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Sergio's Journal
 

 

English Translation click here    
  Sergio Ernesto Rodríguez
Buenos Aires, Argentina  Date: August 18th, 2011
 
 
 

¿Recuerdas esas tardes cuando cantábamos juntos, Selena?

 
 


Cuando Selena nació supe que de nada sirve hacer tantos planes, tantas planificaciones, tantos preparativos, tantas metas con tanta anticipación. Con Selena aprendí a que por más que se planifique todo, cualquier hecho fuera de lo pautado y de lo pensado echaría por tierra el camino que uno se había trazado. Tal vez  si lo hubiese pensado antes, otro hubiese sido el cantar, pero así son las cosas, así es la vida, y en un punto por allí es mejor que todo sea impredecible, espontáneo, natural, que todo salga sin tanta planificación ni orden predeterminados. Mi esposa y yo habíamos pensado que tendríamos un varón. Estábamos tranquilos y a la vez seguros de ello. Ya habíamos tenido una pareja: un niño, A.B., y una niña, Suzette. Reconozco que era la primera vez en la que me había involucrado totalmente en el embarazo de mi esposa y ya tenía pensado hacer lo que no hice con mis otros hijos, que era estar más involucrado en la crianza y en el cuidado. No es que no lo quisiera hacer con mis otros dos hijos, pero en aquellas épocas yo aún estaba involucrado en el negocio de la música. Siempre quise vivir de ella pues aún soñaba con que podía progresar haciendo lo que más me gustaba, que era cantar. También reconozco que era más joven, tenía más ilusiones y era más machista. Pensaba que la crianza de los hijos sólo era tarea de las mujeres, mientras los varones íbamos a buscar el sustento. Pero siempre me sentí culpable de que estuviera tan lejos de mi esposa cuando más me necesitaba, que era cuando estaba por tener a los niños o cuando tenía que estar con ellos en los primeros tiempos de sus vidas. Igualmente, debo confesar que yo fui criado a la antigua y siempre pensé que nosotros, los varones, teníamos la responsabilidad de mantener la familia, la casa, y establecer las pautas para dar tranquilidad a nuestras mujeres y a nuestros hijos. Pero con el tiempo supe que me perdí momentos importantes en la vida de mis hijos más grandes, por lo que en este tercer hijo haría la excepción que me exoneraría de toda culpa. Ya habíamos pensado ponerle Marc Anthony a nuestro hijo. Me parecía un buen nombre pues le daba distinción y fuerza. Ya me lo imaginaba fuerte, con un gran carácter y dispuesto a llevar adelante una gran empresa, dispuesto a lograr lo que se propusiera. Es curioso cómo con un nombre somos capaces de imaginarnos toda la vida de una persona aun antes de que nazca. Pero es indudable que cuando un hijo viene en camino proyectamos nuestras propias expectativas en ellos, y tal vez esperamos que ellos hagan lo que nosotros no pudimos o no quisimos hacer. Yo estaba en una etapa de mi vida en la que me sentía frustrado porque tuve que abandonar momentáneamente la música para tener un trabajo más convencional y seguro que me permitiera tener más tranquilidad a la hora de mantener a mi familia. A esa altura pensé que difícilmente podría retomar mi verdadera vocación, máxime con la llegada de mi tercer hijo. Pensé que era un buen momento para comenzar una nueva etapa, en la que pudiera disfrutar más de mis hijos y de mi casa, y dejara como un pasatiempo el dedicarme a la música. Sabía que no iba a poder seguir con Los Dinos, por lo que decidí refugiarme en mis horas a solas en la sala de mi casa para tocar viejas canciones esperando un milagro en el que pudiera volver con mis compañeros de aventuras y seguir ese hermoso camino de la música con Los Dinos. Soñar no costaba nada y quién sabe si algún día Dios decidía que era mi hora para hacer aquello que tanto me gustaba. Mientras tanto, no quería presionarme más a la espera de mi tercer hijo y sólo quería dedicarme a vivir lo más digna y placentera la vida. Pensé que vendrían tiempos tranquilos y predecibles en mi vida. Pero se ve que Dios no pensaba lo mismo y pronto me daría cuenta de lo que me depararía el destino…

Cuando el médico me dijo que tendría una niña me sentí desconcertado. En primer lugar, porque con Marcella teníamos todo planificado para un varón: la ropa, la cuna, los juguetes y los regalos eran para la llegada de Marc Anthony. No para … una niña a la que nadie le pensó poner un nombre. Ni siquiera lo manejamos como una posibilidad. De pronto me vi en la encrucijada de tener que decidir en un momento un nombre para una niña. Lo que nos llevó meses en decidir el nombre de un varón, pensando en el nombre adecuado, en las expectativas que tendríamos de él, en lo que pensábamos que iba a ser, ahora en un día lo debíamos hacer con una niña … ¡¡que ya había nacido!! Parecía destinado que esta niña nos iba a sorprender siempre con cada cosa que hiciera desde el primer momento. Supongo que aunque hubiésemos pensado en el nombre de una niña en función de lo que imaginábamos que iba a ser y en lo que nosotros esperábamos de ella, tampoco hubiésemos dado en el clavo. Esta niña estaba destinada a ser distinta, a ser diferente, a sorprendernos. Sabía que tendría que tener un nombre especial, un nombre distinguible, no sólo sencillo, pero en verdad no se me ocurría nada. Me estaba por sentir culpable cuando mi esposa me dijo que una vecina de la sala de cuartos del hospital tenía un nombre para nosotros. Esa mujer, al revés de nosotros, esperaba tener una niña y le nació un varón ... Ahora que lo pienso, ¡¡cómo cambiaron los tiempos!!: ahora se puede saber el sexo de los niños mucho antes de nacer por lo que se puede pensar con mucha anticipación los nombres de nuestros hijos; antes, no sólo no lo sabíamos sino que muchos teníamos que planificar el nombre de ambos sexos por las dudas ... La cuestión es que esa mujer pensaba ponerle Selena a su hija. Era sin duda un nombre original, poco común, muy particular. Me puse a estudiar el significado de su nombre y noté que venía del griego y significaba “Diosa griega de la luna”. Me gustó, pues tenía para mí la misma fuerza que el nombre Marc Anthony. Estaba convencido de que ese nombre tendría influencia en la vida de esa niña, por lo que le dije a Marcella que lo aprobaba si dudar. Ella también lo aceptó aunque mi esposa se sentía culpable por no haber pensado un nombre para la niña antes, que no la habíamos previsto, siendo que era una posibilidad concreta. Yo la tranquilicé diciéndole que Dios siempre nos pone a prueba para medir nuestra verdadera templanza, qué tan fuerte somos para superar diferentes pruebas en la vida. Ella se contentó con mi explicación tan convencida. Y si bien yo se lo dije muy seguro, con el tiempo me di cuenta de que Dios nos puso más de una prueba para medirnos y muchas fueron muy difíciles de superar, otras imposibles…

Desde el mismo momento en el que la vi por primera vez supe que Selena tendría un destino, una vida muy diferente de la de los demás. Y no es que minimizara a mis otros hijos. Para nada. Es cierto que yo tenía la experiencia con Selena que no tuve con ellos. Yo la vi nacer. Yo la vi crecer de cerca. Yo le cambiaba los pañales. Yo acompañé su crecimiento. Pero uno también se da cuenta con una mirada, con un gesto, con algo que a veces es difícil de explicarlo con palabras, pero que nosotros sabemos muy bien de qué se trata. Cuando la vi por primera vez a Selena ella me sonrió y allí me di cuenta de que esa niña tenía un carácter especial, que le gustaba agradar, que quería sacarle una sonrisa a cada uno que se le acercaba. Sé que cualquier padre con sus hijos ve las cosas de otra manera e interpreta cada gesto como algo muy especial. Pero yo estaba convencido de que esa niña tenía algo que la distinguía. Mis otros hijos eran obviamente tan hermosos como ella y tenían sus virtudes, pero ella estaba destinada a ser el centro de todo. A.B. tenía sus inquietudes pero él era más retraído, y le gustaba encerrarse a pensar y en hacer las cosas solo. En un punto él era como yo. Y Suzette era como su madre. Era retraída y obediente. Ella aceptaba lo que le deparaba el destino y se contentaba con tener una vida más convencional. Pero Selena … ella no iba a hacer lo que nosotros pensábamos que podía hacer. Yo ya me di cuenta cuando tenía dos años: uno le podía marcar el camino que debía seguir, ella podía decirnos “OK, ya lo hago”, pero inmediatamente se ponía a hacer otra cosa y si yo me acercaba para regañarle ella me sonreía y yo me derretía, me reía, y terminábamos a los abrazos y a los besos. Selena me había comprado definitivamente con su simpatía, con su carisma, con su bellísima sonrisa. Me había agarrado en un momento en la vida en la que yo ya empezaba a pegar la vuelta en la vida, cuando ya A.B. comenzaba su adolescencia y Suzette iba también creciendo. Tal vez Selena percibió que me sentía un poco solo y melancólico por mi sueño frustrado y reservado en aquel cuarto en el que me dedicaba a hacer mi música. Más de una vez Selena se metía en ese cuarto pidiéndome permiso para acompañarme y escucharme sentada sin molestar. Yo al principio temía que su Alma inquieta le hiciera inevitable interrumpirme para preguntarme tal o cual cosa. Selena era una niña, de todos modos. Pero no. En esos momentos Selena permanecía en su sillita callada y me observaba sin decir nada y viendo cada uno de mis movimientos. Allí me di cuenta de esas dos facetas que tenía Selena. Ella estaba todos los días al lado mío y requiriéndome para jugar, para charlar, para reír, para lo que sea. Había asumido cabalmente el rol de la baby de la casa y yo era su ídolo sin duda. Selena era un torbellino y cuando requería de cualquiera no se le podía decir que no. Pero no era de esas niñas que hacía un berrinche si no se hacía lo que ella deseaba. Selena no era de esas niñas caprichosas y de mal carácter que era capaz de las peores escenas para que se hiciera lo que ella esperaba de uno. Tampoco era de esas niñas que pedía cosas insólitas y sin sentido. Selena pedía cosas con una sonrisa y con esa mirada tan linda y tan compradora que era imposible decirle que no. Además ella pedía cosas simples. Por allí venía a las corridas y decía “¡¡Daddy, daddy!! ¡¡Sonríeme por favor!!” y se quedaba a mi lado mirándome y abriendo bien la boca en la que se veían perfectamente sus dientes. Yo me reía con ganas y ella se iba feliz. Y después volvía y pedía lo mismo. Desde que ella entró en nuestra casa y en nuestras vidas, llenó nuestro hogar con sus risotadas, con sus ganas de vivir y de alegrar a los demás. Selena necesitaba a cada momento que le demostrábamos que la queríamos. Yo me daba cuenta de que para ella eso era muy importante y más de una vez les indiqué a mi esposa y a mis otros hijos que lo tuvieran en cuenta pues Selena sufría si no se lo demostrábamos. Por eso tal vez entendía esa otra faceta de su vida, la de esa niña callada que me observaba en silencio y con atención lo que yo hacía por horas. Más de una vez cuando me detenía entre tema y tema yo le decía que si se aburría o se cansaba se podía marchar, pero ella, lejos de ello, se negaba enérgicamente y me pedía que siguiera cantando y tocando la guitarra. Me sorprendía lo fascinada que estaba y lo distinta que era allí respecto de otros ámbitos en los que estaba siempre hablando, gesticulando, riéndose a carcajadas. Allí me daba cuenta de la sensibilidad que tenía Selena, y que muchas veces la “otra Selena” que tanto se percibía tapaba a esa silenciosa niña tan atenta y que estaba tan encantada acompañándome en esos momentos tan íntimos en los que sólo si uno lo siente de verdad es capaz de disfrutarlo. Ésos eran los momentos en los que me sentía más cercano a Selena, a la verdadera Selena que mostraba todos sus sentimientos, todo su corazón, toda su Alma para compartir algo tan importante para ella, para sentirse en familia y en compañía, algo que ella necesitaba como el agua…

Nunca uno puede prever el alcance de una determinación y mucho menos en una situación en la que yo pensaba que nada cambiaría mi vida. Había comenzado a resignarme a trabajar en esa compañía petrolera. No es que la pasara mal: sabía hacer muy eficientemente mi tarea y lo hacía con gusto. Pero no era mi vocación. Yo seguía pensando en la música aunque ya no pensaba en Los Dinos. Cada uno de los integrantes había empezado a hacer sus vidas fuera de la música, como lo había hecho yo. Nos había pasado como a la mayoría: nuestros anhelos de hacer realidad el viejo “sueño americano” dejaban paso a la realidad de contentarse con llevar el plato de comida a la mesa con lo que pudiera y esperando un milagro que nos sacara de una vida resignada y sin muchos proyectos más que los de trabajar duro poniendo lo mejor de sí a algo que tal vez ni nos gustaba. A mí me había resultado muy duro dejar la música y circunscribir mi vocación a cantar solo en un cuarto. Yo había soñado con otra cosa, pero no sólo me había acostumbrado, sino que había encontrado otro motivo para canalizar mi necesidad de seguir conectado con la música cuando tuve la oportunidad de enseñarle a tocar el bajo a mi hijo A.B. Él se había interesado en tocar ese instrumento y yo no sólo se lo compré sino que rápidamente comencé  a enseñarle a tocar. No es que yo me había hecho una gran perspectiva con este hecho. No dejaba de ser un hecho familiar en el que me permitía acercarme a A.B. con la música y darle una atención que no había tenido con él siendo muy pequeño. Ni se me pasó por la cabeza que este hecho me llevaría más lejos de lo que uno podía esperar. Creía, eso sí, que era una linda ocasión para que todos estuviéramos más cerca como familia y que de alguna manera nos uniera más a través de la música. Nunca pensé que iría más lejos que eso, y si lo hubiese pensado jamás lo hubiese imaginado que sería por intermedio de Selena y por celos … Un día estaba tocando en soledad mis canciones en esas tardes de fin de semana en las que me permitía seguir conectado y soñando con mi música, y me llamó la atención que Selena no apareciera. Si no fuera porque apenas un rato antes la había visto en su cuarto leyendo en compañía de su hermana, me hubiese preocupado, pero como sabía que estaba allí supuse que quería quedarse allí leyendo, estudiando o simplemente hablando con su hermana. De pronto veo que se abre la puerta muy de a poquito y observo que la cabecita de Selena se asoma tímidamente. Selena se me quedó mirando y esperando mi aprobación. Yo le sonreí en señal de que podía entrar sin problemas. Me dio mucha alegría verla: era una señal de que no se había olvidado ni cansado de esas tardes en la que estábamos juntos compartiendo en silencio mi música. De pronto, Selena me dijo: “Daddy, ¿por qué no tocas el tema ‘feelings’?”. Me sorprendió la propuesta, pues si hubiese pensado en alguna petición de un tema, hubiese pensado en otros temas que yo seguro no sabría tocar, pero accedí rápidamente a su propuesta. Pero apenas comencé a tocar el tema y estaba presto a interpretarla, Selena se me anticipó y comenzó a cantarlo ella. Allí entendí por qué llevaba un cuaderno encima, que era el mismo que tenía minutos antes en su cuarto acompañando a su hermana. Pero pronto olvidé de ello cuando la oí cantar. Me costó seguirla con la guitarra pues quedé fascinado con su voz. ¡¡Era increíblemente bella!! Cualquiera hubiese imaginado que en todo ese tiempo había estado estudiando canto o algo parecido. Y no era así. Selena no quiso mirarme en un principio para no perder la concentración en lo que estaba cantando y otro poco pues no quería dejarse llevar por mis miradas de sorpresa, que seguramente ella no sabría de qué tipo serían. Recién en el medio de la canción y cuando se sintió segura de que lo estaba haciendo correctamente, se permitió observarme con una sonrisa. Grande se pusieron sus ojitos cuando vio mi cara de sorpresa y admiración. Eso le dio más fuerza y seguridad a su canto. Cuando terminó, yo permanecía mudo observándola. Ella me dijo: “Quería darte una sorpresa. Quería demostrarte que yo también puedo hacer algo mientras A.B. toca el bajo y tú le enseñas. ¿Me dejarás seguir cantando, daddy, please?”. Allí entendí por qué había hecho todo esto. Pensó que yo no le daba la misma importancia porque dedicaba parte de mi tiempo a enseñarle a tocar el bajo a A.B. Pero ahora yo no pensaba en eso. De pronto sentí que era el momento de volver a la música, pero de un modo diferente, de una manera que yo no la había previsto. Le dije a Selena: “¡¡Pues claro que seguirás cantando!! ¿Y sabes qué? La próxima vez que le enseñe a tocar el bajo a A.B. tú cantarás lo que toquemos. ¿Qué te parece?”. Ella me dijo que le parecía genial la idea y me dio un abrazo y un beso enormes. “¿Pero en serio que te gustó, Daddy, o sólo me lo dices de cumplido?”, me inquirió Selena buscando que le dé la seguridad que ella esperaba más que nunca en ese momento. “Selena, hija mía. Cantas maravillosamente bien y ya verás en breve cómo es cierto y sincero lo que te estoy diciendo. Si quieres puedes seguir cantando y así podremos que las tardes no sean yo sólo en la guitarra y cantando. Lo que podemos hacer es que yo sólo toque y tú cantes. ¿No te parece una buena idea?”. A Selena le pareció una excelente idea, más que nada porque sentía que volvía a ocupar el lugar central que sentía que había perdido. No podía imaginarse lo que había despertado en mí. Por lo pronto, en los días sucesivos puse a Selena a cantar cuando le enseñaba el bajo a A.B. y a su vez le pedía que me acompañara en esas tardes a ponerle la voz a mis canciones. Pensé que podía aguantar un tiempo más, pero al corroborar la capacidad de Selena para cantar y asegurarme del talento en bruto que estaba frente a mí decidí no esperar más. Compré los elementos básicos para que una banda pudiera tocar en casa y decidí involucrar a toda la familia en el proyecto, en mi proyecto, en mi sueño. Recién cuando llevé todo a mi casa, y ya con los hechos consumados, les expliqué a todos mis proyectos. Si bien para todos era difícil aceptar y entender lo que estaba sucediendo, sabía que Selena y A.B. podrían sobrellevar mejor la situación. Mal que mal ellos seguirían haciendo lo que habían elegido. Lo más difícil era que mi esposa y Suzette aceptaran sus nuevos roles, pero contaba con el carácter de cada una de ellas de aceptar su rol en el convencimiento de que ellas estaban más para acompañar los proyectos de los demás que en ser protagonistas, pero entendía que era muy difícil. Suzette no dejaba de ser una adolescente que lo que menos quería era tocar música y mucho menos la batería. Y mi esposa quería que fuéramos una familia feliz conforme con lo poco que habíamos logrado con tanto esfuerzo. Yo los entendía a todos y en un punto era lógico pensar que era mejor contentarse con lo que se tenía. Pero al ver a Selena cantar de ese modo y con esa gracia a esa edad no podía dejar de pensar que el deseado “sueño americano” era una realidad, al menos en mi caso. Valía la pena arriesgar. Estábamos bien, las perspectivas económicas eran buenas y yo tenía un diamante en bruto. Yo siempre fui por más. Yo siempre quise más. Eso fue lo que le transmití a todos y la que más lo entendió fue Selena. Fuimos a por todas y arriesgando todo. El tiempo me dio la razón, aunque también me enseñó que las cosas pueden ser más difíciles de lo que se cree y que un hecho, por más insignificante que sea, puede volcar la suerte para un lado o para el otro. Y yo viví ambas experiencias, y la más negativa al final...

Yo siempre asumí el rol más difícil, el rol del mando, que muchas veces no surge por votación sino por imposición, y en el que en infinidad de oportunidades se toman decisiones que no son del agrado de todos. Traté de flexibilizar mis exigencias siempre y cuando todos aceptaran el nuevo destino de la familia. Yo sabía que hasta que no viéramos los primeros resultados positivos las cosas serían muy difíciles, pues cualquier decisión tendría serias resistencias y ante el primer obstáculo, vendrían los grandes cuestionamientos. Yo sabía que con Selena no alcanzaba con que cantara bien las canciones en inglés. Aun siendo estadounidenses, no dejábamos de ser latinos y por aquella época era muy difícil que el latino o la música latina fuera aceptada por todos. Y también era muy difícil que un latino de origen mexicano fuera aceptado aunque cantara la “música de los gringos” de forma perfecta. Eso fue lo que viví yo. Y me parecía que las cosas no habían cambiado mucho desde que yo había dejado de cantar profesionalmente. Y como yo la pasé mal con los gringos cantando en inglés y muy culpable con los míos por no saber cantar canciones en español, me pareció que lo más adecuado era que Selena cantara en los dos idiomas. Yo quería que Selena se destacara como una gran estrella de aquella época, como lo eran Gloria Gaynor o Donna Summer, como una gran cantante de habla inglesa, pero para llegar a ese objetivo tenía que intentar por dos caminos: se podía intentar que Selena llegara al objetivo con alguna canción en inglés, pero por ahí había que buscar por el camino alternativo que era destacarse entre el público latino de Estados Unidos cantando en español y tal vez si llegaba al estrellato de ese modo tendríamos el camino allanado para llegar al gran propósito. En definitiva, no sólo nosotros éramos de origen mexicano, sino que vivíamos en Texas y aquí se canta en los dos idiomas. Yo lo único que me había propuesto era que Selena tuviera la habilidad para cantar en los dos idiomas, y dominar cualquier ritmo y melodía. Sé que era difícil, sabía perfectamente la resistencia que tendría pero a todos les hice ver que para lograr las cosas había que ser mejor en todo, demostrar que nada era imposible, y que si todos poníamos mucho trabajo, esfuerzo y dedicación en cada cosa que emprendiéramos nadie nos podría parar. Cuando Selena ponía los reparos lógicos de una niña para hacer semejante esfuerzo yo le decía: “Recuerda cómo llegamos a esto. Cuando tú me quisiste deslumbrar con tu canto, ¿acaso no te esforzaste en aprenderte todas las canciones, acaso no ensayaste, acaso no quisiste demostrarme que todo lo podías? Pues bien, ya me lo demostraste. Ahora piensa en todo lo que deseas hacer en tu vida. ¿Acaso no quieres ser la estrella más querida, más admirada? ¿Acaso no quieres que te quieran todos haciendo lo que te gusta? ¿Acaso no quieres ver que todo lo puedes si te lo propones? Pues bien: demuéstrales a todos que eres la mejor y que nada ni nadie te detendrá. Que cuando te desafíen sabrás aceptar el reto y ganar. Que cuando muchos no sepan qué hacer tú sabrás hacerlo. Ya verás. Pronto serás el ejemplo a seguir y el mundo estará a tus pies. Yo te lo aseguro. Todo depende de ti. Yo sé que tú puedes, pues yo confío plenamente en ti”. Selena me abrazó y se puso a llorar. Me dijo que no me defraudaría, que ella pondría a la Familia en lo más alto y que yo estaría orgulloso de lo que había logrado. Esa imagen me impactó. Yo sabía que le estaba tirando mucha presión pero sabía que ella lo podría sobrellevar. Ella era la más fuerte de todos y con el tiempo me di cuenta de que ella tenía un buen motivo para esforzarse más. Ella quería ser diseñadora y ése era más que un incentivo para dar el todo por el todo. Con el tiempo me puse a meditar por lo decidido, pues así como con el tiempo di cuenta de lo que quería Selena y del esfuerzo que había hecho para lograrlo, también empecé a darme cuenta de que ella se había puesto una presión extra para llegar. Reconozco que cuando me propongo algo no me detengo por nada, pues pienso que siendo que hago todo por el bien de la familia, cualquier esfuerzo es válido entendiendo que es para el bien común. Pero con el tiempo me preocupé al darme cuenta de que Selena sufrió mucho esforzándose desde tan pequeña. Nunca me puse en el lugar de ella. Desde hace un tiempo comencé a angustiarme al saber los miedos de Selena siendo tan chica con un micrófono en la mano y con toda la responsabilidad. Con el tiempo entendí el peso que tenía para ella que todos nos presentáramos bajo el nombre “Selena y Los Dinos”. Eso la colocaba en el centro de atención. Todos podían esconderse detrás de sus instrumentos, incluso en algunos temas podían hasta no tocar ni cantar o hacerlo por un pequeño tiempo. Pero ella no podía hacerlo. Ella era su propio instrumento. Ella debía estar en todos los temas. Ella debía cantar, bailar, agradar, seducir y estar siempre bien dispuesta en todos los temas. ¡¡Y así desde los 8 años!! Y en buena parte de su vida sólo cantaba en español por fonética, pero se aseguraba de aprender dónde poner el énfasis, dónde sufrir, dónde reír, cuándo poner la mano en el pecho, cuándo poner determinada cara. ¡¡Era demasiada presión!! Pero yo eso no lo vi. Tenía un objetivo para cumplir por el bien de toda la familia. Tal vez lo haya advertido, pero no quise reparar para no dudar y, por ende, desandar el camino trazado. Lo mismo pero en otro sentido me pasó con el tema de Selena y su creación de “Selena Etc.”. A mí me preocupaba que Selena se dedicara mucho a la moda porque en un momento pensé que demasiada atención en ello nos desviaría del camino al éxito total en la música. No me molestaba que hiciera eso o cualquier otra cosa en tanto el triunfo en el negocio de la música estuviera asegurado, pero esto me hacía dudar. Muchas veces hablé con Selena sobre este tema, pero ella me aseguró de que su pasión no interferiría para nada en su carrera musical, sino más bien constituiría un gran complemento. Yo le creí, más bien le quise creer pues no quería tener el mismo conflicto que con el asunto de ella con Chris. Y como nunca noté que ella dejaba de tener interés en la música, yo ya no la molesté más por el tema, salvo cuando alguien me llamaba inquieto por este tema. El tiempo le dio la razón a Selena. Basta con ver la carrera de Jennifer López. Si bien ella terminó haciendo la carrera musical tal cual nosotros la habíamos programado para Selena, ella también tomó las ideas de Selena una vez que se hizo famosa, ya que lanzó su línea de ropa y de perfumes, tal cual lo había puesto en práctica Selena. Pero mientras JLo lo hizo ya siendo conocida en todo el mundo, Selena lo hizo cuando su carrera estaba en pleno ascenso y sin llegar aún a tocar el techo. Selena tuvo una visión que yo nunca tuve. Jennifer López en un punto tomó las ideas de los dos y allá esté ella hoy. Y si bien siempre podré jactarme de que mis ideas como manager fueron exitosas e innovadoras, ya que con Selena tuvo pleno éxito y continuaron con JLo, yo no tenía una buena visión comercial. Tal vez no hacía los mejores contratos, tal vez no tenía idea de cómo explotar mejor la imagen de Selena para el provecho de todos, pero lo que no me perdono es no haber siquiera visto que Selena debía tener su propio club de fans para manejar mejor el tema del merchandising y así poder sostener mejor la carrera de Selena. Esa ignorancia de mi parte posibilitó que esa mujer, Saldívar, se nos metiera en nuestras vidas. Y debo reconocer: no sólo la engaño a Selena. También me engañó a mí, y también a toda mi familia. Es triste que tuviera miedo en lo que haría Selena con su boutique, pero no me inquietara en lo que hacía su gerente general. Cuando di cuenta de ello, no reparé en la magnitud del problema y pensé que podía solucionarlo todo con mi propia capacidad. Otro error. Si hubiese advertido y tomado nota de mis limitaciones, Selena no hubiese sufrido lo peor que le pudo pasar. Sé que cometí errores, pero no me arrepiento de lo andado pues yo quise lo mejor para mi familia y todos estaban de acuerdo con lo hecho pues todos se sentían responsables de la dicha familiar. Yo sé que Selena en algún lado aprueba lo que yo hice por ella y por toda la familia. Ella sabe que yo no hice todo por dinero. Si hubiese sido así, esa mujer que le quitó los sueños nunca hubiese entrado en nuestras vidas pues sería yo el que presidiría el club de fans de Selena y obtendría todas las regalías del caso ... No ... No es que como muchos piensan. Yo no lo hacía por dinero. Lo hacía por un sueño, mi sueño, y sólo Selena podría cumplirlo…

Yo sólo eché las raíces para que todo comenzara a andar. Ya cuando observé que mi familia estaba tan involucrada en la empresa como yo, sólo me quedé para dar indicaciones, observar y organizar las giras, y representar a mi hija. Selena había evolucionado muchísimo como cantante, y A.B. como bajista y compositor. Por suerte ambos no se conformaban y buscaban perfeccionarse. A.B. siempre criticó el material que les proponía para que cantaran, sobre todo al principio. Nunca me molestó en tanto eso implicara que no se quisiera ir de la banda, sino que la mejorara con canciones que él creía más acordes a su época. Y Selena hizo de su figura la gran atracción de los conciertos. Tal vez lo que más recuerden todos son sus famosos boustiers que le daban un aspecto sensual y que provocó en mí una gran resistencia. Pero las cosas tampoco fueron tan terribles como se pensaba. Más de una vez me alarmé cuando tanto Selena como Suzette, a medida que iban creciendo, se iban maquillando cada vez más y usaban ropas más llamativas. Pero cuando notaba que eso funcionaba en los conciertos yo mismo me decía: “¿Qué más da? ¡¡Que le den para adelante!!” y las dejaba que se presentaran así sin problemas. Me preocupaba más por Selena, pues ella era la que estaba más expuesta, y no sabía hasta qué punto podían provocar en determinado público y en diferentes conciertos sus vestimentas y sus bailes tan cerca de ellos. De hecho cualquier irrupción del público en el escenario para saludar a Selena me daba temor pues al principio uno no podía saber si no se iba con otras intenciones. En Festival Acapulco 1994 tuve ese temor cada vez que subía alguien del escenario para saludar a Selena. Por suerte el público era tremendamente respetuoso y nada pasó, pero me llevé un gran susto ese mismo año en el concierto de El Paso, cuando alguien ingresó al escenario con el supuesto propósito de saludar a mi hija, pero por el envión se la llevó por delante a Selena mientras cantaba. Enseguida el personal de seguridad lo detuvo. Recuerdo que ella siguió cantando como si nada, pero no pudo evitar decir por el micrófono: “¡¡Me asusté!!”. Lo mismo pasó en el concierto del Houston Astrodome, cuando alguien alguien arrojó un vaso de cerveza mientras Selena se retiraba saludando a todo el público llevada por un auto. Pero todo era muy difícil de controlar, pues Selena con su presencia generaba una admiración en la gente que hasta a mí me sorprendió pues superó ampliamente mis expectativas. Hubo muchos momentos que me emocionaron de mi hija. Tal vez en los primeros tiempos de El Show de Johnny Canales en la que se la veía tan pequeña, tan tímida y tan tierna. También cuando cantó “La bamba”, en Tamaulipas, México, en 1987. Me encantó todo el concierto de San Antonio, Texas, en 1991, cuando ella se consolidaba como la mayor cantante texana …Pero creo que cuando fuimos a Monterrey por primera vez vi la magnitud de lo que Selena era como artista y lo que generaba … ¡¡Y pensar que si era por mí yo ni hubiese ido allí!! Tal vez haya sido un error, pero yo tenía focalizada la carrera de Selena moviéndose por Estados Unidos. Yo no pensaba ir para México u otros países de Latinoamérica. Pensaba que eso tenía sentido si Selena llegaba al estrellato luego de consagrarse como la mejor artista en mi país. Pero un día me llamó don Óscar Flores desde Monterrey y me dijo que fuera para allá pues Selena era una sensación con el tema “Baila esta cumbia”. Yo tenía mis dudas pues la banda, incluida Selena, sabía muy poco de español, pero el empresario me insistió diciendo que con la sensación que era Selena la gente no repararía tanto en ello, que con que se manejara con lo básico e hiciera un buen show bastaría. Al final fuimos y allí sentí que Selena ya estaba consolidada en su carrera y que nada la detendría. Era un megashow en el que participaban muchos artistas. Temí que Selena, ante tanta gente, podría sentirse cohibida, pero no. Selena cantó, bailó, sonrió, manejó al público como nadie y tuvo una personalidad en el escenario que la llevó a que fuera la artista más consagrada por el público en aquel día. Su carisma, su dominio en el escenario, su voz, su enorme talento me indicaron que había madurado y que se había convertido en una gran artista. Allí confirmé que había sido una gran idea ir a Monterrey pues era un buen test para ver cómo se desenvolvería en un terreno en el que Selena no dominaba tanto, ni siquiera el idioma. Y a pesar de todas las dificultades, Selena se desenvolvió muy bien hablando con la prensa y con el público en general, aunque también di cuenta de que el público que se había encantado, y que ya la había adoptado, le iba a perdonar todo y le iba soportar cualquier traspié, si lo había. Sabía que Selena había trazado su propio camino, que el mérito era de ella pues Selena había hecho mucho más de lo que yo le hubiese pedido, de lo que yo le hubiese exigido. Yo me hubiese contentado con que cantara bien y luciera del mismo modo. Pero Selena cantaba, bailaba, seducía, sonreía, iba a uno y otro lado del escenario, saludaba al público, saludaba a las cámaras, vestía de un modo hermoso y original. Selena le había dado una identidad propia y única a su propio nombre. Si se hablaba de Selena sólo se hablaba de ella. ¡¡Definitivamente, Selena le dio el significado y la dimensión a un nombre que nosotros no habíamos ni elegido ni previsto!! Selena con su personalidad y en el escenario le dio pleno sentido y justificación a su nombre. Supe desde ese momento que el mundo consagraría a mi hija y que todos al mencionar la palabra “Selena” se referirían sin duda a ella. Selena se había convertido en una gran artista…

Todo lo que viví desde ese entonces fue como discurrir un camino que yo estaba seguro que todos íbamos a andar. Y tuve el buen tino de manejar determinados acontecimientos que en muy poco tiempo le sirvió al grupo. Cuando Selena fue a dar el concierto en el Memorial Coliseum yo le propuse a José Behar hacer un disco en vivo con lo producido allí. José Behar rápidamente hizo las gestiones correspondientes y procedió no sólo a grabar el concierto sino a filmarlo. El disco salió y no sólo fue un éxito en ventas con la inclusión de temas nuevos como “La llamada” y “Tú robaste mi corazón”, hecha con Emilio Navaira, sino que recibió muchos premios, entre ellos el Grammy. Todos quedamos impresionados por el galardón. En familia todas estas cosas las tomábamos en su real dimensión y sin volverse locos ni echarse humos encima por lo logrado. Pero al ver lo que estábamos logrando pensé en todos los sacrificios que habíamos hecho, todos los obstáculos que tuvimos, todo lo que tuvimos que trabajar para hacer algo y digno, y que tuviera éxito. Muchas veces estuvimos a punto de quedar en la calle, jugué el límite en pos de que el mundo viera y apreciara a Selena sin saber si lo lograría. Y no temía no lograrlo pues por allí ella no podría responder a semejante responsabilidad. Muy por el contrario, yo estaba seguro de que llegaríamos, pero no sabía con que imponderables chocaría. A medida que avanzamos íbamos a lugares desconocidos para nosotros y cada vez tratábamos con gente más disímil, del mismo modo que las cadenas televisivas empezaban a mandar a sus mejores periodistas para entrevistar a Selena. Yo supongo que la humildad de ella podía con todo, pues el buen trato de Selena cautivaba a quien se le cruzara por el camino. Eso me dio la pauta que faltaba poco, muy poco. Comencé a presionar a José Behar para que adelante lo más que pudiera el disco en inglés, pues para mí ése era el momento. Siempre le dije desde que contrató a Selena desde hacía 5 años que nuestra idea era ésa, por lo que el único límite que impusimos era el lugar en el que estábamos posicionados. Y ésta era el momento. Y encima Selena ganó el Grammy y eso no sólo significó que ella ganara un premio, sino que ganara “el premio”. Ese galardón le abrió muchas puertas a Selena. Pues no es como ahora que hay muchos premios Grammys latinos y lo ganan varios de muy diferentes carácterísticas. Para un latino en aquel momento lo máximo era ganar la única terna en la que podía participar: mejor disco de la región méxico-americana. Recuerdo que Selena estaba muy nerviosa, pero, como siempre, lo disimulaba con su sonrisa enorme y contagiosa. Yo estaba seguro de que lo lograría porque sabía como nadie lo que ella era como artista, porque ése era su mejor momento y por sólo ver la cara de Selena llena de ilusión. Esa cara mostraba una gran ansiedad y esa ansiedad sólo demostraba que Selena también pensaba que lo lograría. Cuando llegó el momento de anunciar el premio, vi el asiento en el que estaba Selena y vi a esa niña sentada escuchando con atención a su padre dispuesta a sorprenderlo con su canto para que le prestara más atención. Veía cómo Selena miraba para abajo, cómo miraba para adelante, cómo deseaba que dijeran Selena y ya. Cuando la nombraron y vi cómo Selena avanzaba para recibir el premio y agradecer, lloré como pocas veces. Era por sobre todas las cosas mérito de ella, pero también producto de mi visión y tenacidad. Y ahí estaban los resultados. Selena lograba mucho más de lo esperado. Lograba popularidad pero también reconocimiento. Este premio le daba más dimensión a su figura y le daba posibilidades de ampliar sus planes. Selena comenzó a participar en novelas, películas, a seguir haciendo comerciales. También le dio pie para abrir dos sucursales de su cadena de boutiques “Selena Etc.” y seguir perfeccionándose en su canto. José Behar me prometió que para 1995 saldría el disco en inglés. Eso me hizo pensar que para el inicio del año ella debía ir más seguido a programas de televisión y de radio para promocionarse e incluir en sus conciertos más temas en inglés, pues había que habituar al público de la nueva etapa de Selena. Estaba seguro de que Selena lo lograría. Ella lucía glamorosa, una estrella sin igual, una mujer muy linda con una personalidad y gracias enormes. Nadie la podía detener. Por eso quería aprovechar el momento. Más que nunca estábamos ante las puertas de entrada al éxito absoluto. Sólo era cuestión de tiempo, de tiempo y más esfuerzo. Aunque sin duda la diferencia la marcaba ella. Selena había heredado y aprendido mi espíritu y el pensar que nada era imposible. Más allá de mis esfuerzos, más allá de los planes, la gente sin duda quería a Selena. No sólo la admiraba. También le daba el mayor de los cariños. Ella fue más lejos de lo que yo me imaginaba. Si hubiese prestado más atención a cómo era ella, no debía sorprenderme nada. Selena hacía de lo imposible posible, de la tristeza, alegría, del abandono una compañía amiga. Selena era sin duda la artista ideal por todos y hacia ello marchaba. “¡¡A conquistar el mundo!!”, grité cuando Selena saludó con el Grammy en la mano sin dejarme de reír que por los nervios se hubiera olvidado de nombrar a su esposo Chris en los agradecimientos…

…Me fui muy difícil comprender lo que pasó aquel día. Estaba en el estudio con A.B. escuchando algunos efectos especiales, probando diferentes sonidos de música, escuchando cómo habían quedado los temas que Selena había grabado para el disco en inglés. No recuerdo si ella vendría a la mañana o a la tarde. Supongo que no había nada planeado y sólo esperábamos que en algún momento Selena llegara para completar con su voz algún tema. Sí, supongo que eso esperábamos que suceda. Lo que más nos preocupaba era que al otro día teníamos que estar en Los Ángeles pues Selena debía dar un concierto allí … De pronto el llamado, el aviso. Yo sólo corrí a avisar a A.B. y salimos corriendo para el hospital. Ni pensé en lo peor. Creía o quería creer que sólo estaba malherida, pero fuera de peligro, pero mi inconsciente se encargaba de recordarme que yo sabía la dimensión de lo sucedido. Por mi mente surgieron imágenes recientes en las que quería recordárselas a Selena y nunca se las había dicho. Quería decirle lo bella y tierna que lucía en los Tejano Music Awards en febrero, quería señalarle que siempre recurría a mí cuando quería saber si lucía bien como se podía ver en los ensayos del concierto en el Houston Astrodome, quería preguntarle si el hecho de que siempre en los conciertos miraba hacia su izquierda buscando apoyo y tranquilidad mientras cantaba se debía tal vez a que desde muy chica cuando empezamos con los ensayos yo era el que tocaba la guitarra … a su izquierda. Quería agradecerle por su compañía desde pequeña y que siempre entendió que era un hombre solitario que buscaba cariño y comprensión -a pesar de mi fama de hombre duro y frío-, y que ella siempre me había dado lo que necesitaba. Y que ese Amor y esa comprensión era natural en ella, tan natural que se lo ofrecía al público y éste siempre se lo había agradecido. Por ello todos la querían tanto, además de admirarla como cantante … Cuando llegué al hospital me llamaron y apartaron. Me hablaron de que se le habían practicado transfusiones. Me enfurecí, les dije que Selena jamás aceptaría eso … Me daba cuenta de que Selena estaba inconsciente y muy grave, pero yo no lo quería ni ver ni escuchar. Por eso reaccioné injustificadamente así. Sabía que en esas condiciones nadie podía cuestionar tal acto …De pronto vi que un médico dijo algo, todos se pusieron a llorar y yo sólo atiné a abrazar a uno por uno y a contenerlos. Me pregunté qué sería de mí mañana, que sería de nosotros. Cuando partí para anunciar públicamente la noticia, lloré desconsoladamente. Era tan joven, era tan buena, era mi hija ... Luego me di cuenta de lo que vendría y supe que tendría que defenderme … de defender a mi familia de las sospechas, de las dudas, de los hostigamientos. Pensé que lo mejor que podía hacer era que se le hiciera un tributo permanente a Selena, que la gente la recordara con Amor, que no pensara en aquello horroroso. Cuando llegó el momento de despedirla, la gente me pedía a grito vivo que abriera el cajón pues ellos querían verla, y empezaban a creer que todo era una mentira con vaya  a saber qué fines. Sentí que ésta sería la primera de una larga serie de acusaciones contra mí y mi familia sobre lo que había sucedido. Ordené que lo abrieran, como forma de protesta frente a la absurda acusación, pero en mi fuero más íntimo quería que ellos tuvieran razón, que cuando lo abrieran notaran que no había nada, que todo era una burda mentira. Pero no. No fue así. Luego pagaría las consecuencias de semejante acto … Ni se me ocurrió que habría cámaras impiadosas que registrarían por siempre esa imagen que nadie quiere ver ni aceptar de Selena … Volví hacia donde estaba mi esposa y le acaricié el cabello y le tomé la cara mientras la consolaba. Ella estaba destruida. Al final se cumplió lo que dijo en un reportaje premonitorio pocos meses antes: que ella no podría vivir sin Selena. Yo estaba como ella, pero tenía que ser fuerte, no podía flaquear, no tenía que mostrarme débil ante los demás. Hablé con todos, les dije como siempre qué debíamos hacer y que no se preocupen que yo daría la cara por todo. Desde entonces me ha pasado de todo, me pelee, me amigué, expliqué, me llamé a silencio, tomé decisiones. Yo sé que muchos esperaban otra cosa de mí. Hoy en día me siguen pidiendo por qué no saco tal o cual material, por qué no hago tal o cual cosa, por qué supuestamente “vivo” de Selena. No entienden, ¡¡claro que no entienden!!

 Yo no soy perfecto, he cometido muchos errores que pagué muy, muy caro. Pagaré toda mi vida el error que cometí con esa mujer y lo que hice aquel día. Tal vez otra gente hubiese hecho las cosas diferentes y les hubiese salido mejor. Pero yo soy así, no puedo cambiar y no me arrepiento de lo que hice. Sólo me culpo de no haberme dado cuenta, de haber sido tan directo, tan franco. Y más allá de lo que haga y de lo que diga, todas las noches me voy a mi cuarto y miro las cosas de Selena. Pues antes que nada ella era mi hija, hija que nunca admitiré que he perdido. Todas las noches le hablo, todas las noches le recuerdo lo que hacíamos juntos, todos los días la invoco para que entre por esa puerta y me pida sentarse en esa sillita para volver a cantar juntos, para compartir aquellas tardes en las que nos divertíamos tanto. Por eso sí cambiaría todo, daría mi vida, la fama y todo lo que logramos para que ella vuelva a sonreír, vuelva a soltar aquellas risotadas y vuelva a llenar de felicidad esta casa que ha quedado vacía sin su presencia…

(Muchas veces para sobrevivir de tanto dolor necesitamos olvidarnos de lo más triste, ver lo positivo de la vida y pensar en uno sin mirar atrás … Al menos eso creemos …Pero cuando se trata de Selena, poder seguir adelante es recordarla siempre, esperarla todos los días, ser como ella en cada uno de nuestros actos. Sólo eso calma algo del dolor de su ausencia … y también levantarse todos los días con la ilusión de que algún día ella por fin volverá…)

Recordarte Selena es lo más hermoso que me ha pasado en la vida … También muy doloroso. Por ti sería capaz de todo. Por ti trato de ser la mejor persona. Por ti doy hasta lo que no tengo para que tú vuelvas a ser ese ser tan bonito, tan lleno de ganas, tan lleno de Amor…

Simplemente te espera mientras te escribe…

 

 

 

English Translation click here    
  Sergio Ernesto Rodríguez
Buenos Aires, Argentina  Date: August 10th, 2011
 
 
 

Cuando veo a mi hija te veo a ti, Selena…

 
 


Cuando veo a mi hija la veo a ella. Es su fiel reflejo aunque no sea su hija. Cuando la observo cómo mira la película sé que lleva algo de ella, yo sé que la siente cercana, que es parte de ella. Seguramente le he transmitido en sus genes mi Amor a Selena. Y ella lo sabe, más allá de que no le haya mencionado del tema, sólo que fue mi esposa hasta que sucedió aquello. Era mi “primera esposa” pero mi único Amor. Nunca pude acompañar a mi hija cada vez que vio la película. Es muy doloroso para mí … Recrear todo lo que ha pasado. Todo lo lindo, pero también todo lo doloroso, lo trágico, lo inaudito. A mí también me pasa lo que a varios, que no pueden separar las buenas épocas de aquel final. Mi hija jamás me dijo de ver con ella la película. Me lo ha insinuado con la mirada, como esperando que acaso algún día la quiera acompañar, que exteriorice todo lo que aún siento por ella, todo lo que aún me duele su ausencia. Mi hija también sabe de mi timidez, de lo que me cuesta expresar mis sentimientos. Ya me ha costado explicarle lo que ha pasado, lo feliz que era, cómo todo se derrumbó todo y cómo tuve que rehacer mi vida a los tumbos, cómo llegaron a mi vida su madre y su hermano. También sabe lo doloroso que es para uno decirle que ella es fruto no sólo del Amor de dos personas sino también del infortunio. Mi hija también se da cuenta de que yo la sigo amando a pesar de todo, que es seguro que la historia hubiese sido muy diferente si Selena hoy estuviera. Me da escalofríos el sólo pensar que mi hija desearía hacer lo que sea para reencontrarme con Selena, aunque por ello ella seguro no estaría aquí. Mi hija sabe de mi frustración de no haber podido tener un hijo con ella, que pensábamos en tenerlo, tarde o temprano. Sé que mi hija en todos estos años se ha angustiado por lo que viví en los últimos tiempos y se da cuenta de que tal vez el padre que conoce siempre fue así, con temperamento fuerte y cambiante, pero que cuando estuvo con Selena fue un hombre más sereno, más calmo, en paz y feliz. Y no le falta razón: cuando conocí a Selena yo estaba perdido, decididamente perdido. Tocaba la guitarra en una banda de rock y siempre quise ser como Slash, de los Guns N’ Roses. Era mi banda y mi músico favoritos. Pero pronto entré en el “mundo del rock”, con lo bueno pero también con lo malo y con todas sus consecuencias. Lo peor que te puede pasar en la vida es cuando pierdes el rumbo, no tienes metas, cada día es lo mismo y sientes que nada ni nadie te contiene. Cuando entras en esa vorágine, eres “carne de cañón” y si las fieras huelen tu sangre te devorarán sin duda. Y cuando me dejaba devorar por gente sin esperanza y sin rumbo como yo, tuve la suerte de que me rescatara A.B. proponiéndome que me uniera a su banda. Al principio me desconcertó su propuesta. Yo no hacía su música. Sabía qué era “Selena y Los Dinos”, pues A.B. era mi amigo y muchas veces compartíamos fiestas y hasta días de playa. Pero no más que eso. Cuando le dije que si le parecía que podía serle útil alguien que tocaba específicamente rock, A.B. apeló a mis propios sentimientos y a mi sentido de pertenencia. Yo era tejano y sabía tocar la música de mi tierra. La había aprendido antes que tocar rock, por lo que me podía adaptar sin problemas. Pero cuando yo le dije por qué no buscaba a un guitarrista más convencional, más experimentado en el tipo de bandas como la de Selena y Los Dinos, él me dijo que prefería tener un guitarrista que diera un sonido innovador a la banda, que aprovechaba la salida del guitarrista anterior, que se fue del grupo porque se casó y su mujer no quería que siguiera en el “mundo de la música”, para que entrara al grupo alguien que aportara al grupo un sonido distinto. “Acepta, Chris. Yo luché mucho tiempo para que dejáramos de hacer las canciones de siempre e inventáramos otras más acorde a los nuevos tiempos y que nos acercara a otros ritmos y a otras músicas. Por eso te necesito en el grupo. Tú le darías ese toque que no tienen los otros músicos y no te tengo que enseñar nada, ¡¡pues tú lo sabes todo!!”, me dijo A.B., por lo que fue casi imposible no aceptarlo. Yo sabía que eran genuinas y honestas sus palabras e intenciones, pero tenía la sospecha de que él me quería rescatar de un mundo de infierno. Él me estimaba mucho, y como Selena, él quería componer todo y arreglar las cosas por su cuenta. Por ello, en vez de buscar a alguien más acorde a su banda me rescató a mí y con ello solucionaba dos problemas con una decisión. Acepté sólo porque no le podía decir que no a A.B. y porque recién con su propuesta encontraba algo de perspectiva a mi vida. Era cuestión de adaptarme a mi “nuevo trabajo”. De última si no me adaptaba se lo decía a A.B. y listo. Además, sabía que aún debía esperar la aprobación de su padre, y sabía lo duro y exigente que él era. Pero cuando fui y me vio tocar, sólo me dijo que tenía que sacarme todo ese look roquero que llevaba. Tal vez él esperaba que le dijera que no o tal vez lo que me quiso transmitir era que lo mínimo que tenía que hacer para estar en la banda era eso, y si lo hacía no habría problema. Luego se confirmó que yo no tenía ningún inconveniente en adaptarme y que el padre era menos duro de lo que se mostraba, pues le bastó mi intención para aprobar mi entrada al grupo, ya que buena parte del look anterior se mantenía inalterable…

Veo a mi hija y la veo a Selena. Me es inevitable. Yo quería tener una hija con su nombre pero sólo ponérselo si era hija de ella … Desistí de hacerlo con mi segundo matrimonio. Lógicamente sabía que podía ser molesto para mi segunda esposa, pero ella ya sabía cómo había sido la historia con Selena, por lo que no me haría muchos problemas si ése era mi deseo. Pero yo no quise. Yo lo podía entender que lo hicieran otros padres, pues cada uno hacía su homenaje poniéndole su nombre. Era su forma de tener cerca a Selena, expresarle su Amor y admiración. Pero yo sí la tuve cerca. Yo viví los mejores años de mi vida con ella. Selena me comprendió como nadie quién era y qué quería de mi vida. Fue ella quien me sacó de los peores vicios y me volvió a este mundo para gozarlo y vivir feliz. No necesitó darme sermones, no necesitó pedirme nada. Sólo dio su Amor como lo daba a todo el mundo, sólo que yo no era el público o su familia. Yo era el hombre que ella buscaba. Más de una vez me pregunté cómo iba a buscar a alguien como yo en vez de buscar a un hombre seguro de sí mismo, con buena posición económica y familia distinguida. Pero Selena era distinta. Ella no era convencional. Ella era innovadora, tenía planes, siempre iba por más. No era conformista, no era la típica mujer que buscaba un hombre para casarse y vivir a su sombra. Selena buscaba tener a alguien que fuera su compañero de su aventura. Ella quería acompañar a su hombre con sus sueños y ella acompañar a los de él. Por eso se fijó en mí y por eso decía públicamente que antes de ser novios nosotros éramos buenos amigos y que eso era una condición fundamental para darse cuenta de que yo era el hombre que buscaba. Como en todos los aspectos de la vida, Selena no mentía, era honesta y le gustaba dejar en claro su postura en la vida, y lo que ella quería y soñaba. Por eso me río cuando escucho y veo a algunos decir que Selena buscaba a otros hombres, o a otros decir que Selena era su “Amor” y sólo le piden disculpas por lo dicho al padre de Selena y me ignoran a mí, que era su esposo. Tal vez si la hubiesen conocido bien a Selena, sabrían que nunca los hubiese elegido a ellos, pues ella no aprobaba diversos modos, diferentes formas de trato hacia la mujer tan comunes y que la dejaban siempre a un segundo plano. Selena no quería ser la sombra de nadie ni ensombrecer a nadie. Selena quería tener a un igual a su lado, a un hombre sensible que pudiera sentir lo mismo que sintiera ella. Selena no era de las que necesitaban a un “hombre fuerte” que le marcara el rumbo de las cosas. Ella amaba a su padre pero no quería el mismo modelo de familia para crear el suyo. En realidad, como pasa con todos, ella aprobaba muchas cosas de su padre: ella era muy disciplinada y exigente y así pensaba ser con sus hijos. Pero no quería que uno de los miembros de la familia tuviera que seguir el camino del otro. Ella comprendía que su madre lo hiciera pues así eran las cosas en su época, pero también recordaba a su abuela, cuya historia generó el tema “Amor prohibido”. Y en un punto Selena había hecho lo que hizo su abuela. Cuando su padre se opuso a nuestro noviazgo, ella no dudó un instante en revelarse ante tamaña injusticia y allí decidimos casarnos en secreto para que, una vez los hechos consumados, el padre entendiera que lo nuestro iba en serio. Antes que eso yo le demostré al padre de Selena que antes de sentirme perseguido y atormentado, prefería pegar el portazo e irme de la banda. Yo también tenía mi carácter, que sólo mostraba en su dimensión cuando sabía que no alcanzaba con dejar en claro mi postura con mis actitudes y con mi silencio que lo decía todo. Y si bien hoy me siento mal con que tanto la Familia Quintanilla como yo hayamos sufrido tanto en aquel momento, valió la pena haber hecho lo que hicimos. En la actualidad el cariño y el respeto de todos hacia mí y de mí hacia ellos se mantienen inalterables. Por eso me río de todas las canalladas que se han escrito de mí, dando a entender que Selena no me quería y de que estaba decepcionada conmigo. Antes me enojaba muchísimo. Si hay algo muy injusto es cuando se dicen cosas de ti tan livianamente y sin pudor, y más cuando se dicen tantas mentiras de ti dejándome ante los demás como alguien lamentable, no digno para estar al lado de Selena. Me irritaba aun más cuando advertía que esa gente apañaba cosas que son imposibles de aceptar. Recuerdo cómo una mujer en un libro me destrozó como persona y me denigró hasta en mis cosas más íntimas, pero lo peor era ver que con la excusa de decir que Selena buscaba un hombre fuerte que la contuviera, estaba avalando las peores formas de machismo practicada por cualquier varón. Eso me era imposible de comprender. Pero todo eso me enojaba más pues dejaba una imagen de Selena que distaba mucho de ser la correcta y lo que me generaba más impotencia era que ella no se podía defender. Mal que mal yo me puedo defender. Cada miembro de la Familia Quintanilla también se puede defender. Peo Selena no. Esa mujer ni nadie que ha escrito o hablado de Selena así se atreverían a decir semejante cosa delante de nosotros y menos aun delante de Selena. A veces querría que Selena volviera sólo para que ellos se arrodillaran ante ella ensayando toda clase de disculpas y esbozando sus caras de sorpresa negando todo ante la aparición de ella pidiéndoles una explicación. Pero a veces pienso que mejor que no esté pues si viera las cosas que ha dicho esa mujer que le quitó todo a Selena … Muchas veces me pregunté qué tan malos podemos ser como personas, qué tan falsos podemos ser en la vida y seguir tan campantes … Toda la Familia Quintanilla y yo mismo fuimos siempre al frente en la vida con la verdad. Siempre fuimos sinceros y honestos. Siempre dijimos abiertamente lo que pensábamos y buscábamos. Tal vez eso haya sido un error. Y no es que no desconfiáramos. Todos teníamos nuestras precauciones y a la hora de organizarnos como banda no es que confiábamos en cualquiera. Sabíamos … supuestamente sabíamos en quién confiar en ciertas cosas concretas … Pues se ve que no teníamos todo controlado. Alguien muy hábil, mucho más hábil de lo que pensábamos, nos engañó a todos. A veces me cuesta creer que ella, que justamente ella nos hiciera esto. Se suponía que nos quería, que nos admiraba, que velaba por nosotros. Nunca se me cruzó por la cabeza que nos podía hacer algo semejante, ni en los peores momentos. Por eso no atiné a nada entre el 30 y 31 de marzo. Se suponía que la quería. Se suponía que nos quería. Alguna vez me crucé con un video de un reportaje que le hiciera Rock N’ Roll James a Selena en el que le preguntaba por el proceso en el que se pasó para hacer el tema “Ya no”, una canción más bien pop-rockera, en la que yo tuve mucho que ver en su elaboración. Ese video incluye un backstage en el que se ve a Selena cantando y grabando el tema en el estudio. En ese video se me ve a mí en la consola de grabación. También a A.B. … Y también a esa mujer ... Es muy duro ver eso sabiendo lo que pasaría un año después. Más duro aun cuando se me ve a mí hablando tan verborrágicamente con ella. Y yo que siempre aparezco tan callado en cualquier video que se muestre de mí, justo en el único video que se me ve hablando tanto es con ella. Y esa imagen que es tan dolorosa e incomprensible explican muchas cosas que han pasado, explican cómo eran las cosas con ella. Mientras nosotros le confiábamos todo, ella callaba y escuchaba. Siempre aparecía en el momento justo para ofrecerse a hacer lo que tal vez nosotros no queríamos realizar. Allí estaba ella para escucharnos, para ofrecerse a ayudarnos, para tender una mano, para ser una persona de confianza, para ser un familiar más ... Fue un error, un grave error ... Tal vez el error no haya sido tanto en que creyéramos en ella. El verdadero grave error fue no dar cuenta de la magnitud del problema cuando empezaron los primeros roces con ella y pensar que con un par de medidas ella no tendría margen de maniobra y quedaría sucumbida por la realidad. Nunca pensamos que ella era una psicópata que era capaz de cualquier cosa y que vendería cara su derrota. Nunca pensamos que ella no admitiría ninguna capitulación y que si tenía que eliminarla con tal de no ver el triunfo de Selena sin ella lo haría sin dudar. Nunca se nos pasó por la cabeza que si teníamos un enemigo lo íbamos a tener tan cerca, tan cerca y con un cara tan incomprensiblemente familiar…

Cuando veo a mi hija sonriéndome recuerdo a Selena con su risa en aquellos hermosos tiempos antes de que fuésemos novios … La verdad es que nunca me hubiese declarado ante Selena. Yo siempre fui muy tímido y callado. Además, ¿quién iba a animársele estando su celoso padre cerca, que encima era el jefe, y siendo ella tan famosa con tantos pretendientes? Nadie en la banda se fijaba en ella, no porque no fuera ni linda ni atractiva, sino por aquello de que donde se trabaja no es conveniente tener relaciones con alguien y menos con “la hija del dueño”. Selena de por sí generaba un respeto enorme a pesar de su verborragia, su simpatía y sus interminables chistes. Pero el hecho de que fuera la artista principal y de que su exposición hiciera que todo lo que ella hiciera se supiera, digamos que nos mantenía bien alejados. Aún así recuerdo la primera vez que la observé de otro modo, cuando sentí algo por ella. Acabábamos de terminar el concierto de San Antonio, allá por abril de 1991. Estaba por entrar en mi camarín cuando la observé a Selena sola en el suyo mirando por la ventana. Recuerdo que eso me generó mucha ternura. Imaginé que más allá de sus risas, más allá de sus charlas, más allá de que ella acaparaba todo con su avasallante personalidad, Selena era en realidad esa persona que estaba allí, sola, pensando en quién sabe qué, soñando en quién sabe. Pero yo me lo imaginaba. Era la primera vez que me sentía conectado con ella, que me sentía identificado con su sentir, con su Alma. Me iba a ir, por miedo a que me descubriera observándola, hasta que ella, como si supiera en todo momento en dónde estaba, gritó: ¡¡Hey, Cris!! ¿A dónde vas? ¿No vas a entrar? ¿No quieres saber qué estoy observando, en qué estoy pensando?”. Yo me quedé helado, titubeaba, dudaba entre irme argumentando cualquier excusa o entrar diciendo que estaba allí por motivos no muy creíbles para nadie. “¿Y Chris? ¿No vas a entrar? ¡¡Vamos, entra de una buena vez!! ¡¡No te voy a morder!! ¿Sabes cómo sabía que estabas allí?”. Ante mi negativa desconcertante, me dijo: “¡¡Porque te vi por el reflejo de la ventana, tonto!!” y echó de una de sus incontenibles carcajadas. “¡¡Vamos, Chris, ven conmigo y mira hacia allá!! ¿Qué ves?”. Cuando me aprestaba a ver donde señalaba Selena, me di cuenta de que no había modo de que Selena me hubiese visto por el reflejo de la ventana. Desde allí no se veía la puerta en la que estaba yo observándola … Pero no dije nada y me fijé en el cielo tratando de entender qué era lo que veía Selena … “¿Y? ¿No lo ves?”, me apuró Selena. Yo miraba y miraba tratando de adivinar lo que ella había visto. Se me ocurrían miles de posibilidades pero no me animaba a decirlas por miedo a equivocarme … “¡¡Pero mira que sos difícil, Chris!! ¡¡Eres tan callado que a veces me acercaría bien a ti para ver si respiras!! ¿Estás vivo? ¿No notas nada raro? Mira la luna. ¿No la ves un poco rojiza?”. Observé la luna y sí, se la veía algo colorada, pero no tanto. Le dije que tal vez era un eclipse, aunque no tenía noticias de que se diera uno por ese entonces, pero Selena me interrumpió y me dijo: “No, Chris, no es un eclipse ni nada raro. No. Yo todos los días miro la luna, ¿sabes? Desde muy chica. Siempre desde que tengo 9 años lo hago. A veces cuando necesito estar sola y darme ánimos me voy al jardín de casa o miro por la ventana del lugar en el que esté y miro la luna, y si ella no está, observo las estrellas. A ellas les pido por todos, por mi familia, por la gente que más quiero, sobre todo por mí, pues te confieso -¡¡pero no se lo cuentes nunca a nadie!!- que siempre tuve miedo, miedo al fracaso, miedo a no agradar, miedo a que si no lo logro caeremos en la ruina. ¡¡Tamaña responsabilidad tengo!! No se los quiero decir a mis padres pues no deseo que se sientan culpables. Ellos no son responsables. En todo caso, todos contribuimos para estar aquí. En definitiva, todo empezó pues a mí se me ocurrió aprender unas canciones viejas de mi padre por celos de mi hermano A.B., a quien le habían regalado un bajo y mi padre vivía con él para enseñárselo a tocar. Después la historia es como ya la conoces. Mi padre se maravilló por mi canto y aquí estamos. Pasamos por miles de pruebas y estamos convencidos de que lo lograremos, pero creeme que tengo miedo todos los días, muchas veces lloré sola, muchas veces traté de huir. Por eso me ves aquí. Yo no soy sólo la que ves en familia, en público o en un escenario. También soy esta frágil mujer que tienes frente a ti…”. Yo quería abrazarla pero no me animaba. No quería que me malinterpretara, no quería que se rompiera ese hechizo que me provocaba ese clima que no había tenido nunca y que jamás me imaginé que lo experimentaría por Selena. “Pues mira, Selena. Yo sólo puedo decirte que no temas, que no tienes por qué sentir temor. Sé que llegarás…”. “Estoy preocupada porque la luna está roja, roja de sangre. ¿Crees que tiene alguna significación?”, me interrumpió Selena como no oyendo lo que le decía o como no queriendo oír eso que le decía, que se lo podía decir cualquiera, como esperando que le dijera eso que realmente sentía, pero que para variar no se lo podía decir,  ni me animaba a confesárselo. Pero lo que me empezó a preocupar es que ella viera la luna tan roja. Yo no la veía así para nada. No sabía cómo decírselo. Ella estaba muy convencida. “Sé que crees que estoy exagerando o que estoy loca. Pero no sé. Esa luna roja me hace recordar a esa pesadilla que tengo, a ese horrible sueño que me persigue de niña y que no me lo puedo quitar…” … Tardé muchísimo en entender lo que significaba todo eso. Con el tiempo me di cuenta de que somos mucho más perceptivos de lo que creemos. Es cierto que sólo tenemos entrenado un pequeño porcentaje de nuestro cerebro. Si lo ejercitáramos más y nos diéramos cuenta de nuestras sensaciones y de nuestras premoniciones, muchas cosas hubiésemos evitado, de muchas cosas nos daríamos cuenta. Mucho tiempo después supe que esa mujer innombrable vio a Selena por primera vez esa noche y comenzaría su persecución al Señor Quintanilla para que fundara un club de fans de Selena con ella de presidenta … “Y sabes qué, Chris? En mis oraciones que hago mirando la luna te he incluido a ti…”, me sorprendió Selena y se me quedó mirándome fijo. Yo estaba estático, apenas si dije un “Gracias” entrecortado. “¿Te gustó cómo canté ‘Where did the feeling go’? A mí me encantó. Creo que es lo más bello que he cantado en vivo. Pero lo que más me gustó es cómo tocaste tú la guitarra…”, me dijo Selena acercándose más y más. Sentí que ya no tenía sentido quedarme así. Cuando la estaba por abrazar previo a decirle “Sabes que nunca estarás sola. Siempre contarás conmigo...”, apareció A.B. para decirle algo a Selena. Él se quedó petrificado, como nosotros. Pero lejos de armar un escándalo, iba a marcharse cuando Selena le dijo: “¿Quieres creer A.B. que Chris vino a decirme qué quería como regalo de cumpleaños? ¡¡Todavía no sabe que nosotros no festejamos los cumpleaños!! Eso sí, Chris, si quieres, puedes regalarme lo que quieras. Me encantan los regalos y los cumpleaños. ¡¡Pero no se lo digas a mi padre, pues me matará!!”, me dijo Selena no sin antes pegarme una cachetada en tono de gracia a mi espalda y guiñándole un ojo a A.B. Él se empezó a reír. Se había dado cuenta de todo, pero lo estaba simulando bien. Yo lo conocía. Jamás perjudicaría en algo a su hermana. Callaría para siempre y no me preguntaría nada salvo que yo le quisiera hablar del tema. Tampoco quería líos con su padre. Cuando me marché presuroso hacia mi camarín, Selena corrió tras de mí al grito de “¡¡Hey, Chris, se te olvidó algo!!”. Y cuando llegó a mí, me dijo al oído: “No necesitas regalarme nada. Tú eres mi mejor regalo”. Me dio un fuerte beso en la mejilla y se fue corriendo a las risotadas para volver a comentarle a A.B. sobre mi “ignorancia sobre los regalos”. Creo que estuve unos 10 minutos parado en el pasillo tomándome la mejilla. Tuvo que pasar Joe Ojeda para que reaccionara y volviera al camarín…

Cuando veo a mi hija observándome con timidez y en silencio, recuerdo mis miedos y mi poca iniciativa y valor para encarar determinadas cuestiones. No hay nada para mí peor que tener todo a favor. Porque no es que no tenga carácter. No es que no sepa lo que tengo que hacer. Pero siempre actué en la adversidad y en el total convencimiento de que nadie me quería. Yo siempre me menosprecié. Siempre pensé, y aun lo siento no estando conmigo Selena, que yo no valgo nada, que nadie puede querer a una persona como yo. Me sentí culpable de la separación de mis padres, sentí que los había defraudado por sus expectativas conmigo. Me refugié en la música del rock y en su ambiente pues allí podía descargar mi timidez dándole con dureza y fiereza a la guitarra. Descargué mi falta de cariño, mi necesidad de Amor negando el mundo, odiándolo, gritando una y otra vez que no había futuro, que nada bueno podía esperar de él. Era mi forma de liberarme, era poner la culpa en el “otro”, en otra cosa. Yo no quería asumir que el futuro lo tenía en mis manos y que dependía de mí lograrlo. Pero yo necesitaba a alguien que me quisiera como soy, que no buscara que yo fuera otro, que no se enamorara por mi apariencia o por lo que suponía que debía ser. Encima mis experiencias amorosas fueron fatales. Cada una de ellas bajaba mi autoestima. Había caído en los excesos y cuando me había resignado a no salir más de aquel pozo ciego, A.B. me tiró un salvavidas, una ayuda que apenas me volvía los pies sobre la tierra sin que por ello pudiera evitar que yo no quisiera volver a entrar al agua para ser devorado por los tiburones. Pero había aparecido Selena. Había aparecido mi salvación. Tal vez estaba ante mí el Amor de mi vida y eso me daba pánico. Después de aquella noche del concierto ni quise pasar cerca de Selena. Sabía lo que sentía. También sabía lo que sentía ella. Pero no quería afrontarlo. Prefería huir antes que pensar seriamente que tenía una posibilidad, una posibilidad cierta de ser feliz. No sé si pensaba tanto en la dureza y terquedad de su padre, no sé si tenía miedo en lo que me podía decir Selena. Tenía miedo de mí, tenía miedo de soltarme, tenía miedo de mostrarme tal cual era y sentirme una vez más defraudado. Pero con Selena eso era imposible. Ella no podía defraudarme. Tenía miedo de enamorarme en serio y de que era posible un mundo feliz para mí. Eso me inmovilizaba, me paralizaba. Trataba de darme ánimos para encontrarme a solas con Selena, pero no me atrevía. Muchas veces en los conciertos trataba de no mirarla pero cuando lo hacía la veía a ella que me guiñaba el ojo y me sonreía. Aun así me refugiaba en mi silencio y en mi timidez. Prefería no arriesgar, prefería no sufrir, prefería no asumir que quería mucho a Selena, pero empezaba a extrañar esas charlas que sólo con ella podía tener. Cuando creía que ya me hundiría en mis propios miedos e incertidumbres, vino A.B. y me dijo: “Vine de parte de mi hermana. ¡¡Que conste que hago de mensajero, nada más!! No quiero problemas con mi padre. Yo ya sé lo que sienten ustedes. Igual mi hermana me habló como si lo del otro día en San Antonio no lo hubiese visto. Sólo te transmito que mi hermana querría que la consideres pues te quiere mucho y sabe que tú también. Creeme hermano que vine porque quiero mucho a mi hermana y también a ti. Por mí sabes que no habrá ningún problema. ¡¡Sólo que mi padre los matará!!”. Por un lado me sentía muy avergonzado, pero por otro sentí un gran alivio. Era mejor que ella tomara la iniciativa. Me sentía más cómodo que ella llevara las riendas de la situación y yo la acompañara. Además, ella concebía así las relaciones. Siempre fue puro vértigo, pura iniciativa … ¡¡con todo el mundo!! Ella siempre era la que hablaba. Yo era el que escuchaba. Éramos el uno para el otro, nos complementábamos bien y fundamentalmente nos queríamos mucho, nos entendíamos con la mirada. Nosotros juntos éramos diferentes respecto de nuestro trato con los demás. Parecíamos una pareja rara, pero para nosotros no lo era. Nunca buscábamos lo convencional. Queríamos algo distinto, fuera de lo rutinario, pues ambos éramos especiales, aunque yo siempre consideré que ella era la especial. Si me incluyo es porque Selena me hizo sentir así. Fue acaso la única mujer en mi vida que me lo hizo sentir y con ella fui el hombre más feliz del mundo. Recuerdo que le dije a A.B. que no se haga problema, que yo me encargaba, pero media hora después apareció Selena. Cuando estaba por decirle qué hacía aquí me dio el beso más hermoso de mi vida. Luego de aquella hermosa tarde, nunca le dije no, no porque me convirtiera en su súbdito sino porque todo lo que hacíamos, sea por su iniciativa o por la de ella, nos hacía la pareja más feliz del mundo…

Veo cómo me mira mi hija y sabe que la sigo amando. Tal vez por eso ella busque saber más de Selena, tal vez por eso sienta lo que le ha pasado, pero también siente sus alegrías, sus triunfos, sus logros. Sabe todo lo que hice por ella, sabe a lo que nos aventuramos, sabe a lo que nos arriesgamos para llegar a ser la pareja de ensueños, la pareja perfecta, el matrimonio ideal. Está allí todo documentado. Está en la película, está en las biografías, está en miles de declaraciones hechas por todos nosotros. Yo no hubiese querido que lo supiera nadie. Yo hubiese preferido que se mantuviera por mucho tiempo sin saberse. Pero fue imposible. Selena era lo suficientemente famosa como para que una noticia como la de su casamiento pasara inadvertida. ¡¡Era de interés nacional para ese entonces!! Hoy lamento que nosotros y toda la Familia Quintanilla sufriéramos tanto. Pero en aquel momento todo se había hecho muy difícil. El padre trató de mantener el tema noviazgos fuera del mundo de Selena como si eso fuera posible para siempre. Se había empecinado tanto en que su hija llegara al estrellato que pensaba que cualquier desvío en esa dirección se haría un obstáculo insalvable para el éxito. Ya de por sí el trataba de desalentar las ideas de Selena en cuanto a dedicarse al diseño. No lo hacía de malo, no lo hacía para perjudicar a su hija. Sólo que él pensaba que cualquier cosa que no respondiera al plan original constituiría un gran problema que acabaría con todo. El padre de Selena era muy esquemático y pensaba que sus hijos se irían si no les tenía a “rienda corta”. Parecía como si no confiara en ellos cuando sus hijos dieron acabadas muestras de afecto y de lealtad. En realidad, él daba libertad a sus hijos, pero dentro del plan original, del objetivo predeterminado. Cualquier cosa que se desviara de ese fin a él le generaba miedos y temores, por lo que los reprobaba o simplemente los miraba con gran sospecha. Con ese panorama, sabíamos que el tema noviazgo era “el tema” que lo haría enloquecer. Y así fue: varias veces intentó que Selena “entrara en razones”, varias veces me echó de la banda, varias veces cancelaba conciertos o agregaba otros más lejanos para que Selena se distrajera. Él estaba convencido de que cualquier “novio” de su hija la haría abandonar el canto, máxime si la pareja no era alguien del negocio de la música. Le había pasado al anterior guitarrista de la banda, mi “predecesor”, y por eso el el padre de Selena estaba terrible y temerosamente preocupado. Nosotros no dejamos de vernos a pesar de las prohibiciones y allí fue cuando a Selena se le ocurrió casarse en secreto. Aunque no lo pareciera, fue una decisión meditada. Selena sabía que ante el casamiento ante Dios, su padre tomaría el hecho por consumado, pues por sus creencias religiosas esa decisión la consideraba para siempre y no se podía romper por nada del mundo. Aun así las cosas no fueron tan fáciles. Selena, ya estando casados, fue a ver a su padre y discutieron muchísimo. A él le costaba asumir la nueva situación sin que por ello implicase que Selena abandonara la música. Selena le juró y le perjuró que eso no ocurriría y que yo me integraría a ellos no sólo por la banda sino por la familia. Eso lo tranquilizó mucho y pidió hablar conmigo a solas. Ya estando en su casa, él se comportó como un caballero: me pidió perdón por lo dicho y hecho, me rogó que le creyera y sólo me rogó que la ayudara a Selena con la banda, que él confiaba en mí en todo lo demás. Le dije que no se preocupara, que yo amaba  a su hija y que quería lo mejor para ella. Él se puso a llorar y me abrazó largamente. “Sé que puedo confiar en ti. Estando con mi hija en familia y en la banda estaré más que tranquilo. Bienvenido a la familia. Sé que quieres mucho a mi hija. Si no fuera así no hubieses tolerado todo esto…”.

Veo a mi hija mirándome con ojos de tristeza y creo que entiende por lo que he pasado en estos años, entiende mi desconcierto, entiende mi dolor. Tal vez ahora entienda más que nunca mis ataques de furia sin control, de mis depresiones y de mis llantos. Fueron para mí casi 3 años de casados (los iba a cumplir el 2 de abril de 1995, 2 días después del hecho doloroso y absurdo), más 8 meses de noviazgo. Fue un tiempo corto, muy corto, pero a la vez muy intensos y francamente inolvidables. En ese tiempo no tenía ni miedos ni nada de qué preocuparme. Era sólo vivir y ser feliz, gozar de la vida, gozar de los afectos, gozar de los amigos, estar al lado del ser más maravilloso del planeta. Pues antes que nada ella era Selena, la mujer, la novia, la esposa. Era hermoso por un lado ser el esposo de una celebridad tan querida por la gente, no sólo admirada. Era vivir en el paraíso el recibir tanto cariño de la gente y no sólo felicitaciones, y todo gracias a la labor y al Amor de una sola persona. Pero también hermoso fue estar al lado de alguien que era una persona como cualquiera de nosotros, que hacía su vida normal y casera, y que lo hacía del mismo modo que cuando estaba en el escenario. Si había algo noble en Selena era que actuaba del mismo modo tanto dentro como fuera en el escenario, sea ante el público, sea ante nosotros, sea ante el periodismo, sea ante quien fuere. Era alguien honesto, humilde, espontáneo. Por eso me de bronca las declaraciones de aquellos que osan decir las cosas que dicen de Selena y que distan totalmente de ser reales, tan impropias de la memoria y de las acciones de ella. Ha pasado mucha agua bajo el puente, poco a poco todas las teorías absurdas se fueron resquebrajando. Podría jactarme y contentarme con ello, pero nada de eso me contenta, nada de eso me completa, nada de eso me consuela. Yo sólo querría que alguien me devuelva esos casi 3 años de Amor con Selena, que me devuelva la felicidad, que le devuelvan la sonrisa a Selena, y que la dejen ser y vivir. Ella sólo quería eso. Vivir, soñar, gozar. Quería amar y ser amada. Quería darle felicidad a todo lo que estaba a su alrededor. ¿Acaso era pecado ser así, acaso molestaba a alguien que Selena fuera así? Muchas de mis broncas, de mis fastidios y de mis frustraciones posteriores tenían como origen esas preguntas, mismas preguntas que me hice aquel día nefasto, aquel día en el que me levanté y no vi más a Selena, aquel día anterior en el que me quedé callado cuando debí haber hablado, advertido, actuado. Varias veces me dije por qué, varias veces desee que el tiempo volviera atrás, varias veces le pedí a nuestro Señor que me la devolviera, varias veces desee que todo fuera una pesadilla, varias veces esperé por la puerta de mi casa su regreso y mientras tanto no había tocado nada de sus cosas, nada de lo que fuera su sello. Me sentí culpable, muy culpable, pero no por las cosas que se decían de mí, sino por no haber tenido la sensibilidad de Selena, el Amor de Selena, los sentimientos de Selena, las premoniciones de Selena. Nunca me pude sacar de la mente cuando recordé que en aquella noche del 30 de marzo, mientras esperaba a Selena que terminara de hablar con esa insensata, había notado a la luna un tanto rojiza. Sólo pensé en que ese color extraño sólo era anuncio de lluvias para el otro día. Me llamó la atención de que Selena no me haya dicho nada de esa luna tan visiblemente cobriza, que no le llamara la atención para nada … Pero, claro, pobre Selena, ella estaba preocupada, muy preocupada … Ella no pudo ver la luna, o tal vez la vio y sólo se resignó … Ella necesitaba ayuda y yo no lo advertí, nadie lo advirtió … Desde ese entonces es que no puedo con la tristeza, con la impotencia, con la destrucción y con la autodestrucción. Una y otra vez recuerdo y revivo estar golpeando mil veces las paredes del hospital cuando recibí la noticia. De nada me sirvió el consuelo, el paso del tiempo, las palabras de aliento, seguir viviendo. Yo tuve lo más lindo de mi vida y se me fue de las manos. No lo supe cuidar, no lo supe advertir. No supe acompañarla cuando más me necesitaba … Mi hija me observa y eso es lo que ve en mí desde que tiene conocimiento. Sus miradas es como una invitación a que sea sincero con ella, sea honesto como lo fue Selena y diga lo que tenga que decir, lo que quiera decir y que tengo contenido desde hace tanto tiempo…

No pude más y me abalancé sobre mi hija: “Sí, hija, la amaba, la sigo amando y la amaré. Estará conmigo siempre y sueño con que algún día la vuelva a ver” y me largué a llorar sin consuelo. Mi hija me tomó de la cabeza y me acariciaba como para que yo me sintiera más libre en esa dolorosa exteriorización de sentimientos. “No te sientas mal padre. Yo sé que sientes eso. Yo sólo deseo que tengas en cuenta esto para que puedas sacar lo mejor de ti en el futuro. Yo sólo te pido que no te culpes más. Yo sólo quiero que mires para adelante y seas la mejor persona, la más fiel consigo misma. Sé que Selena, donde quiera que esté, valorará que hagas eso. Ya no llores por lo que pudiste hacer antes. No llores por lo que pasó con Selena Etc. Sé que la recuperarás y si no es así, sé que con ser lo que fuiste mientras estuvo Selena se te hará posible todo. Recuerda lo que te enseñó Selena y ponlo en práctica. Ya verás que todo va a cambiar y tú volverás a ser el mejor papá del mundo”, me dijo mi hija y me abrazó cerrando bien sus ojos y conteniendo bien el llanto. Yo me incorporé, mantuve mi abrazo durante un largo tiempo y le prometí que le haría caso. Las cosas iban a cambiar. Estaba seguro. Afuera estaba el cielo despejado. La luna lucía brillante. Me asomé a la ventana y me la quedé mirando. Estaba más luminosa que nunca. Las estrellas titilaban más fuertes como si quisieran que uno las fuera a buscar y tomarlas. Pensé en Selena y me prometí muchas cosas, y se las prometí a Selena. También pedí otras. En el medio de ello noté que mi hija miraba también la luna en silencio. Ella también estaba deseando sus cosas, muy parecidas a la mías, muy parecidas a las de Selena. Puse las manos sobre sus hombros y rezamos juntos. Ahora tenía un buen y noble motivo para luchar. Mi hija no será su hija pero de algún lado lleva sus genes. Ella heredó el Amor que tenía Selena. Ella de alguna manera es también su hija...

(Ojalá que la luna luzca para siempre brillante y que sea gracias a Selena. Ojalá que algún día Selena pueda cumplir sus sueños que se había comprometido a hacer frente aquella luna. Ojalá que no veamos nunca más esa luna roja…)

Yo no me puedo olvidar de ti, Selena. Yo sólo quiero que el mundo sepa y te recuerde como lo más bonito que ha creado Dios…

¡¡Dime cuándo vuelves, Selena, por favor, te lo ruego!! … Mientras tanto, yo te estaré esperando todos los días, todas las noches…

Te quiere con toda el Alma, que es tuya…

 

 

 

 

English Translation click here    
  Sergio Ernesto Rodríguez
Buenos Aires, Argentina  Date: August 3rd, 2011
 
 
 

Sólo es Amor. Tan simple como eso, Selena…

 
 


“¿Pero cómo tienes esa foto? ¡¡Pareces un tipo raro!! ¿Pero qué es lo que te sucede? ¡¡Piensa en otra cosa!! ¿Acaso no tienes otra cosa que poner? Mira a tu alrededor y fíjate en lo que piensan tus compañeros de trabajo. ¿Qué sentido tiene que pongas tú a una foto de una artista mujer en tu computadora? ¿Acaso quieres ser como ella? ¿Tienes otras preferencias sexuales? ¡¡Me extraña!! Eso no es lo que se estila, no es lo lógico. No está bien. ¿Y acaso ella vive? ¿Y qué sentido tiene si ya no está? ¡¡Ya para eso adora a otras mujeres, elige a la que más te gusta y ya!! Y a esa mujer que … ¿Cómo se llama? ¡¡Ah, Selena!! … ¡¡Ya déjala en paz!! ¿Qué sentido tiene? ¡¡Ni que fueras devoto de ella!! No me parece bien…”. Las palabras de Gustavo cayeron como un plomo en la cabeza de Ernesto, que no sabía qué hacer ni qué decirle. Él no vivía ni en México, ni en Estados Unidos, ni siquiera en Centroamérica. Estaba en un país bien lejano, en Argentina, en el que apenas si se la conoció a Selena. Ernesto, como tantos otros, la había conocido luego de seguir la carrera de Gilda, quien muriera absurdamente en un accidente de tránsito en 1996. Cuando supo del cruel destino de Selena, comenzó a conocer su vida y su música. Cuando tuvo oportunidad de conocerla quedó fascinado por sus actuaciones en vivo y se hizo fan de ella. Vio su película, y con el tiempo compró sus discos y dvds. Para él todo se había hecho muy difícil, pues en su país no se vendía casi ningún disco de Selena. Como mucho, podía conseguir alguna recopilación como “Ones” y nada más. Con el tiempo la generalización del uso de Internet le permitió ver más cosas de Selena pero también la posibilidad de comprar por esa vía todo lo de ella. Él podría haberlas conseguido en forma “pirata”, pero nunca quiso tener cosas de Selena de ese modo. Aunque en una oportunidad, cuando no podía conseguir la película “Selena”, se dejó tentar por un aviso que le ofrecía en un dvd no sólo el filme sino “unos conciertos”. Cuando lo tuvo en sus manos se encontró con que uno de esos “conciertos” ¡¡era el del Houston Astrodome 1995!! (eso demuestra qué poco se conoce a Selena en Argentina, lamentablemente). El otro “concierto” era el de “Selena Vive”, que se hiciera en su recuerdo a los 10 años de que Selena se nos fuera. Al poco tiempo a Ernesto le llegó un mail del proveedor de dicho material en el que le notificaban que ese video había sido quitado de circulación por ser “de dudoso origen” y denunciado por ello por los dueños de los derechos de comercialización, por lo que “si por esas casualidades” él lo había sido tentado por ese material no debía comprarlo. Allí mismo Ernesto se deshizo de él. Como todo buen fanático de Selena, él quería tener el material original producido por Selena. Si fuera por él buscaría tener hasta lo último que hubiese grabado, incluso lo cantado por Selena a los 6 años. En su fuero más íntimo él admitía que en condiciones normales no hubiese comprado material de Selena de muy chica, pues en un punto coincidía con A.B. en su pensamiento sobre ese material, salvo alguna que otra canción y de muchas de sus actuaciones en vivo de muy niña de Selena. Pero él sabía que si la historia hubiese sido otra, más “normal”, no hubiese reparado en ese material, salvo si fuese un “ultracoleccionista”. “Convengamos que si yo fuese admirador de Luis Miguel yo no me volvería loco por tener sus primeros discos, ni sus primeros hits de niño ni de adolescente. Ni él mismo lo cantaría hoy en un concierto en vivo, por razones más que obvias. Pero claro, el fan de Luis Miguel tiene muchísimo material del cual disfrutar. En cambio yo no lo tengo. Selena ya de grande e incluso contando sus primeros éxitos desde su adolescencia no llegó a grabar tanto. Ella se nos fue muy pronto … Entonces tenemos que aferrarnos a todo lo que hizo, a cualquier canción, a cualquier imagen por insignificante que fuera. Cualquier fan de Selena y yo tenemos que tener todo de ella. Tal vez tenerlas no nos hace sentir tan solos ni tan huérfanos. Tenerlas nos hace sentir acompañados. Tenerlas nos hace pensar y sentir que Selena tal vez no está tan sola como aquel nefasto 31 de marzo. Tenerlas es aferrarnos a lo último que nos queda de ella. Es como revivir una y otra vez el tema ‘Fotos y recuerdos’, que Selena cantara tan tierna como premonitoriamente…”, reflexionaba Ernesto con un aire de suspiro eterno, como buscando desesperadamente compartir con todos los fans de Selena ese Amor, ese cariño a Selena, pero también esa soledad, ese vacío que le generaba su ausencia. Ernesto, como tantos otros, no podía admitir semejante pérdida, no podía aceptar así porque sí ese fin, ese destino. Podía tratar de prometérselo, jurarse y perjurarse que trataría de recordarla con alegría, de contentarse con pensar que mal que mal había llegado al éxito, que Selena había visto el triunfo, los estadios llenos, los premios, había vivido el Amor, había recibido el cariño y el respeto del público, de los periodistas y de todo el mundo del espectáculo, podía hablar de ella como el mito, como la leyenda, convencerse de que había logrado lo que se había propuesto, que había cumplido con sus sueños, podía convencerse y no ver la realidad. Pero esa realidad le volvía una y otra vez cada vez que la veía, cada vez que leía algo sobre ella, cada vez que la recordaba, cada vez que la escuchaba. Porque podía reírse, podía gozar, podía expresar toda su admiración y todo su Amor por esa mujer. Pero al rato caía en la cuenta de que esa admiración sólo podía expresarlo en una pantalla, escuchando con gestos de admiración un cd, teniéndola en su mente todos los días … Pero no se lo podía decir, no se lo podía transmitir… Y más allá de las palabras de consuelo que podría recibir de cualquiera, para Ernesto nada era más claro que ver las expresiones y escuchar las palabras de A.B. Para él, el hermano de Selena era la expresión del desconsuelo, del dolor eterno, de no poder asimilar nunca la partida de su “hermana”, tal como lo expresaba él, enfatizando que antes que ser “Selena” ella era su hermana, la mujer que le había dado sentido a su vida, la musa inspiradora de sus temas, su fuente de inspiración. Cada vez que veía la enorme cantidad da tatuajes hechos en todo su cuerpo, podía certificar que A.B. necesitaba dañarse, herir su cuerpo ante el dolor de la ausencia de Selena para asimilarlo, para sentir de alguna manera todos los días el dolor que le generaba la pérdida de su hermana, él no poder haber hecho nada, el sentirse huérfano, el quedarse inmovilizado e impotente con una vida cortada y una carrera musical mutilada pensada por y para Selena, una carrera musical pensada para el éxito y en la que todo lo hecho lo llevaba inexorablemente a ello. Veía a A.B. tratando de decir que de pronto se quedó sin trabajo, que él estaba contento en estar encerrado en una habitación creando música mientras su hermana cantaba y atendía a la prensa pero de pronto tuvo que enfrentarse a una cámara para dar explicaciones que no tenía ni quería dar, para expresar su dolor de la forma más decorosa posible mientras su Alma se desgarraba … Ernesto se preguntó miles de veces sobre cómo A.B. pudo reponerse de ello y siempre se lo contestaba con lo que tardó A.B. en asumir que debía seguir con su vida y que debía producir música para él. Le llevó 4 años y aunque llegó a tener éxito y consideración, A.B. siempre actuó con el dolor de no ver a su hermana, con la esperanza de volver a ver a Selena y con salir de la pesadilla en la que se sumergió aquel nefasto 31 de marzo y de la que no pudo resurgir en su totalidad jamás…

Las palabras de Gustavo lo habían puesto mal a Ernesto. Él no las esperaba y eso lo había herido mucho. Le hubiese querido contestar muchas cosas pero optó por no hacerlo. Prefirió por salir de la situación con una escena elegante en la que él manifestaba que siempre hacía cosas insólitas, “locas”, por lo que no debería sorprenderle a Gustavo que él hiciera esto o manifestara aquello que resultaba ilógico, y menos que exhibiera cosas de Selena. Eso lo conformó a Gustavo, pues aunque Ernesto no le seguía el juego de sentirse culpable y avergonzado para después proceder a sacar esas “imágenes” y así conformar a todos, él se había quedado con las ganas de decirle muchas cosas. Durante toda su vida Ernesto se había acostumbrado a no decir todo lo que realmente sentía, defender lo que realmente le gustaba. Se había acostumbrado desde muy niño a no decir todo lo que necesitaba expresar y todo lo que pensaba. Su familia había sido muy cruel con él y con algunos de sus primos. Se mofaban de lo que le gustaba, se reían hasta de su aspecto físico, minimizaban sus sentimientos. Por eso optó por callarse la boca y no decir más de lo debido, defenderse de los ataques, y jugar al misterio con sus manifestaciones y pensamientos como forma de que no se rieran de él, de que sus gustos y sus pensamientos no fueran motivo de chanza y de descalificación. Él sentía que cuanto menos supieran de él, mejor, pues así podría sobrevivir a un mundo muy cruel y muy despiadado con quienes dicen sinceramente qué piensan y qué esperan de sus vidas, cuáles son sus modelos, que querrían ser sin esperar ninguna aprobación de nadie. Muchas veces Ernesto sentía terror sobre si alguien sabía que le gustaba tal o cual cosa que no fuera del gusto convencional o “políticamente correcto”, pues temía que vinieran las objeciones, los pedidos de explicaciones, las chanzas o las descalificaciones, y si bien por allí en algunas oportunidades podía caer en la exageración o en la persecución propia, sabía que su actitud tenía un sentido, que todo tenía su explicación. Y Ernesto no dejaba de ser ese niño que temía no ser aceptado por ser de una manera determinada y que prefirió no mostrarse enteramente para no ser rechazado. Durante buena parte de su vida apostó a no ganar y tampoco por ello se dejó ganar. Optó por “empatar” y conformarse con ello. Pero eso le sirvió por un tiempo, lo suficiente como para engañarse a sí mismo y llevar la vida lo mejor posible. Pero eso nunca lo completó y siempre se sintió insatisfecho con su forma de ser, insatisfecho con la vida y con el mundo … Hasta que conoció a Selena ... Cuando supo que hubo alguien así en esta tierra pensó que nada podía ser peor si uno sentía en toda su dimensión lo que le había ocurrido a ella, que él no había tenido que padecer los sacrificios que sí tuvo que soportar Selena, que él con el doble de edad no había hecho la octava parte de lo realizado por Selena... En definitiva, Ernesto pensaba que Selena había hecho tanto en tan poco tiempo mientras que él no había hecho nada en mucho. Que Selena había sacrificado buena parte de su vida para que pudiera ser alguien en la vida mientras que él sentía que no había hecho nada por hacer algo de todo lo que le hubiese gustado hacer y ser ... Selena le había cambiado la vida ... Para él al principio Selena era sólo una artista que en su mejor momento le había pasado algo trágicamente increíble, luego pasó a ser una cantante tremendamente talentosa y al final era, además de ser una increíble artista, una gran persona. No podía dejar de identificarse con ella. Selena había ido de frente en la vida, buscó el camino honesto para llegar a lo más alto, siempre había dicho lo que pensaba y lo que sentía, por defender lo que ella consideraba correcto y por lo que estaba convencida de que era el Amor de su vida se casó en secreto aun a riesgo de enfrentarse con alguien tan duro como su padre, se había enfrentado aun con el mandato familiar para poder desarrollar su gran pasión que era el ser diseñadora. Cuando más sabía de ella, más se acongojaba pues él sabía que nadie más que Selena merecía vivir la vida como ella la pensaba y sentía, que se había ganado todo por derecho propio. Por eso pensaba que ni Dios ni todo el mundo podían ser tan duros, tan injustos ni tan crueles con ella. Eso le generaba mucha angustia y mucha desazón. “¿Por qué a Selena, Dios mío? ¿Por qué?”, se preguntaba Ernesto una y otra vez. Pues lo ocurrido a Selena no hacía más que certificar lo que él siempre había pensado: a veces en la vida no hay que ser tan confiado, no hay que decir todo lo que se piensa, todo lo que se siente, pues nunca se sabe lo que puede pasar y con quién uno puede toparse en la vida. Ernesto pasó por todas las etapas que vivió Selena. Pensó en un principio que tal vez ella confió demasiado en esa mujer sin pensar que ella sólo era una egoísta que sólo la quería para sí. Luego pensó que tal vez la Familia tuvo responsabilidad pues no supo cuidarla a tiempo, que no le dio tanta libertad para decidir, por lo que Selena pasó a estar así atada a los objetivos familiares nada más. Pero luego llegó a la conclusión de que tanto Selena como toda la Familia Quintanilla habían caído en la trampa de una psicópata, de una enferma mental que supo disfrazar muy bien su patología jugándola de mujer servicial, y siempre dispuesta a ayudar a Selena en su vida artística, profesional y personal. Les hizo creer a todos que ella estaba en función de los demás cuando en realidad hizo que los demás se pusieran a su servicio, y cuando el padre de Selena dio cuenta de ello y la denunció públicamente ante su familia, supo que no le quedaba otra salida. Ernesto llegó a la triste conclusión de que la asesina, al sentirse descubierta en su juego, jamás aceptaría su derrota. “Un psicópata ve todo blanco o negro, ganar a perder, vencer o rendición. Y frente a ello sólo reconoce una de las opciones. Y si no se da la deseada, no dudará en eliminar la opción que no asumirá nunca”, concluyó Ernesto. Por eso, según él, preparó el crimen y lo planificó metódicamente. El hacerla venir sola, el hacerla ir a un hospital con la excusa de que la habían atacado, el que la vieran testigos juntas sin estar peleadas el día del crimen, el negarse a ser revisada a sabiendas de que si decía que la habían atacado en Monterrey y siendo oriunda de San Antonio nadie en Corpus Christi la podría obligar a ser atendida, dato que sólo una enfermera como ella podría saberlo, el hacerla ir a Selena con la excusa de que la acompañara para hacerse ver en el hospital para luego rehusarse, el volver con todo lo planificado al motel para empuñar el arma y disparar cuando Selena le confirmaría algo que esa psicótica no podría aceptar: la derrota, el abandono, el desprecio por el mal que ella misma había hecho. Antes que ello, ganar, ganar de cualquier manera, ganar aunque pierda la “mina de oro”, la razón de su existencia, la única persona y la única familia que la hacía sentir importante. Ganar impidiendo que el otro gane, quitándole la vida a uno y herir de muerte a la otra parte, a la Familia Quintanilla, que llevaría la carga de la muerte de la peor manera durante toda su vida. Ganar aunque con el tiempo la psicópata muestre su verdadera cara, la cara de la locura y de la muerte, la cara de la ambición y de la posesión, la cara de la traición, la cara del mal mismo. Ernesto no podía dejar de sentir que aquello que le había pasado a Selena le había pasado a él mismo. “Ese disparo es como si me lo hubiesen dado a mí mismo”, solía decir, y no podía dejar de sentirlo. Su propia vida certificaba la suya y terminaba con la misma conclusión, que muchas veces lo expresaba irónicamente pero que en el caso de Selena no podía dejar de decirlo con dolor: “En la vida no se puede ser honesto, no se puede decir la verdad, no se puede decir lo que se siente, lo que se piensa. Hacerlo es como darle ventaja al otro, darle un punto extra. Y siempre juega en contra de uno. La vida está llena de malvados. Con que uno te agarre y te seduzca con engaños y malas artes, y tú mostrándote tal cual eres, te convertirá en una víctima más, en una víctima que quién sabe qué herida recibirá y de qué gravedad. Parece que la vida no nos da opción: tienes que ser falso, mentiroso, corrupto. Y si no lo quieres ser, tendrás que convivir con ellos y con su sistema ... Pobre, Selena ... Yo la entiendo. Sé lo que debe haber padecido, aunque yo nunca he sufrido lo que padeció ella ... Pobre, Selena ... Ojalá pudiera revertir la historia. Ojalá pudiera viajar en el tiempo para impedir aquello. Ojalá pudiera canjear mi vida por la suya, y ser yo y no ella quien sufra semejante insensatez de la vida”, se lamentaba con crudeza Ernesto y no podía evitar llorar de impotencia por lo ocurrido…

Por eso a Ernesto le molestaron esas palabras de Gustavo. No tanto por lo duras que pudieran ser, sino por lo ignorantes, por la falta de valores y con la ligereza con la que las decía. ¿Y quién era él para decirlas? ¿Acaso sabía lo que significaba Selena para Ernesto? ¿Acaso sabía quién era Selena? Y si no sabía, ¿para qué hablaba? ¿Acaso alguna vez amó sin condición? ¿Acaso alguna vez lloró por alguien? ¿Acaso daría su vida para que la viva otra? ¿Quién es él para juzgarlo? Muchas veces en la vida creemos que tenemos autoridad para decidir en la vida qué es lo bueno y qué es lo malo para cada uno de nosotros, qué debemos querer y qué no, a qué debemos darle importancia y a qué no … Lo que no nos enseñaron es a amar, a mostrar nuestros sentimientos, a mostrarnos tal cual somos. Aprendimos a ser ordenados y a ser obedientes, pero no nos enseñaron a defender nuestros sentimientos y nuestros valores, no nos enseñaron que seamos tal cual somos, que hagamos lo que realmente nos gusta, que desparramemos nuestros sentimientos y que sólo el límite sean los sentimientos del otro. Siempre nos pusieron supuestos valores más importantes que los nuestros, que el supuesto “bienestar general” es más importante que el propio. Y con esa excusa nos reprimieron, nos castraron, nos quitaron nuestros sentimientos más puros. ¿Y qué hay si uno dice que alguien es lo más importante de nuestras vidas y ese alguien no es lo convencional, lo que la gente no está dispuesta ni a aceptar ni a ver? ¿No es acaso lo lógico que todos nosotros seamos felices con lo que realmente nos da dicha, entendiendo que cada uno tiene una manera distinta de llegar a la felicidad? … Ernesto aprendió de muy chico que buena parte de las represiones en forma de burla tiene que ver con que muy poca gente está dispuesta a aceptar con que uno es feliz sólo con lo que tiene, con lo que expresa, con lo que siente. Y cuando uno no quiere aceptarlo, no quiere ver que a su alrededor hay gente que despliega su felicidad haciendo lo que le gusta, diciendo lo que siente, expresando libremente sus sentimientos. Antes que ver eso es mejor descalificarlo y reprimirlo, así no ver lo que no se quiere ver, que es verse a sí mismo. Por eso Ernesto estaba dolido con esas palabras y con esas expresiones de Gustavo. ¿Acaso él sabe lo que siente por Selena? ¿Acaso sabe Gustavo lo que significa para él Selena? ¿O acaso le molesta que exprese esos sentimientos pues él en su fuero más íntimo lo hubiera querido hacer y no se ha animado? Ernesto es feliz expresando su Amor y su cariño por Selena. Es su modesta forma de agradecerle por lo que hizo por él, por lo que lo ha transformado como persona. Gustavo no sabe lo que Ernesto quiere a Selena, lo que la admira, lo que la extraña. Ernesto nunca olvidará cuando la vio por primera vez en la entrada del Houston Astrodome el 26 de febrero de 1995, la interpretación de Selena de “Si una vez” en ese concierto, sus “mil abrazos y mil besotes” al final de ese concierto cantando “Como la Flor”, sus palabras cuando recibió su primer Tejano Music Awards a los 16 años (“Yo sin Los Dinos no soy nada. Si ellos ganan yo gano. ¡¡Pero si ellos pierden yo no los conozco!!”), su emoción al borde del llanto con la obtención de su primer Premios Lo Nuestro, su incredulidad y satisfacción cuando recibió el Grammy, su hermosa y tierna figura en su última participación en los Tejano Music Awards ... Ernesto vivió como propios todos los logros de Selena y se emocionó con cada una de sus interpretaciones. Él no tenía la misma formación musical, su música fue siempre más afín a los gustos de su esposo Chris, pero el verla interpretar de ese modo, esa manera tan peculiar de Selena de expresar esos sentimientos interpretando y cantando el español, le hizo sentirse latino y emocionarse como nunca lo había hecho con canciones en ese idioma, y más emociones le daba cuando daba cuenta de que lo expresaba alguien que no sabía manejar bien el español como sí lo hacía con el inglés … “Esa mujer tiene que tener mucho Amor para cantar así, para expresarse de ese modo. Sin ese Amor sería imposible que llegara a tanta gente y del mismo modo. Si no tuviera ese Amor, no sería tan admirada ni tan querida. Sin ese Amor, no sería Selena. Por eso Selena es única, diferente, irrepetible, inimitable. Como ella no habrá nadie. Con ella se fue la única mujer en el mundo que daba y despertaba tanto Amor”, decía Ernesto. Y se reía de Gustavo: “¿Cómo puede entenderme si él no siente lo que siento yo, si él no puede ser feliz como lo soy yo? Hay mucha gente que me ve feliz en el trabajo, que me ve cambiado y es por obra y gracia de Selena. Es una cosa que ellos no pueden comprender, que no quieren ver. Prefieren reírse, mofarse, desmoralizarme, que me reprima. No hay peor cosa que el que no quiere ver la realidad de su vida y que pretende no ver al otro que sí alcanzó la felicidad”, seguía diciendo Ernesto con convencimiento y orgullo. Ernesto sentía que era tan importante para él Selena que necesitaba mostrarla públicamente pues lo movía una necesidad de identificación, una necesidad de expresar que hubo en el mundo algo tan hermoso como Selena que merece ser conocido y recordado. Ernesto estaba convencido de que no hay nada peor que el olvido y el paso del tiempo, y él no podía permitirse que esas cosas le hicieran más daño a Selena que el que ya le habían infringido. El olvido es una muerte más, un segundo disparo a quemarropa. Y el paso del tiempo es algo despiadado que barre a todos por igual. Ernesto tenía la secreta esperanza de que tal vez desde su humilde lugar podía contribuir a que nadie se olvidara de Selena y que su recuerdo enmohezca el paso del tiempo. “Tal vez si hago que en mi país le den la dimensión de su figura logre un nuevo impulso a su tributo. Tal vez con ello revierta una clara injusticia, que es que nadie buscó que el Legado de Selena siguiera propagándose por todo el mundo, sobre todo en América latina. Sólo se contentaron de que ‘el mito y la leyenda’ sólo quedaran circunscriptos al público latino de Estados Unidos … Como mucho México ... Nada más injusta esta realidad con el recuerdo a Selena. Hay países enteros de Centro y Sudamérica que aman a Selena y hubiesen querido recibir más material para difundirlo y para hacer bonitos recuerdos de ella. Tal vez sea tarde pero nada es imposible. Tal vez yo pueda lograr que Selena nos dé otra linda sorpresa con el Amor que todo el mundo le sigue dando aun en su larga ausencia y sin nada a cambio”, se ilusionaba Ernesto a pesar de tantas adversidades y de tantos sinsabores que le había dado la vida, pero que nada se comparaba con lo vivido por nuestra Selena…

Tal vez por eso decidió ir a encarar a Gustavo. Esta vez era él quien debía quedarse con la última palabra y lo debía hacer por Selena… “Mira, Gustavo: te vengo a aclarar una cosa. Tal vez tú y unos cuantos me miren raro y me hagan comentarios entre graciosos, despectivos e hirientes hacia mi persona por tener fotos de Selena en mi escritorio o en el protector de pantalla de mi computadora. Tú y los demás pueden opinar lo que quieran. Están en su derecho. ¿Pero sabes? Yo también tengo derechos y esos derechos me gustaría que los consideres y respetes. ¿Sabes Gustavo? Yo a Selena la quiero y por eso está allí. No sé si lo entiendes, si lo entenderás o tal vez no lo entiendas nunca. No importa. Sí importa que sepas que yo le escribo todas las semanas, que la veo y escucho todos los días, que hago algo por ella diariamente y eso me hace muy bien. Antes, tú sabes, me veías siempre todo el día trabajando, quedándome haciendo horas extras, ocupando mi mente en cosas que no debía. Eso ya no es así y es gracias a Selena. Con ella encontré mi lugar en el mundo que es recordarla y tributarla como ella se lo merecía, que era con amor, tal como ella lo soñó ... Creeme que me gustaría no hacerlo si a cambio lograra que ella estuviera aquí. No sabes, Gustavo. No sabes el talento que tenía, la voz que tenía, el carisma que tenía, la personalidad que tenía. Era única, Gustavo. Era diferente. El mundo se perdió de ver una gran artista. Sólo tenía 23, casi 24 años y ya había hecho en ese tiempo lo que hubiera realizado normalmente una mujer adulta. Era inquieta, dinámica, con miles de ideas y mucha, mucha energía. ¿Pero sabes además, Gustavo? Era una buena persona, era honesta, detestaba las mentiras y las manipulaciones. Y cuando vio que alguien tan cercano como la presidenta de su club de fans la estaba engañando fue de frente y se encontró con alguien mezquino que no dudaría en matar si eso la liberaba del escarnio público. Y así lo hizo. ¿Entiendes ahora Gustavo? ¿Acaso no sabes mis ideales, mi forma de ver la vida, mi forma de actuar? No importa si te lo tomas con sorna o te parece menor lo que yo considero importante. Importa, eso sí, que lo consideres tan valioso como tus gustos, tus sentimientos, que entiendas que aparte de admirar muchísimo a esta mujer, me siento muy identificado con lo que ella representaba. Es difícil ser honesto en la vida. Se deben resignar muchas cosas y se viven muchos sinsabores… Pobre, Selena .... Cuando parecía que ella lograría lo imposible, cuando parecía que por el camino correcto lograría todos sus sueños alguien se los arrebató … Por eso la recuerdo, Gustavo. ¿Pero sabes qué? Selena logró aún así algo que pocos logran: el Amor y el cariño de su gente. Y todos los que la admiramos llevamos algo de ella. Yo sólo lo muestro y lo describo. Tú sabes que antes de ella por allí me gustaban otras músicas y otros artistas. Pero esa etapa aun presente en mí pasó a un segundo plano. Siempre estará Selena primero. Quiero imaginarme que está allí en algún lado esperando que alguien haga algo por ella y me gustaría, si eso acaso esa imagen existiera, que Selena esté feliz viendo lo que hacemos por ella. Por eso, Gustavo, yo sólo quiero recordar a Selena, a esta mujer que es todo para mí. Espero que lo comprendas y discúlpame si te he robado mucho tiempo por algo que debí decirte antes…”, terminó diciendo Ernesto al borde del llanto…

Gustavo se reincorporó y en un gesto inusual en él fue abrazar a Ernesto. “No, hermano, el que debe disculparse soy yo. Debí reparar en lo tanto que la quieres a Selena …Tienes razón y sabes que en un punto lo que te dije no es la representación de mi verdadera cara, de mi verdadero sentir. Tú también me viste sufrir y hasta llorar por ciertas cosas que me han sucedido aquí. Es que el ambiente de oficina nos quita toda espontaneidad, sólo somos una banda de insatisfechos que sólo encuentra placer destruyendo al otro o chusmeando hasta el hartazgo con determinada gente que sólo ocupa sus vidas de ese modo .Tú sabes, es como dice una canción de Charly García: la oficina es ‘un subterráneo lugar de rutinaria ideología’ … Y tal vez yo me amoldé mucho a ese esquema para poder sobrevivir. Y sé que me equivoqué y que sólo dije eso pues te vi feliz en lo tuyo y yo no podía decir lo mismo … Está bien lo que haces y se te ve mejor. Y si le escribes a Selena, ¿quién sabe? Tal vez algún día ganes dinero escribien…”. “¡¡No, Gustavo, de ninguna manera!! Mis manos no se van a manchar con ello. Yo sólo siento placer dando todo por Selena a cambio de nada. Yo no lo hago ni por plata ni por adquirir protagonismo. Yo sólo quiero que se recuerde a Selena, que se hable de ella. No quiero pensar que el mundo se la llevó así porque sí. Yo le escribo porque creo en los milagros y tal vez Selena aparezca por aquí algún día. Es lo que más deseo, Gustavo. Nunca en mi recuerdo me verás por encima de Selena. Yo estoy en un segundo plano, pues yo sólo quiero ser un instrumento de su recuerdo…”. Ernesto tuvo que interrumpir su relato pues no pudo evitar llorar. Cuando creyó que por allí Gustavo le haría sentir su fastidio y procedería a retarlo por ello, Gustavo, lejos de ello, lo palmeó en la espalda y le dijo: “Mira, Ernesto. Tengo que ir a llevar a mi hija que va a ir a una fiesta de cumpleaños de una amiga. ¿Crees que si llevamos algo de la música de Selena las alegrará aunque no la conozcan y la confundan cuando la nombre con Selena Gómez?”. “¡¡Sí!!”, le dije con entusiasmo y aun con lágrimas en los ojos. “¿Pues qué esperamos? ¡¡Vamos a tu casa a buscar los cds y luego iremos a por mi hija!!”, dijo Gustavo riéndose. Le dio un fuerte abrazo a Ernesto y se fueron juntos. Era un buen comienzo: Gustavo comenzaba a entender a Ernesto y él ya no estaba solo en su recuerdo a Selena. Ernesto respiró hondo y con satisfacción. “Alguien me comprendía y eso la haría poner a feliz a Selena. Y eso era lo que me alegraba … Lo único que me importaba … Cuando di cuenta de que en la fiesta de la amiga de la hija de Gustavo escuchaban, cantaban y bailaban la música de Selena, supe que buena parte de mi tarea estaba cumplida, pero habría con ello más desafíos y responsabilidades. Había dado el primer paso de tantos otros, el primer paso para que Selena sea feliz donde quiera que esté”, reflexionó Ernesto y se fue no sin antes saludar y agradecer la comprensión y el gesto de Gustavo. Cuando iba por la calle comenzó a llover. Ernesto apuró su paso para llegar rápido a su casa. De pronto escuchó que alguien le dijo a lo lejos “¡¡Gracias, Ernesto!!”. Él giró su cabeza pero no vio a nadie. Apenas si creyó ver la silueta de una mujer con pelo largo que doblaba en una esquina. Iba a correr hacia allá, pero de pronto sonrió, se quedó un rato mirando el piso y se dijo: “Sé que Selena está feliz, muy feliz” y siguió en dirección a su casa, esta vez en forma más lenta y sin que le importara cuánto le molestaba la lluvia. Tenía mucho que hacer, mucho que hacer por Selena. Tal vez si todo siguiera así, Selena algún día se le iba a aparecer para agradecerle en persona y él poder así abrazarla, llorarla y decirle todo lo que tiene guardado bien adentro, bien adentro de su corazón…

(Alguna vez el mundo será diferente, alguna vez el mundo tendrá tu Amor, Selena. Ya el mundo tuvo su oportunidad y la desaprovechó dejándote ir. Espero que alguna vez tú le des una oportunidad y que esta vez sea con el Amor y el ejemplo que tú le has brindado. Este mundo sólo necesita Amor, sólo necesita de tu Amor, Selena. Y mientras espero tu cariño, yo doy el mío a tu entero recuerdo para que todos no se olviden nunca de lo que fuiste y representaste, para que nadie te deje nunca más sola…)

Simplemente te recuerda con Amor y eternamente te espera…

 

 
English Translation click here    
  Sergio Ernesto Rodríguez
Buenos Aires, Argentina  Date: July 26th, 2011
 
 
 

Nos vemos en dos semanas, Selena…

 
 


“¡¡Uy, disculpas, no te reconocí!! Cuando te vi cocinando para todos tus músicos y te pedía que si nos podías cocinar para nosotros y tú lo hiciste, yo supuse que … tú sabes …. No sé qué decirte y cómo disculparme … yo…”. Aún recuerdo con alegría, con nostalgia y con ternura aquellos momentos que vivimos con Selena cuando estábamos grabando el disco en inglés y del lamento de aquella famosa cantante que grababa en el estudio de al lado. Recuerdo que aquella mujer aumentaba su incertidumbre acerca de qué hacer a medida que Selena se reía cada vez más, y le decía una y otra vez que no debía preocuparse, que estaba todo bien, que ella solía cocinar para todos en estas ocasiones y que lo hacía porque le gustaba mucho, nada más. Esa actitud de Selena avergonzaba aun más a esa mujer acostumbrada a otros ambientes, a otros tratos, y a otras vanidades y veleidades de otros artistas. Selena la había sorprendido como nos había sorprendido a todos, acostumbrados a ver más de lo mismo y a notar cada tanto que nos encontrábamos con algún artista diferente, con una artista de verdad. Yo aún recuerdo cuando me propusieron de mi compañía disquera producir un disco en inglés de Selena. Como les ha pasado a tantos otros, yo también tuve mis prejuicios sobre ella y no sabía qué tan buena artista podía ser. Yo sabía que ella era ya una famosa artista texana, que preferiblemente cantaba en español, que así había llegado a la fama y que todo el mundo hispano en Estados Unidos como en México la amaba. Nosotros, los “gringos”, sabíamos de su existencia, pero no dejaba de ser una cantante latina, que no tenía para aquel entonces la envergadura y la importancia que tiene hoy. Para aquel entonces era lógico que alguien como ella quisiera cantar en inglés para tener mayor reconocimiento mundial. Hoy diríamos que el proceso es todo lo contrario: si te destacas cantando música latina en español es probable que tengas mucho más éxito que cantándola en inglés, y creo que si las cosas son así hoy en día se lo debemos a Selena muy a su pesar, porque está claro que ella -y, sobre todo, lo deseaba su padre- quería ser una cantante internacional de habla inglesa con la posibilidad de cantar en español para toda América latina. Pero la tragedia congeló su imagen con sus éxitos en español, con la música y con la tremenda imagen que tenía allá por 1994, 1995 …Entonces Selena quedó como “la Reina del Tex-Mex”, incluso como la “Reina de la Cumbia”. Pero esas imágenes, esos encasillamientos no le han hecho una verdadera justicia a la Selena cantante, a la Selena artista. Selena era muchísimo más que eso. Yo lo puedo certificar pues la tuve cerca actuando, la tuve cerca cantando las canciones en inglés que llegó a cantar, y hasta ensayar las que nunca llegó a grabar o las que grabó a medias. Todos sabíamos que estábamos ante un gran proyecto no sólo porque sabíamos de su potencial, sino que en un punto ya era una realidad. Por esas épocas Selena era la artista latina más famosa de Estados Unidos, mucho más que Jennifer López y que tantas otras. Sólo era equiparable a Luis Miguel aquí en un mundo que, y no me canso de repetirlo, lo latino no tenía tan buena acogida en la prensa y en la gente como ahora. Y Selena tuvo mucho que ver con ello. Basta con ver y recordar lo que pasó por estas tierras cuando empezó el mes de abril de 1995 … La reacción y el estupor fueron unánimes. Todos, propios y extraños, quedamos conmocionados. Ni People se imaginó lo que cambiaría sus revistas por haber sacado dos ediciones especiales en su recuerdo. Ni Jennifer López podía imaginarse cómo cambiaría su vida por haber hecho la película en su recuerdo. Ni la música latina se imaginaba de la enorme importancia que tenía y la gran trascendencia como la que tiene en estos años. Todos, incluso Shakira, le deben algo a Selena. Todos sólo pueden tener palabras de agradecimiento para con ella. Es muy difícil imaginarse el futuro de todos ellos si no hubiese ocurrido lo que ocurrió, como también es difícil saber qué hubiese sido de Selena si no le pasaba semejante afrenta a alguien tan lleno de vida, con tantas ganas de hacer y de demostrar, con tanta humildad y con tanta grandeza de espíritu, aunque supiéramos que teníamos frente a nosotros a la mejor cantante latina que yo haya conocido, a la persona más hermosa y más querible que yo haya visto jamás…

“No te preocupes por ella. No es como lo que te imaginas. Es al revés de lo que pensabas. Ella sabe inglés desde que nació. El español lo aprendió después”, me dijo José Behar cuando me junté con él para delinear el plan para llevar a cabo el disco tan esperado en inglés. Me costó mucho entender acerca de por qué Selena había hecho un recorrido tan raro: cantar el español por fonética, sin saberlo, recién aprenderlo cuando comenzó a hacerse famosa en México y tener tamaño éxito allí aun con sus limitaciones para hablar ese idioma, algo que no se perdona así nomás en México y menos aún a alguien precisamente de ascendencia mexicana. Cuando supe de su historia por José Behar, ahí entendí de por qué aquello. Me la imaginaba una artista que por allí estaba resentida con el mundo y con la vida por todo lo que tuvo que sacrificarse, por todo lo que tuvo que dejar en el camino para destacarse. Hoy día uno ve que por mucho menos que lo que padeció Selena hay muchos artistas que viven insultando a media humanidad, destilando toda su furia “por este mundo cruel” y esperando que todos nos pongamos de rodillas para pedirles que nos atiendan, que nos escuchen. ¡¡Y todo eso por un solo hit!! Nos tenemos que someter a los pedidos más estrafalarios, no nos respetan como productores y tenemos que soportar que nos digan que son transgresores, adelantados a los tiempos y grandes artistas porque hacen sonidos raros con su boca o sacan una línea de perfumes con olores nauseabundos …”No es así para nada -me dijo José Behar-. Mira. Yo la descubrí de casualidad, buscando talentos latinos en diferentes ciudades de Texas. Incluso fui con la referencia de ver a tal o a cual artista que me habían recomendado ver … Pero nadie me habló de Selena … La descubrí porque escuché el griterío de mucha gente y fui con Mario, el presidente de Emi México, para ver de qué se trataba. En cuanto la vi quedé impactado, como lo estaban todos los asistentes a sus conciertos. No lo dudé. La fui a contratar allí mismo. Después de darse la situación de que Selena lógicamente no me creyera de que fuera el presidente de la Emi Latin y de que pensara que era un aprovechador, la convencí a ella y a su padre de mi condición, y al otro día ya la había contratado. Creeme. La tienes que ver. Ni todos los discos de ella que escuches equiparán a lo que Selena es en vivo. Ella es única, diferente a todas las artistas que haya conocido. ¡¡Estoy seguro de que llegará lejos!!”. José me hablaba con un entusiasmo que contagiaba. Lo escuchaba hablar de Selena y no parecía ser un directivo de la Emi, sino un fan más de ella. Estaba encantado, casi enamorado de ella. “Para ellos es muy importante este disco. Han luchado por años para llegar a este momento. Te diría que hicieron todo ese recorrido por años sólo para tener esta oportunidad. Así que imagínate sus expectativas. Yo recuerdo que lo que primero que me mostraron su padre y su hermano, como manager uno y productor musical el otro, fue unos demos de unas canciones en inglés interpretadas por Selena. Y me quedé impresionado. Me di cuenta de que era un diamante en bruto que ni siquiera había que pulir. Ellos no tenían problemas de esperar pero sabía que iban a insistir con el proyecto. De hecho siguieron con sus proyectos en español y juntos vivimos el ascenso de Selena, su llegada a Monterrey y su explosión en todo México. Pero ellos cada vez que se les presentaba la oportunidad decían públicamente sus proyectos en inglés. Yo no sabía si era conveniente decir eso, sobre todo en México, pero ellos estaban convencidos y a Selena no le podía decir que no. Logré con mucho esfuerzo que Emi Central le hiciera un contrato en 1993 para hacer el disco en inglés, pero ellos lo dilataron lo más que pudieron porque ellos no podían comprender que quisieran hacer ese proyecto con la sensación que Selena era en español. Y encima la conmoción que provocó Selena en ese año y al otro año le hicieron ver la realidad y tuvieron que ceder. Yo entendía perfectamente sus temores. Yo como ejecutivo de la Emi debía acatar sus órdenes, pero yo estaba en el medio de ellos y de los Quintanilla. Y yo sabía perfectamente del potencial de Selena, que no se circunscribía a los números de ventas de discos. Cuando Selena ganó el Grammy ellos empezaron a entender que estaban ante algo grande y a medida que Selena agigantaba su popularidad y su prestigio en el mundo musical empezaron a entender que ella estaba preparada para jugar las ligas mayores. Me prometieron que en cuanto acabara Selena con sus exitosos compromisos en México a fin de 1994 empezarían a hacer realidad el disco en inglés, que ya estaba muy demorado. Sólo me pidieron que esperara hasta julio, con la llegada del verano, a que saliera el disco, para así tener tiempo de difundir la figura de Selena en el mundo anglosajón durante el primer semestre de este año y lanzar el disco luego, y con él los conciertos…”. José Behar podía estar horas hablando de Selena y no era para menos. El verlo hablar tan entusiasmado de Selena me hacía ver que ella no sólo era una buena artista sino una persona muy querible. Sólo así podía entender el esfuerzo que él hacía para que pudiera alcanzar su gran sueño. Yo que sé de este negocio sabría que si no fuera por ello cualquiera en el lugar de él se hubiese contentado con que Selena los hiciera ricos con sus ventas de discos en español, los ilusionaría con su disco en inglés pero pondría miles de excusas para que no lo hagan nunca y no hubiese ni siquiera hecho un contrato por ese disco: lo hubiese dejado en manos de los directivos de Emi Central y me encogería de hombros con su negativa, no sin antes palmear la espalda del padre de Selena diciéndole que tenga fe, que no pierda las esperanzas, que Selena siga grabando éxitos en español y llenando estadios, que ya vendría la gran oportunidad … Yo sabía que José Behar se había jugado todo por Selena, incluso con el riesgo de perder su puesto de presidente de la Emi Latin. Alguien ligado a la disquera me dijo: “Muchos directivos de la Emi están hartos de él porque sólo habla de Selena y de buscar la forma de acelerar el tema del disco en inglés. Di que hace muy bien su trabajo, que ha sabido promover a muchos artistas y que cumplió con creces su tarea cuando lo trajeron de la Sony para explotar el costado latino de la compañía, que empiezan a ver como rentable. Y ni qué hablar del logro que fue el haber contratado a Selena a tiempo, justo a tiempo de que no se la birlaran las otras disqueras. Pero creeme. Si llega a salir mal el proyecto en inglés, ellos le van a cortar la cabeza. No dudarán en echarlo a patadas no sin antes darles las gracias por los servicios prestados … Eso sí … Ni así la despedirían a Selena. Saben lo que significa aquí y en México. Por eso no sacan los pies del plato. No es que sean dadivosos. No quieren correr el riesgo de no haber aprovechado al máximo a la mina de oro que tienen en sus manos. ¿O por qué crees que recurrieron a ti para que le produzcas el disco, por qué piensas que están contratando a los mejores músicos y a los mejores compositores? ¿Por qué acaso piensas que están largando virtualmente la carrera solista de Selena? Saben que puede resultar. Se está hablando mucho de ella. Van a apostar a lo grande. Si no sale dirán que Behar se equivocó, no lo echarán finalmente pero lo retarán lo suficiente como para que no insista por un tiempo con el tema, y a Selena le dirán que conquiste a toda América latina y después se habla …Pero ellos hablan con los hechos. ¿Crees que lo hacen de generosos? No podrían tolerar que otra disquera los tiente, se los lleve y les enrostre el éxito en la cara. Selena los obliga a arriesgar. Ellos también piensan que Selena lo puede lograr, que pueda alcanzar lo que ninguna artista latina pudo obtener jamás”…

Antes de verme por fin con Selena quise ver de qué se trataba. Con todo lo que oí de ella era evidente que no podía contentarme con esperar a estar con ella para saber de qué se trataba, de con qué artista me toparía. Por un instante me despojé de los comentarios de José Behar para saber quién era Selena. Es más: no sólo no me quise hacer ninguna expectativa sino que opté por la vía contraria. La miré como tratando de que ella me convenciera de qué tan buena era, de qué tan distinta era, de qué potencial tenía, de si daba para pensar que se estaba ante algo serio o si sólo era una artista más con un par de hits. Traté de verla con los típicos ojos de un prejuicioso, de una persona desconfiada, y ya algo harta de ver tantas promesas y pocas realidades. Y no tenía que hacer mucho esfuerzo para razonar de ese modo: había producido a muchos artistas sin que fueran muy grandes, y que sólo con una buena selección musical y explotando lo poco bueno que podían tener lograr que tuvieran un hit que los lanzara al menos por un tiempo al éxito y si tenían algo de talento por mucho tiempo más. Por suerte produje artistas increíbles a los que tuve el honor y el placer de trabajar por mucho tiempo con ellos, pero había también de los otros y paradógicamente con ellos era con quienes uno tenía más dificultades de trabajar por sus exigencias y por sus extravagancias. Vi de todo en el negocio de la música y para ese entonces tenía que pasar algo fuerte en mí para verme sorprendido. Por suerte José Behar me dejó un buen material de Selena, no sólo en discos o demos sino de imágenes de conciertos, incluso de entrevistas que se le hicieran, sobre todo en Estados Unidos … No me llevó mucho tiempo para quedarme impresionado. Su sola presencia, su canto, su voz, su carisma, su sonrisa, su presencia hacían que uno no pudiera dejar de mirarla. Sabía que estaba ante la presencia de una verdadera artista y que era muy difícil escindir, al hablar de ella, la cantante de la artista y de la persona. Cuando la vi me di cuenta de que buena parte de su secreto era que ella se mostraba tal cual era. Así como Selena era en el escenario, así era en la vida. Si uno se quedaba impactado con sus canciones, al verla se rendía a sus pies, y si encima uno la conocía fuera del escenario se encontraba con el mismo encanto de persona y de mujer. El que termina admirando a Selena la termina queriendo, y si uno la quiere se hace partícipe de sus sueños, de sus proyectos. Al verla en toda su dimensión y no sólo una edición de sus mejores momentos para impresionar a cualquiera, entendí las palabras, los gestos, la admiración y el tiempo que le dedicó José Behar. También comprendí el cariño y el respeto no sólo del público sino del periodismo, de los medios, de todo el mundo. Selena podía gustar o no, pero difícilmente pasaría indiferentemente por la vida. Esa mirada, esa buena predisposición, esa sonrisa eterna .... Hay hechos que hablan por sí solos y que rescatan lo que era Selena y por qué generaba lo que provocaba. Me dio mucha gracia ver cómo trataba a sus “ex novios” en el tema “¿Qué creías?” y en la actitud de ellos. En particular me llamó la atención en una presentación que hizo no hacía mucho tiempo en New York: el “ex novio” estaba duro, con las manos atrás y soportando la “ira” de Selena por su “destrato”. Al final del tema, ella no pudo con su genio y le pegó a modo de chiste una patada en el trasero mientras se reía a carcajadas. El “ex novio” no sólo no dijo ni “mu”, sino que tuvo gestos de agradecimiento .... Y hablando de traseros, me dio mucha gracia en un reportaje en español en Univisión cuando le preguntaron si se había hecho alguna cirugía allí … en las pompis … “No sé cómo pueden decir eso. Yo no me hice nada. Pero puedes comprobarlo tú. Tócalas, tócalas”, le decía Selena a la periodista que miraba con aire de sorpresa a la cámara y diciéndole a Selena que no hacía falta tocar nada, que estaba convencida … Así era Selena. La misma en el escenario como fuera de él. Esa autenticidad no habitual en un artista definitivamente enamoró a un público que no estaba acostumbrado a una artista que interpretara sus temas con tanta pasión, con tanto sentimiento, y más impresionado quedaba uno si esa mujer interpretaba con tanta credibilidad temas de un idioma que no dominaba bien y que lo aprendió de grande. Sólo una mujer con tanto sentimiento para expresar, con tanto Amor, podía generar eso. La gente la admiraba, pero también la quería. No podía separar un sentimiento del otro. Así empecé yo también a admirar a Selena. Así también yo la empecé a querer…

Cuando llegó el momento de encontrarme con ella yo ya había empezado a delinear mis primeros bocetos de canciones para Selena. Esos bocetos fueron hechos más que nada pensando en los proyectos que tenía Emi y de los cuales el padre de Selena estaba totalmente de acuerdo: había que delinear canciones pop, románticas, bien del estilo de cantantes como Whitney Houston o Gloria Gaynor. La idea era potenciar las virtudes de Selena para posicionarla como una gran cantante norteamericana. Era curioso para mí y seguramente era curioso para el público, pues estaba preparando un material que Selena debería en teoría aprender ya que ella “cantaba en español”. Muchos creerían que mágicamente Selena había aprendido en poco tiempo el inglés y que enseguida se lanzó a cantarlo. Cuando muchos se enteraran de que Selena hablaba inglés desde el nacimiento se reirían y se preguntarían muchas cosas, las mismas cosas que me preguntaba yo cuando supe que ella lanzaría este nuevo material. Pero en verdad para poder terminar de armar el material del nuevo álbum de Selena necesitaba verla a ella, necesitaba saber qué tan distinta o que tan igual era la Selena con la que me encontraría con la Selena que veía en un video o en cualquier programa de televisión. Necesitaba verla para saber qué esperaba ella de este nuevo proyecto, cómo se sentiría, si estaba de acuerdo, si sentía que éste era su momento. Muchas de estas dudas se me despejaron en cuanto ella entró al estudio en el que trabajaba. Ingresó con su padre y con su hermano A.B., y francamente quedé impactado. Su sola presencia pero sobre todo su propia actitud hacían llenar el estudio de otro aire, de otro ambiente. Era irresistible no mirarla. Tenía un magnetismo, un poder de seducción y de gracia que hacían acaparar el lugar en el que estaba, ella se hacía el centro y la dueña del lugar pero no por imposición, o por una actitud dominante o prepotente. No. Todo lo contrario. Selena se ganaba a todos por su humildad, por su actitud servicial, por su sonrisa permanente, por la electricidad de sus movimientos, por la ternura de su mirada y por la penetración de sus ojos. Y esa actitud y esa personalidad … Saludó uno por uno a los integrantes del estudio, sean éstos técnicos, ayudantes, ejecutivos, músicos, managers. A todos les preguntaba su nombre y les inquiría por algo de su vida, o les marcaba algo de lo que llevaban puesto o de algún detalle de sus personalidades. En este ambiente uno está más bien acostumbrado a que el artista se sienta como tal y que espera que seamos nosotros quienes vayamos con ellos, los saludemos y nos presentemos. Con Selena era todo lo contrario. Era ella quien se presentaba. Era ella quien saludaba primero. Era ella quien se preocupaba por los demás. Era increíble el cambio de ánimo y en el aire del estudio desde que Selena se presentó ante todos. Allí mismo sentí que tenía terminados los temas “I could fall in love” y “Dreaming of you”. Al menos en mi mente me surgieron nuevas ideas en cuanto vi a Selena y sin necesidad de que me hablara aún. Y hasta imaginé que “I could fall in love” debía ser el primer corte del nuevo disco. En cuanto me presenté a Selena ella me dio un gran beso y abrazo, me dijo “Un placer trabajar contigo”, a lo que enseguida acotó “¿Y qué esperamos para empezar a trabajar?” y echó una enorme carcajada de la cual me iba a acostumbrar por varios días que pensé que serían muchos y divertidos, pero que el destino cruel hizo que fueran sólo unas cuantas semanas que yo no olvidaría jamás…

A poco de comenzar a trabajar con ella noté que, tras su sonrisa, su excelente ánimo y su buena predisposición, Selena tenía una gran angustia. Me animé a preguntárselo en el medio de un parate entre toma y toma de voz en una de las canciones. “Es que no estoy acostumbrada a trabajar fuera de la dirección de mi padre como manager y de A.B. como el compositor de mis canciones. También me siento un tanto extraña cantando sin mi banda. Aparte estoy ante un gran desafío. Por allí temo que este nuevo proyecto no le caiga bien a muchos y me dejen de querer…”. Fue una de las pocas veces que la vi a Selena un tanto seria y hasta un tanto triste. Se sentía rara fuera de su familia y de su ámbito familiar. Pero también creo que estaba angustiada por los rumores que circulaban desde el año anterior en el que decían que ella se iba a separar de la banda por el hecho de que sus discos, por el tema del “crossover”, ahora se editaban como “Selena” y ya no como “Selena y Los Dinos”. Si bien siempre ella dijo que este proyecto no impedía que siguiera con la música texana y en español, y con Los Dinos, ella daba cuenta de que ello alimentaría los rumores … La manera frontal y tan pura para expresarse de Selena me hacía pensar que ni ella ni todos los Quintanilla estaban muy acostumbrados al maltrato de la prensa malintencionada y de la gente canalla. Ellos creían en su trabajo y en la honestidad para lograr los objetivos. No se les pasaba por la cabeza que alguien podía tener malas intenciones con ellos o que podían elucubrar cosas para ganar prensa y más dinero a expensas de su fama ganada a base de trabajo y esfuerzo … Creo que Selena empezó a tomar conciencia de ello a partir de su notoriedad, y en función de lo que sucedió luego, no pude evitar pensar que por allí ella ya veía cosas que no le gustaban, que empezaban a angustiarla internamente y que temía no saber resolverlas. Era obviamente un momento nuevo para Selena y ella no quería defraudar … “Pero tú sabes que siempre contarás conmigo. Yo haré lo que tú me pidas todas las veces que quieras y me quedaré todo el tiempo que me necesites. Yo quiero llegar bien lejos pero para eso tengo mucho que aprender”. Recuerdo haberme conmovido con esas palabras y con esa actitud. Tenía muchas ganas de abrazarla pues sentía que tras su sonrisa Selena era una mujer que necesitaba mucho cariño y comprensión. “No te preocupes, Selena. Entiendo tu preocupación y tus deseos de perfeccionarte. También comprendo que estés un poco inquieta con toda esta nueva forma de grabar en inglés sin tu banda. Pero sabes que es la oportunidad que tanto buscabas, que tu familia deseaba y que por fin se les da. Y creeme. Tienes mucho talento y mucho carisma. Yo sé que llegarás lejos, muy lejos. Con estos temas que estás grabando yo sé que impactarás al público que menos te conoce y deslumbrarás a lo que ya saben quién eres. Y no te preocupes por este cambio. La gente que te admira aceptará sin duda tu nuevo disco y tu nueva imagen. Te he visto en anteriores conciertos y esa gente no sólo te admira. Te ama. Ya querrán verte triunfante con todas tus nuevas canciones. Además, tú fuiste muy honesta con todos. Les anunciaste de este disco desde hace bastante tiempo y nadie lo vio mal. Por eso, Selena, no te preocupes, que aquí estamos para ayudarte y para que seas la mejor cantante que ha dado este hermoso país”, le dije de todo corazón. Selena me abrazó y me dio un largo beso. Sólo tuvo palabras de agradecimiento para mí. “No sabes lo que me sirven tus palabras. Era lo que necesitaba escuchar. ¡¡De aquí en más sólo encontrarás a una Selena que está dispuesta a dar todo para que todos ganemos en esta empresa!!”. Y desde ese momento volvió a su sonrisa habitual, a su andar inquieto y a dar lo mejor de sí. Sabía que todo dependía de ella, como lo había sido siempre, y que esa presión lejos de achicarla agigantaba su figura y su predisposición de ir siempre por más. Era la primera en entrar y la última en irse. Preguntaba cosas, sugería otras. Selena era una mujer con ganas de todo. Sólo bastaba darle ánimos para que ella se sintiera lo que internamente sabía y que difícilmente lo dijera públicamente: que ella era la mejor y que este disco sería la confirmación de ella y el descubrimiento de todo el mundo de su talento. Fueron los días más felices de mi vida por compartir la felicidad, el trabajo, el compromiso y las ganas de Selena. Estábamos haciendo algo hermoso y a lo grande. Imaginaba el futuro como lo sentía Selena, en el que nadie podría detenernos. Claro, al imaginarnos el futuro pero con previsibles obstáculos, todos pensamos en el afuera más que en el adentro. Al pensar en dificultades, pensábamos en eventuales retrasos y no en que todo podía terminar del modo más absurdo, ridículo, atroz, injusto. Aprendí que a veces para impedir que un ataque nos agarre de sorpresa tenemos que mirar más en el adentro que en el afuera. Claro que en aquel momento, ¿quién iba a pensar en un ataque a Selena, quién podía pensar que no iba a ver más a esa mujer en tan poco tiempo? Nada más injusto que este mundo, nada más que frenética esta humanidad que permite que se nos vaya Selena del modo más violento e impropio de la imagen que Selena nos dejó como artista y como persona…

Era hermoso trabajar con Selena, siempre con su sonrisa, siempre colaborando con nosotros … Recuerdo que ella nos pidió que pusiéramos unas palabras en español en “Dreaming of you” y en “I could fall in love”. Y podía no estar en el estudio y aun así colaborar a la distancia. Cuando sumamos a David Byrne, de los Talking Heads, para hacer “Dance with me/Baila conmigo”, ella se ofreció a grabar sus partes en los estudios de q-productions para que David pudiera completar su parte. A él le calló muy bien Selena desde que supo de su existencia. Él siempre se interesó por la música de otras culturas que él no conocía tanto y eso lo llevó a Selena. Él quería que en la canción a dueto mantuviera esa frescura de cantar en ese idioma del cual todo el mundo la conocía, más allá de su verdadero origen y de que se trataba de un disco en inglés. “Pero estaría bueno que en ese disco se la reconociera a Selena cantando en español. De última, no deja de ser un tema que está cantado en ambos idiomas como los otros temas. Sólo que aquí aparecería un poquito más el español. Nadie lo notará y a muchos les gustará”, dijo un David entusiasmado. Él tenía muchos proyectos con Selena, que iban mucho más allá de este disco que preparábamos. Se había lamentado de no poder juntarse con Selena por una cuestión de agenda, pero se emocionó con la actitud de ella grabando su parte y hasta sugiriendo algunos cosas para ese tema. “Esa mujer llegará lejos. No tengo dudas, Es talentosa, tiene actitud, pero fundamentalmente es diferente, bien diferente del resto”, me decía David. Él fue moldeando el tema con esas grabaciones mientras esperaba con entusiasmo poder encontrarse con Selena para cantarlo juntos … El destino quiso caprichosamente que terminara de grabarlo solo, con lágrimas y por Amor a esa mujer que tanto le encantaba…

Cada día que pasaba no dejaba de sorprenderme la energía de esa mujer, de esa cantante, de esa artista. Incluso remarco la palabra energía por sobre la de alegría, porque por ahí Selena podía estar cansada, ansiosa y hasta fastidiosa, pero ella nunca dejaba de estar dispuesta a todo, de hacer lo que debía realizar, de colaborar en todo lo que fuere necesario. Muchas veces sus risotadas eran de alegría pero también eran de nervios. Selena tenía esa tendencia de no poder soportar el silencio del estudio o que alguna charla quedara trunca sin posibilidad de continuar. Si eso se daba, ella irrumpía con alguna carcajada o decía algo gracioso que obligaba a que todos siguieran el relato chistoso y así olvidar ese silencio tan molesto para ella. Recuerdo una jornada larga y extenuante de grabación, en la que yo quedé con mis brazos apoyados en la consola y mis manos puestas más adelante que me servían para apoyar un ratito la cabeza y descansar. Al rato veo que alguien se acerca con un café en la mano y una amplia sonrisa. “¡¡Vamos, remolón, que debemos seguir grabando!!”, me dijo Selena y echó a reír a carcajadas. Yo estaba seguro de que Selena estaba más cansada que todos nosotros juntos, pero ella no concebía no cumplir con lo suyo, no hacer siempre hacer algo más y no irse hasta no dejar satisfechos a todos. Era su marca personal, su sello distintivo. Muchas veces debíamos postergar algunas grabaciones porque ella debía presentarse en conciertos, festivales, entrega de premios y programas de televisión. Ella grababa lo más que podía aquí en Nashville y los otros arreglos lo dejábamos para el final o Selena lo hacía directamente en el estudio de su padre en Corpus Christi. Con ella viví lo emocionada que estaba cuando volvió a recibir todos los premios en los Tejano Music Awards y la frustración de no haber podido repertir el Grammy. En lo personal yo me sentí muy mal al advertir que Selena no había vuelto a ganar el Grammy en 1995, porque intuía que si ella lo hubiese ganado de nuevo, los grandes medios de comunicación volverían a tomar nota de Selena y darían cuenta de lo que Selena ya había obtenido en todo este pequeño período de tiempo. Sentí que si Selena lograba de nuevo el Grammy, sus padres, los medios, los periodistas estarían encima de ella y Selena no podría quedarse tan sola, como aquel nefasto día … Hoy suena una tontería, pero si las cosas se hubiesen dado de ese modo a Selena no le hubiese pasado lo que le pasó. Estoy seguro de ello. Selena estaría ocupada en dar notas, en recibir nuevos productores, nuevas propuestas y nuevas ideas. Su mente no estaría ocupada con simples caprichos ajenos, no estaría siendo abusada en su buena fe, y estaría enfocada en su realización personal y artística. Yo la veía tan entusiasmada, tan ilusionada … Cuando se acercaba el concierto del Houston Astrodome, Selena estaba preparando su show en función de su futuro disco en inglés. Ella me mostraba cantando cómo iba a empezar su show, a la vez que me enseñaba sus movimientos, su baile, su rutina. Se movía y se reía. Siempre esperaba tras ello la aceptación y el cariño en respuesta a lo que ella ofrecía. Todavía puedo ver su sonrisa por la repercusión del concierto, el nuevo récord de asistencia al público, sus sueños … Había comenzado marzo y había que moverse más en el tiempo que teníamos disponible porque Selena tenía muchos compromisos. Y no contenta con todo lo hecho, ella estaba preocupada pues no sabía cuándo podría ir a los países de Sudamérica a los que había prometido ir y cuya gira e itinerario se había complicado con la preparación del disco en inglés y con los conciertos que ello suscitaría. De hecho había que ver cómo Selena cumpliría con los conciertos en México en función de las entrevistas y promociones que Selena realizaría desde ese mes de marzo para adelante para promocionar su nueva faceta de cantante internacional. Ya tenía una agenda apretada y se notaba que Selena lucía algo cansada en algunos momentos de las grabaciones, aunque podría jurar que había empezado a ver algo más, algo más que no lo explicaban ni el cansancio ni el ajetreo del cual Selena ya estaba bien acostumbrada desde pequeña. No podía darme cuenta, pero claro, no suponía que podría ser tan serio ... Si lo hubiese sabido, si lo hubiese entendido cuando la vi acompañando a Selena en una tarde lluviosa en el estudio en uno de los tantos días en los que grabamos con Selena en marzo ... Pero no había modo. Yo no podía imaginar que esa mujer que lucía tan dócil, tan solícita, tan dispuesta a ayudar a Selena en todo, en oficiar de asistente, que cultivaba un perfil tan bajo, que tenía una confianza que era mutua no sólo con Selena sino con toda la Familia Quintanilla, podía hacer semejante cosa poco tiempo después, convertirse de pronto en un monstruo. No había forma de saberlo. Esa insensata nos había engañado como tontos, nos vendió una imagen que no existía. Esa pérfida era todo lo contrario a Selena: no era franca, no era sincera, sus motivos ocultos siempre los guardó bien, era manipuladora. Cuando supimos que era una psicópata ya era tarde, muy tarde … Yo jamás me olvidaré de la última imagen que tengo de Selena: ella había tenido otra jornada agotadora de grabación y pronto debía irse para otros festivales, conciertos propios y benéficos. Habíamos pensado que tal vez podría venir para el viernes 31 de marzo, pero Selena tenía que ir a dar un concierto en Los Ángeles al otro día. Yo estaba un poco molesto, pues se me retrasaba la finalización del disco, pero entendía los compromisos cada vez mayores de Selena. Habíamos quedado en que Selena grabaría algunas pistas en q-productions y a la vuelta del concierto de Los Ángeles tendríamos al menos dos semanas completas para trabajar … Estaba allí en la consola tratando de rearmar todo cuando vi que alguien se apoyó a mis espaldas atascando de atrás la silla en la que estaba sentado. Cuando levanté mi cabeza y di vuelta vi que estaba Selena ofreciéndome su mejor sonrisa y unos nachos que estaba comiendo. “¿No estarás molesto, no?”, me dijo algo preocupada y esperando que yo la sacara de toda duda. “No, para nada. Ya tengo todo planificado. Lo bueno que mientras tú estás en algún concierto, yo podré terminar con los arreglos de los temas grabados, pulir los que empezamos a grabar y ultimar las canciones que faltan”, la tranquilicé … “Y no te preocupes. Yo grabaré todo lo que me pidas en el estudio de papá y ya en abril me tendrás aquí todo el tiempo que sea necesario para terminar el disco. Sabes que también es muy importante para mí … ¿De acuerdo?”,  me dijo Selena levantando sus dedos pulgares en señal de aprobación y sonriendo una vez más. Yo levanté mis dedos pulgares también, y al ver esa sonrisa de niña ilusionada, de mujer que recién se asomaba al estrellato luego de tantos sacrificios y frustraciones, alcé mis brazos y la agracé bien fuerte. No me pude resistir. Selena hacía que uno no se resistiera … Pero ese día sentía algo especial por ella. Sentía ternura, ternura por una mujer que necesitaba tanto Amor, tanto afecto, tanta comprensión. Enseguida me aparté y le hice una seña para que se marchara de una vez, que cumpliera con lo suyo, que yo la estaría esperando para seguir grabando el disco en inglés. “¡¡Nos vemos en dos semanas!! ¡¡Bye, bye!!”, dijo y se fue corriendo y riéndose, tal cual su costumbre … Me gustaría pensar que son eternos los días y las semanas, y por eso es que aún no han pasado esas dos semanas … aún recuerdo esas imágenes y no puedo creer que Selena ya no volverá…

Cuando uno de mis asistentes me lo comunicó fríamente aquel nefasto 31 de marzo yo quedé shockeado. Pensé en cuando le ofrecí venir ese día para acá y ella decirme que no podía pues debía ir a Los Ángeles. Me pregunté por qué no estaba allí ya ese día en vez de quedarse en Corpus Christi. Y si no lo hizo pues iba a cantar en q-productions, me pregunté por qué no estaba grabando en el estudio de su padre en vez de estar en ese motel con esa “servicial mujer” que la esperaba con la “sorpresa” más absurda y más tétrica. Me puse a pensar en ese momento y quise sentir lo que siente en su piel una niña cuando es lastimada por primera vez, cuando mira su herida y a su agresor sin comprender, cuando lo mira como diciéndolo “¿Por qué me has hecho esto si yo te di todo mi Amor y mi cariño?”. Hablé con su padre, hablé con Chris, hablé con sus hermanos. Obviamente no pude hablar con su madre. Sólo pude descargar mi angustia con A.B. Lo noté al teléfono tan shockeado y tan desconcertado como lo estaba yo … Yo creo que aún lo estamos y siempre lo estaremos … Me costó poder seguir “a como sea” el disco. Se me dijo que había al menos que “terminar” el sueño de Selena, que debíamos convertir de ese disco grabado a medias en un tributo, en un Legado de Selena. Cuando terminamos de mezclar los temas grabados, no pude dejar de llorar largamente … Era muy fuerte escuchar esa dulce voz de Selena … Esa voz que ya no volveré a escuchar y que sólo me quedaron como recuerdos esas grabaciones, y esa persona tan risueña y tan llena de vida que había detrás de esa voz. Me costó mucho completar el disco. Yo hubiese preferido completarlo con temas en inglés. Sabía que sólo podíamos agregar algunos temas de estudio. Pensé que por allí sería bueno poner aquel Disco Medley del concierto del Houston Astrodome o algún tema interpretado en vivo de algún concierto de San Antonio, Chicago u Odessa … Me dijeron que la calidad de sonido no era buena y que mejor sería completar con temas en español hechos en estudio y masterizados … Era una forma de recordar a Selena con lo que Selena sí ella llegó a grabar … Me volví a ver con José Behar y sólo nos abrazamos en silencio … Cualquier palabra que agregáramos nos bajaría para siempre los brazos y no lo podíamos permitir … Selena no nos dejaría … Cuando completamos “Dance with me/Baila conmigo” con David Byrne, él le puso la mejor onda ante tanto dolor. Él pudo hacer algo que yo casi no pude: tratar de recordarla con alegría por lo que nos había dejado … Me era imposible. Cada vez que lo intentaba, cada vez que lo quería hacer, recordaba su sonrisa y su promesa de que volvería en dos semanas. Cada vez que quería recordarla con alegría me venía esa imagen una y otra vez, y una y otra vez me iba a un rincón a llorar. Todas las veces que me han venido esas imágenes sólo atiné a mirar por la ventana y estar un largo tiempo esperándola, esperando que ella volviera, que al menos diera alguna señal. Lo que más me da pena no es todo lo que pudo haber sido, todo lo que pudo lograr … No … Lo que más me duele es no ver a Selena hablar, no ver a Selena sonreír, no ver a Selena amar y ser amada … Renunciaría a hacer el mejor de sus discos si eso la trajera de nuevo a este mundo, pues en definitiva eso quería Selena, vivir, más que dejar un legado, más que ser un mito, más que ser una leyenda. Selena sólo era una niña que quería sonreír y que todos sonrieran con ella…

Me costó mucho seguir después de aquello. Es difícil seguir cuando uno encontró a la mejor artista y persona, y ésta se ha ido … Hoy sigo produciendo, sigo creando, pero siempre lo hago pensando en ella, pensando en que vendrá luego de esas dos semanas para seguir cantando. En eso sí soy optimista, quiero ser optimista. Sé que algún día ella volverá y yo estaré aquí preparado con mis mejores canciones para que ella las grabe con su mejor sonrisa…

(Quisiera poder hacer algo, quisiera poder cambiar la historia. La vida nos puso en una dura prueba, una prueba de haber visto lo más lindo sólo por un ratito, por un pequeñísimo tiempo. Está en nosotros en que ese instante se haga eterno, que ese chispazo en el que Selena estuvo presente se convierta en algo perenne, en un sentimiento que se lleva para siempre. Está en nosotros … Y es nuestra responsabilidad si la recordamos como ella quería, con Amor, con su Amor. Sólo así quedará Selena por siempre en los corazones de todos los que la han sabido querer.)

Yo también te espero, Selena. Yo también tengo preparada mi mejor canción para que tú la cantes con tu mejor sonrisa…

Eres lo más hermoso que ha dado este mundo, Selena…

Simplemente te quiere…

 

 
English Translation click here    
  Sergio Ernesto Rodríguez
Buenos Aires, Argentina  Date: July 19th, 2011
 
 
 

Pobre mi padre ... Él simplemente te amaba, Selena…

 
 


Pobre mi padre … Siempre me recordaba aquel día que me llevó a ver a Selena en el concierto de San Antonio en abril de 1991. Él quería que me acordara de aquel momento, de aquel día en el que me tuvo alzada durante todo el concierto para que yo la pudiera ver. Yo hacía terribles esfuerzos por recordar aquello, pero claro, sólo tenía 3 años y no había forma de que me acordara de ese momento. Forzaba mil veces mi mente, muchas veces me quería acordar, otras veces tomaba de sus relatos y de las imágenes que yo me hacía de ellos para poder dar mi versión, mi “recuerdo” de aquella noche ... Tuvo que pasar mucho tiempo para que yo pudiera verlo en su totalidad, recién cuando la tecnología nos empezó a permitir ver videos en una computadora. Me da mucha gracia y a la vez mucha ternura verme tan pequeña alzada por mi padre y yo extendiendo una y otra vez los brazos para que Selena me tendiera la suya y darme su saludito, su respuesta a mi cariño brindado. Pero en aquel momento yo no tenía ningún recuerdo, ninguna muestra que me llevara a que me quedara con alguna sensación de aquello. Para colmo de males, en aquellos videos no se puede ver que Selena me llegara a saludar, me llegara a extender su mano. Ni siquiera en el dvd que se sacara hace poquito hay una prueba de ello. Pero mi padre me insistía: “¿Pero que no te acuerdas? ¡¡Pero si Selena llegó a darte su mano y tú se la extendiste y pudiste decirle que la querías!! ¿Que cómo no te acuerdas?” Y no había caso … Yo no me acordaba. Puedo verme ahora extendiendo una vez mis manos, batiendo palmas, siendo sacudida una y otra vez por mi padre que hacía inusitados esfuerzos por mantenerme bien erguida y bien alzada para que yo la pudiera ver bien … Pobre mi padre … Él siempre me decía que yo cantaba todos los días las canciones de Selena, que tenía todos sus discos y los casetes del momento. Y si bien es cierto eso, pues aún conservo muchas de aquellas que son reliquias hoy del recuerdo de Selena, yo creo que más que nada él la amaba mucho, la quería mucho. Tal vez en aquellos tiempos no estaba tan bien visto ser admirador de una mujer y menos en Texas en el que la música tejana estaba dominada por los varones. Aparte Selena tenía 19, casi 20 años. Pero ya era una estrella tejana y su figura estaba en ascenso. En aquel concierto que lamentablemente no recuerdo uno puede ver cómo varones, mujeres, niños y gente mayor la iba a ver por igual. También se puede ver que ella cantaba de todo, sus canciones de pequeña, sus últimos éxitos, sus canciones en español y sus temas en inglés en el que evidentemente se buscaba tener algún éxito que le permitiera llegar al viejo sueño familiar de alcanzar la cima, al gran objetivo de Selena como estrella internacional. Hasta se ve en aquel concierto a A.B. anunciando que Selena iba a cantar para todo el mundo, para todas las culturas, para todos los varones y mujeres de diferentes lenguas. Selena era muy joven, pero toda la Familia Quintanilla ya veía que todo era posible. Se habían ganado un lugar en el negocio de la música sin que nadie les regalara nada y saliendo bien de abajo, con todas las privaciones y con todos los sacrificios de cualquier trabajador. Pero ahora que eran una autoridad en Texas, ahora que tenían una disquera importante que la había contratado, que una importantísima gaseosa la patrocinaba, ahora que mucha gente la respetaba y la amaba, ahora todos se podían permitir soñar con ir más lejos, mucho más lejos. Y eso se notaba en el escenario, en el que Selena se manejaba como pez en el agua, con una autoridad, un encanto y una personalidad que hacía que uno no la dejara de poder mirar. Selena aún no tenía el aspecto que luego la hiciera más famosa, más celebrada y más gustada. Selena tenía el pelo más corto pero se lo estaba dejando crecer, usaba esos famosos vestidos “vaqueros” en blanco y negro que a algunos les encantaba pero a otros no le gustaba para nada. Es evidente que para aquel entonces Selena estaba forjando su personalidad, estaba construyendo su figura, estaba creciendo ... Y aún así se la puede ver con una seguridad, con un andar que nadie dudaba de quién se trataba y hacia dónde se dirigía … Es curioso … Sólo cuando la veo manejarse a uno y otro lado del escenario con semejante porte ahí me vienen ciertas sensaciones, ciertas imágenes que me hacen pensar que eso lo he visto, que eso lo recuerdo, que eso ya lo he vivido. Es posible que tenga presente aun en mi inconsciente ese concierto y lo que viví aquella noche … Pero no lo recuerdo, francamente no lo recuerdo. Me acuerdo de lo que se vino después, lamentablemente mis recuerdos se asocian a otras cosas mucho más dolorosas y difíciles de olvidar … Tal vez por eso mi mente quiere recordar aquel momento. Si no fuera por lo que pasó casi exactamente 4 años después, no me preocuparía por no recordar aquello, pues sabría que tendría otras cosas vistas, y otros hermosos recuerdos y sensaciones. Pero no fue así ... Muchas cosas pasaron después que derribaron esos recuerdos gratos, esos momentos en los que todos éramos felices porque todo era posible. Y era posible porque Selena hacía sencillo lo que parecía imposible … Pobre mi padre … Él amaba a Selena. Y más allá de mi admiración de niña, él me llevaba porque él la quería ver … Pobre mi padre … Cuando ella se fue, él también se fue con ella…

Mis recuerdos sobre Selena fueron más adelante, no ya con mi padre solo acompañándome, cuando Selena comenzó a convertirse en una estrella internacional. Lo que me acuerdo primero fue del tema “La llamada”. Adoraba esa canción. Me acuerdo que jugaba con mi padre cantándole ese tema. Me encantaba decirle “¡¡Canalla!!” con la misma cara que ponía Selena en el video. Si había algo que Selena hacía magníficamente era interpretar esos temas. Siempre ponía el gesto justo, la expresión exacta, el sentimiento pleno a esas canciones … Y era más increíble cuando se sabía que Selena tardó mucho tiempo para hablar el español, que aun cuando lo aprendió le costaba hablarlo con fluidez pero que lo tuvo que aprender por su éxito rotundo en México, sobre todo en Monterrey … Con Selena era la primera vez que veía que en mi casa se miraba lo que pasaba del otro lado del Río Bravo. Hasta allí parecía que los mexicanos que vivíamos en Estados Unidos nos desconectábamos de nuestros orígenes y ya no volvíamos a saber qué pasaba por la República Mexicana. Pero con Selena todo cambió. Su éxito en México potenció su figura en Texas, y a su vez, valorizó la música texana en México y en todo el mundo. Era imposible que no se hablara de Selena a uno y otro lado del río que supuestamente separaba todo y no sólo a dos países. Selena hizo que nosotros habláramos de México y en español, y del otro lado del Río Bravo en inglés sobre Estados Unidos. Y hablábamos con cariño y con respeto, y sin ningún enfrentamiento, ningún rencor. Y eso sólo lo lograba Selena. Selena había unido a muchos pueblos y a muchas familias. Yo recuerdo esperar que mi padre volviera del trabajo para acercarme algo de Selena. Si no era un disco, era una revista, si no era una foto, era algún poster. Tal era nuestra admiración que nos corrimos a Corpus Christi cuando dio aquel concierto en el Memorial Coliseum en 1993. De ese concierto tengo más recuerdos y sensaciones. Ya tenía 5 años y fui con mis padres. Mi madre tenía admiración por Selena pero se sentía un poco molesta por el tremendo cariño de mi padre. Estaba un poco celosa y sentía que tenía que competir con alguien a quien ella no podría alcanzar … Pero cuando fuimos allí y mi madre fue sólo para cuidarme en un concierto más numeroso, ella también quedó impactada. Era la primera vez que la veía en vivo y allí comprendió todo, sobre todo cuando nos vio a mi padre y a mí tan felices. Recuerdo que a la salida del concierto mi madre me dijo si me había gustado el concierto. Ante mi sí rotundo, ella aprovechó un momento de distracción de mi padre para decirme al óido: “No se lo digas nunca a tu padre, pero ahora entiendo por qué la quiere tanto a Selena. Fui una tonta en sentirme tan celosa”. Y a partir de allí se integró mucho más a nuestra comunión de Amor por esa artista tan particular como era Selena. Ella era única en el escenario y buena como persona. ¿Qué más se podía pedir? Como vivíamos en un pueblo muy pequeño de Texas, todo se nos hacía muy dificultoso para verla casi siempre, pero como Selena siempre tocaba en muchos lugares, incluso en estadios no muy grandes, eso nos permitía ir cada tanto a verla. El concierto que más me había impactado fue el de Odessa. Selena lucía hermosa, y ya cantaba y actuaba como una cantante consagrada y con un futuro que nos hacía pensar seriamente que no la íbamos a ver tan seguido por estas tierras en poco tiempo. Ella se marcharía irremediablemente y nos tendríamos que contentar con verla por televisión logrando éxitos en todo el mundo. Pero eso que en un punto nos generaba algo de tristeza a la vez nos daba una tremenda alegría y orgullo, porque si había algo que nosotros queríamos era que ella triunfara, que llegara al éxito mundial, que todo el mundo la amara. Pocas veces habíamos sentido algo así por un artista. Para mí y sobre todo para mi padre esa mujer era el sueño de todos, la alegría de todos, era alguien conocido que nosotros queríamos mucho y a la que le deseamos lo mejor. Ella no generaba ningún sentimiento de rencor, de envidia, de frustración. Todo lo contrario. Ella sólo recibía Amor de nosotros y de toda la gente. Nada más cierto con Selena aquel dicho que dice que uno cosecha lo que siembra. Y Selena sólo era una linda y simple mujer que había regado de cariño y de afecto a su gente. Selena les había dado a todos lo que todo el mundo necesitaba. “Todo lo que necesitas es Amor”, cantó alguna vez John Lennon con The Beatles. Y en mundo en el que todo se confunde, en el que se cree que hay otras cosas importantes, que hay otros valores a los que hay que atender y dar prioridad, Selena les hizo ver con Amor que la gente sólo necesitaba amar y ser amada. Selena les hizo ver con sus actuaciones, con su voz, con su actitud, con su mensaje que con Amor, verdad, sinceridad, honestidad y humildad se podía lograr lo que se quisiera. Y nosotros se lo creímos. Y pusimos ese mismo espíritu para emprender cualquier cosa que se nos ocurriera en la vida. Selena no era sólo una artista a la que admirábamos. Selena era nuestro espejo, nuestra visión de las cosas, nuestros sueños, nuestra esperanza. Nosotros le creíamos a Selena del mismo modo en el que le creíamos cada vez que interpretaba un tema. Y allí estaba Selena ... Lo pude ver claramente allí en Odessa viéndola cantar, bailar y sobre todo interpretar “Bidi bidi bom bom”, lo pude ver cuando cantó “Si una vez”, lo pude apreciar en su porte increíble en el escenario. Pero también lo pude ver en el cariño de la gente, lo pude apreciar cómo el “ex novio” de Selena en el tema “¿Qué creías?” soportó toda la situación sin que intentara hacer nada molesto sólo por el respeto que le generaba Selena, lo pude ver en ese cartel que decía “We love you Selena” y cuando Selena lo tocó en agradecimiento. Es ese instante en el que me di cuenta de todo lo que ella había generado, todo lo que había logrado y todo el sentimiento que había entre ella y su público. Y no fue definitivamente el concierto más multitudinario y resonante. Era un estadio de rodeo chico, de los tantos que Selena ha cantado y seguía cantando pues a Selena no se le caía ningún anillo por ser ya para ese entonces una estrella internacional. Pero en esos pequeños detalles uno daba cuenta de la magnitud del éxito, pero sobre todo de la expectativa que había despertado Selena. Eso yo lo pude vivir y sentir en aquel concierto que sí recuerdo bien a pesar de que sólo tenía 6 años…

Estuvimos a punto de no ir al concierto del Houston Astrodome. Ya era el Tercer Gran Rodeo de Selena. Ya el año anterior habíamos querido ir, pero nos fue imposible imaginarnos viajar a Houston. No es que en 1995 habían cambiado mucho las cosas, pero teníamos esperanzas. Había muchos sorteos de entradas para aquel gran concierto en programas de radio y de televisión. Mi padre no tenía dinero para comprar las entradas y quedarnos aunque sea un día allí, pero suponía que si por allí ganaba los tiques podría conseguir que alguien le prestara una camioneta para ir a Houston. Había hasta pensado en dormir en la camioneta y volver esa misma noche. Ya tenía preparado el disco “Amor prohibido” y un poster de Selena en el Memorial Coliseum de Corpus Christi para que se lo firmara. Mi madre había desistido de viajar allí porque decía que no quería hacer un viaje tan largo. Supongo que en realidad ella quería facilitarle las cosas a mi padre a la hora de ganarse un par de entradas y de pensar en los gastos de traslado. Después supimos la verdad. Ella escribió a un programa de televisión para participar en uno de esos sorteos en los que se regalaban entradas para ver a Selena … ¡¡y las había ganado!! Recuerdo que vino mi padre muy cansado del trabajo y muy frustrado porque se acercaba el día y las esperanzas de ver a Selena se esfumaban como pompas de jabón. Mi madre lo saludó dulcemente y le dijo que tenía una gran sorpresa para él y para mí, y allí fue cuando me llamó. Cuando estuvimos los tres juntos nos dijo: “¿A que no saben quién estuvo por aquí mientras ustedes estaban afuera?” Mi padre y yo nos quedamos mirando sin entender y antes de que nos agarra la ansiedad y el fastidio por no entender a qué se refería mi madre, ella nos impactó con una palabra: “¡¡Selena!!”. Nosotros abrimos bien los ojos y nos quedamos petrificados. Sólo mi padre atinó a decir. “¿Qué, quién dices que qué?”. “¡¡Selena!! -volvió a decir mi madre-. Estuvo aquí para saludarlos, pero como no se podía quedar les dejó esto…” y allí mi madre exhibió no sólo las entradas sino unos pases especiales para verla en exclusiva antes del concierto. Mi padre abrazó a mi madre llorando y diciéndole varias veces: “Gracias, mi Amor, gracias…”. Yo sólo gritaba de alegría. Ahora sí la podía ver en el Gran Rodeo. Mi padre estaba aún más contento pues ahora no tendría que acudir a mis recuerdos de aquel concierto de San Antonio para poder recordar juntos lo que vivimos tan de cerca con Selena. Ahora podríamos reemplazar aquel recuerdo con este más fresco y más que probablemente Selena lo recordaría más que nosotros cuando se lo mencionáramos. Mi padre imploró a su jefe para que lo dejara ir y para su sorpresa no sólo éste lo dejó sino que le prestó la camioneta para trasladarse a Houston y un dinero para la estadía de un día en la ciudad. Y antes de que mi padre atinara a decir algo, su jefe le dijo con una sonrisa “Todo sea por Selena” y le dio un fuerte abrazo. De allí en más sólo quedaron los preparativos para ir a ver a Selena. Recuerdo cómo mi padre llevó su disco y su poster. Yo llevaba miles de fotos y de remeras sin pensar en lo que sentiría cuando la viera. Mi padre estaba ciertamente emocionado y nervioso, y recién cuando nos despedimos de mi madre e íbamos camino a Houston, se atrevió a decir: “Cuando estemos allí le voy a comprar flores, muchas flores blancas, de las que a ella le gustan. ¿Qué te parece?”. Como yo asentí entusiasmada, se atrevió a agregar: “Y le compraré bombones. Sí, le compraré esos dulces que a ella tanto le gusta. Pero eso sí, hija, no se lo digas nunca a tu madre, que por allí no le va a gustar enterarse…”. Yo se lo prometí con una sonrisa. Tenía 7 años y ya guardaba muchos secretos de mis padres, pero eran lindos secretos, pues eran secretos de Amor, secretos que tenían que ver con Selena. Mis padres se querían mucho y pronto entendieron que podían quererse para siempre sin ser Selena un estorbo sino todo lo contrario. Podían quererse y con alegría mientras Selena estuviera allí y fuera el motor de sus vidas…

Cuando fuimos para Houston tuvimos más de una dificultad. En más de una ocasión la camioneta tuvo que ser reparada. Llegamos con el tiempo justo y con mucho menos dinero de lo pensado. Me di cuenta de que mi padre estaba angustiado porque el presupuesto nos obligaba a elegir. Si íbamos a un hotel por una noche no podíamos hacer nuestros regalos a Selena y eso para ambos, sobre todo para mi padre, era muy importante. Notaba que mi padre estaba tenso y no me hablaba. Sólo miraba con su mano firme en el volante hacia adelante, tratando de lidiar con el tránsito de Houston, una ciudad lo suficientemente grande como para que él le costara adaptarse, acostumbrado como yo a vivir en un pueblo en el que casi no pasaba un auto por horas enteras. No dudé en plantearle allí la solución: “Padre. ¿Y si mejor nos quedamos a dormir en la camioneta? ¿Para qué vamos a buscar un hotel a esta hora?”. Mi padre me miró desconcertado, alegre porque le sacaba un peso de encima pero con culpa por pedirme de dormir en un auto a la intemperie toda la noche … “Pero mi hija, tu madre no aceptaría eso. Déjame…”. “No padre, no -lo interrumpí-. Ella no se enterará. Además, ¿no es más importante darle nuestros presentes a Selena? ¡¡Vamos, confía, padre!! Seguro que Dios nos ayudará…”. Mi padre me dio un abrazo que no olvidaré jamás. Lloraba en silencio y yo también. Yo empezaba a tener plena conciencia de mi cariño a Selena. Mi padre sencillamente la amaba. “¿Sabes, padre? Aunque te parezca increíble, surgen en mí recuerdos de esa noche de San Antonio. ¿Tú crees que sea posible?”. “Claro que es posible -me dijo con dulzura mi padre sin dejar de abrazarme-. Aunque eras muy pequeña y no lo recuerdes bien, yo te aseguro de que estabas muy feliz y contenta. Batías palmas y en todo momento pedías la mano de Selena. ¡¡Ahora la podrás tomar y recordar!!”, me terminó de decir con entusiasmo mi padre. Habíamos ido a comer algo y volvimos a la camioneta que estaba bien escondidita estacionada en una pequeña calle muy cerca del Houston Astrodome. Nos dimos un beso con mi padre y yo me puse a dormir siendo cobijada con sus brazos. Notaba que él sólo se había recostado sin dormirse en la intranquilidad de que pudiera pasarnos algo y con los ojos alertas para protegerme … hasta que él se quedó profundamente dormido. Como al rato escuchamos que alguien tocaba el vidrio de nuestra camioneta. Yo al principio me desperté pero no quise mirar. Temía que fuera la policía. Por eso esperé que se levantara mi padre para certificar si era bueno o malo lo que pasaba. Hasta que escucho: “¡¡Hey!! ¿Es que no me escuchan? ¿No me van a recibir? ¡¡Aquí estoy!!”. Abrí los ojos para certificarlo. Ya era de día, muy temprano, pero se veía ya la luz del cielo. Mi padre increíblemente no se había despertado. Cuando asomé mi cabecita, me sobresalté, pegué un grito y comencé a zamarrear a mi padre: “¡¡Despierta padre, despierta!! ¿A qué no sabes quién está aquí? ¡¡Está Selena!! ¡¡Es Selena!! ¡¡Está aquí Selena!!”. Cuando Selena me advirtió echó a reír a carcajadas y yo bajé de la camioneta para abrazarla. Casi chocamos al abrazarnos. “¿Selena? Qué haces tú aquí? Nosotros vinimos desde muy lejos para verte en el Gran Rodeo…”. “¡¡Lo supuse, niña!! Pero antes que nada, dime cómo te llamas y por qué están aquí”. En ese mismo momento noté que bajó mi padre de la camioneta totalmente emocionado pero petrificado. Bajaba por inercia pero no sabía ni qué hacer ni qué decir. “Ven padre, ven aquí. Mira quien está. Está…”. No terminé de decirlo que en cuanto vio la actitud de mi padre, Selena fue hacia él y le dio un fuerte beso. “¡¡Hey!! ¿Cómo estás? ¿Así que has venido a verme? ¿Y qué te parece si entras conmigo y con tu hija, desayunamos juntos y me ven ensayar? ¡¡Para mí será un honor!!”. Mi padre no salía de su asombro, casi lloraba de la emoción y sólo atinó a decir: “Es que no sé si somos dignos de entrar contigo. Estuvimos en la camioneta toda la noche y…”. “Dime … Perdón, antes que nada … ¿Cómo te llamas?”, lo interrumpió Selena. “José”, alcanzó a decir mi padre. “¡¡Y yo Lucero!!”, dije a viva voz. “Pues bien, Lucero y José. Si yo me acerqué a su camioneta a sabiendas de que me venían a ver fue por las fotos y los posters con mi imagen que están en la camioneta y porque vi unos regalos … Y ya lo deben imaginar … ¡¡Quiero mis regalos!!”, dijo Selena cayéndose de la risa. Mi padre salió corriendo a buscar los regalos mientras yo me abrazaba con Selena. “¿Pero es que has venido sola aquí?, le dije intrigada. “No. Vine con A.B. Pero en cuanto los vi le hice una seña para que entrara y yo me quedé con ustedes. Ahora sólo voy a entrar si ustedes me acompañan”, dijo dándome un fuerte beso. “No sabes lo que te quiero, Selena. Y ni te imaginas mi padre. Te fuimos a ver al concierto de San Antonio hace 4 años. Yo casi no me acuerdo. Pero mi padre siempre me lo recuerda pues yo estaba cerca de ti alzada por él y queriendo tocarte para que me saludaras”, le recordé. “¡¡Y claro que me acuerdo de ese momento!! ¡¡Sí!! Tú eras la niñita que me saludaba de muy cerca. En un momento A.B. me lo hizo notar y yo te saludé. ¿No lo recuerdas? Es que estabas muy emocionada pero eras muy, muy chiquita, como ahora, pero menos”, y echó a reír de nuevo. En ese momento llegó mi padre con el ramo de flores blancas y una caja de bombones. “De parte de mi hija y mío”, le dijo casi en silencio. Selena se emocionó mucho pues entendió lo que significaba haber hecho estos regalos y sin más nos invitó a entrar. Cuando entramos Selena nos presentó a sus hermanos, a sus padres, a su esposo, a toda la banda, desayunamos con ellos, vimos sus ensayos, nos mostró en exclusiva el vestido que se iba a poner esa noche, nos adelantó lo que cantaría y nos terminó diciendo: “Y aquí tienen unos pases libres para que me puedan ver al término del concierto. Yo me guardaré las fotos, los discos y los posters para que lo vengan a buscar ya autografiados. ¿Qué les parece? ¿Y saben por qué lo hago así? ¡¡Para que no se escapen del Astrodome sin despedirse de mí!!”, y volvió a reírse con esa sonrisa que no olvidaré jamás. Yo estaba muy contenta. Yo era muy pequeña y me imaginaba que por allí todos los artistas eran tan buenos y tan cálidos como Selena, aunque ya para esa edad sabía que no cualquiera te recoge de la calle y te invita a pasar un día contigo … Mi padre estaba emocionado. Él sí sabía todo lo que representaba Selena y todo lo que sentía por ella. Casi no podía hablar, pero por suerte Selena cubría sus silencios con sus risas, con su charla, con su increíble emergía, con sus ganas de hacer, de hacer y de hacer todo. Cuando fuimos al concierto yo no paré de gritar y de cantar cada tema. Mi padre casi no hablaba y por momentos lloraba, reía, alzaba los brazos o cantaba encantado por esa mujer que lo llenaba de emociones, que lo hacía vivir y sentir cada canción, cada estrofa, cada acto de Selena con su mano en el pecho en una de las tantas formas de vivir y hacer vivir cada tema. Y como si fuera el llamado del destino, cuando Selena se retiraba en un gran auto del estadio, en el medio del júbilo de la gente, mi padre y yo empezamos a correr para seguir el auto y saludar a Selena en su despedida. En un momento entre la gente que se quejaba de nuestro andar que entorpecía la visión de los demás y nuestro cansancio, nos detuvimos sabiendo que ya no podíamos avanzar más. Justo en ese momento Selena arroja su toalla a la tribuna en agradecimiento a la gente. Vi que la toalla se dirigía justo hacia nosotros. “¡¡Papá, papá. La toalla de Selena!! ¡¡Atájala!! Mi padre giró y por acto reflejo alzó su mano y quiso la providencia que justo la toalla se depositara en sus manos como si buscara un remanso en él. “¡¡Papá, papá, la tienes!! ¡¡Es tuya!!” y lo abracé. “No, hija, es tuya … es”, intentó decirme mi padre. “¡¡No, no, es tuya, es tuya!! ¡¡Quiero que la conserves tú!!, le dije sabiendo lo que significaba para él esa toalla que acababa de usar Selena para secarse. El la tomó cuidadosamente, la olió y la tuvo apretada contra su pecho hasta que dimos con Selena en el camarín. En cuanto entramos y sin que nosotros pudiéramos decir nada, Selena le dijo a mi padre: “¿Has visto qué regalo te dejé desde el campo, no? ¡¡Menos mal que tuviste los reflejos rápidos!! ¡¡Vamos, José. Tráemela!! ¡¡Que te la firmo ya!!”. Mi padre se la dio y mientras ella se lo firmaba nos preguntaba qué nos pareció el concierto. Y mientras nosotros no parábamos de elogiarla, Selena le entregó la toalla autografiada a mi padre. Él de inmediato procedió a leerla: “Promise me you'll take care of her. Take her as if she were a part of me. Without you I'm nothing. Take a lot of care of her and we'll see each other very soon. Love. Selena”. Mi padre la leyó, miró a Selena que sonreía con mucha dulzura y no se pudo contener. La abrazó bien, bien fuerte y le dijo: “Y tú prométeme que llegarás a ser la mejor artista del mundo. Sabes que eres la mejor. Como ti no habrá nadie. Sólo prométeme que no detendrás nunca tu marcha al éxito. ¡¡Todos estamos contigo!!”. “Te lo prometo”, le dijo Selena que, para mi sorpresa, cambió su rostro habitual y comenzó a lagrimear un poquito. Pero para que no nos quedáramos con esa impresión de ella gritó enseguida: “¡¡Uy!! ¡¡Me olvidé de darles los otros autógrafos!! ¡¡Ahora vuelvo!!”. Mi intuición de niña me hizo saber que ella tardaría un poco en volver. Supongo que esas palabras de mi padre habían tocado su Alma. Quién sabe lo que pasaría por su corazón en ese momento. Hubiese querido haber tenido la certeza de que algo más profundo había detrás de esa mirada y de aquella expresión de Selena … Selena volvió no sólo con nuestras fotos, discos y posters autografiados, sino con nuevas fotos, más discos y nuevas remeras. “Y esto es para tu esposa. Dile que le agradezco lo que ha hecho por ti. Se nota que es una buena mujer y que te quiere mucho”, dijo Selena y le regaló el anillo que llevaba puesto en el concierto, los aros, incluso el que arrojó en el escenario, y el chaleco que llevara puesto al principio del concierto. Cuando ya partíamos del Houston Astrodome, Selena nos dijo: “¿Ya parten para casa?”. “Sí, ya tenemos que regresar”, le dijo mi padre. “¡¡Ah, qué bien!!”, dijo Selena y miró a A.B. Éste con un gesto asintió y allí Selena nos dijo: “Juan. Me permití que los muchachos revisaran tu camioneta para ver si había algunos problemas. No había muchos pero ya está a punto. ¡¡Puedes irte!!”. Sabía que Selena se había encargado de reparar todos los problemas y llenarlo de combustible. Y antes de que mi padre le dijera que no debía molestarse, que ellos sólo venían a verla a ella aun con todos los riesgos que debían correr, que éramos nosotros los agradecidos por su concierto y por su hospitalidad, Selena le dijo: “No, Juan. La agradecida soy yo. Yo te tengo que agradecer lo que has hecho para verme, por traer a tu hija, por lo que haces por mí. Contigo y con gente como tú siempre estaré en deuda. Sólo busco compensar tantos sacrificios…”. Y como nunca lo vi en mi vida, mi padre abrazó a Selena y lloró mucho, mucho tiempo. Selena lo contuvo todo el tiempo necesario, como si fuera un niño. Era una imagen tierna aunque algo extraña. Una imagen que pronto, muy pronto, la entendería perfectamente y de la manera más desgarradora…

…Aquel triste día del que no querría recordar jamás recuerdo que vino mi madre desesperada a buscarme al colegio. Su presencia confirmaba algo que se decía entre mis compañeros de clase pero al que no le dábamos ningún crédito. El hecho de que el colegio siguiera funcionando como si nada nos hacía confirmar que nada malo estaba sucediendo. Pero yo no me había percatado de que en pleno recreo mis maestras se habían ido para enterarse de lo que pasaba y para decidir qué hacer con nosotros … “Ven, Lucerito, querida -irrumpió mi madre-. Tu padre está muy alterado. No sé qué hacer con él. Lo dejé con tu tía cuidándolo. Es por lo que le sucedió a Selena. ¿Ya lo sabes, no?”. Un frío helado corrió por mis espaldas. Asentí con un tenue movimiento de cabeza pero en realidad no sabía nada. Lo intuía, lo presentía. Sólo habíamos escuchado algo de Selena herida, nada más. Pero la cara aterrada de mi madre sólo confirmaba lo peor. No quise preguntar, no iba a averiguar nada. Traté de no enterarme de nada más. Sólo le preguntaba cosas relacionadas con el estado de mi padre y así enterarme a cuentagotas de lo que le había sucedido a Selena … Me di cuenta de que mi madre no sabía de detalles … Sólo de que la habían malherido y que … difícilmente saldría … Llegamos a mi casa y mi tía se abalanzó sobre mi madre a puro grito: “No lo puedo contener. Quiere estar solo, sólo con la toalla de Selena. Está afuera, sentado en el piso del jardín sin parar de llorar. No tiene consuelo…”. Traté de contenerme y fui camino hacia mi padre lentamente sin decir nada, como amagando ir a otro lado, como buscando un mejor ángulo para ver mejor lo que sucedía. Traté de no alarmar ni a mi madre ni a mi tía para que no me detuvieran en el intento … En cuanto me acerqué a mi padre sentí su llanto agudo. Sólo por un instante me contuve, sentí que un nudo en el estómago me retorcía sin dejarme respirar, y corrí hacia mi padre y lo abracé sin decirle nada. Él se asustó en un principio, iba a reaccionar pero cuando vio que estaba agarrada como una garrapata a él me abrazó, lloró aun más fuerte y sólo decía: “¿Por qué, lucerito? ¿Por qué? ¿Qué mal hizo Selena para que le hicieran esto? ¿Y ahora qué voy a hacer? ¿Qué vamos a hacer? ¡¡Dios, no la dejes ir, por favor, por favor!!”. Ya seguía allí sin poder llorar más. Tenía que ser más fuerte que él a pesar de mis 7 años. Mi padre luego se apartó de mí, me pidió con un hilo de vos que lo dejara solo y yo lo acepté sin irme muy lejos. Temía dejarlo solo a mi padre. Me daba cuenta de que él esperaba que alguien viniera a decirle que Selena se había puesto mejor, que nada de lo dicho era cierto, que Selena no podría marcharse así, de esa manera tan impropia para una persona como ella. Cada tanto mi padre lloraba, cada tanto maldecía a esa mujer de la cual recién en ese momento sabíamos que existía y de la cual no podríamos no sólo olvidarla sino no pronunciar nunca su nombre. De pronto mi padre se arrodilló, alzó sus brazos y gritó: “¡¡Selena, Selena!! ¡¡Tú me lo prometiste!! Me dijiste que nadie te detendría. ¿Cómo lo permitiste?” y arrojó lejos la toalla y estalló en otro llanto tomándose un largo tiempo la cara con sus manos. Yo empecé a llorar sola parada impotente por no poder hacer nada, por no poder calmar a mi padre. Al verlo me daba cuenta del dolor que significaba la pérdida de Selena. Tal vez si no hubiese visto a mi padre, me pondría seria, no hablaría del tema y trataría de pensar que nada de lo que viví sucedió, como si Selena nunca hubiese existido, como si todo lo que viví sólo fue un lindo sueño pero con un final que ni recuerdo ni que pretendo recordar. Pero lo tenía a mi padre que me lo recordaba una y otra vez. Tenía la sensación de que había perdido dos seres queridos y no uno. De lejos podía escuchar las noticias de la radio, incluso la confirmación de lo peor. También supe de la caravana de gente que estaba yendo en procesión a Corpus Christi. Me acerqué a mi padre y le dije que si no querría ir para allá. Fue la única vez en la que mi padre mostró algún entusiasmo y algo de aquel semblante que lo caracterizaba. Trataba de que mantuviera algo del cual temía que perdería irremediablemente. No hay peor cosa cuando alguien pierde sus ilusiones, cuando alguien ya no tiene ganas de sonreír, cuando alguien ya no tiene a esa persona, a ese alguien que le da sentido a su vida. Y a pesar de mis 7 años sabía que no tenía sentido que le dijera que tenía una familia y mucha gente que lo quería, pues él tenía un enorme vacío. Yo lo vi cómo se sentía al lado de Selena, yo vi lo que significaba ella para él. Yo hubiese jurado de que si el daban la opción él se hubiese ofrecido a recibir aquel balazo. Que prefería sacrificar su vida y verla triunfar a Selena que él estar vivo y Selena sin tener la posibilidad de ser feliz. Era un hombre sin Alma, un Alma en pena. Yo lo entendía, lo entendía perfectamente. No podía ser egoísta, no podía pedirle que fuera feliz si no lo estaba. No podía decirle que la vida continúa y que ya nos olvidaríamos de ella … Mi padre jamás se olvidaría de Selena ... Sólo podía consolarlo, sólo podía estar al lado de él. Fuimos para Corpus Christi. Tanto en el camino a Corpus como ya en la ciudad misma ya mi padre no lloraba. Sólo era una mirada perdida, un rostro desencajado. No hubo necesidad de confirmarle la noticia. Él ya lo sabía, lo sentía. Pudo ver a una multitud que no sólo lloraba sino que pedía que la morada en la que estaba Selena fuera abierta para certificar que ella estaba allí. Mi padre encolerizó: “¿Pero qué quieren ver? ¿Acaso no les alcanza con la noticia? ¿Qué quieren certificar? Selena ya no está, ya no está. ¡¡Nosotros somos los muertos!! ¡¡Déjenla en paz. No la quieran exponer!! ¿Acaso quieren quedarse con esa imagen de por vida?”. La gente comenzó a discutir con él a los gritos y yo me lo tuve que llevar con mi madre hacia la fila que esperaba darle el último adiós a Selena. Mi padre volvió a la calma y sólo mantenía el rostro adusto, serio, mirando bien lejos como si no quisiera ver lo que tenía a pocos metros, como si no quisiera ver a Selena allí, pero sintiendo una fuerza irrefrenable que lo arrastraba allí pese a su voluntad. En un punto mi padre también quería pensar que tal vez nada de eso era cierto, que todo era una burla, que todo era una pesadilla. Él a su modo pensaba como las personas con quienes discutió unos minutos antes, sólo que no quería verla, no quería verla así … Cuando llegamos a la morada, mi padre caminó unos pasos no mirando donde estaba Selena. Yo sólo comencé a llorar en silencio sin dejar de mirarla, sin dejar de pensar que esa hermosa mujer y persona tan llena de vida ahora estaba allí sin poderse uno explicar por qué, para qué, qué sentido tenía todo, para que estamos aquí, por qué Dios nos somete a esto, por qué tanto dolor, tanta injusticia. Las cosas no son como nos venden en una película de Hollywood. En la realidad de la vida los buenos mueren, mueren jóvenes, mueren llenos de vida, mueren honestos, llenos de verdad y de trabajo en manos de psicópatas que no saben qué hacer con sus vidas y que lo resuelven destruyendo a todo aquel que se le cruza por el camino … De pronto mi padre corrió hacia donde estaba Selena, se arrodilló ante ella y gritó: “¡¡No te vayas, Selena!! ¡¡No te vayas!! ¡¡Dios!! ¿Por qué a ella, por qué? ¡¡Dime Selena que no es cierto!! ¡¡Dímelo tú!! ¡¡Dime que todo es una mentira!! ¿Qué vamos a hacer sin ti? ¿Cómo crees que podemos vivir sin ti?”, y echó a llorar de nuevo sin consuelo. Mi madre y yo íbamos a por él, pero un agente nos detuvo mientras otro iba a apresar a mi padre. Cuando lo estaba por hacer surgió de la nada A.B.:  “¡¡No!! ¡¡Déjalo!! ¡¡Déjalo!! ¡¡Yo me lo llevo!! ¡¡No le hagas nada!!”. El agente se detuvo y A.B. abrazó a mi padre que estaba desconsolado. Corrimos hacia él y aprovechamos para agradecerle a A.B. y darle nuestro pésame. Por suerte él nos había reconocido. A.B. me tomó del brazo y me dijo: “Creeme que yo tampoco lo entiendo y jamás lo entenderé … Ya veré qué hacer. Por lo pronto cuida de tu padre. Él necesita tanta ayuda como todos nosotros…”. Yo lo abracé largamente a A.B. y aproveché para sacar todo mi dolor y toda mi impotencia llorando como nunca. A.B. se quedó todo el tiempo que duró mi llanto y sólo me dijo: “Sólo nos queda esperar a que algún día nos encontremos con mi hermana y con el Señor”. Me dio un beso en la frente, me obsequió un chupetín que guardaba en el bolsillo al dicho de “Esto se lo iba a dar a Selena el viernes” y se fue solo con las manos en los bolsillos. Luego de ese incidente el padre de Selena ordenó que abrieran la morada de Selena. “Tal vez sea lo mejor”, dijo, y a partir de allí todos veríamos lo que en realidad nunca quisimos ver…

Volvimos a mi casa ese triste 3 de abril de 1995. Sentí como nunca que el mundo seguía andando a pesar de todo. Mi padre nunca se repuso de aquello. No volvió a sonreír jamás. Pronto enfermó. Pronto le diagnosticaron algo incurable y al año se me fue. Los médicos me consolaron diciéndome que el mal lo tenía de antes, de mucho antes, sólo que se manifestó en ese momento a la vista de todos, cuando ya no se podía hacer más nada … Yo sabía que no era así, que no podía ser así. Esa enfermedad comenzó el 31 de marzo de 1995 y sólo podía curarse si Selena volviera para sonreírle, para cumplirle lo que le había prometido, para certificarle que estaba viva y feliz. Pero eso no iba a ser posible .... Cuando mi padre se agravó, lo cuidaba todos los días, lo abrigaba con la toalla de Selena, le acercaba sus firmas para que las volviera a leer, le ponía sus discos, le ponía y le cantaba una y otra vez “Si una vez”, su tema preferido. Yo abrigaba una esperanza, una pequeña esperanza … Tal vez si escuchaba sus canciones volvería a la vida … Pero no fue así. Incluso le mentí y comencé a decirle que de pronto me acordaba de aquel concierto de San Antonio, que recordaba todo lo que había sucedido. Hacía poco habían dado parte de aquel concierto que vi muy de pasada e intuí o creí ver que estaba allí alzada por mi padre. De sólo imaginarme verlos tan llenos de vida tanto a mi padre como a Selena -algo que certifiqué después viendo el video- me hizo preguntar a mí también una y otra vez “¿Por qué?”, sólo “¿por qué?”. Pero fueron vanos mis intentos con mi padre: “Yo también supe que dieron ese concierto. ¿Y a que no sabes de lo que me enteré? Que esa mala mujer que le quitó todo la conoció allí mismo … Si lo hubiese sabido … Si hubiese podido hacer algo…”. Fue la última vez que lo vi con algo de ganas de hablar. Luego vino el fin…

Estábamos con mi madre a solas en un día muy lluvioso. Todavía no podía sobreponerme de tamaña pérdida. Mi madre lloraba en silencio. Ella siempre le reprocharía no haber sido tan fuerte como para afrontarlo. No le molestaba que admiraba tanto a Selena. Sí que no las supiera proteger y ver qué hacer con su vacío en el Alma. Yo tampoco sabía qué sería de mí y de nuestras vidas. Mi madre seguiría con su trabajo. Yo con el colegio. Pero algo no teníamos resuelto. De pronto sonó el timbre de mi casa. Para mi sorpresa era A.B., esta vez con un chupetón y una remera de Selena. “¡¡Hola, te lo traje de parte de Selena!!”, y me abrazó bien fuerte y luego lo hizo con mi madre. “¿Qué tal si paseamos un poco y hablamos de nuestras cosas?”, propuso. Las dos asentimos y fuimos a caminar con él. Allí me di cuenta de que nunca podría reponerme de todo esto, pero tenía que seguir, por mi padre y por Selena. Por ella para que nadie se olvide de lo que era como artista y como persona. Por mi padre para que esté contento con que hago algo por ella, que es como hacer algo por él, algo que él nunca pudo hacer sin ella. Miraba el cielo, miraba a mi madre, miraba a A.B., y podía darme cuenta de que jamás superaríamos lo perdido, que siempre lloraríamos por Selena y por mi padre, pero algo podía hacer por ellos, que era recordarlos, no olvidarme nunca de lo que hicieron y darles a conocer al mundo que hubo alguien tan hermoso como Selena que hizo a mi padre muy feliz, a un pueblo muy feliz, a países enteros muy felices. Las cosas materiales que Selena nos dio, salvo las muy personales, las tiene mi padre consigo. Es el lugar más seguro. Él sabe qué hacer con ellas. Sólo a mí queda el deber de que esas cosas que tiene mi padre no queden en el olvido, no se las lleve el viento, no sean tapadas por el polvo del paso del tiempo. Por suerte yo estoy aquí en este mundo para que Selena siga manteniendo su sonrisa con su sueño cumplido y con mi padre feliz de ver a Selena feliz. Al menos yo le encontré un sentido a mi vida maltrecha con tantas pérdidas irreparables. Al menos yo, como tantos otros, podremos completar la obra de Selena, y hacer de éste un mundo posible, un mundo mejor…

(Mis lágrimas que surgen mientras leo este relato certifican el dolor de Lucero, el dolor de un pueblo, el dolor de un mundo que se vio privado de ser enteramente feliz con Selena habiendo realizado su vida artística y personal…)

No sabes cómo se te extraña, Selena…

Te quiere mucho…

 

 

 
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  Sergio Ernesto Rodríguez
Buenos Aires, Argentina  Date: July 12th, 2011
 
 
 

Qué linda eras Selena…

 
 


¡¡Qué linda era Selena!! Qué linda persona era … Qué ejemplo de mujer, de artista y, fundamentalmente, de persona … Muchas veces hay imágenes que hablan por sí solas, que explican mejor que nada lo que era verdaderamente Selena … Y ella alegraba la vida a cualquier persona. Selena no era de esas personas que simplemente estaban en un lugar y no hacían nada. Selena tenía que hacer algo, tenía que ver que el ambiente en el que estaba fuera lindo, fuera ameno para todos los que la rodeaban. Siempre uno busca explicaciones a por qué se dan ciertas cosas. Y en el caso de Selena es más que probable que todo lo que generaba ella se diera porque ella supo desde muy pequeña que debía entretener a la gente, debía darles lo mejor de sí, tenía que tener su mejor sonrisa, su mejor predisposición, siempre debía agradecer, siempre debía estar dispuesta a cantar, a sonreír, a alegrar. Alguna vez el padre de Selena dijo, al explicar cómo había grabado los temas “Siempre hace frío” y Tú solo tú”, que Selena no estaba bien de la garganta, que estaba afónica, pero que aún así le pidió que tratara de esforzarse lo mejor posible pues iban a venir unos señores importantes que la querían ver cantar y así facilitar el grabado de esos temas. Obviamente que Selena lo aceptó y lo hizo, y uno puede apreciar cierta dificultad de ella para poder cantar y aun así hacerlo maravillosamente. No hay que mirar mucho de Selena para darse cuenta de que buena parte de lo que ella hacía se debía a su historia y a cómo tuvo que desarrollar su carrera profesional y a cómo tuvo que construir su vida personal… pero eso no explica todo, no explica toda su magia. Cuando uno ve cómo alegraba a su entorno, cuando siempre que tenía algo que hacer o que decir, que hacía que no sólo la gente sino el entrevistador, los presentadores y cualquiera que se topara con ella irrumpiera en una carcajada, en una sonrisa, en sentirse alegre por el resto del día, ahí uno entiende el porqué de la magia de Selena, de por qué era tan querida. Cuando uno conoce a Selena, no sólo queda extasiado por su actuación, sino feliz de estar ante una persona así. Difícilmente alguien cuente que haya tenido una mala experiencia con ella, un mal recuerdo, un desagradable momento. Todo el que se encontraba con Selena tenía un recuerdo lindo, una emoción especial vivenciada con ella. Uno aún se puede reírse cuando, grabando una entrevista y mientras el presentador estaba anunciando el reportaje a Selena, ella no podía evitar tentarlo al hacer un saludito y una sonrisa detrás de él mientras hablaba. Y aun cuando por ello lo tuvieron que repetir porque el presentador se había reído, Selena no podía con su genio y lo volvía a hacer. Selena no podía con su propio carácter, tan espontáneo, tan personal ... Uno puede ver cómo ella decía una y otra vez: “Sorry, sorry, excuse me”, mientras se reía a carcajadas y el presentador también. Allí uno detectaba dónde estaba la magia, dónde estaba ese plus que hacía que Selena fuera distinta para todos, fuera tan especial. Selena no dejaba de ser ella misma a la hora del trato con la gente, no dejaba de ser una más que hacía lo mejor para ganarse la vida dignamente. Selena sabía que todos tenían que hacer muchos sacrificios para llevar un plato de comida a la mesa y por ello cada uno debía ser respetado en lo suyo, mientras se lo hiciera dignamente. Creo que era imposible no sentir un cariño tan particular por alguien que hacía tanto por los demás. Selena alegraba la vida de la gente dentro y fuera del escenario. Su temperamento era así. Uno podría pensar que actuaba como una profesional que entendía que parte del negocio de la música era estar siempre bien y solícito ante la gente y ante los productores, la compañía discográfica, otros artistas, las cadenas televisivas y tantos otros a quienes había que tener una buena relación para llegar a la cima del éxito. Pero todos sabemos que muchos artistas no tienen tan buen genio como para afrontar tamañas exigencias y hay muchos otros que en cuanto tienen un éxito, se le suben los “humos a la cabeza”, se las dan de “divos” y empiezan a seleccionar a qué lugares van, con quiénes quieren entrevistarse, y deciden día y horario para ver a los fans ávidos por algún autógrafo o gesto de agradecimiento de su parte. No era para nada el caso de Selena. Ella podía venir de que la vean 65.000 personas en el Houston Astrodome, ir a que la vean millones en el Festival “Noches de Carnaval” y luego ir al programa “Padrísimo” para hacer de presentadora, luego de que ella ya había estado allí el mes anterior. Para ese entonces Selena tenía la suficiente fama y la suficiente autoridad como para decir si quería ir a un lugar y decidir a cuál no ir, y podía limitarse a hacer lo suyo y listo. Pero Selena siempre estaba dispuesta a tratar con todos sin condición y, no sólo eso, sino sorprenderlos dándoles algo más. Estaba en su esencia darles todo de sí en el sentido literal del término y ver a todos felices. Si eso no hacía no era ella. Selena era una excelente artista y mejor persona. Y esos dos componentes no se podían separar a la hora de ver a Selena actuar, al momento de tener una impresión lo más cercana posible a su real esencia....

¡¡Qué linda era Selena!! Y cuando digo esto no me refiero únicamente a su belleza física. Si me limitara a ver sólo eso de Selena estaría minimizando lo más valioso que tenía, lo que realmente hacía que uno se enamorara perdidamente de ella. Selena hacía ver qué es lo que realmente nos gusta de alguien, qué es lo que verdaderamente nos hace emocionar. Selena podía ser bellísima como tantos artistas, pero si no tenía algo más que transmitir no dejaría de ser una más, una mujer más que llamaría la atención por su belleza y que dejaría de ser atendida en cuanto esa belleza se fuera, cuando el paso del tiempo hiciera lo suyo. Pero lo mágico de Selena no radicaba allí, no pasaba por ese lugar su verdadero potencial. Lo hermoso de Selena era su risa, su alegría, sus ganas de vivir y de ser feliz ... De ser feliz y de hacer feliz a los demás ... Es probable que muchas de las risas de Selena fueran las típicas de alguien nervioso que necesitaba cubrir los silencios con algo, que no podría tolerar estar un tiempo quedándose en silencio sin hacer nada. Hay una escena que explica muy bien el carácter de Selena y cómo ella transmitía sus propias sensaciones que eran tan contrastantes con respecto a las de los demás: en un momento ella es filmada en su casa al lado de Chris que se pone a tocar la guitarra dándole pie a Selena para que ella cantara, pero mientras él iba tocando hasta encontrar la perfecta afinación y entonación para que Selena pudiera cantar, Selena no podía dejar de reírse, no podía dejar de hacer un comentario gracioso, no podía esperar para ponerse a cantar y lo intentaba igual a pesar de que Chris no estaba tocando algo concreto ... Selena era movediza, eléctrica, sonora, vital, exultante. Selena siempre tenía que hacer algo … Lo dijo una vez a Verónica Castro en el programa “Furia musical”: allí le expresó que ella no podía dejar de estar sin hacer nada, que no podía estar ni un momento sin pensar en qué hacer desde el primer minuto en el que se levantaba. Y tal vez por ese espíritu con el cual Selena se desenvolvía en la vida surgió el tema “Bidi bidi bom bom”. En los conciertos siempre la banda se hacía un parate para afinar los instrumentos, para preparase para tocar otro tipo de temas. Y siempre esto se hacía en el medio de los conciertos. Selena, fiel a su estilo, no podía quedarse callada, no podía estar sin hacer algo concreto. Y entonces, del mismo modo en el que lo hacía en ese video en el que intentaba cantar siguiendo la entonación de la guitarra de Chris, Selena empezó a cantar cualquier letra en inglés acompañando la melodía que estaba la banda tocando en ese mismo momento. Y así comenzó a cantar una letra inentendible que hablaba de un pecesito que nadaba. Pero esa ocurrencia de Selena a la gente le encantó, y lo que resultó ser un simple pasatiempo para que no resultara aburrido para la gente terminó siendo un tema que pedía la gente en los conciertos en los que Selena y Los Dinos se presentaban. Al detectar A.B. ese fenómeno, no sólo incorporó ese “tema” como algo que formaba parte del cancionero de Selena en sus conciertos, sino que le pidió a Pete Astudillo que hiciera una letra en español que completara lo que había iniciado Selena. Y así nació uno de los mayores éxitos de Selena, que habla muy bien no sólo del espíritu de equipo que primaba en la banda por la actitud e inteligencia de A.B. para ver en esa pequeña canción un potencial éxito, sino en el espíritu inquieto de Selena, en esa necesidad de ella de cubrir todos los vacíos, todos los momentos en los que “no se estaba haciendo nada”. Ese plus de Selena le daba ese sello distintivo que hacía de ella algo tan diferente de los demás…

¡¡Qué linda era Selena!!, porque todavía puede generar tantas alegrías a la gente, tantas emociones, tantas ganas de seguir luchando por algo en la vida. Cuando uno ve a Selena y lo que genera aún hoy con sólo verla en un video, uno no puede comprender por qué la vida no se puede encarar de la misma manera, con las mismas ganas de hacer algo constructivo por y para los demás, además de hacerlo en provecho propio. A veces me da mucha pena, y no odio precisamente, cuando veo que mucha gente vive la vida con mala cara, siempre quejándose de todo, siempre hablando mal de los demás, juzgando con total impunidad a la gente a la que ni siquiera conoce. Me da mucha pena ver que a mucha gente le haya ganado el odio y el rencor. Es tan penoso ver a la gente cuchicheando en voz baja contra alguien o contra algo, cuando construyen su vida en función de ver y hablar de los demás mal, de ver a su prójimo decaído por la maldad que ellos mismos construyen, esa maldad que increíblemente a ellos les hace tan bien. Si tal vez ellos conocieran a Selena, se darían cuenta de que otro mundo es posible, de que otra vida está a nuestro alcance, de que se puede llegar al éxito haciendo el bien, alegrando a los demás y sobre todo actuando honestamente en todos los aspectos de la vida. Cuando uno conoce la carrera de Selena, uno ve que todo se ha logrado con mucho trabajo, con mucho sacrificio, pero también con mucha humildad y con una gran honestidad. Selena empezó bien de abajo, nadie le había regalado nada y construyó su carrera haciendo lo mejor, tratando de hacer todo lo más dignamente posible. Siempre buscó perfeccionarse mejorando su voz, su actuación, su presentación, su vestuario. Siempre buscó ser apreciada por su talento, por el respeto que ella tenía por la gente y por sus colegas. Jamás habló mal de nadie, jamás hizo de la confrontación  su modo de hacerse notar ante los demás. Selena nos dio el más acabado ejemplo de que era posible todo si uno se lo proponía. Ella puso en práctica aquello de lo “imposible siempre es posible” para que dejara de ser un mero eslogan. Selena pudo demostrar que el camino de la verdad, del respeto y de la honestidad es el camino más sencillo y más hermoso para llegar al éxito, aunque a veces ese triunfo tarde en llegar. Selena hizo ver que cualquiera sea el rol que tengamos en la vida, este camino era posible y viable. Pero parece que la gente con el tiempo se ha quedado más con el ejemplo de la asesina que con Selena misma. Es triste ver que la gente prefiera destruir a una persona y no contenta con eso disparar una y otra vez con la persona caída con la peor arma, que es el arma de la palabra, de la lengua venenosa. Parece que el mundo se ha querido quedar con ese ejemplo de alguien que dispara, no se arrepiente y encima mancha el honor de la persona que ya no está con mentiras francamente insultantes. Parece que a la gente le resulta más fácil eso, a juzgar por lo que uno puede certificar en la vida cotidiana, en la que hay tanta, tanta gente tan parecida a esa mala mujer. Muchas veces en la vida nos han repetido una y otra vez que lo que importan son los resultados, que lo que importa es llegar, no importa cómo pero llegar, que en el mundo no hay lugar “para los perdedores”, que en el mundo de que “hay que ganar como sea” todo vale, todo tiene sentido, si hacer daño a los demás es un medio para lograr el objetivo entonces es válido … Qué triste ejemplo, qué triste mensaje ... Tal vez por eso no hay que olvidar nunca que hubo un 31 de marzo, aunque sea muy doloroso. Muchas veces nos han dicho que las cosas malas hay que olvidarlas, que debemos quedarnos con lo lindo para poder seguir viviendo con alegría … Nada más errado … Siempre hay que recordar ese nefasto día, no hay que olvidar que un día alguien cambió para mal la historia de la humanidad privándole al mundo de gozar y de apreciar a una estupenda artista y mujer como Selena, que le quitó al mundo la posibilidad de ver un hermoso ejemplo a seguir, un camino de llegar al éxito en cualquier emprendimiento que se hiciera con sacrificio, con verdad, con honestidad, con humildad, con Amor. Y que es más valioso no olvidar que una psicópata de las tantas que pululan en nuestra vida cotidiana, y que construyen sus vidas a base de engaños y de mentiras, fue capaz de quitar la vida, los sueños y las ganas de vivir a alguien que tenía tanto para dar, tanto para generar alegría en la gente, tanto para hacer feliz a la humanidad toda…

¡¡Qué linda era Selena!! Qué distinta era a todas … Con ese empuje, con esas ganas de siempre ir por más, por no contentarse con lo obtenido, por pensar que la vida era corta y que no había que desaprovecharla con lamentos, frustraciones y miedos … Una mujer de sólo 23, casi 24 años, que ni siquiera había llegado al tope de su carrera y que sin embargo iba por más, iba siempre por otros sueños, que pensaba que todo se podía hacer e incluso al mismo tiempo. Es conmovedor ver a alguien tan joven pensar y expresar que cada minuto de su vida debía aprovecharse para hacer algo, para construir algo, para querer siempre realizar algo para cumplir sus más sentidos anhelos. Ella siempre pensaba que no podía estar mirando la vida pasar sin aprovecharla, sin vivirla, que tenía tantas cosas en su cabeza que hasta que no hacía algo para poder quitárselas al haber cumplido con sus objetivos no podría ver cristalizados sus sueños y, por ende, no podría encarar otros proyectos. Cuando uno ve cómo son las cosas en la actualidad, en la que algún artista casi sin esfuerzo puede llegar a la fama con un tema o con cualquier cosa que puede ser originado con talento y muchas veces no, cuando uno ve que se llega a la fama casi sin esfuerzo apelando a lo más bajo del Alma, cuando se cree que haciendo cosas desagradables es sinónimo de espíritu progresista o desafiante del sistema imperante y no es más que un hecho banal realizado por gente que está insatisfecha con su vida y que expresa su desprecio a la sociedad, a la gente, al mundo de esa manera, vemos cómo hace falta Selena, cómo el mundo ha cambiado sin su presencia. A veces el paso del tiempo nos confunde, nos obnubila, creemos que cualquier artista joven que obtiene fama es equiparable a Selena y no es así. Selena expresaba con su éxito, con su actuación, con su actitud, el triunfo del trabajo, el triunfo del sacrificio, el triunfo de la honestidad, el triunfo del respeto, el triunfo de llegar al cima producto del talento, y de las ganas de mejorar y de perfeccionarse, tanto en lo individual como en lo colectivo. Selena no concebía la idea de estancarse, de hacer siempre lo mismo o más de lo mismo. Así como A.B. buscó incorporar nuevos ritmos y melodías a la banda que le permitieran  explotar al máximo la versatilidad de Selena para cantar y actuar, ella siempre daba más de lo que se esperaba, buscaba el factor sorpresa para impactar a la gente, buscaba mejorar su repertorio, innovar siempre para enriquecerse más, explotar todo su talento para dejar su sello en este mundo. Nadie, ni en su época, ni antes de ella y menos ahora, alguien a la edad de Selena pensaría en abrir una tienda de moda para explotar su pasión por el diseño, tal como ella lo había hecho a los 22 años. Hubiese tratado de hacerlo antes o hubiese preferido llegar a la fama mundial y con el correr de los años recién dedicarse a la moda aprovechándose del éxito, esperando que todos compraran sus diseños, cualquiera que éstos fueren. Pero Selena no era así. Ella consideraba que eso que estaba en su cabecita debía salir rápido. Que no había que esperar al éxito para desarrollar algo que le gustaba. Muchas veces se decía que Selena era muy humilde y que ese sentimiento le impidió ver lo grande que era, y que al no advertirlo no se puso a la altura de lo que significaba estar en ese lugar. Yo creo que parte de ese pensamiento es cierto, pero no creo que Selena no hiciera más por su carrera porque creía que no era todo lo grande o todo lo famosa que efectivamente era. Yo más bien pienso que Selena tenía tan claro seguir su carrera musical por mandato familiar y porque le gustaba, como también que sentía que debía hacer lo que le realmente le gustaba hacer además del canto, al mismo tiempo que seguía desarrollándose en el campo artístico. Selena no iba a esperar a ser diseñadora. Si la fama que tenía le daba la posibilidad de ejercer su gran pasión, lo haría, como finalmente hizo. No es que Selena desconocía lo que pasaba con ella. No era ni tan ilusa sin tan ingenua como se pensaba. Selena tenía los pies bien puestos sobre la tierra, y en cuanto vio que su éxito y su nombre le daban la posibilidad de dedicarse a la moda, como lo hizo, lo llevó adelante sin dudar. A Selena no le importaba si los demás no le prestaban la real atención en lo que estaba haciendo. Es más que probable que muchos pensaban que tal vez Selena sólo lo hacía como pasatiempo o como hobby. Hasta más de uno le debe haber dicho que montaba eso sólo para poder tener la posibilidad de lucir bien sin recurrir a otros. Pero quien conocía bien a Selena sabía que ella lo hacía por vocación y convicción. Nunca defraudaría a su familia y no cumpliría el sueño de su padre de ser la mejor cantante latina del mundo, pero también le haría ver a su familia que ella tenía también un sueño y que en la medida que ella cumpliera el de los demás, éstos debían aceptar el suyo. Selena era de convicciones fuertes y no era de dar marcha atrás cuando estaba decidida a hacer algo. Cuando decidió tener su relación sentimental con Chris Pérez tuvo una gran resistencia de su padre. Selena intentó hacerle ver por las buenas que la dejara llevar adelante esa relación, pero ante la negativa de su padre decidió casarse en secreto y volver a plantearle a su padre la relación, pero en otros términos. El padre de Selena tuvo que aceptar que su hija tenía la convicción de que había cosas que no se negociaban, que sólo había que aceptarlas y que podía en el mejor de los casos haber un margen de negociación. Eso hizo más grande a Selena, pues era humana y porque siempre dejó en claro que había muchas cosas de las cuales había que luchar y que eran tan o más importantes que la fama. Para  Selena ella no era sólo la artista que subía al escenario sino esa mujer que tenía sentimientos, proyectos, Amores, corazón. Y ese sentimiento estuvo siempre presente en cada acto de su vida…

¡¡Qué linda era Selena!! Porque sobre todo era una buena mujer, una buena esposa, una buena hija, una buena artista, una buena anfitriona. Ella siempre tuvo en cuenta a su público. Nunca dejó de saludarlos ni de darles lo que ellos necesitaban mínimamente de ella, que era un estrechar de manos, un beso, un autógrafo, un mimo. Y si bien Selena supo siempre que debía tener esta actitud porque el padre siempre le inculcó que tenía que tener respeto y buen trato con su público, y porque el mismo negocio de la música así se lo exigía, ella sabía lo que era estar en ese lugar, en el que hay gente que muchas veces sufre la falta de comida, la falta de Amor, la falta de cariño. Por su propia experiencia personal, Selena sabía lo que era estar un largo tiempo en un pueblo luchando contra tanta adversidad, no teniendo oportunidad de que alguien venga a verlos para darles alegría, una palabra de aliento, un motivo para sonreír ante tantos males de la vida. A Selena no le tuvieron que contar lo que es no saber si se llega a fin de mes, lo que es perder el trabajo, lo que es perder una casa, lo que es vivir cada día con la incertidumbre de no saber lo que puede pasar en el futuro inmediato y a largo plazo, lo que es luchar años y años con honestidad y la verdad, y lograr poco y nada, la alegría de recibir un artista cuando en el pueblo en el que se vive no viene nadie a actuar para ellos. A Selena no le tuvieron que contar lo que significaba eso para que lo pudiera ver y entender. Selena era uno más de ellos. Nunca lo dejó de ser. Ni siquiera en el mejor momento de su carrera, y teniendo la oportunidad de hacerlo, dejó la ciudad de Corpus Christi en la que vivió desde su infancia. El éxito apenas le había hecho pensar en comprar un lugar mucho más grande para disfrutar de la vida después de estar casi una vida arriba de un bus. A Selena no le gustaba ir a lugares de más brillos, de más luces. Ella estaba cómoda con su esposo, con su familia, con su ciudad, con lo que ella había logrado y con lo que estaba proyectando hacer. Sólo tenía 23 años, casi 24 … Todavía era una adolescente por las cosas que no pudo vivir y gozar, y a su vez tenía la madurez dada por su vida llena de penurias y de privaciones que la llevó a que cada meta lograda fuera fruto de un gran esfuerzo y largamente festejada. A Selena nadie le había regalado nada. Selena a los 8 años no tenía una discográfica multinacional que le promocionara sus discos y sus temas. Eso recién vendría a los 18 años luego de ir de concierto en concierto, de pueblo en pueblo, de un disco hecho en un sello pequeño a otro. Selena recién tuvo la suerte cuando el presidente de la Emi Latin, José Behar, la viera casi de casualidad, se quedara impactado, la contratara sin más y la tratara como su hija pródiga a partir de 1989. Recién allí a Selena se le abrió el camino al mundo mediático, pero paradógicamente la fama obtenida de ir en bus por los pueblos de todo Estados Unidos y México fueron la base de la enorme popularidad que le dio una fama que pocos llegaron a comprender y tomar en su real dimensión luego del nefasto 31 de marzo de 1995. Selena era de un artista que surgió bien de abajo, y eso fue lo que le dio más fama y legitimidad a su éxito…

¡¡Qué linda era Selena!! Porque era una mujer genuina, espontánea, sincera, sentimental, franca, frontal. Por ello era tan querida por la gente que la supo conocer por una entrevista, por un concierto, por el trato diario que tenían con ella. Cierto periodista en México que supo cubrir sus conciertos en dicho país decía que se había quedado impactado por ver cómo Selena no podía dejar de ayudar cuando veía a un niño desvalido y necesitado de comida y de afecto. No se quedaba sólo con las declamaciones sobre las injusticias de este mundo y el lavado de culpas haciendo sólo conciertos benéficos. Selena estaba allí donde la gente la necesitaba, pues nunca dejó de sentirse una más, una igual a todos ellos. Tal vez muchos piensen que si hubiese sido más egoísta, si hubiese pensado más en ella que en los demás no le hubiese pasado lo que le pasó. Quizá haya sido así, pero Selena no podía dejar de ser ella, no podía perder su esencia para poder llegar a un lugar que quién sabe si ella hubiese querido lograr de cualquier modo, a cualquier precio. Selena era capaz de no sólo detener su marcha si veía a un perro herido sino de llevarlo a un hospital de urgencia y pagar lo que sea para curarlo. Para Selena era más importante amar y ser amada. Tal vez en esa necesidad de ver a Selena como un mito, como una leyenda, como una mujer que logró todos sus sueños a pesar de lo que le sucedió, nos impide apreciar lo más valioso de esa mujer que eran sus sentimientos. Selena siempre necesitó el cariño de todos los que la rodeaban y que a su manera se los pedía. Basta con ver las expresiones cuando terminaba de cantar un tema, cuando pedía que la acompañaran, cuando esperaba un instante ese aplauso, esa muestra de afecto. Si por allí no se daba como ella quería se le podía ver un gesto de frustración pero insistía hasta lograrlo, y si lo conseguía sentía la mayor de las energías para continuar. Selena podía encarar a Chris y hacerle toda clase de morisquetas, hablarle, hacerle mimos, reírse, hacerle chanzas. No lo hacía de molesta, no lo hacía por tener sólo un Alma traviesa. Selena era una mujer llena de afecto y necesitada de Amor, de un Amor que muchas veces se le negaba en esas épocas de penurias, de viajes en bus, de tiempos de destinos inciertos. Selena era una mujer llena de sentimientos y de sensibilidad. Selena era una mujer … Una bella y noble mujer. Una mujer que aun en la cresta de la ola tenía sus dudas, tenía sus errores, tenía sus temores, tenía sus ganas de sentirse libre como tal vez no lo haya sentido nunca. Selena era aún una mujer que buscaba su lugar en el mundo, que buscaba su felicidad plena que no pasaba solamente por el éxito como cantante y diseñadora. Selena era una mujer especial que podía decir lo que pensaba y sentía en cualquier momento, en cualquier circunstancia, en cualquier lugar. Sólo era cuestión de escucharla y de hacer lo posible para que se sintiera feliz. Yo sé que hay veces que los que circunstancialmente quedamos en este mundo necesitamos el consuelo de pensar que a pesar de todo Selena había logrado todo en la vida … Pero no fue así. Lamentablemente no fue así ... Y a la larga no es malo admitirlo pues en definitiva entenderemos no sólo todo lo que quería hacer Selena y no pudo realizar sino comprender lo más maravilloso que tenía Selena que la hacía una estupenda mujer y que por ser así logró no sólo el éxito sino que la quisieran mucho. Salvo esa horrible mujer que le quitó los sueños, nadie nunca tuvo un mal concepto de Selena, un mal recuerdo. Tanto antes como después del 31 de marzo sólo se has tenido las mejores palabras sobre Selena … Era una gran artista y mejor persona. Era una cantante famosa y una gran mujer…

¡¡Qué linda era Selena!! Siempre dispuesta, siempre amable, nunca creyendo que ella era la única artista a ser considerada. Podía sentirse la mejor, podía sentirse capaz de ser la mejor cantante latina del mundo, podía sentirse lo suficientemente talentosa como para copar el mercado anglosajón, algo inimaginable por ese entonces, podía tener la total certeza de que a ella el público la quería, que era a ella a quien amaban, y sin embargo nunca se puso por encima de su banda, ni de ningún artista, ni en el escenario, ni en ningún evento; ni siquiera en alguna reunión ella se puso en estrella desdeñando a sus compañeros de ruta. Podía ir a una entrega de premios, recibir todos los honores, y aun así dejar que sea el grupo a veces quien hable en vez de ella. Del mismo modo que Selena pensaba y decía que sin el público ella no era nada, también consideraba que sin Los Dinos ella no sería la misma. Podían transformar el grupo -por una cuestión de marketing debido al tema del crossover-, de “Selena y Los Dinos” en “Selena”, podían proyectar su carrera musical al infinito, podían sólo requerir la palabra de ella, pero Selena siempre les daba su lugar, el lugar que merecían, el lugar que se habían ganado por haber ayudado a Selena a ser una gran artista. Selena no podía concebir que su grupo no estuviera bien. Es como dijo Johnny Canales, que Selena tenía una excelente relación con la banda, y como ella los trataba bien y les daba su recompensa por haber logrado las metas propuestas, ellos no le rendían un ciento por ciento sino un ciento cincuenta por ciento… Selena era generosa con todos. Cuando Selena cantaba “Las cadenas” siempre se acercaba a su hermano A.B. para cantarlo a dúo para que él se luciera también, porque le gustaba mucho cantar esa canción. Selena era capaz de dejar el escenario para que Freddie Correa cantara su tema solista y no sólo eso: ella se ponía a un costado para hacer los coros. Para Selena la felicidad no sólo era estar ella contenta y satisfecha, sino que ese sentimiento lo tuvieran los demás. Cuando Selena estaba por cantar “Baila esta cumbia” en el concierto de San Antonio en 1991, y mientras ella le pedía a alguien del público que le acercara como regalo un globo que contenía una flor adentro, A.B. estaba muy alterado con alguien del público porque se peleaba con otro para tener más globos. Selena no había dado cuenta de ello hasta después de que pidiera al público que suspirara por el regalo recibido en un tono más bien cómico. Al rato Selena notó muy alterado a su hermano y se le acercó como si nada pasara mientras bailaba y cantaba. Cuando su hermano le contó lo sucedido ella siguió cantando normalmente arengando y alegrando al público mientras cada tanto se acercaba a A.B. para ver si estaba mejor, y hasta que no le sacó una sonrisa de su rostro y logró que cantara con ella, no paró. Éstas son las pequeñas cosas que hacían a la grandeza de Selena y que muchas veces por problemas de edición se han quitado estas escenas de los dvds. En el dvd “Selena remember” se quita la escena de Selena recibiendo el globo con la flor y el final del tema “Baila esta cumbia”, cuando Selena amagó terminar y siguió al grito de “¿Quieren más?" … Es una pena, lo mismo que haber quitado al final de la interpretación de Selena del tema “Where did the feeling go?”, pues allí dice que ese tema es para el futuro disco en inglés ... Justo se han quitado esas imágenes de los dvds, imágenes que ejemplificaban como nada la esencia de Selena, que va más allá del canto y de la interpretación … Selena era tan generosa que era capaz de permitir que una fan en 1992 llamada Gaby  -a quien yo conocí en el Fotolog- le pidiera en pleno desarrollo del programa “Órale primo”, conducido por Jesús Soltero, si le permitía darle un regalo a su esposo Chris y hablarle .... Así era Selena, siempre quiso ver bien y feliz a los demás … hasta el último día, hasta el nefasto 31 de marzo en el que por ser así frente a una psicópata recibiera la mayor desilusión y el peor de los dolores…

¡¡Qué bella era Selena!! ... Y tal vez la palabra “era” sea la que más nos duela, la que represente inequívocamente la más inexplicable situación ... Qué bella era Selena, qué buena era Selena, qué artista completa, qué mujer que generaba un sinfín de emociones de un modo que nadie podía lograr … Si ella era tan buena, ¿por qué le hicieron eso? … Si era tan buena, ¿por qué Dios la castigó de esa manera? Si Selena era tan bella, tan querida, tan buena persona, ¿por qué el mundo se ensañó con ella? No se trata de endiosar a una persona, no se trata de endilgarle cosas que no tuvo ni que obtuvo, no se trata de decir lo que no es. A veces cuando un ángel como Selena se nos va sentimos la necesidad de sacralizarla, de convertirla en algo mítico, perfecto, alguien que no tuvo errores, que logró todo lo que se propuso pero “por esas cosas del destino” se nos fue pronto, pero dejándonos, eso sí, un gran legado. Y hablaremos del mito, de la leyenda, y el paso del tiempo se encargará si ese frío monumento que se yergue sobre ella va erosionándose hasta desparecer en el más absoluto olvido o se mantendrá vivo pero con imágenes editadas, mejoradas, con música “aggiornada”, mejorada, “remixada” … Y no se trata de eso, no ... Se trata de recordar a Selena no sólo como una gran artista sino como una bella, sentimental, pasional, tierna, voluntariosa y hermosa mujer que tenía un mundo por delante, que estaba llena de sueños, de ilusiones, de dudas y de certezas, de alegrías y de temores, con unas ganas de vivir y de amar que difícilmente Selena reemplazaría por los grandes y fríos monumentos hechos en su nombre, regados por el calor de la gente en los días de aniversario. Selena era muy joven … aún estaba armando su vida, aún estaba tratando de acostumbrarse a esa nueva vida de artista exitosa que por fin podía vivir permanentemente en un casa y proyectar vivir en otra más grande. Selena estaba tratando de ver qué haría con su vida, si tendría niños en ese momento o después, si quería llegar a lo más alto o postergar su carrera artística para desarrollar su vida personal y para darle cabida a su gran pasión que era el diseño. Selena estaba explorando, buscando, creando. Marzo de 1995 descubriría a Selena cantando para otros sellos, ayudando a componer a su esposo, siendo recibida por innumerables productores que la sumaban a ambiciosos proyectos advirtiendo el talento y el futuro que tenía Selena ... Y ella estaba gozando, sólo estaba gozando, vivir la vida como nunca la había vivido, paseándose por su casa y respirar contenta y alegre, feliz por lo logrado y expectante por lo que iba a vivir … Con miedo, con mucho miedo, pero arriesgando, queriendo ver hasta dónde podía llegar, hasta dónde quería llegar. Más de una vez Selena dijo tener miedo pero a su vez afirmar que había que arriesgarse para ver qué había “del otro lado”. Selena tenía dudas, era una bella mujer hipersensible que allá por febrero de 1995 llegó a decir que ese año sería fundamental para ella y para el despegue de la banda por todo el mundo. Tal vez si reparáramos en todo ello, si recordáramos a Selena no sólo por lo que era sino por lo que representaba, sentía y quería, tal vez nos daríamos cuenta del diamante que hemos perdido, el ángel que se nos escapó de las manos sin poder saber por qué y sin podernos explicar cómo no nos dimos cuenta de lo que sucedía hasta que sucedió lo inexplicable e inconcebible…

Selena es una linda persona, una persona que aún hoy puede generar toda clase de emociones, toda clase de sensaciones. Selena sigue enamorando, subyugando e impactando. Selena está tan llena de Amor que aún a 16 años desde que nos dejara sigue irradiando su Alma por todo el mundo y recibida por todos los que la supieron amar y la siguen queriendo. Y como el Amor de Selena es ilimitado, ella seguirá generando tanto cariño, tanta pasión, tanta ternura. Y mientras ello exista, Selena seguirá viva en los corazones de la gente que la sigue queriendo, que la sigue esperando, que no se resigna, que daría parte de su corazón, de su cuerpo, de su Alma, para que ella siga queriendo, amando, soñando, logrando todas las metas, sonriendo, y siga siendo feliz viviendo la vida que mereció vivir por derecho propio…

Y yo estoy aquí, Selena, para que tú sigas siendo más que una gran artista, más que un mito, más que una leyenda … Una mujer que fue feliz y supo hacer feliz a los demás…

Te quiere con toda el Alma, te ofrece mi corazón…

 

 
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  Sergio Ernesto Rodríguez
Buenos Aires, Argentina  Date: July 5th, 2011
 
 
 

Nos veremos en Monterrey, Selena…

 
 
“¡¡Vieron, vieron, les dije que iba a ser así!! ¡¡No me digan que no les avisé!! ¿Qué creían? ¿Que les decía cualquier cosa cuando se los vaticiné? ¡¡Ahí lo tienen!!”, les dije a mis hijas cuando, contra todos los pronósticos, los Tigres de Monterrey habían ganado un partido increíble contra el América cuando parecía que todo estaba perdido promediando el primer tiempo. Una vez más me jactaba de mis poderes de adivinar lo que iba a pasar, de lo que podía suceder con tal o cual cosa, no sólo en el fútbol, sino en política, espectáculos, mirando una serie detectivesca, lo que sea. En realidad, no era adivino, ni lo quería ser. Si yo tuviera que explicar cómo acertaba con determinadas cosas era simplemente porque me fijaba en esos pequeños detalles que nadie se fija o que para muchos pasan inadvertidos. Alguna vez mirando la serie Columbo, cuando le preguntaban al famoso teniente de la Policía de Los Ángeles cómo era que se daba cuenta de quién era el asesino o por qué sospechaba del movimiento de tal personaje, él solía decir que él sólo daba cuenta de determinadas circunstancias que no condecían con la normalidad de la situación. Entonces, él decía que si una persona solía salir a correr todas las mañanas puntualmente a las 9 horas y el día del crimen no salió entonces él anotaba eso en su libreta para acordarse de que era una cosa que debía tener una respuesta, una explicación. Yo razonaba del mismo modo. Yo siempre miraba las cosas de un modo distinto. Si estaba mirando un partido en una cancha de fútbol, yo no sólo miraba a los que llevaban la pelota sino miraba el movimiento de todos. Eso me daba una idea de todo, me daba un panorama de lo que estaba pasando y de lo que podía pasar. Por eso mis hijas se reían. Más de una vez me vieron gritar “¡¡Penal!!”, al advertir una infracción en el área del equipo contrario, y casi como un eco se oía el mismo grito desde la pantalla  de la televisión con la voz del relator y del comentarista deportivo. Pero estas cosas no me pasaban sólo en el deporte. ¡¡Claro que no!! Más de una vez decía que iba a pasar tal cosa del cual todos se reían y después el que se reía era yo al jactarme de haber acertado. Una vez había una candidata a presidenta en un lejano país sudamericano que estaba demorando el anuncio de quién la iba a acompañar en la fórmula presidencial. Era su reelección. Ya se dudaba antes si se iba a presentar a esa instancia, pues había padecido una desgracia familiar. Había muerto su esposo. Todos pensaban que no. Yo dije sí y acerté. Luego se dijo que el vicepresidente iba a ser el candidato Armando Bu, pero enseguida lo desmintieron y nombraron tantos posibles candidatos como el abecedario mismo. Yo le dije a mi esposa. “Vas a ver que al final va a ser el candidato Armando Bu. ¿Por qué? Muy simple. A la presidenta no le gusta que la prensa le adivine lo que va a hacer. Como ya se lo adivinaron van a decir cualquier cosa. Y cuando ya todos crean que el candidato es Darío Filmo o Eduardo Tomater, dirán que el candidato es, tal como se preveía, Armando Bu, el preferido de la presidenta”. Cuando llegó el anuncio, que aquí tenía mucha importancia pues lo decidido repercutiría en lo que  sucedería en mi país, yo les volví a decir a mi esposa y a mis hijas: “Van a ver. Van a ver. Es como yo les dije, Es Armando Bu. ¡¡Es Armando Bu!!” Y cuando lo anunciaron, pegué un salto, grité como si fuera un gol de mi equipo y les volví a decir. “¿Vieron? Yo no digo las cosas por decir. Yo lo digo con fundamento”. Recuerdo que una de mis hijas, Yamila, me dijo: “Papi, papi. ¿Alguna vez errarás algún pronóstico?”. “Dudo mucho, dudo mucho. Tengo mucha intuición, pero puede ser que me equivoque alguna vez, pero ¿por qué me lo preguntas?”, pregunté intrigado. “Por nada en especial, me dijo, pero me gustaría que si alguna vez te pregunto qué puede pasar con algo o con alguien me digas lo que pienses y sientas, aunque sea malo. ¿Lo harás, papi?”. “¡¡Por supuesto!!”, le dije, abrazando a Yamila con Amor y dándole un hermoso beso. “No te preocupes, yo no te defraudaré”, le dije y enseguida se me vino encima Paula, mi otra hija, quien por celos esperaba que le diera el mismo cariño que le brindaba a Yamila. “Nunca nos mentirías, padre, ¿no?”, insistió. “Jamás”, le dije con total suficiencia antes mis dos amores. Mi esposa me miraba con cariño y me daba un beso de lejos, con la satisfacción de tener a alguien al lado que podía darle alegría y seguridad a sus hijas … Pronto daría cuenta de que eso que prometía y que parecía ser tan sencillo de cumplir sería una de mis más crueles pesadillas de las que no sabía si podría salir alguna vez…

Yamila tenía 12. Paula, 10. Ambas eran fanáticas de Selena. Todo el día escuchaban sus canciones, no se perdían nada de ella, ni un disco, ni un programa de televisión o de radio. Yo nunca le había prestado atención, más que nada por mis múltiples trabajos y porque me costaba seguir algo que me parecía muy ajeno y que creía que era más propio del gusto de las mujeres y de los niños. Sin duda había prejuzgado a Selena.  Y lo pude certificar cuando llegó a esa larga serie de conciertos que diera al final de 1994, tanto en la Feria como en el Far West Rodeo. Mis hijas hubiesen querido ir pero eran muy pequeñas para mi gusto, y entre mi esposa y yo las convencimos de que no podían ir, que debían esperar un tiempo más. “Miren, hijas, ya serán más grandecitas y allí podrán hacer lo que quieran. Ustedes saben que Selena hace ya un tiempo que viene aquí varias veces al año. No será ésta la última vez. Esperen por lo menos un tiempito más, lo suficiente como para que puedan ir solas acompañadas con algún mayor, claro”, les dije. Ellas estaban muy entusiasmadas y este anuncio las desilusionó grandemente. Ellas hubiesen querido ir al concierto de la Feria. Tal vez las hubiese podido acompañar pero me parecía mucho llevar a las dos sin saber cuán peligroso era. En esto yo no pensaba en el público y menos en Selena. Si era por ello las hubiese dejado ir con la compañía de mi esposa, la mía o la de los padres de alguna amiga de mis hijas. Pero pensé en lo lógico, en lo natural. Pensé que había tiempo, mucho tiempo. Selena tenía 23 años, estaba en su mejor momento pero estaba lejos de tocar el techo de su carrera. Uno sabía, uno se daba cuenta de que la carrera de Selena era imparable y que pronto sería amada por todo el mundo. Que nosotros éramos privilegiados al ver los orígenes de su fama, el verla cómo iba evolucionando, cómo se convertía en una gran estrella. De hecho la fama que se ganó en esta ciudad le había dado proyección internacional a su carrera musical. Cuando Selena vino aquí en 1992 era sólo una famosa cantante tejana. Pero luego con su éxito aquí todo México, Estados Unidos, Centroamérica e incluso Sudamérica dieron cuenta de ella y ya por 1994 era de una de las principales artistas latinas encaminada a ser la mejor, sin duda. El sólo verla, el ver los éxitos que tenía, los premios que recibía y, fundamentalmente, lo querida que era ya daba cuenta de que no había nada ni nadie que la detuviera ... Y eso que yo veía todo de “refilón” ... Nunca me había detenido a observarla con detenimiento. Nunca la vi en toda su dimensión. Yo sólo la había visto por “partecitas”. Mis hijas muchas veces me tironeaban del pantalón para que me detuviera a verla cantar un tema entero, incluso mi esposa me pedía por favor que compartiera eso que tanto le gustaba a las niñas. Yo siempre prometía pero no lo cumplía. Aunque respetaba mucho a Selena, pensaba que no era para mí, pensaba erróneamente que estaba muy lejos de ella y de su música. Nunca se me ocurrió que iba a estar mucho más cerca de lo que podía imaginar … “Esperen niñas, tengan paciencia. Selena vendrá mil veces más y no faltará mucho para que ustedes la vean. Ya verán. Cuando se quieran acordar ya la estarán viendo en concierto…”.

Estaba por llegar fin de año. Recuerdo que estaba por salir de mi casa para preparar los últimos detalles para organizar la fiesta de año nuevo que se haría allí. Quería salir lo más rápida y disimuladamente posible porque tenía que comprar los regalos y casi no tenía tiempo para hacerlos, pero de pronto Yamila se me abalanza encima gritándome: “Papi, papi. Me tienes que llevar ya a la casa de Lupita. Es que hoy dieron en un programa un tema que Selena cantó en el Far West Rodeo y Lupita lo grabó. ¡¡Quiero verlo ya!!”. “¿Pero no puede ser más tarde? Es que tengo que…”, traté de explicarle. “No, no, ¡¡tiene que ser ahora!! Lupita se va esta noche a la casa de sus parientes en Aguascalientes … ¡¡y no volverá en dos semanas!! Y no voy a esperar para ese entonces para verla. Con suerte consiga que ella misma me haga una copia más tarde, pero yo no quiero esperar. ¡¡Por favor, papi!! Llévanos a Paula y a mí. ¡¡Es sólo un ratito!!”. Iba a decirles que no, que lo sentía, que esperaran la bendita copia, pero sentí culpa. La mirada de Yamila me impedía dar cualquier excusa. Siempre pensé que los hijos a la larga nos pasan factura de lo que hacemos por ellos, pero uno no toma conciencia y siempre abriga la esperanza de la contemplación, pero hay situaciones que nos dan cuenta de que ello muchas veces no sucede … Tenía la total seguridad de que Yamila y Paula me recordarían con odio para siempre si no las llevaba a la casa de Lupita. Y no iba a importar si en dos semanas lo vieran y si en un mes conseguían el concierto completo. Ellas recordarían el día que pudieron ver ese tema y yo no las dejé, como no las dejé verla en concierto en la Feria, en el mismo Far West Rodeo … Era demasiado. Los rostros de mis hijas lo decían todo. Era pasar del Amor al odio y resentimiento en un instante. Tal vez uno se resiste a la idea de que los hijos nos dejan de ver como ídolos para ver esa condición en otras personas. Pero cuando uno ve esas miradas sabe que hay que aceptar la realidad si es que uno quiere de verdad a sus hijos. Por eso, mientras pensaba cómo haría para hacer todo lo que me faltaba, les dije: “Bueno, está bien, vamos, pero sólo para ver el tema, nada más. ¡¡Y después nos vamos!!”. Mis hijas gritaron de una forma tal que jamás olvidaré y me abrazaron con un cariño inconmensurable. Sabía que ése iba a ser el mejor regalo de fin de año para ellas. Que ningún gran regalo suplantaría ver a Selena actuar en un concierto de hace unos pocos días atrás … O al menos eso yo creía hasta una hora después…

Llegamos como tromba a la casa de Lupita. Tuve que correr a gran velocidad para seguir el andar de mis hijas del auto estacionado a la puerta de la casa de los padres de Lupita. Apenas ella abrió las tres salieron corriendo para ver lo que había grabado su amiga. La madre de ella me recibió y me invitó a pasar para que yo también viera a Selena. “Yo admiro mucho a Selena. ¿Usted no? Mírela. Está fantástica. Se la ve cantando ‘Fotos y recuerdos’. Esta guapísima y se la ve divina actuando. Creo que no la veremos mucho tiempo más aquí. Me da la impresión de que pronto recorrerá el mundo y ya quién sabe cuánto tendremos que esperar para verla … ¿Quiere un café? Vaya con las niñas que ya se lo traigo. Usted disfrútela. ¡¡Yo ya la vi mil veces!!”. Yo asentí con una sonrisa y me adentré tímidamente al living en el que estaban las niñas esperando el momento tan soñado. Lupita puso “play” al casete que ya tenía preparado desde hacía mucho tiempo, en el que sólo avanzaba y retrocedía esos tres o cuatro minutos de felicidad, ese pequeño momento en el que se veía a Selena actuar. “¡¡Ven, padre, ven!! ¡¡Ven por fin a ver a nuestra Selena!!”, me dijo Paulita, y ya no me pude resistir. Me senté al lado de ellas y me dispuse a compartir con mis hijas por primera vez a Selena. Eran sólo unos minutos nada más. Ellas estarían contentas y yo satisfecho. Y pronto debía despacharlas y pensar en los regalos, en la comida, en el cotillón, en la bendita fiesta de fin de año … Al mismo tiempo que la madre de Lupita me acercaba sonriente y en silencio el café empezaba a ver a Selena cantando “Fotos y recuerdos”. Ella lucía hermosa con ese vestido azul y la veía más artista que nunca, muy carismática, con un gran dominio del escenario, y con una enorme autoridad y personalidad para llevar el concierto … pero algo pasó. No sé qué, pero intuí algo terrible, un destino cruel. Presentía que ésa iba a ser la última vez que Selena se presentaría en Monterrey. Que ya no habría otra vez y no era precisamente por alguna gira mundial de años que haría que Selena se olvidara de esta ciudad, su segundo hogar, como me dijo la madre de Lupita. No lo tenía tan claro. Tampoco sé qué era lo que me hacía pensar en eso. Veía a mis hijas supercontentas viendo a Selena y cantando con ella una de sus grandes canciones. Podía ser la letra, podía ser algún gesto de ella. Podía ser el público. Podía ser cualquier cosa. Pero estaba seguro de que le quedaba poco tiempo a Selena. Me sentía muy mal. “¿Y qué les digo ahora a mis hijas? ¿La verdad? Yo se los prometí. Si les digo lo que intuyo sabrían que es más que probable y no lo tolerarían … ¿Qué hacer? ¿Qué voy a hacer?”, me preguntaba una y otra vez. Ni siquiera podía remediar la culpa que me generaba no haber dejado que mis hijas vieran a Selena en la Feria o en el Far West Rodeo, pues ya había terminado la serie de conciertos. “¿Y ahora qué hago? ¿Cómo sostengo la situación? ¿Cómo soporto esta angustia?”, volvía a preguntarme. Recuerdo que mis hijas vieron mil veces el mismo tema. Al parecer cada vez que me pedían si podían ver de nuevo la grabación yo les decía que sí. Yo no me acordaba. Mi mente estaba en otro lado. No hay peor cosa que saber la verdad y no poderla decir. No hay peor cosa que guardar un secreto terrible con la angustia de que si uno lo revela es peor. Y más grave aún: saber que esa mujer tan encantadora se nos podía ir tan joven y que mis hijas jamás se repondrían de semejante pérdida…

Salimos de la casa de Lupita en dirección a mi casa. Como pude salí de la situación de disimular ante mis hijas mi angustia. Más de una vez me preguntaron qué me había parecido Selena y yo les dije que era espectacular. Pero mi tono y mi aire perdido les hacía preguntar si me pasaba algo, si estaba enojado. Más de una vez se los negué y más de una vez les dije que me pareció fantástica la idea de ir a la casa de Lupita. Cuando llegamos, mi esposa me esperaba, pero yo le hice una seña a las espaldas de mis hijas diciéndoles que debía irme por lo de los regalos. Le di un beso, luego les pedí a mis hijas que le dijera a su madre si se habían divertido y cuando ellas exclamaron que sí yo las abracé con mucha, mucha fuerza conteniendo el llanto. No sabía cómo iba a seguir. Me debatía entre no defraudarlas con mentiras, engaños, ocultamiento de cosas que sabía o decirles la verdad y hundirlas en el dolor y la angustia. Salí como pude de allí y de pronto mis planes cambiaron. Como si me anticipara a lo que estaba por venir compré un montón de discos, remeras, souvenirs, gorritos y cuanta cosa había de Selena. Me estaba anticipando al dolor de la pérdida, estaba regalándole a mis hijas cosas de las que indefectiblemente se aferrarían cuando Selena se nos fuera pronto. “Es todo lo que me queda de tu Amor … ¡¡Sólo fotos y recuerdos!!”, resonaba en mis oídos una y otra vez. Sabía que nada solucionaría esto. Sería pan para hoy, hambre para mañana. Sólo estaba postergando la verdad que indefectiblemente sucedería. “¿Qué hacer? ¿Qué hacer?”, seguía preguntándome en forma tormentosa. Cuando llegué, oculté como pude lo que compré, pero estaba sumido en un profundo dolor que casi no podía disimular. Tuve que pedirle ayuda a mi esposa para que me ayudara con la fiesta, pues le confesé que no me sentía bien. Cuando llegó fin de año, el único instante de placer fue darles a mis hijas lo que más anhelaban de Selena. Yamila y Paula no podían salir del asombro y de la alegría infinita. No lo podían creer. Me abrazaron, me dieron miles de besos, sólo tenían las mejores palabras para mí. “Papi, te quiero mucho. No sabes lo que significa esto para mí. El otro día te sentaste al lado mío para ver a Selena. Ahora estos regalos. Ahora sé que nunca me defraudarás, que siempre podré contar contigo”, me dijo Yamila y se quedó un tiempo largo abrazada a mí. Obviamente se me pegó Paulita dándome miles de besos. Esas palabras de Yamila pegaron muy fuerte en mi corazón y en mi Alma. Era lo más importante para mí, pero en ese momento era muy doloroso. Vivía al borde del llanto. Mi esposa me miraba sin comprender. Sabía que por algo había hecho esos regalos. No tenía escapatoria. Algo tenía que hacer, pero no le podía decir lo que intuía que iba a pasar. Tampoco podía quedarme con los brazos cruzados. Tal vez si podía dejar de sentir lo que podía llegar a pasar … Pronto busqué los lugares en los que se presentaría Selena y nada sería en Monterrey. Sólo sabía que haría otro Gran Rodeo allá en Houston a fines de febrero. Había algunos conciertos antes pero más pequeños. ¿Y si fuéramos a verla? Sí, ese concierto lo va a hacer. Estaba seguro. Empecé a hacer las averiguaciones correspondientes. Iba para adelante. No sé para dónde pero iba para adelante. Tenía que evitar decirles la verdad y la única forma de hacerlo era ver si acaso podía impedirlo, si acaso podía dejar de sentir esa horrible sensación…

De a poquito comencé a hacer las averiguaciones correspondientes para conseguir las entradas al concierto del Houston Astrodome. Y no sólo eso: tenía que conseguir los pasajes del avión, estadía y todo lo necesario para estar allí. Había pensado que lo mejor era reservar para unos cinco días, entre el 23 y el 28 de febrero, lo necesario no sólo para vivir el concierto sino la previa y el posconcierto, además de recorrer un poco la ciudad y los alrededores. Debía plantearlo como unas minivacaciones, como un lindo regalo que les hacía a mis hijas, ya que Yanina cumplía años el 20 de febrero y Paula el 12 de marzo. Sabía que era una locura, que iba a gastar mucho dinero. Encima tenía que regularizar los papeles del pasaporte, de la visa y de los permisos de los colegios para que dejaran salir a mis hijas del país. Era terrible tener que plantearles más de una excusa, más de un motivo. La causa era una, la más importante, y no la podía decir. No me importaba si al decirlo me tomaban como un loco o como un desubicado, o como un falso vidente que dice cualquier cosa para llamar la atención y ganar dinero con la inocencia de la gente. Eso no era lo que me importaba. Lo que me atormentaba era que no podía decirlo, no debía decirlo. Cualquier comentario mío llevaba el riesgo de que a la corta o a la larga lo supieran mis hijas, con todo lo que ello implicaba. Si había algo por el cual hacía semejante movilización era por ellas y porque no quería que sufrieran. Quería que al menos la vieran, quería que tuvieran una linda imagen, un hermoso recuerdo de Selena. Pero también sabía que eso podía ser contraproducente: ¿qué iba a hacer cuando se enteraran de la mala noticia? ¿Cómo lo superarían, quién las contendría? Sentía culpa, pena, dolor. Encima no sabía cuándo podía suceder la tragedia. Algo me decía que no faltaba mucho, que iba a ser muy pronto, pero no podía aún intuirlo. Tenía que ir para Houston y buscar la manera, hacer algo, averiguar, no sólo verla. Pensaba que si tal vez estuviera allí podía darme una idea de lo que podía pasar, alguna precisión. Estaba decidido. Por eso me alegré cuando tuve los boletos, los pasajes, los papeles, todo listo para ir a ver a Selena en su tercer gran Rodeo en el Houston Astrodome. Era hora de comunicarlo a las mujeres de la casa…

“A ver niñas, a ver Martha, ¡¡vengan por favor!!”, les dije apenas llegué del trabajo. “¡¡Les tengo que dar un gran anuncio!!” Paula vino corriendo primero, más lentamente apareció Yanina. Y a la segunda vez que grité por la reunión familiar vino mi esposa con aire contrariado. No quería alarmar a mi esposa por el asunto del dinero, por eso mentí en cómo llegué a este viaje. “Bueno, tengo que darles un gran anuncio, sobre todo a ustedes, niñas. Verán: por esas cosas del destino, alguien me ofreció en el trabajo participar de un sorteo para pasar unos días todo pago en Houston y ver un concierto que se llevará a cabo allí. Participé un poco por no desairar a mi amigo en el trabajo, otro poco porque me daban ganas de ir unos días de viaje para 4 personas. Pero en verdad no tenía ni media ilusión de ganar el premio. Pues bien: ¿a que no saben qué? ¡¡Gané!! ¡¡Nos vamos a Houston!!”. Al principio todos lo celebraron, pero no sentían que fuera un gran premio si era por unos pocos días y fuera de temporada, con todos los problemas que ello implicaba …”Es un lindo premio, ¿pero para cuándo es?”, me dijo mi esposa. “Es para fin de febrero”, le contesté. “Oye, pero falta sólo un mes para ello. No sé si tendremos tiempo para preparar todo para viajar allí”, me volvió a plantear mi esposa. “No te preocupes, Martha. Antes de comunicárselo a ustedes me aseguré de si teníamos todo en orden y lo está. Sólo faltaría avisar al colegio de las niñas: no creo que haya problemas con ello”, la tranquilicé. De pronto, noté que Yamila se había quedado mirándome fijo y en silencio. Algo la perturbaba, algo le hacía dudar. Luego de analizar la situación y de analizarme a mí mismo, miró a su hermana y le dijo: “Paulita: ¿no hemos visto el otro día que Selena se iba a presentar nuevamente en el Gran Rodeo de Houston? ¿No es por esa fecha?”. Paula se quedó pensando y cuando iba a salir corriendo a buscar la revista, yo les dije: “¿Y quién creen que es la artista del cual ganamos unos boletos para verla en concierto?...”, les pregunté sonriendo esperando la reacción. Paula empezó a gritar: “¡¡Es Selena. Es Selena!! La vamos a ir a ver, ¡¡por fin!! ¡¡No lo puedo creer!!”. Y se abalanzó sobre su hermana que llamativamente no había exteriorizado su alegría aunque se la notaba muy emocionada. Mientras ello ocurría, mi esposa se acercó a mí con cierta inquietud, desconfianza y preocupación. “¿Es cierto que has ganado ese premio?”. “Pues claro, ¿qué creías que había pasado? ¿Cómo crees que conseguí todo esto?, le pregunté tratando de disimular el verdadero motivo del viaje y de cómo había hecho todo. “Es que desde hace unas semanas que te noto extraño con tus hijas por el tema de Selena. Antes los regalos de fin de año. Ahora esto. No sé qué pensar”, me dijo algo consternada. Siempre supe que soy pésimo para mentir y ésta no era la excepción. Sabía que al otro día debía decirle a la única persona del trabajo con la que se contactaría mi esposa que debía decir que lo del sorteo era cierto, y si debía decir eso era porque lo que hacía era debido a la culpa que me había dado no dejar que mis hijas fueran a ver a Selena aquí en Monterrey … “No te preocupes, Martha. Es más simple de lo que tú crees. La otra vez lo hice pues recién tomé conciencia en la casa de Lupita lo tanto que quieren las niñas a Selena. Y creo que fui un tanto egoísta con ellas en decirles que esperen un tiempo para verla. No quiero ser un padre que sólo piense en el bienestar de uno. Quiero que las niñas me valoren por haberles facilitado las cosas para ser felices con lo quieren y no ser un egoísta que sólo quiere las niñas para sí siendo felices con lo que desearía uno. Lo demás fue casualidad. Tal vez Dios me escuchó y me facilitó las cosas”, le dije, mirándola con ternura. “¡¡Vamos, Martha!! ¡¡Mira lo felices que están las niñas!! Sólo son 5 días. Serán unos días para descansar, despejarnos y disfrutar. ¡¡Sólo habrá que contener a las niñas que se van a enloquecer!!”. Martha me abrazó y me dijo: “Tienes razón. ¿Sabes qué, Antonio? Eres una gran persona y tienes un noble corazón. Seguro que Dios te estuvo escuchando”. Yo sentí en el abrazo de Martha un gesto de fe, una apuesta a la confianza. No sé si me creyó, pero quería creerlo. No tenía por qué pensar que había nada malo. Dejó que llevara yo toda la situación sin preguntar nada más…

Habiendo pasado ya unas horas del anuncio y luego de cenar, Yamila se acercó a mí en silencio. La notaba extraña, como si algo raro viera en la noticia, como si intuyera algo, como si pensara que había algo más. “¿Qué pasa, Yamila, que no te has ido a acostar? ¿Estás aún excitada por la noticia? ¿No lo puedes creer?”, le pregunté acariciándole la cabecita. “Sí que te creo, papi. Sólo que me resulta extraño…”, empezó a decirme lentamente, como dudando de decirme lo que pensaba, como si planteándome su preocupación haría que supiera cosas que no quería oír … “Es que te noto algo cambiado, papi. Cuando Selena estuvo aquí te parecía que no estábamos en edad para verla, que ya habría tiempo … Ahora nos llevas a Houston. Al comienzo del año nos regalaste tantas cosas de Selena. Es como…”, me dijo Yamila mirando al piso, como si le diera vergüenza mirarme a la cara para hacerme estas preguntas, pero que ni así podía evitar decírmelas. Además, ella sabía que estos planteos no me molestaban para nada. Al contrario, prefería mil veces que me dijera lo que sentía antes que me enterara ya muy tarde después … “¿Es como qué, Yami?”, le pregunté con aire de tranquilidad pero algo intrigado por la conducta de mi hija … “Es como … como … como si fuera la gira de despedida de Selena. Como si no la vemos ahora no la veremos jamás. Tengo esa sensación…”. De inmediato abracé a mi hija tratando de no llorar en su cara. Cuando lo hice, sentí que Yamila temblaba como una hoja y estaba fría, muy fría. Traté de disimularlo lo más que podía, con la mayor naturalidad posible … “Pero no, Yamila. Para nada. ¿Cómo crees que Selena se va a despedir? Es muy joven aún. Ella cantará por muchos, muchísimos años. Aparte, si se fuera a despedir, ¿no crees que lo anunciaría? Y si no lo anunciara y lo fuera a hacer, ¿cómo lo sabría yo? No tengo manera…”, le dije con seguridad. “Pero tú tienes poderes. Tú sueles saber lo que va a pasar … Pensé que tal vez sabrías que Selena se iba a despedir…”, me dijo con una cara de tristeza y con gran angustia. Por un instante rogué a Dios que no estuviera pensando en lo peor, que cuando se refería a “despedida”, pensaba en eso, sólo en despedida de las actuaciones, nada más. Sin dejarla de abrazarla y acariciarla le dije. “Pero no, Yami, no. Si pensara eso te lo diría. Sabes que suelo jactarme de mis aciertos. Y aunque sé que no estaría dando la mejor noticia te lo diría, ¡¡claro que te lo diría!! Además, yo sería el primer sorprendido y el primero en decírtelo, pues si eso sucediera promovería juntar firmas para que no abandone la música, para que no nos abandone. ¡¡Te lo puedo asegurar!!”, le dije exultante. “Dime, papi. ¿Te gustó Selena cuando la viste en casa de Lupita? ¿Has visto que es fantástica?”, me preguntó Yamila con un semblante muy diferente, que denotaba tranquilidad. “¡¡Por supuesto, Yamila!! Yo ya sabía que lo era, pero ahora que le presté más atención y veo su evolución como cantante y artista, no se puede dejar de reconocer que es una grande que llegará muy lejos…”, le dije con una amplia sonrisa. Yamila me abrazó muy fuerte, esta vez más serena, sin estar tan fría, nerviosa y temblando. “¡¡Te quiero mucho, papi!!”, me dijo e hizo una larga pausa sin dejar de sostenerse en mí. Al rato me dijo: “Prométeme que nunca me mentirás. Que si me tienes que decir lo peor, siempre será mejor que me lo digas…”. Tragué saliva y la abracé bien fuerte. Tardé en contestarle pues sabía que notaría que estaba llorando. Sentí una presión terrible, pero tenía que afrontarlo. No iba a poder tolerar ver sufrir a mi hija. Ya lo estaba sintiendo y peor iba a ser con una gran desilusión … “Te lo prometo”, le dije y le di un gran beso. “Ahora ve a dormir y sueña, sueña con Selena”. Ella se fue rápidamente a su dormitorio. En cuanto supe que ya no saldría de allí salí al jardín de mi casa y lloré como nunca. Ahora sabía que tenía que impedir lo que iba a sucederle a Selena. Tenía que dejar de sentir esa horrible sensación, tenía que dejar de vivir esa pesadilla…

Cuando llegamos a Houston fue vivir una locura. Las calles estaban atestadas de gente no sólo del lugar sino de gente de innumerables Estados de los Estados Unidos y de México que ya habían venido para ver el concierto de Selena. No era para menos. Para muchos era el acontecimiento del año. Era el Tercer Gran Rodeo de Selena y todo indicaba que ella volvería a romper el récord de asistencia de público en ese enorme estadio. Ya lo había hecho en 1993 y el año anterior. Creo que fui uno de los tantos que se sorprendió sobremanera sobre la capacidad de convocatoria de Selena en tierra de los “gringos”. Si bien sabía que era popular aquí no me imaginé ver miles y miles de personas viniendo en procesión desde diferentes ciudades y pueblos del Estado de Texas. Jamás me imaginé ver tanta gente de Los Ángeles, de Chicago, de Boston, de Florida. Allí pude apreciar la dimensión de Selena en Estados Unidos que parecía ser mayor aun que en México y pude certificar que el futuro de Selena era enorme, sencillamente enorme … Se podía ver en eso que uno veía, pero también en la alegría, expectativa, esperanza, fe e ilusión de la gente. Había que ver lo contentos que estaban todos, la sensación de todos los presentes de participar en esa comunión de Amor con su artista. Se notaba que no sólo venían a ver a su cantante preferida … Venían a ver a un familiar, a la hija pródiga, a una hermana, una hija, una tía a la que se le desea lo mejor pues sabe lo que tuvo que hacer para ganarse su lugar en el mundo. Y encima ese cariño se emparentaba con su propia identificación con Selena. En ella la gente canalizó todas sus expectativas, todas sus metas en la vida. Todos sentían que si a Selena le iba bien a ellos también le iban a ir bien. Si Selena triunfaba ellos se levantarían cada mañana con el mayor ímpetu, con el mayor de los ánimos. Selena colmaba todas sus expectativas, todo un pueblo iba detrás de esa mujer que los interpretaba como nadie, como nunca nadie los había representado. Selena les había dado un lugar en un país, una identificación. Selena les dio un lugar en el mundo que empezó a prestarles un poco de atención. Podía explicarme en esta ciudad por qué les gustaba tanto Selena a mis hijas, lo que provocaba a mí, a mi esposa y a tanta gente semejante admiración. Es que Selena les cantaba a todos ellos, a todas las generaciones, a todas las razas, a todos los credos, y varones, mujeres, niños, ancianos y gente de todas las edades simplemente la amaban, y no sólo la admiraban sino que necesitaban certificar si estaba bien, si necesita algo. Todos la querían cuidar, todos pensaban darle todo a cambio de nada … como lo hizo Selena. Fue impactante ver todo esto y de pronto sumirme en la más absoluta depresión, cuando caía en la cuenta de que esta gente sufriría en no mucho tiempo. Aún no sabía cuándo pero sería pronto. Era horrible sentir eso e imaginarme lo que sería de Selena, lo que sería de esta gente, lo que sería de esta humanidad sin ella. Buscamos con nuestras hijas la manera de verla en los días previos al concierto. Fue imposible. Y cuando fuimos temprano el día del concierto al estadio para poder contemplarlo, quiso la providencia de que Selena apareciera del lado de los camarines para saludar a la gente aunque sea a la distancia. En cuanto mis hijas la advirtieron, salieron corriendo hacia ella. “¡¡Es Selena, padre, es Selena, vamos a saludarla!!”, gritó desesperada Paulita seguida de Yanina. Yo fui enloquecido tras ellas por temor a que se lastimaran y también porque no quería que invadieran ningún lugar restringido al paso con todos los problemas que ello me acarrearía. “Niñas, niñas, deténganse. Por allí no se puede pasar. ¡¡Las van a detener y a mí me sumarán un problema, por favor!!”, les imploré. “¡¡No te preocupes, papi!! ¡¡Estando Selena ello no ocurrirá!!”, dijo Yanina, al tiempo de que es tomada por uno de los agentes de seguridad quien la ataja en el aire para que no siga, mientras otro hacía lo propio con Paula. Mis hijas comenzaron a llorar implorando a Selena mientras que yo las tomaba mirando a los agentes con cara de lamento. “Tenga cuidado, señor, por aquí no se puede pasar. No hay que molestar a…”… “¿Y a quién iba a molestar estos dos tesoritos? ¡¡Suéltenlas ya!!”, irrumpió Selena dejando sin habla a los agentes que intentaron dar toda clase de disculpas. “Es que nosotros pensamos…” … “Ustedes pensaron mal. Yo estaba allí. ¿Qué les costaba avisarme que había unas niñas queriendo verme? Si no estuviera aquí debido a los ensayos o por estar descansando, lo hubiese entendido. Pero en este caso … ¡¡Ustedes ya saben lo que tienen que hacer!!”, los retó Selena mientras los agentes estaban mudos, con una gran vergüenza por haberla hecho enfadar. “Vengan niñas, no hay problema. ¿Quieren que les dé un regalo?”. Mis hijas gritaron un “Sí” enorme mientras la abrazaban al unísono. Y mientras las niñas no paraban de gritar, Selena no paraba de reír. “¿Pero niñas? ¿Es que han venido solas? ¿Dónde están sus padres?”. “¡¡Allí está mi padre!!”, me señaló Paula. Y allí Selena advirtió que estaba observando de lejos todo sin animarme a ir hacia ella. “Pero ven, puedes acercarte. ¡¡Mira que no tengo lepra!!”, me dijo Selena echando una enorme carcajada. Ella se apartó y me dio un enorme beso. “¿De dónde son ustedes? ¡¡Quiero saber algo más!!, me dijo intrigada Selena. “Nosotras somos Yanina y Paula, y mi papi se llama Antonio. Mi mami se llama Martha y se quedó en el hotel, pero pronto vendrá”, le dijo Yanina a Selena dejándome con la boca abierta ante su desesperación por presentarse. “Y somos de Monterrey”, le completé. “¿De Monterrey? ¿Vinieron hasta aquí para verme? ¡¡Les agradezco muchísimo!! Quiero que sepan que en verdad Monterrey es mi segundo hogar. ¡¡Quiero mucho ese lugar!!”, me dijo emocionada Selena. “Y pensar que papi no quería que fuéramos a verte allí en tus últimos conciertos del año pasado pues pensaba que aún éramos muy pequeñas para ir a un concierto. Y mira: ¡¡ahora estamos aquí por un concurso!!”, le dijo Yanina. “¿Ah, sí? ¿Y cómo es que…?”, estaba tratando de averiguar Selena hasta que la interrumpió una persona: “Disculpa Selena que venga hacia aquí, pero me mandó el Señor Quintanilla para decirte que debes ya prepararte para los últimos ensayos del concierto” ... Yo me quedé helado. Era una mujer. Una mujer de unos 10, 15 años máyor que Selena, pero parecía más grande. Pero no quise preguntar. Porque era ella. Esa mujer le iba a quitar los sueños a Selena. Y faltaba poco, muy poco. Lo podía ver, lo podía sentir. De fondo escuchaba los gritos de mis hijas, pero yo estaba allí petrificado mirando la nada, mirando todo ...Tuve que sentir el tironeo de pantalón de mis hijas y Selena diciéndome casi del mismo modo que a su “ex novio” en el tema “¿Qué creías?” para reaccionar: “¡¡Ey!! ¿No me oyes? ¡¡Acompáñame a la puerta del camarín para darles unos regalos a tus hijas!! Y no te pongas celoso, ¡¡que para ti hay también!!” y echó a reír mientras me daba una palmada en la espalda. Llegamos allí y Selena les dio toda clase de fotos, remeras, gorritos, souvenirs, y hasta prendas que solía usar en sus conciertos. Luego se me acercó a mí y me dio una foto autografiada: “¡¡Ey, tú, dormido!! Aquí te dejo una foto autografiada y este perfume de mi nueva colección para tu esposa. ¡¡Espero que lo disfruten!! Los tienen ustedes en exclusiva, ¡¡pues no salió aún a la venta!!”. Cuando vi la foto, noté que era efectivamente nueva. No la había visto antes. Era una hermosa foto de ella con su mano en el pecho, su pelo suelto y su mirada sugerente. “¿Te gusta? Formará parte de mi disco ‘Dreaming of you’ ¿Qué te parece para la tapa?”. Estaba por decirle que tal vez era una buena idea aun estando en estado de desconcierto total cuando apareció el Señor Quintanilla. Selena se espantó, me dio un beso y me dijo: “Me tengo que ir. ¡¡Mi padre me matará!! Te espero al término del concierto, así me explicas por qué te has quedado mudo desde hace un buen rato. ¿No te espanté, no? ¿Acaso tengo monos en la cara?”, y echó una de sus contagiosas carcajadas. Yo atiné a decirle un no terminante con un gesto mientras Selena no paraba de abrazar, reírse y darles besos a mis hijas. “Vuelvan, vuelvan pronto, así me dicen qué les pareció el concierto y ¡¡ver si vuestro padre recuperó la lengua!!”, dijo Selena despidiendo y dando besitos al aire y levantando el pulgar de su mano varias veces…

Casi no pude hablar de allí en más. Mis hijas no paraban de contar todo lo que habían vivido con Selena a mi esposa una vez que dimos con ella en el hotel. Yo hice todos los esfuerzos para mantener la compostura pero me era muy difícil. Vi que Yanina en el medio de la euforia se detenía cada tanto para observarme. Ella intuía que algo me pasaba pero imaginaba que ignoraba por qué aunque supiera que tendría algo que ver con Selena. En un momento me acerqué a mi esposa y le acerqué el perfume que le regaló Selena. Luego le enseñé la foto que me regaló y recién allí pude leer lo que decía el autógrafo: “With lots of love for you, Anthony, and for all of Monterrey. I'll be seeing you very soon!! I'll always be grateful to you for coming to see me. I am nothing without you all. This year I will amply repay all the love you have given to me for so many years. With love. Selena. Houston, February 26th, 1995”. Fue muy difícil contener el llanto. “¿Qué hacer? ¿Qué hacer ahora?”, me seguía preguntando. Fuimos al concierto y casi no lo pude ver. En cuanto la vi aparecer sólo lloré, lloré y lloré. Estaba bellísima, comenzó el concierto deslumbrando y sorprendiendo a propios y a extraños con ese “Disco Medley”, y pude ver cuánto la quería la gente. Pude ver la admiración de mis hijas, pude ver cómo quedó encantada mi esposa, pude ver lo notable que era como artista y como persona, y también podía ver el futuro. Cuando vi cómo hacía interpretando “Si una vez”, estallé en un llanto de profundo dolor. “¿Cómo una mujer como Selena que canta e interpreta como nadie vi en mi vida se nos iba a ir de esa manera? ¿Cómo alguien de su confianza le haría semejante daño? ¿Qué hacer? ¿Decirle a Selena lo que yo presentía? ¿Decirle a mis hijas lo que iba a pasar inexorablemente? ¿O quedarme callado y esperar los acontecimientos con impotencia y dolor?”, me preguntaba repetida y tortuosamente. De pronto veo que alguien me toma de la mano. Era mi hija Yamila: “¿Te emocionó el tema ‘Si una vez’, no papi? A mí también”, me dijo con lágrimas en los ojos. Yo la abracé pero no le dije nada. Quería decirle, pero iba a ser peor. Temía que ella también supiera o intuyera algo, pero no lo quise averiguar … Estuvimos así abrazados hasta el final del concierto. Recuerdo que permanecí inmóvil, pero cuando vi que Selena se iba ya a su camarín grité: “Selena, Selena. Aquí, Antonio. ¡¡Cuídate mucho!! ¡¡Te espero en Monterrey!!”. Pensé que Selena se había ido hasta que veo que vuelve a asomarse sólo para saludarme. “¡¡Allí estaré. Te lo prometo!!”. Y cuando le iba a decir quién sabe qué, uno de los custodios se la llevó. Pensé que era el fin…

Caminamos lentamente camino a la salida. Habíamos intentado por una hora ver a Selena a la salida del camarín, pero había un mundanal de gente que hacía imposible verla otra vez antes de volver a Monterrey. Todos hacían comentarios sobre el increíble concierto de Selena. No era para menos. Yo permanecía en silencio mirando buena parte del tiempo para el piso. Estaba destruido. No me animaba a mirar a mis hijas a la cara. ¿Cómo las iba a mirar cuando volviéramos a la ciudad y yo estuviera a la espera de la peor noticia, y con ella los llantos, el dolor, los señalamientos, las culpas? En un momento determinado veo que Yamila me toma de la mano sin decirme nada, como si me acompañara con el dolor, a la espera de que le dijera algo si era necesario, aunque fuera muy doloroso. Pensé que era el momento. Iba a ser lo mejor, pero no sería allí, sería en cuanto pisara Monterrey … “Yamila. Cuando lleguemos a Monterrey te tengo que decir algo. Se trata de Selena. Es que…”. “¿Es que te ibas a ir a Monterrey sin despedirte? ¡¡Te vi en el estadio!! ¿Qué más me dijiste? ¿Acaso te ibas a ir en serio sin que al menos tus hijas me vieran? ¡¡Explícamelo!!”, irrumpió Selena de la nada. Yo me quedé helado. No lo podía creer. Paulita fue a abrazarla. Mi esposa fue a agradecerle el regalo y a felicitarla por el concierto. Pero Yamila se quedó conmigo aferrada a mi mano. Cuando Selena fue hacia nosotros nos dijo: “¡¡Ey, Yamila!! ¿No te ha gustado el concierto? ¿Estás enojada conmigo? ¿Qué le pasa a tu padre que está mudo como una estatua? ¡¡Parece mi esposo Chris!!”. Y cuando estaba por echar su clásica carcajada, Yamila abraza de pronto a Selena: “¡¡Es que mi padre quiere decirte que te cuides mucho!! No se atreve a decirte para no preocuparte ni preocuparnos. Prométeme, Selena, prométenos a todos que te cuidarás mucho de todos, de que a la hora de hacer lo que sea pensarás en nosotros y en la gente que te quiere. ¿Lo harás? ¿Lo harás?”, y echó a llorar amargamente. Paulita abrazó a su hermana y a Selena. Y cuando mi esposa y yo fuimos a su encuentro, Selena hizo un gesto de ruego, pidiéndonos por favor permanecer abrazada a mis hijas. Las acarició un largo tiempo, les dijo muchas cosas hermosas, le contó de su infancia, le contó de sus sueños, les dijo cuáles eran sus planes hasta que ellas, sobre todo Yamila, echó a reír con ganas. Selena la miró y le dijo: “En un par de meses estaré allí en Monterrey. ¿Si te mando los boletos me irás a ver?”. Yamila le dijo “Sí” con un gesto en silencio. “¡¡Pues dalo por hecho!! ¡¡Nos veremos allí!! ¿Ves este anillo que tengo en mi dedo pulgar? Tómalo. Es para ti. Y a ti, Paulita: te doy mis aros que arrojé al escenario en cuanto se me cayeron. Di que A.B. ya está acostumbrado. Él mismo los recogió del piso. Guárdenlo. Guárdenlo bien. Si me lo cuidan, se los pediré allí en Monterrey. Y si lo tienen se los regalo. ¿Qué me dicen? ¡¡Miren que si lo pierden me lo tiene que pagar!!”, les dijo echando a reír a carcajadas otra vez. Yamila y Paula gritaron y la abrazaron largamente. Yo lloré mucho, pero algo en el ambiente había cambiado. Lo podía sentir. Pero quería que quedara consignado…

Me acerqué a Selena con el autógrafo. “Te pido un favor. ¿Podrías a mi pedido agregarle algo?” “¡¡Por supuesto!! ¿Qué quieres que le agregue?”, me preguntó. Le dicté: “I promised your daughters I will be back in Monterrey and I will not let them down!!”. Selena me miro sonriente pero su sonrisa esta vez era distinta. Sentí que había entendido el mensaje. Mientras firmaba Selena ese agregado la vi y sentí que ya no sentía esa premonición. Estaba seguro de que Selena vendría a Monterrey. Lo podía sentir, palpar, verlo en la mirada de Selena, en la sonrisa de mis hijas. Cuando Selena terminó de firmar me dijo: “Ya está. Aquí tienes. ¿Necesitas algo más?”. “No, ya no. Sólo me resta decirte que eres la mejor artista del mundo y que te espero en Monterrey” y la abracé fuertemente. “Hazle caso a Yamila. Ella tiene razón”, le dije al oído. “Ya lo sé, Antonio. Lo supe desde el momento en el que puso en palabras lo que decía tu mirada antes del concierto cuando te quedaste mudo…”, me dijo Selena mientras me miraba dulcemente y procedía a abrazar nuevamente a mi esposa y a mis hijas. Y cuando ya nos despedíamos luego de saludarnos miles de veces, Selena se acercó a las corridas al auto para regalarnos la chaqueta que usara en el maravilloso concierto. “Otra de las cosas que recogió A.B. del escenario”, gritó Selena y nos repartió miles de besos…

Ya en camino en avión de vuelta a Monterrey, Yanina me tocó el brazo y me dijo: “¿Qué era lo que me ibas a decir a la vuelta de Monterrey, papi?” … “¿Es que acaso no lo sabes?”, le sonreí y nos abrazamos un largo rato. Mi boca hubiese querido pronunciar el significado de ese silencio, pero no era necesario. Lo más importante era que ya no había de qué preocuparse. Selena vendría a Monterrey y nosotros estaríamos con los brazos abiertos esperándola…

(Eso es lo que pienso todos los días, Selena. Pienso como Antonio que algún día tendré tu destino en mis manos, y cuando llegue ese momento pueda ofrecerte la oportunidad que se te negó, que te quitó esa insensata. Yo sólo quiero tener esa oportunidad para que seas muy, muy feliz, siendo como eras, una hermosa, dulce y encantadora persona, y libre, libre como el viento, libre como era tu espíritu.)

Nada está perdido, Selena. Nada mientras yo pueda ofrecerte mi corazón…

Te quiere mucho…

 

 

 
English Translation click here    
  Sergio Ernesto Rodríguez
Buenos Aires, Argentina  Date: June 28th, 2011
 
 
 

Donde quiera que estés, recuerda, Selena…

 
 
Fue el año más lindo que terminó en la más absoluta tristeza, pero si tuviera una oportunidad de repetir la historia lo volvería a hacer, sin duda. No dudaría como no lo dudé cuando me propusieron ir al grupo Selena y Los Dinos. Tal vez mis compañeros de mi anterior banda nunca lo entendieron, pero si hubiesen estado en mi lugar hubiesen hecho exactamente lo mismo. Todos quedamos magnetizados cuando la conocimos haciendo el video “Donde quieras que estés”. Pero no hay que confundirse. No es que Selena sólo se trataba de una bellísima mujer a la que todo el mundo le rendía pleitesía como suele ocurrir cuando uno se topa con una belleza típica de una modelo o de una Miss Universo. No. No se trataba de eso. Muchas veces se endiosan a esas bellezas perfectas, a esas mujeres que son la encarnación de Dios mismo, pero cuando las conocemos esas mujeres perfectas no nos dice nada, no nos genera la misma emoción. Se me dirá que qué importa, que con esos atributos alcanza, que para qué más pedir si ya está todo dicho, si ya se tiene todo. El que piensa así seguramente nunca se ha enamorado ni nunca ha amado de verdad. Las mujeres que realmente emocionan son de esas otras, de las que nos impacta con su presencia, nos seduce con su mirada, las que tienen mucho para dar, mucho que transmitir. Y siempre preferiré a esas mujeres que a las Diosas del Olimpo que no saben transmitir la emoción que sólo las mujeres de verdad lo pueden hacer. Y eso era Selena. Selena no era perfecta y paradójicamente esa imperfección la hacía la mujer ideal, la más buscada, la más deseada, la que más seguidores tenía. Nunca podré olvidar su aparición ante nosotros, su sonrisa permanente, su buena predisposición a todo. Cuando la vi por primera vez, la vi muy bella pero no me generó nada más que ello. Si Selena era sólo su apariencia, no hubiese reparado tanto en ella. Me hubiese dedicado a lo mío y  nada más. Pero Selena era mucho más que ello. Esa sonrisa, ese carisma, esa personalidad, ese don de gente, esa humildad, esa generosidad, esas ganas de colaborar, de ayudar, de trabajar en grupo, esos deseos de triunfar, de vivir y de ser feliz impactaban a cuanto se le cruzaba en el camino. Pocas veces vi a alguien que con cada acto diario, con cada actitud, con cada palabra se notaran todos estos atributos. Era imposible no prestarle atención, no quedarse encandilado, no quererla, no enamorarse, no sentir que se estaba ante la mujer más hermosa del mundo, la mujer perfecta, la mujer ideal. Y no lo era. Al menos no parecía serlo. Tampoco ella quería aparecer como tal, o al menos no parecía que ella quisiera que la valoraran de ese modo. Un mal pensado, o alguien que no la conociera de verdad, hubiese pensado que Selena disimulaba su verdadera personalidad, que mostraba hacia afuera una imagen que en verdad no tenía en su vida privada o en su comunicación con la gente fuera de las cámaras. Pero el que la conocía de verdad sabía que Selena era así, simplemente así. Eso la hacía particular, única, irrepetible. Muchas veces pensé por qué era así, qué la hacía ser así, del mismo modo que uno se preguntaba cómo esa misma mujer que descollaba en el escenario era la misma que estaba con nosotros conversando, riéndose, comiendo un taco, una pizza, diseñando, viviendo con intensidad cada minuto de su vida. Y la respuesta que hallé con el tiempo es que esa mujer necesitaba Amor, mucho Amor. Ella daba todo su Amor para recibir lo mismo de los demás. Uno a través del paso del tiempo lo podía corroborar sin necesidad de saber de su vida privada, de su historia, de todo lo que tuvo que pasar. No había necesidad. Selena era tan llana, tan espontánea, tan franca, que no había que descubrir debajo de la alfombra nada extraño, nada particular para saber lo que quería, lo que deseaba, lo que anhelaba, lo que quería para sí y para los demás. Selena lo transmitía en todo momento, en toda circunstancia. No. Nunca vi a nadie así. A veces pienso que si acaso esa gran virtud no terminó siendo un gran error. Muchas veces no podía creer lo que decía en las entrevistas, porque aquello que Selena decía era lo mismo que nos podía decir a nosotros. No había ninguna diferencia. Así era Selena de franca y de sincera. Todavía hoy me acuerdo cuando tuvo que desmentir que se había hecho alguna cirugía en el cuerpo y no puedo parar de reírme. Pues Selena no se contentó con decir que no se había hecho nada, que todo era un invento, que todas eran versiones de dudosa intención. No. Selena invitaba a su entrevistadora que tocara ella misma sus pompis para corroborarlo. Todavía puedo ver la cara de desconcierto de la periodista, su cara sonrojada y su mirada de no saber cómo salir de la situación. ¡¡Y Selena se lo decía en serio!! No era chiste. Pero esa extremada sinceridad de Selena tal vez le haya jugado en contra. Cada vez más, y creo que lo que le pasó a Selena fue determinante en esa decisión, los actuales artistas se refugian en lo suyo, se rodean de guardaespaldas, pautan de antemano las entrevistas y juegan con su imagen aunque eso no tenga nada que ver con su personalidad. Muchos de esos artistas me preguntarán hoy día “¿Y a quién le importa saber cómo eres realmente? A ellos sólo les gusta que les des lo que te piden”. Y en parte es cierto, lamentablemente cierto. Recuerdo haber visto más de una vez la llegada de The Beatles a Estados Unidos en 1964 y el mundo -sobre todo las chicas- era un grito incesante, sin parar. Más de una vez me pregunté por qué gritaban, qué querían. Cuando veo esos conciertos en los que ellos no se podían escuchar lo que tocaban y cantaban por el frenético e incesante gritar de todos me pregunto qué buscaba la gente, qué los hacía alegrar, si acaso deliraban por lo que veían o por lo que querían ver. En aquellos tiempos John Lennon decía sentirse frustrado por no ser querido por lo que realmente hacía y era, que podía dejar de cantar y la gente seguía gritando por él y amándolo como si lo siguiera haciendo. Muchas veces se preguntó si lo querían por lo que era o por lo que querían ver de él. Y cuando con el tiempo se mostró cómo era realmente hubo alguien que se sintió desilusionado y lo asesinó … El mismo destino de Selena. Aunque lo de Selena fue peor, mucho peor. Lamentablemente muchos artistas tomaron nota de este destino trágico y vieron, con mucho pragmatismo, que no era negocio mostrarse tal cual es en la vida, que a la gente hay que darle lo que quiere, hay que mostrarse como ellos quieren, decir lo que ellos quieren escuchar y no quejarse. Y el mundo sigue andando … mal y sin Selena…

Muchas veces me pregunté, cuando pasó lo que pasó, si tal vez hubiese sido mejor no haber hecho nada, haberme quedado en el grupo, refugiarme en lo seguro, no cambiar. Obviamente que, con el “resultado puesto”, uno siempre se cuestiona sobre lo decidido. Y más aún cuando después de aquel nefasto día yo no volví a actuar prácticamente. Ni siquiera aparecí en la película hecha en su recuerdo, y que protagonizara y la catapultara al éxito mundial a Jennifer López .... Las ironías de la vida … Selena se nos va y la película en su recuerdo provoca el triunfo de otra artista. Y encima esa otra artista no sólo cosecha lo que Selena sembró durante tantos años sino que hace el recorrido que ella hubiese hecho sin duda producto de su éxito en un mundo preparado para abrirle las puertas en cuanto saliera el disco en inglés con un seguro y estruendoso éxito. No es que minimice el talento de Jennifer López. Al contrario. Si ella no fuera una gran artista, seguramente hubiese quedado atrapada en el personaje que la hiciera famosa. Y no fue el caso. JLo demostró que podía seguir su carrera al éxito sin renegar de Selena pero despegándose del furor que provocó la película mostrándole al público que ella tenía mucho más para dar que sólo representar a Selena. Y lo logró. Pero siempre pienso que buena parte de ese éxito se debió a tener muy en cuenta la vida, los proyectos y las ideas de Selena. Y me da pena que Selena no haya tenido esa oportunidad que sí tuvo Jennifer López. Siempre le pregunto a Dios por qué sólo una y no las dos, por qué la que generó todo esto fue la que tuvo que marcharse tan pronto sin ver el éxito mundial que sin duda hubiera logrado. No lo entiendo. Veo a tantas artistas latinas descollando y teniendo un éxito mundial, como es hoy el caso de Shakira, y pienso que todas ellas accedieron a ese mundo y a esos países tan distintos por lo que había generado Selena, por el camino que supo construir sólo Selena. Veo a esas artistas y todas tienen algo de Selena. Gracias a Selena ellas son consideradas y aceptadas. Cuando Selena actuaba todo era más difícil, sin duda. Ella no tenía la consideración de los “gringos” en Estados Unidos y mucho menos en gente de otras lenguas y culturas en todo el mundo, pues simplemente por aquellos años ’90 los latinos no eran tan apreciados mundialmente. Selena empezó a abrir el camino del éxito, del reconocimiento y de la consideración mundial a su música. Yo fui un testigo privilegiado de todo ello. Yo vi cómo no sólo el público latino la quería sino que su éxito y su figura comenzaban a ser apreciados por aquella gente que no se percataba ni prestaba atención en los artistas que hacían la música de Selena. Y así como pude comprobar con mis propios ojos lo que Selena era no sólo en Texas sino en México, pude ver cómo llamaba la atención de todo el mundo. Y estando con ella no me sorprendía para nada lo que Selena generaba. Selena era una sensación, una novedad, una artista diferente, fuera de lo común. Pero el destino hizo que la gente, sobre todo los medios, minimizaran su éxito. Antes de conocerla a fondo yo pensé que Selena era una artista más o menos conocida en la región de Texas y en algunos lugares en los que los latinos eran numerosos. Tuve que formar parte del grupo para corroborar que Selena era mucho, mucho más de lo que se decía y se creía de ella. Cuando fui a Texas por primera vez quedé impactado. Selena era para mi sorpresa toda una celebridad. Yo ignoraba que ella recibía premios desde que tenía 16 años en los Tejano Music Awards, me costaba creer en aquellos tiempos que en esa región una mujer tuviera tanto éxito en tierras en las que se destacaban y eran admirados en gran número sólo los varones. Y cada vez que me hacía la pregunta acerca de cómo llegó esta mujer a generar tanto éxito, la respuesta era siempre, siempre la misma: Selena era diferente, distinta, inigualable, tremendamente talentosa y carismática. ¿Cómo no rendirse a sus pies al contemplarla? Y aún así, Selena tenía sus miedos, sus dudas, sus interrogantes. Recuerdo que cuando fuimos a Festival Acapulco, Selena tenía un cierto temor a ser aceptada, pues si bien ella ya era una cantante muy exitosa y aceptada en todo México, Selena tenía la creencia de que el verdadero éxito en ese país sólo lo tenía en Monterrey, que más al sur de esa ciudad no tenía la misma consideración. Ni siquiera se convencía del hecho de haber participado en ese mismo Festival el año anterior, y en múltiples conciertos y programas de televisión. Como ella el año anterior había actuado a la tarde, ahora que actuaba de noche por el furor que había generado, pensaba que iba a ser más difícil la aceptación … Lo bueno que tenía Selena era que cuando subía al escenario se olvidaba de sus temores y se dedicaba a dar lo mejor de sí y a conquistar a cada uno de los asistentes a sus conciertos … Yo pude comprobar cómo gente que iba al festival para ver a otros artistas de su predilección quedaban no sólo subyugados por la presencia de Selena, por su voz, por su despliegue en el escenario, por su talento, sino que se subían al escenario para demostrarle su cariño, su agradecimiento, su admiración. Vi a varones, mujeres, niños, gente mayor, adolescentes, a todos cantando, saltando, siendo felices, agradecidos de estar allí compartiendo esa comunión de Amor y de afecto hacia una artista que les daba todo y los hacía partícipes de un espectáculo particular y único. Recuerdo haber recibido el cariño de la gente gracias a ella. Aún hoy me emociona recordar cómo un niño muy pequeño se subió al escenario, tocó la espalda de Selena para que ella lo advirtiera y así recibir un beso de su artista preferida. Y así todo el mundo. Por todo esto que viví estando tan cerca y sin que nadie me lo contara es que nunca comprendí que mucha gente pensara que Selena logró el gran éxito y la popularidad con su partida de este mundo. ¡¡Qué equivocados estaban!! ¡¡Qué poco conocían a Selena y lo que ella significaba para mucha gente!! La muerte no inventa nada. La muerte y fundamentalmente la forma de morir puede llamar la atención, pero no crea ni genera por sí sola nada. Desde luego que la muerte potencia las cosas, las agiganta, las multiplica, pero no pone al éxito a nadie “desde cero”. Si Selena generó luego de aquel nefasto día semejante locura de venta de discos y de todo lo que estaba relacionado con ella fue porque Selena era alguien importante para la gente y sobre todo era alguien muy, muy querida. Y eso a mí nadie me lo contó. Yo lo viví … en poquito más de un año…

Creo que a mí me pasó lo mismo que a tanta gente cuando Selena nos dejó. No lo pude aceptar. No lo pude asimilar. No pude reaccionar. Mi vida no fue la misma desde que ella se fue. Es curioso. Yo recuerdo que cuando ingresé al grupo yo ya era muy popular en mi ex grupo y esa popularidad se agigantó cuando entré al mundo de Selena. Cada vez que Selena me presentaba todo el mundo, sobre todo las chicas, gritaban y me ovacionaban. Yo sentía cierta vergüenza, porque no quería que esa admiración fuera mayor que la de mi colega Don Shelton, ni que opacara ni por un instante a Selena, que era capaz de hacer los coros en una canción que cantaba yo en uno de sus conciertos. Muchas veces yo me refugiaba en la tarea de coreografía y de voces sin hacer nada que sobresaliera, pues yo tenía el mismo sentimiento que cualquier admirador de Selena. Para mí la estrella y la figura eran sólo ella, y no quería que nadie ensombreciera ello. Yo había ingresado al grupo con la misma idea que tenían Abraham Quintanilla y la Emi con Pete Astudillo: destacarme en el grupo para luego hacer mi carrera solista. Yo había aceptado de buen gusto esa propuesta no sólo porque para mí era una gran oportunidad sino porque me daba la posibilidad de estar al lado de una artista increíble como Selena. Más de una vez pensé lo afortunado que era Chris Pérez de tener como esposa a alguien tan lleno de Amor como Selena. Confieso que a medida que pasaba el tiempo yo estaba cada vez más gustoso y orgulloso de participar y de pertenecer al grupo Selena y Los Dinos, y en mi fuero más íntimo yo no quería ya pensar en una carrera solista. Yo quería estar toda mi vida perteneciendo a un grupo que comandara Selena. Yo no quería despegarme de una artista sin igual como ella. Me había hecho la idea de ser un testigo presencial y muy envidiado de la carrera sin freno de Selena. Quería ser partícipe de ese grupo que colaboraba con Selena en ese éxito sin igual. Para marzo de 1995 yo venía pensando en plantearle primero a Selena, luego a su padre y por último a los demás que quería quedarme para siempre con ellos y que si tenía que irme era porque ellos ya no me necesitaban. Que si era por eso no habría ningún problema de mi parte. Si bien por lógica esta decisión debía decírsela primero a Don Abraham, quería que Selena fue la primera en saberlo para saber qué opinaba, pues era para mí mi más respetada opinión … Nunca se lo llegué a plantear. Selena se me fue sin yo poderle decir lo que deseaba, sin ver la alegría y el orgullo que ella podía sentir al escuchar que alguien le decía que renunciaba a cualquier carrera solista para colaborar en su éxito mundial. Todavía recuerdo haber escuchado la noticia, quedar shockeado, hacer llamados desesperados buscando que me dijeran que no era cierto, que todo era una burda y cruel mentira. Recuerdo haberme maldecido por no decirle todo esto antes, que tal vez si se lo decía esto no pasaba. Me sentí responsable, culpable. Sentí que tal vez podría haber cambiado el destino. Me sentí un tonto más al no darme cuenta de que esa mala mujer que le quitó los sueños a Selena nos había engañado a todos por años y por igual. Aún me pregunto cómo no nos dimos cuenta, cómo no advertimos algo malo en esa persona que parecía tan servicial, tan buena, tan normal … No lo superé nunca. Me refugié en mi llanto y en mi angustia. No me pude acercar más a ellos y ellos tampoco me buscaron. El tiempo y los recuerdos hacen como si yo no hubiese estado nunca, como si yo no hubiese sido partícipe no sólo del grupo sino del mejor momento de Selena. Ni siquiera figuro en todos los homenajes hechos en su recuerdo. Pero eso no importa. Siempre asumí y sentí que la única figura en el grupo era Selena. Que Selena era la única protagonista de la historia. Nadie más. Por eso no pude seguir con mi carrera musical. Sin Selena nada tenía más sentido. Sin Selena yo no podía cantar ni actuar más…

¿Quién podía decirlo? ¿Quién podía asegurar que las cosas cambiarían tan cruelmente en aquel hermoso año 1994? El destino es cruel, la gente es cruel, el mundo es cruel. Cuando estás arriba y el éxito te sonríe, tú eres adorado, eres un ídolo, eres un ejemplo a seguir. Cuando viene la desgracia, vienen los silencios, vienen las dudas, vienen los reproches, vienen las sospechas, vienen las habladurías, vienen los comentarios en voz baja. Ya nadie te idolatra, ya nadie toca a tu puerta. Y las cosas son más crueles cuando hay una muerte de por medio, una muerte que es producto de un asesinato, una muerte que es producto de una locura, una muerte que denota que algo no andaba bien o que algo no se detectó a tiempo. Siempre el dolor que es irreparable y que no haya ni consuelo ni explicación transforma el llanto en grito, el grito en impotencia, la impotencia en enojo, el enojo en buscar responsables, culpables, gente a la cual se la pueda señalar. Yo nunca pensé que viviría semejante cosa. Es como ir tranquilo caminando por la playa disfrutando de un día hermoso y soleado, en el que todo es lindo, en el que cada aspiración de aire fresco es el sinónimo del disfrute total, de la hermosa sensación de estar vivo, la alegría del sentir que se está tocando el cielo con las manos, hasta que de pronto un tropiezo, una caída a un pozo ciego que te va enterrando poco a poco, en una caída vertical que no tiene piso, que no tiene fin. Y en ese instante de desconcierto y de no entender lo que está sucediendo uno sentir que falta el aire, que no hay luz, que no hay paz, que la muerte es una posibilidad que está cerca, muy cerca. De pronto me sentí que no tenía nada y que ni siquiera eso era lo peor. Trataba de entender cómo le había pasado semejante cosa a Selena cuando la cruel realidad me hizo ver que estaba en el medio de las habladurías, de los comentarios con mala intención, en la peor de las condenas. Pronto di cuenta de que no podía dejar de llorar por la partida de Selena y ya tenía que asumir la densa realidad de no tener trabajo, de no tener grupo, de no poder volver atrás ni salir por un atajo para adelante. Y lo que es peor: cuando uno queda en el medio de estas desgracias muchos te toman como un “pájaro de mal agüero”, como un hombre que trae mala suerte, que eres parte de esa desgracia. Y ya nadie quiere acercarte a ti, como si tuvieras lepra, como si fueras a contagiarlos a todos, como si tu sola presencia podría provocar otra desgracia semejante. Es una sensación horripilante, humillante. Sentí que me moría dos veces, como si hubiese recibido un segundo disparo de esa asesina que le quitó los sueños a Selena. Es cierto aquello que se dice muchas veces: en un minuto todo puede cambiar y nadie está preparado para ello. Yo entré en el mejor momento de Selena, parecía haber sido bendecido por Dios mismo, parecía que sólo podría tener alegría al lado de Selena. Ni el peor mal pensado hubiese imaginado lo que sobrevendría después. Podría pensarse que si tuviera en mis manos el borrar de mi memoria y de mi vida todo lo que compartí con Selena lo haría para no tener que revivir aquel calvario que fue mi vida después de aquel inaudito y triste 31 de marzo. Pero no. Lo viviría de nuevo, lo viviría por aquellos buenos momentos que supe compartir con Selena. Viviría cada minuto nuevamente sin dudar y trataría de ver cómo evitar aquella locura. Aunque si tuviera la posibilidad de revivir aquello sabría que viviría cada minuto tratando de advertirle a Selena sobre su destino, sobre su fatal destino, y no sabría qué hacer, pues tendría terror de que ella se enojara conmigo si yo querría advertirle sobre lo que haría aquella mujer. Si hay algo del cual no podría soportar era que Selena se enfadara conmigo, que no me hablara más, que se ofendiera por mis sospechas por esa psicópata, que el padre de ella me terminara echando del grupo por promover la discordia, la mala onda y la división en el grupo. Sé igualmente que en la más absoluta emergencia haría lo que sea por salvarla aunque ello me costara no verla nunca más. Pero esa posibilidad me daba terror. Yo quería estar para siempre con ella…

Viví un año increíble del cual jamás olvidaré y que no lo cambiaría por nada en el mundo. Todo lo que viví aquel año parecía ser partícipe de un cuento de hadas, de un momento en el que Selena iba logrando uno a uno sus sueños, iba cosechando los frutos de semejante éxito. Empecé vivenciando cómo Selena había ganado un Grammy. ¡¡Un Grammy!! En esas épocas era muy difícil que un latino recibiera un Grammy: sólo había un rubro para premiar al mejor álbum méxico-americano. ¡¡Y Selena lo había logrado la primera vez que fue nominada!! Recuerdo que dudaba en llamarla para felicitarla. No hacía tanto que la conocía y pensé que era mejor hacerlo cuando fuera nuestro siguiente encuentro en concierto. Hasta que recibí un llamado. Cuando atiendo era Selena que con su tono habitual me decía: “¿Pero acaso no me vas a felicitar por el Grammy, Freddie? ¿Que no te has enterado de nada? ¡¡Te doy dos minutos para que corras para felicitarme!!”. Y colgó. Yo me horroricé. Pensé que se había ofendido en serio. Corrí como un loco en dirección a su casa. Ya era tarde. Cuando llegué golpee desesperado. En cuanto Selena abrió le dije casi implorando: “¡¡Disculpa, Selena!! Es que no sabía si llamarte o no. No quería molestarte. Sabes que soy nuevo en el grupo y todavía no sé cómo manejarme con ciertas cosas. Te ruego que me disculpes. ¡¡No volverá a suceder!!”. Selena se me quedó mirando fijo, miró hacia atrás al ver que Chris preguntaba quién era el que había llamado y cuando no aguantó más echó a reírse a carcajadas. “¡¡Ya veo que eres nuevo y noto que no me conoces!! ¡¡Era broma!! Sabía que no te atrevías a llamarme. Por eso lo hice. ¡¡Ahora sabes que si gano otro premio me tienes que llamar!! Y yo a ti. Porque en realidad cada premio que recibamos es el premio de todos. Y tú eres parte del grupo ahora”. Y acto seguido me abrazó, me dio un beso y me invitó a entrar a su casa. Recuerdo que Chris en cuanto me vio se sonrió y me dijo: “El que te pide disculpas soy yo, Freddie. Selena es así de incorregible, pero es buena persona”. Yo le hice un gesto como que no se hiciera problema, que yo entendía todo y que en definitiva ella tenía razón … Lo que no le dije es que por alguna razón en ese detalle pude cerciorarme de que Selena era una mujer que necesitaba afecto, Amor, muestras de cariño, que cada día le demostraran que la querían mucho, y que si no era así que se lo dijeran también aunque fuera doloroso. Pero Selena bien sabía que eso casi nunca sucedía. Todos los días Selena recibía el Amor de su esposo, el Amor de su familia, el Amor de su gente, el Amor de la banda, el Amor de todo el mundo. Pero era más que obvio que Selena necesitaba que se lo dijeran todos los días aunque supieran que todos la querían mucho. Intuí que Selena debió haber sufrido mucho de pequeña y de adolescente, y que tal vez ese sufrimiento nunca pudo exteriorizarlo, nunca pudo manifestarlo. Y más aún: creo que nunca se hubiese permitido mostrar ese sentimiento. Si había algo que la perturbaba, si había algo que la desacomodaba, prefería reírse a carcajadas y con ello cambiar de tema, cambiar de clima, cambiar todo. Selena no podía permitirse sentirse débil. Por alguna razón ella sabía que si mostraba ese sentimiento podía costarle caro, muy caro … Y nunca lo hizo. O tal vez sí. Tal vez aquel nefasto 31 de marzo mostró lo que no tenía o no quería mostrar … ¡¡Y vaya si lo pagó!! … Pobre mujer, pobre Selena … No puedo dejar de llorar. No puedo dejar de sentir ese dolor en el pecho, ese dolor en el corazón, ese dolor en el Alma. Si por esas cosas hubiese estado ese triste día en el Days Inn y no podría evitar que esa psicópata disparara ni apartar a Selena del lugar, hubiese expuesto mi humanidad para que Selena salvara su vida, no dejara de soñar, no dejara de seguir su camino de vida de Cenicienta. Ya quedé muerto en vida sin ella. Hubiese preferido quedar muerto de verdad si eso le hubiese dado la vida que Selena mereció y quiso vivir…

Vi todo, vi todo lo lindo, vi todo lo que esa mujer era capaz de hacer con su presencia, con sus ganas, con su empuje, con sus ganas de vivir la vida hasta lo máximo. Pude ser partícipe no sólo de lo que generaba en el escenario sino con sus propios emprendimientos. Selena fue lo suficientemente generosa como para promoverme como presentador de sus aperturas de las sucursales de Selena Etc. en Corpus Christi y San Antonio. Sabía que lo haría con gusto y que lo haría bien. Creo que Selena sabía que yo realmente deseaba que le fuera bien en todo, y que no me iba a hacer ningún problema si al otro día Selena me dijera que abandonaría la música para dedicarse al diseño. Sabía que aunque ella tomara esa decisión que implicaba que yo me quedara sin grupo y sin trabajo, yo sería una persona feliz, pues nada me daría más alegría que ver a Selena feliz con su vida y exitosa con lo que más quería hacer. Selena sabía que la quería lo suficiente como para apoyarla en cualquier cosa que se le ocurriera aunque a mí no me conviniera. Yo sabía que a Selena le gustaba cantar y que deseaba como el agua llegar a lo más alto como cantante internacional. Pero su gran pasión era ser diseñadora y sabía que no podía dejar una profesión para dedicarse a la otra. Eso traería más de un conflicto que Selena no quería tener, pues amaba tanto a su familia como a la gente, como a su vocación. También era cierto que Selena pensaba que para dedicarse al diseño y ser exitosa con ello, debía lograr el triunfo como cantante. Ella no podía hacer una cosa si eso provocaba la tristeza de alguien. Por eso hacía todo, era un torbellino difícil de contener, pero sabía en quién debía confiar para determinadas cosas, y Selena confío en mí para contarle a la gente lo que ella hacía, lo que ella diseñaba, lo que ella soñaba, lo que ella quería. Con el tiempo fui siendo la cara visible en cada presentación que hacía Selena de algún evento, de alguna promoción televisiva. Yo no era un gran presentador. Lo que pasa es que nadie se animaba a hacerlo y yo, si no fuera por Selena, tampoco lo hubiese hecho. Recuerdo que la última vez que hice de presentador televisivo fue en la inauguración del local de San Antonio del Hard Rock Café. Yo estaba nervioso como siempre. Muchas veces el estar al lado de Selena me generaba nervios pues siempre quería estar bien con ella, quería hacerlo todo bien para que ella se sintiera cómoda, a gusto. Pero muchas veces los nervios me jugaban una mala pasada. En aquella oportunidad, como me costaba que me salieran las palabras adecuadas para hablar del acontecimiento y para entrevistar a Selena empecé a gesticular en forma más que exagerada. No lo podía controlar. Y si tú le mostrabas esa debilidad a Selena eras hombre muerto. Al poco tiempo ya tenía a Selena imitando burlonamente cada movimiento que hacía, cada gesto ampuloso que efectuaba. Aun así, a la hora de contestarme, lo hacía con gracia, con humildad, con ganas de facilitarme las cosas, comprendiendo que de última estaba haciendo mi trabajo para promover a ella y al grupo. Pero las chanzas, las bromas no las pude evitar. Yo podía molestarme, yo podía enojarme al punto de marcharme, de no hacerlo más. Pero con Selena nada de eso ocurría. Todo con ella era diferente. Daba gusto verla contenta, verla feliz. Y todo lo que contribuyera a que cumpliera cada paso al éxito yo lo haría sin duda. Viví un año de ensueño, un año que yo creía que sería el primero de una larga serie de años en los que yo sería la persona más dichosa del mundo, la persona que sería enteramente feliz viendo feliz a Selena…

Fue un año en el que viví todo y no viví nada. Fue poco tiempo pero en un año en el que la vida de Selena fue literalmente un huracán. Viví cosas increíbles, lindas y de las otras. Tal vez de los malos momentos e inquietantes, y que debí haberlo tomado como una señal, recuerdo cuando en El Paso alguien irrumpió de pronto en el escenario y se acercó a Selena. Los agentes de seguridad se abalanzaron tan rápido sobre él que ni llegó a tocar a Selena. Yo creo que se trataba de un fan que sólo quería abrazarla, pero nunca pudimos certificarlo. Lo tremendo del momento fue que todos seguimos como si nada pero al rato Selena, aún shockeada, no pudo evitar decir públicamente que se había asustado. Fue un momento duro que rápidamente se superó, pero debí tomarlo como una señal de que algo no andaba bien, de que por allí íbamos camino al precipicio sin darnos cuenta … de que Selena iba camino a un infierno representado por una persona que todos conocíamos o creíamos conocer. Pero nada indicaba que estábamos por vivir un momento de horror con una pérdida irreparable, insuperable. Recuerdo haber pensado más de una vez dónde estaba el problema, cuándo había empezado el horror, si nada indicaba que íbamos en ese largo, triste y sinuoso camino. Cuando empecé a pensar más detenidamente sobre lo que venía pasando ahí creí notar determinadas conductas extrañas de Selena, creí verla dispersa cuando fuimos al concierto en la Escuela de Los Spurs en San Antonio, creí verla callada, preocupada y sin su sonrisa habitual en el concierto de Chicago, me llamaba la atención que en todo ese mes de marzo luciera con el pelo atado en sus conciertos y fuera de ellos. Eran señales y a su vez no lo eran. Más de una vez pensé que en condiciones normales muchas de mis conjeturas no existirían, ni siquiera repararía en determinados gestos. Pero es que no le encuentro explicación a tanta locura, a tanta barbarie. Más de una vez pensaba que Selena, cuando estaba en una situación así, siempre ponía una sonrisa, daba un mensaje de aliento, buscaba que uno viera el lado positivo de las cosas para que uno se encaminara hacia el mejor camino … Selena siempre ayudaba, siempre estaba cuando se la necesitaba, pues bromas aparte, ella sabía acompañarte cuando uno lo necesitaba, ella sabía escuchar. Y cuando el día o la noche nos descubría tranquilos y alejados de todo ritmo vertiginoso, Selena solía hablar de sus cosas, solía ponerse seria como nunca y desnudaba su Alma diciendo lo que le pasaba, lo que soñaba, lo que anhelaba su corazón. Recuerdo haber charlado largas horas con ella. Parecía estar hablando con otra persona pero era en realidad ella con su Alma al descubierto. Pocas veces vi a alguien tan joven que tuviera tantas metas claras, tantas ganas de hacer, tantas ganas de vivir. Uno allí entendía por qué Selena contagiaba con su risa, con sus palabras, con su aliento, con su cariño, con su Amor. Y así era con todo el mundo. Por eso era impensado que podía imaginarse semejante final, semejante atentado al Amor, a la ternura, a la sencillez, a la verdad, a la sinceridad, a la bondad. ¿Cómo una mujer de 23, casi 24 años, tan bondadosa y tan emprendedora como Selena podía ser víctima de tamaña violencia, de tamaña traición, de semejante engaño. Y no puedo quitarme de la cabeza que Selena fue la única víctima de su historia. Que ella fue única protagonista pero también única damnificada … Nada es casualidad en la vida…

Después de estar mucho tiempo llorando y tratando de superar lo insuperable, decidí dedicarme a otra cosa. Podría haber salido a los medios, podría haberme hecho destacar por algún escándalo, por alguna declaración polémica, o simplemente volver a empezar de nuevo otra vez, “desde cero” … Pero desistí de seguir mi carrera artística. Sin Selena nada tenía sentido. Con ella aprendí a soñar, con ella aprendí a que nada era imposible, con ella supe que se podía ser mejor artista y persona. Yo había pensado en entrar a su grupo como algo temporal para seguir como artista solista, pero en cuanto la conocí yo pensé en quedarme con ella para siempre. Y cuando estaba por decírselo me la sacaron de las manos, me privaron de ser feliz para siempre … Recuerdo que cuando se entregaron los Grammy en 1995, a diferencia de lo ocurrido el año anterior, estaba preparado para ser el primero en felicitarla, sorprenderla por estar tan al tanto de su nuevo galardón … Sentí una gran frustración cuando supe que no lo había ganado. Estaba por retirarme de mi casa con una gran desazón cuando escucho el sonar estruendoso de mi teléfono. Atiendo y era Selena: “¿Pero qué pasa Freddie? ¿Otra vez te has olvidado? ¿No me vas a felicitar porque estuve nominada en el Grammy otra vez?”. Y echó a reír a carcajadas. Yo la seguí con su alegría pero al poco tiempo se produjo un gran silencio. Allí supe que en realidad estaba triste. “Sí, muy lindo todo, Selena, pero el año que viene lo ganas porque, si no, ¡¡no te llamo más!!”, le dije para cortar ese clima melancólico. Y Selena echó a reír con ganas y me dijo. “Te prometo que lo ganaré.¡¡Es imperioso que lo gane otra vez!! Gracias por estar siempre allí, Freddie” y colgó … No hubo más premio. Allí pude darme cuenta de que si Selena ganaba ese Grammy en 1995 ella hubiese salvado su vida. No tengo duda. Ese premio la hubiese puesto ante los medios en forma permanente. Ese premio iba a ser más importante que el del año anterior. Selena iba a ser requerida inmediata y constantemente por periodistas, productores, artistas de todo tipo, admiradores … Selena hubiese estado muy ocupada en febrero y marzo de 1995. Selena no hubiese sido perturbada por esa mala mujer. No tengo dudas de que ese premio le habría salvado la vida y hoy la humanidad sería otra … No. No tengo dudas…

Muchos me preguntaron qué fue de mi vida en estos años, por qué no volví a cantar, por qué no seguí con el baile, porque no volví a mi ex banda. “No, muchachos. Créanme que lo intenté, créanme que hice lo posible para volver a actuar, pero no pude. Jamás podría volver a actuar sin tener la sonrisa de Selena. Había renunciado a ser solista. Y esa renuncia era indeclinable. Mi proyecto era con Selena. Y como Selena se fue, se acabó todo. Gracias por darme ánimo. Si quieren ayudarme, recen, recen por Selena, recen para que algún día nos despertemos y descubramos que vivimos una pesadilla, un mal sueño. Y que Selena está allí, siendo feliz y haciendo a todos felices. Si eso alguna vez ocurre prometo que volveré…”

Y ya no importa si nunca ello ocurra. Importa, eso sí, no perder nunca las esperanzas y estar preparados, listos para ese gran momento, pues por eso no volví a actuar más. Pues estoy esperando que Selena vuelva, que Selena vuelva a darle un sentido a mi canto, a mis proyectos, a mis sueños. Estoy esperando que Selena vuelva a darle sentido a mi vida, una vida que desapareció de las grandes carteleras desde que Selena se me fue de mi vida como agua entre las manos, desde que Selena dejó de reír y nosotros de ser felices…

(Yo también espero ese momento, Freddie. Yo también espero cada día certificando que nada fue cierto, que todo es un mal chiste, una pesadilla, la misma pesadilla que vivió Selena. Yo también la espero para volver a ser feliz…)

Yo sólo soy, Selena, un mero instrumento de tu recuerdo. Yo sólo soy una persona que quiere volver a verte viva y feliz…

Simplemente te quiere con toda el Alma…



 

 
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