Estaba frente a la casa de Selena. Era madrugada. No había salido la luz
del sol. Aún estaba lejos de que ello sucediera. Sabía que hoy era el
día. Sabía que pronto se nublaría, el cielo se pondría plomizo y se
vendría una lluvia que anunciaría la peor de las pesadillas. Sabía que
en breve Selena saldría de su casa presurosa para ver a esa perversa,
sin imaginarse jamás lo que le depararía el destino. Sabía que ella se
iría entre aturdida y algo molesta con esa persona, sin entender muy
bien por qué debía acompañarla al hospital. Sabía que algo debía
terminar pero no se animaba a hacerlo, o tal vez pensaba que había una
nueva oportunidad. Sabía que Selena no iba a estar con el mejor talante
ni con humor para escuchar a nadie. Quizá estaría muy enojada por estar
en un lugar y en una situación en las que definitivamente no quería
estar. Una cosa era estar intercediendo para que las cosas mejoraran. En
un punto ella iría al Days Inn pensando en que tal vez ello podría
ocurrir. Selena no quería desconfiar del todo. No quería despedirse para
siempre. Aún sentía algo de aprecio por esa mujer que, según lo que
consideraba hasta ese momento, había hecho mucho por ella. “Es cierto,
es posesiva”, pensaba Selena. Es cierto que esa perversa estaba encima
tratando de que las cosas se hicieran a su manera, eso sí, de la manera
más diplomática posible. Es cierto también que ella se había metido en
los asuntos de Selena en las sombras, nunca públicamente, a punto tal
que en algunas cosas de la Familia Quintanilla, como el negocio de la
moda, hasta Selena pensaba que muchas veces estaban juntos más por ser
esa mujer un nexo entre todos que por la voluntad de ellos de estar
cerca. Es cierto, pensaba Selena, que las cosas se dificultaron y mucho
cuando esa persona se enfrentó con su padre. Que más de una vez pensaron
en despedirla en las últimas semanas pero optaron por no hacerlo. Selena
coincidía con su padre en que quizá era mejor tenerla con ellos, pero
disciplinada, que fuera sin saber lo que diría y haría por allí. Pero
desde el día anterior Selena comenzó a sentirse que estaba
definitivamente moviéndose al compás de esa mujer que no la llevaba a
ninguna parte que ella quisiera. Eso le irritaba. Eso le causaba mucha
molestia a Selena, que sentía que no estaba haciendo nada de lo que ella
tenía planificado para ese mes. Eso traté de advertirle ayer a Chris,
hace apenas unas horas, en un recorrido enloquecido de días, horas y
semanas tortuosas en las que he buscado de la manera más elegante
pedirle a Selena que no vaya, que no vaya a ese lugar, porque si va se
dará cuenta de todo y será muy tarde, y aunque lograra salir airosa de
todo eso, cambiaría definitivamente su conducta y ella ya no sería la
misma. No hay peor cosa para alguien como Selena que creía en la gente
sentirse desilusionada y aturdida por un acto de una persona que nunca
entendería, que le quitaría la confianza y la alegría de la que Selena
hacía gala. No. Había que buscar de todos los modos posibles que ella
nunca llegue a ese lugar. O al menos que nunca llegue a ese motel con
algún atisbo de confianza, con la ilusión de que las cosas podrían
cambiar y solucionarse…
Estaba allí muerto de frío. El día no es que estuviera tan fresco en
realidad. Yo estaba helado de los nervios. No había comido nada en un
día y no quería. En ese estado no podía siquiera tomar agua. Lo que me
ponía más histérico era que en ese estado difícilmente podría lograr
algo. Era consciente de que debía encararla con algo concreto sin más,
cara a cara, y convencerla o al menos persuadirla de que no lo intente …
¿Pero con qué argumento? ¿Cómo decirle elegantemente que no vaya porque
esa mujer la va a matar? ¿Cómo decirle que esa perversa tiene un plan
perfecto para no sólo sacarla de este mundo sino para declararse
inocente ante un jurado con argumentos que al menos serán atendidos y
analizados detenidamente? ¿Cómo yo tener el valor de decirle semejante
cosa a Selena sin correr serios riesgos? Además, era consciente de que
Selena saldría allí sola, nerviosa y con ánimo intranquilo ante la
situación que vivía. Tenía hasta temor de que su esposo Chris mirara por
caso a la ventana levantado de la cama por un llamado telefónico de un
vecino preocupado por algún desconocido que merodeaba su casa, y él
mirara por allí y me reconociera por lo de ayer. Allí no tendría
escapatoria. Él pensaría que soy yo el que quiero lastimar a Selena y
todo habría concluido ... ¡¡Ey!! ¿Y si hago eso? ¿Y si hago el
suficiente escándalo como para atraer la atención de Selena y Chris, y
me llevan preso y ellos me siguen para oficiar de testigos y acusadores?
¿Acaso eso no ayudaría? … Hummm ... No. Podría dilatar un poco las cosas,
pero a la larga Selena iría allá con la asesina esperándola … No. No
lograría nada. Además, sé que sería una solución cobarde. Sólo llamaría
la atención, pero no solucionaría el problema. El destino parece
empecinado en ponerme cara a cara con Selena para darle una noticia que
me expondría a algo que no quiero ver de Selena: un reto producto de un
enojo que no quiero ni ver ni padecer. No querría ver a Selena irritada
conmigo … ¿Pero qué estoy diciendo? ¿Qué es más importante? ¿Quedar bien
con Selena pero no impedir nada, o exponerme a lo peor pero habiendo
logrado sacar a Selena de aquel infierno? … Recuerdo cuando estaba en
casa y decía que era preferible no saber de Selena cuando llegara a mi
país, y preguntarme quién es y qué se supone que ha hecho, que saber de
ella, pero también de su destino. Prefería ver un futuro nuevo en el que
yo desconociera a Selena, pero con ella entre nosotros y feliz, que
conociéndola, comprando sus discos, sus videos, sus conciertos, y
llorando por no haber podido hacer nada frente a una artista sin igual
que no pudo vivir todo lo que mereció y merece vivir. Me di cuenta de
que sólo tenía una carta habiendo usado miles sin lograr absolutamente
nada. Y esa carta tenía que ser la ganadora, la salvadora, la redentora…
En estas semanas que llevo en Corpus Christi y en otras ciudades de los
Estados Unidos intenté todas las variantes para llegar a Selena y darle
a entender de que algo debía hacer, que el mal podía estar muy bien
disfrazado y que podía estar muy cerca. Intenté llegar a Selena en el
increíble concierto del Houston Astrodome el 26 de febrero de 1995.
Recuerdo que la localicé antes de que diera el recital a sabiendas de
que se asomaría en el camino de entrada de la gente al estadio. Recuerdo
que le gritaba desesperado: “¡¡Selena, Selena!! ¡¡Cuídate muchísimo!! ¡¡Nos
veremos luego!!”, como esperando que tal vez podría verla después del
concierto para decirle algo con más consistencia. Pero para mi sorpresa
Selena se acercó en ese mismo momento con su sonrisa de siempre y su
excelente predisposición, y me dijo: “¿Pero qué pasa, qué pasa? ¿Quieres
que te salude ahora? ¿Quieres que te dé un autógrafo? ¿Cómo te llamas?”.
Yo en mi desesperación desde el otro lado de un vallado y rodeado
celosamente por personal de Seguridad le grité: “Me llamo Sergio. Pero
eso no importa. Lo importante es que tengas cuidado. ¡¡Quiero que te
cuides!!”. Selena se río como quien piensa: “Pobrecito, está loco de
remate. Pero me cae bien. Al menos le firmaré un autógrafo...”. Y se
acercó hacia mí y me dijo: “¡¡Está bien!! ¡¡Tú ganas!! Venga ese papel
que te firmaré algo…”. Yo me quedé encandilado con su presencia tan
cerca. Tanto estuve pensando en qué hacer para advertirle algo que no
pensé en lo que sentiría tenerla tan cerca. Me había acostumbrado a que
ella fuera sólo “Fotos y recuerdos” … Lucía bellísima aun cuando no
estaba aún preparada para el concierto. Lo que más me había impactado
era el halo que dejaba en el camino. Uno no podía dejar de mirarla, uno
no podía dejar de sentir que se estaba en presencia de alguien que por
sí sólo acaparaba la atención en cualquier lugar. Uno podía certificar
que ella era en el escenario lo que era en la vida. Eran la misma
persona. Y que por eso generaba semejante atención en el público. Me
acuerdo que tomó mi lápiz y mi papel, y procedió a escribirlo. Yo estaba
mudo. Ella sin dejar de escribir me dijo: “¿No me vas a decir nada?
Estás todo mudito, helado y quietecito. ¡¡Ey!! ¡¡Mira que no hago daño!!”,
y me hacía muecas de todo tipo mofándose de mi timidez, pues no
soportaba ese silencio que le generaba hacer bromas y reír rápidamente a
carcajadas para llenar con sus risas el silencio de ése como de
cualquier lugar … “Yo sólo puedo decirte que eres maravillosa y la mejor
cantante y artista que he visto en mi vida…”, me atreví a decirle. Ella
detuvo su risa y su escritura, y se quedó mirándome con ternura. Y antes
de que me diga algo, le completé: “¡¡Y sé que serás una gran diseñadora!!”.
Selena se me tiró encima y al grito de “¡¡Eres un encanto. Te has ganado
esto!!” me dio un gran abrazo y un beso. Yo quedé a duras penas en pie.
Todo me daba vueltas. Estaba sonrojado, y me sentía muy chiquito y
avergonzado. Selena me había dado un beso y yo estaba sin habla. Selena
me puso rápidamente al corriente, me dio una pequeña palmada a mi mano
con la suya y al grito de “¿Pero qué te pasa? ¿Ni que te hubiese…?”.
Allí la interrumpí y le dije: “Cuídate, Selena, cuídate muchísimo. Te lo
pido por favor. Estás en tu mejor momento. Haz lo que quieras, pero sólo
deseo que estés atenta. Quiero verte pronto … Quiero verte muy pronto
triunfando en el mundo”. Selena se me quedó mirando entre alarmada por
lo que decía y si realmente debía tomar nota de mi ruego. “¡¡No te
pongas mal, lo haré!!”. Ya no te preocupes. No te defraudaré”. Luego de
eso Selena procedió a terminar su autógrafo y me lo entregó con una
amplia sonrisa. “Para que veas que tengo en cuenta lo que dices. ¡¡Leelo,
leelo, vamos!!”. Miré el papel que decía: “Just between you and me. I
know. I'm the best, but need to show it to everyone. I promise I'll make
it. I'll take care of myself. Thousands and thousands of hugs and
kisses. You take care. See you soon. I promise I will. And do not worry!
With all my love. Selena. 1995. PS: I will never forget what you said
today”. Cuando terminé de leer el autógrafo no pude evitar que se me
escaparan varias lágrimas, pero antes de que Selena pudiera decir algo
la abracé y le dije: “Gracias por todo lo que haces, Selena. Creeme que
lo único que quiero es que te vaya bien en la vida. Sólo prométeme una
cosa. Repítete varias veces lo que me has escrito en este autógrafo y
empieza hoy mismo a hacerlo en este concierto…”. Selena asintió en
silencio, me miró y me dio un beso en la mejilla. En su rostro pude ver
como si por un instante entendiera todo, absolutamente todo. Por primera
vez en mi vida estaba con alguien y sentía que los dos sabíamos todo, el
uno del otro. Justo el padre de Selena la llamó de lejos y ella se tuvo
que ir. Selena se retiró sin dejar de mirarme y de sonreírme. Pero esta
sonrisa de ahora era distinta. Esa sonrisa me hizo estremecer. Yo sólo
pensaba y deseaba que no tuviera que decirle, aclararle ni implorarle
más para no pasar a ser un personaje terriblemente molesto y alarmante…
Ahora me sentía así frente a la casa de Selena. Comenzaba a amanecer, me
temblaban las piernas. Se me ocurrían miles de argumentos, palabras y
excusas para detenerla. Pero siempre recaía en lo mismo. Iba a tener que
decirle la verdad y ahí sí que sea lo que Dios quiera …Y allí sólo la
duda sería cómo hacerlo, de qué modo. Y aunque intentara ensayar los
modos, sabía que indefectiblemente todo iba a depender del momento y de
las circunstancias, y que tal vez más de una cosa debería hacer, decir y
vivir ese día. Caminé un poco hacia la esquina y me senté en el cordón
de la vereda para no levantar más sospechas de las que pensaba que ya
había originado. Para que se me pasara más rápido el tiempo pensé en que
estoy hace casi más de un mes tratando por todos los medios de evitar
que pase lo que sé que va a pasar. Pero mi idea original era poder
evitar llegar a este nefasto 31 de marzo con la angustia de tener que
utilizar un último recurso, el que menos quería hacer, el tener que
enfrentar y detener a Selena, aunque fuera por las malas, aunque tuviera
que soportar más de un disgusto por ello. Pensé que en aquella tarde del
Astrodome había logrado algo, máxime cuando al final del concierto
Selena se despedía ante el público con un “Mil abrazos y mil besotes a
cada uno de ustedes. Cuídense muchísimo y nos veremos muy pronto. ¡¡Hasta
luego. Chau. Buenas noches. Gracias!!”. Recuerdo que la esperé junto a
miles de fanáticos en la puerta del camarín. Cuando la abrió se le
agolpó un montón de gente que literalmente me impidió acercarme a ella.
Aun así logré que me viera y Selena logró gritarme. “¡¡Sí, ya sé, tengo
que cuidarme!! ¿Te gustó el concierto?”. ¡¡Estuviste sublime, Selena!!
¡¡Conquistarás el mundo!! ¡¡Ese medley del comienzo fue increíble!! ¡¡Nadie
te detendrá!!”, le contesté. “¡¡Gracias!! Espero no defraudar nunca al
público. Lo único que lamenté es que no pude cantar ‘Fotos y recuerdos’
por un problemita de derechos”, se lamentó Selena. “Bueno, tal vez el
hecho de no cantarlo sea una buena señal”, le dije con total
convencimiento. Selena se me quedó mirando consternada, y pronto se la
llevó el griterío y los empujones de la gente. Aun así me dio un beso en
el aire como despedida. Y cuando estaba por irme sin saber si debía
hacer algo más y cómo, veo que detrás de Selena estaba esa perversa
mujer alejando a los fanáticos para que ella pudiera avanzar. Quise
correr para avisarle a Selena allí mismo, pero ya se había alejado en su
auto. Recuerdo haber corrido calles enteras para decírselo de una vez.
Fue el único momento en el que me sentí decidido a hacerlo sin medir las
consecuencias. Tal vez me motivaba el griterío, la gente, el ver a esa
despreciable mujer cerca, la mirada de Selena a la tarde entendiendo
todo. Tal vez me motivó mi ansiedad, mi locura y ver el final tan cerca
con Selena tan sola con esa abominable mujer. Cuando supe que ya no
llegaría, en los días sucesivos hice todos los intentos infructuosos
para localizarla. Fui a Noches de Carnaval pero no la pude hallar por
ningún lado. Fui al programa “Padrísimo”, pero cuando llegué el programa
ya había sido grabado. Fui a Chicago y sólo logré dejarle una nota a su
madre para que se la acercara. Sólo le decía que se cuidara mucho. De
hecho le puse que era el desquiciado que sólo le pedía que recordara mis
ruegos. Lo más cerca que estuve fue en San Antonio cuando fue a la
Escuela de los Spurs. Estaba lleno de niños y no quería molestar. Noté
que Selena estaba dispersa. Por la fecha intuía que estaba angustiada
por lo que estaba sucediendo. En un momento le hice una seña de lejos,
ella se me quedó mirando hasta que me reconoció. Me dio otro besote en
el aire al grito de “¿Qué haces aquí? ¿Viendo si me cuido?”.
“Efectivamente, ¿lo estás haciendo?”. Ella me miró por un segundo y fue
como si me dijera “¡¡Ayúdame!! Estoy en un laberinto. ¡¡No sé qué hacer!!”.
Pero enseguida se la llevaron los de Seguridad para que diera su
concierto a los niños y luego marcharse. Yo me desesperé. Sabía que no
había progreso y el 31 de marzo llegaba. Ni siquiera podía apostar a que
no me pasara lo mismo que a la persona con la mariposa en el cuento de
Ray Bradboury. Hice mi último intento en Miami cuando fue al concierto
de calle 8. Intenté meterme en la serie de entrevistas que dio para
diferentes cadenas. Llegué a estar cuando le decía al cronista de
espectáculos de Univisión que soñaba con su casa con su lago dentro, y
llena de pájaros y animales diversos. Quise hablarle pero no me dejaron.
En mi desesperación llegué a gritarle: “¡¡Selena. Selena!! ¡¡Aquí!!”.
Selena se sonrió y hasta se puso contenta de verme. Quería acercarse
pero su padre le indicaba que ya se tenían que ir. Selena se encogió de
hombros mientras me miraba, por lo que yo le dije casi con desesperación:
“Recuerda lo que le dijiste al cronista de Univisión. ¡¡Piensa que lo
más importante es esa casa, y todo lo que te haga feliz y te saque una
sonrisa de verdad!!”. Selena se detuvo y le rogó a su padre que la
dejara un segundo. Selena fue corriendo hacia mí, me dio un beso y me
dijo: “No sé cómo puedes estar en todos lados, pero creeme que cada día
que pasa me acuerdo de tus palabras y de tus consejos. Gracias por lo
que me dijiste hoy. Lo recordaré”. Me tocó la cabeza en señal de saludo
tierno y se fue. Sabía que estaba llorando pero lo disimulaba con su
sonrisa cada vez más angustiosa. Quise gritarle pero ya se había ido.
Sentí que estaba en un camino sin salida y estaba pidiendo auxilio.
Nunca me sentí con tanta angustia y con tanta impotencia como aquella
noche…
Ayer comencé a experimentar el ir a soluciones extremas. En estos días
fue imposible localizar a Selena, pues no estuvo dando conciertos, y era
improbable que yo pudiera entrar a Nashville o en q-productions mientras
grababa el disco en inglés. Tenía que estar en un lugar público como en
un concierto o en un programa de televisión para que se justificara mi
presencia y espera de horas en un lugar. Nunca estaba cerca en los pocos
lugares que llegó a estar públicamente dando una entrevista. Muchas
veces me pasaba que cuando llegaba a un lugar que sabía que estaría
Selena, ella ya se había ido. Podía tener la referencia del día pero no
de la hora y allí se me complicaba todo. Aparte Estados Unidos es muy
grande. Tal vez debí quedarme en un lugar en el que Selena podía estar
un par de veces e intentar así. Pero yo no podía apostar a una sola
jugada. Ya lo había hecho. Debía apostar a todas las posibilidades que
tuviera a mano. Además, yo quería que Selena me pudiera reconocer para
hacer más fácil mi tarea de convencimiento de que debía alejarse de las
cosas que no le gustaban y que le hacían mucho daño. Eso en parte lo
había logrado, pero ya habían pasado muchos días. El 30 a la noche con
mucho temor fui al Days Inn. Llegué a dudar acerca de lo que debía hacer.
En un momento pensé en encarar y darle su merecido a esa mala persona.
En mi desesperación pensé en llamar a la policía y denunciarla. ¿Pero
quién me creería? ¿Con qué pruebas? ¿Acaso es ilícito, al menos en
Estados Unidos, tener y comprar un arma? ¿Y si por querer denunciar esto
me investigaban a mí, y me deportaban y armaban un escándalo en mi país?
No. Definitivamente no era la mejor solución. Me quedé en las
inmediaciones pensando en lo debía hacer hasta que apareció a toda
velocidad una camioneta, ingresó en la rampa del motel y se acercó a la
habitación 158. Cuando me acerqué al lugar para ver de qué se trataba,
veo que Selena hace una seña terminante a Chris para que se quede allí y
le avise si tarda más de la cuenta, e ingresa a la habitación. Sabía los
minutos en los que estaría allí. No tenía tiempo que perder. Escribí
unas pequeñas palabras elementales en inglés pero que fueran entendidas
por cualquiera que lo hablara o leyera. Corrí para el lado en el que
estaba el esposo de Selena. Cuando llegué a él, le pedí que me dejara
decirle algo en un minutito, y cuando vi que dudaba le acerqué el papel.
Él lo aceptó tal vez porque pensó que no tenía mala intención. Allí le
explicaba que cuidara a su esposa, que cuidara a Selena, ya que este año
sería clave para su despegue artístico mundial. Cuando Chris empezó a
leer mi nota, detuvo la lectura, levantó la vista y se me quedó mirando
un poco aturdido. Yo hice un esfuerzo sobrehumano para articular algunas
palabras en inglés y le supliqué que siga leyendo antes de que aparezca
Selena. Él accedió y siguió leyendo: “Chris. A veces en la vida tanto
los problemas como las soluciones están a la vista. Sólo hay que estar
atentos. Sé que tienen un problema. La solución está en ustedes. Hagan
lo que tengan que hacer, no dependan de los demás y quítense aquello que
les causa tanto malestar”. Cuando Chris terminó de leer me preguntó qué
significaba todo esto, quién era, por qué sabía estas cosas, por qué
estaba allí. No me lo decía de mal modo. Me lo decía confundido, no
entendiendo cómo alguien de afuera le aconsejaba algo que hasta su
propio sentido común y de toda la Familia Quintanilla sabían que era el
camino lógico y natural a seguir. Estaba por decirle algo, pero noté los
pasos de Selena acercándose a la puerta. Le dije a Chris, mezcla en
inglés, mezcla en español: “Me tengo que ir. ¡¡Te lo pido por favor,
Chris!! No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy. Estate atento
antes de que sea muy tarde. Recuerda que no todos piensan como ustedes,
ni tienen las mismas buenas y genuinas intenciones. Y siempre habrá
alguien no tan lejano que puede ser capaz de lastimar y mucho a Selena,
a pesar de que todos la quieren. ¡¡Y por favor. No digas que me viste!!”.
Chris asintió con la mirada, y yo salí y me escondí detrás de un auto
estacionado justo cuando abrió la puerta Selena. Se la veía mal,
nerviosa, confundida. Escuchaba que le decía de unos papeles, pero
también de otras cosas relacionadas con dichos de esa mujer nefasta.
Chris al principio sólo la escuchaba y no atinaba a hacer nada. Luego
tomó la determinación de irse aunque Selena trataba de convencerlo para
que la dejara sola con ella una hora para arreglar diversas cuestiones.
Por un momento creí notar que Chris había tomado en cuenta mi consejo.
Tal vez notó que esto ya no era sólo una situación molesta, como tal vez
lo pensaban o querían pensar todos para no tener que tomar más en serio
la conducta de esa mujer en la seguridad de su propia postura. Luego vi
a Chris llevándosela a Selena del lugar y prometiéndole que la dejaría
ver a esa mujer al otro día a la mañana. Chris subió a la camioneta
luego de Selena y emprendió la partida no sin mirar a dónde podría estar
yo. Y yo sólo quería que pensara en lo que le había dicho y escrito, y
que actuara en consecuencia. Quería que él fuera el último recurso para
no tener que ser un desconocido, yo, el que tuviera que jugar la última
carta…
Ya era casi de día y todo me indicaba que Chris sólo había hecho lo
suficiente como para que Selena no fuera lastimada ayer. Imaginaba que
si se hubiese tomado bien en serio mis palabras y lo que había sucedido
ayer, sabría que las cosas eran más graves de lo que se suponía. A esta
altura él estaría viendo si en las inmediaciones podría estar yo para
seguir advirtiéndole, o sólo estaría despierto preocupado por lo que
estaba sucediendo e impidiendo que Selena volviera a ese motel. Hasta
imaginé que se iría a ver a Abraham Quintanilla o a A.B. para contarle
lo sucedido … Pero la casa permanecía oscura y todo indicaba que nada
había cambiado. Que Chris iba a seguir queriendo creer que estaba todo
controlado, como lo afirmaba seguro el padre de Selena. Allí pensé lo
notable que son los psicópatas: mientras les hacen creer a los demás que
controlan todo, ellos mueven a todo lo que tienen a su alrededor tal
cual si fueran unas marionetas. Ellos nunca imaginarían que estaban con
semejante monstruo o no estaban dispuestos a aceptarlo. Más bien me
inclinaba a pensar que sinceramente no pensaban que esa mujer podría
llegar muy lejos y que podría atreverse a lastimarlos de verdad. Y eso
me daba la seguridad de que eran muy ingenuos: cualquiera sabría que si
se atrevieron a señalarla acusándola de algo y buscando que se fuera de
la vida de ellos, ella algo haría, algo iba a hacer por pequeño que
fuera … De pronto veo que en la casa se enciende una luz. Veo la hora y
me estremezco. Sé que falta muy poco para que Selena salga de allí. Se
me hace un nudo en el estómago. Empiezo a caminar a un lado a otro un
poco para distraer a los demás en la calle, un poco para darme ánimos y
otro poco para ir con un pequeño plan. Deseaba y rogaba que no fuera
Selena la que había prendido la luz. Rogaba que alguien de la Familia
Quintanilla apareciera en la casa justo ahora. Por un instante pensé si
por allí no era mejor golpear la puerta de la casa de los padres o de la
de A.B. y decirles todo a los gritos. Pero al mismo instante lo desistía
con resignación y desesperación. Todo me indicaba que iba a tener que
enfrentarla. Cada minuto que pasaba era una puntada más a mi cerebro, un
calambre en el estómago, mil latidos más en mi corazón. Cuando ya no
daba más, cuando estaba por entrar a la casa de Selena y que sea lo que
Dios quiera, veo que Selena sale presurosa en busca de su auto que
estaba apostado en la calle. Me quedé petrificado. Era el momento y no
me podía mover. Quería actuar y no podía, y si podía no sabía cuál de
ese momento era “el momento”. De pronto aparecieron por mi mente mis
corridas en busca de Selena, mis diálogos con ella, sus promesas de que
se cuidaría mucho, su sonrisa con preocupación, su mirada pidiendo ayuda,
la seguridad de que la conocía de toda la vida, la seguridad que me daba
ella de que jamás olvidaría lo que yo le había dicho … Empecé a correr
ciegamente, vi que Selena estaba ya sentada en el auto presta a partir a
las corridas. Pude ver su rostro serio, su Alma preocupada, su confusión
teñida de furia contenida. Cuando escuché el encendido del motor, grité
“No, Selena!! ¡¡No!!”. Y me le puse adelante. Ella tuvo que frenar al
instante produciendo un ruido que casi rompe mis tímpanos y casi me
ahoga por la humareda que salió del caño de escape. Selena saltó del
auto con toda la intención de gritarme con furia y consternación. Yo
sólo me quede mirándola sin atinar a decirle nada. Estaba muerto de
miedo pero no saldría de allí. Estaba con más temor de lo que podía
hacer Selena de lo que me podía decir por mi acto. Selena empezó a decir:
“¿Pero quién creer que eres para…?”, y de golpe se detuvo y se me quedó
mirando. Fue un momento eterno en el que pude ver y sentir cómo Selena
trataba de saber quién era esa cara conocida hasta certificarlo y saber
por qué estaba allí. Fue un instante, un segundo, un minuto, una década,
no sé. Vi que Selena me miraba, amagaba con seguir pero se quedaba
mirándome, sin decirme nada. Sólo en mi pensamiento decía sin poderlo
expresar en palabras: “!!No vayas Selena, no vayas!! ¡¡Saldívar te
matará!!. Lo tiene planeado. ¡¡No vayas. No vayas!! Si quieres sígueme y
atropéllame. Pero yo no voy a dejarte ir. ¡¡Mátame a mí, pero no
permitiré que te maten!! ¡¡Antes yo muerto que tú!!”. Pero no se lo
podía decir. Por alguna razón no se lo podía decir. Tal vez mi mirada le
podía dar una pista de lo que pasaba por mi cabeza. Intuía que sería
peor si se lo dijera. Ella seguiría camino hasta el final .... Hasta que
vi en su rostro aquella mirada en la escuela de los Spurs en San Antonio
o en calle 8 de Miami. Entonces, me adelanté hacia ella y la abracé sin
decirle nada. Y cuando sentí el contacto con su cuerpo comencé a llorar
como un niño, sin parar. Lloraba y la abrazaba más fuerte. Lloraba y
pensaba sin decírselo: “!!No vayas, Selena, no vayas!! No quiero que
este cuerpo deje de sentir. No quiero que este cuerpo no tenga vitalidad.
No quiero que este cuerpo deje de moverse motivado por tantos sueños y
tantas postergaciones. ¡!Te lo ruego, Selena!!¡¡Te quiero!! ¡¡Sos parte
de mí. Soy feliz si tú estás feliz. Soy feliz si estás contenta con tu
vida. Aunque nunca más te vea en la vida, yo seré eternamente una
persona dichosa viéndote lograr cada una de tus metas!!”. Lo pensaba y
no se lo decía. Selena tampoco me decía nada. Sólo notaba que estaba
calma, muy calma. De pronto pasó su mano por mi cabeza como si fuera una
madre calmando a su hijo que está como un pollo mojado muerto de miedo.
Nunca supe cuánto tiempo estuvimos así. Sólo sé que cuando Selena detuvo
sus caricias, se apartó sin dejar de tomar mi cabeza y me dijo: “¿Qué
tal si me acompañas a desayunar? Acabo de darme cuenta de que no lo hice
y encima me iba a grabar al estudio sin avisarle a Chris. ¿Me ayudarás a
despertarlo?”. Yo asentí con mi cabeza y caminamos juntos a su casa
llevándome ella con su mano apoyada en mi hombro. En ningún momento hubo
una pregunta, una aclaración. No había necesidad. Cuando Selena abrió la
puerta, noté que el cielo increíblemente se había despejado y el sol
brillaba como nunca…
Me quedé en el salón de la casa de Selena mientras ella despertaba a
Chris. Escuchaba que le explicaba cosas en inglés que por supuesto no
entendía, pero aunque lo hubiese entendido no le hubiese prestado
atención. No me gusta escuchar conversaciones ajenas. Sólo me inquietaba
cómo reaccionaría Chris al verme. Sólo rogaba que fuera discreto y se
diera cuenta de la situación. Sólo deseaba que Selena se lo dijera.
Cuando Chris apareció y me lo presentó Selena él abrió bien los ojos
pero no dijo nada. Sólo me saludó cordialmente y empezamos a hablar de
los proyectos de la banda para este año y de que yo deseaba que pronto
vinieran a mi país. De pronto, Selena dice: “Ahora vengo. ¡¡Voy a
comprar unas cositas ricas que les gustarán mucho!!”. Yo miré a Chris
con desesperación y la miré a Selena con ruego. Ella se sonrió y me dijo:
“Y desde ya te digo, Sergio, que me voy a cuidar muchísimo. ¡¡Sólo tengo
que caminar una calle y vuelvo!!”. Selena le dio un beso a Chris, pasó
su mano por mi cabeza y me dijo por lo bajo: “Confía en mí. Ya aprendí
la lección…”. Cuando Selena se fue, le dije a Chris en una mezcla rara
de inglés y español: “Por favor, ya pasó lo peor. Sólo te pido una cosa.
Cuídala. Cuídense todos. Aléjense de esa mujer. Sigan con su vida pero
sabiendo que son más famosos de lo que piensan, con lo bueno y con lo
malo que eso trae. Dense cuenta de que siempre va a haber gente que les
querrá hacer daño y mucho, los conozcan o no. La fama también trae eso…”.
“¿Pero por qué no me has dicho esto ayer?”, me preguntó intrigado Chris,
sorprendiéndome que me haya entendido todo. “Porque nada hubiese
cambiado. Ella se tenía que dar cuenta. Aparte sólo ella advertiría la
dimensión de las cosas. Tal vez si te lo hubiese dicho a ti, tú le
hubieses dicho a su padre. Y eso sólo iba a empeorar las cosas. Y creeme.
No llegué a decirle nada a Selena”, le dije a Chris ya no sé en qué
idioma, pero con el énfasis suficiente como para que él lo entendiera.
“¿Pero qué puede pasar? ¿Acaso tú lo sabes?”, me preguntó Chris justo en
el momento en el que apareció Selena. “Ya llegué, chicos. ¿Me extrañaron?”
y Selena echó a reír con ganas. Ya extrañaba sus carcajadas. Selena
trajo un montón de tortas, sirvió café, y todo fue risas y distensión.
Miraba hacia fuera y él sol pegaba fuerte ya. Miré el reloj y ya eran
las 11.30. Creí tocar el cielo con las manos. Hasta que de pronto sonó
el teléfono. Selena lo miró a Chris y le dijo: “Atiende tú. Dile que me
fui a grabar. Ni escuches sus excusas. Ya llegó la hora de alejarse de
ella. Y llama a mi padre y confírmale que en un par de horas estaré allí
como habíamos quedado”. Chris fue a atender y Selena tomó algo de su
mano, abrió la mía, puso algo allí y luego la cerró. “Es para ti. Tiene
un gran significado. Pensaba devolvérselo. Pero no vale la pena. Que
quede en buenas manos. Cuídalo. En todo caso me lo devuelves cuando vaya
a tu país y te dé a cambio lo que tú desees”. Abrí la mano y vi que era
el anillo de huevo ferberge que pensaba devolverle a esa perversa ese
día. “¿Y qué tal si yo te dejo el anillo y en vez de darme algo más
costoso me regalas lo máximo que es que te conviertas en la mejor
artista, cantante y diseñadora del mundo?”. Ella se sonrió y me dijo:
“Está bien, pero mejor llévate el anillo. Quiero que te lleves algo de
mí … Igual me saldré con la mía y te haré el mejor regalo…” “…Que será
cuando hagas tres conciertos seguidos en el Estadio River Plate…”, le
completé. “Trato hecho”, me dijo Selena y “chocamos los cinco”…
En eso vino Chris y le dijo a Selena que ya arregló todo, pero que esa
perversa le insistió en verla sola y que preguntó por qué no hizo caso a
los mensajes que le dejó en el “bipper”. “Por suerte apagué ese aparato.
No deberían existir esas cosas que invaden la vida privada de uno. Tengo
miedo de que el futuro sea con todos sabiendo de todos, y de todos
teniendo derecho a saber cosas que no les corresponde…”, reflexionó
Selena. Yo le dije: “Habrá que adaptarse a las nuevas épocas y…” “¡¡a
tener mucho cuidado!!”, completó Selena a las carcajadas. Vi que ése era
el momento de irse. Quería, para mi tranquilidad, irme con esa imagen y
seguridad de Selena. “Bueno. Aprovecho para decirles que vine porque ya
tengo que volver a mi país. Espero verlos pronto allá”. Selena se sonrió
como sabiendo que así debían ser las cosas y contenta por verme que yo
estaba feliz y sereno. Ahora sabía que dependía de ella y ya no tenía
motivos para estar angustiada. Ahora sólo tenía que seguir con éxito
todo lo que había emprendido. Me abracé con Chris y le prometí que ya
hablaríamos con más tiempo y más tranquilos de los Guns N’ Roses. Y le
pedí por lo bajo que cuide a Selena que era lo más valioso que tenía y
que gracias a ella él era alguien en la vida. Luego Selena me dijo:
“Ven. Te acompaño a la puerta. ¿Ya sabes cuándo te vas?” “Hoy mismo”, le
contesté. “Veo que lo habías planificado todo”, dijo Selena. “En
realidad lo rogué todo, Selena”, le contesté mientras salía para la
puerta…
Ya en la calle miré a Selena con una sonrisa. El sol le pegaba bien en
la cara. En ambos se habían borrado las caras y sensaciones de angustia
y de sufrimiento. “Me voy. Sólo espero que puedas controlar a esa mujer.
Mantente lejos. Es la mejor manera”. “Lo sé”, me dijo Selena con aire de
dolor. “¡¡Sabremos salir adelante como siempre!!”. Por un instante nos
quedamos mirándonos hasta que le dije: “Que lindo verte así en un día
tan hermoso…”. “Verte cómo…”, me dijo con aire cómplice Selena. “Tú ya
lo sabes”, le dije y la abracé con mucha fuerza. “Qué lindo que es
despertarse cada día y estar vivo. Recuérdalo, Selena. Recuérdalo. Sé
que eres joven para apreciarlo…”. “Hoy lo aprendí, Sergio, hoy lo
aprendí, y todo gracias a ti”. “No, Selena, todo es gracias a ti. Sin tu
Amor en todo lo que haces yo no estaría aquí y nada sería posible.
Contigo este mundo es mucho mejor”. Ahora fue Selena quien me abrazó, me
dio un enorme beso en la mejilla y me dijo: “Definitivamente, me he
convencido de que nos conocemos de toda la vida”. “¡¡Y así será para
siempre!!”, le terminé diciendo mientras me fui alejando. Fue unas dos
calles en las que sólo nos saludamos efusivamente en silencio y sin
dejar de hacerlo nunca… Me entristecía despedirme pero estaba feliz pues
lo más importante era una realidad. Estaba tranquilo y feliz de que todo
iba a ser muy diferente de aquí en más. Y lo más importante ya era un
hecho: era 31 de marzo de 1995 y Selena estaba entre nosotros…
Estuve largo tiempo viajando. Mi mente voló y perdí la noción del tiempo
y de todo lo que pasó. Fue como un largo sueño, que empieza como una
pesadilla, pero que tiene un final feliz que coincide cuando uno se
levanta y ve que lo que soñó no era cierto. Desperté en mi casa y mi
sensación fue al revés. Temí que lo que viví era un sueño y ahora
comenzaba la realidad. Estaba por desesperarme hasta que sentí que tenía
en mi mano el anillo de Selena. No quise ver ni sentir más. Sabía que
tenía el autógrafo pero decidí buscarlo después. Seguí durmiendo con la
tranquilidad de que el mundo seguía andando, moviéndose feliz al compás
de la música, de la voz, de la vitalidad y de la energía de Selena…
(Éste es el 31 de marzo que sueño, que deseo todos los días y que espero
que algún día se haga realidad. Porque Selena es parte de mí y sin ella
yo no soy nada. Si Selena no está en este mundo, entonces yo tampoco lo
estoy. Si nunca veré a Selena, entonces nada tendrá sentido: ni mi
existencia, ni este mundo, ni este universo. Por eso sueño con otro
final, porque Selena tiene que estar en algún lugar que pronto yo voy a
encontrar…)
Nunca me resignaré a la posibilidad de que tu Amor, Selena, cambie el
destino de todo y haga de este mundo algo más agradable para vivir y de
esta humanidad algo digno de que exista…
Selena: siempre vivirás en mi corazón y en mi Alma…
Tal vez, Selena, no tenga ganas de decir nada hoy. Pero me conoces y
sabes que indefectiblemente te escribiré algo porque yo soy de la idea
de que la mejor forma de recordarte es como tú lo querías … Con Amor. Y
todos los días. No sólo en los días conmemorativos ... Y porque sé
perfectamente que estás en algún lado observándonos, esperándonos,
sonriéndonos … y también triste porque estás lejos de nosotros, quiero
que sepas que siempre estaré aquí, que daré todo para que se te recuerde
siempre, para que se te valore siempre, para que se acuerden de ti como
artista y como persona. Tal vez estés contenta de saber que, más allá de
este pequeño escrito, te estoy escribiendo otro, como todas las semanas.
Que otra vez soñaré con viajar en el tiempo para salvarte. Que luego se
me ocurrirán las mejores palabras de cariño. Que luego me pondré en tu
piel y trataré de interpretar tu sentir, porque sé que estás dentro de
mí. Que luego te recordaré en alguno de tus momentos memorables. Que
luego escribiré historias de gente que supo quererte. Y tal vez en el
futuro te escribiré otras historias y recordaré otros momentos. Sé que
me dirás: “Descansa, Sergio. Yo estoy bien. Yo sé que me quieres. No
necesitas demostrarme nada más…”. ¿Pero sabes, Selena? No puedo. ¿Y
sabes por qué? ... Por este día ... No quiero que te sientas más sola.
No quiero que sientas más el frío del viento y de la tormenta que se
avecina. No quiero que sientas más el dolor de la traición. No quiero
que sientas más la tristeza de tu partida. No quiero que pienses más qué
será de ti mañana cuando para todos seas sólo un recuerdo … sólo fotos y
recuerdos ... No quiero que pierdas las esperanzas. Porque si tu las
pierdes yo me desvanezco. Y si yo decaigo tú te perderás con ese viento
y esa lluvia. Yo nunca te dejaré sola, Selena. ¡¡Nunca!! Bastante culpa
siento por no haberte conocido antes, bastante pena tengo por no poder
haber hecho nada por ti. Pero siento en el fondo de mi corazón que
siempre estuviste conmigo, que te conocí desde que naciste, que siempre
estuviste presente en mí, aunque te haya conocido después. Tal vez por
eso, cuando creo que ya nada más podré escribir, cuando pienso que ya no
tengo ni las fuerzas, ni el talento ni el ingenio para decirte nada más,
siento que me llamas y me dices. “Aquí estoy, Sergio. Vengo a darte la
energía que tengo para cantar, para reír, para dar ánimo a todos los que
me quieren. Vengo para contarte más historias para que luego tú las
escribas … ¡¡Vengo para que nunca me dejes sola!!”. Y así cada semana te
escribo, cada día hago algo por ti, cada noche te dejo un besito en una
de tus fotos deseándote buenas noches. Nunca me permitiría dejar pasar
una semana sin decirte algo, sin escribir todo lo que siento por ti …Hoy
no quiero pensar en otra cosa. Hoy no quiero pensar en lo que pasó
aunque sé muy bien lo que sucedió. Sabes que hay palabras que no puedo
pronunciar. No me pidas nunca que diga en español “death” cuando hablo
de ti. Diré “el día que te fuiste”. Sólo diré “gravesite” para indicar
la morada en la que estás y en la que se encuentra mi corazón ahora, y
porque no me resulta muy doloroso decir dónde te encuentras en inglés.
¡¡Pero no me pidas que lo traduzca, por favor!! Pues para mí no te has
ido. Sé que algún día tú volverás. Sé que algún día me encontraré
contigo. Por eso te escribo, por eso te siento, por eso te lloro, por
eso me alegro cuando te veo, por eso te extraño aunque no te conocí.
Porque estás en mi corazón siempre, porque le diste sentido a mi vida,
porque me diste un lugar en el mundo que es recordarte y esperarte.
Porque en este nefasto día yo sólo quiero decirte que te quiero y que
nunca te dejaré sola, porque mi vida está dedicada sólo a ti. Porque
aunque no haya podido tener el gusto y el placer enorme de apreciarte,
sé que te he conocido, que te conozco y que te conoceré en cuanto pueda
abrazarte con fuerza el día en el que por fin te pueda ver y agradecer
por haberme hecho mejor persona con sólo recibir sin resistirme el
inmenso Amor que transmitías cada vez que cantabas, cada vez que
actuabas, cada vez que hablabas, cada vez que soñabas, cada vez que te
permitías mostrarte tal cual eras, y que hizo que no sólo la gente te
admirara, sino que te quisiera y sólo deseara lo mejor para ti...
Eso es lo que quiero decirte en este día, Selena. Ese día que borraría
del calendario para siempre. Ese día que es parte de tu vida,
lamentablemente, pero del cual sueño con que alguna vez podré torcer el
destino, tu destino … para que ese nefasto día se convierta en una
hermosa y soleada jornada, iluminada con tu risa, con tu voz, con tu
encanto y con tu alegría de vivir…
Yo sé que algún día mi sueño, tu sueño, se cumplirá…
A
veces se gana, a veces se pierde en la vida. Siempre buscamos la
superación, ser alguien en nuestras vidas, desarrollar el don que
tenemos o explorar más sobre lo que nos gusta. Y siempre querremos ganar
o al menos lograr parte de los objetivos o fines en nuestras vidas. Pero
la vida no consiste sólo en eso. La vida nos prepara para amar, para
expresar nuestros sentimientos y para ser felices, ni más ni menos. Y
eso es lo más difícil, quizá porque al hombre no lo preparan tanto para
ser solidarios, para dar sin esperar, para explorar nuestros sentidos,
para sentir. La sociedad nos prepara para superarnos, pero no para ser
más solidarios. La sociedad nos inculca tanto la cultura del exitismo,
del triunfalismo, del ganar a toda costa, de dejar nuestros sentimientos
a un lado para lograr lo que queremos, que nadie nos enseña luego sobre
el valor de mantener la dignidad, de perder sosteniendo las
convicciones, de mantener nuestra esencia por encima de todos y de todo.
A veces la crueldad de la competencia no nos hace ver lo importante que
es no sólo competir sino ser feliz, que a veces la meta no es sólo
llegar primero sino haber encontrado la esencia de cada uno, lo que nos
identifica, lo que nos hace plenos, lo que nos hace felices. Y cuando
encontramos ese verdadero fin nada nos detendrá en el camino de la
esencia de cada uno, de la felicidad de cada uno…
Si hay
algo que Selena ha dado es Amor, ha sabido transmitir cariño,
fraternidad, humildad, honestidad. Y la gente la comenzó a querer mucho
antes de ser famosa y popular. Selena supo dar sin esperar y quizá es la
que más temprano aprendió a que muchas veces hay que esperar mucho
tiempo para llegar a ser alguien en la vida. Y sin embargo, para Selena
lo más importante no era sólo lograr el mayor éxito posible como
cantante y como artista, sino llegar a su gran anhelo que era el de ser
diseñadora y ser feliz con su campo en el cual pensaba mudarse para
estar con su esposo y tener niños. Y si bien por su padre ella siguió su
carrera como cantante, ella tenía muy en claro cuáles eran las cosas de
las que la hacía tan feliz, que no pasaba sólo por lo artístico. Tal vez
lo que más nos apene y más nos entristezca era que Selena estaba en eso
cuando sucedió lo peor. Por eso cada vez que vemos imágenes de Selena no
podemos dejar de llorar y de lamentarnos. Primero y principal, pues
antes de ver a la cantante vemos a la persona. Y cuando vemos a Selena
sentimos pena por aquella muchacha del Barrio Molina que había pasado
por tantas privaciones, por tantas injusticias, por tanta espera para
llegar por fin al camino que la llevaba a la gloria, al éxito, que al
final, una vez logrado el objetivo, alguien le impide seguir su camino a
la felicidad plena, aquel que la completaba como persona, que le diera
la plenitud para encarar cada momento de su vida. Sentimos pena por lo
que no pudo lograr a nivel de premios, de prestigio personal y de éxito
en total, pero también por no poder lograr vivir todo lo que tenía para
transitar con tan sólo 23, casi 24 años. El saber todo lo que ella tenía
planificado, todo lo que ella sentía, toda la energía que poseía Selena
tanto dentro como fuera del escenario, nos hace poner sumamente tristes
porque acaso nos damos cuenta de que Selena no sólo no pudo lograr
determinados éxitos y galardones sino que, fundamentalmente, ella no
pudo vivir todo lo que tenía para vivenciar, todo lo que merecía vivir.
Selena era, como dijo Johnny Canales en el dvd “Selena Performances”,
una flor a la que la habían regado y la veían crecer y mostrar todo su
posible esplendor, para que, a la espera de que esa flor luzca en toda
su plenitud, alguien impunemente la corte. Ése es el momento más
terrible que debemos vivir y aceptar en la vida, aceptar que Selena no
está entre nosotros, no está triunfando como artista, no está
disfrutando de su vida, no pudo ser feliz con lo que le Dios le dio y
permitió que le quitaran...
Creo que aquel que ama a Selena siente tanta necesidad de
homenajearla que la pone en ese plano de prioridad. Primero está ella,
luego los demás. A mí en lo personal me pasa cuando exhibo mis fotos en
el trabajo o en mi casa, cuando le escribo, cuando hago algo por ella.
Siempre pongo mi homenaje diario por encima de todo, más allá de lo que
haga. Y eso, si uno lo hace público adquiere mayor valor, porque tal
vez, en ámbitos como en los que yo vivo, en los que lamentablemente no
se conoció tanto a Selena, el tener algo de ella y exhibirlo implica que
alguien la tomará en cuenta, la distinguirá si la ve en algún programa
de televisión o en Internet, y nos lo hará saber. Para alguien que ama a
Selena ésa es la mejor sensación que uno puede tener, pues ello implica
que, aunque sea por un instante, Selena estará en los primeros planos
como una artista actual, y no en esos primeros planos dolorosos y de los
cuales no queremos recordarlos ni verlos nunca más. Y cuando uno
homenajea de ese modo y con esa intensidad a Selena en algún programa
muy famoso y visto, eso adquiere un valor incalculable. Es el caso
claramente de Karen Rodríguez, quien hasta hace poco concursaba para el
programa exitosísimo y de gran audiencia como es el de “American Idol”.
Ella en todo momento puso su homenaje a Selena por encima de su
performance como concursante del programa. Por primera vez veíamos a
alguien cantando en ese programa un tema en español (“No me queda más”),
por primera vez veíamos que alguien deseaba cantar un tema de Selena,
algo que pensé que nunca iba a poder ver en ese programa, por primera
vez veíamos imágenes de Selena, fotos de Selena y hasta las muñequitas
de Selena en un programa masivo en todo el mundo. Karen Rodríguez en
todo momento hizo pública su admiración desde chica por Selena, se
declaró fan, contaba que bailaba y cantaba como ella por pedido de su
madre desde muy chica, y en instancias finales, en la que tal vez
conviene apostar por lo seguro o por lo que le agrade más al jurado o al
público, ella quiso seguir rindiéndole tributo a Selena cantando uno de
los pocos temas en inglés que había grabado Selena para su soñado disco
cantado en ese idioma: “I could fall in love”. Hasta yo pensé que tal
vez no debía forzarse con un tema así, y optar por otro tema más
adaptable a su voz y a su actuación. Pero Karen seguía pensando en
Selena y apostó a uno de sus temas en inglés. Y como decía al inicio, a
veces uno sabe qué prioridad debe darle a las cosas, qué es lo que uno
lo hace muy feliz. Y eso que es la plenitud absoluta no está en el éxito
total y profundo, en ganar todo, en llegar a la meta. A veces está a
mitad de camino. Es evidente que Karen quería homenajear a Selena y que
la gente la tuviera siempre presente cada vez que apareciera. Con ella
vimos su música, sus fotos, sus imágenes, su estilo. Hasta diseñó su
vestido para cantar “I could fall in love” al estilo Selena, tal como lo
dijo públicamente. Nada más hermoso. Nada más gratificante a 16 años de
un mundo sin Selena…
Esto que ha hecho Karen Rodríguez es lo más hermoso que
se puede hacer por Selena: el recuerdo, el homenaje, el tributo diario.
Porque tal vez sea fácil y sencillo, y queda bien, que se recuerde a
Selena en las fechas conmemorativas, en los aniversarios y en los días
importantes. Pero para el que ama a Selena no le alcanza esto, sin duda.
Necesita todos los días dejarle algo, expresarle algo, exteriorizar el
cariño, pero también el dolor. Es poder decirle todos los días a Selena
cuánto la amamos, que es la mejor y que la extrañamos. Siempre diré que
una de las mejores formas de recordar a Selena es partir del supuesto de
que Selena está en algún lado observándonos y viendo qué hacemos por
ella, estar convencidos de que es así y de que por ello todos le
demostramos todos los días lo que sentimos por ella. Si Selena pudiera
demostrarnos que ha recibido las muestras de cariño de todos los que la
amamos, seríamos las personas más felices del mundo, y ella estaría
“allí”, lo cual no es poco, ya que es uno de los mayores anhelos en la
actualidad para cualquiera que la ama. Y en esa forma de tributar a
Selena nada estará por encima de ella. Selena es el centro de toda
nuestra atención y admiración. Eso es lo que pude percibir en Karen
Rodríguez. En todo momento puso por encima su tributo a nuestra Selena
que a ganar. Seguramente con lo último su futuro estaría asegurado, pero
para ello debía dejar de lado a Selena. Y eso seguramente no la haría
feliz …Prefería asegurarse estar feliz tributando a Selena que a ganar.
Eso la pondría contenta y sin dudas ejecutó su plan teniendo en mente su
homenaje a la artista que tanta la ha inspirado. Tal vez deberíamos
ayudar a las nuevas generaciones para enseñarles que hay valores más
importantes que el ganar por ganar. El sólo vencer no es garantía de la
felicidad. Así también pensaba Selena, que consideraba que el éxito como
cantante la llevaba a algo que tal vez para los demás era menor, pero
para ella era lo máximo: ser diseñadora, tener su casa, tener una
familia, eso que el éxito frío y sin discusión tal vez no se lo
aseguraría…
Tal vez lo más lindo cuando se hacen estos tributos es
darnos cuenta de lo que somos y hacemos, de lo que estamos dispuestos a
hacer, de hasta dónde daríamos por Selena. A veces me inquieto cuando
hay gente que, so pretexto de recordarla, se ponen por encima de ella y
creen que sus figuras son más importantes que la original. Nada más
errado. Creo que si Selena tuviera la oportunidad de observarnos le
dolería mucho ver que en el nombre de su recuerdo se ataquen a otras
personas que también quieren a Selena sólo porque no piensan como ellos,
y que se mienta y se falseen cosas para fomentar divisiones y erigirse
en los paladines de su recuerdo. Eso le causaría mucha tristeza, pues
eso no la representa, su recuerdo dejaría su imagen mancillada. Si uno
ama verdaderamente a Selena no se le pasaría ni por casualidad pensar en
esas cosas. Sólo pensaría en ella, sólo buscaría su felicidad, aplicaría
en la vida sus principios, así su vida y su Legado nunca se perderían.
Creo que la tristeza que nos provoca la ausencia de Selena nos lleva a
tratar de ser como ella a la hora de recordarla. Y nada más acertado.
Porque si uno quiere que no se la olvide, habrá que sostener su figura a
pesar del paso del tiempo, del surgimiento de nuevas artistas, de nuevas
modas, de nuevas tendencias. Y así como Karen Rodríguez instaló de nuevo
la figura de Selena en todo Estados Unidos, México y toda Latinoamérica,
sería bueno que todos pongamos nuestro granito de arena para que se
recuerde a Selena no sólo como artista sino también como persona, ver la
importancia de la palabra, del trabajo, de la honestidad, de ser
auténtico, de decir siempre la verdad, de ir de frente en la vida con
nuestras convicciones, de no darse nunca por vencido, de hacer gala de
la cultura del trabajo, de que ir por el camino de la honestidad sea un
tema a tratar desde el nacimiento hasta lograr todos los premios, todos
los aplausos, todos los reconocimientos…
Tal vez nos ponga bien y hasta nos ponga muy orgullosos
darle un buen tributo a nuestra Selena, pero nada mejor que poder ser
como ella para encarar todos los aspectos de la vida. Lo más
maravilloso, lo único que nos podría poner plenamente felices sería ver
a Selena hoy entre nosotros siendo la mejor y más famosa artista del
mundo, habiendo logrado todos los premios, filmado películas, grabado
telenovelas, hacer conciertos en todo el mundo, tener a toda la gente a
sus pies. Y no es que ese deseo fuera una quimera. Justamente el ver que
ese objetivo era más que posible, nos sume en el sinsentido, el
repreguntarnos sobre el sentido de la vida, el decirle a Dios
simplemente “¿Por qué?”, “¿Por qué a ella, por qué a ella le pasó todo
eso cuando Selena sólo transmitía Amor?”. Con Selena fiel a su estilo y
a su famosa frase “The impossible is always posible”, nada se podía
interponer a su camino … ¡¡nada!! Pero esa nada surgió y todo cambió.
Tal vez uno deba aprender que nada es seguro en la vida, que hay que
transitar aún un largo trecho para llegar a los objetivos mayores y que
en el medio se deben lograr las pequeñas metas sin perder nunca de vista
que hay muchos obstáculos y que cada uno de ellos debe ser tenido en
cuenta. Tal vez no hubo en general una gran conciencia de lo que se
había generado y se pagó caro, muy caro. En realidad, sólo Selena lo
pagó muy caro sufriendo mucho por algo que no era de su exclusiva
responsabilidad. Y para siempre quedará grabado ese nefasto 31 de marzo.
Y frente a esta densa realidad, y ante la ausencia de Selena, sólo nos
queda procurar dar todo de nosotros para que ella sea feliz, para
realzar su figura como cantante, como artista, como mujer, como ejemplo
de vida. Y no sólo resaltar su figura sino seguir su ejemplo haciendo lo
que ella hacía como un merecidísimo homenaje. Ésa es la mejor forma de
recordarla: poner su figura por encima de todos y de todo, y su obra un
ejemplo a seguir…
Cuando recuerdo la vida de Selena, trato de poner énfasis
en el aspecto menos conocido de su vida, como su niñez y su
adolescencia. Muchas veces cuando un artista llega a lo más alto, por el
simple efecto de la cultura del éxito, sólo nos quedamos con la parte
final de la historia, pero no mucho del camino previo para llegar al
gran éxito. Como mucho nos quedaremos con una visión general, incluso en
su versión más liviana, más lavada, más optimista, para tener una idea
acerca de cómo era aquella artista hasta que llegó al plano más alto.
Seleccionaremos las imágenes más lindas y olvidaremos las
insignificantes. Pero eso no puede hacerse con Selena. Primero,
lamentablemente, porque su vida fue muy corta, no tenemos tanto tiempo
para contar, no habrá tanto material y acaso nos quedaremos con “fotos y
recuerdos” de esos momentos más que felices. Y cuando busquemos más de
ella retrocederemos en el tiempo y echaremos mano de las grabaciones de
Selena cuando era muy pequeña, cantando dulcemente aquellas canciones
con su voz de muy niña. Seguramente, si Selena hubiese llegado a vivir
todo lo que debió haber vivido, si en realidad Selena estuviera ahora
entre nosotros, seguramente no tendríamos tan en cuenta estas
grabaciones. No porque no fueran importantes, no porque no fueran
lindas, pero en realidad las tendríamos como las tienen hoy en día los
fans de, por ejemplo, Luis Miguel o de Shakira: sólo como registro de lo
que hacían cuando eran niños. Como Selena no pudo llegar a ser tanto ya
de adulta, ya desarrollada como cantante y famosa, entonces debemos
tener en cuenta aquellas primeras grabaciones e incorporarlas en su
repertorio. Pero al sólo tomar en cuenta esos registros nos estamos
perdiendo lo más importante de ese momento de Selena, qué es lo que
pasaba con su vida y con sus sentimientos por aquellas épocas. No todo
es lecho de rosas en la vida de cada uno, y tal vez menos en la vida de
un artista que empieza a actuar desde muy pequeña y que tiene que
empezar muy de abajo, sin ningún tipo de sostén de ninguna discográfica
que programe su carrera y difunda su música, como sí sucedió con Luis
Miguel. Selena empezó su carrera de la manera más básica, cantando en el
restaurante de su padre a los 8 años y difundiendo su música en eventos,
cumpleaños, y en cualquier concierto que le permitiera hacerse conocer y
ver. Tal vez esos 10 años que transcurrieron hasta que Selena fue
contratada por una discográfica tan importante como la Emi sean los
menos conocidos pero los más fascinantes para entender por todo lo que
pasó Selena y todo lo que tuvo que hacer para llegar a ser lo que es hoy
para todo el mundo, principalmente para el mundo hispano…
Hay momentos de esa Selena siendo sólo una preadolescente
de 14 años que nos pinta lo que ella era en el escenario y que nos hace
entender cómo llegó a ser lo que terminó logrando. Estaba en un
concierto de Tamaulipas, México, en el marco de uno de los eventos
organizados por el programa “El show de Johnny Canales”. Selena, como ya
se sabe, no hablaba el español, sólo lo cantaba. Y estaba ante un
público de habla hispana. Yo creo que cualquiera de nosotros en su lugar
moriría de miedo, no sabría que hacer, desistiría de hacerlo antes de
sentir cualquier respuesta fría del público, pues en definitiva Selena
no era conocida, apenas empezaba su carrera y sólo tenía como difusión
grande el programa de Johnny Canales. Y uno ve a Selena cantando tan
natural y tan hermosamente “La bamba”, entre otros temas, que hasta allí
uno no puede dejar de maravillarse por ella. Selena no era ni por asomo
lo que sería años después en todo sentido. Y sin embargo uno ve atisbos
de lo que se vería del estilo tan particular de Selena que nadie podía
ni imitar ni emular. Ver a Selena arengando al público “¡¡Vamos, todos,
allí atrás, a cantar!!”, apoyarse en su hermano A.B. para cantar y
bailar, sonreír en todo momento, tener tanta gracia para hacer su
actuación hace que uno no se sorprenda por lo que vendría después. Pero
uno tiene que entender que ni Selena ni nadie por ese entonces tenían la
seguridad de lograr el éxito. Que lejos estaban de saberlo. Sólo podían
apoyarse en el convencimiento de que con determinación, talento y ganas
lo podrían lograr. Lo demás corría por cuenta de hacer en el escenario
todo para impactar al público y ése fue el gran mérito de Selena. Ella
siempre dijo que antes de comenzar un show estaba muy nerviosa. Siempre
admitía que su gran miedo era no ser amada, que la gente no la quisiera.
Y no es para menos. Selena sabía que el éxito o el fracaso dependía de
lo que podía ella generar en el escenario. Que más allá de que era
importantísimo el apoyo de la banda, como bien lo indicara Johnny
Canales en el dvd “Selena Performances”, la cara visible de la banda era
Selena. El sólo hecho de que la banda se llamara “Selena y Los Dinos”
implicaba una gran responsabilidad para ella. Y el fracaso podía ser la
ruina para ella y para toda su familia. Así de simple la cuestión. Es
ponerse por un instante en la piel de esa pequeña y sentir la pesada
mochila que llevaba puesta. Una pesada mochila que la llevó desde los 8
años en los que Selena vivió momentos duros y de total incertidumbre
cuando el restaurante de su familia quebró y ellos se tuvieron que
mudarse a la casa de los hermanos de su padre. Hay que tener mucho
temperamento, fortaleza y determinación para salir de esa situación. Y
toda la familia de Selena la tuvo para transmitirle a esa pequeña la
seguridad de que ella lo podría hacer. Y Selena tener el talento y esa
entereza que pocos tienen para salir cada vez al escenario con la
renovada responsabilidad de que debía lograrlo, de que debía ganarse al
público, se sintiera bien, se sintiera mal, estuviera nerviosa,
estuviera preocupada o relajada. Daba lo mismo. Así se entiende cómo esa
pequeña pudo sobrellevar ese concierto en Tamaulipas, y actuar como si
fuera una artista consagrada y experimentada. Así se entiende lo que uno
ve cuando Selena ya era una artista completa y exitosa.
Creo que Selena fue única además por el camino rarísimo y
particular que tomó para llegar al éxito. Con toda lógica y teniendo en
cuenta su experiencia, el padre de Selena pensó que a ella no le iba a
alcanzar con cantar canciones en inglés. Que ella podría sufrir como él
la discriminación por ser de ascendencia mexicana, y con ello
dificultarse el logro del éxito. Tal vez la situación por los años ’80
no era la misma que la de los ’60, pero tampoco era como en la
actualidad. Aún lo latino no era tan apreciado en los Estados Unidos y
había que seguir apostando a las canciones tradicionales en inglés. El
padre de Selena quiso que ella por las dudas aprendiera lo que él no
había hecho: cantar en español. Así Selena tendría dos opciones para ser
famosa, y una vez que llegara el éxito con alguno de los dos caminos,
preparar el camino para que Selena siguiera su carrera internacional y
mundial partiendo del éxito absoluto en los Estados Unidos. Cuando la
carrera de Selena allá por 1991 se debatía entre el éxito en el mercado
anglosajón con “Where did the feeling go?” o en el mercado hispano con
“Baila esta cumbia”, la balanza se inclinó por el mercado hispano con su
arrollador éxito con “Como la Flor” y “La carcacha”. Hasta que llegó ese
éxito Selena recorrió varios Estados de los Estados Unidos y México en
un bus sabiendo que algún día el éxito llegaría y que se debía trabajar
duro para lograrlo. Que no sólo había que esperar el éxito, sino que
había que hacer todo lo posible para que ese soñado día se hiciera
realidad. Y así fue la vida de Selena en su niñez y en su adolescencia.
Prepararse cada día como si fuera el último, vivir intensamente cada
momento desarrollando su carrera, pensando en nuevas ideas para el
grupo, pensando en su futuro como diseñadora una vez que la gran empresa
familiar lograra el gran objetivo. Éstos son los momentos en los que hay
reparar en la vida de Selena pues transformó su vida y su carrera
musical en algo único, irrepetible, inimitable. Selena hizo un derrotero
bastante extraño, más que nada porque siempre estaba en la idea de la
familia sacar un disco en inglés, pero para llegar a ello desarrollaron
su carrera en español, recorrieron México, El Salvador, Honduras, Puerto
Rico, y Selena tuvo que aprender bien ese idioma que no dominaba en
principio. Pero mientras se hacía ese recorrido, siempre pensaron en
aquel soñado disco en inglés. Cuando José Behar la contrató para Emi
Latin, lo primero que hizo la Familia Quintanilla fue entregarle unos
demos bellísimos de Selena cantando en inglés. Desde allí no faltaron
las declaraciones de Selena diciendo que sacarían un disco en inglés,
incluso antes de que llegaran los primeros número 1 de Selena en español
en 1992 y aun antes de que los altos directivos de Emi Central
accedieran a hacerle un contrato para hacer el soñado disco en 1993. Aun
así y por el espectacular éxito de Selena en español, ese disco se
dilató varias veces en su edición hasta que se decidió hacer en 1995 … y
quedaron registradas sólo unas pinceladas de ese sueño de Selena…
Creo que consciente o inconscientemente las mujeres
latinas aún hoy tienen muy en cuenta ese recorrido extrañísimo y
particular que hizo Selena para llegar al éxito y que hizo que para
todas ellas Selena se hiciera un ejemplo y un ícono para el desarrollo
de sus vidas. No es para menos. Y no es casualidad que tantas mujeres
jóvenes en Estados Unidos la tomen como su ejemplo y la tomen como
modelo a seguir en sus carreras, ya sea actuando por su cuenta o
imitándola. Tan fuerte ha sido para ellas ese Legado de Selena. Tan
impresionante ha sido lo que dejó Selena en tan poco tiempo. Poco tiempo
que se transforma en mucho si se tiene en cuenta que ya para 1994 Selena
llevaba 14 años de carrera. “Es que ya estoy un poco viejecita”, como
decía graciosamente Selena en muchos reportajes recordando todo el
recorrido al éxito y, por extensión, de su vida. Nada es casualidad con
lo sucedido con Selena. Por eso ella dejó semejante marca en tanta gente
que la recuerda, la tributa y le agradece de por vida. Es por ello lo
valioso que ha hecho Karen Rodríguez en “American Idol”. Hizo lo que
hacemos muchos todos los días desde nuestros humildes lugares.
Agradecerle todos los días por la marca que dejó en nuestros corazones y
tributarla poniéndola a Selena por encima de todo y de todos. Es la
mejor forma de recordarla. Es la mejor muestra de lo que hizo Selena por
su público: entregarles todo, brindarles todo, dejar su vida en cada
actuación para arrancar la ovación del público y llenarlo de alegría. Es
hermoso dar sin esperar, dar sin saber si acaso se lo van a retribuir.
Dar esperando que al final el público le dé lo más importante, lo que
más buscaba Selena: Amor, simplemente Amor…
Tal vez para muchos sea una quimera, quizá para muchos
sea un sinsentido. Tal vez para muchos sea un fanatismo enfermizo. Es un
gran error. El fanatismo sin sentido lo poseía la que le quitó los
sueños. También lo tienen otros que, so pretexto de recordarla, se ponen
por encima de ella, y si no logran la notoriedad que desean, la
abandonan sin dudar. Para los que la aman de verdad se trata de algo
mucho más profundo, que tiene un sentido más amplio. Tal vez pocos
entiendan que Selena forma parte de nuestras vidas, que forma parte de
nosotros, que conforma algo vital en nuestro sentir. Que lo que le
alegra a Selena, nos hace sonreír. Y lo que le duele, también nos
lastima. Y con su partida también se nos fue algo nuestro, se ha ido
parte de nosotros. Nadie es la misma persona sin Selena, nadie es
enteramente feliz sin ella. Nunca dejaremos de llorar por su ausencia.
Siempre nos dolerá no verla hoy como la artista latina más famosa. Hoy
en día no hay nadie quien no diga que ningún artista podría estar a la
altura de Selena. Como dice Johnny Canales en el dvd “Selena
Performances”, Selena fue muy querida pues todos apreciaron que ella
estaba un escalón por encima de todos los artistas. Y esa sensación de
poder vivir hoy esa realidad nos duele. Y más si el paso del tiempo se
encarga de olvidarla y que nos haga aclarar de que cuando hablamos de
Selena no estamos hablando de Selena Gómez sino de Selena Quintanilla,
la única Selena. Y tal vez por todo ello es que el que termina amando a
Selena necesita imperiosamente tenerla presente en su vida cotidiana, en
sus quehaceres diarios, en el camino que cada uno ha elegido. Y que
todos hagamos el mismo esfuerzo que ha hecho Selena para que su Legado
nunca se olvide. El hecho de que nos esforcemos para que todos sepan de
qué hablamos cuando nombramos a Selena es un gesto noble de valor
incalculable. Y más noble aún porque la beneficiaria de todo este
homenaje, la destinataria de semejante gesto de Amor, es Selena, sólo
Selena. Por eso, más allá de lograr ganar en una competencia, yo
consideró que lo que quiso lograr Karen Rodríguez lo ha obtenido con
creces. Ella ha sido la ganadora. Ella ha triunfado porque logró lo que
quería: desde su lugar darle un merecido y diario homenaje a nuestra
Selena…
Ojalá que todos los que amamos a Selena hagamos esos
gestos todos los días para tributar a Selena como ella misma quería: con
Amor…
No te preocupes, Selena, siempre habrá gente que te
quitará los nervios que tenías antes de comenzar un concierto, esos
mismos nervios que se originaban por el miedo a quedarte sola. No te
preocupes, Selena, siempre habrá gente que te hará compañía y te
recordará de la manera que tú te merecías por obra y gracia de tu Amor,
de todo lo que sembraste con tu cariño e infinito talento…
Simplemente te recuerda, te ama y te espera todos los
días…
“¿Pero ir a ver a quién?”, le dijo Iván a su novia. “¡¡A Selena!!”, le
dijo Esperanza. “Vamos, acompáñame. No te arrepentirás. Te juro que te
encantará. Es divina, es encantadora, tiene una gran voz. Vamos, ¿qué te
cuesta? Aunque sea ven para estar a mi lado. ¡¡Dale, di que sí!!”, lo
miró tiernamente. Iván no pudo resistirse al ruego de su novia. Pero aun
desde el asentimiento tácito, no pudo dejar de decirle: “¿Pero es la
misma que canta Bidi bidi bom bom?”. “Sí, es ella misma”, le dijo
entusiasmada Esperanza. Entonces, ¿sabes quién es?”. “Sí, claro que sí”,
le dijo Ivan mirando para abajo. No hacía mucho que el muchacho salía
con ella. Quería aún complacerla y darle todos los mimos sin darle
ningún motivo de quejas y llantos. “Ya habrá tiempo para que pasen esas
cosas”, pensaba Iván cada vez que había que aceptar algo que no le
gustaba mucho. Pero esto de ir a ver a Selena no le atraía mucho que
digamos. Lo suyo era otra música, siempre había seguido a músicos de
rock, punk rock y heavy metal. ¡¡Llegó a asistir a conciertos de Pantera!!
Él había tenido una infancia y adolescencia difícil. Era un chico
callado y no exteriorizaba mucho sus cosas. El ambiente familiar más
bien opresivo no le permitía sentirse cómodo a la hora de decir lo que
pensaba y sentía. La música que él escuchaba le permitía gritar,
exteriorizar, saltar, sacar a viva voz sus emociones, le permitía decir
lo que no podía decir en sus ámbitos ni a animarse a decir en los
lugares en los que frecuentaba. Con Esperanza se había animado a ser más
él sin gritar y sin inventar un personaje. Ella era dulce y no sólo
sabía escuchar. También se las ingeniaba para que su novio diga lo que
le costaba expresar. Tal vez eso era a Esperanza lo que más le atraía de
Iván: su timidez, ser callado, ser dulce y tierno detrás de esas tachas,
pelo largo y aspecto supuestamente raro que tenía. Esperanza sabía que
no era así en realidad y sólo quería que se empezara a mostrar tal cual
es, que era lo más interesante que tenía. Por eso le dijo de ir a ver a
Selena. Era una de sus tantas presentaciones en Monterrey. Corría el año
1994. Selena estaba en el mejor momento, en su momento. Esperanza había
comprado las entradas con mucha anticipación intuyendo que se agotarían
pronto. No se equivocó. A pocos días de la serie de conciertos la gente
se desesperaba por conseguir las pocas localidades que quedaban.
Esperanza recién allí le dijo a Iván sobre ir a verla. Ya había pensado
en venderla o dársela a alguna prima en caso de que él se negara. Pero
ella se tenía fe. Tenía la intuición y la seguridad de que lo iba a
convencer y de que a la larga él también se divertiría. Si por esas
cosas él no iba y nadie podía ir a verla, no importaba: ella no faltaría.
Ella era una fan más desde que Selena pisó por primera vez Monterrey y
fuera al programa “Siempre en domingo”, de Raúl Velasco. Aún recuerda
esa magnífica interpretación de “Como la Flor”, ante un auditorio que
aullaba directamente con su presencia cantando semejante éxito. Desde
aquella vez comenzó a comprar todo de Selena y era feliz con su compañía.
Sólo esperaba que ahora su novio le hiciera compañía con su felicidad…
Cuando llegó el día, Ivan recibió la llamada de su novia para avisarle
que en una hora la fuera a buscar. Faltaba bastante para el concierto,
pero ella quería ser la primera en entrar. Iván por un momento pensó en
excusarse, decir que estaba enfermo, que no podía salir de la cama,
cualquier cosa. ¿Qué iba a hacer allí? Desde que la invitó su novia, su
cabeza no paraba de pensar y de girar. Apenas había escuchado a Selena.
Creía que era una de esas artistas de las que habla todo el mundo por un
hit y que ese mismo mundo la deposita al olvido en cuanto ya no le sirve
más. Definitivamente para Iván no tenía sentido estar allí. Él estaba
para otra cosa. Él estaba para las grandes bandas, para hacer “pogo”,
para exteriorizar algo violentamente su pasión por la música. Él creía
que sólo de este modo podía disfrutar de un concierto, de un espectáculo,
de la música, de las voces. Él sentía que el espectáculo también era él,
o mejor dicho, que el espectáculo era lo que hacían ellos allá abajo. A
veces como poco se ofrece en el escenario, poco es lo que hay para
valorar. Y él encima se había encerrado en ese mundo hermético y poco
propenso a escuchar otras cosas o voces distintas de las que a él le
gustaba. ¿Qué iba a hacer en un concierto en el que irían niños, jóvenes
y adultos por igual, que gritarían enloquecidos en cuanto vieran a su
Reina? Iván tenía a Selena en el oído cantando “Amor prohibido”, “Como
la Flor” o “La carcacha”. Y sentía que era una artista más con cierta
fama por sus canciones divertidas y pegadizas. No la había visto más que
alguna vez en sus tantas incursiones por México y algunos países de
América Central. Pero nunca le había llamado mucho la atención. Para él
era no era muy distintas de otras. “Ya vas a ver cuando la veas, Iván.
Quedarás con la boca abierta. Es mucho más de lo que tú crees…”, le dijo
Esperanza. Iván le hizo un gesto extraño, como no estando muy seguro de
lo que hacía. Pero al fin le dijo desafiando a su novia: “Ya veremos, ya
veremos si es tan como tú dices”, haciendo esfuerzos denodados para
animarse ya y dejarse ir por los deseos de Esperanza. En el viaje hizo
toda clase de comentarios de lo que le pasaba en el trabajo, de lo que
pasó con un problema serio en su cabeza producto del estrés, de la mala
relación que tenía con cierta gente a la que él calificaba de traidora y
detestable, de que no toleraba la injusticia, la falsedad y la mentira.
Esperanza lo miraba y empezaba a entender por qué el chico escuchaba esa
música. Ella se ilusionaba con que si viera a Selena acaso cambiaría de
opinión, si al menos la viera actuar acaso entendería por qué ella y por
qué tanta gente la quería. Sólo eso Esperanza esperaba. E Iván sólo
pensaba:. “¿Qué hago yo aquí en Monterrey? ¿Acaso volvió Jimi Hendrix a
tocar y a incendiar una guitarra? ¡¡Sáquenme de aquí!!” Casi llegando al
estadio se encontró con un tío que no veía hacía rato. “¡¡Oye!! ¿Qué
hacer acá? ¿Acaso vienes a ver a Selena?”, le dijo, viendo que estaba
solo, pues momentáneamente Esmeralda se le había adelantado. Y antes de
que Iván dijera nada, su tío le dijo: “Haces bien en venir. Ella te
encantará. ¡¡Es única!!”…
Iván entró al estadio a las corridas. No porque él quisiera, no porque
los persiguiera alguien a él o a su novia. Era que Esperanza lo había
tomado de la mano y lo había llevado a las apuradas para estar lo más
cerca posible del escenario. Iván no lo podía creer. “Si me viera Jimmy
Page corriendo junto con un montón de chicas para ver a Selena se me
reiría en la cara y se lo contaría a cuanta persona se le cruzara para
que se mofen de mí para siempre…”, se decía Iván mientras corría con los
ojos extraviados. “¿Decías algo, Iván?”, le preguntó Esperanza. “No, no.
Es que no entendía por qué tanto apuro. Aún falta para el concierto”, se
excusó Iván. “Ah, era eso. Creí que hablabas de unas páginas y no
entendía a qué te referías … Como fuere, ya sabes que tenemos que estar
lo más cerca posible del escenario. ¡¡Estoy tan emocionada!! ¡¡Veré de
nuevo a Selena!! No sabes el éxito que está teniendo. Arrasa con la
venta de discos, arrasa con los premios, arrasa con las concurrencia del
público en sus conciertos … ¡¡Y ella es una persona tan linda!! Si la
hubieses visto. Siempre sonriente, siempre cordial, siempre simpática,
siempre positiva. ¡¡Ojalá todas las artistas fueran como ella!! Nunca he
visto que alguien fuera así. Yo sé que va a llegar muy lejos. ¿Acaso no
ves cómo la gente la quiere? ¡¡Mira a todos los que están entrando!! La
gente no se cansa de verla todas las veces que sean necesarias. Ella es
una de los nuestros. Ojalá triunfe en todo el mundo. ¡¡Yo estoy segura
de que lo logrará!!”, decía Esperanza mientras lo abrazaba a Iván. “Y
gracias por acompañarme, Iván. ¡¡Sabía que no me fallarías!! Hubiese
dudado de ti si me hubieses venido con alguna excusa. Hubiese pensado
que no me querías lo suficiente como para estar al lado mío en algo que
me hace tan feliz. Pero estás aquí … ¡¡Te quiero mucho!!”. Y Esperanza
le dio un enorme beso. Iván quedó aturdido por semejante muestra de
cariño y sintió una vergüenza interior que le hacía sentir culpable y
temía que se le notara en la cara. Era extraño. Podía haberse excusado y
ahora tendría un problema. Pero Iván extrañamente no lo hizo. Se dejó
llevar acaso porque tal vez quería ver de qué la iba Selena. Quién sabe.
En la duda se quedó mientras abrazaba a Esperanza y compartía su emoción
por estar allí, una emoción que era compartida por tanta gente, tanta
gente que sólo mostraba felicidad, felicidad por estar allí junto con
Selena. Cuando miró más detenidamente a la gente que entraba o que ya se
había apostado en el lugar, notó que había de todo. No sólo había chicas
adolescentes como él suponía. Había chicos de su edad, había gente
mayor, había parejas de gente grande, madres que acompañaban a sus hijas
pero que sentían el mismo entusiasmo que ellas, familias enteras que
venían de lejos para ver a Selena. Lo que más le llamó la atención a
Iván era ver a gente tan feliz, siempre con una sonrisa en la boca,
gente expectante que se sentía bien estando allí, participando de una
comunión, de una comunión de Amor y de respeto por una artista que los
llenaba en todo y los identificaba. ¡¡Ese ambiente era tan distinto del
que solía frecuentar!! En los conciertos en los que él iba la gente
siempre estaba nerviosa, con la violencia siempre presente como única
diversión. Violencia que por allí se potenciaba por la música, o
simplemente la música acompañaba esa violencia. Cuando veía a esa gente
tan feliz, Iván se preguntaba por qué él no era feliz, por qué no se iba
satisfecho del lugar si él no hacía algo extra, algo extra que no venía
del escenario, algo extra que venía a cubrir tantas necesidades, algo
extra que venía a disimular la falta de Amor y de afecto que tenían él y
muchos de los asistentes a los conciertos a los que frecuentaba … En ese
recorrido Iván ve que entre los asistentes al concierto de Selena había
una mujer que estaba amamantando a su hijo. “¡¡Pero mira, Esperanza!! ¿Cómo
dejan entrar a una mujer con un bebé? ¿No es peligroso? ¿No le puede
pasar algo?”, dijo intrigado Iván a lo que rápidamente le contestó
Esperanza: “¡¡No te preocupes!! Es normal que vengan madres a ver a
Selena. ¡¡Ellas tampoco se la perderían por nada en el mundo!! De todos
modos, ellas irán a un lugar especial y la verán sentadas. ¡¡Pero qué
bueno, Iván, que te preocupes!! Eso habla bien de ti”, le dijo
Esperanza, que volvió a abrazar a Iván tomándolo de la cintura mientras
cerraba los ojos y sonreía en silencio, sintiendo todo el orgullo que le
generaba su aturdido novio…
En poco tiempo Iván se sintió que estaba literalmente entre la espada y
la pared. Había entrado tanta gente al campo que Esmeralda, para no
perder su lugar de adelante frente al escenario, fue llevando a Iván a
dar casi de narices al piso en el que se movería Selena en breve. Cuando
se quiso acordar, Iván tenía un mundanal de gente que no paraba de
gritar y de vivar por Selena. A medida que pasaban los minutos la gente
se iba impacientando y empezó a gritar por Selena. Le pedían que entrara,
le pedían que al menos entrara su padre para que aclarara lo sucedido.
Pero lo más insólito fue cuando en el fragor de la locura general
alguien a los gritos reconoció que no había pagado su entrada al estadio.
Iván pensó que lo iban a matar por ello. Pero para su asombro nadie le
dijo ni le gritó nada. Y lo más insólito aún fue que esa persona se fue
sola sin que se lo pidieran para dar el dinero faltante. “Esto parece el
paraíso. No puede ser cierto lo que veo. Y eso que encima no pude
apreciar a Selena. Bueno, veré de qué la va ella. Supongo que será como
en los videos que la vi. Nada especial, pero al menos podré decir que
conocí a Selena”, se decía Iván hasta que casi muere de un síncope
cuando escucha un aullido enorme que casi lo echa en tierra y lo
arrastra varios metros para adelante tragando literalmente toda la
tierra. Cuando pudo ver notó que se habían apagado las luces. Selena
estaba por aparecer. Iván notó que había perdido a Esperanza en el medio
de la oscuridad y del griterío. Ella se había ido más hacia el costado
derecho para poderla apreciar mejor. Se ve que en su lucha por ir para
ese lugar perdió la mano de su novio y se transportaba literalmente al
escenario. Iván miró para su costado derecho hasta que por suerte pudo
ver a su novia que estaba allí llamándolo con su mano y extendiéndosela
para que se viniera con ella. Cuando Iván estaba por ir, escucha un
ensordecedor “¿Cómo está Monterrey?”. Era Selena que salía por uno de
los costados del escenario extendiendo su mano y saludando a todos los
asistentes con su mano. La gente sólo gritaba y gritaba. Iván recibió
toda clase de empujones de gente que sólo quería ver a Selena de más
cerca o para sacar fotos. Pero pronto a Iván dejó de molestarle los
empujones, los gritos y las multitudes enardecidas. Se quedó impactado
con la figura de Selena. Ella estaba con su peinado voluptuoso y
enrulado del que tenía mucha fama en México, lucía una chaqueta y un
pantalón negros tal como si fuera una típica cantante de rock. “No tiene
que envidiar a nadie del mundo roquero”, se decía Iván mientras no podía
dejar de mirar a esa mujer que se movía a uno y otro lado del escenario
con una soltura, con una gracia, con una personalidad, con una voz, con
un carisma del que pocas artistas en serio podían tener. Y mientras veía
a Selena cantar, mientras los saludaba, mientras les sonreía, mientras
los invitaba a participar del coro, Iván se dijo: “¡¡Pero vaya sorpresa!!
Selena no es una artista común que se puede ver en cualquier lado. Ella
es especial. No es alguien que es sólo apreciada por un éxito. Selena es
distinta. No es una artista cualquiera. Tiene algo … que no sé cómo
definirlo. Pero no pasa inadvertida en ningún lado. ¡¡Se nota!! No es
una artista cualquiera. ¿Cómo no me di cuenta antes?”, se preguntaba
Iván mientras se decía “Ahora entiendo por qué la quieren, aprecian y
admiran tanto. Sólo basta mirarla. Con verla es suficiente para entender
todo…”.
Iván comenzó a querer a Selena cuando se vio gritando con la gente el
tema “Ven conmigo”. Él ni sabía la letra. Pero el sonido del acordeón,
los gritos mariachis de A.B. y los movimientos de Selena lo llevaron al
mayor grado de éxtasis. No podía dejar de mirar a Selena. Había algo en
ella que era hipnótico. Podían pasar ovnis, aviones, buses, una corrida
de toros en sus narices que ni se daría cuenta. Definitivamente no podía
evitar dejarse de llevar por el encanto de Selena. Ella tenía algo, que
no podía precisar pero que lo entendía y sentía perfectamente. Ella lo
hacía sentir feliz. Ella lo hacía cantar hasta canciones que no entendía
ni conocía. Ella lo hacía bailar, alzar sus brazos, saludar. Selena se
paseaba por el escenario pasando sus brazos por las espaldas, luego
alzarlas para ponerlas adelante en son de que la gente la acompañara.
Luego tenía tiempo para mirar a la cámara de televisión que la enfocaba
y darle un saludito. Ya no le molestaban los gritos de la gente cantando
“Ven conmigo, quiero amarte. Ven a mi lado quiero besarte. Conmigo
tendrás todo lo que quieras. ¡¡Y hasta el día que me muera tú vas a ser
mi Amor!!”. Él era partícipe de esos gritos. Una vez que lo escuchó por
primera vez, ya lo podía repetir con dificultad en la segunda y decirlo
casi perfecto en la tercera. Sólo tenía que seguir a Selena. Sólo tenía
que leer sus labios y mirarla con una sonrisa. Sólo tenía que seguir la
fiesta, la fiesta que ella organizaba e invitaba. Después de ir a ver
tantos conciertos, era la primera vez que no se peleaba con nadie y veía
sólo al artista que cantaba en el escenario. Era la primera vez que
sentía que la única protagonista, la única figura que estaba en esa
noche, estaba allí cantando, sonriendo, arengando, bailando. Era la
primera vez que veía en serio un concierto y sabía lo que significaba.
Era la primera vez que veía a una artista de verdad…
“¡¡Ey, Iván, qué haces allí, ven para acá!!”, le gritaba Esperanza desde
más adelante. Él apenas escuchó lo que dijo, le hizo un gesto de “no
entiendo nada”. Luego, le grito: “Más tarde voy, no se puede pasar, ¡¡mejor
me quedo aquí!!”. Esperanza asintió y le dijo: “¡¡Ven en cuanto puedas!!
¡¡Quiero que estés conmigo!! ¿No disfrutas del show?”. Iván le hizo un
gesto con el pulgar en alto y con el dedo índice le señaló que Selena
seguía cantando. Ella se dio media vuelta y siguió el concierto a los
gritos. Iván prefería estar mirando solo el concierto. Quería seguir
apreciando a Selena sin que su novia notara la tremenda impresión que le
había dejado ella y le agarrara un ataque de celos. Justo en este
momento no quería que pensara que ella se interponía en el camino. Él
quería a Esperanza y ya soñaba con que sería la mujer con quien
conviviría para toda la vida. Lo que le generaba Selena era otra cosa
que no lo podía explicar. Allí recordó todo lo que le dijo Esperanza de
ella y que él lo estaba corroborando. Pero una cosa es que lo diga una
mujer y otra un varón, y ni hablar si ese varón es el novio. Aparte, él
estaba descubriendo a Selena. y nada de lo que había escuchado de ella,
incluso su novia, le alcanzaba para explicar con palabras lo que
generaba en él semejante artista. “Mejor me quedo aquí y luego le
explico a Esperanza todo”, se dijo Iván. Mientras tanto, pasaban las
canciones y él no paraba de cantar, de gritar, de alzar sus manos, de
hacer todo lo que le pedía Selena. Creo que si a Iván le decían cuánta
gente conformaba el grupo Selena y Los Dinos, y qué nombres tenían, se
quedaría sin poder decir nada y sin importarle saberlo. Él estaba
convencido de que lo único que importaba era esa mujer que no paraba de
cantar, bailar y de reír. “Creo que si Selena se lo propusiera tendría
el mundo a sus pies. Ella debe generar oro en todo lo que toca”, se
repetía. “¡¡Mejor que oro, Amor!!”, se corrigió. Los ojos de Iván sólo
seguían el recorrido de Selena. No se permitía mirar más, como si
quisiera demostrar ante una eventual inspección sobre sus actos que él
sólo había ido allí para ver a Selena y nada más, que ante cada
observación de los inspectores, ellos corroborarían que él hacía todo
por Selena, que él era un admirador más y fiel, fiel a ella, fiel a todo
lo que representaba ella. Mientras la miraba, notó que tenía
determinadas gestos preparados, como el saludito personal a los
asistentes al concierto. Pero no hacía esto exageradamente y fuera de
contexto. Esas cosas las hacía cuando el momento ameritaba, cuando
realmente el público se lo pedía. Si había algo que Iván notó enseguida
de Selena fue que era muy auténtica, genuina, que no mentía ni que
quería engañar al público. Que esa mujer que estaba en el escenario no
distaba mucho de la verdadera Selena que estaba en su casa descansando o
preparando algún vestido nuevo. “Imagino que mucho de su historia estará
en el escenario, ese escenario del que Selena es dueña y hace lo que
quiere, y logra todo lo que se propone”, se decía Iván, entendiendo en
una parte de un concierto lo que significaba Selena como artista y como
persona…
De pronto, Selena se dirige al público y pide que alguien suba al
escenario para que represente de ex novio en el tema “¿Qué creías?”. Por
un instante se encienden las luces que enfocaban al público y Selena se
hace una visera con las manos para poder ver bien a los varones que
pedían subir al escenario y representar ese papel. “¿Qué creías?, ¿Qué
creías? Creo haber escuchado esa canción. ¡¡Sí, es la de la mujer que
rechaza la vuelta de su novio arrepentido a la casa de ella!! Y qué se
supone que ella hace con el que sube al escenario. Y si…”, Iván se quedó
pensando en que tal vez él podría estar allí. ¿Por qué no? No sería la
mejor forma en la que querría que Selena la tratara, pero la tendría
bien cerca. ¡¡Qué emoción!! Pero cuando estaba por desistir de pura
vergüenza, ve que alguien se le acerca y le dice: “¿Por qué no vas tú?
¡¡A mí me encantaría!!”. ¡¡Era Esperanza!! “¿Pero que haces tú aquí? Yo...”,
trató de explicar Iván. “Te estuve observando y no quise molestarte.
Pude corroborar lo que imaginaba. Que Selena te iba a encantar. Y a mí
me emociona que te pase eso. No hay nada más lindo que compartamos algo
que nos gusta tanto. ¡¡Pero vamos, Anímate!! ¡¡Alza el brazo que al
final Selena va a elegir a otro!!”. Y Esperanza levantó
intempestivamente el brazo de Iván y empezó a gritar: “¡¡Aquí, Selena!!
¡¡Aquí!! ¡¡Él muere por subir allí!!”. Justo Selena mira para ese lado y
pudo observar cómo un chico totalmente vergonzoso tenía alzado su brazo
por obra y gracia de su novia. Iván no quiso observar cuando Selena miró
para su lado. Por un lado lo deseaba, pero por otro no sabía cómo
enfrentar la situación. Por un instante recordó cuando era chico y lo
hicieron participar en una fiesta de cumpleaños en una competencia para
ver quién inflaba más rápido un globo. Él se puso tan nervioso que al
final terminó último y sin siquiera poder inflar el globo. Aún recordaba
la cara de la que cumplía años riéndose a carcajadas … “Ey, tú, al que
le alzan el brazo. ¡¡Ven aquí!!”, dijo a las carcajadas Selena
señalándolo a Iván. Él no quería ni darse vuelta. Era él el elegido, sin
duda. Pero no sabía cómo encarar la situación. Esperanza lo zamarreó y
le dijo: “¡¡Vamos, Iván, sube, te ha llamado Selena!! ¡¡No te puedes
negar!! ¡¡No sabes lo orgullosa que estoy de ti!! ¡¡Lo harás bien!! ¡¡No
tengo dudas. Vamos!! ¡¡Hazlo por mí … y por Selena!!”. Iván la miró y
vio el escenario. Pudo apreciar a Selena esperándolo con una sonrisa que
contagiaba. Iván se sonrió, asintió y pronto se adelantó entre el
público mientras un hombre de seguridad se le acercaba para tomarlo y
depositarlo en el escenario. La gente gritaba por él y lo alentaba. De
pronto volvía a sentirse protagonista de un concierto, pero no por
violencia, no por gente empujándose y lastimando sin sentido y sin razón.
Ahora era protagonista simplemente porque iba a ser de partenaire de la
artista, de la cantante, de la única protagonista del concierto. Iván
iba a ser el “ex novio” de Selena…
Cuando Iván subió al escenario y la tenía tan cerca a Selena sintió que
le temblaban las piernas. Selena se veía tan imponente, tan especial,
tan artista, tan mujer, con tanta personalidad, con tanta seguridad, que
él se sentía muy pequeño. No quería hacer el mismo papelón como con lo
del globo siendo chico. Estaba muy nervioso y no quería equivocarse con
ella, justamente con Selena. Pero había algo en su mirada, en su
expresión que lo hizo tranquilizar enseguida. Había algo en ella que lo
hacía emocionar. Por alguna razón sintió que tenía que ser fuerte pues
tal vez ella necesitaba que fuera así. Por alguna razón sintió algo que
lo hacía tender a protegerla, a advertirla. De pronto sintió miedo, pero
no por él sino por ella. En ese momento Selena se le acercó, y él la
abrazó con firmeza y admiración, mientras le sonreía. Iván se emocionó
hasta el borde del llanto en cuanto pudo sentir a Selena. Sintió que
ella también era frágil pero nunca podría permitirse demostrarlo ante su
gente en un escenario. Por un momento sintió que estaba abrazando a una
niña de 8 años aterrada por miedo a no ser amada pero con la firmeza de
estar entera y decidida a conquistar a todos con su voz y con su encanto.
“¡¡Ey!! ¿Cómo me costó convencerte? ¿Cómo te llamas?”, le dijo Selena
con cara cómplice y desafiante. “Me llamo Iván. Es que es la primera vez
que vengo y la que me convenció fue mi novia Esperanza”, le dijo Iván
mientras la señalaba entre el público. “Demos un fuerte aplauso a ti y a
Esperanza”, dijo Selena mirando entre viseras al público hasta que dio
con Esperanza que a los gritos le hizo sentir su presencia hasta que
Selena le dio un saludito con una mano, y con la misma tomó el saludo de
Esperanza y se lo llevó al corazón. “Y dime, Iván, ¿te gustó el show?”.
“¡¡Claro que sí, Selena!! Realmente mi novia no se equivocó…”, le dijo
Iván, quien hizo una pausa, y desde el corazón y sin pensarlo le dijo:
“¡¡Espero que tú no desvíes tu camino y seas la mejor del mundo, pues
eres una de los nuestros y eres la mejor!!”. La gente comenzó a gritar y
Selena lo miró con ternura. Esas palabras le habían llegado de verdad.
Por alguna razón Iván creyó ver que unas lágrimas salían de los ojos de
Selena. Por un instante Iván sintió que estaba pasando algo pero que no
podía saber qué era. Selena lo abrazó y por debajo le susurró: “Gracias.
Espero no defraudarte nunca” y enseguida gritó: “¿Estás preparado para
ser mi ex novio?”. Iván un poco aturdido le dijo que sí y de nuevo se
puso nervioso. “Bueno, Iván, por lo pronto suéltate. ¡¡No estés tan duro!!”.
Y lo zamarreó para que no esté tan contracturado. “Sólo mírame y
escúchame. ¡¡Y escúchame bien!! Ya sabrás lo que tienes que hacer”, le
dijo Selena mientras le guiñaba el ojo al público. La gente comenzó a
gritar mientras Selena le dijo a Iván: “Are you ready?”. “¡¡Sí!!”, le
contestó con alegría y emoción Iván, ya listo para que Selena hiciera de
él lo que quisiera…
Iván se le quedó mirando, mas no supo qué hacer ni qué decir en cuanto
Selena lo miró desafiante, le pegó con el revés de su mano derecha su
pecho y le empezó cantar: “¿Qué creías?”. Él optó por quedarse quieto
con las manos hacia atrás como arrepentido y aceptando los retos de
Selena. Pero por sobre todo él no quería hacer nada que implicara que el
público desviara su atención de Selena y lo mirara a él riéndose,
haciendo gestos de aceptación o saludando a alguien. ¡¡De ninguna manera
haría ello!! Hacerlo implicaría ponerse como protagonista de ese momento
y ese momento era de Selena. Iván entendió el juego: él sólo debía hacer
de partenaire. La protagonista era Selena, sólo Selena. Pero más que
nada se convenció pues estaba totalmente anonadado y sin habla frente a
la espectacularidad de la figura y personalidad de Selena. Si ya él se
quedaba asombrado con verla desde lejos, tenerla tan cerca lo hacía
sentir envuelto en una nube de emoción, lo transformaba cabalmente en el
personaje masculino de la canción. Selena le gritaba al oído, se le
ponía a sus pies, lo zamarreaba una y otra vez, le exigía una
explicación, e Iván, nada … Sólo silencio, mirada seria y compungida a
Selena, y dejarse llevar por el deslumbramiento de semejante artista.
Tan buena artista que supo ver que ella se iba animando en su actuación
según como él reaccionaba. Y como él estaba como una estatua, ella
exteriorizaba aún más su pedido de explicaciones. También veía que
Selena le hacía pequeños gestos para que se metiera en la representación,
que no fuera sólo un chico mudo, sino un novio que intentaba vanamente
recomponer la situación. Y cuando Iván levantó su dedo índice para pedir
hablar, Selena lo agarró de la solapa de su camisa, mientras lo
zamarreaba cantando: “¿Qué creías, tú qué creías? ¿Que como yo había
muchas, que mi Amor ni regalado? Pues ya ves, ¡¡equivocado!!”. Luego lo
soltó, espero el aplauso y la algarabía de la gente, y se acercó a Iván
para saludarlo, no sin antes pedirle al público “¡¡Un aplauso para mi ex
novio!!”. En ese instante Iván miró a Selena y sintió un sentimiento de
compasión por esa mujer. No sabía por qué lo sentía, pero tenía un
presentimiento, una sensación extraña que la hacía querer protegerla,
advertirle, avisarle, prevenirle. La mirada en sus ojos se lo pedía.
Había algo en la expresión de Selena que lo animaba aún más. Por eso,
cuando Selena se le acercó con un gracias, él llorando de la emoción le
dijo: “Cuídate, cuídate, Selena. Yo sólo tengo palabras de
agradecimientos para ti. Doy gracias a Dios por haberte conocido. ¡¡Te
juro que me has cambiado la vida!!”. Y la abrazó bien fuerte. Y antes de
que vinieran los custodios por las dudas, él se apartó y le terminó de
decir: “Piensa en ese público, Selena. ¡¡Piensa en cada acción que hagas
en ese público que te adora!!”. Y se puso a llorar de nuevo mientras era
acompañado por el personal de seguridad para ubicarse de nuevo en el
campo. Selena quedó impactada con esas palabras y tardó en reaccionar.
Sólo atinó a saludarlo con su mano a Iván y a pedirle a los custodios
que lo traten bien pues “se portó de maravillas este chico para ser la
primera vez. Es como si me hubiese visto de toda la vida. ¡¡Felicitaciones!!”.
Y pidió de nuevo “¡¡un fuerte aplauso para Iván!!”. Y hasta antes de
seguir con la siguiente canción, Selena se quedó pensando en que tal vez
debía hacerle caso a Iván, que debía entender que debía dejarse cuidar
por los que realmente la amaban y se preocuparan tanto por ella. Que
debía entregarse definitivamente a su público y no sentirse que debía
estar en el medio de intereses de otra gente … Era consciente de que ya
no era una niña promesa. Lo suyo era una realidad. Ya era muy famosa y
tenía un largo camino para recorrer no sin correr riesgos. Quiso decirle
algo más a Iván, pero ya era tarde. Él ya se había marchado…
Cuando Iván bajó, Esperanza se le vino encima y lo abrazó fuertemente.
“!!Estoy orgullosa de ti, Iván!! ¡¡Estuviste de maravillas!! ¿Viste que
no me había equivocado, que Selena te encantaría?”. Iván se le quedó
mirando y le confesó: “Pensé que te pondrías celosa de verme allí
participando de ese momento y de haber notado que me encantó Selena…”.
“¡¡Para nada, Iván!! Como habrás notado, Selena es distinta, es otra
clase de artista. No es una rival para ninguna de las mujeres. Para
cualquiera de nosotras es parte de nuestra familia. ¡¡Es una parte
hermosa de nuestra familia!!”, le dijo Esperanza y lo abrazó con firmeza.
“Además, no sabes lo lindo que es tener a alguien que uno ama que quiera
también a Selena”. “Creo que es imposible no quererla en cuanto uno la
ve, pero…” … Iván se detuvo. Iba a decirle que algo le preocupaba, no
sabía qué, pero sentía un presentimiento, como esas pesadillas de las
que uno se despierta pero que no sabe lo que ha soñado o padecido. Pero
prefirió no decirlo. No quería preocupar a Esmeralda con algo que ni
sabía explicar ni de qué se trataba … “¿Pero qué?”, le dijo Esmeralda.
“Pero … eh … ¿qué me dirías si algún día se me ocurre tatuarme el brazo
con la cara de Selena?”, le dijo Iván para salir del paso pero intuyendo
que se metía en un terreno más que peligroso … “Que me parece magnífico
y mucho mejor que tatuarte alguna calavera o figuras de las que sigues
en tus conciertos ... ¿Qué te parece si nos tatuamos la cara de Selena
como si adquiriéramos un anillo de compromiso?”, le dijo Esmeralda. “Que
me parece fantástico”, le dijo Iván y la abrazó bien fuerte. “Tenías
razón, Esmeralda. Ella es divina. Definitivamente verla te cambia la
vida, te cambia la forma de ver las cosas. Ella transmite…”. “Mucho
Amor”, le completó Esmeralda, sabiendo que es eso lo que transmite y
genera Selena. Se habían perdido parte de una de las canciones de Selena
hablando de esto, pero era importante decirlo. Selena seguro lo
entendería y aprobaría. El final del concierto lo vieron juntos y
abrazados. Iván quedó estupefacto ver interpretar a Selena “Si una vez”,
ver sus ojitos cómplices, ver su manera de manejar los tiempos, las
pausas y la emoción de la gente. “No, nunca vi a nadie así”, dijo Iván
reflexionando en voz alta y con ello logró otro beso de su novia…
Vino el final del concierto, vinieron los “bises” y al final Selena se
despidió. Iván sintió una gran angustia. Tal vez era tonto pero lo
sentía como real. Temía que ésa fuera la primera y la última vez que
vería a Selena. Había pasado por un montón de sensaciones en pocas horas.
Selena era capaz de generar eso y mucho más ... Cuando estaban saliendo,
Esperanza se encontró con unas amigas exactamente en la puerta de
entrada al campo. De pronto, Iván sintió como un llamado, como si
alguien le estuviera requiriendo su presencia. De pronto sintió que
debía buscar a Selena, que ése era el momento y que debía enfilar para
el lado de las tribunas, en las que llegó a asistir gente aunque viera a
Selena de muy lejos. No sé por qué debía ir allí y debía ir solo. No era
posible que encontrara a Selena allí … “Esperanza, espérame un tantito.
Ahora vengo. No te muevas. Quédate hasta que yo vuelva…”. “¿Pero a dónde
vas?”, le preguntó intrigada Esperanza. “A traerte algo de Selena”, le
dijo Iván, le dio un beso y salió. Al principio iba caminando normal,
pero en cuanto supo que Esperanza no lo vería, salió corriendo como una
saeta para el sector de las tribunas. “Espero llegar a tiempo”, se decía
Iván mientras corría casi desesperadamente. Cuando llegó vio que había
una gran cantidad de personas que se habían quedado aún allí y estaban
prestas a salir en cualquier momento. No podía ingresar allí pues no se
lo permitiría el personal de seguridad. Iván no tenía mucho tiempo. Sólo
atinó a avanzar por detrás de las tribunas para ver si había otra
entrada hasta que de pronto casi en sus narices se abre una de las
puertas laterales del estadio y ve salir a Selena, a su banda y su
familia saliendo presurosos de allí … “!!Selena, Selena!!”, comenzó a
gritar Iván. Los demás iban a seguir, pero Selena se detuvo
automáticamente, se dio vuelta y se sonrió: “¡¡Iván!! ¡¡Qué bueno que
apareciste!! ¡¡Ni que me hubieses escuchado!! Estaba pensando en ti…”. E
hizo un gesto a los demás para que la esperen allí. “Pues aquí estoy.
Creí escuchar un llamado. No sé por qué, pero sentí la necesidad de
venir hacia aquí. Dejé a mi novia esperando con la promesa de que
traería algo de ti”, le dijo sonriente Iván. “Es que debes tener poderes
o una gran percepción, pues efectivamente tenía preparado algo para ti y
para tu novia…”. Selena le entregó un bolsa. “Mira, fíjate si te gusta”.
Iván abrió la bolsa y vio que en su interior estaba la chaqueta que
había usado Selena esa noche. Iván puso cara de “¿En serio es para mí?”
y antes de que dijera algo, Selena le dijo: “Hay algo más…”. Iván se
fijó y vio que había también en el interior de la bolsa un papel
autografiado: “Never forget what you told me tonight. And do not worry,
I will be careful. See you soon. I hope not to disappoint neither you
nor all those who love me. Love. Selena. 1994”. Iván se puso a llorar y
casi sin mirarla por sus lágrimas la abrazó a Selena: “Cuídate, cuídate
mucho. Sé que te preguntarás por qué te lo digo tantas veces. Yo tampoco
lo sé. Tal vez sean mis poderes…”, le dijo Iván sin querer precisarle
más sus presentimientos ni preocupar en vano a Selena. “Te entiendo,
Iván. No necesitas decirme más nada. Ya sé lo que me quieres decir. Hay
cosas que se dicen con la mirada. Lo aprendí de muy chica. Hoy con tu
mirada me sentí como cuando era niña. Eso es lo que te quería decir
cuando te fuiste del escenario…”. Selena estaba a punto de llorar pero
antes de hacerlo le dio otra bolsa: “Esto es para Esperanza. ¡¡Pero no
la abras!! Deja que la abra ella. Que la abra junto a ti cuando estén
solos”. “¿Pero puedo saber qué es?”. “Claro, son los boustiers, mi
pantalón y mis zapatos que llevé esta noche. ¡¡Ah!! También mis aros, ¡¡pues
seguro que al final se me va a caer uno y terminaré tirando el otro!!” y
Selena echó a reír con ganas. “¿Y le has dejado un autógrafo?”, preguntó
Iván. “Por supuesto y antes de que me lo preguntes, le escribí a
Esperanza que me llamen cuando se casen para que yo sea la testigo”,
dijo Selena riéndose con ternura. Justo en ese momento apareció parte
del público que estuvo en las tribunas y al ver que estaba Selena
comenzó a correr. “Debes irte, Iván. Ellos vienen a pedirme algún
autógrafo. Yo me quedaré aquí. Estuvieron toda la noche viéndome de
lejos. Al menos quiero que tengan la alegría de verme de cerca. Adiós”,
le dijo Selena y le dio un último beso. “¿Y cómo harás sola?”. Selena le
hizo un gesto de que no se preocupe. En ese momento llamó de un chiflido
a A.B. Éste vino enseguida llegando justo para atender a la gente que
venía a brindar su Amor a Selena. Iván sonrió feliz y se fue despidiendo
de Selena con largos saludos, miles de agradecimientos y pulgares en
alto hasta que ya no la vio más…
Cuando volvió, se encontró con que Esperanza no sólo seguía hablando
toda entusiasmada de Selena sino que estaba con más amigas con las que
se había encontrado allí. En cuanto lo vio le dijo: “Ey, ¿cómo has
tardado? ¿Había mucha gente comprando cosas de Selena?”. “Sí, digamos
que sí”, le contestó Iván y le propuso: “¿Qué tal si te llevo a casa de
tus padres y te enseño lo que conseguí de Selena?”. “¡¡Pues claro!! ¿Pero
por qué no me lo muestras aquí? ¡¡Estoy toda intrigada!!”, le dijo a los
gritos Esperanza. “No, aquí no. Tenemos que estar solos para verlo. Como
mucho, tus padres. Pero nadie más”, le rogó Iván. “¿Por qué?”, le
preguntó casi enojada su novia. “Porque me lo pidió Selena … ¡¡Y ahora
vamos ya!!”, le dijo Iván tomándola de las manos a una Esmeralda
desconcertada sin perder más tiempo. Cuando estaban ya casi en la calle,
Iván se volvió a encontrar con su tío. “¿Has visto lo encantadora que es
Selena?”, le comentó. Iván se río con ganas. Se río de tantas
casualidades de ese día, que más que casualidades son causalidades. Pero
luego de ver a Selena quiso ver el lado positivo de las cosas. Quizás
esa noche haya sido una revelación para todos. Quizás esa noche haya
nacido una nueva vida para todos. Quizás esa noche el destino haya
cambiado para todos, sobre todo para Selena, y para bien…
(Yo sólo espero que Iván haya podido con su presencia cambiar su vida y
su percepción de la vida y de las cosas. Yo sólo espero que Iván haya
podido cambiar el destino de Selena … para que ella esté siempre feliz y
llene de Amor a este mundo que sin ella nunca será el mismo…)
Te recuerda, Selena, cada semana, cada noche, cada día, con Amor…
Cuando veo y reveo la película “Selena”, me pregunto si era necesario
hacer un filme novelado con una actriz que haga las veces de Selena y
otros actores haciendo de sus hermanos, de sus padres, de su esposo, del
resto de la banda. Tal vez en aquella época, allá por 1997, sin estar
generalizado Internet, no habiendo tal vez al alcance del público buena
parte del material de Selena, y en la necesidad de dejar un mensaje en
el que se glorificara la imagen de ella y de su familia en el medio de
un contexto en el que se había pasado por un juicio y sentencia de
culpabilidad a la asesina, de rumores, de conjeturas, de poner en duda
muchos aspectos de la vida privada de Selena en base a trascendidos, de
declaraciones interesadas, de afirmaciones de dudoso objetivo e
intenciones, era razonable pensar en una película que dejara un claro
mensaje al público que conoció a Selena y al que no conoció cómo habían
sido las cosas, qué se quería decir y qué no. En aquel momento en el que
todavía se lloraba a Selena y se tomaba cualquier cosa que pertenecía a
ella como un tesoro incalculable, era necesario aunque sea dejar una
película que reflejara un punto de vista que implicaba conocer a Selena,
entender su éxito y explicarse aquel absurdo final, aunque en la
película protagonizada por Jennifer López poco se puede deducir acerca
de por qué sucedió aquel nefasto 31 de marzo. Es más, aun habiéndose
conocido buena parte de lo sucedido aquel día, aun habiéndose declarado
culpable a la asesina, aun habiendo salido publicaciones que intentaron
aportar datos para esclarecer lo sucedido, nunca se terminó por entender
concretamente qué pasó aquel día, qué lo llevó a que terminara de ese
modo. Muchos trataron de explicarlo, incluso hasta se han hecho hasta
buenos planteos para explicarlo, como partir de la base de que para
entender aquel inconcebible 31 de marzo de 1995 había que entender la
historia de aquellas dos protagonistas que estaban en el Motel Days Inn
aquel triste día gris, pero al final algunos que se encaminaron por esta
hipótesis se dejaron llevar por el exitismo, por la venta fácil, por el
amarillismo y terminaron no sólo por no aclarar nada sino por embarrar
la historia, insinuando cosas, dando a entender historias sórdidas,
oscuras y truculentas en las que Selena tuvo supuestamente protagonismo.
Difícil que una publicación sea creíble si el que la escribe se
considera más importante que el personaje al que trata … Es curioso.
Esas publicaciones, aunque sepamos que tienen poco de verdad y mucho de
dudoso gusto e intenciones, gozan de mayor prestigio que otras
publicaciones hechas por gente que por ahí no tienen tanto cartel como
aquéllos y cuyos planteos provocan polémica, pues no coinciden con
nuestra visión de las cosas y de la vida. Y a veces estas últimas
publicaciones nos dan una idea más acabada de lo que sucedió aquel día,
que termina siendo mucho más razonable que las otras historias. Y si es
así es simplemente porque se lo aborda desde el sentido común y de una
visión más lógica y llana de las cosas, en la que se busca la verdad y
no vender más libros, en el que se busca saber por qué le sucedió esto a
Selena y no sólo buscar escándalo como único fin. A veces la realidad es
mucho más simple de lo que parece. La historia y sobre todo el final de
nuestra Selena nos hacen pensar que debió haber habido detrás de ella
una historia muy grande, con terribles escándalos y sinsabores
implícitos para poder explicar tamaño asesinato. Y en un punto es
entendible ese planteo y ese razonamiento inicial. Pero a poco de andar
en el camino uno puede ver que en realidad las cosas fueron mucho más
simples, mucho más terriblemente simples. Que tienen su complejidad,
pero no la complejidad que uno supone. A veces con estas historias con
semejante final no nos da para pensar que en realidad todo fue producto
de una cosa doméstica, más llana, más del quehacer cotidiano de las
personas. Hoy en un mundo en el que cada vez hay más manipuladores y
psicópatas en el medio de nuestro quehacer cotidiano, y en el que
nosotros tomamos esas personas y sus conductas como algo “normal”, nos
es más explicable que un asesinato puede surgir simplemente por la
maniobra de una mujer manipuladora, que al ver que perdía todo, en
especial su influencia sobre su artista más admirada por sus peleas con
el padre de Selena, decidió sin más planificar el crimen y sentenciar
así a Selena y castigar a su padre de la manera más cruel. Tal vez eso
explique que hoy salgan publicaciones que describan el crimen desde ese
simple punto de vista, y que de alguna manera todos lo vean como algo
más que lógico y razonable. Antes las cosas no se veían así, aunque se
contemplara la posibilidad de que la asesina lo hiciera por celos o por
rencor. Se veía así porque no se concebía que la asesina perpetrara tal
hecho por un obrar planificado; se pensaba más de un ataque de ira o
pasional producto de una pelea del momento. Además, se razonaba así
porque no se tenía un real conocimiento de la asesina y durante años no
se supo el gran vínculo que ésta tenía con todos los integrantes de la
Familia Quintanila. Pero el dolor en aquel momento era grande, aún se
estaba lejos de que se cicatrizaran las heridas por la partida de
Selena, y aún se pensaba en la posibilidad de que lo sucedido fuera
producto de algo más visiblemente grande, algo tan grande que diera la
sensación de que era imposible evitarlo. Verlo así podía tener “más
sentido”. Al menos eso daba la imagen de algo desconocido y lejano.
Siempre las explicaciones más simples y más “terrenales” nos angustian
más pues siempre instala la idea de que todo podía haberse evitado. Y
nadie por aquel 1997 estaba siquiera en condiciones de pensarlo …. Ni
querer imaginarlo … A tal punto era así que incluso el padre de Selena,
en el programa de Cristina hecho en marzo de 1996, admitió que él, como
productor ejecutivo de la película, no quería hablar del final de
Selena. Ni siquiera quería mencionarlo. Lo tuvo que convencer el
director y guionista de la película, Gregory Nava, con el argumento más
que lógico y razonable de que él debía dejar un mensaje al público,
tanto al que conoció a Selena como al que no. Hoy eso no tendría sentido.
Hoy la mención y la explicación tendrían que estar indefectiblemente
explicadas…
En la actualidad, ¿cómo sería hacer una película sobre Selena? ¿Sería
necesario recurrir a actores para representarla? ¿Habría que recurrir a
un guión que nos explique cómo se dio esa increíble historia o con sólo
mostrar a Selena en conciertos, en entrevistas, en programas de radio y
de televisión serían suficientes? Hoy en día se puede acceder con
relativa facilidad a la historia real de Selena. Hoy es sencillo ver
toda clase de cosas relativas a ella teniéndola a Selena como única
protagonista. Para explicar todo el recorrido de Selena al éxito, ese
camino increíble del que no se aseguraba para nada que eso podría llegar
a buen puerto, ¿no es mejor verlo en pequeños pasajes que nos muestre a
la mismísima Selena explicándolo? ¿No es mejor que la misma Selena nos
cuente la realidad de su obra, cómo era realmente, qué era lo que quería,
qué clase de artista y de persona era? Tal vez viéndolo desde esa
perspectiva, nos daríamos cuenta de que para apreciar a Selena y
valorarla en toda su dimensión hay que mostrarla, difundirla, explorarla.
Nada mejor que verla para entender lo que ella significaba. Siempre diré
que ninguna de las más espectaculares imágenes que nos muestre la
película protagonizada por Jennifer López se asemejará a ver a la Selena
real, a la Selena que nos cautivaba con su voz, con su presencia, con su
carisma, con su talento. Siempre diré que ninguna imagen, por más
grandilocuente que sea, podrá ser mejor que ver a Selena cantando “Si
una vez”, en el Houston Astrodome el 26 de febrero de 1995. Recuerdo
haberla visto en la película y no generarme el sentimiento, la emoción y
el deslumbramiento que sí me generó ver a Selena en vivo interpretando
esa canción. Nadie podría ni aunque ensayara por horas interpretar como
Selena lo hizo cuando cantó “Where did the feeling go?” en el concierto
de San Antonio el 1 de abril de 1991, cuando ella tenía sólo 19 casi 20
años. El ver a Selena, el verla actuar, el escucharla, genera lo que no
provoca nadie. Ver interpretar a Selena es decir que como ella no habrá
nadie, que ella cantaba y emocionaba como nadie, que las canciones que
supo cantar sólo las podía interpretar ella. Selena era distinta,
inigualable, inimitable. Verla cantar y actuar provoca que uno se
enamore de inmediato de ella para luego lamentarse por su suerte, por
nuestra suerte…
Hay momentos que hablan por sí solos, hay instantes al pasar que nos
grafican la magnitud de la artista como lo inconsolable de su final. Tal
vez en aquel 1997 podía sonar hasta lógicamente gracioso ver el inicio
de la película con una Selena hurgando entre cajas un vestido del cual
vestirse aquella noche mágica del Houston Astrodome. Tal vez podamos ver
hasta con gracia y ternura que todo haya sido producto de algo tal vez
normal en Selena, que era llegar tarde. ¿Pero qué pensar de aquella
imagen si en realidad de los hechos Selena había llegado temprano para
ensayar, para atender a la prensa, a los fans, para elegir su vestido,
para ponerse linda y en forma a la hora estipulada? Hoy uno puede ver
una y otra vez esas imágenes en innumerables páginas de Internet.
Incluso uno puede ver un reportaje que le hiciera Jesus Soltero al día
siguiente del primer concierto de Selena en el Houston Astrodome el 28
de febrero de 1993, y justamente lo que más le había elogiado él a
Selena era que aun con el desgaste y la emoción del primer gran rodeo,
Selena se había no sólo levantado temprano sino que había hecho levantar
al resto de la banda a la misma hora para seguir con sus actividades
cotidianas y profesionales. Entonces, ¿con qué imágenes nos quedamos?
¿Con las de la película o con las reales? ¿Por qué se dio esa imagen
entre 1996 y 1997 cuando se rodó la película? ¿Acaso por qué estaban muy
frescas las revelaciones del juicio y había que dar una respuesta o
explicación a ello? ¿Es que la película respondió a otras necesidades
aparte de recordar a Selena con Amor, cariño y respeto? Porque es cierto
que Selena a veces llegaba tarde. Uno lo puede certificar en Festival
Acapulco 1994. Estaba Selena por interpretar “Amor prohibido” y por
alguna extraña razón ella no salía. Su banda ya había empezado a tocar y
tuvieron que alargar la introducción porque Selena no salía ...
Simplemente no salía ... En un momento A.B. la ve tras bambalinas desde
el escenario y le hace un gesto elocuente como diciéndole “¡¡Pero entra
de una vez!!”. Y al instante Selena entra como si nada saludando al
público y comenzando a cantar. Es que muchas veces Selena demoraba en
entrar, pues como recordara la conductora de Padrísimo, Raquelín
González, ella se quedaba hasta último momento arreglando un botón de un
vestido o retocándose ella para estar más bella, como lo haría cualquier
mujer. Pero nunca llegaba tarde. Era muy profesional, era un ejemplo de
ello. Nada que ver con la representación de la película. Por algo un
periodista mexicano alguna vez escribió que luego de ver la película
había sentido que habían dejado atrás la imagen de grandeza de Selena
para poner a una Selena más “terrenal”, como una artista más. Se había
dejado atrás el mito y la leyenda, dijo, e intuía que ya nada sería lo
mismo en el recuerdo de nuestra Selena. Yo nunca coincidí con esa visión,
pero no puedo dejar de pensar que en un punto, luego de ver cómo se
encarriló el recuerdo de Selena a partir de la película, tenía algo de
razón… Como ocurre en la totalidad de los aspectos en la vida, de todo
se aprende algo, todo ayuda a darnos un panorama real de las cosas,
incluso de visiones de las cuales no coincidimos…
Hay instantes, hay momentos que hablan por sí solos y que Selena nos lo
muestra mejor que nadie. El 8 de marzo de 1995 Selena hacía su
presentación en el programa “Padrísimo”. Como la conductora, Raquelín
González, había partido para Los Ángeles, se le propuso a Selena no sólo
cantar sino de hacer de presentadora del programa. Ella presentaba los
temas, ella daba el pie a los chistes, ella manejaba “Padrísimo” de
acuerdo con un guión y con su naturalidad de siempre para darle frescura
al programa. Luego de interpretar “Amor prohibido”, Selena salió
corriendo en busca de un monitor y le dijo a toda la banda que la
acompañe. Cuando llegó al lugar, en el monitor estaba Raquelín González,
transmitiendo desde Los Ángeles. Ella le dio las gracias por la
presencia en el programa y por el hecho de que lo haya conducido. Selena
a su vez le agradeció que le haya dado la posibilidad, dijoe que para
ser la primera vez que lo había hecho no estaba para nada mal, le
preguntó a los muchachos si no estaban de acuerdo con ello, ellos
asientieron y Raquelín no sólo se lo reafirmó sino que le dijo que sólo
esperaba que no fuera la última vez que lo haciera … Fue la última vez…
Un mes antes, el 12 de febrero de 1995, le dijo a la conductora de
“Padrísimo” que ella era muy consciente de que ese año sería fundamental
para la banda y para ella, dada la repercusión de sus discos, de sus
conciertos y de sus premios, y de la inminente salida de su disco en
inglés. El sólo hecho de ver la situación de Selena en ese momento
sumado a que, según el padre de Selena, tan sólo un día después de
aquella presentación de Selena como presentadora en “Padrísimo”,
tuvieron esa reunión con esa mujer para aclarar ciertos faltantes de
dinero, nos sume en la más absoluta angustia y dolor. Tal vez por ello
notemos algunos cambios en la conducta y en las expresiones de Selena
algunos días después de ese triste cónclave. Tal vez no la veamos con la
misma sonrisa en el concierto de Chicago, tal vez la veamos tan dispersa
en San Antonio, cuando iba a dar su concierto para la escuela de Los
Spurs, que cuando el conductor Rock And Roll James le preguntó por su
línea de ropa, alagándole lo que llevaba puesto, para que ella pudiera
explayarse sobre Selena Etc. y de todos sus planes al respecto, ella no
dio cuenta de ello, dijo “Gracias”, pero siguió hablando de otra cosa.
Nada más claro que ver a Selena para entender el momento, para explicar
lo que pasaba por su cuerpo y por su mente. Es como ver cuando se le
hiciera un reportaje en Corpus Christi en un hotel en el que luciera una
de sus famosas remeras a rayas. No se la veía con la sonrisa de siempre.
Se podía ver que algo la perturbaba, algo le molestaba. Tanto se había
equivocado producto de su dispersión que hasta hicieron un bloque
televisivo con sus fallidos. Una imagen vale más que mil palabras. Una
imagen de Selena valía más que todo lo que uno podía suponer que le
estaba pasando, tanto lo bueno como lo malo…
Muchas veces con los hechos consumados uno ve cosas y se convence de
ellas justamente sabiendo lo que pasará poco después. Tal vez al ver
esas últimas imágenes de Selena nosotros veamos lo que no hubiésemos
visto si las cosas hubiesen sido diferentes. Ante lo absurdo de lo
sucedido queremos ver algo, una señal, algo que nos indique lo que
estaba pasando y que a muchos se les escapó en ese momento. Porque si
encima nada se aclara poco después, nos aferramos a la única persona que
podría aclararnos todo lo que sucedió, todo lo que precipitaron las
cosas, qué se dijo aquel día, qué pasaba con Selena y con aquella mujer.
Y siempre sentiremos desazón, sensación de incredulidad, sensación de
desconcierto frente a la situación previa al nefasto 31 de marzo de
1995. Es el mismo desconcierto que sucede cuando el periodista que
entrevistara a Selena en Los Ángeles en enero de 1995, cuando Selena se
despide dando un beso a la cámara, revelara asombrado que en todo
momento la asesina estaba detrás de las cámaras mientras se desarrollaba
la entrevista y cada tanto le acercaba un pañuelo o cualquier cosa que
necesitaba Selena en aquella ocasión. Es el mismo desconcierto que nos
provoca el saber que esa mujer y su familia aún conservan cosas de
Selena y las exhiben como trofeos y con aire de desafío, sin que nadie
entienda cómo no se pueden recuperar. Es el mismo desconcierto cuando
uno ve y escucha cada tanto a esa mujer diciendo esas barbaridades
contra Selena y contra su familia. Es increíble lo malo que puede llegar
a ser el ser humano, lo perverso y sádico que puede resultar, y que
aquel que lo protagoniza puede ser cualquiera, cualquiera cuyo aspecto
no llame la atención ni que genere aire de miedo frente al peligro.
Cualquier ser humano que esté al lado nuestro, incluso uno mismo, puede
ser esa persona, esa mala persona que puede pergeñar semejante acto. Las
personas muchas veces no son lo que muestran, sino todo lo contrario, y
muchas veces cuando se comportan tal cual son ya es tarde para poder
hacer algo que evite lo que han pergeñado. Tal vez nunca nos expliquemos
por qué esto le sucedió a Selena, y si ella por allí ya se había
enterado de todo esto. Nunca lo sabremos en su dimensión. La única
persona que podría aclarar todo esto sería Selena. La única protagonista
y la única víctima en esta historia es paradójica e increíblemente
Selena…
¿Qué mejor que ver a Selena para entender sus objetivos, sus sueños, sus
planes? Aún recuerdo un reportaje a Selena en el comienzo de su furor en
Monterrey. Selena apenas hablaba el español. Muchas veces pedía que la
entrevistaran en inglés, así entendía más y se podía explayar mejor en
sus respuestas. Pero en esta ocasión debía hablar el español para darse
a conocer en toda la República Mexicana. Uno podía apreciar a una Selena
jovencísima, muy tímida y con muchos nervios por sus limitaciones en el
habla en español. Aún así, Selena no sólo contestó todo sino que dejó
algo bien en claro, aun siendo 1992. Selena dijo que lo que más quería
era “dedicarse al comercio”, diseñar ropa, ponerse un negocio de modas.
Ni siquiera en ese momento se privó de dejar en claro cuál era su sueño,
qué era lo que quería para sí. Con el tiempo, y aun cuando el éxito de
Selena se hacía imparable, Selena no dejaba de imaginarse hasta dónde
podía llegar con su canto, qué era lo que quería lograr. En un reportaje
que se le hiciera en Guadalajara en 1994 Selena decía que quería
conquistar Europa y llegar hasta la China. Por aquella misma época en un
reportaje que se le hiciera a ella junto a los Barrio Boyzz decía que
soñaba con hacer un dueto con Joe Secada, que esperaba mucho del
inminente disco en inglés y allí dejó cantado un pedacito de uno de los
temas que incluiría en ese album: “Oh, no (I'll never fall in love
again)” ... Ese tema jamás lo llegó a cantar ... En ese mismo reportaje
decía que ella quería ser en el futuro actriz, pero que era consciente
de que debía perfeccionarse y estudiar mucho luego de grabar algunos
capítulos para la telenovela “Dos mujeres, un camino”. En el dvd “A
night to remember”, al final, cuando ella termina de cantar se omite
algo que dice Selena que hubiese conmovido mucho más que cerrar ese dvd
poniendo “Selena: 1971-1995”. Lo que dice Selena cuando termina de
cantar “Where did the feeling go?” es, luego de agradecer al público,
que ese tema era para el futuro disco en inglés, un disco que por esas
época ni siquiera estaba en proyecto ya que no se había firmado el
contrato, que recién se haría en 1993. Estaba tan en mente ese objetivo
en toda la Familia Quintanilla que en ese mismo concierto A.B. anuncia
cómo Selena llegaría a todos los Estados Unidos una vez que llegara a
grabar ese soñado disco en inglés. Es que Selena estaba decidida y
destinada a lograr lo que tanto trabajo costó y lo que estaban decididos
todos los integrantes de la Familia Quintanilla a obtener desde que se
inició el proyecto “Selena y Los Dinos”. Es como se lo dice Selena a
Verónica Castro en el reportaje que se le hiciera en el programa “Furia
Musical”: que ella todos los días estaba pensando en cómo lograr cada
cosa que se le pasaba por su cabeza, que cada momento que tenía libre de
su profesión y de su vida familiar estaba dedicado para lograr todos los
sueños que tenía y rodaba por su mente. En Selena había algo que pocos
tienen y que todos deberían tomar como ejemplo: valor y ganas de ir
siempre por más. Cuando en el programa “En vivo”, de Ricardo Rocha, los
conductores se muestran sorprendidos al anunciarles Selena que iba a
hacer un disco enteramente en inglés, con ritmos totalmente distintos de
lo conocido, le preguntan si eso no le daba miedo, miedo por lo
desconocido, miedo por lo que podría llegar a pasar, miedo al cambio, al
fracaso, a que no la amaran como antes. Selena dijo que sin duda tenía
miedo, pero que para saber qué pasaría tenía que verlo, tenía que
arriesgar, dar el gran salto. Recordar estas cosas me da mucho orgullo,
pero a la vez mucha tristeza, porque pocas artistas hacen esta apuesta
sabiendo que por un lado tienen el éxito asegurado y la lógica les
indica que es mejor no ir por más ni arriesgar nada. Selena nos marcó un
camino que todos deberíamos seguir en la vida … Lástima que ella no haya
podido ver el resultado de semejante filosofía de vida. Pero lo bueno es
que uno pueda apreciar esas imágenes con esas enseñanzas protagonizadas
por la mismísima Selena…
Aún puedo ver a Selena en el programa “Un nuevo día”. Además de lucir
simplemente bellísima, lo más rescatable de aquel momento es ver a
Selena en su real dimensión, como artista, como una mujer que se
desenvolvía con soltura tanto para cantar como para contestar a las
preguntas. Ver a Selena actuando con su eterna y hermosa sonrisa,
moviéndose al paso de la música, sacando su mejor voz, siempre estando
predispuesta para dar lo mejor, sea en un estudio de televisión, sea en
un concierto multitudinario, sea en un programa de radio, era ya un
deleite para cualquiera. Y si menciono todos los posibles movimientos de
Selena es porque ésas eran las actividades que casi todos los días hacía
ella allá por noviembre de 1994. En el reportaje Selena demostró cuán
importante era para ella atender a la gente, estar siempre dispuesta a
escuchar sus pedidos, estar en definitiva al servicio de ellos. En un
momento determinado los conductores del programa le empezaron a leer los
mensajes de los televidentes, en el que se repartían saludos, pedidos de
temas y hasta invitaciones a pasar un día en la casa de alguna familia
en Monterrey. Al pasar por los mensajes alguien le había pedido “Amor
prohibido”. Cuando terminaron los mensajes y ella preguntó con qué tema
seguiría y resultó ser “Amor prohibido”, ella pidió que le recordara a
esa persona que pidió ese tema, que resultó tener el mismo nombre de su
padre, Abraham. Cuando se lo dijeron, ella se lo dedicó exclusivamente a
él. Ésos son lo gestos de Selena que la enaltecían y distinguían, ésos
que la diferenciaba de otros artistas. Sus admiradores no tenían que
correr para acercarse a ella. Selena misma se encargaba de acercarse a
ellos para darles lo que pedían. En esa misma entrevista puede verse dos
caras de la misma moneda: una, muy querible y graciosa, que es cuando
Selena pasa a dar a conocer a los integrantes del grupo. A medida que
los iba nombrando, cuando habló de su hermano, A.B., dijo que era
corista del grupo señalando a Don Shelton en vez de a él, lo que provocó
la perplejidad del conductor y las carcajadas de Selena. En otro momento,
cuando se refirió a Chris, habló de él denominándolo como que era el
guitarrista del grupo, además de su esposo... Ante el silencio que se
produjo al referirse a la actividad de Chris y a su condición con
respecto a Selena, Selena se rió y dijo: “Sí, mi esposo. Qué trabajo,
¿no?”. Pero siempre aparece el aspecto triste de esa aparición de
Selena. En un momento, cuando el conductor le señaló que en su banda
trabajaba toda la familia, y ella le mandó la humorada de decirle que
“lo que sucede es que nosotros queremos quedarnos con toda la lana”,
Selena le dijo que ellos preferían trabajar de ese modo para evitar que
cualquiera se infiltre y se aproveche de ellos. Faltaban sólo 4 meses,
sólo 4 meses para que se diera cuenta de que la infiltrada ya estaba
allí desde hacía bastante tiempo con sus maquiavélicos planes sin que
ellos lo advirtieran, tal vez sólo pensando que ese mujer era parte de
su familia. Selena estaba en su mejor momento. El sólo verla da a las
claras de esa realidad. El sólo verla a ella sin ninguna actriz que la
represente muestra con contundencia ese camino increíble, fascinante y
verdaderamente triste que recorrería en tan poco tiempo Selena, un
camino que fue transitado muy, muy poco tiempo, y dejó una gran huella…
Para Selena todo era tan natural que es probable que le haya parecido un
poco increíble tener que explicar ciertas cosas de su vida y de su
actuación. En la famosa entrevista que le hiciera Cristina Saralegui a
mediados de 1994, Selena tuvo que explicar la manera “osada” que tenía
de vestirse y de mostrarse en el escenario, no sin antes decirle
Cristina que para la ocasión se había vestido en forma “modosita”, pero
que no era así en el escenario. Selena le pidió un tiempito para
explicarlo. Selena en realidad estaba muy nerviosa. Durante buena parte
del reportaje estuvo contenida, bien expectante de no cometer ningún
error, de no hacer nada que significara un papelón ante millones de
televidentes. Era de una de las grandes oportunidades que Selena tenía
para mostrarse ante el mundo. Era un año en el que a Selena se le abrían
todas las puertas, tanto por lo que ella generaba en la gente como por
los reconocimientos que la crítica le hacía a través de los innumerables
e importantes premios que le brindaban. Aun así, Selena, cuando fue a
explicar sobre su vestuario, volcó un vaso de agua que había sobre la
mesa. Entre ella y Cristina, que se notaba que ya que le tenía aprecio,
lo disimilaron bien. Como es de costumbre en esas ocasiones en las que
se ponía nerviosa, Selena se sacó los aros para hablar más cómodamente.
Allí dijo que el hecho de vestirse en el escenario con los bustiers y
con ropas más audaces no significaba nada alocado de su parte. Sólo
significaba que era una actuación, una manera de expresarse que no se
condecía con ella misma, ya que en su casa como en cualquier otro lugar
Selena se vestía como cualquier persona, sin estridencias. Selena
hablaba que había dos personas allí, bien distintas: una en el
escenario, otra en la vida. Selena decía que en el escenario ella sólo
estaba actuando. En realidad, Selena con esta declaración hacía una
concesión, tal vez recomendada por su padre, para ser aceptada por las
mujeres mayores que no veían con buenos ojos a una muchacha vestida de
la manera que lo hacía Selena, que en realidad era hermosa y de buen
gusto. Pero Selena entendió que así debía hacerlo para no tener a nadie
en contra, algo muy raro que sucediera, ya que todos la querían. Selena
sabía que esa que estaba en el escenario era la misma que estaba en su
casa, en ese mismo reportaje, en la calle, en la vida. Pero no importaba
decirlo a todos, ya que todo el mundo en verdad lo sabía. Pero cualquier
tema venía bien para tener a Selena allí. Y es muy tierno ver a Selena
explicando tal vez lo más hermoso de sus interpretaciones. Ella decía
con total naturalidad que su misión era entretener al público y dejarlo
satisfecho, ya que ellos sostenían a ella y a su grupo. Por ello, cuando
tenía que cantar una canción divertida, ella le ponía toda la alegría y
la onda necesarias. Y cuando la canción era triste ella ponía todos sus
sentimientos para expresar esa emoción. Selena lo explicaba como si tal
vez todos pudiéramos hacerlo con tener en claro todos esos parámetros
... Y no todos lo podían hacer. Las canciones de Selena sólo las podía
interpretar ella. Da emoción cuando Cristina hizo intervenir al padre y
éste le dijo que él esperaba que Selena fuera una gran cantante a nivel
internacional. Da emoción cómo Selena tenía contados sus días de novios
y de casados con Chris. Y da mucha risa ver el gesto de Selena cuando
dijo “diecicuatro” en vez de “catorce”. Más da risa cuando puso el gesto
de “¡¡Uy!! ¡¡Me equivoqué!!”, porque tanto Selena se había contenido,
tanto se había cuidado para no cometer ningún error, para que justo lo
cometiera en el momento menos esperado. Y ese no poder volver las cosas
atrás hizo que Selena se lamentara apoyando su cabeza en el hombro de
Cristina mientras ésta le decía: “Eso es tex-mex. Eso es tex-mex…”. Y da
más emoción ver a Selena cómo quería mostrar a todo el mundo su
verdadera pasión: el diseño…
Nada mejor que recorrer la historia de Selena viendo a Selena misma.
Nada mejor que ella para que nos explique su historia, su obra, sus
sueños. Ella mejor que nadie nos dirá lo que pasaba por su mente y por
su Alma. Y tal vez lo mejor que podamos hacer nosotros es intentar
meternos en su mente y en su corazón acaso para sentir como ella, para
vivir como ella, para intentar seguir su vida como un modelo a seguir,
como para hacer posible un mundo con ella. Cuando uno ve a Selena siente
la verdadera emoción, todo lo que ella era capaz de generar en cualquier
aspecto de la vida. Nada mejor que ver a Selena en vivo cantando en el
concierto del Far West Rodeo. Nada mejor que ver a Selena sonriendo en
una entrevista. Nada mejor que Selena explicándonos su proyecto de vida.
Ojalá que en lo sucesivo si se piensa en hacer otra película de Selena
se lo haga con todo el material rico que nos dejó. Ojalá que se tome
conciencia de que si se quiere preservar el Legado de Nuestra Selena
nada mejor que difundir toda su obra, publicar todos sus conciertos y
asegurarse de que todo lo que hay de Selena se muestre para el goce de
toda nuestra gente y para preservar su memoria. Sólo viendo a Selena en
toda su dimensión podremos descubrir lo gran artista y persona que era,
y sólo podremos explicar toda su historia desde sus comienzos si se
conviene en dejar ver todo su material sin ninguna restricción. El mismo
carácter de Selena hubiese hecho lo imposible para lograr tener todo y
difundirlo … Sería bueno que sigamos su ejemplo para declarar que todos
los sueños son posibles de realizar, tal como ella misma lo decía…
Y mientras tanto yo haré lo indecible para que se te recuerde cada día
como si fuera el primero, Selena. Yo haré siempre algo todos los días
para que se te quiera, para que se te reconozca y para que no se te
olvide nunca. Tú querías que se te recordara con Amor, tú deseabas que
no te dejaran nunca sola, tú deseabas que no se olvidaran nunca de ti.
Eso es lo que hago todos los días, eso es lo que hacemos diariamente los
que realmente te amamos para que siempre tengas una sonrisa en la boca
donde quiera que estés…
Te agradece por siempre y para siempre, recordándote cada instante de tu
vida ofreciéndote mi corazón que sólo a ti pertenece…
Este premio es tuyo...
(Ese pañuelo blanco, Selena … nuevamente)
“And the Oscar goes to … ¡¡Selena!!”. Selena se tomó la cara con las
manos y no pudo contener el llanto. ¿Quién lo iba a decir? ¡¡Selena
ganadora de un Oscar por una actuación!! Hacía rato que no reaccionaba
así. Y no tenía nada que ver el hecho de estar acostumbrada a tantos
éxitos, a tantos premios, a tantos reconocimientos en todo el mundo.
Selena siempre reaccionaba sin exteriorizar tanto sus sentimientos. Iba
siempre preparada para todo, para escuchar cualquier resultado. Iba con
la convicción de que podía ser tan probable ganar como perder. Por eso,
cuando lo lograba se podía afirmar con su actitud que se había preparado
para esa posibilidad. Sólo una vez no pudo contener la emoción. Fue
cuando logró ganar el premio a la mejor cantante regional en Premios Lo
Nuestro 1993. Aquella noche fue mágica. Había tenido una actuación
excepcional. Había cantado “Como la Flor” de maravillas. Se sentía
hermosa y sentía que había llegado el momento del despegue definitivo,
pero aún estaba la incertidumbre. Cuando le dieron ese premio, como
otros tantos esa noche, sintió el reconocimiento internacional, el éxito
fuera de los Premios TMA. Aquel premio la ponía en la consideración de
todo el mundo. Hasta allí Selena era de la gente, la artista del pueblo,
la niña que iba en busca de un sueño, el famoso “sueño americano”. A
partir de ese momento Selena era la artista consagrada, la artista
requerida por los medios, la cantante con despegue internacional. En
aquella noche, Selena no podía salir de su asombro. También se tomó la
cara con las manos, había puesto, al incorporarse a recibir el premio,
su mano en el pecho y se abrió paso entre la gente. Llegó a abrazar en
ese trayecto a A.B. y a Pete Astudillo. Luego, en su emoción casi se
lleva por delante a Paulina Rubio, quien oficiaba de presentadora.
Selena en aquella oportunidad dijo, por su emoción, unas pocas palabras
de agradecimiento a la gente y a todos los que creyeron en Selena y Los
Dinos. Desde allí en adelante Selena recibió cada premio con un nudo en
el estómago de los nervios previos a la entrega y con la naturalidad de
entender que se podía ganar, se podía perder, que cualquier decisión era
la correcta. Así lo tomó cuando recibió el primer Grammy en 1994. Y así
lo haría en lo sucesivo, como cuando no obtuvo el Grammy en 1995 -tal
vez si hubiese recibido el premio aquella desgracia que casi se la lleva
de este mundo nunca hubiese sucedido: ella hubiese estado lo
suficientemente ocupada como para escuchar y seguir a esa pérfida mujer-.
Ni siquiera fue distinto cuando recibió el primer premio TMA luego de la
tragedia del 31 de marzo de 1995 en el que su vida estuvo realmente en
peligro luego de ser atentada por esa pérfida. Selena se había tomado el
suficiente tiempo como para que ningún premio fuera por pena ante lo que
le había sucedido. Ella quería que se lo dieran por mérito propio y no
por reconocimiento ante la desgracia, como consuelo ante lo lamentable,
ante lo absurdo, ante lo peor de la condición humana expresada en esa
mujer que sólo había destilado odio, rencor y frustración. Por eso
estuvo un largo tiempo luego de recuperarse de semejante acto de
barbarie yendo a diferentes programas de televisión y de radio, y yendo
a innumerables festivales y entrega de premios para que la gente le
diera diferentes reconocimientos y destacados sólo en esas ocasiones, en
ese tiempo. Una vez pasado ese momento tan terrible, tan traumático y
tan impactante, Selena se avocó a su disco en inglés y a triunfar.
Paradójicamente nunca quiso hablar de lo que le pasó. En un punto las
cosas se las había facilitado esa pérfida mujer cuando tomó la decisión
correcta al saber que no tendría escapatoria y estaría expuesta al
escarnio público. Y, mejor aún, la gente no le quiso preguntar, no quiso
indagar más de la cuenta. La gente, aun ante semejante hecho, acompañó a
Selena y aprobó todo lo hecho por su artista tan admirada. El hecho de
que estuviera viva no daba ganas de indagar más. Eso era lo más
importante. En correlación con esa actitud, todos los medios sólo
quisieron homenajearla y alentar a Selena en cada programa en el cual
era invitada. Habría que ver qué hubiese sucedido si se daba lo peor …
Pero por suerte y gracias a Dios eso no ocurrió … Selena recordaba que
había quedado muy impresionada por tantas muestras de cariño, tantos
mensajes de Amor, la actitud de la gente de quererla cuidar y
demostrarle su afecto más que admirarla por sus discos. Era mucha más
gente de lo que esperaba, mucha más gente de lo que esperaba toda su
familia. Y si bien Selena allá por 1995 era consciente de su tremenda
popularidad en México y en tantos Estados de los Estados Unidos, nunca
pensó que recibiría tantas muestras de Amor, de admiración y de
reconocimiento en todo el mundo … Para cuando salió el disco en inglés
todo el mundo latino y anglosajón esperaba ese momento para llevárselo
ese mismo día. Se rompieron todos los récords de venta y el disco estuvo
unas horas sin estar disponible para el público. Por suerte la
discográfica y la Familia Quintanilla en pleno hicieron todos los
esfuerzos para que ese tiempo no fuera una eternidad. Y Selena empezó un
recorrido de ensueños que no se acabaría jamás…
“And the Oscar goes to… ¡¡Selena!!”. Esas palabras aún retumbaban en su
cabeza mientras caminaba a recibir el premio. ¡¡Habían pasado tantas
cosas!! Recién allí tomó conciencia de la dimensión de lo que hubiese
ocurrido si aquel acto nefasto se hubiese consumado, si la gente no
hubiese salido a las calles a rezar por ella, a pedirle a Dios por su
salud, por el milagro, a prometerle hacer cualquier cosa con tal de que
ella estuviera viva. En ese instante pensó en Guadalupe, y en sus
palabras y en su promesa. Selena desde aquel encuentro hasta ahora no
había parado: sólo enfocó su vida en pos de lograr todo para algún día
darle a lo que fuera aquella niña lo que le había prometido realizar.
Para Selena el incentivo de Guadalupe fue muy importante para no pensar
en lo que le pasó, para no paralizarse, para no traumatizarse. Con lo
prometido a Guadalupe, Selena sentía que tenía un gran fin que cumplir,
y que nada podía perturbarla y no cumplirlo. Por eso Selena se
comunicaba siempre con ella, y le contaba, antes por carta, luego por
Internet, todo lo que hacía, todo lo que iba logrando, todo lo que
estaba viviendo, ese momento que Dios le dio para que tuviera su
merecida segunda oportunidad. Y aun con el paso del tiempo Selena había
respetado la decisión de Guadalupe de no ir a verla hasta darle lo más
preciado para ella, lo que más le había costado lograr en su camino al
éxito. Aunque su admiradora creciera e hiciera su vida, ella podía
esperar. Lo que más le interesaba era que Selena pudiera triunfar y
cumplir sus sueños. Ella no era una fan enfermiza. No era posesiva, no
la quería sólo para ella con la excusa de mostrarse como una admiradora
incondicional. Ella estaba lejos de tener alguna similitud con la
asesina. Ella quería verdaderamente a Selena y sólo quería que a ella le
fuera bien. Si Selena triunfaba, ella era feliz. Si Selena algún día la
visitara era porque logró todo lo que se había propuesto, todos sus
sueños. Y eso colmaría todas sus expectativas, todo lo que deseaba en la
vida, que Selena estuviera en la cima del mundo en lo artístico y plena
en lo personal. Ésa fue la condición que puso Guadalupe a Selena para
que la visitara alguna vez. Mientras tanto, Selena le había mandado un
vestido exclusivo diseñado por ella, le daba los adelantos de sus nuevos
discos, le daba a ella toda la información, todas las fotos, todas las
exclusivas. Selena sabía la evolución de Guadalupe, que estaba
estudiando, que trabajaba duro, pero no sabía más. Guadalupe siempre le
recordaba que velaba por ella y que le deseaba lo mejor. Que siempre
pensaba en ella. Que siempre estaba feliz porque Selena no paraba en su
camino de Cenicienta. Sólo le pedía a ella lo de siempre: que se cuidara
y que a la hora de las grandes decisiones siempre se acordara de ella.
Que acordándose de ella se acordaría de toda la gente que la quería
tanto, que la amaba, que la estimaba como una pariente más, como un
miembro más de sus familias. Y que ese sentimiento estaba por encima de
todo lo que ella era como artista. Pues esa gente la valoraba primero
como persona, era antes una vecina, la niña a la que veían siempre, el
crédito de su pueblo, la esperanza de que un mundo era posible para
ellos. Tal vez cuando Selena salvó milagrosamente su vida se dio cuenta
de la dimensión de esos rezos y del pedido de Guadalupe. Esa gente nunca
sería la misma sin ella, esa gente quedaría destrozada con su ausencia.
Nadie más que esa gente deseaba que a ella le fuera muy bien en todo…
Selena caminaba por esa alfombra que la depositaba al escenario en el
que sería recibida con el mayor galardón. Más allá de lograr el sueño de
su padre de convertirse en la artista internacional más importante y
popular del mundo, más allá de cumplir con su sueño de ser diseñadora, y
de que sus modelos fueran conocidos y deseados en todo el planeta,
Selena siempre había dicho que quería ser actriz. En los tiempos en los
que había logrado una gran popularidad en Mexico y en Estados Unidos
sólo había tenido participación en la novela “Dos mujeres, un camino” y
un papel pequeño de cantante mariachi en “Don Juan de Marco”. Pero luego
de aquello siempre pensó que tenía que estudiar mucho y esmerarse más
para lograr algo. Cuando sobrevino esa tragedia con suerte, Selena
estudió actuación, se juntó con los mejores actores y maestros para que
le enseñaran todo, y se puso a practicar con toda dedicación mientras
desarrollaba su increíble éxito internacional como cantante. Para cuando
el nombre “Selena” era pronunciado en todo el mundo, cuando la figura de
ella como cantante y diseñadora era conocida por cada habitante del
planeta, a Selena le llovieron ofertas de trabajo en programas de
televisión, de cine y hasta de teatro. Selena fue haciendo todos los
rubros en su debido momento hasta que llegó su papel principal en la
película “Nunca te des por vencido”, en la que ella hacía de una mujer
muy pobre que tenía que salir a trabajar muy duro para lograr mantener a
toda su familia caída en desgracia. Su actuación fue tan impactante que
no hubo crítico que no sólo elogiara la película sino su participación
en el papel principal. En un punto era la historia de su vida … “Selena
sigue sorprendiéndonos gratamente como siempre”, decía un titular.
“Selena vuelve a tocar los corazones de su gente”, decía otro. “Selena,
una artista sin igual”, decía una publicación prestigiosa. La película
fue un éxito en taquilla y recibió múltiples premios en diferentes
festivales en Europa y Estados Unidos, y nominaciones para el Oscar. Y
cuando parecía que iba a suceder como siempre en estos casos, que el que
tiene muchas nominaciones no recibe tantos premios, sucedió todo lo
contrario. La película se llevó casi todos los premios, y Selena el suyo
y toda la ovación. Por suerte Selena lo había logrado de esta manera y
no como simple reconocimiento en su ausencia, ausencia producto de una
tragedia, de una desgracia, de una locura. Más de una vez Selena pensó
que bien todos esos aplausos podían haberse dado sin que ella los oyera,
sin que ella los pudiera oír ni sentir. Por suerte Selena no se había
convertido ni en mito ni en leyenda. Por suerte ella sentía que todo lo
que vivía era una realidad, que todo ese reconocimiento fue gracias a su
voz, a su esfuerzo, a su talento y carisma, y al cariño de su gente…
Selena sentía que no llegaba nunca. Y es que sus pensamientos, sus
sensaciones y sus sentimientos iban mucho más rápido que su paso al
escenario. Por un instante pensó en todo lo que se había convertido en
estos últimos 16 años. También recordó que estaba por cumplir 40 años,
pero eso no le pesaba. Muy por el contrario, esa edad la llenaba de
orgullo. Veía que estaba llegando a esa edad habiendo logrado
prácticamente todo. Ni el parate lógico producto del intento de
asesinato detuvo la carrera meteórica de Selena por el mundo. Luego de
la salida del disco en inglés, que salió en 1996 bajo el nombre “I will
survive”, Selena logró no sólo consolidarse en Estados Unidos sino que
logró un éxito increíble en Latinoamérica. Muchos países de
Centroamérica y Sudamérica, como en Venezuela, Colombia y Perú, además
de México, que ya la amaba desde hacía tiempo, deliraron con su
presencia y sus actuaciones cantando los clásicos éxitos en español, y
en países como Argentina llegó al reconocimiento con ese disco en inglés
y sus memorables actuaciones en el estadio de River Plate. Y eso trajo
un efecto dominó en Chile, Uruguay, Bolivia y Paraguay. Muchos de estos
países esperaban ansiosamente a Selena desde 1994 cuando ella anunció
que iría por allí, y con todo lo que sucedió en el medio provocó más
entusiasmo, y más aplausos con lo que Selena les brindaba. Y no quedó
allí. El éxito de “I will survive” la depositó en Europa, y sus
conciertos fueron tan exitosos que pronto fue a actuar en Japón, China,
Australia, Rusia y en todos los continentes. Pronto su canto, sus
actuaciones y su figura eran requeridas en todo evento mundial de
caridad, de mundiales de fútbol, de rugby, y en todas las finales de
fútbol americano y de béisbol. Cuando los de San Antonio Spurs
disputaban las finales de básquet, Selena siempre era invitada, y ella
no sólo asistía sino que actuaba. No olvidaba que ella era la madrina
del colegio de Los Spurs, y en esa calidad les había ofrecido un show
poco antes del atentado. Fue una de sus últimas actuaciones antes de ese
día nefasto. A veces eso le daba tristeza, pues recordaba estar triste y
preocupada por esa época, pero siempre le aliviaba, y por eso lo
agradecía cada día a Dios -y a su gente, sobre todo, a Guadalupe-, que
el destino le había dado una nueva oportunidad, que ella no lo había
desaprovechado…
Cuando subió por las escalinatas que la depositaron en el escenario pudo
escuchar la ovación y a todo el público asistente aplaudiendo de pie.
Selena no se pudo contener y rompió en un llanto. Ryan Seacrest, el
presentador, la contuvo y le dio un fuerte abrazo, y así la mantuvo
mientras los aplausos y ovaciones se acrecentaban más y más. Selena
lloró como nunca lo había hecho en todo ese tiempo desde aquel nefasto
día. Sólo se permitió llorar en silencio cuando la fue a visitar
Guadalupe. Sólo se permitió llorar en la intimidad y sin que nadie, ni
siquiera su padre, la viera. El sentir que aquella niña había rezado y
pedido tanto por ella le permitió mostrarse ante su admiradora tal cual
es. Selena se podía permitir exponerse ante ella mostrando que podía
tener sus flaquezas, sus dudas y de sentirse débil e insegura. Pero con
la promesa que le hiciera de no parar hasta lograr todo lo que se había
propuesto cuidándose mucho y pensando no sólo en Guadalupe sino en las
tantas Lupitas que estaban en el mundo velando por ella, sólo depositó
sus energías y sus emociones en lograr sus éxitos profesionales y
personales. Selena siempre le agradeció a Lupita no sólo cada premio
sino cada uno de los tres hijos que había tenido con Chris. Selena no
podía dejar de pensar que sin la fuerza de su gente tal vez Selena no
hubiese podido lograrlo y, peor aún, sucumbido en aquel nefasto día. De
sólo pensar en ello le daba escalofríos y mucho, mucho miedo. Miedo que
le duró en todo este tiempo. Miedo que le duraba en ese día. Por eso
lloraba Selena. Lloraba por lo que le pudo haber pasado y que gracias al
Amor de Dios y de tanta gente no había sucedido, y que ahora tenía ese
tan soñado presente…
A Selena le costó recomponerse de esa situación. En un punto había
entrado en una situación que no deseaba y que eso encima se expusiera
ante el público. Pero comprendió que había tenido motivos más que
suficientes como para reaccionar así. Y que los demás lo entenderían.
¡¡Y vaya que lo habían comprendido!! Al abrir sus ojos y ver a tanta
gente tan emocionada como ella le hizo ver a Selena que la gente no
había olvidado lo que había pasado, que aún estaba latente aquel hecho y
la alegría de la salvación de Selena. Es que todos, y no sólo Selena,
habían quedado heridos. Y por más que la alegría tapara todo, por más
que el paso del tiempo se encargara de ir borrando de a poco las heridas
que provocó esa pérfida mujer, esas heridas, ese sentimiento, ese dolor
nunca se habían ido. Todos los asistentes y toda la gente le hizo ver y
sentir a Selena por lo que habían pasado aquel 31 de marzo de 1995. Toda
esa gente recibió el impacto de la noticia. Luego vinieron la negación,
el ruego, la devastación, el desconsuelo, la espera resignada de la peor
noticia, y luego el llanto, los abrazos, los gritos, esta vez de alegría,
cuando se enteraron del milagro, de que Selena se había salvado. Todos
después fueron a Corpus Christi, la visitaron, le pidieron autógrafos,
se abrazaron con ella. Pero en los 16 años subsiguientes cada uno se
alarmaba si escuchaban de los noticieros las palabras “choque”, “robo”,
“accidente”, “tiroteo”, “asesinato”. No podían dejar de olvidar aquel
día, cuando todo parecía perdido, cuando todo parecía inevitable. Tal
vez la gente, la familia, todos empezaron a tomar conciencia de la
seguridad de Selena, y de que debía preservarse para evitar desmanes y
desbordes de alguien alocado que podía estar más cerca de lo que se
pensaba. La gente nunca dejó de tener miedo y de que a Selena le
volviera a pasar esto. Y ahora que veían que Selena lograba uno de los
premios más importantes del mundo, no podían dejar de emocionarse como
lo estaba Selena. Por primera vez Selena y su gente podían entender lo
que sentía cada uno sin necesidad de decir nada más. Selena aprovechó un
silencio que se dio en el teatro para decir sus palabras. Vio que le
hacían señas diciendo que no habría límite para ella. Sentían que era
necesario que todos compartieran más tiempo para manifestar sus
sentimientos para con Selena. Nunca se había vivido algo así. Sólo
Selena podía generarlo…
“Agradezco a la Academia y a todos ustedes por semejante reconocimiento”,
dijo Selena y alzo su estatuilla para que la gente celebrara. “Creo que
todos sentimos lo mismo al recibir este premio. No sé si lo merezco. No
sé si hice el mejor papel. Eso sí. Di lo mejor, procuré ser la más
aplicada, la más obediente, la que se esmerara más por lograr hacer las
cosas bien. En la actuación hice como en el canto, como en el diseño. Di
siempre más, dediqué más tiempo y busqué siempre perfeccionarme. Siempre
quise darle un poquito más al público, que es el que mantiene toda esta
industria dando lo mejor de sí … Y la que me hace tan feliz. Tal vez ése
sea el mejor premio. El que no me di por vencida, que siempre fui por
más. Yo sólo tengo palabras de agradecimiento para los que supieron
apoyarme en esta película y que confiaron plenamente en mí. Y quiero
agradecer a José Behar, que siempre quiso ayudar para que yo estuviera
bien, aunque lo suyo sea el negocio de la música. Él fue el que me
contrató para Emi, mi primera disquera importante, e hizo todo para
cumplir mis sueños. Sin él no hubiese sido posible que llegara a lo que
llegué como cantante. Y quiero agradecer a mi familia, a mi esposo, a
mis padres, a mis hermanos, que siempre estuvieron allí no sólo para
exigirme en los momentos en los que teníamos poco para vivir, sino para
tener una fe ciega de que lo íbamos a lograr y darme toda la confianza,
todo el cariño, la compañía y contención necesarias para que esos
momentos de flaqueza, incertidumbre y llanto fueran más llevaderos. Pero
soy conciente de que no sólo yo, sino todos vivimos un momento especial,
único tal vez. Yo nunca quise hablar de lo que pasó y no lo voy a hacer
hoy. Sólo quiero decir que hoy siento lo que sintieron muchos de ustedes
ese día, siento que por ahí les fallé y los hice sufrir por algo que
podía tal vez haberse evitado. Yo sólo recuerdo de aquel día que en mi
mente había una niña que rezaba por mí en la soledad de su cuarto
mientras miraba fijo un pañuelo que yo le había autografiado. Por eso
quiero dedicar especialmente este premio a Lupita, que me dio la fuerza
necesaria para que no me quedara aterrada luego de aquel día, y me
esmerara y cuidara más para lograr todo lo que me había propuesto. Por
suerte tuve el valor de volver a empezar y encarar la vida como siempre,
con valores, con autenticidad, con trabajo, pero sabiendo que debía
cuidarme más … ¡¡Y aquí estoy!! ¡¡Gracias, muchas gracias!!”.
Selena terminó de hablar, alzó de nuevo la estatuilla y volvió a llorar.
Ryan Seacrest la volvió a contener y miraba al público cómo seguía de
pie a Selena y volvía a aplaudir. Selena no quería dar esa imagen. Ella
siempre tuvo salidas ocurrentes en estas y en otras ocasiones. Pero
Selena no pudo tomar esta situación del mismo modo. Este premio no era
uno más. Éste era el premio, era el reconocimiento a toda su carrera.
Selena había llegado a lo más alto, y éste era el momento para poder no
sólo festejar sino poder parar y disfrutarlo, parar y poder contarlo.
Parar y tomar la dimensión de que se estuvo tan cerca de perderlo todo,
de perder una vida artística increíble, de sentirse la mejor cantante
latina del mundo y de la historia, de lograr el cariño de todo el mundo,
de cumplir cada uno de los sueños. Tal vez Selena sabía que algún día
sucedería, pero nunca supo cuál iba a ser el momento en el que iba a
poder exteriorizar toda la angustia, todo el dolor contenidos, estar tan
cerca de perder tontamente su vida que quedaba patentizada cuando vio a
su padre ese nefasto día con su vestido morado que había usado en los
TMA 1995. Siempre supo que si pasaba lo peor ella se iría cubierta con
uno de sus vestidos preferidos. Por eso se lo dio a Guadalupe con la
promesa de darle otro de sus vestidos especialmente diseñados por ella.
No lo quería ver más. Verlo significaba imaginarse la escena, quedarse
petrificada y no poder seguir más. No lo podía tirar. Tampoco esconder.
Por eso en el hospital se lo dio a Guadalupe cuando ésta la visitó.
Necesitaba no verlo por un tiempo para poder seguir…
Selena se fue en el medio del griterío, de los abrazos y del
reconocimiento. Recién había caído en la cuenta de todo lo que había
vivido y de toda la carga de la angustia de aquel 31 de marzo de 1995.
Selena nunca pudo asimilar lo ingenuos que habían sido, cómo habían sido
manipulados por esa mujer. En un punto a Selena le costaba perdonarse
haber tomado la decisión de haber ido a ver a esa mujer. Nunca se había
perdonado pensar que tenía que darle alguna explicación, tener que
cuidarla cuando ella se sabía defender muy bien. No se perdonó desviar
su camino habiendo corrido serio riesgo de perderlo todo en el momento
justo. No se perdonó en definitiva no pensar en ella y en su felicidad
antes que ocuparse de cuestiones que ya no le competían a ella ni eran
de su incumbencia. Se dio cuenta de que siempre se había puesto en
función de la necesidad de su entorno en vez de imponer su criterio y
que los demás se adaptaran a ella. Por eso le hizo caso a esa niña de 14
años, hoy una mujer de 30. Ella le hizo ver que lo más valioso era ella
y si ella no se cuidaba no lo podrían hacer los demás. El recuerdo de
ese día nefasto y lluvioso era la mejor prueba de ese error. Ese error
que se explica en que ella estuviera sola y que la familia no sospechara
nada. Ese error de haber dejado todos que esa mujer les manejara la vida
y la muerte de las personas más cercanas. Selena nunca quiso hablar de
esto a nadie de su familia. Prefirió volcar toda su energía y sus
decisiones a llegar a lo máximo siempre pensando en toda la gente que
había depositado su confianza, su fe, su esperanza. Cuando habían salido
del teatro fueron a una fiesta para festejar el éxito obtenido. Selena
asistió pero ya había tomado una decisión. Por eso, cuando había
saludado a todo el mundo y había recibido de todos las felicitaciones,
Selena se acercó a A.B. y le dijo: “Me voy. Tengo que ir a ver una amiga
ya. Voy a ver a Lupita. ¿La recuerdas? Si nuestro padre pregunta, dile
que me tuve que ir, que tuve que recibir a otra gente de la Academia que
me tenía que entrevistar. Tú entretenlos, que yo te tendré al tanto. ¿Podrás
hacer esto por mí?”. A.B. iba a decirle que lo estaba metiendo en un
problema, que él tendría que explicar lo inexplicable, que… Luego miró a
su hermana y no pudo negarse. Esta situación también le hacía recordar
el 31 de marzo y él nunca se perdonó no advertir el peligro y remediarlo.
Por eso le dijo. “Está bien, Selena. Lo haré. Pero te estaré llamando
constantemente para saber que estás bien. ¿Entendido?”. “¡¡Entendido!!”,
le dijo Selena y abrazó fuertemente a su hermano. Ella sabía por lo que
A.B. había pasado. Ella sabía que se hubiese muerto en vida si a ella le
pasaba lo peor. Aun así, estaba alterado y siempre temía que Selena
cayera de nuevo en la trampa. A.B era una gran persona y siempre la
ayudaba a Selena y estaba siempre en el lugar justo en el momento
preciso para dar una mano. Por eso no se hubiese perdonado si aquel 31
de marzo terminaba mal. Ese día A.B. no estuvo cerca y nunca se percató
de lo que podía pasar…
Selena salío corriendo del lugar y tomó su viejo Porsche rojo y partió
raudamente a la casa de Guadalupe. Ella ahora vivía en un pueblo cercano
a Los Ángeles ... La sorprendería .... Cuando estuvo cerca de su casa la
llamó desde su celular. “¡¡Hola, Guadalupe!! ¡¡Habla Selena!! Disculpa
que te llame a esta hora, ¡¡pero quería que supieras que gané el
Oscar!!”. ¡¡Ay, mi Selena querida!! ¿Pero qué dices? ¡¡No he podido
dormir de la emoción!! Quisiera abrazarte fuerte, fuerte. Lo has logrado,
¡¡lo has logrado!! Espero que estés bien…”, contestó emocionada
Guadalupe. “¿Me dices que me quieres abrazar? ¿Y qué esperas? Sal a la
puerta y entenderás…”, le dijo Selena. Guadalupe se acercó a la puerta,
miró por una de las ventanas laterales y vio a Selena que la saludaba y
le decía: “¡¡Vine a que me devuelvas algo que hace rato me debes!!”. Y
se echó a reír a carcajadas. Hacía rato que Selena no reía así.
Guadalupe abrió la puerta con una fuerza inusitada y corrió hacia Selena
que a su vez caminó a ella con los brazos extendidos. Ambas se abrazaron
y lloraron por largo rato. “¡¡Gracias, Selena!! Gracias por darnos esta
alegría. ¡¡Gracias por no haberte olvidado nunca de mis palabras!!”,
dijo Guadalupe. “¡¡Cómo has crecido, mi Lupita!! Pensar que eras sólo
una niña hace tan poco … Sabes que lo prometido es deuda y sabes que te
debo no sólo la vida sino las ganas de volver a empezar. No fue nada
fácil, pero sabiendo que estabas allí y que estaba toda la gente que
sólo me brindó tanto cariño, no le podía fallar, no le debía fallar …
Pero entremos. Yo no tenía que venir hasta tanto lograra lo que tanto
soñé y lo que todos esperaban. Pues bien, aquí estoy. Vine a darte algo
y también vine a buscar algo”, dijo Selena de manera expectante. “No sé
qué me has traído, pero supongo que vendrás a buscar el pañuelo blanco.
¿No es así?”, trató de indagar Guadalupe. “No exactamente”, dijo Selena
mientras entraban a la casa de Lupita. Apenas entraron a la casa, Selena
preguntó por qué estaba sola. “Es que mi esposo trabaja de noche y viaja
mucho. Ahorita está camino a Chicago. Supongo que vendrá en un par de
días…”, se lamentó Guadalupe. “¿Y para cuándo los niños?”, inquirió
Selena. “Es que quiero que todo se estabilice. Cuando eso ocurra los
tendré. No quiero sufrir como mis padres…”. “Te entiendo”, le dijo
Selena, “pero prométeme que los tendrás. Yo te puedo ayudar…”. Guadalupe
enseguida la interrumpió: “De ninguna manera, Selena. Gracias. Ya
saldremos de este momento. Tú me has dado todo. Mira, no te lo iba a
decir pues me lo van a confirmar en días … Estoy embarazada y si es niña
haré lo que hacen todos. ¡¡Le pondré tu nombre!!”. Selena se emocionó y
la abrazó con mucho cariño. “Sabes que yo te debo todo. Y cumplí todo al
pie de la letra. Sólo podía venir si lograba lo máximo para luego
entregarte a ti algo significativo. Pero primero me tienes que devolver
algo que te he dado…”, le dijo tiernamente, Selena. “Pero si no es el
pañuelo, ¿qué es lo que quieres que te dé?”, pregunto asombrada Lupita.
“El vestido de los TMA 1995. ¿Te acuerdas que te lo di en el hospital
porque no lo quería ver allí? Ahora necesito que me lo des. Ya
entenderás por qué”. Guadalupe fue a buscar el vestido sin comprender
mucho el pedido de Selena. Cuando se lo trajo, Selena comenzó a
lagrimear y dijo: “¿Sabes? Durante mucho tiempo antes del atentado tenía
una pesadilla terrible y nunca lo quise contar. Ahora lo puedo decir y
tú eres la primera en conocer ese horrible sueño. Soñaba con que me
pasaba algo terrible … Yo me iba de este mundo y mi padre, buscando algo
que me abrigara y que fuera lindo para mí, me había puesto este vestido.
Pero todos se enteraban de ello y se acercaban a mí para filmarme y
sacarme fotos en ese estado … ¿Ahora entiendes por qué te pedí que te lo
llevaras aquel triste día?”, le dijo a Selena a una Guadalupe que no
podía dejar de llorar. “Me propuse venir aquí también para volver a
usarlo. ¿Me permites ir al baño para cambiarme?”, le dijo Selena.
Guadalupe asintió, le indicó a Selena dónde tenía que ir y esperó en
silencio. Se preguntó más de una vez por qué eligió este día para estar
con ella, por qué dejó a todos en una gran fiesta en Los Ángeles para
buscar ese vestido. En ese momento apareció Selena con aquel vestido
morado. “¡¡Te queda precioso, Selena!! Te ves como en aquella época…”.
“¿Feliz dirás? Sí, era un lindo momento de mi carrera que se empañó por
lo que sucedió poco después…”, le dijo Selena con lamento. “¿Y tu
vestido que llevaste al Oscar?”, le preguntó Guadalupe. Selena la miró
tiernamente a los ojos y le dijo: “Ese vestido sí se queda aquí para
siempre…”, le contestó Selena y se lo entregó. “Pero tú no puedes
entregarme algo tan lindo. Esto lo debes conservar tú. ¡¡Es un recuerdo
de algo inolvidable!!”, le dijo emocionada Lupita. “Lo más importante de
esta noche es poder haber cumplido mi promesa contigo. El premio no es
mío. Es tuyo”. Y Selena, además de entregarle el vestido diseñado por
ella misma, le entregó a Guadalupe el premio Oscar. “Pero, Selena, esto
no lo puedo aceptar. Es muy valioso. Es un inolvidable recuerdo para ti.
Es tu propio mérito. ¡¡Quédate con él!!” Selena le dijo: “Tal vez sea
como tú dices pero sin ti yo no estaría aquí. Yo hice mi parte. Ahora
quiero que aceptes mi forma de retribuírtelo y mi dedicatoria”, le dijo
Selena y le señaló la base del galardón. Guadalupe giró la estatuilla y
allí vio un papelito con un autógrafo. Allí decía: “This Oscar is for
you. I only went to receive the award. You made the impossible possible.
Thanks for helping me to give everything to fulfill my dream. Loves you.
Selena. 2011”. Guadalupe la abrazó con fuerza a Selena y le dijo: “No
tengo más palabras para expresar todo lo que siento. Tú eres alguien sin
igual. Por eso te queremos. Por eso hicimos lo que hicimos. Nada nos
debes. Seguiremos haciendo lo indecible para que seas feliz. Seguiremos
haciendo lo imposible para que todo ese dolor se vaya para siempre …
Pero por favor, Selena, ¡¡vete ya!! Te van a matar por estar ausente en
la fiesta. Y mejor lleva tu vestido. ¡¡Nadie entenderá el cambio!!”, le
imploró Guadalupe. “¡¡De ninguna manera!! Me llevaré el vestido morado.
Todos en mi familia lo entenderán … No podía dejar pasar un día más.
Sólo esperé este momento para que estés feliz conmigo...”, le dijo
Selena y estuvieron un largo rato abrazadas y llorando. Podían sentirse
sus sentimientos en ese momento. No había ruidos en la casa, no había
caras extrañas mirando lo que no deben mirar. Sólo había dos personas
viviendo sentimientos que no se podían explicar, sólo se deben vivir.
Las fiestas podían esperar. Su familia podía esperar. Los productores
podían esperar. Pero los amigos de verdad, no. Selena le dijo: “Ahora
que cumplí prometo venir seguido. Te daré todo primero a ti. Te daré
algunas de mis boutiques para que las manejes. Te daré siempre a ti
primero lo que haga…”, le dijo entusiasmada Selena. “No es necesario que
hagas todo eso por mí” -la interrumpió Guadalupe-. Con que estés por
allí dando un concierto, dando una entrevista, viéndote sonriente y
siendo un ejemplo para todo el planeta, yo seré la persona más feliz del
mundo”. Selena le dijo con pena que se tenía que ir pero que volvería
pronto “¡¡para que me devuelvas el dichoso pañuelo blanco!!” y se echó
reír a carajadas, le dio una palmada a Guadalupe en la espalda y la
abrazó con dulzura al final. “Gracias por tus regalos y por venir,
Selena. ¿Estás segura de que no quieres volver con ellos?”, le imploró
Lupita. “No son regalos, Guadalupe. Son tus premios…”, le contestó
Selena dándole un tierno beso en la frente y retirándose del lugar sin
dejarla de mirar. Guadalupe la vio irse satisfecha de lo que había
logrado Selena en su vida. Nada para ella podía ser más importante que
verla así, pero era consciente de que una nueva etapa comenzaría, una
etapa en la que cada una tenía que resolver varias cuestiones para
seguir adelante, pero con el inmenso placer de que lo más importante,
que Selena estuviera viva y feliz, era un hecho. Nada sería imposible,
todo se podría lograr. Selena estaba más cerca que nunca en su vida. Los
premios los guardaría como siempre como tesoro, pero lo más importante
no era eso. Lo más importante era tener a Selena, no sólo fotos y
recuerdos…
Selena volvíó a la fiesta. En la puerta estaba A.B. desesperado
esperándola. Selena se había olvidado de llamarlo. A.B. no la había
querido llamar para no sufrir más. En cuanto pudo estacionar, A.B.
corrió y le dijo: “¿Pero por qué te demoraste tanto? Ya no sabía cómo
entretenerlos. Estás a tiempo antes de que te maten. ¿Pero dónde está tu
vestido? ¿Por qué llevas éste? No es que esté mal, pero…”. “Es que es
hora de empezar una nueva etapa, de comenzar nuevos rumbos. Ahora que ya
lo logré todo puedo usar este vestido que me recuerda a tan lindos
momentos”, le dijo Selena. “¿Y el premio?”, preguntó intrigado A.B.
“Está en buenas manos … Pero entremos, A.B. Ellos quieren mirar a las
estrellas. Yo les explicaré. Les diré que tuve algo más importante que
hacer. Ellos lo comprenderán. Tal vez no sepan lo que signifiquemos para
tanta gente, pero nosotros sí, y mientras ello exista, nuestras vidas
estarán salvadas. ¡¡Mientras demos y recibamos aquel auténtico Amor,
seremos eternamente felices!!”, le dijo Selena con felicidad y plenitud.
A.B. abrazó a Selena y entraron juntos a la fiesta. “Pero mira que si
preguntan por el vestido y por el Oscar, yo no te conozco”, le dijo.
“¿Cómo en los TMA 1987?”, le dijo Selena y echaron a reír. Nadie notó la
falta del premio, ni siquiera del vestido. Sólo se dieron cuenta sus
padres, que rápido fueron a abrazar a Selena llorando. Ellos tampoco
preguntaron. No había necesidad. Sólo sabían que lo más importante
estaba en sus manos. Lo más importante, Selena, la única protagonista de
la historia, les había dado su mejor regalo con su presencia…
…Felicitaciones, Selena … Y gracias por todo. Sé que si estuvieras aquí,
harías exactamente lo dicho en este relato. Pues tú eras así. Antes que
una gran artista, eras una gran persona. Antes que recibir, preferías
dar. Por eso la gente te quería tanto, por eso la gente que te quiere da
todo por ti. Como lo hizo Guadalupe. Como lo haría yo. Como lo haría
cualquiera que ha sentido que cambió su vida para mejor luego de haberte
conocido…
Y como Guadalupe, yo siempre estaré aquí velando por ti hasta que tú
vengas sólo a darme ese abrazo que sólo tú sabías dar, ese abrazo que es
lo que más deseo en mi vida…
A veces me pregunto, Selena, por qué te escribo, para que te dedico
todas estas líneas, todas estas palabras, todos mis sentimientos, todos
mis pensamientos, todo lo que dejaste en mí, en mi Alma, como una huella
que no se borra jamás, como algo que deja una marca que uno exhibe con
total orgullo. Alguna vez escuché que la importancia de alguien en un
lugar es si había dejado algo tras su paso, si pudo dejar una enseñanza,
un mensaje de vida, un modelo a seguir a través de sus habilidades y la
nobleza en su actitud, algo del cual los demás quieran seguir o
continuar. Y tú, Selena, has sido importante y fundamental por eso mismo,
por la huella que dejaste, por la marca que dejaste en el corazón de
todos aquellos que han sabido quererte. Tú no pasaste por este mundo
inadvertida a pesar de tu corta edad. Tú no dejaste sólo unas canciones.
Tú, Selena, nos dejaste una historia, un modelo a seguir, un ejemplo, un
modo de encarar la vida y de cumplir un sueño. Y nos dejaste tu voz, tu
talento, tu sonrisa, tu carisma, tu personalidad, tu Legado. Y de ti se
pueden decir muchas cosas. De ti se pueden escribir varios artículos,
varios homenajes, innumerables palabras de Amor y agradecimiento. Pero
eso no alcanza, definitivamente no alcanza. Siempre habrá una sensación
de vacío, un sentimiento de ausencia, una sensación de tristeza que no
se irá jamás. Cuando uno ve esas imágenes, cuando uno te ve cantar,
cuando te observo actuar, cuando veo que sólo querías, a través de tu
arte y de tu exposición, ser querida, amada y apreciada tal cual eras,
toda palabra, toda evocación, todo elogio, todo recuerdo, queda reducido
a la nada, a la mínima expresión. Es que nada tiene sentido si no estás
tú, si no estás para cantar, si no estás para diseñar, si no estás para
sonreír, si no estás para demostrarnos que un mundo es posible. Siempre
te diré, Selena, que cuando te veo en el video de “I could fall in
love”, un video que si se hubiese hecho estando tú presente hubiese sido
distinto, muy distinto, siento esa impotencia, esa desazón de no poder
hacer nada, de verte feliz para saber que nada será así en poco tiempo,
que escucharte cantar en inglés me hace pensar en lo que hubieses sido,
en lo que hubieras generado al sacar ese disco tan soñado, en que hoy
serías la estrella consagrada, serías el ideal de mujer. Nada de la
música actual sería igual con tu presencia. Estoy seguro que contigo hoy
las cosas serían muy, muy distintas … La música, las tendencias, los
gustos serían bien diferentes …También me imagino lo que hubiese sido
aquel video realmente, cómo te hubieses vestido, como te hubieses
mostrado, cuál sería tu aspecto, cómo estarías peinada, qué caras
pondrías al interpretar, cómo dirías esas pequeñas palabras en español,
cuáles serían los paisajes, con quién estarías allí … Pensaría en cómo
te mostrarías en el backstage con los preparativos, verte sonreír, verte
haciendo bromas, dando alegría a todos los que trabajan contigo, verte
como una artista que dejaría de ser una promesa para muchos para ser una
realidad, ver la consumación de todo un proyecto, la confirmación de
aquellos que ya te aplaudían hacía ya unos cuantos años y que te habían
puesto en el sitial de los famosos y, fundamentalmente, de los más
queridos. Miro esas imágenes y meneo una y otra vez mi cabeza tratando
de entender cómo se puede perder todo cuando se está a un paso, sólo a
un paso. Pienso en el valor de cada minuto de nuestras vidas, cómo todo
puede cambiar en un instante, cómo de pronto lo que se tiene no se posee
más, cómo se esfuman los proyectos por los que se tanto luchó, por los
que tanto se soñó, y que han quedado en la nada producto de la locura,
del descuido o del pecar de autosuficiencia cuando nada se puede dar por
seguro o controlado. Pienso en aquellas palabras en la entrevista que se
te hiciera en el programa “Un nuevo día”, en el que decías que todo el
negocio de la música lo manejaban entre los integrantes de la familia
pues uno nunca sabía quién puede aparecer y aprovecharse de la situación
en la que estaban, y pienso, me agarro la cabeza y me lamento al
confirmar que eso fue lo que increíble e insólitamente pasó. Pienso,
entonces, cómo pudo haber sucedido tamaña locura. Pienso en el futuro
que se perdió, pienso en que ya en 1995 no pasabas inadvertida ni
siquiera para el público anglosajón de Estados Unidos, que estaba a
punto de descubrirte, conocerte bien y deleitarse contigo. Pienso en que
por aquellas épocas en las que ser latino en aquel país no era tan fácil
de sobrellevar y en las que era difícil el reconocimiento de lo que se
hacía y del talento que se portaba, tú estabas entre los 200 más famosos,
lista en la que sólo había dos latinos, Tú y Luis Miguel. Ni siquiera
estaba Jennifer López, que se hizo famosa cuando protagonizó la película
que se hiciera en tu recuerdo. Miro ese video y veo cuando estás girando
en esa calesita y estiras tu mano para intentar tomar la sortija. Y más
de una vez me vi tentado en estirar mi mano para tomártela, para darte
mi cariño y reconocimiento, pero también para alertarte, para advertirte
que te cuides mucho, para hacerte ver que ya las cosas no son iguales
que antes, que habías comenzado una nueva etapa que se había
cristalizado en ese increíble concierto del Houston Astrodome del 26 de
febrero de 1995, hace exactamente 16 años atrás, y que eso implicaba no
sólo dedicarse al trabajo como siempre, con Amor y responsabilidad, sino
asumir el nuevo rol que tenías, el rol de Reina, el rol de estrella, el
rol de la cantante y artista internacional a la que muchos ojos
seguirían y depositarían sus expectativas, sus esperanzas. Tal vez, tal
vez, si hubieses tomado más conciencia de ese momento, si tal vez todos
a tu alrededor hubiesen visto y sentido en toda su dimensión hasta dónde
habían llegado y hasta qué lugar y horizonte podían llegar, si hubiesen
tomado más conciencia de la nueva etapa, de sus consecuencias y de lo
que había que hacer para aprovecharlo, para estar a la altura de las
circunstancias, esa locura, esa tragedia no hubiese sucedido … Esa
persona no hubiese siquiera tenido la posibilidad de estar cerca de ti.
Y tú estarías entrando en la puerta grande de los Estados Unidos y del
mundo, y no en esa pequeña y siniestra del Motel Days Inn. Habrá que ver
por qué eso no pudo suceder, por qué al final sucedió esa increíble
tragedia y por qué el destino te jugó tan mala pasada...
Me pregunto por qué te escribo, Selena, qué busco, que pretendo, si al
fin y al cabo todo me juega en contra, si siento que lucho contra los
molinos del viento, que soy como el Quijote que lucha con armas
precarias frente a las fuerzas implacables del paso del tiempo, del
olvido, del rencor, de la envidia, de la desidia, de la inmediatez, de
la vorágine, del éxito a como sea, de la muerte. Lo más triste, lo más
impiadoso, lo más implacable es cuando el mundo nos muestra que las
figuras que valen son las que llegan a la cima del mundo, las que llegan
intactas, las que tienen el éxito, las que llegaron a la meta sin
cometer error alguno, recorriendo el camino de una manera correcta y
pulcra, sin fisuras, sin desvíos, sin matices personales, sólo creando
la imagen ideal, perfecta, pero poco espontánea, poco creíble. Son
carreras en las que todo está estudiado, precavido, pautado. Lo más
implacable es cuando nos muestran que nada se puede hacer frente a la
imagen del éxito, de la meta lograda, del triunfo. A veces es difícil
sostener frente al mundo a alguien que dé una imagen de derrota, de
fracaso, de infortunio, de tragedia. A veces es difícil mostrarte frente
al mundo, que sólo entiende el éxito como único ideal y que comprende
que el ejemplo a seguir no puede ser de alguien que se ha ido producto
de la más desgarradora e insólita violencia perpetrada por una psicópata.
La muerte parece quitar de la primera plana a los ejemplos para el mundo.
La muerte y encima un asesinato ponen a esos ejemplos en primer plano
sólo en la sección de escándalos, de policiales, de espectáculos, de
chimentos, de lo más oscuro, siniestro y perverso. Y aunque se puedan
separar las cosas y se rescate a la gran artista, siempre aparecerá
aquello, aquella historia de terror, aquel final triste. Eso, frente a
un mundo que sólo busca éxito rápido y previsible, en la que una imagen
es más valiosa que millones de palabras, que miles de acciones, que una
mirada, que un saludo, que la autenticidad, que la espontaneidad, que
todo el Amor y cariño real que puede recibir una artista. Ésa terminará
siendo la imagen final, la imagen del fracaso, la imagen de la derrota,
la imagen que no queremos tener de ti, Selena, pero que siempre
aparecerá y estará presente como parte de tu historia, como parte de tu
vida, aunque no creamos en esa imagen que quiere dar este mundo…
A veces me pregunto, Selena, para qué te escribo, qué quiero lograr, qué
busco encontrar, qué quiero hallar tras mi evocación. Sé que cada día se
hace más duro, más triste, más insoportable. Me pone bien ser un
instrumento más de tu recuerdo, un instrumento que posibilite evocarte
con Amor. Porque sé -y así quiero que sea- que la única protagonista de
tu historia eres sólo tú. No hay nada más penoso cuando hay gente que,
so pretexto de evocarte, se ponen ellos en figuras y se ponen por encima
de ti, como si fueran ellos los más importantes, como si tú fueras la
excusa para que ellos logren la notoriedad, el éxito fácil e inmediato.
Serán los primeros en olvidarte en cuanto logren algo en la vida. Serán
los primeros en que lograda la notoriedad, les dará lo mismo hablar de
ti como de cualquiera, les dará lo mismo escuchar un tema tuyo como de
cualquier otro artista, les dará lo mismo escribir de ti o de cualquier
otro tema … Eso no me pasa a mí, Selena, por suerte … Yo cuando te
escribo no puedo dejar de pensar en que mañana por allí surge el milagro
y tú apareces. Y nada me pondría más feliz que no necesitar más
escribirte pues ello significaría que tú estás aquí. Y eso es lo único
que deseo, lo único que me haría realmente feliz. Porque en mi recuerdo
no puedo evitar pensar en volver el tiempo atrás, en buscar la manera de
salvarte, de prevenirte, de advertirte. No puedo evitar decirte que
irremediablemente lloro cuando te escribo porque sé que tú no estás. Que
no puedo dejar de recordarte con mucha tristeza y dolor. Porque si bien
tú diste un ejemplo de vida con tu alegría, con tu optimismo y con tu
hermosa manera de encarar la vida y el procurar cumplir cada sueño con
tesón, con perseverancia, con una sonrisa en tu boca, no puedo dejar de
pensar y de recordar que hubo un 31 de marzo, un día lluvioso y nefasto
que nubló tu visión de la vida y que te quitó la sonrisa. No puedo dejar
de pensar al recordarte que hubo ese día en el que estabas sola y
desamparada, desilusionada y triste. Que hubo un día en el que gritaste,
discutiste, reaccionaste con amargura y con la sinceridad de siempre.
Buscaste una explicación en alguien que no fue nunca sincera contigo, ni
verdadera amiga. Buscaste que ella te contestara como tú, con la verdad.
Y recibiste como respuesta por todo ello un dolor que sólo tú puedes
describir, más allá de todo lo que podamos decir y escribir. Tal vez sea
eso lo que busque recordándote. Que afirme que aparte de que tú eres la
única protagonista de tu historia, tú fuiste la única víctima de aquella
historia que sólo tú supiste edificar y enriquecer…
Por eso, ¿qué es escribirte hoy?, ¿qué significa evocarte, exhibir tus
fotos, recordar tus canciones, hacerle recordar a este mundo que va cada
vez más rápido lo que significabas, lo que eras? ¿Qué se siente cuando
muchos te ven con rareza -nos ven con rareza- porque aún te recuerdan,
aún te quieren, aún te toman como la única razón de sus vidas? Y otra
vez el paso del tiempo que nos muestra el sinsentido de estar
escribiendo, recordando, evocando y hasta admirando a alguien que ya se
fue hace casi 16 años y que nunca volverá. Ni siquiera podemos vivir en
agonía, no eres como esos artistas que tienen un accidente y están años
sin dar alguna señal de vida, sin dar indicios de que algún día volverá
a hacer el mismo de siempre. Si fuera al menos ése el caso, como es hoy
el caso de Gustavo Cerati en Argentina, aun hasta resignados podríamos
esperar ese milagro, esa señal, ese cambio de rumbo que nos haga gritar
de alegría y de poder sentir las cosas como antes, que podamos recuperar
aquello que nos dio toda la alegría y toda la esperanza. Pero no es tu
situación, Selena, y entonces sólo nos queda recordarte que llegaste a
ser lo que has sido tan joven y que te has ido en la misma condición. Me
vienen a la mente esas imágenes del hermoso concierto del Far West Rodeo
en diciembre de 1994. Por un lado uno siente que se está en presencia de
uno de los conciertos más hermosos de ti, Selena. Lucías como una
cantante ya formada, con un domino absoluto del escenario, con una
personalidad impresionante, con un despliegue increíble, con un
profesionalismo digno de una cantante ya madura y consagrada. Y lucías
bellísima, tierna, sonriente, feliz. Pero uno no puede evitar pensar que
ése fue tu último concierto en Monterrey, que ya no volverías a México,
que ya no habría otra oportunidad para deslumbrar a toda la República
Mexicana. Como en tantas otras oportunidades, dejaste tus mejores
versiones, tus mejores conciertos como imagen final, como si fuera un
movimiento calculado exactamente para que fueras recordada como la
artista en su mejor versión, sin decadencia, sin altibajos, sin
respuesta negativa del público. Un movimiento calculado para ser un mito,
una leyenda. Y está más que claro que tú, Selena, no habías hecho
cálculo alguno y no querías irte tan pronto de este mundo para ser
recordada de esa manera…
¿Qué es escribirte hoy, Selena? ¿Qué es recordarte? ¿Cómo te gustaría
que te recuerden? ¿Qué querrías que rescaten de lo que has dejado? Antes
que nada sé que tú querías ser recordada con Amor … Pero supongo también
que tú buscarías que te recuerden como una artista que nunca tuvo aires
de diva, que nunca se le subió el éxito a la cabeza, que siempre
prevaleció en ti la humildad, la autenticidad, la perseverancia. Creo
que a ti te gustaría que te recordaran sabiendo sobre todo tu historia,
que empezaste bien de abajo, sin que nadie te regalara nada, que debiste
llegar avanzando paso por paso con paciencia, con tesón, sabiendo que a
veces había que esperar mucho tiempo para progresar en la carrera, para
lograr el éxito, para lograr el primer número 1. Y que mientras tanto
había que tener paciencia, había que estar en contacto con el público
para saber qué querían de ti, qué pensaban de ti, qué era lo que
gustaban de ti, y qué pedían cada vez que aparecías y les cantabas.
También había que perfeccionarse en las actuaciones, en la preparación
del material y en la música que se hacía. Siempre había algo por el cual
aprender, siempre se sacaba provecho del encuentro con alguien más
famoso, hacer duetos con otros artistas, aparecer en cada festival y en
cada concierto para mostrarse, presentarse, darse a conocer. Pero, sobre
todo, lo que más que hay que rescatar de ti, Selena, era la humildad y
el ser puramente transparente, que aquella que cantaba en el escenario
era la misma que estaba fuera de él. Hoy en día la inmediatez, la
necesidad del éxito pronto y de mantenerse en el estrellato a como sea
hacen perder la visión de muchos artistas, fundamentalmente de los más
jóvenes que se marean con las primeras luces de Hollywood. Cuando se
logra la masividad tan pronto producto de las innumerables redes
sociales, además de las actuaciones en la televisión y en conciertos,
muchos jóvenes quieren más y más sin saber del valor de lo que han
logrado y de todo lo que puedan lograr. Muchas veces los más jóvenes
piensan que el éxito es sencillo y es aburrido. Que no se logra plena
conformidad con lo que se ha logrado. Allí buscaría que se te recuerde,
para que te valoren por el esfuerzo que hacías para lograr una meta y
proponerse otra una vez cumplida la anterior. Que nunca perdías la
humildad, que por sobre todo querías aprender de los demás para lograr
perfeccionarte y definir lo que querías ser en el futuro. Tal vez el
mundo debería aprender que con cariño, Amor, talento y perseverancia no
hay obstáculo que valga, que siempre habrá un motivo más para seguir
viviendo la vida hasta lo máximo, que no habrá imposibles, que siempre
hay algo más para soñar, que la vida es lo suficientemente corta como
para desperdiciarla en trivialidades o en directamente no hacer nada
para arriesgar e intentar. Y tú no la desperdiciaste ... y tuviste una
vida corta ... No hay nada más lindo que recordarte cuando decías que
siempre te ponías nerviosa antes de iniciar un concierto, y aun con los
éxitos, los premios y el reconocimiento, esa sensación nunca la perdías.
Y no hay nada mejor que un artista mantenga las ganas de brindar su
mejor show, las mismas ganas de encantar, las mismas ganas de ganarse al
público con todo talento, espontaneidad y personalidad. No hay nada más
lindo que se te recuerde como artista y como persona, para que los demás
tomen tu ejemplo y no crean que por ganar un premio ya se está en
condiciones de echar en cara a todos el éxito obtenido, y de juzgar a la
música y a los músicos en general. Hoy día uno ve cómo un artista menor,
producto de las críticas que recibió, siente que tiene autoridad como
para atacar a los artistas de otros géneros con total liviandad y sin
conocimiento de lo que se dice. Uno sabría que contigo Selena nada de
eso surgiría. Elogiarás al resto, buscarías cantar con todos para
perfeccionarte, para ofrecer lo mejor de ti, para triunfar sólo con tu
voz y tu sonrisa, buscarías aprender e imitar a los demás. Y sabías que
lo lograrías. Faltaba un poquito, muy poquito…
Yo lo único que pretendo al escribirte es que no te vayas, que no se
pongan tus fotos amarillentas, que no se olviden de ti. Sí, lo sé, sé
muy bien que por más esfuerzos que se hagan hay cosas que son
irremediables. Pero yo no podría estar tranquilo sabiendo lo que nos has
dejado, sabiendo tu vida, tus esfuerzos, tus sueños, tu pasión, lo que
deseabas para ti y para tu familia, sabiendo tu tragedia, lo que no pudo
ser y debió haber sido. Muchas veces no tengo tiempo, muchas veces me
quedo con horas sin dormir. Eso puede ponerme mal, pero me pondría peor
si me fuera a dormir sin hacer algo por ti. Sé que todos podemos
contribuir a tu recuerdo, a retrasar los efectos del implacable paso del
tiempo y a cumplir tus sueños. A veces cuando uno quiere realmente a
alguien, da todo por esa persona. Y yo en mi recuerdo estoy dispuesto a
dejar lo que sea, porque yo sólo tengo palabras de agradecimiento para
ti, Selena. Siempre recordaré que tú cambiaste mi vida, tú me diste esos
valores que no podía encontrar, tú me enseñaste a ver lo que era
importante en la vida, tú me diste un lugar en el mundo, un motivo, una
razón. Nunca hubiese imaginado que hoy estaría recordándote, Selena,
desde la admiración y el Amor más absolutos. Cuando te veo cantar,
recuerdo qué hacía yo en aquella época, y me digo: “Y pensar que tiempo
después apareceré yo para dejarle todo mi cariño y todas mis palabras
para que se te recuerde como se debe, con Amor”. No es lo más importante
poner las mejores palabras, saberlas adornar correctamente para que
suenen bien, nunca he pretendido ser el que mejor te recuerde a ti,
Selena. Lo que sí pretendo a partir de mi dedicación a tu recuerdo es
que todos los que te amamos hagamos el mismo esfuerzo, tengamos las
mismas ganas de recordarte, no dejar un día sin hacer algo por ti. Pues
la mejor forma de recordarte es hacer lo mismo que hacías tú cada día:
levantarse, trazarse una meta, hacer algo por lo que uno más quiere y
desea, no pensar que algo es imposible, no resignarse jamás, hacer lo
indecible para hacer posible lo que uno tiene en su cabeza, como
proyectos, como ideas, como planes, como ideales, siempre dar algo más
para sorprender y para la satisfacción personal. La mejor forma de
recordarte, Selena, es ser como tú, tener tus mismos sentimientos, tu
mismo Amor, tu sensibilidad, tu don de gente. Si logramos eso, habremos
llegado al objetivo que se te recuerde y se te admire todos los días por
lo que eras como artista y como persona…
Tomar y guardar todas tus fotos, recordar tus canciones y cantarlas a
viva voz, procurar que muchos te hagan el homenaje que te mereces, saber
todo de ti y difundirlo son acaso las cosas más lindas que hago en tu
recuerdo y en tu valoración. No hay nada más hermoso que contarles a
todos cómo te conocí, qué representas para mí, cómo llegaste a mi
corazón. Me gusta que pueda decirles lo que eras como artista y lo que
hacías en el escenario, como derribaste todos los obstáculos, todos los
impedimentos, todas las limitaciones. No importa si por allí eso no les
genera las ganas de verte y de escucharte, si para ellos tú eres algo
lejano y desconocido. Pero sí me importa que cuando ven algún programa
dedicado a ti, cuando te recuerdan en algún homenaje o, lamentablemente,
te ven en algún especial que hablan de aquel día nefasto, sepan de qué
se trata, que te recuerden, que te miren y digan: “Ah, es Selena, la
cantante que él tiene en el protector de pantalla de su computadora, es
la misma de las fotos que ha puesto en todos lados, la artista de la
cual él habla siempre con tanto cariño”. Y me da mucho placer que
alguien me diga que vio a Selena porque se acordó de ti por mi recuerdo,
pues eso significa que hay otras personas que se interesan en tu vida,
en tu arte, en tus sueños, en tu historia. Sabes, Selena, que yo soy de
un país cuyos medios de comunicación apenas registraron tu existencia
por tu tragedia, que poca gente pudo apreciarte en su momento en toda tu
dimensión … ¡¡Y pensar que ibas a venir a la Argentina!! Por eso el
lograr que mucha gente por aquí se interese en ti es un logro que me
hace sentir orgulloso. Y ese sentimiento lo sostengo cuando hablo de ti,
cuando exalto tu figura, cuando cuento tu historia, cuando describo tus
logros, cuando trato de compartir el sinsentido de tu partida, cuando
hablo de esa innombrable mujer que te quito los sueños, y cómo llegó a
ti y a tu familia, cuando hablo sobre cómo eras en el escenario, cómo
eras en la vida, cómo respetabas a tu público, cómo lograbas enamorar a
todos con tu voz, con tu sonrisa, con tu Alma, con tu personalidad, con
tu presencia. Y ésa es una de las maneras más bonitas de recordarte, que
es provocar un sentimiento vivo y perdurable en el tiempo, y que no se
agote nunca, que no te dejen sola como aquel 31 de marzo, que se te
acompañe con alegría y con tristeza, con risas y con llantos, con la
satisfacción de lo obtenido, y la total contrariedad por lo que sucedió
y la frustración de haberlo perdido todo … Al evocarte, Selena, procuro
exteriorizar mi Amor, mi cariño, mi admiración. No hay nada más hermoso
que decirle al mundo que descubrí a la mejor artista de su género de la
historia y que ella me cambió la vida. El otro día le comentaba a una
compañera de trabajo que el verte me hizo mejor persona, más comprensiva,
más tranquila. Que antes de conocerte vivía pendiente de cosas más
triviales, y el trabajo y los problemas ocupaban todo el tiempo, todos
mis sentimientos y pensamientos. Pero que desde que te descubrí nada es
más importante que tú, que voy corriendo a mi casa para seguir
escribiéndote y recordarte. Y que si no fuera por ti, hoy estaría
atrapado ante problemas que nunca podría superar. Le seguía contando que
desde que te conocí tú fuiste mi prioridad, encontré un lugar en el
mundo, un lugar en el que procuro ser mejor persona recordándote con
Amor, que el recordarte y el escribirte, es lo más hermoso, es algo que
necesito hacer, que por ahí suena a obligación por los días y horarios,
pero haciéndose con cariño y Amor, nada es cansador. Le contaba que en
mi casa discutí con mi esposa pues le dije que me pidiera cualquier cosa
en la vida, pero nunca que me pidiera que dejara de escribirle a Selena,
pues eso era innegociable. Y así lo mantengo, porque no es obligación,
es un placer y una necesidad para recordarte, para homenajearte, para no
dejarte nunca sola. Si no lo hiciera sentiría que te abandono, que
contribuyo al desgaste del paso del tiempo y no me lo perdonaría,
Definitivamente no lo podría tolerar. Prefiero ser el Quijote y morir en
el intento de recordarte como si estuvieras presente que estar mal
porque no me animé a decirte que eres una mujer encantadora desde este
mundo, desde este humilde lugar…
De eso se trata cuando te recuerdo, Selena. Se trata de decirte que me
sigues emocionando, me sigues encantando, sigues generando en mí mis
mejores sentimientos. He dejado a un segundo plano otros artistas, otras
músicas, otros géneros. Sabes, Selena, que soy del mismo gusto musical
que tu esposo, Chris, pero ni esa música ni ninguna otra me genera lo
que me generas tú. Con los demás puedo alegrarme, exteriorizar mis
broncas, mis alegrías, mis penas, mis problemas. Contigo es diferente,
Selena. Contigo es emocionarme, seguirte con mi mirada sin perderte de
vista ni un instante y escucharte. Logras atraparme con tu Amor, con tu
ternura, con tu gracia, con tu carisma, y logras que sólo piense en ti,
pues tú, sólo tú, Selena, puedes cantar esas canciones, tú sólo tú
generabas ese Amor, ese sentimientos, esas ganas de verte a ti, sólo a
ti. Tú, sólo tú, Selena, eras inigualable, incomparable y única en el
escenario. Es eso lo que quiero expresar cuando te escribo, es eso lo
que quiero mostrarle al mundo. Que tú eres no sólo la mejor, sino que
eres distinta, inimitable, irrepetible. Escribo para decirle al mundo
que hubo alguien como tú y que nunca habrá nada igual. Escribo para que
tú lo veas, donde quiera que estés, y te emociones y sientas que todo lo
que soñabas lo has logrado con el recuerdo de todos los que te amamos.
Escribo para que todo el mundo se despierte y no te deje ir. Pues no
alcanza con escuchar tu música o verte en un video. Alcanza si todos los
días te decimos que te queremos por siempre y para siempre. Alcanza si
logramos demostrarte el mismo cariño que la gente te profesó hasta el
día que te tuviste que ir sin poderte despedir. Alcanza si logramos
pensar que en ese nefasto día no hubo una partida para siempre sino un
“hasta luego”, hasta el momento de volverte a ver, hasta el momento de
reencontrarnos contigo, de abrazarte y de verte emocionada al corroborar
lo tanto y lo tantos que te quieren. Ése es el objetivo de escribirte.
Que nunca te dejemos sola y que sepamos agradecerte por tanto talento,
por tanta voz, por tanta música, por tanto Amor…
Por eso te escribo, Selena, porque eres parte de mi cuerpo, parte de mi
Alma, parte de mi espíritu, parte de mi vida. Si tú no estuvieras yo no
podría vivir, si te dejara ir me moriría. Si tú te fueras de mi vida
sentiría que me estuvieran quitando el corazón. Acaso podría seguir
viviendo, pero no podría sentir, Amar, ser feliz. Por eso te escribo,
Selena, porque eres mi vida, el aire que respiro, el latido de mi
corazón. Y hasta el día que me muera, tú vas a ser mi Amor…
Y seguirás viviendo en el corazón de todos los que te seguirán queriendo
por siempre y para siempre…
Te ofrece todos los días su corazón, su Alma, su vida…
“¡¡No puede ser cierto, no puede ser cierto!!”, le gritaba
desesperadamente Guadalupe a Rocío. “Pero si la vimos hace poco más de
un mes en el Houston Astrodome. ¡¡No puede ser!!”, volvía a repetir.
“Que la balearon, Que está grave. ¡¡No. Dios!! ¡¡Dime que no es cierto!!
¡¡Dime que no va a suceder!!”, volvía a implorar Guadalupe sin poder
dejar de llorar. Miraba la televisión, pero no quería seguir mirando.
Temía horrores que la anoticiaran de lo peor, que le dijeran esa palabra
que apenas la tenía reservada para la gente mayor, para la gente enferma,
para la gente que de alguna manera ya había cumplido su ciclo, para la
gente que tuvo tiempo para hacer o para no hacer también. Guadalupe
abrazó con fuerza a su amiga Rocío en cuanto la vio llegar. La había
llamado hacía unos minutos cuando se enteró de boca de su madre. En
estado de shock y a los gritos la llamó para que le hiciera compañía,
para compartir el dolor de perder acaso a Selena. Cuando la llamó esperó
vanamente que le dijera que no era cierto, que eran rumores infundados,
una falsa alarma. Pero cuando llamó, Rocío la atendió con el mismo grito,
con el mismo dolor. Guadalupe sintió que se le estaba yendo su hermana,
esa hermana que nunca tuvo y que empezaba a acostumbrarse a no tenerla
jamás. Sus padres eran muy humildes, apenas podían llevar un plato de
comida diaria a la casa y mantener a duras penas sus estudios. Guadalupe
tenía 14 años y había empezado a trabajar ayudando a su madre en las
tareas domésticas que ella hacía en diferentes casas por poco dinero.
Como ponía mucho empeño en su trabajo y le daba alegría a cuanta persona
se le cruzaba por el camino, comenzó a recibir ofrecimientos de trabajo
en muchas casas. Eso le venía muy bien a ella y a sus padres. Hacía dos
años que se había hecho fan de Selena. La había escuchado de pasada
hacía unos años, pero cuando Selena estalló con “Como la Flor”,
Guadalupe comenzó a interesarse más en ella. Cuando la fue a ver en el
Memorial Coliseum de Corpus Christi, se hizo admiradora total. Se
convenció de que el gran secreto de Selena era verla actuar en vivo.
Allí superaba todas las expectativas que generaba en una grabación. Ya
cuando se apagaron las luces y se escuchó a Selena cantar prácticamente
en las sombras ella sintió un frío que le recorría por todo el cuerpo.
Para cuando se prendieron las luces y Selena arrancó con el tema “Como
la Flor” luego de su larga y conmovedora introducción, quedó impactada.
Ver a semejante figura con una belleza increíble, un carisma sin igual y
una presencia que acaparaba todo el escenario del teatro la hizo
subsumirse en una atención casi hipnótica. Definitivamente Guadalupe
quería ser como Selena. Ella era su ideal de mujer. Selena tenía todo lo
que había soñado ella. Y encima Selena triunfaba y era la Reina, el
ejemplo para todos, el orgullo de todo Texas. Salió del teatro y la
esperó horas para pedirle un autógrafo. Todavía recuerda cómo Rocío
trataba de convencerla de pedírselo en otro momento, que seguro ella
estaba cansada y no recibiría a nadie. Rocío se fue, esperando que
Guadalupe recapacitara y con la promesa de que se fuera al poco tiempo;
si no, los padres la matarían como a ella. En un punto Rocío tenía razón.
Pero Guadalupe no entendió razones ni llamó a sus padres. A Rocío le dio
culpa y decidió acompañarla desde lejos no sin antes avisarle a sus
padres que se demorarían un poco y de paso que le avisaran a los padres
de Guadalupe. Mientras tanto, ella no se movió de la puerta en ningún
momento, y nadie la sacaría de allí sin ver a su ídolo. Selena salió
como una hora y media después del lugar, rodeada de su padre y unos
custodios. Guadalupe empezó a gritar como loca “¡¡Selena, Selena!! ¡¡Por
favor aquí!! Fírmame un autógrafo. Hace 2 horas que te espero. Te quiero
mucho. ¡¡Por favor!!”. Guadalupe lo decía como si supiera que sería un
intento vano pero un excelente momento como para exteriorizar su
admiración para que Selena la escuchara, para que supiera que ella
estaba allí esperándola. Para su asombro vio que alguien apartaba al
padre de Selena y a sus custodios. Era Selena. ¡¡Era Selena!! Ella quedó
petrificada. Jamás imaginó que Selena se acercaría. Selena era la
estrella. Ella no. Selena era conocida. Ella no. Selena era amada. Ella
decía que no. Ella le gritaba de lejos y era Selena quien se acercaba.
Selena le sonrió y le dijo “¿Qué haces aquí a estas horas de la noche? ¿Pero
qué linda que estás? ¿Cómo te llamas?” … “Guadalupe. Pero me puedes
decir Lupita”. “¡¡Lupita!! ¡¡Tienes un bellísimo nombre!! ¿Tú quieres un
autógrafo? Pues bien. ¿Dónde quieres que te lo firme?” … Era increíble.
Guadalupe había esperado e implorado por su presencia, y ahora que la
tenía allí no tenía ni un mísero papel. “No me creerías, Selena, pero no
tengo papel ni lápiz. ¡¡Soy una tonta!!”. Y echó a llorar amargamente.
Selena la tomó de la cabeza y la abrazó. “Hey, Lupita, no llores. Aquí
me tienes. ¿No tienes dónde firmar? ¡¡Despreocúpate!! Repítetelo y tenlo
siempre en cuenta en el futuro. Lo imposible siempre es posible. Tal vez
la muerte sea irremediable. Lo demás no. ¿No tienes papel ni lápiz? ¿Qué
tal si los inventamos?”. Y echó a reír a carcajadas mientras le pegaba
una palmada en la espalda. Guadalupe reía y lloraba a la vez. No sabía
ni qué hacer ni qué decir. Selena tomó un pañuelo blanco que llevaba en
el cuello que se lo había puesto su madre para protegerse de la garganta,
tomó un lápiz que llevaba consigo y procedió a firmárselo allí. Luego la
miró a Guadalupe, se sonrió y le dijo: “Aquí tienes, para que no llores
más, para que lo recuerdes siempre, para que estés siempre feliz y para
que te sirva en la vida. Tómalo y cuídalo … ¡¡que en un mes paso por tu
casa para que me lo devuelvas!!”. Y Selena volvió a estallar de la risa
mientras le regalaba su pañuelo. Cuando Guadalupe tomó el pañuelo vio lo
que había escrito Selena: “For my friend, Lupita. Remember. The
impossible is always possible. Love. Selena. 1993”. Guadalupe se
emocionó, se sonrió y con lágrimas en los ojos la abrazó fuertemente.
“Te quiero, Selena. Eres la hermana que nunca tuve. Eres mi ideal. Sólo
quiero que nunca nos abandones. Quiero que sigas siendo como eres aunque
seas muy, muy famosa”, Y la abrazó más fuerte aún. En ese momento se
acercó uno de los custodios para decirle a Selena que se tenían que ir.
Selena lo miró fijo y con un gesto adusto le indicó que se retirara.
Enseguida apareció A.B. y lo sacó inmediatamente del lugar mientras le
guiñaba un ojo a Selena. Ella le sonrío y le hizo un gesto a su padre
para que esperara un minuto más. Selena se apartó de Guadalupe, tomó su
cara con ambas manos y le dijo: “Todos los que me quieren son mi mejor
reaseguro. Yo nunca los defraudaré. Yo seguiré siendo la misma de
siempre. Eso sí: tú guarda ese pañuelo. Ese pañuelo es parte de mí. Si
tú lo cuidas del mismo modo que me quieres, yo siempre estaré aquí, yo
nunca me iré, yo siempre estaré en tu corazoncito”. Y le señaló el
corazón de Guadalupe que latía sin cesar. Ella le dio un largo beso.
Selena se apartó de Guadalupe y no dejó de mirarla hasta que se perdió
entre la gente que la rodeaba. Y cuando ya no se la veía, Guadalupe
alcanzó a escuchar: “¡¡Acuérdate de mí, Lupita!! Acuerdate siempre. ¡¡Si
me recuerdas siempre estaré contigo!!”…
“¡¡Dime que no es cierto, dime que no es cierto!!”, decía Guadalupe una
y otra vez a Rocío. Rocío no podía hablar. Había llegado a la casa de
Guadalupe sólo para compartir su dolor con su amiga. En su casa sólo
ella era fanática de Selena. Sus hermanos la cargaban con eso y sus
padres eran admiradores pero no tanto. Guadalupe trataba de aferrarse a
la idea de que al fin y al cabo nadie había anunciado lo peor. ¿Y si no
era cierto? ¿Y si no estaba tan grave? Tal vez, tal vez estaría
malherida pero se salvaría. Ella es joven, vital, pura energía, puro
vértigo. No le podía pasar nada. ¡No le debía pasar nada! Por un momento
se sintió al borde del precipicio de sólo pensar lo que sería ella sin
Selena, lo que sería el mundo sin ella, lo que podía ser su vida, sus
sueños, sus amores, sus anhelos sin ella. Sintió que se iba a desmayar y
casi se cae. Rocío se alarmó y le preguntó si estaba bien. Guadalupe se
agarró de una mesa para no derrumbarse. Maldijo no haber pensado que
esto podía suceder. Pensó una y otra vez que debió ir a verla de nuevo
inmediatamente después de aquel concierto. Que debió haber haberla
seguido a todos lados, incluso a Monterrey. En aquel momento la economía
familiar se lo impedía. Apenas si llegaba su familia a fin de mes, y
encima Guadalupe tenía ocupado todo el día trabajando o estudiando. Al
Memorial Coliseum la había invitado Rocío. Al Houston Astrodome fueron
porque ella ganó dos entradas en un sorteo hecho en un programa de radio
y así saldó su deuda de toda la vida con su amiga. Pero esa frustración
de no poder ver siempre a Selena se compensaba con tener todos sus
discos, todos sus posters, vestirse como ella, maquillarse como ella,
imitarla a ella. En las casas en las que trabajaba era un espectáculo
aparte verla cantar mientras limpiaba, planchaba o cocinaba. Guadalupe
era querida como una hija en cada familia que la ayudaba a pasar su
precario estar económico. En aquellos lugares en los que trabajaba su
madre le pedían que viniera ella, así con la excusa de dar su “show”
haciendo de Selena le daban dinero para comprar todo lo que hubiera de
Selena o para vestimentas parecidas a las que usaba su ídolo. Ella solía
contar su experiencia de haber visto a Selena y de que tenía un pañuelo
suyo autografiado. Pero la mayoría no le creía porque ella nunca lo
había mostrado. Es que Guadalupe nunca lo mostraba pues lo tenía
guardado en un cajón “bajo 7 llaves”. Temía perderlo o que quedara
maltrecho. Nunca vendería ni regalaría semejante recuerdo. Era lo más
valioso que tenía, era el regalo más hermoso que hubiera recibido jamás…
Guadalupe maldecía no haberse anticipado a la tragedia, que tal vez
debió haberse esforzado más, debió haber ido aunque más no sea a verla a
la salida de un concierto aunque no pudiera entrar. O haberla esperado
en alguna de las entradas para pedirle que la dejaran entrar con ella.
Pero nunca quiso por no pecar de abusar de la confianza y de la bondad
de Selena. Otro de los motivos por los cuales se maldecía fue porque
pensaba que se había dejado estar, que esperaba volver a verla cuando
vinieran tiempos mejores, porque pensaba que ya habría oportunidad de
verla otra vez. Y si no aprovechar un sorteo para ir a verla, como lo
fue en el concierto del Houston Astrodome. “Total, Selena hará miles de
conciertos. Que me pierda unos cuantos no importa. Cuando gane más
dinero, cuando llegue mi oportunidad podré ver a Selena cuantas veces
quiera”, decía y se volvía a decir para no sentirse tan frustrada de no
ver a lo que más quería y admiraba en su vida. Ahora se lamentaba de no
haberla visto una, dos, mil veces más. Se sentía culpable. Se sentía
responsable. “¿Por qué no fui a los conciertos y no busqué colarme para
verla? ¿Por qué no pedí a las casas en las que trabajo que me regalaran
entradas a conciertos de Selena y yo a cambio les hacía trabajos extra,
les cuidaba a sus hijos cuando querían salir a una fiesta, les hacía
compras, les hacía cualquier cosa? ¿Por qué?”. Esa pregunta retumbaba
una y otra vez en la cabeza de Guadalupe que comenzó a gritar de dolor y
llorar de impotencia: “¡¡Selena!! ¡¡Selena!! No te vayas. ¡¡No te vayas!!
¡¡Te lo ruego!! ¡¡No nos dejes, Dios mío!! ¡¡Escúchame, Dios mío!! ¡¡No
te la lleves!! ¡¡Déjala aquí, ayúdala, cúrala!! ¡¡Haré lo que sea, haré
lo que sea si no la dejas marcharse de este mundo!!”. Y otro mareo más
fuerte sacudió violentamente a Guadalupe que cayó redondamente al piso.
Rocío comenzó a gritar y la madre de Guadalupe entró a los gritos
alarmada. “¡¡Lupita, Lupita querida!! ¿Qué te sucede? No te culpes más.
Por favor, recapacita. Acepta la realidad. Confía aún en Dios. Lo peor
no ha sido anunciado. Tal vez hayan exagerado. Todavía no se escuchó a
nadie de Corpus Christi. El padre de Selena aún no habló. Esperemos. Tal
vez no sea cierto. Pero Lupita, si eso llegara a suceder, aprende a que
estas cosas suceden en la vida. A veces hay que resignarse ante las
decisiones de nuestro Señor…”. Guadalupe abrió los ojos en cuanto
escuchó esas palabras y se reincorporó. Por alguna razón esas palabras
le hicieron recordar a Selena y a lo que ella le dijo: “Lo imposible
siempre es posible. Tal vez la muerte sea irremediable. Lo demás no…”.
Yeso la llevó al pañuelo. Se levantó inmediatamente y se marchó a su
cuarto. “¿Pero qué vas a hacer?”; le dijo Rocío. Guadalupe iba a paso
rápido y firme hacia su pieza. No escuchaba ni los ruegos de su madre ni
las preguntas de su amiga. Sólo recordó lo que dijo Rocío y sin darse
vuelta dijo: “Voy a hacer lo que debí haber hecho desde un principio…”
Guadalupe abrió la puerta de su cuarto y fue directo a la cómoda en la
que había un solo cajón. Tomó su collar en el que había una llave. Nadie
le había preguntado en qué consistía esa llave. Pensaban que era un
adorno exótico. Tampoco nadie le preguntó qué había en ese cajón cerrado
en la seguridad de que allí habría un diario en el que Guadalupe
escribiría sobre sus cosas más íntimas. Lo abrió cuidadosamente y tomo
ese pañuelo que estaba guardado en una bolsita de nylon para que no se
dañara. Miró nuevamente lo que decía: “For my friend, Lupita. Remember.
The impossible is always possible. Love. Selena. 1993”. Se puso a llorar
pero se contuvo rápidamente. Luego con gesto adusto se lo mostró a Rocío
y le dijo: “Yo sé que Selena se va a salvar. Lo sé porque no se puede ir
... Porque no se debe ir ... Si ella escribió esto no se nos puede ir
justo ahora. Por favor, Rocío. Hazme compañía y reza, piensa en algo
bueno para Selena, haz fuerza, mucha fuerza para que no se vaya. No
pienses en lo peor. ¡¡Ni se te ocurra pensarlo!! Tómame la mano, cierra
los ojos y piensa en ella, y dale sólo palabras de aliento. No pienses
en otra cosa. ¡¡No debes hacerlo!! Yo tomaré este pañuelo y le haré
recordar a Selena cómo escribió esto, que lo recuerde, que más que nunca
crea en lo que dijo y escribió. Que ponga en práctica eso en lo que ella
tanto creía. No me voy a deshacer de este pañuelo hasta que me avisen
que todo ha pasado y que Selena ha vuelto a estar entre nosotros”. Luego
se dirigió a su madre y le dijo: “Y por favor madre, no vengas con
ninguna noticia por un par de horas. Sólo avísanos si hay una novedad en
concreto y cierta”. Y Guadalupe miró a su madre con desesperación y con
ruego. Ella entendió lo que eso significaba y se fue sabiendo que era lo
mejor y porque era su hija. Se fue pensando que era mejor que su hija al
menos se aferrara a la última esperanza aunque todo fuera una quimera…
Guadalupe empezó a rezar y a pensar en Selena. Por momentos era difícil.
No podía dejar de pensar que se estaba transmitiendo en todos los
canales de televisión y en todas las radios las últimas novedades, todas
las especulaciones, todas las conjeturas. Ya había gente que había
partido a Corpus Christi para cubrir la noticia y esperar el desenlace.
El hecho de que no apareciera Selena ni que nadie de la Familia
Quintanilla saliera a desmentir lo que había sucedido hacía presumir que
las cartas estaban echadas y que era sólo esperar la confirmación de la
triste noticia. Guadalupe apenas podía escuchar la transmisión por TV
que veía y escuchaba su madre, y por un lado no quería escuchar, y por
otro quería ver si daban una buena noticia o acaso escuchar los pasos de
su madre que vendría corriendo para que ella viera a Selena sonriente
saliendo por televisión. Pronto se dio cuenta de que eso era lo peor y
que cuanto más estuviera atenta al afuera, cuanto menos se concentrara
en ella y cuanto menos se convenciera de que el destino de Selena
dependía de su ruego, las posibilidades serían nulas. A Guadalupe se le
vino a la mente, cual si fuera un mensaje de Selena, aquellas palabras
que le dijo cuando se despidió y ya no podía verla: “¡¡Acuérdate de mí,
Lupita!! Acuerdate siempre. ¡¡Si me recuerdas siempre estaré contigo!!”…
Y al recordarlo Guadalupe se repitió una y otra vez: “Estoy aquí,
Selena. Te estoy recordando. ¿Sabes quién soy? Lupita. ¿Te acuerdas de
mí, no? Soy la que te esperó como dos horas en el Memorial Coliseum de
Corpus Christi. Tú me regalaste tu pañuelo y me lo firmaste. Me dijiste
que salvo la muerte nada era imposible. Que todo se puede lograr. Pues
aquí estoy, Selena. Estoy con tu pañuelo. Aún te estoy esperando. ¿Acaso
no vas a venir a buscarlo como me lo prometiste? Sabes que es tuyo.
Estoy esperando que vengas a mi casa. Ya tengo papel y lápiz para que me
firmes otro autógrafo”. Guadalupe se repetía en silencio sus palabras
con la esperanza de que las escuchara Selena. Ése era su rezo. Ésa era
su forma de implorar. Estaba convencida de que haciendo fuerza por ella
nada le ocurriría, que si miraba fijo el pañuelo con las palabras de
Selena ella se pondría bien. Estaba convencida de que si se trazaba un
plan y se prometía cosas o se las prometía a Selena, ella no podría irse
nunca. Guadalupe se convenció de que si no se movía, si no la miraba a
Rocío, si no despegaba su mano de la de ella sin hablarle nada cambiaría.
Cuando se fue a su cuarto, la última noticia era que Selena aún estaba
viva. Era cuestión de no moverse y esperar, pero no pasivamente. Esperar
y hacer algo, rezar, implorar, desear con fuerzas y convencimiento de
que nada malo iba a suceder, de que a Selena no le iba a pasar nada,
absolutamente nada…
De pronto, Guadalupe notó que Rocío le quitó la mano y llorando le dijo:
“¡¡Ya basta, Guadalupe!! Esto no tiene sentido. Odio decirlo, pero ya
nada podremos hacer. ¡¡Selena se va a morir y sólo nos resta lamentarnos
y preguntarnos por qué sucedió y quién le hizo semejante aberración!!”.
Y fue hacia la puerta de su cuarto y la abrió como para irse sin más.
Pero como en aquella noche del Memorial Coliseum, sintió piedad y culpa
por su amiga. Entonces se dio vuelta y le dijo: “¿Es que te quieres
quedar allí? Sabes que no tiene sentido alguno. Vamos. Ven conmigo.
Salgamos a la calle. Sigamos como podamos nuestras vidas. Es mejor
movernos antes que nos mate la angustia”. Rocío alargó su brazo
esperando que Guadalupe la acompañara. Ella se reincorporó algo aturdida.
Lo que decía era razonable. Tal vez no tenía sentido seguir allí. Tal
vez podía esperar el milagro sin pensar tanto en ello, sin angustiarse
más. Pensó resignadamente que era mejor seguir a su amiga aunque no le
convencía mucho la idea. ¿Pero qué más da? La realidad superaba todo.
Por un instante sintió que su fuerza era nada frente a las noticias que
llegaban de Corpus Christi, frente a ese silencio que parecía decirlo
todo, que cubría todo con un manto negro, frío y de muerte del cual
nadie podía escapar, nadie podía enfrentar. Guadalupe se reincorporó y
siguió en silencio a su amiga, mirando al piso y totalmente confundida.
Estaba haciendo algo que no quería pero se sentía sola en la lucha, sola
en su fe, sola en su deseo, sola en su ruego. A medida que se acercaba a
la cocina de su casa podía escuchar a los reporteros, a los analistas, a
la gente que juraba y perjuraba haber visto todo, que sabía todo lo que
había sucedido sin saber paradójicamente qué sucedía con Selena. De
pronto, Guadalupe se detuvo. No dio un paso más. Sintió que algo no
estaba yendo bien, que ella no se podía ir, que no podía dejar a Selena
sola. Y Selena era aquel pañuelo y aquel mensaje. Se quedó un instante
pensando, como esperando que su amiga se diera cuenta. Al advertirlo,
Rocío le dijo: “¿Quieres volver, no?”. Ella le contestó afirmativamente
con un solo movimiento de cabeza. Rocío sólo atinó a decirle: “Pues
mucha suerte. Espero que todo salga bien”, y siguió sus pasos sin mirar
atrás y llorando. Guadalupe sin contestarle se dio vuelta y corrió para
su cuarto. Llegó a su habitación, cerró con llave, apagó las luces, tomó
con fuerza su pañuelo y le dijo. “¡¡Yo no me muevo de aquí, Selena, yo
no me muevo de aquí hasta que estés bien!!”…
Guadalupe se quedó vaya a saber cuánto tiempo mirando su pañuelo
fijamente sin quitarle la vista. Pasaron por su mente miles de cosas,
todas promesas con las que haría una vez que Selena estuviera bien.
Recordó los conciertos más lindos. Se reía cada vez que recordaba alguna
ocurrencia de Selena en un reportaje. En un momento se olvidó de todo y
repetía para sí el “diecicuatro” que dijo Selena en vez de “catorce” en
el reportaje que le hiciera Cristina. Recordaba con Amor cuando vio a
Selena en Festival Acapulco y cómo se conmovió cuando cantó “Como la
Flor” y cómo se divirtió verla bailar “Techno cumbia”. Pero
fundamentalmente recordó cuando vio a Selena en el Houston Astrodome
apenas 33 días antes. Esa entrada impresionante en el carruaje, el
griterío de la gente y el suyo propio, ese inicio sorprendente e
increíble del “Disco Medley”, cuando Selena se sacó la chaqueta un poco
torpemente en “Amor prohibido”, cantar a viva voz “Cobarde”, seguir cada
estrofa de “Tus desprecios”, gritar con toda su fuerza “¡¡Sí!!”cuando
Selena les preguntó: “¿Están disfrutando sí o no?”, quedarse con la boca
abierta y gritar jubilosamente cuando Selena se detuvo y podía
escucharse hasta su respiración en “Si una vez”, ver ese final de “Como
la Flor” y su saludito a la cámara. Eran interminables esas imágenes,
todas muy lindas y sobre todo muy recientes. Recordaba su despedida en
el auto, el saludo de Selena a cada uno de los asistentes, su último
adiós asomándose por sobre su entrada a los camarines para despedirse
del último asistente al concierto. Esa imagen atormentaba a Guadalupe.
Pensaba una y otra vez por qué no intuyó algo, por qué no vio ninguna
señal, algo que le indicara lo que podía suceder. Pensó en aquel que
insólitamente arrojó un vaso de cerveza pasándole cerca a Selena y se
lamentó de no notar que eso era una señal unívoca de que algo malo
pasaría. Pensó en cómo no notó nada raro para correr y avisarle a
Selena, quedarse toda la noche para encontrarla a la salida y rogarle
que se cuidara como ella le pidió al público cuando cantó su última
canción, “Como la Flor”. Pensó en cómo no se coló en el camarín para
rogarle a Selena que no se quedara nunca sola por nada en el mundo, para
mostrarle el pañuelo, para devolvérselo a cambio de que nunca la
abandonase. Guadalupe se echaba culpas de algo que no tenía sentido pero
que no lo podía evitar. Ahora se aferraba a su pañuelo y sólo rogaba,
rezaba, imploraba a cuanto Dios creyera el mundo para que la escuchara y
salvara a Selena. Prometió ir a todas las procesiones, prometió caminar
hasta la casa de Selena, prometió trabajar el cuádruple y esmerarse más
en sus estudios con tal de que Selena siguiera viva … sí, siguiera viva.
“Dios mío, sólo te pido que no se muera, por favor no la dejes morir”,
decía Guadalupe ya no importándole decir esas palabras que odiaba
pronunciar. El silencio de su casa, las no noticias que le llegaban a su
cuarto le hacían presentir lo peor y su ruego se hizo desesperación. Su
invocación sólo quería callar la noticia que revoloteaba en su cuarto…
De pronto, con el silencio de la casa, la oscuridad de su cuarto y la
tensión que tenía desde hacía horas sumieron a Guadalupe en un sueño,
que más que sueño era abatimiento. Se le seguían cruzando imágenes,
conciertos, sonrisas, llantos, últimas noticias, gente gritando, gente
desesperada, hasta que sintió que alguien se le había aparecido por
detrás en su cuarto. No podía acercarse para ver bien pero escuchó a
alguien, percibió que alguien estaba allí. “¡¡Hey, Lupita, aquí estoy!!
Soy Selena. Vine a buscar mi pañuelo. ¿Recuerdas?”. E inmediatamente
comenzó a reírse a carcajadas. Guadalupe comenzó a gritar: “¡¡Selena!! ¿Eres
tú? ¿Pero dónde estás? ¡¡No te puedo ver!!”. “Aquí estoy, Lupita, en la
ventana. Ábrela, así puedo entrar. ¿Tienes preparado papel y lápiz? Te
cambio el pañuelo por un autógrafo, tal como lo convenimos”, y Selena
volvió a reír. Guadalupe intentó reincorporarse pero no podía. Algo se
lo impedía, una fuerza que la obligaba a estar sentada. Sentía que hacía
el esfuerzo de reincorporarse y caminar, mas seguía estando sentada en
el mismo lugar … “¡¡Espera, Selena, ya voy, ya voy a recogerte!!”. “…Apúrate,
Lupita, que no tengo mucho tiempo. Me siento un poco mareada, te voy a
ser sincera, pero estoy bien aún. Fíjate si puedes tomarme de la mano…”,
Y Selena alzó su brazo. Guadalupe pudo verla a Selena con un rostro azul,
producto de alguna luz que podía ser de la luna o simplemente por el
reflejo de la luz de la medianoche ... Por un momento se acordó del
último concierto de Selena en Monterrey, aquel inolvidable del Far West
Rodeo, en el que Selena mostró toda su plenitud, todo su talento, toda
su belleza …Ahora que la podía ver bien en la ventana, pudo apreciar que
Selena mantenía la sonrisa pero que le costaba sostenerla. Notaba que le
estaba pasando algo, se la veía agotada, como si hubiese corrido un
largo trecho que la dejó extenuada. Y con el último aliento le dijo:
“Dependo de ti, Lupita. ¡¡Tómame la mano y ayúdame!!”. Guadalupe sacó
fuerzas de dónde no tuvo y casi sin mirar se abalanzó sobre la ventana,
la rompió con su mano y tomó la de Selena trayéndola hacia su cuarto.
Cuando se pudo reincorporar, Guadalupe se acercó sobre Selena y la
abrazó fuertemente. “¡¡Selena!! ¡¡Selena!! ¡¡Estás viva, estás viva!!”.
Selena le dijo: “Gracias por salvarme la vida, pero déjame curarte la
mano. La tienes ensangrentada…”. “No importa, no importa, ¡¡no importa
nada!! Lo único que importa es que estás aquí, ¡¡estás aquí!!” … De
pronto, Guadalupe ve que se encienden las luces de su cuarto. Entra su
madre desesperada y dice: “¿Pero qué pasa, Lupita, pero qué le ha
sucedido a la ventana? ¿Pero mira lo que te has hecho en tu mano? ¿Pero
qué ha pasado?”. Guadalupe no entendía nada. Vio su mano ensangrentada,
pero su pañuelo intacto unos metros más adelante. Y no estaba Selena.
Comenzó a gritar: “¡¡Selena, Selena!! ¿Dónde estás? Dime que no te has
ido. Por favor, ¡¡dime que estás bien!!”. Su madre la miró con tristeza:
“Oh, mi chiquita, te has quedado dormida y mira lo que ha pasado. Ven
que te voy a curar”. Guadalupe notó que Selena se había ido. ¿O lo había
soñado, como le dijo su madre? De pronto la realidad a la que estaba
evadiendo estaba invadiendo su cuarto. Con angustia y resignación sintió
que las cartas estaban echadas. Miró a su madre que no la miraba
mientras vendaba su mano y apenas musitó: “¿Y Selena cómo está? ¿Hay
noticias de ella?”. “Mira, mi hijita, tal vez debas pensar…” ... “¡¡Lupita,
Lupita!! ¡¡Ven aquí!! ¡¡Es un milagro!!”, interrumpió desde lejos Rocío.
Enseguida entró su amiga a los gritos diciendo: “¡¡Selena está viva!!
¡¡Selena está viva!! Lo anunció su padre. La balearon pero
milagrosamente despertó. Y pidió hablar por la televisión. Dice que
tiene algo urgente que decir. Que no puede esperar. No sé, suponen que
hablará de la que la baleó … ¡¡Pero qué importa!! ¡¡Selena está débil,
pero bien!!”. Y abrazó a Guadalupe, que tenía la mirada extraviada y de
alegría que no podía exteriorizar. Había aguantado tanto, había deseado
tanto este momento que ahora que lo podía exteriorizar no podía … no
podía. Corrieron a la cocina y, para cuando llegaron, Guadalupe vio a
Selena en una cama de una habitación en el hospital. A pesar de vérsela
demacrada y malherida, sonreía insólitamente y saludaba a la cámara.
Allí Guadalupe estalló en un llanto. Allí pudo ver la cercanía de la
muerte, la misma cercanía que pudo apreciar cuando vio a Selena en la
ventana pidiendo ayuda en ese supuesto sueño…
“Agradezco la preocupación de todos ustedes”, alcanzó a decir Selena.
“No puedo hablar mucho, no porque no pueda sino porque entre los
doctores y mi familia me van a destrozar si hago un esfuerzo demás”. Y
echo a reír como podía. “Les agradezco a ellos también su paciencia,
porque saben que cuando algo se me pasa por la cabeza no paro hasta
lograrlo. Pero ellos lo entendieron. No voy a hablar de lo que pasó. Ya
habrá tiempo. Voy a hablar de algo muy lindo, de alguien muy noble”.
Selena hablaba pausado y en voz baja. No parecía ella pero era
entendible. Era un milagro. Un milagro que estuviera allí y encima
hablando. “A todos lo que rezaron por mí sólo tengo palabras de
agradecimiento. Saben que yo sin ustedes no soy nada. Pero quise hablar
ahora pues quiero agradecer a alguien que sé que estuvo sufriendo mucho
y que estuvo haciendo fuerzas por mí. En este tiempo que no sé cuánto
fue aparecieron varias veces por mi cabeza las imágenes de una niña que
rezaba por mí sujetando un pañuelo que yo le había regalado. Para ti,
Lupita, sólo quiero que sepas que te estoy muy agradecida porque sé que
me salvaste la vida a tu manera, como todo el público que rogó por mí …
Lo único que puedo ofrecerte es que vengas a visitarme. Yo te atenderé
personalmente … ¡¡para que me devuelvas mi pañuelo!!, y echó a reír
aunque con lógica dificultad. Espero que traigas lápiz y papel para que
te dé un nuevo autógrafo…”. Enseguida se le acercaron los médicos y el
padre de Selena para que se fuera a descansar, pero se detuvieron ante
el gesto adusto de Selena, que lo podía hacer aun malherida. A.B. pidió
a todos que dejaran a Selena terminar. “Por último, sólo me despido de
todos ustedes por un tiempito. Pronto me pondré bien y prometo no
defraudarlos más. Porque todo puede remediarse, salvo la muerte, ¿Recuerdas,
Lupita, no?”. Y alzo su mano y se despidió de todos…
Rocío abrazó a Guadalupe y le dijo “Mira, te nombró Selena, ¡¡te
agradeció!!”. Te admiro, amiga. Yo me había resignado, yo pensé como
todos que nada se podía hacer. En cambio, tú estabas convencida, ¡¡tú
nunca te diste por vencida!!” … Guadalupe casi no escuchó a Rocío. Se
quedó pensando hasta que de pronto salió corriendo para su cuarto.
“¿Pero qué vas a hacer mi hijita?”, le dijo su madre. “Voy a aceptar la
invitación de Selena”, le contestó y se fue rápido a buscar su pañuelo.
Entró y salió de él en un instante. Atrás la seguía su madre implorando
que no se fuera aún, que era peligroso, que era … “No se preocupe,
señora, yo la acompañaré como lo he hecho siempre”, le dijo Rocío. Esas
palabras la tranquilizaron a la madre de Guadalupe que se despidió de
ella con un “cuídense y llámenme, por favor”. Sabía que era mejor dejar
que se fuera y correr el riesgo antes de verla enfurecida y frustrada en
su casa. A la salida Guadalupe abrazó a su amiga y fueron al primer
autobús que las acercara a Corpus Christi. Tuvieron que hacer dos viajes
de dos horas cada uno. Cuando llegaron al Hospital se encontraron con un
mundanal de gente y de reporteros cubriendo todo el milagro. Guadalupe
utilizó el ardid de que Rocío estaba desmayada y así ingresaron al
hospital. Luego le dijo: “Aprovecha para llamar a mi madre y
tranquilizarla. Yo voy a buscar a Selena”. Rocío asintió y siguieron
ambas por diferentes caminos. Como si la conociera de toda la vida,
Guadalupe dio con el sector de habitaciones en el que estaba Selena.
Allí vio a Abraham Quintanilla y se abalanzó sobre él. “¡¡Hola, señor
Quintanilla!! Soy yo, soy Lupita. ¡¡Quiero ver a Selena, por favor!!”.
El padre de Selena la abrazó pero quiso explicarle que aún no podía
verla, pues estaba descansando. “Pero es que tengo que verla ahora. ¡¡Sé
que me necesita en este momento!!”: Cuando el señor Quintanilla estaba
por explicarle nuevamente que debía esperar, escuchó a Selena decir: “¡¡Lupita.
Lupita!! Entra, entra. ¡¡No le hagas caso a mi padre!! ¡¡Entra ya!!”. Y
Guadalupe entró casi tirando la puerta abajo y abrazó a Selena con mucha
fuerza. La sintió frágil pero bien. Apenas la tocó empezó a llorar
largamente, lloraba por todo lo que había sufrido en esas interminables
horas. Notó para su asombro, pero entendiendo por qué, que Selena
también lloraba. Fue la misma Guadalupe la que esperó que pasara el
momento para hablar, para que Selena recuperara su semblante. En cuanto
se separó de ella y la vio sonreír con ternura sacó su pañuelo y se lo
entregó. “Pero era en broma que te decía que debías devolvérmelo. Sabes
que es tuyo, Quédate con él”, le dijo Selena. “No, quédatelo tú”, le
dijo llorando Guadalupe. “Ese pañuelo es tuyo, pero ahora tiene mis
ruegos, mis pedidos, mis promesas. Yo prometí que te lo devolvería si te
salvabas. Además, quiero que lo tengas tú para que retengas tus propias
palabras cada vez que hagas algo y para que recuerdes que siempre velaré
por ti. Yo sólo quiero que me prometas que te cuidarás mucho siempre.
¿Lo harás?”. “¡¡Claro que sí!!”, le dijo Selena. “Entonces, cuando te
recuperes, quiero que demuestres al mundo que eres la mejor, y cuando
salgas en todas las revistas, en todos los periódicos o cuando recibas
todos los premios, tomes alguna de esas publicaciones, o algún premio
significativo para ti, y me lo traes a casa dedicado. ¿Prometido?”. “¡¡Prometido!!”,
le dijo Selena y se abrazaron largamente en silencio. Cada tanto se
escuchaba algún llanto, pero no dejaron de abrazarse por largo rato. “Te
quiero mucho, Selena, te quiero mucho. No podría vivir sin ti. Hay mucha
gente que se moriría si tú te vas”, le dijo desgarradoramente Guadalupe.
Selena sólo asentía en silencio y con lágrimas en sus ojos y en su cara.
“Pero ya no estemos tan tristes. No hay motivo. Lo peor ya pasó. Eso sí.
Antes tú me pediste que siempre me acordara de ti. Ahora te ruego que te
acuerdes de mí cada vez que emprendas algo. Acordándote de mí, te
acordarás de todos los que te aman”. “Siempre me acordaré de ti e iré a
tu casa pronto, muy pronto. Pero mira. Que no lo sepa mi padre. Toma lo
que hay debajo de mi cama”. Guadalupe se agachó y notó que había un
sobre. “Ábrelo. Es para ti”, le pidió Selena. Cuando Guadalupe lo abrió
vio una hermosa foto de Selena con su mirada sugestiva llevándose la
mano en el pecho. “Esa foto será la tapa de mi disco en inglés. La
tienes en exclusiva. Aún ni sé cómo se llamará. Pero fíjate lo que hay
detrás”. Guadalupe dio vuelta la foto y vio que decía: “Thanks for not
leaving me alone. Thank you for always believing in me. I owe you my
life. I owe you everything. From now on I will do everything thinking
that you are there, waiting for me ... I will always remember you in
every one of my actions. A thhousand hugs and a thousand kisses. Loves
you. Selena. 1995”. Guadalupe la abrazó de nuevo y mientras le daba un
largo beso, Selena le decía: “Le pedí la foto a mi padre con cualquier
excusa y la escribí cuando estuve sola un ratito…”.
En ese instante entró el padre de Selena con los médicos que estaban
atendiendo a Selena. Guadalupe hizo un gesto entendiendo que se debía ir.
Antes de irse, la abrazó a Selena fuerte y tiernamente. Al verla tan
frágil, por primera vez sintió el Amor de una madre a un hijo sin serlo.
Luego se aparto, y esta vez fue ella quien le dijo: “Y recuerda, Selena,
acuérdate, acuérdate de mí, porque si te acuerdas de mí te acordarás de
todos los que te aman y tienen todas las esperazas sembradas en ti”. “Lo
recordaré siempre, Guadalupe. ¿Te gustaría que te haga un vestido
diseñado por mí?”, le preguntó Selena. “¡¡Claro que sí!!”, le contestó
Guadalupe. “Entonces cuando vaya a tu casa te traeré un vestido, pero
mientras llévate éste”: Y Selena le dio el hermoso vestido morado que
usó en febrero de ese año en los Premios TMA. “¿Es para mí? ¿Y cómo
tienes este vestido aquí?”. “No lo sé. Cuando llegué aquí, vi que mi
padre lo llevaba en su brazo. Le dije que lo dejara en mi habitación. Ni
quiero pensar para qué lo había traído aquí…”, le contestó Selena
intuyendo aquel acto de su padre sin querer pensar más en ello para no
angustiarse. Guadalupe lo tomó, le dio otro enorme beso y se fue
retirando sin dejarla de mirar hasta que salió del cuarto. “Te estaré
esperando, Selena. ¡¡Pero recuerda siempre cuidarte mucho!!”. “Lo haré,
Guadalupe, lo haré. Te debo todo. Siempre estaré pensando en ti”. Y ya
no la escuchó más pues los médicos se dispusieron a revisarla. A los
pocos pasos Guadalupe se encontró con Rocío. “¿Viste a Selena?”, le
preguntó. “Claro que sí. Pero volvamos ya a casa, Tengo mucho para
contarte y mostrarte”. Y las dos amigas se fueron abrazadas del lugar.
Guadalupe salió del hospital en el medio del griterío, los empujones y
el nerviosismo de los periodistas. Ella estaba en paz y tranquila. Lo
que debía hacer lo hizo. Ahora sólo restaba esperar. Sólo restaba vivir
tiempos hermosos y felices, tiempos alegres y divinos con Selena siempre
viva en su corazón … siempre viva. Con Selena viva ya no tendría más
miedo ni más dolor. Sólo restaba que Selena cumpliera su promesa y ése
iba a ser su mejor regalo. Y sabía que Selena lo cumpliría. Sólo restaba
ver cómo Selena cumpliría su propio sueño, sólo restaba ver cómo Selena
cumpliría el sueño de Guadalupe…
…Todos somos como Guadalupe. Todos esperamos que aquel sueño se haga
realidad y el mundo sea mejor, mucho mejor con Selena presente, mucho
mejor con nosotros felices viendo cómo Selena cumple su sueño y el deseo
de todos nosotros…
Jamás me resignaré, Selena. Todos los días hago el mismo esfuerzo de
Guadalupe en el convencimiento de que algún día aparecerás en la ventana
de mi cuarto para decirme que te ayude a cumplir tu sueño, a ser feliz
con tu vida, a calmar mis penas, a detener mi llanto…
Tú cambiaste mi vida, Selena. Por eso te estoy eternamente agradecido.
Por eso te recuerdo todos los días…
¡¡Oh, Selena!! Más que nunca ahora cántame esa partecita de “¡Oh, no!”,
esa canción que sólo pudiste cantarla en un reportaje como adelanto de
lo que se vendría, de lo que harías para encantarnos otra vez. ¡¡Por
favor, no me dejes solo ahora, no me dejes solo una vez más!! … ¡¡No ves
que te necesito!! ¡¡No ves que te estoy esperando!! ¡No ves que me
siento solo sin ti! Sólo tú puedes calmarme con tu voz, sólo tú puedes
sacarme del martirio de vivir entre tanta miseria y rencor. Sólo tú
puedes retirarme de esta soledad insoportable, de ese sopor de estar
allí yendo sin rumbo, yendo sin motivo, yendo sin razón, Tú le das
sentido a las cosas, tú le das sentimiento a las canciones. Tú le das
Amor, dulzura, énfasis a cada palabra, a cada expresión. Tú, sólo tú,
Selena, sacas una sonrisa de mi boca cuando nada en el mundo me da
motivo para sonreír. Tú, sólo tú, Selena, le das motivo a mi existencia,
Amor al odio, abrigo al enfermo, ternura al que ya no tiene nada. No se
trata de sacralizarte ni de darle un sentido santificador a tu obra.
Sólo se trata de expresar lo que generas, lo que dices, lo que impactas,
cómo llegas al corazón, cómo es imposible vivir sin ti, cómo no se te
puede olvidar. Tal vez no te des cuenta, Selena, pero creeme que sólo
escucharte, verte y sentirte alivia las penas de mi Alma, el dolor de la
indiferencia, del desamor, de la locura de un mundo que perdió el rumbo,
que definitivamente lo ha perdido desde que tú te fuiste, desde que te
fuiste sin poder siquiera despedirte, sin siquiera sonreírnos por última
vez…
Uno siente que tu destino es nuestro destino, tu vida es nuestra vida,
tu dolor es nuestro dolor. Porque tu partida no sólo genera el dolor de
aquellos que te amamos. Tu partida es el dolor de arrancarnos el corazón,
de sacarnos de cuajo el sentimiento más hermoso y más genuino. Uno
contigo no puede dividirse, no puede escindirse. Contigo uno se siente
pleno, feliz, contento, en un grado de elevación de espíritu que no se
logra con nada ni con nadie en el mundo. Tú lo llenabas todo con tu
canto, con tu baile, con tu presencia, con tu risa, con tu saludo, con
tu sinceridad, con tu humildad. Contigo no había espacio para
especulaciones, para pensamientos negativos, para buscar la felicidad
deseando que el otro haga lo que debemos hacer nosotros, no había
espacio para la envidia, para depender de los demás para ser felices.
Contigo todo era paz, llenabas todo con tu dulzura, con tu encanto, con
tu voz, con tu carisma. Eres de las pocas artistas que había logrado que
nosotros recorriéramos con nuestros ojos sólo tus movimientos, tu
sonrisa, tu baile, tu estilo. Es que en ti podíamos confiar, además de
sentir placer. Es la confianza del niño que sabe que puede apoyar su
cabeza y recibir la contención de su madre, y que nada malo puede
sucederle. Y esa confianza se lograba porque eras sumamente auténtica y
genuina. Uno al verte sabía que lo que mostrabas reflejaba lo que eras
en realidad. Tú no ocultabas nada, tú te mostrabas tal cual eras, con
tus gustos, con tus risas, con tus bromas. Podías sorprender, pero eso
era parte de tu estilo. Uno podía no saber qué traerías, pero sabíamos
que algo nos tendrías preparado, que nos llenarías la boca de asombro.
Del mismo modo eras en el escenario. Le dabas allí ese plus, ese
movimiento, ese gesto, ese registro de voz, esa mirada que te hacía
única, incomparable, irrepetible. A veces pienso que esa sinceridad, ese
mostrarte con la cara lavada y la frente bien en alto tal vez haya
provocado lo que te sucedió, pues nunca pasaría por tu cabeza
escatimarle algo a alguien, mostrarte mezquina, ocultando algo a alguien
a quien confiabas. Tú eso no lo podías hacer aunque a veces era
necesario hacerlo con cierta gente. Pero esa “enseñanza” no estaba en tu
registro como en nadie de los que te amamos. Y que preferimos ser como
tú y tener tu destino de grandeza en vez de ir en la vida con la cabeza
gacha sin poder mirar a la gente por no haber sido lo suficientemente
sincero y valiente como para afrontar cada momento de la vida. Tal vez
eso que te produjo el destino y que es tan doloroso es a la vez el mayor
motivo de nuestro orgullo … Porque te fuiste siendo tú misma, porque te
fuiste creyendo en los demás, en tus ideales y en tus pensamientos…
¡¡Vamos, Selena, adelántame algo más!! No me dejes con las manos vacías.
Dale un sentido a mi vida, a las cosas, a este mundo. Sin ti las cosas
pierden sentido, la fuerza, la vitalidad. Contigo uno no se siente nunca
solo, el dolor se deja, el mal ambiente que nos rodea y al que estamos
acostumbrados se va. Pues todos los sentidos van sólo dirigidos hacia ti.
Tú acaparas la atención, tú llenas los espacios con tu imponente
presencia, como lo hacías cada vez que aparecías en un evento, en una
fiesta, en una presentación, en un concierto. Sígueme cantando, invítame
a bailar, dime que vale la pena seguir luchando, que nunca hay que darse
por vencido, que siempre hay un motivo para pelear por los sueños, que
nada es imposible, que todo se puede lograr. Sígueme mostrándome cómo
eres en realidad, muéstrame cómo eres cotidianamente, en tu vida diaria:
cómo cocinas, por ejemplo, cómo te gusta encantar a los comensales con
una linda comida y su presentación. Muéstrame cómo sales a patinar, cómo
te las ingenias para aprender todo tan rápido y que aceptas cada reto
que se te plantea. Muéstrame tus animales y cómo juegas con ellos. ¡¡Vamos,
Selena!! No pierdas un minuto más, que cada uno vale oro. No te detengas,
sigue cantando. Canta como si fuera la última vez, como si no hubiera
otra oportunidad para cantar “Oh, no”, como si tuvieras que grabarlo ya
mismo, como si hoy hay que terminar con el disco en inglés. No pienses
en el después. Piensa en el ahora, piensa en todos los que te estamos
escuchando y que sólo tu voz puede calmar a la última de las fieras y
alumbra al más necesitado de afecto. ¡¡Vamos, Selena!! Demuéstrame que
estás allí, que no te has ido y que quieres ver a la gente feliz siendo
tú misma una persona feliz…
¡¡Vamos, Selena!! Cántame al oído, paséate a mi lado como si estuvieras
en el Houston Astrodome cantando “No me queda más”. Susúrrame al oído,
llora con cada palabra, demándame con tu desgarradora voz que no te he
correspondido, mírame a los ojos e inquiéreme desde lo más profundo de
tu corazón. Hazme sentir que vivo cada instante, cada momento, cada
sentimiento. Hazme creer que todo eso es cierto, que no es fantasía, que
me lo estás cantando a mí, que esperas de mí algo más que el escucharte.
Pregúntame, oblígame a darte una explicación. Sabes que sólo a ti te
debo todo, que nunca me negaría a tus pedidos, que no me daría la cara
para marcharme sin decir palabra, que no tendría el valor de decirte
“no”, que sólo haría lo que tú me pides sin exigirme nada, porque tu
Amor haría que todo lo que haga sea por cariño y convencimiento, y nunca
por imposición. ¡¡Vamos, Selena, zamarréame, pide respeto y atención
como a tu “ex novio” en “¿Qué creías?”. Sabes que yo me quedaría quieto
y sólo miraría para abajo por el respeto supremo que te tengo, porque
sólo tú eres la Reina, la Reina indiscutible, la que siempre portará su
corona sin que nadie le pregunte por qué. Sabes que siempre estaré
esperándote para vivir ese momento, ese momento en el que me siento
vivo, porque estoy feliz y orgulloso de que estés a mi lado… ¡¡Vamos,
Selena, no me hagas enfrentar la ingratitud de este mundo solo!! Todo
este dolor sólo lo puedo sobrellevar si tú estás conmigo, si tú cantas a
mis oídos tus hermosas canciones, esas canciones que sólo tú podías
cantar…
¡¡Vamos, Selena!! Invítame a bailar. Cántame “Techno cumbia”, muévete de
un lado para otro, exhíbeme tu sonrisa, baila al son de la música,
sacude tu vestido e invítame a bailar como lo hiciste con Raúl Velasco
en “Siempre en domingo”. Impáctame con tus vestimentas. Muéstrame hasta
dónde puedes llegar, muéstrame tu estilo, tus diseños, tu personalidad.
Aparece con tu pelo largo y con flequillo o más tarde con tu pelo
voluptuoso y enrulado. Aparece con tus boustiers o luego con tu chaqueta
estilo cantante de rock. Muévete, sonríeme, dime lo que me vas a cantar.
Demuéstrame que eres la mejor, que con tu presencia no hay lugar para
nadie más. No te muestres vulnerable. No te muestres vencida, sin
energía y sin pasión. Demuéstrame que tú puedes lo que nadie puede.
Demuéstrame que con trabajo, honestidad, persuasión y objetivos claros
todo se logra, todo se puede. Demuéstrame que con tu ejemplo se llega
lejos, muéstrame todo lo que hiciste y te sacrificaste para llegar al
lugar en el que estás. Muéstrame tus diseños, muéstrame tus ideas,
regálame cada cosa que haces con tus manos y por obra de tu cabecita
inquieta. Cuéntame tus sueños, dime todo lo que pasa por tus
pensamientos, exprésame hasta dónde quieres llegar, cuáles son los
lugares a los que quieres ir cuando el éxito mundial llegue con tu disco
en inglés. Ríete con ganas, interrúmpeme cada situación embarazosa con
tus risotadas interminables, descarga tu energía acumulada de tantos
años de espera e incertidumbre. Cuéntame de tu futura casa, dime en qué
consiste, háblame del lago que está dentro del predio que has comprado.
Dime si has pensado en tener niños, si lo vas a dejar para cuando hayas
consolidado tu triunfo en todo el planeta o mejor los tendrás ahora ya
que te das cuenta que los sueños personales y profesionales pueden ir de
la mano. Dime qué se siente ahora que estás en la cumbre siendo tan
joven y tendiendo toda tu vida por delante. Dime si aún sientes miedo,
si aún no puedes creer lo que estás viviendo y todo lo que has logrado.
Dime con qué sueñas, dime si te imaginas cómo serán las cosas cuando
todo el mundo pronuncie tu nombre. Cuéntame todo lo que quieres hacer
con tu negocio de la ropa. Dime si sueñas con que toda la gente invoque
tu nombre con la frente en alto y con orgullo por las calles, por la
vida, por el mundo, y que pongan a sus hijos el nombre “Selena” en tu
honor. Dime cómo te imaginas dentro de 10 años cuando hayas logrado todo
lo que pueda obtener una artista. Dame tu impresión de cómo quieres
estar cuando ya seas alguien muy mayor. Cuéntame cómo quieres que se te
recuerde. Afírmame y reafírmame que tú eres la mejor, aunque me lo digas
en voz baja para que no lo escuchen todos y crean tontamente que eres
una persona llena de vanidad. Recuérdame cada palabra que expresaste
cuando ganaste tu primer premio a la mejor cantante en los TMA en 1987.
Dime que agradeces a Los Dinos porque sin ellos no eres nada, que
obviamente si ellos ganan tú ganas, pero que si pierdes no los conoces…
Ríete con ganas de sólo recordar esa humorada hecha a los 16 años…
¡¡Vamos. Selena!! ¡¡Cántanos!! ¡¡No te detengas!! No hagas un vacío que
nos haga ver la realidad de tu ausencia … Baila … Sigue bailando.
Muévete a uno y otro lado del escenario. Invítanos a participar de tu
magia. Canta “Como la Flor”. Cántala como en Festival Acapulco.
Impáctanos con tu tremenda voz, con tu mirada, con tu expresión. Haz que
sólo nos dejemos llevar por la canción y nada más. Invítanos a estar
atentos. Detén tu voz para que nosotros completemos la frase que tú
dejaste inconclusa para que tú sigas dando tu show. Muévete, salúdanos,
invítanos a alzar las manos, a cantar. Pide ayuda a uno y otro lado.
Saluda a cada uno de los que se suben al escenario para agradecerte.
Ellos sólo quieren expresarte su cariño, cada uno a su modo.
Retribúyelos como siempre lo haces, sin negarle nada a nadie,
ofreciéndole más que una hermosa voz. Dándoles Amor, cariño, presencia,
personalidad. Muestra que en ese Festival puedes hacer cantar y bailar a
los fans de otros cantantes que esperan su turno para ver a su artista.
Haz que se olviden para qué han venido luego de verte. Que sientan que
todo lo que esperaban encontrar lo hallaron viéndote a ti. Que vean que
el sólo contemplarte cambia el rumbo de las cosas, de la vida, de los
acontecimientos. Que sientan que por nada del mundo te cambiarían, que
sientan que no han encontrado a nadie en el mundo que sea como tú. Que
vean que no se trata de hacer comparaciones absurdas, que no se trata de
ser sólo la mejor. Mejores y peores hay en todas partes. Pero distintos
hay muy, muy pocos. Y tú Selena eres única, diferente, irrepetible,
distinta, incomparable. Demuéstrales que puede haber mejores pero que
nadie hará lo que haces tú. Muéstranos tus miedos y tus emociones cuando
cantaste y recibiste el premio a la mejor cantante en Premios Lo Nuestro
1993. Muéstranos que tu propia responsabilidad y tus deseos de no
defraudar hacían que cada concierto fuera diferente y que llevaras
siempre un nudo en el estómago antes de empezar. Muéstranos que sigues
estando allí, que el error es nuestro de no escuchar esas palabras, tu
voz pidiéndonos “Ayúdame”. Muéstranos que estás allí, que no nos has
dejado solos, que sigues allí para hacernos felices, y para sentirte
acompañada y contenta. Exhíbete feliz entre la gente que aún te ama y
que daría todo para que tú le des la alegría que perdieron con tu
ausencia, todo para que les hagas un poco de compañía, todo para poder
volver a sonreír…
¡¡Vamos, Selena, ríete!! Hazme una broma, de esas pesadas que hacías.
Sabes que a mí no me gustan, pero las toleraré sólo porque las haces tú
y para verte alegre, feliz, distendida. Sé que más allá de la fama a ti
te gusta ser una mujer simple, comportarte como tal y gozarlo. Sé que te
gusta poder vivir cada momento con intensidad. Sé que te has
acostumbrado a ello y que lo sigue viviendo así. Sé que te gusta pasar
largas noches hablando de tus cosas, decir lo tuyo, tus vivencias, tus
sentimientos. Sé que detrás de esas bromas hay un momento en el que todo
se hace un clima intimista que lleva a la reflexión y a hablar con el
Alma descubierta. Sé que es algo que poco se conoce de ti, pero que es
parte fundamental de tu sentir. Es que durante mucho tiempo sólo
observabas la noche, la luna, las estrellas, el cielo, el mar sin que
nadie estuviera a tu lado para escuchar esas cosas que querías decir,
gritar, anunciar a viva voz. Sé por todo lo que pasaste sin poder decir
nada. Sé lo que significa ser ahora el fruto de tanto esfuerzo y
dedicación. Dime tus dudas, dime que quieres tener más espacio para ti,
que quieres conocer más gente, que desearías moverte con otros cantantes
y artistas, que te gustan los proyectos que te acercan, que desearías
probar ser actriz en el futuro. Dime lo que significa para ti ser Selena
ahora, que todo el mundo te quiera, que nadie te odie ni te envidie.
Dime cómo lo has logrado, cuál es tu secreto, cuál es la razón por la
cual te quieren tanto. Dime lo que significan ellos para ti, cómo te
gustaría compensar tantas muestras de Amor. Dime qué harías sin ellos,
que sucedería si ellos te dejaran de querer. Dime qué es para ti el
miedo. Aunque te cueste mucho, cuéntame en qué consiste la pesadilla que
cada tanto te atormenta. Sé que es difícil siquiera intentar contar ese
tipo de cosas. Creeme, Selena, que te entiendo perfectamente, pero
intenta contarme de a poquito, cada día, cada semana. Seguro que algo
hallaremos allí. Tal vez, quién sabe, podamos advertir una señal que te
indique lo que se viene, a qué hay que tener cuidado, de quién debemos
defendernos. Dime, Selena, si hay algo que te apena y que deseas contar.
¡¡No lo dudes!! ¡¡Cuéntamelo!! Es mejor contarlo. Quién sabe siquiera si
habrá una vez para contar aquello que tenemos tan bien guardado en
nuestra Alma. Dime si le tienes miedo a alguien, si alguien ya no actúa
contigo como siempre. Cuéntame si no encuentras el camino o lo has
perdido. Tal vez más que hacerle caso a quienes te dan consejos
permanentemente, debes pensar en ti misma y en qué quieres. Cuéntame,
cuéntame todo, Selena, en esta noche algo destemplada. Tal vez si dices
todo lo que quieres hacer, si puedes expresar todos tus miedos, si
puedes decir cuál es tu ideal, si puedes expresar todos tus deseos,
entonces, por allí, puedes hacer todo sin ningún temor. Tal vez hablando
largamente contigo misma encuentres el camino, la meta, tu verdadero
objetivo en la vida. Tal vez animándote a hacer todo te despojarás de
tus miedos y saldrás a hacer todo lo propuesto. Es hora, Selena, de
abrirte, de dejarte llevar por tus palabras y de volar. Volar al compás
de la música, volar para ser dueña de tu propio destino, volar sin
ningún límite ni imposición. Volar para hallar uno mismo ese destino que
parecía perdido entre tantas obligaciones…
¡¡No te detengas, Selena!! ¡¡No pares, no pares justo ahora!! Sé que si
quisieras llegarías a ser la mayor cantante internacional, sé que si te
lo propones llegarías a tener un Oscar por alguna película en la que
actúes, sé que si te lo propones harías un dueto no sólo con Jon Secada,
como lo deseas, sino con cualquiera con el que te propongas. Sé que
todos se ofrecerían a hacer un dueto contigo antes de proponerlo tú.
¡¡No te detengas ahora, justo ahora que te estás asomando al mundo, a
ese mundo que tanto te costó llegar, Selena!! Trabaja, sueña, no
descanses, no desvíes tu camino, no te preocupes por cuestiones que no
son tuyas. Piensa en ti, piensa en lo que tienes y en el futuro que te
espera. Piensa que sólo se vive una vez. Piensa que el tren pasa una
sola vez por la estación y si vuelve no te llevará al mismo destino.
Piensa que sólo depende de ti. Piensa que sólo te quieren a ti. Por eso,
sigue cantando, sigue cantándome aquellas canciones que saldrán en el
disco en inglés. Piensa en todo lo que esperaste para tener esta
oportunidad, piensa en todas las veces que lo anunciaste. Piensa en lo
ansiosos que están todos en la familia por lograr este nuevo objetivo y
en la confianza que se tienen. Piensa en todos los proyectos personales
que tienes una vez que triunfes en el mundo … ¡¡Vamos, Selena!! Sigue
cantando. Empieza por grabar “Oh, no”. No lo dejes allí en el tintero,
sólo cantado en una parte de una entrevista. Termínalo. Disfrútalo
cantando. Siéntete una mujer afortunada y talentosa. Siéntete lo que
eres, la mejor. Siente lo que generas a la gente. Conquista de una vez
por todas a los gringos. Y no importa si te sientes nerviosa. ¡¡Mejor!!
Eso te impulsará a dar lo mejor y a avocarte a lo que te gusta. Confía
en ti. ¡¡Piensa en ti!! Ponte bien. Si te sientes bien tú te lo
agradecerán los demás. Te lo agradeceremos los que te amamos. Lo
gozaremos todos. Sé feliz, Selena. Sé dichosa, Selena, siendo como eres,
conquistando a todos con tu Alma tierna y deseosa de ser amada. ¡¡Sé tú,
Selena, y nadie te detendrá!! Te lo pido por favor, te lo pido por ti, a
quien más le deseo que le vaya bien. Yo sólo quiero que tengas el éxito
que te mereces siendo tú siendo dichosa y estando orgullosa de ser como
eres… Sé que lo lograrás. Inventa un mañana y encárgate de hacerlo
realidad…
Te entiendo, Selena. Sé que tú querrás solucionarlo todo, que no podrás
desentenderte de ciertas cosas. Sé que no quieres conflictos en tu
núcleo de familiares, amigos y conocidos. Sé que acudirás ante el
reclamo de alguien. Sé que siempre acudirás si te piden que vayas a un
lugar. Yo te entiendo, porque a mí también me ha pasado. Pero los golpes
de la vida me han llevado a que priorice mi vida a la de los demás, que
primero están mi vida y mi familia antes que cualquier cosa. Por eso,
aunque te acusen de egoísta y de insensible, dale prioridad a todo lo
que te hace bien. Si ves que te sientes incómoda, vete. Si no quieres
hablar, no hables. Si no quieres ir, no vayas. No hagas las cosas por
obligación o por culpa. Haz las cosas porque quieras hacerlo. Además,
nosotros no somos el centro del universo. Verás que si dejas de hacer
las cosas que no quieres hacer, no se vendrá el mundo abajo. Los demás,
si te quieren verdaderamente, se las ingeniarán por hacer lo suyo sin
molestarte. La gente se adapta rápidamente en la mayoría de los casos.
Impone tu criterio y pon los límites que tengas que hacer. No vayas
detrás de esa pelota, de esa zanahoria atada a una caña como cebo para
las fieras. No vayas por el camino sabiendo que esa decisión te incomoda.
No vayas si sientes que algo malo sucede, no vayas a lugares en los que
no te tratan bien. No sigas si desconfías. ¡¡Prioriza tus deseos!! Actúa
ya como una artista consagrada ante la gente que te quiere retener por
cualquier motivo. Piensa que son ellos los que deben esperar y no tú. Sé
que tu humildad te impide hacer esto, pero piensa que a veces hay que
poner límites para que todos se adapten a tus reglas y a tu condición de
estrella indiscutible. No te pido ni que seas soberbia ni que hagas
locuras. Te pido que muestres tu impactante figura, tu arrolladora
personalidad. Te pido que te fijes en lo que generas y actúa en
consecuencia…
Piensa que, por sobre todo, habrá gente que te ama, que sólo querrá lo
mejor para ti, siendo Selena, siendo una artista que conquistó tantos
corazones como nadie…
Tantos corazones como el mío, que sólo a ti te pertenece…
Sólo espero que me escuches, Selena, sólo espero que estés aquí … por tu
propio bien, por tus sueños, por tu propia felicidad…