de que
Selena era consciente de todo y de que cumpliría con lo que le imploraba…“¡¡Sí,
claro que sí!!”, me dijo con lágrimas en los ojos. “¿Cómo no cumplirte
lo prometido? Aún no sé quién eres. Sé tu nombre y de dónde eres por lo
que me dijo A.B. Y sé que me quieres muchísimo pero no sé bien por qué
aún. No sé por qué has hecho esto por mí, pero lo puedo intuir, lo puedo
sentir ... Espero que me lo digas pronto. Pero ahora descansa. Estamos
por llegar al hospital, ¡¡y espero que ésta sea la última vez!! ¡¡Y no
me iré hasta verte bien!!”, me dijo lanzando una de sus clásicas
carcajadas, por lo que intuía lo nerviosa que estaba ante mi estado y
por todo lo sucedido … “¿Y los periodistas? ¿Y la policía? Todos deben
estar buscándote. Esperarán tus palabras…”, le dije. “¡¡Que esperen!!”,
me interrumpió. “Tú ahora eres lo más importante para mí. Y prométeme
que te sanarás pronto. ¿Lo harás?”, me preguntaba Selena sin disimular
sus lágrimas y su tristeza. Tal vez era necesario esto, que pasara por
este dolor inesperado para que tomara dimensión sobre su propia vida …
Yo asentí con mi cabeza y pronto comencé a cerrar mis ojos. En el medio
de mi adormecimiento, vi que Selena se acercó a mí, me dio un fuerte
beso en la mejilla y me dijo. “Duérmete, Sergio. Descansa. Ya tendremos
más tiempo para hablar, pero quiero que sepas que estaré agradecida de
por vida. Siempre estarás en mi corazón”. Empecé a derramar mis últimas
lágrimas, pero eran lágrimas de satisfacción, de satisfacción por el
deber cumplido…
Abrí los ojos y me sobresalté. Estaba en mi casa. Eran las 8 de la
mañana. Tardé en darme cuenta de que el despertador estaba sonando
insistentemente. Tardé mucho tiempo en darme cuenta de que había soñado.
En realidad, había puesto mi deseo en un sueño, un sueño en el que mi
propia vida estaba en juego. No quise ni prender ni la televisión ni la
computadora. No quise enterarme de nada. No quería saber si aquello que
soñé era un sueño o todavía no había dado cuenta de todo lo que me pasó
en todo este tiempo. Enfilé para mi trabajo con la secreta esperanza de
que todo estuviera distinto, de que la ciudad luciera diferente. Pensé
en el cuento de Ray Bradbury en el que un hombre en un túnel del tiempo
pisaba involuntariamente una mariposa, y a la salida de él todo lucía
distinto, pero siniestro y horroroso. Yo deseaba vivir lo mismo pero con
un distinto final. Salí a la calle imaginando una ciudad, un país, un
continente, un mundo distinto y mejor, un mundo con paz y belleza, un
mundo con Selena. Si eso llegaba a verlo, entonces no soñé nada. Lo viví
todo. Y entonces sabré que lo que hice es cierto, no fue un sueño y nada
fue en vano. Que salvé la vida de Selena. Por un instante salí con la
ilusión de que estaba en el paraíso y que pronto vería a Dios. Pensé en
una y mil variantes que me indicaran que no lo había soñado, que en
realidad lo había vivido. Esperaba notar que nadie me reconocería en la
calle, que mi trabajo no existía y que tal vez ya no tenía ni identidad,
ni pasado, ni presente ni futuro. No importaba si nunca la iba a poder
ver a Selena. No importaba si nunca la podría disfrutar. Lo más
importante era tener aunque sea la ilusión de que había un mundo
disfrutando a Selena, un mundo que veía a Selena viva y feliz…
Y sigo con la ilusión de que ese momento algún día llegará … Tal vez sea
hoy mismo. ¡¡Que Dios oiga mis plegarias!!
Yo sólo quiero lo mejor para ti, Selena. Daría mi vida por ello…