¿Recuerdas esas tardes cuando cantábamos juntos, Selena?
Cuando Selena nació supe que de nada sirve hacer tantos planes, tantas
planificaciones, tantos preparativos, tantas metas con tanta
anticipación. Con Selena aprendí a que por más que se planifique todo,
cualquier hecho fuera de lo pautado y de lo pensado echaría por tierra
el camino que uno se había trazado. Tal vez si lo hubiese pensado
antes, otro hubiese sido el cantar, pero así son las cosas, así es la
vida, y en un punto por allí es mejor que todo sea impredecible,
espontáneo, natural, que todo salga sin tanta planificación ni orden
predeterminados. Mi esposa y yo habíamos pensado que tendríamos un
varón. Estábamos tranquilos y a la vez seguros de ello. Ya habíamos
tenido una pareja: un niño, A.B., y una niña, Suzette. Reconozco que era
la primera vez en la que me había involucrado totalmente en el embarazo
de mi esposa y ya tenía pensado hacer lo que no hice con mis otros
hijos, que era estar más involucrado en la crianza y en el cuidado. No
es que no lo quisiera hacer con mis otros dos hijos, pero en aquellas
épocas yo aún estaba involucrado en el negocio de la música. Siempre
quise vivir de ella pues aún soñaba con que podía progresar haciendo lo
que más me gustaba, que era cantar. También reconozco que era más joven,
tenía más ilusiones y era más machista. Pensaba que la crianza de los
hijos sólo era tarea de las mujeres, mientras los varones íbamos a
buscar el sustento. Pero siempre me sentí culpable de que estuviera tan
lejos de mi esposa cuando más me necesitaba, que era cuando estaba por
tener a los niños o cuando tenía que estar con ellos en los primeros
tiempos de sus vidas. Igualmente, debo confesar que yo fui criado a la
antigua y siempre pensé que nosotros, los varones, teníamos la
responsabilidad de mantener la familia, la casa, y establecer las pautas
para dar tranquilidad a nuestras mujeres y a nuestros hijos. Pero con el
tiempo supe que me perdí momentos importantes en la vida de mis hijos
más grandes, por lo que en este tercer hijo haría la excepción que me
exoneraría de toda culpa. Ya habíamos pensado ponerle Marc Anthony a
nuestro hijo. Me parecía un buen nombre pues le daba distinción y
fuerza. Ya me lo imaginaba fuerte, con un gran carácter y dispuesto a
llevar adelante una gran empresa, dispuesto a lograr lo que se
propusiera. Es curioso cómo con un nombre somos capaces de imaginarnos
toda la vida de una persona aun antes de que nazca. Pero es indudable
que cuando un hijo viene en camino proyectamos nuestras propias
expectativas en ellos, y tal vez esperamos que ellos hagan lo que
nosotros no pudimos o no quisimos hacer. Yo estaba en una etapa de mi
vida en la que me sentía frustrado porque tuve que abandonar
momentáneamente la música para tener un trabajo más convencional y
seguro que me permitiera tener más tranquilidad a la hora de mantener a
mi familia. A esa altura pensé que difícilmente podría retomar mi
verdadera vocación, máxime con la llegada de mi tercer hijo. Pensé que
era un buen momento para comenzar una nueva etapa, en la que pudiera
disfrutar más de mis hijos y de mi casa, y dejara como un pasatiempo el
dedicarme a la música. Sabía que no iba a poder seguir con Los Dinos,
por lo que decidí refugiarme en mis horas a solas en la sala de mi casa
para tocar viejas canciones esperando un milagro en el que pudiera
volver con mis compañeros de aventuras y seguir ese hermoso camino de la
música con Los Dinos. Soñar no costaba nada y quién sabe si algún día
Dios decidía que era mi hora para hacer aquello que tanto me gustaba.
Mientras tanto, no quería presionarme más a la espera de mi tercer hijo
y sólo quería dedicarme a vivir lo más digna y placentera la vida. Pensé
que vendrían tiempos tranquilos y predecibles en mi vida. Pero se ve que
Dios no pensaba lo mismo y pronto me daría cuenta de lo que me depararía
el destino…
Cuando el médico me dijo que tendría una niña me sentí
desconcertado. En primer lugar, porque con Marcella teníamos todo
planificado para un varón: la ropa, la cuna, los juguetes y los regalos
eran para la llegada de Marc Anthony. No para … una niña a la que nadie
le pensó poner un nombre. Ni siquiera lo manejamos como una posibilidad.
De pronto me vi en la encrucijada de tener que decidir en un momento un
nombre para una niña. Lo que nos llevó meses en decidir el nombre de un
varón, pensando en el nombre adecuado, en las expectativas que
tendríamos de él, en lo que pensábamos que iba a ser, ahora en un día lo
debíamos hacer con una niña … ¡¡que ya había nacido!! Parecía destinado
que esta niña nos iba a sorprender siempre con cada cosa que hiciera
desde el primer momento. Supongo que aunque hubiésemos pensado en el
nombre de una niña en función de lo que imaginábamos que iba a ser y en
lo que nosotros esperábamos de ella, tampoco hubiésemos dado en el
clavo. Esta niña estaba destinada a ser distinta, a ser diferente, a
sorprendernos. Sabía que tendría que tener un nombre especial, un nombre
distinguible, no sólo sencillo, pero en verdad no se me ocurría nada. Me
estaba por sentir culpable cuando mi esposa me dijo que una vecina de la
sala de cuartos del hospital tenía un nombre para nosotros. Esa mujer,
al revés de nosotros, esperaba tener una niña y le nació un varón ...
Ahora que lo pienso, ¡¡cómo cambiaron los tiempos!!: ahora se puede
saber el sexo de los niños mucho antes de nacer por lo que se puede
pensar con mucha anticipación los nombres de nuestros hijos; antes, no
sólo no lo sabíamos sino que muchos teníamos que planificar el nombre de
ambos sexos por las dudas ... La cuestión es que esa mujer pensaba
ponerle Selena a su hija. Era sin duda un nombre original, poco común,
muy particular. Me puse a estudiar el significado de su nombre y noté
que venía del griego y significaba “Diosa griega de la luna”. Me gustó,
pues tenía para mí la misma fuerza que el nombre Marc Anthony. Estaba
convencido de que ese nombre tendría influencia en la vida de esa niña,
por lo que le dije a Marcella que lo aprobaba si dudar. Ella también lo
aceptó aunque mi esposa se sentía culpable por no haber pensado un
nombre para la niña antes, que no la habíamos previsto, siendo que era
una posibilidad concreta. Yo la tranquilicé diciéndole que Dios siempre
nos pone a prueba para medir nuestra verdadera templanza, qué tan fuerte
somos para superar diferentes pruebas en la vida. Ella se contentó con
mi explicación tan convencida. Y si bien yo se lo dije muy seguro, con
el tiempo me di cuenta de que Dios nos puso más de una prueba para
medirnos y muchas fueron muy difíciles de superar, otras imposibles…
Desde el mismo momento en el que la vi por primera vez
supe que Selena tendría un destino, una vida muy diferente de la de los
demás. Y no es que minimizara a mis otros hijos. Para nada. Es cierto
que yo tenía la experiencia con Selena que no tuve con ellos. Yo la vi
nacer. Yo la vi crecer de cerca. Yo le cambiaba los pañales. Yo acompañé
su crecimiento. Pero uno también se da cuenta con una mirada, con un
gesto, con algo que a veces es difícil de explicarlo con palabras, pero
que nosotros sabemos muy bien de qué se trata. Cuando la vi por primera
vez a Selena ella me sonrió y allí me di cuenta de que esa niña tenía un
carácter especial, que le gustaba agradar, que quería sacarle una
sonrisa a cada uno que se le acercaba. Sé que cualquier padre con sus
hijos ve las cosas de otra manera e interpreta cada gesto como algo muy
especial. Pero yo estaba convencido de que esa niña tenía algo que la
distinguía. Mis otros hijos eran obviamente tan hermosos como ella y
tenían sus virtudes, pero ella estaba destinada a ser el centro de todo.
A.B. tenía sus inquietudes pero él era más retraído, y le gustaba
encerrarse a pensar y en hacer las cosas solo. En un punto él era como
yo. Y Suzette era como su madre. Era retraída y obediente. Ella aceptaba
lo que le deparaba el destino y se contentaba con tener una vida más
convencional. Pero Selena … ella no iba a hacer lo que nosotros
pensábamos que podía hacer. Yo ya me di cuenta cuando tenía dos años:
uno le podía marcar el camino que debía seguir, ella podía decirnos “OK,
ya lo hago”, pero inmediatamente se ponía a hacer otra cosa y si yo me
acercaba para regañarle ella me sonreía y yo me derretía, me reía, y
terminábamos a los abrazos y a los besos. Selena me había comprado
definitivamente con su simpatía, con su carisma, con su bellísima
sonrisa. Me había agarrado en un momento en la vida en la que yo ya
empezaba a pegar la vuelta en la vida, cuando ya A.B. comenzaba su
adolescencia y Suzette iba también creciendo. Tal vez Selena percibió
que me sentía un poco solo y melancólico por mi sueño frustrado y
reservado en aquel cuarto en el que me dedicaba a hacer mi música. Más
de una vez Selena se metía en ese cuarto pidiéndome permiso para
acompañarme y escucharme sentada sin molestar. Yo al principio temía que
su Alma inquieta le hiciera inevitable interrumpirme para preguntarme
tal o cual cosa. Selena era una niña, de todos modos. Pero no. En esos
momentos Selena permanecía en su sillita callada y me observaba sin
decir nada y viendo cada uno de mis movimientos. Allí me di cuenta de
esas dos facetas que tenía Selena. Ella estaba todos los días al lado
mío y requiriéndome para jugar, para charlar, para reír, para lo que
sea. Había asumido cabalmente el rol de la baby de la casa y yo era su
ídolo sin duda. Selena era un torbellino y cuando requería de cualquiera
no se le podía decir que no. Pero no era de esas niñas que hacía un
berrinche si no se hacía lo que ella deseaba. Selena no era de esas
niñas caprichosas y de mal carácter que era capaz de las peores escenas
para que se hiciera lo que ella esperaba de uno. Tampoco era de esas
niñas que pedía cosas insólitas y sin sentido. Selena pedía cosas con
una sonrisa y con esa mirada tan linda y tan compradora que era
imposible decirle que no. Además ella pedía cosas simples. Por allí
venía a las corridas y decía “¡¡Daddy, daddy!! ¡¡Sonríeme por favor!!” y
se quedaba a mi lado mirándome y abriendo bien la boca en la que se
veían perfectamente sus dientes. Yo me reía con ganas y ella se iba
feliz. Y después volvía y pedía lo mismo. Desde que ella entró en
nuestra casa y en nuestras vidas, llenó nuestro hogar con sus risotadas,
con sus ganas de vivir y de alegrar a los demás. Selena necesitaba a
cada momento que le demostrábamos que la queríamos. Yo me daba cuenta de
que para ella eso era muy importante y más de una vez les indiqué a mi
esposa y a mis otros hijos que lo tuvieran en cuenta pues Selena sufría
si no se lo demostrábamos. Por eso tal vez entendía esa otra faceta de
su vida, la de esa niña callada que me observaba en silencio y con
atención lo que yo hacía por horas. Más de una vez cuando me detenía
entre tema y tema yo le decía que si se aburría o se cansaba se podía
marchar, pero ella, lejos de ello, se negaba enérgicamente y me pedía
que siguiera cantando y tocando la guitarra. Me sorprendía lo fascinada
que estaba y lo distinta que era allí respecto de otros ámbitos en los
que estaba siempre hablando, gesticulando, riéndose a carcajadas. Allí
me daba cuenta de la sensibilidad que tenía Selena, y que muchas veces
la “otra Selena” que tanto se percibía tapaba a esa silenciosa niña tan
atenta y que estaba tan encantada acompañándome en esos momentos tan
íntimos en los que sólo si uno lo siente de verdad es capaz de
disfrutarlo. Ésos eran los momentos en los que me sentía más cercano a
Selena, a la verdadera Selena que mostraba todos sus sentimientos, todo
su corazón, toda su Alma para compartir algo tan importante para ella,
para sentirse en familia y en compañía, algo que ella necesitaba como el
agua…
Nunca uno puede prever el alcance de una determinación y
mucho menos en una situación en la que yo pensaba que nada cambiaría mi
vida. Había comenzado a resignarme a trabajar en esa compañía petrolera.
No es que la pasara mal: sabía hacer muy eficientemente mi tarea y lo
hacía con gusto. Pero no era mi vocación. Yo seguía pensando en la
música aunque ya no pensaba en Los Dinos. Cada uno de los integrantes
había empezado a hacer sus vidas fuera de la música, como lo había hecho
yo. Nos había pasado como a la mayoría: nuestros anhelos de hacer
realidad el viejo “sueño americano” dejaban paso a la realidad de
contentarse con llevar el plato de comida a la mesa con lo que pudiera y
esperando un milagro que nos sacara de una vida resignada y sin muchos
proyectos más que los de trabajar duro poniendo lo mejor de sí a algo
que tal vez ni nos gustaba. A mí me había resultado muy duro dejar la
música y circunscribir mi vocación a cantar solo en un cuarto. Yo había
soñado con otra cosa, pero no sólo me había acostumbrado, sino que había
encontrado otro motivo para canalizar mi necesidad de seguir conectado
con la música cuando tuve la oportunidad de enseñarle a tocar el bajo a
mi hijo A.B. Él se había interesado en tocar ese instrumento y yo no
sólo se lo compré sino que rápidamente comencé a enseñarle a tocar. No
es que yo me había hecho una gran perspectiva con este hecho. No dejaba
de ser un hecho familiar en el que me permitía acercarme a A.B. con la
música y darle una atención que no había tenido con él siendo muy
pequeño. Ni se me pasó por la cabeza que este hecho me llevaría más
lejos de lo que uno podía esperar. Creía, eso sí, que era una linda
ocasión para que todos estuviéramos más cerca como familia y que de
alguna manera nos uniera más a través de la música. Nunca pensé que iría
más lejos que eso, y si lo hubiese pensado jamás lo hubiese imaginado
que sería por intermedio de Selena y por celos … Un día estaba tocando
en soledad mis canciones en esas tardes de fin de semana en las que me
permitía seguir conectado y soñando con mi música, y me llamó la
atención que Selena no apareciera. Si no fuera porque apenas un rato
antes la había visto en su cuarto leyendo en compañía de su hermana, me
hubiese preocupado, pero como sabía que estaba allí supuse que quería
quedarse allí leyendo, estudiando o simplemente hablando con su hermana.
De pronto veo que se abre la puerta muy de a poquito y observo que la
cabecita de Selena se asoma tímidamente. Selena se me quedó mirando y
esperando mi aprobación. Yo le sonreí en señal de que podía entrar sin
problemas. Me dio mucha alegría verla: era una señal de que no se había
olvidado ni cansado de esas tardes en la que estábamos juntos
compartiendo en silencio mi música. De pronto, Selena me dijo: “Daddy,
¿por qué no tocas el tema ‘feelings’?”. Me sorprendió la propuesta, pues
si hubiese pensado en alguna petición de un tema, hubiese pensado en
otros temas que yo seguro no sabría tocar, pero accedí rápidamente a su
propuesta. Pero apenas comencé a tocar el tema y estaba presto a
interpretarla, Selena se me anticipó y comenzó a cantarlo ella. Allí
entendí por qué llevaba un cuaderno encima, que era el mismo que tenía
minutos antes en su cuarto acompañando a su hermana. Pero pronto olvidé
de ello cuando la oí cantar. Me costó seguirla con la guitarra pues
quedé fascinado con su voz. ¡¡Era increíblemente bella!! Cualquiera
hubiese imaginado que en todo ese tiempo había estado estudiando canto o
algo parecido. Y no era así. Selena no quiso mirarme en un principio
para no perder la concentración en lo que estaba cantando y otro poco
pues no quería dejarse llevar por mis miradas de sorpresa, que
seguramente ella no sabría de qué tipo serían. Recién en el medio de la
canción y cuando se sintió segura de que lo estaba haciendo
correctamente, se permitió observarme con una sonrisa. Grande se
pusieron sus ojitos cuando vio mi cara de sorpresa y admiración. Eso le
dio más fuerza y seguridad a su canto. Cuando terminó, yo permanecía
mudo observándola. Ella me dijo: “Quería darte una sorpresa. Quería
demostrarte que yo también puedo hacer algo mientras A.B. toca el bajo y
tú le enseñas. ¿Me dejarás seguir cantando, daddy, please?”. Allí
entendí por qué había hecho todo esto. Pensó que yo no le daba la misma
importancia porque dedicaba parte de mi tiempo a enseñarle a tocar el
bajo a A.B. Pero ahora yo no pensaba en eso. De pronto sentí que era el
momento de volver a la música, pero de un modo diferente, de una manera
que yo no la había previsto. Le dije a Selena: “¡¡Pues claro que
seguirás cantando!! ¿Y sabes qué? La próxima vez que le enseñe a tocar
el bajo a A.B. tú cantarás lo que toquemos. ¿Qué te parece?”. Ella me
dijo que le parecía genial la idea y me dio un abrazo y un beso enormes.
“¿Pero en serio que te gustó, Daddy, o sólo me lo dices de cumplido?”,
me inquirió Selena buscando que le dé la seguridad que ella esperaba más
que nunca en ese momento. “Selena, hija mía. Cantas maravillosamente
bien y ya verás en breve cómo es cierto y sincero lo que te estoy
diciendo. Si quieres puedes seguir cantando y así podremos que las
tardes no sean yo sólo en la guitarra y cantando. Lo que podemos hacer
es que yo sólo toque y tú cantes. ¿No te parece una buena idea?”. A
Selena le pareció una excelente idea, más que nada porque sentía que
volvía a ocupar el lugar central que sentía que había perdido. No podía
imaginarse lo que había despertado en mí. Por lo pronto, en los días
sucesivos puse a Selena a cantar cuando le enseñaba el bajo a A.B. y a
su vez le pedía que me acompañara en esas tardes a ponerle la voz a mis
canciones. Pensé que podía aguantar un tiempo más, pero al corroborar la
capacidad de Selena para cantar y asegurarme del talento en bruto que
estaba frente a mí decidí no esperar más. Compré los elementos básicos
para que una banda pudiera tocar en casa y decidí involucrar a toda la
familia en el proyecto, en mi proyecto, en mi sueño. Recién cuando llevé
todo a mi casa, y ya con los hechos consumados, les expliqué a todos mis
proyectos. Si bien para todos era difícil aceptar y entender lo que
estaba sucediendo, sabía que Selena y A.B. podrían sobrellevar mejor la
situación. Mal que mal ellos seguirían haciendo lo que habían elegido.
Lo más difícil era que mi esposa y Suzette aceptaran sus nuevos roles,
pero contaba con el carácter de cada una de ellas de aceptar su rol en
el convencimiento de que ellas estaban más para acompañar los proyectos
de los demás que en ser protagonistas, pero entendía que era muy
difícil. Suzette no dejaba de ser una adolescente que lo que menos
quería era tocar música y mucho menos la batería. Y mi esposa quería que
fuéramos una familia feliz conforme con lo poco que habíamos logrado con
tanto esfuerzo. Yo los entendía a todos y en un punto era lógico pensar
que era mejor contentarse con lo que se tenía. Pero al ver a Selena
cantar de ese modo y con esa gracia a esa edad no podía dejar de pensar
que el deseado “sueño americano” era una realidad, al menos en mi caso.
Valía la pena arriesgar. Estábamos bien, las perspectivas económicas
eran buenas y yo tenía un diamante en bruto. Yo siempre fui por más. Yo
siempre quise más. Eso fue lo que le transmití a todos y la que más lo
entendió fue Selena. Fuimos a por todas y arriesgando todo. El tiempo me
dio la razón, aunque también me enseñó que las cosas pueden ser más
difíciles de lo que se cree y que un hecho, por más insignificante que
sea, puede volcar la suerte para un lado o para el otro. Y yo viví ambas
experiencias, y la más negativa al final...
Yo siempre asumí el rol más difícil, el rol del mando,
que muchas veces no surge por votación sino por imposición, y en el que
en infinidad de oportunidades se toman decisiones que no son del agrado
de todos. Traté de flexibilizar mis exigencias siempre y cuando todos
aceptaran el nuevo destino de la familia. Yo sabía que hasta que no
viéramos los primeros resultados positivos las cosas serían muy
difíciles, pues cualquier decisión tendría serias resistencias y ante el
primer obstáculo, vendrían los grandes cuestionamientos. Yo sabía que
con Selena no alcanzaba con que cantara bien las canciones en inglés.
Aun siendo estadounidenses, no dejábamos de ser latinos y por aquella
época era muy difícil que el latino o la música latina fuera aceptada
por todos. Y también era muy difícil que un latino de origen mexicano
fuera aceptado aunque cantara la “música de los gringos” de forma
perfecta. Eso fue lo que viví yo. Y me parecía que las cosas no habían
cambiado mucho desde que yo había dejado de cantar profesionalmente. Y
como yo la pasé mal con los gringos cantando en inglés y muy culpable
con los míos por no saber cantar canciones en español, me pareció que lo
más adecuado era que Selena cantara en los dos idiomas. Yo quería que
Selena se destacara como una gran estrella de aquella época, como lo
eran Gloria Gaynor o Donna Summer, como una gran cantante de habla
inglesa, pero para llegar a ese objetivo tenía que intentar por dos
caminos: se podía intentar que Selena llegara al objetivo con alguna
canción en inglés, pero por ahí había que buscar por el camino
alternativo que era destacarse entre el público latino de Estados Unidos
cantando en español y tal vez si llegaba al estrellato de ese modo
tendríamos el camino allanado para llegar al gran propósito. En
definitiva, no sólo nosotros éramos de origen mexicano, sino que
vivíamos en Texas y aquí se canta en los dos idiomas. Yo lo único que me
había propuesto era que Selena tuviera la habilidad para cantar en los
dos idiomas, y dominar cualquier ritmo y melodía. Sé que era difícil,
sabía perfectamente la resistencia que tendría pero a todos les hice ver
que para lograr las cosas había que ser mejor en todo, demostrar que
nada era imposible, y que si todos poníamos mucho trabajo, esfuerzo y
dedicación en cada cosa que emprendiéramos nadie nos podría parar.
Cuando Selena ponía los reparos lógicos de una niña para hacer semejante
esfuerzo yo le decía: “Recuerda cómo llegamos a esto. Cuando tú me
quisiste deslumbrar con tu canto, ¿acaso no te esforzaste en aprenderte
todas las canciones, acaso no ensayaste, acaso no quisiste demostrarme
que todo lo podías? Pues bien, ya me lo demostraste. Ahora piensa en
todo lo que deseas hacer en tu vida. ¿Acaso no quieres ser la estrella
más querida, más admirada? ¿Acaso no quieres que te quieran todos
haciendo lo que te gusta? ¿Acaso no quieres ver que todo lo puedes si te
lo propones? Pues bien: demuéstrales a todos que eres la mejor y que
nada ni nadie te detendrá. Que cuando te desafíen sabrás aceptar el reto
y ganar. Que cuando muchos no sepan qué hacer tú sabrás hacerlo. Ya
verás. Pronto serás el ejemplo a seguir y el mundo estará a tus pies. Yo
te lo aseguro. Todo depende de ti. Yo sé que tú puedes, pues yo confío
plenamente en ti”. Selena me abrazó y se puso a llorar. Me dijo que no
me defraudaría, que ella pondría a la Familia en lo más alto y que yo
estaría orgulloso de lo que había logrado. Esa imagen me impactó. Yo
sabía que le estaba tirando mucha presión pero sabía que ella lo podría
sobrellevar. Ella era la más fuerte de todos y con el tiempo me di
cuenta de que ella tenía un buen motivo para esforzarse más. Ella quería
ser diseñadora y ése era más que un incentivo para dar el todo por el
todo. Con el tiempo me puse a meditar por lo decidido, pues así como con
el tiempo di cuenta de lo que quería Selena y del esfuerzo que había
hecho para lograrlo, también empecé a darme cuenta de que ella se había
puesto una presión extra para llegar. Reconozco que cuando me propongo
algo no me detengo por nada, pues pienso que siendo que hago todo por el
bien de la familia, cualquier esfuerzo es válido entendiendo que es para
el bien común. Pero con el tiempo me preocupé al darme cuenta de que
Selena sufrió mucho esforzándose desde tan pequeña. Nunca me puse en el
lugar de ella. Desde hace un tiempo comencé a angustiarme al saber los
miedos de Selena siendo tan chica con un micrófono en la mano y con toda
la responsabilidad. Con el tiempo entendí el peso que tenía para ella
que todos nos presentáramos bajo el nombre “Selena y Los Dinos”. Eso la
colocaba en el centro de atención. Todos podían esconderse detrás de sus
instrumentos, incluso en algunos temas podían hasta no tocar ni cantar o
hacerlo por un pequeño tiempo. Pero ella no podía hacerlo. Ella era su
propio instrumento. Ella debía estar en todos los temas. Ella debía
cantar, bailar, agradar, seducir y estar siempre bien dispuesta en todos
los temas. ¡¡Y así desde los 8 años!! Y en buena parte de su vida sólo
cantaba en español por fonética, pero se aseguraba de aprender dónde
poner el énfasis, dónde sufrir, dónde reír, cuándo poner la mano en el
pecho, cuándo poner determinada cara. ¡¡Era demasiada presión!! Pero yo
eso no lo vi. Tenía un objetivo para cumplir por el bien de toda la
familia. Tal vez lo haya advertido, pero no quise reparar para no dudar
y, por ende, desandar el camino trazado. Lo mismo pero en otro sentido
me pasó con el tema de Selena y su creación de “Selena Etc.”. A mí me
preocupaba que Selena se dedicara mucho a la moda porque en un momento
pensé que demasiada atención en ello nos desviaría del camino al éxito
total en la música. No me molestaba que hiciera eso o cualquier otra
cosa en tanto el triunfo en el negocio de la música estuviera asegurado,
pero esto me hacía dudar. Muchas veces hablé con Selena sobre este tema,
pero ella me aseguró de que su pasión no interferiría para nada en su
carrera musical, sino más bien constituiría un gran complemento. Yo le
creí, más bien le quise creer pues no quería tener el mismo conflicto
que con el asunto de ella con Chris. Y como nunca noté que ella dejaba
de tener interés en la música, yo ya no la molesté más por el tema,
salvo cuando alguien me llamaba inquieto por este tema. El tiempo le dio
la razón a Selena. Basta con ver la carrera de Jennifer López. Si bien
ella terminó haciendo la carrera musical tal cual nosotros la habíamos
programado para Selena, ella también tomó las ideas de Selena una vez
que se hizo famosa, ya que lanzó su línea de ropa y de perfumes, tal
cual lo había puesto en práctica Selena. Pero mientras JLo lo hizo ya
siendo conocida en todo el mundo, Selena lo hizo cuando su carrera
estaba en pleno ascenso y sin llegar aún a tocar el techo. Selena tuvo
una visión que yo nunca tuve. Jennifer López en un punto tomó las ideas
de los dos y allá esté ella hoy. Y si bien siempre podré jactarme de que
mis ideas como manager fueron exitosas e innovadoras, ya que con Selena
tuvo pleno éxito y continuaron con JLo, yo no tenía una buena visión
comercial. Tal vez no hacía los mejores contratos, tal vez no tenía idea
de cómo explotar mejor la imagen de Selena para el provecho de todos,
pero lo que no me perdono es no haber siquiera visto que Selena debía
tener su propio club de fans para manejar mejor el tema del
merchandising y así poder sostener mejor la carrera de Selena. Esa
ignorancia de mi parte posibilitó que esa mujer, Saldívar, se nos
metiera en nuestras vidas. Y debo reconocer: no sólo la engaño a Selena.
También me engañó a mí, y también a toda mi familia. Es triste que
tuviera miedo en lo que haría Selena con su boutique, pero no me
inquietara en lo que hacía su gerente general. Cuando di cuenta de ello,
no reparé en la magnitud del problema y pensé que podía solucionarlo
todo con mi propia capacidad. Otro error. Si hubiese advertido y tomado
nota de mis limitaciones, Selena no hubiese sufrido lo peor que le pudo
pasar. Sé que cometí errores, pero no me arrepiento de lo andado pues yo
quise lo mejor para mi familia y todos estaban de acuerdo con lo hecho
pues todos se sentían responsables de la dicha familiar. Yo sé que
Selena en algún lado aprueba lo que yo hice por ella y por toda la
familia. Ella sabe que yo no hice todo por dinero. Si hubiese sido así,
esa mujer que le quitó los sueños nunca hubiese entrado en nuestras
vidas pues sería yo el que presidiría el club de fans de Selena y
obtendría todas las regalías del caso ... No ... No es que como muchos
piensan. Yo no lo hacía por dinero. Lo hacía por un sueño, mi sueño, y
sólo Selena podría cumplirlo…
Yo sólo eché las raíces para que todo comenzara a andar.
Ya cuando observé que mi familia estaba tan involucrada en la empresa
como yo, sólo me quedé para dar indicaciones, observar y organizar las
giras, y representar a mi hija. Selena había evolucionado muchísimo como
cantante, y A.B. como bajista y compositor. Por suerte ambos no se
conformaban y buscaban perfeccionarse. A.B. siempre criticó el material
que les proponía para que cantaran, sobre todo al principio. Nunca me
molestó en tanto eso implicara que no se quisiera ir de la banda, sino
que la mejorara con canciones que él creía más acordes a su época. Y
Selena hizo de su figura la gran atracción de los conciertos. Tal vez lo
que más recuerden todos son sus famosos boustiers que le daban un
aspecto sensual y que provocó en mí una gran resistencia. Pero las cosas
tampoco fueron tan terribles como se pensaba. Más de una vez me alarmé
cuando tanto Selena como Suzette, a medida que iban creciendo, se iban
maquillando cada vez más y usaban ropas más llamativas. Pero cuando
notaba que eso funcionaba en los conciertos yo mismo me decía: “¿Qué más
da? ¡¡Que le den para adelante!!” y las dejaba que se presentaran así
sin problemas. Me preocupaba más por Selena, pues ella era la que estaba
más expuesta, y no sabía hasta qué punto podían provocar en determinado
público y en diferentes conciertos sus vestimentas y sus bailes tan
cerca de ellos. De hecho cualquier irrupción del público en el escenario
para saludar a Selena me daba temor pues al principio uno no podía saber
si no se iba con otras intenciones. En Festival Acapulco 1994 tuve ese
temor cada vez que subía alguien del escenario para saludar a Selena.
Por suerte el público era tremendamente respetuoso y nada pasó, pero me
llevé un gran susto ese mismo año en el concierto de El Paso, cuando
alguien ingresó al escenario con el supuesto propósito de saludar a mi
hija, pero por el envión se la llevó por delante a Selena mientras
cantaba. Enseguida el personal de seguridad lo detuvo. Recuerdo que ella
siguió cantando como si nada, pero no pudo evitar decir por el
micrófono: “¡¡Me asusté!!”. Lo mismo pasó en el concierto del Houston
Astrodome, cuando alguien alguien arrojó un vaso de cerveza mientras
Selena se retiraba saludando a todo el público llevada por un auto. Pero
todo era muy difícil de controlar, pues Selena con su presencia generaba
una admiración en la gente que hasta a mí me sorprendió pues superó
ampliamente mis expectativas. Hubo muchos momentos que me emocionaron de
mi hija. Tal vez en los primeros tiempos de El Show de Johnny Canales en
la que se la veía tan pequeña, tan tímida y tan tierna. También cuando
cantó “La bamba”, en Tamaulipas, México, en 1987. Me encantó todo el
concierto de San Antonio, Texas, en 1991, cuando ella se consolidaba
como la mayor cantante texana …Pero creo que cuando fuimos a Monterrey
por primera vez vi la magnitud de lo que Selena era como artista y lo
que generaba … ¡¡Y pensar que si era por mí yo ni hubiese ido allí!! Tal
vez haya sido un error, pero yo tenía focalizada la carrera de Selena
moviéndose por Estados Unidos. Yo no pensaba ir para México u otros
países de Latinoamérica. Pensaba que eso tenía sentido si Selena llegaba
al estrellato luego de consagrarse como la mejor artista en mi país.
Pero un día me llamó don Óscar Flores desde Monterrey y me dijo que
fuera para allá pues Selena era una sensación con el tema “Baila esta
cumbia”. Yo tenía mis dudas pues la banda, incluida Selena, sabía muy
poco de español, pero el empresario me insistió diciendo que con la
sensación que era Selena la gente no repararía tanto en ello, que con
que se manejara con lo básico e hiciera un buen show bastaría. Al final
fuimos y allí sentí que Selena ya estaba consolidada en su carrera y que
nada la detendría. Era un megashow en el que participaban muchos
artistas. Temí que Selena, ante tanta gente, podría sentirse cohibida,
pero no. Selena cantó, bailó, sonrió, manejó al público como nadie y
tuvo una personalidad en el escenario que la llevó a que fuera la
artista más consagrada por el público en aquel día. Su carisma, su
dominio en el escenario, su voz, su enorme talento me indicaron que
había madurado y que se había convertido en una gran artista. Allí
confirmé que había sido una gran idea ir a Monterrey pues era un buen
test para ver cómo se desenvolvería en un terreno en el que Selena no
dominaba tanto, ni siquiera el idioma. Y a pesar de todas las
dificultades, Selena se desenvolvió muy bien hablando con la prensa y
con el público en general, aunque también di cuenta de que el público
que se había encantado, y que ya la había adoptado, le iba a perdonar
todo y le iba soportar cualquier traspié, si lo había. Sabía que Selena
había trazado su propio camino, que el mérito era de ella pues Selena
había hecho mucho más de lo que yo le hubiese pedido, de lo que yo le
hubiese exigido. Yo me hubiese contentado con que cantara bien y luciera
del mismo modo. Pero Selena cantaba, bailaba, seducía, sonreía, iba a
uno y otro lado del escenario, saludaba al público, saludaba a las
cámaras, vestía de un modo hermoso y original. Selena le había dado una
identidad propia y única a su propio nombre. Si se hablaba de Selena
sólo se hablaba de ella. ¡¡Definitivamente, Selena le dio el significado
y la dimensión a un nombre que nosotros no habíamos ni elegido ni
previsto!! Selena con su personalidad y en el escenario le dio pleno
sentido y justificación a su nombre. Supe desde ese momento que el mundo
consagraría a mi hija y que todos al mencionar la palabra “Selena” se
referirían sin duda a ella. Selena se había convertido en una gran
artista…
Todo lo que viví desde ese entonces fue como discurrir un
camino que yo estaba seguro que todos íbamos a andar. Y tuve el buen
tino de manejar determinados acontecimientos que en muy poco tiempo le
sirvió al grupo. Cuando Selena fue a dar el concierto en el Memorial
Coliseum yo le propuse a José Behar hacer un disco en vivo con lo
producido allí. José Behar rápidamente hizo las gestiones
correspondientes y procedió no sólo a grabar el concierto sino a
filmarlo. El disco salió y no sólo fue un éxito en ventas con la
inclusión de temas nuevos como “La llamada” y “Tú robaste mi corazón”,
hecha con Emilio Navaira, sino que recibió muchos premios, entre ellos
el Grammy. Todos quedamos impresionados por el galardón. En familia
todas estas cosas las tomábamos en su real dimensión y sin volverse
locos ni echarse humos encima por lo logrado. Pero al ver lo que
estábamos logrando pensé en todos los sacrificios que habíamos hecho,
todos los obstáculos que tuvimos, todo lo que tuvimos que trabajar para
hacer algo y digno, y que tuviera éxito. Muchas veces estuvimos a punto
de quedar en la calle, jugué el límite en pos de que el mundo viera y
apreciara a Selena sin saber si lo lograría. Y no temía no lograrlo pues
por allí ella no podría responder a semejante responsabilidad. Muy por
el contrario, yo estaba seguro de que llegaríamos, pero no sabía con que
imponderables chocaría. A medida que avanzamos íbamos a lugares
desconocidos para nosotros y cada vez tratábamos con gente más disímil,
del mismo modo que las cadenas televisivas empezaban a mandar a sus
mejores periodistas para entrevistar a Selena. Yo supongo que la
humildad de ella podía con todo, pues el buen trato de Selena cautivaba
a quien se le cruzara por el camino. Eso me dio la pauta que faltaba
poco, muy poco. Comencé a presionar a José Behar para que adelante lo
más que pudiera el disco en inglés, pues para mí ése era el momento.
Siempre le dije desde que contrató a Selena desde hacía 5 años que
nuestra idea era ésa, por lo que el único límite que impusimos era el
lugar en el que estábamos posicionados. Y ésta era el momento. Y encima
Selena ganó el Grammy y eso no sólo significó que ella ganara un premio,
sino que ganara “el premio”. Ese galardón le abrió muchas puertas a
Selena. Pues no es como ahora que hay muchos premios Grammys latinos y
lo ganan varios de muy diferentes carácterísticas. Para un latino en
aquel momento lo máximo era ganar la única terna en la que podía
participar: mejor disco de la región méxico-americana. Recuerdo que
Selena estaba muy nerviosa, pero, como siempre, lo disimulaba con su
sonrisa enorme y contagiosa. Yo estaba seguro de que lo lograría porque
sabía como nadie lo que ella era como artista, porque ése era su mejor
momento y por sólo ver la cara de Selena llena de ilusión. Esa cara
mostraba una gran ansiedad y esa ansiedad sólo demostraba que Selena
también pensaba que lo lograría. Cuando llegó el momento de anunciar el
premio, vi el asiento en el que estaba Selena y vi a esa niña sentada
escuchando con atención a su padre dispuesta a sorprenderlo con su canto
para que le prestara más atención. Veía cómo Selena miraba para abajo,
cómo miraba para adelante, cómo deseaba que dijeran Selena y ya. Cuando
la nombraron y vi cómo Selena avanzaba para recibir el premio y
agradecer, lloré como pocas veces. Era por sobre todas las cosas mérito
de ella, pero también producto de mi visión y tenacidad. Y ahí estaban
los resultados. Selena lograba mucho más de lo esperado. Lograba
popularidad pero también reconocimiento. Este premio le daba más
dimensión a su figura y le daba posibilidades de ampliar sus planes.
Selena comenzó a participar en novelas, películas, a seguir haciendo
comerciales. También le dio pie para abrir dos sucursales de su cadena
de boutiques “Selena Etc.” y seguir perfeccionándose en su canto. José
Behar me prometió que para 1995 saldría el disco en inglés. Eso me hizo
pensar que para el inicio del año ella debía ir más seguido a programas
de televisión y de radio para promocionarse e incluir en sus conciertos
más temas en inglés, pues había que habituar al público de la nueva
etapa de Selena. Estaba seguro de que Selena lo lograría. Ella lucía
glamorosa, una estrella sin igual, una mujer muy linda con una
personalidad y gracias enormes. Nadie la podía detener. Por eso quería
aprovechar el momento. Más que nunca estábamos ante las puertas de
entrada al éxito absoluto. Sólo era cuestión de tiempo, de tiempo y más
esfuerzo. Aunque sin duda la diferencia la marcaba ella. Selena había
heredado y aprendido mi espíritu y el pensar que nada era imposible. Más
allá de mis esfuerzos, más allá de los planes, la gente sin duda quería
a Selena. No sólo la admiraba. También le daba el mayor de los cariños.
Ella fue más lejos de lo que yo me imaginaba. Si hubiese prestado más
atención a cómo era ella, no debía sorprenderme nada. Selena hacía de lo
imposible posible, de la tristeza, alegría, del abandono una compañía
amiga. Selena era sin duda la artista ideal por todos y hacia ello
marchaba. “¡¡A conquistar el mundo!!”, grité cuando Selena saludó con el
Grammy en la mano sin dejarme de reír que por los nervios se hubiera
olvidado de nombrar a su esposo Chris en los agradecimientos…
…Me fui muy difícil comprender lo que pasó aquel día.
Estaba en el estudio con A.B. escuchando algunos efectos especiales,
probando diferentes sonidos de música, escuchando cómo habían quedado
los temas que Selena había grabado para el disco en inglés. No recuerdo
si ella vendría a la mañana o a la tarde. Supongo que no había nada
planeado y sólo esperábamos que en algún momento Selena llegara para
completar con su voz algún tema. Sí, supongo que eso esperábamos que
suceda. Lo que más nos preocupaba era que al otro día teníamos que estar
en Los Ángeles pues Selena debía dar un concierto allí … De pronto el
llamado, el aviso. Yo sólo corrí a avisar a A.B. y salimos corriendo
para el hospital. Ni pensé en lo peor. Creía o quería creer que sólo
estaba malherida, pero fuera de peligro, pero mi inconsciente se
encargaba de recordarme que yo sabía la dimensión de lo sucedido. Por mi
mente surgieron imágenes recientes en las que quería recordárselas a
Selena y nunca se las había dicho. Quería decirle lo bella y tierna que
lucía en los Tejano Music Awards en febrero, quería señalarle que
siempre recurría a mí cuando quería saber si lucía bien como se podía
ver en los ensayos del concierto en el Houston Astrodome, quería
preguntarle si el hecho de que siempre en los conciertos miraba hacia su
izquierda buscando apoyo y tranquilidad mientras cantaba se debía tal
vez a que desde muy chica cuando empezamos con los ensayos yo era el que
tocaba la guitarra … a su izquierda. Quería agradecerle por su compañía
desde pequeña y que siempre entendió que era un hombre solitario que
buscaba cariño y comprensión -a pesar de mi fama de hombre duro y frío-,
y que ella siempre me había dado lo que necesitaba. Y que ese Amor y esa
comprensión era natural en ella, tan natural que se lo ofrecía al
público y éste siempre se lo había agradecido. Por ello todos la querían
tanto, además de admirarla como cantante … Cuando llegué al hospital me
llamaron y apartaron. Me hablaron de que se le habían practicado
transfusiones. Me enfurecí, les dije que Selena jamás aceptaría eso … Me
daba cuenta de que Selena estaba inconsciente y muy grave, pero yo no lo
quería ni ver ni escuchar. Por eso reaccioné injustificadamente así.
Sabía que en esas condiciones nadie podía cuestionar tal acto …De pronto
vi que un médico dijo algo, todos se pusieron a llorar y yo sólo atiné a
abrazar a uno por uno y a contenerlos. Me pregunté qué sería de mí
mañana, que sería de nosotros. Cuando partí para anunciar públicamente
la noticia, lloré desconsoladamente. Era tan joven, era tan buena, era
mi hija ... Luego me di cuenta de lo que vendría y supe que tendría que
defenderme … de defender a mi familia de las sospechas, de las dudas, de
los hostigamientos. Pensé que lo mejor que podía hacer era que se le
hiciera un tributo permanente a Selena, que la gente la recordara con
Amor, que no pensara en aquello horroroso. Cuando llegó el momento de
despedirla, la gente me pedía a grito vivo que abriera el cajón pues
ellos querían verla, y empezaban a creer que todo era una mentira con
vaya a saber qué fines. Sentí que ésta sería la primera de una larga
serie de acusaciones contra mí y mi familia sobre lo que había sucedido.
Ordené que lo abrieran, como forma de protesta frente a la absurda
acusación, pero en mi fuero más íntimo quería que ellos tuvieran razón,
que cuando lo abrieran notaran que no había nada, que todo era una burda
mentira. Pero no. No fue así. Luego pagaría las consecuencias de
semejante acto … Ni se me ocurrió que habría cámaras impiadosas que
registrarían por siempre esa imagen que nadie quiere ver ni aceptar de
Selena … Volví hacia donde estaba mi esposa y le acaricié el cabello y
le tomé la cara mientras la consolaba. Ella estaba destruida. Al final
se cumplió lo que dijo en un reportaje premonitorio pocos meses antes:
que ella no podría vivir sin Selena. Yo estaba como ella, pero tenía que
ser fuerte, no podía flaquear, no tenía que mostrarme débil ante los
demás. Hablé con todos, les dije como siempre qué debíamos hacer y que
no se preocupen que yo daría la cara por todo. Desde entonces me ha
pasado de todo, me pelee, me amigué, expliqué, me llamé a silencio, tomé
decisiones. Yo sé que muchos esperaban otra cosa de mí. Hoy en día me
siguen pidiendo por qué no saco tal o cual material, por qué no hago tal
o cual cosa, por qué supuestamente “vivo” de Selena. No entienden,
¡¡claro que no entienden!!
Yo no soy perfecto, he cometido muchos errores que pagué
muy, muy caro. Pagaré toda mi vida el error que cometí con esa mujer y
lo que hice aquel día. Tal vez otra gente hubiese hecho las cosas
diferentes y les hubiese salido mejor. Pero yo soy así, no puedo cambiar
y no me arrepiento de lo que hice. Sólo me culpo de no haberme dado
cuenta, de haber sido tan directo, tan franco. Y más allá de lo que haga
y de lo que diga, todas las noches me voy a mi cuarto y miro las cosas
de Selena. Pues antes que nada ella era mi hija, hija que nunca admitiré
que he perdido. Todas las noches le hablo, todas las noches le recuerdo
lo que hacíamos juntos, todos los días la invoco para que entre por esa
puerta y me pida sentarse en esa sillita para volver a cantar juntos,
para compartir aquellas tardes en las que nos divertíamos tanto. Por eso
sí cambiaría todo, daría mi vida, la fama y todo lo que logramos para
que ella vuelva a sonreír, vuelva a soltar aquellas risotadas y vuelva a
llenar de felicidad esta casa que ha quedado vacía sin su presencia…
(Muchas veces para sobrevivir de tanto dolor necesitamos
olvidarnos de lo más triste, ver lo positivo de la vida y pensar en uno
sin mirar atrás … Al menos eso creemos …Pero cuando se trata de Selena,
poder seguir adelante es recordarla siempre, esperarla todos los días,
ser como ella en cada uno de nuestros actos. Sólo eso calma algo del
dolor de su ausencia … y también levantarse todos los días con la
ilusión de que algún día ella por fin volverá…)
Recordarte Selena es lo más hermoso que me ha pasado en
la vida … También muy doloroso. Por ti sería capaz de todo. Por ti trato
de ser la mejor persona. Por ti doy hasta lo que no tengo para que tú
vuelvas a ser ese ser tan bonito, tan lleno de ganas, tan lleno de Amor…
Cuando veo a mi hija la veo a ella. Es su fiel reflejo aunque no sea su
hija. Cuando la observo cómo mira la película sé que lleva algo de ella,
yo sé que la siente cercana, que es parte de ella. Seguramente le he
transmitido en sus genes mi Amor a Selena. Y ella lo sabe, más allá de
que no le haya mencionado del tema, sólo que fue mi esposa hasta que
sucedió aquello. Era mi “primera esposa” pero mi único Amor. Nunca pude
acompañar a mi hija cada vez que vio la película. Es muy doloroso para
mí … Recrear todo lo que ha pasado. Todo lo lindo, pero también todo lo
doloroso, lo trágico, lo inaudito. A mí también me pasa lo que a varios,
que no pueden separar las buenas épocas de aquel final. Mi hija jamás me
dijo de ver con ella la película. Me lo ha insinuado con la mirada, como
esperando que acaso algún día la quiera acompañar, que exteriorice todo
lo que aún siento por ella, todo lo que aún me duele su ausencia. Mi
hija también sabe de mi timidez, de lo que me cuesta expresar mis
sentimientos. Ya me ha costado explicarle lo que ha pasado, lo feliz que
era, cómo todo se derrumbó todo y cómo tuve que rehacer mi vida a los
tumbos, cómo llegaron a mi vida su madre y su hermano. También sabe lo
doloroso que es para uno decirle que ella es fruto no sólo del Amor de
dos personas sino también del infortunio. Mi hija también se da cuenta
de que yo la sigo amando a pesar de todo, que es seguro que la historia
hubiese sido muy diferente si Selena hoy estuviera. Me da escalofríos el
sólo pensar que mi hija desearía hacer lo que sea para reencontrarme con
Selena, aunque por ello ella seguro no estaría aquí. Mi hija sabe de mi
frustración de no haber podido tener un hijo con ella, que pensábamos en
tenerlo, tarde o temprano. Sé que mi hija en todos estos años se ha
angustiado por lo que viví en los últimos tiempos y se da cuenta de que
tal vez el padre que conoce siempre fue así, con temperamento fuerte y
cambiante, pero que cuando estuvo con Selena fue un hombre más sereno,
más calmo, en paz y feliz. Y no le falta razón: cuando conocí a Selena
yo estaba perdido, decididamente perdido. Tocaba la guitarra en una
banda de rock y siempre quise ser como Slash, de los Guns N’ Roses. Era
mi banda y mi músico favoritos. Pero pronto entré en el “mundo del
rock”, con lo bueno pero también con lo malo y con todas sus
consecuencias. Lo peor que te puede pasar en la vida es cuando pierdes
el rumbo, no tienes metas, cada día es lo mismo y sientes que nada ni
nadie te contiene. Cuando entras en esa vorágine, eres “carne de cañón”
y si las fieras huelen tu sangre te devorarán sin duda. Y cuando me
dejaba devorar por gente sin esperanza y sin rumbo como yo, tuve la
suerte de que me rescatara A.B. proponiéndome que me uniera a su banda.
Al principio me desconcertó su propuesta. Yo no hacía su música. Sabía
qué era “Selena y Los Dinos”, pues A.B. era mi amigo y muchas veces
compartíamos fiestas y hasta días de playa. Pero no más que eso. Cuando
le dije que si le parecía que podía serle útil alguien que tocaba
específicamente rock, A.B. apeló a mis propios sentimientos y a mi
sentido de pertenencia. Yo era tejano y sabía tocar la música de mi
tierra. La había aprendido antes que tocar rock, por lo que me podía
adaptar sin problemas. Pero cuando yo le dije por qué no buscaba a un
guitarrista más convencional, más experimentado en el tipo de bandas
como la de Selena y Los Dinos, él me dijo que prefería tener un
guitarrista que diera un sonido innovador a la banda, que aprovechaba la
salida del guitarrista anterior, que se fue del grupo porque se casó y
su mujer no quería que siguiera en el “mundo de la música”, para que
entrara al grupo alguien que aportara al grupo un sonido distinto.
“Acepta, Chris. Yo luché mucho tiempo para que dejáramos de hacer las
canciones de siempre e inventáramos otras más acorde a los nuevos
tiempos y que nos acercara a otros ritmos y a otras músicas. Por eso te
necesito en el grupo. Tú le darías ese toque que no tienen los otros
músicos y no te tengo que enseñar nada, ¡¡pues tú lo sabes todo!!”, me
dijo A.B., por lo que fue casi imposible no aceptarlo. Yo sabía que eran
genuinas y honestas sus palabras e intenciones, pero tenía la sospecha
de que él me quería rescatar de un mundo de infierno. Él me estimaba
mucho, y como Selena, él quería componer todo y arreglar las cosas por
su cuenta. Por ello, en vez de buscar a alguien más acorde a su banda me
rescató a mí y con ello solucionaba dos problemas con una decisión.
Acepté sólo porque no le podía decir que no a A.B. y porque recién con
su propuesta encontraba algo de perspectiva a mi vida. Era cuestión de
adaptarme a mi “nuevo trabajo”. De última si no me adaptaba se lo decía
a A.B. y listo. Además, sabía que aún debía esperar la aprobación de su
padre, y sabía lo duro y exigente que él era. Pero cuando fui y me vio
tocar, sólo me dijo que tenía que sacarme todo ese look roquero que
llevaba. Tal vez él esperaba que le dijera que no o tal vez lo que me
quiso transmitir era que lo mínimo que tenía que hacer para estar en la
banda era eso, y si lo hacía no habría problema. Luego se confirmó que
yo no tenía ningún inconveniente en adaptarme y que el padre era menos
duro de lo que se mostraba, pues le bastó mi intención para aprobar mi
entrada al grupo, ya que buena parte del look anterior se mantenía
inalterable…
Veo a mi hija y la veo a Selena. Me es inevitable. Yo
quería tener una hija con su nombre pero sólo ponérselo si era hija de
ella … Desistí de hacerlo con mi segundo matrimonio. Lógicamente sabía
que podía ser molesto para mi segunda esposa, pero ella ya sabía cómo
había sido la historia con Selena, por lo que no me haría muchos
problemas si ése era mi deseo. Pero yo no quise. Yo lo podía entender
que lo hicieran otros padres, pues cada uno hacía su homenaje poniéndole
su nombre. Era su forma de tener cerca a Selena, expresarle su Amor y
admiración. Pero yo sí la tuve cerca. Yo viví los mejores años de mi
vida con ella. Selena me comprendió como nadie quién era y qué quería de
mi vida. Fue ella quien me sacó de los peores vicios y me volvió a este
mundo para gozarlo y vivir feliz. No necesitó darme sermones, no
necesitó pedirme nada. Sólo dio su Amor como lo daba a todo el mundo,
sólo que yo no era el público o su familia. Yo era el hombre que ella
buscaba. Más de una vez me pregunté cómo iba a buscar a alguien como yo
en vez de buscar a un hombre seguro de sí mismo, con buena posición
económica y familia distinguida. Pero Selena era distinta. Ella no era
convencional. Ella era innovadora, tenía planes, siempre iba por más. No
era conformista, no era la típica mujer que buscaba un hombre para
casarse y vivir a su sombra. Selena buscaba tener a alguien que fuera su
compañero de su aventura. Ella quería acompañar a su hombre con sus
sueños y ella acompañar a los de él. Por eso se fijó en mí y por eso
decía públicamente que antes de ser novios nosotros éramos buenos amigos
y que eso era una condición fundamental para darse cuenta de que yo era
el hombre que buscaba. Como en todos los aspectos de la vida, Selena no
mentía, era honesta y le gustaba dejar en claro su postura en la vida, y
lo que ella quería y soñaba. Por eso me río cuando escucho y veo a
algunos decir que Selena buscaba a otros hombres, o a otros decir que
Selena era su “Amor” y sólo le piden disculpas por lo dicho al padre de
Selena y me ignoran a mí, que era su esposo. Tal vez si la hubiesen
conocido bien a Selena, sabrían que nunca los hubiese elegido a ellos,
pues ella no aprobaba diversos modos, diferentes formas de trato hacia
la mujer tan comunes y que la dejaban siempre a un segundo plano. Selena
no quería ser la sombra de nadie ni ensombrecer a nadie. Selena quería
tener a un igual a su lado, a un hombre sensible que pudiera sentir lo
mismo que sintiera ella. Selena no era de las que necesitaban a un
“hombre fuerte” que le marcara el rumbo de las cosas. Ella amaba a su
padre pero no quería el mismo modelo de familia para crear el suyo. En
realidad, como pasa con todos, ella aprobaba muchas cosas de su padre:
ella era muy disciplinada y exigente y así pensaba ser con sus hijos.
Pero no quería que uno de los miembros de la familia tuviera que seguir
el camino del otro. Ella comprendía que su madre lo hiciera pues así
eran las cosas en su época, pero también recordaba a su abuela, cuya
historia generó el tema “Amor prohibido”. Y en un punto Selena había
hecho lo que hizo su abuela. Cuando su padre se opuso a nuestro
noviazgo, ella no dudó un instante en revelarse ante tamaña injusticia y
allí decidimos casarnos en secreto para que, una vez los hechos
consumados, el padre entendiera que lo nuestro iba en serio. Antes que
eso yo le demostré al padre de Selena que antes de sentirme perseguido y
atormentado, prefería pegar el portazo e irme de la banda. Yo también
tenía mi carácter, que sólo mostraba en su dimensión cuando sabía que no
alcanzaba con dejar en claro mi postura con mis actitudes y con mi
silencio que lo decía todo. Y si bien hoy me siento mal con que tanto la
Familia Quintanilla como yo hayamos sufrido tanto en aquel momento,
valió la pena haber hecho lo que hicimos. En la actualidad el cariño y
el respeto de todos hacia mí y de mí hacia ellos se mantienen
inalterables. Por eso me río de todas las canalladas que se han escrito
de mí, dando a entender que Selena no me quería y de que estaba
decepcionada conmigo. Antes me enojaba muchísimo. Si hay algo muy
injusto es cuando se dicen cosas de ti tan livianamente y sin pudor, y
más cuando se dicen tantas mentiras de ti dejándome ante los demás como
alguien lamentable, no digno para estar al lado de Selena. Me irritaba
aun más cuando advertía que esa gente apañaba cosas que son imposibles
de aceptar. Recuerdo cómo una mujer en un libro me destrozó como persona
y me denigró hasta en mis cosas más íntimas, pero lo peor era ver que
con la excusa de decir que Selena buscaba un hombre fuerte que la
contuviera, estaba avalando las peores formas de machismo practicada por
cualquier varón. Eso me era imposible de comprender. Pero todo eso me
enojaba más pues dejaba una imagen de Selena que distaba mucho de ser la
correcta y lo que me generaba más impotencia era que ella no se podía
defender. Mal que mal yo me puedo defender. Cada miembro de la Familia
Quintanilla también se puede defender. Peo Selena no. Esa mujer ni nadie
que ha escrito o hablado de Selena así se atreverían a decir semejante
cosa delante de nosotros y menos aun delante de Selena. A veces querría
que Selena volviera sólo para que ellos se arrodillaran ante ella
ensayando toda clase de disculpas y esbozando sus caras de sorpresa
negando todo ante la aparición de ella pidiéndoles una explicación. Pero
a veces pienso que mejor que no esté pues si viera las cosas que ha
dicho esa mujer que le quitó todo a Selena … Muchas veces me pregunté
qué tan malos podemos ser como personas, qué tan falsos podemos ser en
la vida y seguir tan campantes … Toda la Familia Quintanilla y yo mismo
fuimos siempre al frente en la vida con la verdad. Siempre fuimos
sinceros y honestos. Siempre dijimos abiertamente lo que pensábamos y
buscábamos. Tal vez eso haya sido un error. Y no es que no
desconfiáramos. Todos teníamos nuestras precauciones y a la hora de
organizarnos como banda no es que confiábamos en cualquiera. Sabíamos …
supuestamente sabíamos en quién confiar en ciertas cosas concretas …
Pues se ve que no teníamos todo controlado. Alguien muy hábil, mucho más
hábil de lo que pensábamos, nos engañó a todos. A veces me cuesta creer
que ella, que justamente ella nos hiciera esto. Se suponía que nos
quería, que nos admiraba, que velaba por nosotros. Nunca se me cruzó por
la cabeza que nos podía hacer algo semejante, ni en los peores momentos.
Por eso no atiné a nada entre el 30 y 31 de marzo. Se suponía que la
quería. Se suponía que nos quería. Alguna vez me crucé con un video de
un reportaje que le hiciera Rock N’ Roll James a Selena en el que le
preguntaba por el proceso en el que se pasó para hacer el tema “Ya no”,
una canción más bien pop-rockera, en la que yo tuve mucho que ver en su
elaboración. Ese video incluye un backstage en el que se ve a Selena
cantando y grabando el tema en el estudio. En ese video se me ve a mí en
la consola de grabación. También a A.B. … Y también a esa mujer ... Es
muy duro ver eso sabiendo lo que pasaría un año después. Más duro aun
cuando se me ve a mí hablando tan verborrágicamente con ella. Y yo que
siempre aparezco tan callado en cualquier video que se muestre de mí,
justo en el único video que se me ve hablando tanto es con ella. Y esa
imagen que es tan dolorosa e incomprensible explican muchas cosas que
han pasado, explican cómo eran las cosas con ella. Mientras nosotros le
confiábamos todo, ella callaba y escuchaba. Siempre aparecía en el
momento justo para ofrecerse a hacer lo que tal vez nosotros no
queríamos realizar. Allí estaba ella para escucharnos, para ofrecerse a
ayudarnos, para tender una mano, para ser una persona de confianza, para
ser un familiar más ... Fue un error, un grave error ... Tal vez el
error no haya sido tanto en que creyéramos en ella. El verdadero grave
error fue no dar cuenta de la magnitud del problema cuando empezaron los
primeros roces con ella y pensar que con un par de medidas ella no
tendría margen de maniobra y quedaría sucumbida por la realidad. Nunca
pensamos que ella era una psicópata que era capaz de cualquier cosa y
que vendería cara su derrota. Nunca pensamos que ella no admitiría
ninguna capitulación y que si tenía que eliminarla con tal de no ver el
triunfo de Selena sin ella lo haría sin dudar. Nunca se nos pasó por la
cabeza que si teníamos un enemigo lo íbamos a tener tan cerca, tan cerca
y con un cara tan incomprensiblemente familiar…
Cuando veo a mi hija sonriéndome recuerdo a Selena con su
risa en aquellos hermosos tiempos antes de que fuésemos novios … La
verdad es que nunca me hubiese declarado ante Selena. Yo siempre fui muy
tímido y callado. Además, ¿quién iba a animársele estando su celoso
padre cerca, que encima era el jefe, y siendo ella tan famosa con tantos
pretendientes? Nadie en la banda se fijaba en ella, no porque no fuera
ni linda ni atractiva, sino por aquello de que donde se trabaja no es
conveniente tener relaciones con alguien y menos con “la hija del
dueño”. Selena de por sí generaba un respeto enorme a pesar de su
verborragia, su simpatía y sus interminables chistes. Pero el hecho de
que fuera la artista principal y de que su exposición hiciera que todo
lo que ella hiciera se supiera, digamos que nos mantenía bien alejados.
Aún así recuerdo la primera vez que la observé de otro modo, cuando
sentí algo por ella. Acabábamos de terminar el concierto de San Antonio,
allá por abril de 1991. Estaba por entrar en mi camarín cuando la
observé a Selena sola en el suyo mirando por la ventana. Recuerdo que
eso me generó mucha ternura. Imaginé que más allá de sus risas, más allá
de sus charlas, más allá de que ella acaparaba todo con su avasallante
personalidad, Selena era en realidad esa persona que estaba allí, sola,
pensando en quién sabe qué, soñando en quién sabe. Pero yo me lo
imaginaba. Era la primera vez que me sentía conectado con ella, que me
sentía identificado con su sentir, con su Alma. Me iba a ir, por miedo a
que me descubriera observándola, hasta que ella, como si supiera en todo
momento en dónde estaba, gritó: ¡¡Hey, Cris!! ¿A dónde vas? ¿No vas a
entrar? ¿No quieres saber qué estoy observando, en qué estoy pensando?”.
Yo me quedé helado, titubeaba, dudaba entre irme argumentando cualquier
excusa o entrar diciendo que estaba allí por motivos no muy creíbles
para nadie. “¿Y Chris? ¿No vas a entrar? ¡¡Vamos, entra de una buena
vez!! ¡¡No te voy a morder!! ¿Sabes cómo sabía que estabas allí?”. Ante
mi negativa desconcertante, me dijo: “¡¡Porque te vi por el reflejo de
la ventana, tonto!!” y echó de una de sus incontenibles carcajadas.
“¡¡Vamos, Chris, ven conmigo y mira hacia allá!! ¿Qué ves?”. Cuando me
aprestaba a ver donde señalaba Selena, me di cuenta de que no había modo
de que Selena me hubiese visto por el reflejo de la ventana. Desde allí
no se veía la puerta en la que estaba yo observándola … Pero no dije
nada y me fijé en el cielo tratando de entender qué era lo que veía
Selena … “¿Y? ¿No lo ves?”, me apuró Selena. Yo miraba y miraba tratando
de adivinar lo que ella había visto. Se me ocurrían miles de
posibilidades pero no me animaba a decirlas por miedo a equivocarme …
“¡¡Pero mira que sos difícil, Chris!! ¡¡Eres tan callado que a veces me
acercaría bien a ti para ver si respiras!! ¿Estás vivo? ¿No notas nada
raro? Mira la luna. ¿No la ves un poco rojiza?”. Observé la luna y sí,
se la veía algo colorada, pero no tanto. Le dije que tal vez era un
eclipse, aunque no tenía noticias de que se diera uno por ese entonces,
pero Selena me interrumpió y me dijo: “No, Chris, no es un eclipse ni
nada raro. No. Yo todos los días miro la luna, ¿sabes? Desde muy chica.
Siempre desde que tengo 9 años lo hago. A veces cuando necesito estar
sola y darme ánimos me voy al jardín de casa o miro por la ventana del
lugar en el que esté y miro la luna, y si ella no está, observo las
estrellas. A ellas les pido por todos, por mi familia, por la gente que
más quiero, sobre todo por mí, pues te confieso -¡¡pero no se lo cuentes
nunca a nadie!!- que siempre tuve miedo, miedo al fracaso, miedo a no
agradar, miedo a que si no lo logro caeremos en la ruina. ¡¡Tamaña
responsabilidad tengo!! No se los quiero decir a mis padres pues no
deseo que se sientan culpables. Ellos no son responsables. En todo caso,
todos contribuimos para estar aquí. En definitiva, todo empezó pues a mí
se me ocurrió aprender unas canciones viejas de mi padre por celos de mi
hermano A.B., a quien le habían regalado un bajo y mi padre vivía con él
para enseñárselo a tocar. Después la historia es como ya la conoces. Mi
padre se maravilló por mi canto y aquí estamos. Pasamos por miles de
pruebas y estamos convencidos de que lo lograremos, pero creeme que
tengo miedo todos los días, muchas veces lloré sola, muchas veces traté
de huir. Por eso me ves aquí. Yo no soy sólo la que ves en familia, en
público o en un escenario. También soy esta frágil mujer que tienes
frente a ti…”. Yo quería abrazarla pero no me animaba. No quería que me
malinterpretara, no quería que se rompiera ese hechizo que me provocaba
ese clima que no había tenido nunca y que jamás me imaginé que lo
experimentaría por Selena. “Pues mira, Selena. Yo sólo puedo decirte que
no temas, que no tienes por qué sentir temor. Sé que llegarás…”. “Estoy
preocupada porque la luna está roja, roja de sangre. ¿Crees que tiene
alguna significación?”, me interrumpió Selena como no oyendo lo que le
decía o como no queriendo oír eso que le decía, que se lo podía decir
cualquiera, como esperando que le dijera eso que realmente sentía, pero
que para variar no se lo podía decir, ni me animaba a confesárselo.
Pero lo que me empezó a preocupar es que ella viera la luna tan roja. Yo
no la veía así para nada. No sabía cómo decírselo. Ella estaba muy
convencida. “Sé que crees que estoy exagerando o que estoy loca. Pero no
sé. Esa luna roja me hace recordar a esa pesadilla que tengo, a ese
horrible sueño que me persigue de niña y que no me lo puedo quitar…” …
Tardé muchísimo en entender lo que significaba todo eso. Con el tiempo
me di cuenta de que somos mucho más perceptivos de lo que creemos. Es
cierto que sólo tenemos entrenado un pequeño porcentaje de nuestro
cerebro. Si lo ejercitáramos más y nos diéramos cuenta de nuestras
sensaciones y de nuestras premoniciones, muchas cosas hubiésemos
evitado, de muchas cosas nos daríamos cuenta. Mucho tiempo después supe
que esa mujer innombrable vio a Selena por primera vez esa noche y
comenzaría su persecución al Señor Quintanilla para que fundara un club
de fans de Selena con ella de presidenta … “Y sabes qué, Chris? En mis
oraciones que hago mirando la luna te he incluido a ti…”, me sorprendió
Selena y se me quedó mirándome fijo. Yo estaba estático, apenas si dije
un “Gracias” entrecortado. “¿Te gustó cómo canté ‘Where did the feeling
go’? A mí me encantó. Creo que es lo más bello que he cantado en vivo.
Pero lo que más me gustó es cómo tocaste tú la guitarra…”, me dijo
Selena acercándose más y más. Sentí que ya no tenía sentido quedarme
así. Cuando la estaba por abrazar previo a decirle “Sabes que nunca
estarás sola. Siempre contarás conmigo...”, apareció A.B. para decirle
algo a Selena. Él se quedó petrificado, como nosotros. Pero lejos de
armar un escándalo, iba a marcharse cuando Selena le dijo: “¿Quieres
creer A.B. que Chris vino a decirme qué quería como regalo de
cumpleaños? ¡¡Todavía no sabe que nosotros no festejamos los
cumpleaños!! Eso sí, Chris, si quieres, puedes regalarme lo que quieras.
Me encantan los regalos y los cumpleaños. ¡¡Pero no se lo digas a mi
padre, pues me matará!!”, me dijo Selena no sin antes pegarme una
cachetada en tono de gracia a mi espalda y guiñándole un ojo a A.B. Él
se empezó a reír. Se había dado cuenta de todo, pero lo estaba simulando
bien. Yo lo conocía. Jamás perjudicaría en algo a su hermana. Callaría
para siempre y no me preguntaría nada salvo que yo le quisiera hablar
del tema. Tampoco quería líos con su padre. Cuando me marché presuroso
hacia mi camarín, Selena corrió tras de mí al grito de “¡¡Hey, Chris, se
te olvidó algo!!”. Y cuando llegó a mí, me dijo al oído: “No necesitas
regalarme nada. Tú eres mi mejor regalo”. Me dio un fuerte beso en la
mejilla y se fue corriendo a las risotadas para volver a comentarle a
A.B. sobre mi “ignorancia sobre los regalos”. Creo que estuve unos 10
minutos parado en el pasillo tomándome la mejilla. Tuvo que pasar Joe
Ojeda para que reaccionara y volviera al camarín…
Cuando veo a mi hija observándome con timidez y en
silencio, recuerdo mis miedos y mi poca iniciativa y valor para encarar
determinadas cuestiones. No hay nada para mí peor que tener todo a
favor. Porque no es que no tenga carácter. No es que no sepa lo que
tengo que hacer. Pero siempre actué en la adversidad y en el total
convencimiento de que nadie me quería. Yo siempre me menosprecié.
Siempre pensé, y aun lo siento no estando conmigo Selena, que yo no
valgo nada, que nadie puede querer a una persona como yo. Me sentí
culpable de la separación de mis padres, sentí que los había defraudado
por sus expectativas conmigo. Me refugié en la música del rock y en su
ambiente pues allí podía descargar mi timidez dándole con dureza y
fiereza a la guitarra. Descargué mi falta de cariño, mi necesidad de
Amor negando el mundo, odiándolo, gritando una y otra vez que no había
futuro, que nada bueno podía esperar de él. Era mi forma de liberarme,
era poner la culpa en el “otro”, en otra cosa. Yo no quería asumir que
el futuro lo tenía en mis manos y que dependía de mí lograrlo. Pero yo
necesitaba a alguien que me quisiera como soy, que no buscara que yo
fuera otro, que no se enamorara por mi apariencia o por lo que suponía
que debía ser. Encima mis experiencias amorosas fueron fatales. Cada una
de ellas bajaba mi autoestima. Había caído en los excesos y cuando me
había resignado a no salir más de aquel pozo ciego, A.B. me tiró un
salvavidas, una ayuda que apenas me volvía los pies sobre la tierra sin
que por ello pudiera evitar que yo no quisiera volver a entrar al agua
para ser devorado por los tiburones. Pero había aparecido Selena. Había
aparecido mi salvación. Tal vez estaba ante mí el Amor de mi vida y eso
me daba pánico. Después de aquella noche del concierto ni quise pasar
cerca de Selena. Sabía lo que sentía. También sabía lo que sentía ella.
Pero no quería afrontarlo. Prefería huir antes que pensar seriamente que
tenía una posibilidad, una posibilidad cierta de ser feliz. No sé si
pensaba tanto en la dureza y terquedad de su padre, no sé si tenía miedo
en lo que me podía decir Selena. Tenía miedo de mí, tenía miedo de
soltarme, tenía miedo de mostrarme tal cual era y sentirme una vez más
defraudado. Pero con Selena eso era imposible. Ella no podía
defraudarme. Tenía miedo de enamorarme en serio y de que era posible un
mundo feliz para mí. Eso me inmovilizaba, me paralizaba. Trataba de
darme ánimos para encontrarme a solas con Selena, pero no me atrevía.
Muchas veces en los conciertos trataba de no mirarla pero cuando lo
hacía la veía a ella que me guiñaba el ojo y me sonreía. Aun así me
refugiaba en mi silencio y en mi timidez. Prefería no arriesgar,
prefería no sufrir, prefería no asumir que quería mucho a Selena, pero
empezaba a extrañar esas charlas que sólo con ella podía tener. Cuando
creía que ya me hundiría en mis propios miedos e incertidumbres, vino
A.B. y me dijo: “Vine de parte de mi hermana. ¡¡Que conste que hago de
mensajero, nada más!! No quiero problemas con mi padre. Yo ya sé lo que
sienten ustedes. Igual mi hermana me habló como si lo del otro día en
San Antonio no lo hubiese visto. Sólo te transmito que mi hermana
querría que la consideres pues te quiere mucho y sabe que tú también.
Creeme hermano que vine porque quiero mucho a mi hermana y también a ti.
Por mí sabes que no habrá ningún problema. ¡¡Sólo que mi padre los
matará!!”. Por un lado me sentía muy avergonzado, pero por otro sentí un
gran alivio. Era mejor que ella tomara la iniciativa. Me sentía más
cómodo que ella llevara las riendas de la situación y yo la acompañara.
Además, ella concebía así las relaciones. Siempre fue puro vértigo, pura
iniciativa … ¡¡con todo el mundo!! Ella siempre era la que hablaba. Yo
era el que escuchaba. Éramos el uno para el otro, nos complementábamos
bien y fundamentalmente nos queríamos mucho, nos entendíamos con la
mirada. Nosotros juntos éramos diferentes respecto de nuestro trato con
los demás. Parecíamos una pareja rara, pero para nosotros no lo era.
Nunca buscábamos lo convencional. Queríamos algo distinto, fuera de lo
rutinario, pues ambos éramos especiales, aunque yo siempre consideré que
ella era la especial. Si me incluyo es porque Selena me hizo sentir así.
Fue acaso la única mujer en mi vida que me lo hizo sentir y con ella fui
el hombre más feliz del mundo. Recuerdo que le dije a A.B. que no se
haga problema, que yo me encargaba, pero media hora después apareció
Selena. Cuando estaba por decirle qué hacía aquí me dio el beso más
hermoso de mi vida. Luego de aquella hermosa tarde, nunca le dije no, no
porque me convirtiera en su súbdito sino porque todo lo que hacíamos,
sea por su iniciativa o por la de ella, nos hacía la pareja más feliz
del mundo…
Veo cómo me mira mi hija y sabe que la sigo amando. Tal
vez por eso ella busque saber más de Selena, tal vez por eso sienta lo
que le ha pasado, pero también siente sus alegrías, sus triunfos, sus
logros. Sabe todo lo que hice por ella, sabe a lo que nos aventuramos,
sabe a lo que nos arriesgamos para llegar a ser la pareja de ensueños,
la pareja perfecta, el matrimonio ideal. Está allí todo documentado.
Está en la película, está en las biografías, está en miles de
declaraciones hechas por todos nosotros. Yo no hubiese querido que lo
supiera nadie. Yo hubiese preferido que se mantuviera por mucho tiempo
sin saberse. Pero fue imposible. Selena era lo suficientemente famosa
como para que una noticia como la de su casamiento pasara inadvertida.
¡¡Era de interés nacional para ese entonces!! Hoy lamento que nosotros y
toda la Familia Quintanilla sufriéramos tanto. Pero en aquel momento
todo se había hecho muy difícil. El padre trató de mantener el tema
noviazgos fuera del mundo de Selena como si eso fuera posible para
siempre. Se había empecinado tanto en que su hija llegara al estrellato
que pensaba que cualquier desvío en esa dirección se haría un obstáculo
insalvable para el éxito. Ya de por sí el trataba de desalentar las
ideas de Selena en cuanto a dedicarse al diseño. No lo hacía de malo, no
lo hacía para perjudicar a su hija. Sólo que él pensaba que cualquier
cosa que no respondiera al plan original constituiría un gran problema
que acabaría con todo. El padre de Selena era muy esquemático y pensaba
que sus hijos se irían si no les tenía a “rienda corta”. Parecía como si
no confiara en ellos cuando sus hijos dieron acabadas muestras de afecto
y de lealtad. En realidad, él daba libertad a sus hijos, pero dentro del
plan original, del objetivo predeterminado. Cualquier cosa que se
desviara de ese fin a él le generaba miedos y temores, por lo que los
reprobaba o simplemente los miraba con gran sospecha. Con ese panorama,
sabíamos que el tema noviazgo era “el tema” que lo haría enloquecer. Y
así fue: varias veces intentó que Selena “entrara en razones”, varias
veces me echó de la banda, varias veces cancelaba conciertos o agregaba
otros más lejanos para que Selena se distrajera. Él estaba convencido de
que cualquier “novio” de su hija la haría abandonar el canto, máxime si
la pareja no era alguien del negocio de la música. Le había pasado al
anterior guitarrista de la banda, mi “predecesor”, y por eso el el padre
de Selena estaba terrible y temerosamente preocupado. Nosotros no
dejamos de vernos a pesar de las prohibiciones y allí fue cuando a
Selena se le ocurrió casarse en secreto. Aunque no lo pareciera, fue una
decisión meditada. Selena sabía que ante el casamiento ante Dios, su
padre tomaría el hecho por consumado, pues por sus creencias religiosas
esa decisión la consideraba para siempre y no se podía romper por nada
del mundo. Aun así las cosas no fueron tan fáciles. Selena, ya estando
casados, fue a ver a su padre y discutieron muchísimo. A él le costaba
asumir la nueva situación sin que por ello implicase que Selena
abandonara la música. Selena le juró y le perjuró que eso no ocurriría y
que yo me integraría a ellos no sólo por la banda sino por la familia.
Eso lo tranquilizó mucho y pidió hablar conmigo a solas. Ya estando en
su casa, él se comportó como un caballero: me pidió perdón por lo dicho
y hecho, me rogó que le creyera y sólo me rogó que la ayudara a Selena
con la banda, que él confiaba en mí en todo lo demás. Le dije que no se
preocupara, que yo amaba a su hija y que quería lo mejor para ella. Él
se puso a llorar y me abrazó largamente. “Sé que puedo confiar en ti.
Estando con mi hija en familia y en la banda estaré más que tranquilo.
Bienvenido a la familia. Sé que quieres mucho a mi hija. Si no fuera así
no hubieses tolerado todo esto…”.
Veo a mi hija mirándome con ojos de tristeza y creo que
entiende por lo que he pasado en estos años, entiende mi desconcierto,
entiende mi dolor. Tal vez ahora entienda más que nunca mis ataques de
furia sin control, de mis depresiones y de mis llantos. Fueron para mí
casi 3 años de casados (los iba a cumplir el 2 de abril de 1995, 2 días
después del hecho doloroso y absurdo), más 8 meses de noviazgo. Fue un
tiempo corto, muy corto, pero a la vez muy intensos y francamente
inolvidables. En ese tiempo no tenía ni miedos ni nada de qué
preocuparme. Era sólo vivir y ser feliz, gozar de la vida, gozar de los
afectos, gozar de los amigos, estar al lado del ser más maravilloso del
planeta. Pues antes que nada ella era Selena, la mujer, la novia, la
esposa. Era hermoso por un lado ser el esposo de una celebridad tan
querida por la gente, no sólo admirada. Era vivir en el paraíso el
recibir tanto cariño de la gente y no sólo felicitaciones, y todo
gracias a la labor y al Amor de una sola persona. Pero también hermoso
fue estar al lado de alguien que era una persona como cualquiera de
nosotros, que hacía su vida normal y casera, y que lo hacía del mismo
modo que cuando estaba en el escenario. Si había algo noble en Selena
era que actuaba del mismo modo tanto dentro como fuera en el escenario,
sea ante el público, sea ante nosotros, sea ante el periodismo, sea ante
quien fuere. Era alguien honesto, humilde, espontáneo. Por eso me de
bronca las declaraciones de aquellos que osan decir las cosas que dicen
de Selena y que distan totalmente de ser reales, tan impropias de la
memoria y de las acciones de ella. Ha pasado mucha agua bajo el puente,
poco a poco todas las teorías absurdas se fueron resquebrajando. Podría
jactarme y contentarme con ello, pero nada de eso me contenta, nada de
eso me completa, nada de eso me consuela. Yo sólo querría que alguien me
devuelva esos casi 3 años de Amor con Selena, que me devuelva la
felicidad, que le devuelvan la sonrisa a Selena, y que la dejen ser y
vivir. Ella sólo quería eso. Vivir, soñar, gozar. Quería amar y ser
amada. Quería darle felicidad a todo lo que estaba a su alrededor.
¿Acaso era pecado ser así, acaso molestaba a alguien que Selena fuera
así? Muchas de mis broncas, de mis fastidios y de mis frustraciones
posteriores tenían como origen esas preguntas, mismas preguntas que me
hice aquel día nefasto, aquel día en el que me levanté y no vi más a
Selena, aquel día anterior en el que me quedé callado cuando debí haber
hablado, advertido, actuado. Varias veces me dije por qué, varias veces
desee que el tiempo volviera atrás, varias veces le pedí a nuestro Señor
que me la devolviera, varias veces desee que todo fuera una pesadilla,
varias veces esperé por la puerta de mi casa su regreso y mientras tanto
no había tocado nada de sus cosas, nada de lo que fuera su sello. Me
sentí culpable, muy culpable, pero no por las cosas que se decían de mí,
sino por no haber tenido la sensibilidad de Selena, el Amor de Selena,
los sentimientos de Selena, las premoniciones de Selena. Nunca me pude
sacar de la mente cuando recordé que en aquella noche del 30 de marzo,
mientras esperaba a Selena que terminara de hablar con esa insensata,
había notado a la luna un tanto rojiza. Sólo pensé en que ese color
extraño sólo era anuncio de lluvias para el otro día. Me llamó la
atención de que Selena no me haya dicho nada de esa luna tan
visiblemente cobriza, que no le llamara la atención para nada … Pero,
claro, pobre Selena, ella estaba preocupada, muy preocupada … Ella no
pudo ver la luna, o tal vez la vio y sólo se resignó … Ella necesitaba
ayuda y yo no lo advertí, nadie lo advirtió … Desde ese entonces es que
no puedo con la tristeza, con la impotencia, con la destrucción y con la
autodestrucción. Una y otra vez recuerdo y revivo estar golpeando mil
veces las paredes del hospital cuando recibí la noticia. De nada me
sirvió el consuelo, el paso del tiempo, las palabras de aliento, seguir
viviendo. Yo tuve lo más lindo de mi vida y se me fue de las manos. No
lo supe cuidar, no lo supe advertir. No supe acompañarla cuando más me
necesitaba … Mi hija me observa y eso es lo que ve en mí desde que tiene
conocimiento. Sus miradas es como una invitación a que sea sincero con
ella, sea honesto como lo fue Selena y diga lo que tenga que decir, lo
que quiera decir y que tengo contenido desde hace tanto tiempo…
No pude más y me abalancé sobre mi hija: “Sí, hija, la
amaba, la sigo amando y la amaré. Estará conmigo siempre y sueño con que
algún día la vuelva a ver” y me largué a llorar sin consuelo. Mi hija me
tomó de la cabeza y me acariciaba como para que yo me sintiera más libre
en esa dolorosa exteriorización de sentimientos. “No te sientas mal
padre. Yo sé que sientes eso. Yo sólo deseo que tengas en cuenta esto
para que puedas sacar lo mejor de ti en el futuro. Yo sólo te pido que
no te culpes más. Yo sólo quiero que mires para adelante y seas la mejor
persona, la más fiel consigo misma. Sé que Selena, donde quiera que
esté, valorará que hagas eso. Ya no llores por lo que pudiste hacer
antes. No llores por lo que pasó con Selena Etc. Sé que la recuperarás y
si no es así, sé que con ser lo que fuiste mientras estuvo Selena se te
hará posible todo. Recuerda lo que te enseñó Selena y ponlo en práctica.
Ya verás que todo va a cambiar y tú volverás a ser el mejor papá del
mundo”, me dijo mi hija y me abrazó cerrando bien sus ojos y conteniendo
bien el llanto. Yo me incorporé, mantuve mi abrazo durante un largo
tiempo y le prometí que le haría caso. Las cosas iban a cambiar. Estaba
seguro. Afuera estaba el cielo despejado. La luna lucía brillante. Me
asomé a la ventana y me la quedé mirando. Estaba más luminosa que nunca.
Las estrellas titilaban más fuertes como si quisieran que uno las fuera
a buscar y tomarlas. Pensé en Selena y me prometí muchas cosas, y se las
prometí a Selena. También pedí otras. En el medio de ello noté que mi
hija miraba también la luna en silencio. Ella también estaba deseando
sus cosas, muy parecidas a la mías, muy parecidas a las de Selena. Puse
las manos sobre sus hombros y rezamos juntos. Ahora tenía un buen y
noble motivo para luchar. Mi hija no será su hija pero de algún lado
lleva sus genes. Ella heredó el Amor que tenía Selena. Ella de alguna
manera es también su hija...
(Ojalá que la luna luzca para siempre brillante y que sea
gracias a Selena. Ojalá que algún día Selena pueda cumplir sus sueños
que se había comprometido a hacer frente aquella luna. Ojalá que no
veamos nunca más esa luna roja…)
Yo no me puedo olvidar de ti, Selena. Yo sólo quiero que
el mundo sepa y te recuerde como lo más bonito que ha creado Dios…
¡¡Dime cuándo vuelves, Selena, por favor, te lo ruego!! …
Mientras tanto, yo te estaré esperando todos los días, todas las noches…
“¿Pero cómo tienes esa foto? ¡¡Pareces un tipo raro!! ¿Pero qué es lo
que te sucede? ¡¡Piensa en otra cosa!! ¿Acaso no tienes otra cosa que
poner? Mira a tu alrededor y fíjate en lo que piensan tus compañeros de
trabajo. ¿Qué sentido tiene que pongas tú a una foto de una artista
mujer en tu computadora? ¿Acaso quieres ser como ella? ¿Tienes otras
preferencias sexuales? ¡¡Me extraña!! Eso no es lo que se estila, no es
lo lógico. No está bien. ¿Y acaso ella vive? ¿Y qué sentido tiene si ya
no está? ¡¡Ya para eso adora a otras mujeres, elige a la que más te
gusta y ya!! Y a esa mujer que … ¿Cómo se llama? ¡¡Ah, Selena!! … ¡¡Ya
déjala en paz!! ¿Qué sentido tiene? ¡¡Ni que fueras devoto de ella!! No
me parece bien…”. Las palabras de Gustavo cayeron como un plomo en la
cabeza de Ernesto, que no sabía qué hacer ni qué decirle. Él no vivía ni
en México, ni en Estados Unidos, ni siquiera en Centroamérica. Estaba en
un país bien lejano, en Argentina, en el que apenas si se la conoció a
Selena. Ernesto, como tantos otros, la había conocido luego de seguir la
carrera de Gilda, quien muriera absurdamente en un accidente de tránsito
en 1996. Cuando supo del cruel destino de Selena, comenzó a conocer su
vida y su música. Cuando tuvo oportunidad de conocerla quedó fascinado
por sus actuaciones en vivo y se hizo fan de ella. Vio su película, y
con el tiempo compró sus discos y dvds. Para él todo se había hecho muy
difícil, pues en su país no se vendía casi ningún disco de Selena. Como
mucho, podía conseguir alguna recopilación como “Ones” y nada más. Con
el tiempo la generalización del uso de Internet le permitió ver más
cosas de Selena pero también la posibilidad de comprar por esa vía todo
lo de ella. Él podría haberlas conseguido en forma “pirata”, pero nunca
quiso tener cosas de Selena de ese modo. Aunque en una oportunidad,
cuando no podía conseguir la película “Selena”, se dejó tentar por un
aviso que le ofrecía en un dvd no sólo el filme sino “unos conciertos”.
Cuando lo tuvo en sus manos se encontró con que uno de esos “conciertos”
¡¡era el del Houston Astrodome 1995!! (eso demuestra qué poco se conoce
a Selena en Argentina, lamentablemente). El otro “concierto” era el de
“Selena Vive”, que se hiciera en su recuerdo a los 10 años de que Selena
se nos fuera. Al poco tiempo a Ernesto le llegó un mail del proveedor de
dicho material en el que le notificaban que ese video había sido quitado
de circulación por ser “de dudoso origen” y denunciado por ello por los
dueños de los derechos de comercialización, por lo que “si por esas
casualidades” él lo había sido tentado por ese material no debía
comprarlo. Allí mismo Ernesto se deshizo de él. Como todo buen fanático
de Selena, él quería tener el material original producido por Selena. Si
fuera por él buscaría tener hasta lo último que hubiese grabado, incluso
lo cantado por Selena a los 6 años. En su fuero más íntimo él admitía
que en condiciones normales no hubiese comprado material de Selena de
muy chica, pues en un punto coincidía con A.B. en su pensamiento sobre
ese material, salvo alguna que otra canción y de muchas de sus
actuaciones en vivo de muy niña de Selena. Pero él sabía que si la
historia hubiese sido otra, más “normal”, no hubiese reparado en ese
material, salvo si fuese un “ultracoleccionista”. “Convengamos que si yo
fuese admirador de Luis Miguel yo no me volvería loco por tener sus
primeros discos, ni sus primeros hits de niño ni de adolescente. Ni él
mismo lo cantaría hoy en un concierto en vivo, por razones más que
obvias. Pero claro, el fan de Luis Miguel tiene muchísimo material del
cual disfrutar. En cambio yo no lo tengo. Selena ya de grande e incluso
contando sus primeros éxitos desde su adolescencia no llegó a grabar
tanto. Ella se nos fue muy pronto … Entonces tenemos que aferrarnos a
todo lo que hizo, a cualquier canción, a cualquier imagen por
insignificante que fuera. Cualquier fan de Selena y yo tenemos que tener
todo de ella. Tal vez tenerlas no nos hace sentir tan solos ni tan
huérfanos. Tenerlas nos hace sentir acompañados. Tenerlas nos hace
pensar y sentir que Selena tal vez no está tan sola como aquel nefasto
31 de marzo. Tenerlas es aferrarnos a lo último que nos queda de ella.
Es como revivir una y otra vez el tema ‘Fotos y recuerdos’, que Selena
cantara tan tierna como premonitoriamente…”, reflexionaba Ernesto con un
aire de suspiro eterno, como buscando desesperadamente compartir con
todos los fans de Selena ese Amor, ese cariño a Selena, pero también esa
soledad, ese vacío que le generaba su ausencia. Ernesto, como tantos
otros, no podía admitir semejante pérdida, no podía aceptar así porque
sí ese fin, ese destino. Podía tratar de prometérselo, jurarse y
perjurarse que trataría de recordarla con alegría, de contentarse con
pensar que mal que mal había llegado al éxito, que Selena había visto el
triunfo, los estadios llenos, los premios, había vivido el Amor, había
recibido el cariño y el respeto del público, de los periodistas y de
todo el mundo del espectáculo, podía hablar de ella como el mito, como
la leyenda, convencerse de que había logrado lo que se había propuesto,
que había cumplido con sus sueños, podía convencerse y no ver la
realidad. Pero esa realidad le volvía una y otra vez cada vez que la
veía, cada vez que leía algo sobre ella, cada vez que la recordaba, cada
vez que la escuchaba. Porque podía reírse, podía gozar, podía expresar
toda su admiración y todo su Amor por esa mujer. Pero al rato caía en la
cuenta de que esa admiración sólo podía expresarlo en una pantalla,
escuchando con gestos de admiración un cd, teniéndola en su mente todos
los días … Pero no se lo podía decir, no se lo podía transmitir… Y más
allá de las palabras de consuelo que podría recibir de cualquiera, para
Ernesto nada era más claro que ver las expresiones y escuchar las
palabras de A.B. Para él, el hermano de Selena era la expresión del
desconsuelo, del dolor eterno, de no poder asimilar nunca la partida de
su “hermana”, tal como lo expresaba él, enfatizando que antes que ser
“Selena” ella era su hermana, la mujer que le había dado sentido a su
vida, la musa inspiradora de sus temas, su fuente de inspiración. Cada
vez que veía la enorme cantidad da tatuajes hechos en todo su cuerpo,
podía certificar que A.B. necesitaba dañarse, herir su cuerpo ante el
dolor de la ausencia de Selena para asimilarlo, para sentir de alguna
manera todos los días el dolor que le generaba la pérdida de su hermana,
él no poder haber hecho nada, el sentirse huérfano, el quedarse
inmovilizado e impotente con una vida cortada y una carrera musical
mutilada pensada por y para Selena, una carrera musical pensada para el
éxito y en la que todo lo hecho lo llevaba inexorablemente a ello. Veía
a A.B. tratando de decir que de pronto se quedó sin trabajo, que él
estaba contento en estar encerrado en una habitación creando música
mientras su hermana cantaba y atendía a la prensa pero de pronto tuvo
que enfrentarse a una cámara para dar explicaciones que no tenía ni
quería dar, para expresar su dolor de la forma más decorosa posible
mientras su Alma se desgarraba … Ernesto se preguntó miles de veces
sobre cómo A.B. pudo reponerse de ello y siempre se lo contestaba con lo
que tardó A.B. en asumir que debía seguir con su vida y que debía
producir música para él. Le llevó 4 años y aunque llegó a tener éxito y
consideración, A.B. siempre actuó con el dolor de no ver a su hermana,
con la esperanza de volver a ver a Selena y con salir de la pesadilla en
la que se sumergió aquel nefasto 31 de marzo y de la que no pudo
resurgir en su totalidad jamás…
Las palabras de Gustavo lo habían puesto mal a Ernesto.
Él no las esperaba y eso lo había herido mucho. Le hubiese querido
contestar muchas cosas pero optó por no hacerlo. Prefirió por salir de
la situación con una escena elegante en la que él manifestaba que
siempre hacía cosas insólitas, “locas”, por lo que no debería
sorprenderle a Gustavo que él hiciera esto o manifestara aquello que
resultaba ilógico, y menos que exhibiera cosas de Selena. Eso lo
conformó a Gustavo, pues aunque Ernesto no le seguía el juego de
sentirse culpable y avergonzado para después proceder a sacar esas
“imágenes” y así conformar a todos, él se había quedado con las ganas de
decirle muchas cosas. Durante toda su vida Ernesto se había acostumbrado
a no decir todo lo que realmente sentía, defender lo que realmente le
gustaba. Se había acostumbrado desde muy niño a no decir todo lo que
necesitaba expresar y todo lo que pensaba. Su familia había sido muy
cruel con él y con algunos de sus primos. Se mofaban de lo que le
gustaba, se reían hasta de su aspecto físico, minimizaban sus
sentimientos. Por eso optó por callarse la boca y no decir más de lo
debido, defenderse de los ataques, y jugar al misterio con sus
manifestaciones y pensamientos como forma de que no se rieran de él, de
que sus gustos y sus pensamientos no fueran motivo de chanza y de
descalificación. Él sentía que cuanto menos supieran de él, mejor, pues
así podría sobrevivir a un mundo muy cruel y muy despiadado con quienes
dicen sinceramente qué piensan y qué esperan de sus vidas, cuáles son
sus modelos, que querrían ser sin esperar ninguna aprobación de nadie.
Muchas veces Ernesto sentía terror sobre si alguien sabía que le gustaba
tal o cual cosa que no fuera del gusto convencional o “políticamente
correcto”, pues temía que vinieran las objeciones, los pedidos de
explicaciones, las chanzas o las descalificaciones, y si bien por allí
en algunas oportunidades podía caer en la exageración o en la
persecución propia, sabía que su actitud tenía un sentido, que todo
tenía su explicación. Y Ernesto no dejaba de ser ese niño que temía no
ser aceptado por ser de una manera determinada y que prefirió no
mostrarse enteramente para no ser rechazado. Durante buena parte de su
vida apostó a no ganar y tampoco por ello se dejó ganar. Optó por
“empatar” y conformarse con ello. Pero eso le sirvió por un tiempo, lo
suficiente como para engañarse a sí mismo y llevar la vida lo mejor
posible. Pero eso nunca lo completó y siempre se sintió insatisfecho con
su forma de ser, insatisfecho con la vida y con el mundo … Hasta que
conoció a Selena ... Cuando supo que hubo alguien así en esta tierra
pensó que nada podía ser peor si uno sentía en toda su dimensión lo que
le había ocurrido a ella, que él no había tenido que padecer los
sacrificios que sí tuvo que soportar Selena, que él con el doble de edad
no había hecho la octava parte de lo realizado por Selena... En
definitiva, Ernesto pensaba que Selena había hecho tanto en tan poco
tiempo mientras que él no había hecho nada en mucho. Que Selena había
sacrificado buena parte de su vida para que pudiera ser alguien en la
vida mientras que él sentía que no había hecho nada por hacer algo de
todo lo que le hubiese gustado hacer y ser ... Selena le había cambiado
la vida ... Para él al principio Selena era sólo una artista que en su
mejor momento le había pasado algo trágicamente increíble, luego pasó a
ser una cantante tremendamente talentosa y al final era, además de ser
una increíble artista, una gran persona. No podía dejar de identificarse
con ella. Selena había ido de frente en la vida, buscó el camino honesto
para llegar a lo más alto, siempre había dicho lo que pensaba y lo que
sentía, por defender lo que ella consideraba correcto y por lo que
estaba convencida de que era el Amor de su vida se casó en secreto aun a
riesgo de enfrentarse con alguien tan duro como su padre, se había
enfrentado aun con el mandato familiar para poder desarrollar su gran
pasión que era el ser diseñadora. Cuando más sabía de ella, más se
acongojaba pues él sabía que nadie más que Selena merecía vivir la vida
como ella la pensaba y sentía, que se había ganado todo por derecho
propio. Por eso pensaba que ni Dios ni todo el mundo podían ser tan
duros, tan injustos ni tan crueles con ella. Eso le generaba mucha
angustia y mucha desazón. “¿Por qué a Selena, Dios mío? ¿Por qué?”, se
preguntaba Ernesto una y otra vez. Pues lo ocurrido a Selena no hacía
más que certificar lo que él siempre había pensado: a veces en la vida
no hay que ser tan confiado, no hay que decir todo lo que se piensa,
todo lo que se siente, pues nunca se sabe lo que puede pasar y con quién
uno puede toparse en la vida. Ernesto pasó por todas las etapas que
vivió Selena. Pensó en un principio que tal vez ella confió demasiado en
esa mujer sin pensar que ella sólo era una egoísta que sólo la quería
para sí. Luego pensó que tal vez la Familia tuvo responsabilidad pues no
supo cuidarla a tiempo, que no le dio tanta libertad para decidir, por
lo que Selena pasó a estar así atada a los objetivos familiares nada
más. Pero luego llegó a la conclusión de que tanto Selena como toda la
Familia Quintanilla habían caído en la trampa de una psicópata, de una
enferma mental que supo disfrazar muy bien su patología jugándola de
mujer servicial, y siempre dispuesta a ayudar a Selena en su vida
artística, profesional y personal. Les hizo creer a todos que ella
estaba en función de los demás cuando en realidad hizo que los demás se
pusieran a su servicio, y cuando el padre de Selena dio cuenta de ello y
la denunció públicamente ante su familia, supo que no le quedaba otra
salida. Ernesto llegó a la triste conclusión de que la asesina, al
sentirse descubierta en su juego, jamás aceptaría su derrota. “Un
psicópata ve todo blanco o negro, ganar a perder, vencer o rendición. Y
frente a ello sólo reconoce una de las opciones. Y si no se da la
deseada, no dudará en eliminar la opción que no asumirá nunca”, concluyó
Ernesto. Por eso, según él, preparó el crimen y lo planificó
metódicamente. El hacerla venir sola, el hacerla ir a un hospital con la
excusa de que la habían atacado, el que la vieran testigos juntas sin
estar peleadas el día del crimen, el negarse a ser revisada a sabiendas
de que si decía que la habían atacado en Monterrey y siendo oriunda de
San Antonio nadie en Corpus Christi la podría obligar a ser atendida,
dato que sólo una enfermera como ella podría saberlo, el hacerla ir a
Selena con la excusa de que la acompañara para hacerse ver en el
hospital para luego rehusarse, el volver con todo lo planificado al
motel para empuñar el arma y disparar cuando Selena le confirmaría algo
que esa psicótica no podría aceptar: la derrota, el abandono, el
desprecio por el mal que ella misma había hecho. Antes que ello, ganar,
ganar de cualquier manera, ganar aunque pierda la “mina de oro”, la
razón de su existencia, la única persona y la única familia que la hacía
sentir importante. Ganar impidiendo que el otro gane, quitándole la vida
a uno y herir de muerte a la otra parte, a la Familia Quintanilla, que
llevaría la carga de la muerte de la peor manera durante toda su vida.
Ganar aunque con el tiempo la psicópata muestre su verdadera cara, la
cara de la locura y de la muerte, la cara de la ambición y de la
posesión, la cara de la traición, la cara del mal mismo. Ernesto no
podía dejar de sentir que aquello que le había pasado a Selena le había
pasado a él mismo. “Ese disparo es como si me lo hubiesen dado a mí
mismo”, solía decir, y no podía dejar de sentirlo. Su propia vida
certificaba la suya y terminaba con la misma conclusión, que muchas
veces lo expresaba irónicamente pero que en el caso de Selena no podía
dejar de decirlo con dolor: “En la vida no se puede ser honesto, no se
puede decir la verdad, no se puede decir lo que se siente, lo que se
piensa. Hacerlo es como darle ventaja al otro, darle un punto extra. Y
siempre juega en contra de uno. La vida está llena de malvados. Con que
uno te agarre y te seduzca con engaños y malas artes, y tú mostrándote
tal cual eres, te convertirá en una víctima más, en una víctima que
quién sabe qué herida recibirá y de qué gravedad. Parece que la vida no
nos da opción: tienes que ser falso, mentiroso, corrupto. Y si no lo
quieres ser, tendrás que convivir con ellos y con su sistema ... Pobre,
Selena ... Yo la entiendo. Sé lo que debe haber padecido, aunque yo
nunca he sufrido lo que padeció ella ... Pobre, Selena ... Ojalá pudiera
revertir la historia. Ojalá pudiera viajar en el tiempo para impedir
aquello. Ojalá pudiera canjear mi vida por la suya, y ser yo y no ella
quien sufra semejante insensatez de la vida”, se lamentaba con crudeza
Ernesto y no podía evitar llorar de impotencia por lo ocurrido…
Por eso a Ernesto le molestaron esas palabras de Gustavo.
No tanto por lo duras que pudieran ser, sino por lo ignorantes, por la
falta de valores y con la ligereza con la que las decía. ¿Y quién era él
para decirlas? ¿Acaso sabía lo que significaba Selena para Ernesto?
¿Acaso sabía quién era Selena? Y si no sabía, ¿para qué hablaba? ¿Acaso
alguna vez amó sin condición? ¿Acaso alguna vez lloró por alguien?
¿Acaso daría su vida para que la viva otra? ¿Quién es él para juzgarlo?
Muchas veces en la vida creemos que tenemos autoridad para decidir en la
vida qué es lo bueno y qué es lo malo para cada uno de nosotros, qué
debemos querer y qué no, a qué debemos darle importancia y a qué no … Lo
que no nos enseñaron es a amar, a mostrar nuestros sentimientos, a
mostrarnos tal cual somos. Aprendimos a ser ordenados y a ser
obedientes, pero no nos enseñaron a defender nuestros sentimientos y
nuestros valores, no nos enseñaron que seamos tal cual somos, que
hagamos lo que realmente nos gusta, que desparramemos nuestros
sentimientos y que sólo el límite sean los sentimientos del otro.
Siempre nos pusieron supuestos valores más importantes que los nuestros,
que el supuesto “bienestar general” es más importante que el propio. Y
con esa excusa nos reprimieron, nos castraron, nos quitaron nuestros
sentimientos más puros. ¿Y qué hay si uno dice que alguien es lo más
importante de nuestras vidas y ese alguien no es lo convencional, lo que
la gente no está dispuesta ni a aceptar ni a ver? ¿No es acaso lo lógico
que todos nosotros seamos felices con lo que realmente nos da dicha,
entendiendo que cada uno tiene una manera distinta de llegar a la
felicidad? … Ernesto aprendió de muy chico que buena parte de las
represiones en forma de burla tiene que ver con que muy poca gente está
dispuesta a aceptar con que uno es feliz sólo con lo que tiene, con lo
que expresa, con lo que siente. Y cuando uno no quiere aceptarlo, no
quiere ver que a su alrededor hay gente que despliega su felicidad
haciendo lo que le gusta, diciendo lo que siente, expresando libremente
sus sentimientos. Antes que ver eso es mejor descalificarlo y
reprimirlo, así no ver lo que no se quiere ver, que es verse a sí mismo.
Por eso Ernesto estaba dolido con esas palabras y con esas expresiones
de Gustavo. ¿Acaso él sabe lo que siente por Selena? ¿Acaso sabe Gustavo
lo que significa para él Selena? ¿O acaso le molesta que exprese esos
sentimientos pues él en su fuero más íntimo lo hubiera querido hacer y
no se ha animado? Ernesto es feliz expresando su Amor y su cariño por
Selena. Es su modesta forma de agradecerle por lo que hizo por él, por
lo que lo ha transformado como persona. Gustavo no sabe lo que Ernesto
quiere a Selena, lo que la admira, lo que la extraña. Ernesto nunca
olvidará cuando la vio por primera vez en la entrada del Houston
Astrodome el 26 de febrero de 1995, la interpretación de Selena de “Si
una vez” en ese concierto, sus “mil abrazos y mil besotes” al final de
ese concierto cantando “Como la Flor”, sus palabras cuando recibió su
primer Tejano Music Awards a los 16 años (“Yo sin Los Dinos no soy nada.
Si ellos ganan yo gano. ¡¡Pero si ellos pierden yo no los conozco!!”),
su emoción al borde del llanto con la obtención de su primer Premios Lo
Nuestro, su incredulidad y satisfacción cuando recibió el Grammy, su
hermosa y tierna figura en su última participación en los Tejano Music
Awards ... Ernesto vivió como propios todos los logros de Selena y se
emocionó con cada una de sus interpretaciones. Él no tenía la misma
formación musical, su música fue siempre más afín a los gustos de su
esposo Chris, pero el verla interpretar de ese modo, esa manera tan
peculiar de Selena de expresar esos sentimientos interpretando y
cantando el español, le hizo sentirse latino y emocionarse como nunca lo
había hecho con canciones en ese idioma, y más emociones le daba cuando
daba cuenta de que lo expresaba alguien que no sabía manejar bien el
español como sí lo hacía con el inglés … “Esa mujer tiene que tener
mucho Amor para cantar así, para expresarse de ese modo. Sin ese Amor
sería imposible que llegara a tanta gente y del mismo modo. Si no
tuviera ese Amor, no sería tan admirada ni tan querida. Sin ese Amor, no
sería Selena. Por eso Selena es única, diferente, irrepetible,
inimitable. Como ella no habrá nadie. Con ella se fue la única mujer en
el mundo que daba y despertaba tanto Amor”, decía Ernesto. Y se reía de
Gustavo: “¿Cómo puede entenderme si él no siente lo que siento yo, si él
no puede ser feliz como lo soy yo? Hay mucha gente que me ve feliz en el
trabajo, que me ve cambiado y es por obra y gracia de Selena. Es una
cosa que ellos no pueden comprender, que no quieren ver. Prefieren
reírse, mofarse, desmoralizarme, que me reprima. No hay peor cosa que el
que no quiere ver la realidad de su vida y que pretende no ver al otro
que sí alcanzó la felicidad”, seguía diciendo Ernesto con convencimiento
y orgullo. Ernesto sentía que era tan importante para él Selena que
necesitaba mostrarla públicamente pues lo movía una necesidad de
identificación, una necesidad de expresar que hubo en el mundo algo tan
hermoso como Selena que merece ser conocido y recordado. Ernesto estaba
convencido de que no hay nada peor que el olvido y el paso del tiempo, y
él no podía permitirse que esas cosas le hicieran más daño a Selena que
el que ya le habían infringido. El olvido es una muerte más, un segundo
disparo a quemarropa. Y el paso del tiempo es algo despiadado que barre
a todos por igual. Ernesto tenía la secreta esperanza de que tal vez
desde su humilde lugar podía contribuir a que nadie se olvidara de
Selena y que su recuerdo enmohezca el paso del tiempo. “Tal vez si hago
que en mi país le den la dimensión de su figura logre un nuevo impulso a
su tributo. Tal vez con ello revierta una clara injusticia, que es que
nadie buscó que el Legado de Selena siguiera propagándose por todo el
mundo, sobre todo en América latina. Sólo se contentaron de que ‘el mito
y la leyenda’ sólo quedaran circunscriptos al público latino de Estados
Unidos … Como mucho México ... Nada más injusta esta realidad con el
recuerdo a Selena. Hay países enteros de Centro y Sudamérica que aman a
Selena y hubiesen querido recibir más material para difundirlo y para
hacer bonitos recuerdos de ella. Tal vez sea tarde pero nada es
imposible. Tal vez yo pueda lograr que Selena nos dé otra linda sorpresa
con el Amor que todo el mundo le sigue dando aun en su larga ausencia y
sin nada a cambio”, se ilusionaba Ernesto a pesar de tantas adversidades
y de tantos sinsabores que le había dado la vida, pero que nada se
comparaba con lo vivido por nuestra Selena…
Tal vez por eso decidió ir a encarar a Gustavo. Esta vez
era él quien debía quedarse con la última palabra y lo debía hacer por
Selena… “Mira, Gustavo: te vengo a aclarar una cosa. Tal vez tú y unos
cuantos me miren raro y me hagan comentarios entre graciosos,
despectivos e hirientes hacia mi persona por tener fotos de Selena en mi
escritorio o en el protector de pantalla de mi computadora. Tú y los
demás pueden opinar lo que quieran. Están en su derecho. ¿Pero sabes? Yo
también tengo derechos y esos derechos me gustaría que los consideres y
respetes. ¿Sabes Gustavo? Yo a Selena la quiero y por eso está allí. No
sé si lo entiendes, si lo entenderás o tal vez no lo entiendas nunca. No
importa. Sí importa que sepas que yo le escribo todas las semanas, que
la veo y escucho todos los días, que hago algo por ella diariamente y
eso me hace muy bien. Antes, tú sabes, me veías siempre todo el día
trabajando, quedándome haciendo horas extras, ocupando mi mente en cosas
que no debía. Eso ya no es así y es gracias a Selena. Con ella encontré
mi lugar en el mundo que es recordarla y tributarla como ella se lo
merecía, que era con amor, tal como ella lo soñó ... Creeme que me
gustaría no hacerlo si a cambio lograra que ella estuviera aquí. No
sabes, Gustavo. No sabes el talento que tenía, la voz que tenía, el
carisma que tenía, la personalidad que tenía. Era única, Gustavo. Era
diferente. El mundo se perdió de ver una gran artista. Sólo tenía 23,
casi 24 años y ya había hecho en ese tiempo lo que hubiera realizado
normalmente una mujer adulta. Era inquieta, dinámica, con miles de ideas
y mucha, mucha energía. ¿Pero sabes además, Gustavo? Era una buena
persona, era honesta, detestaba las mentiras y las manipulaciones. Y
cuando vio que alguien tan cercano como la presidenta de su club de fans
la estaba engañando fue de frente y se encontró con alguien mezquino que
no dudaría en matar si eso la liberaba del escarnio público. Y así lo
hizo. ¿Entiendes ahora Gustavo? ¿Acaso no sabes mis ideales, mi forma de
ver la vida, mi forma de actuar? No importa si te lo tomas con sorna o
te parece menor lo que yo considero importante. Importa, eso sí, que lo
consideres tan valioso como tus gustos, tus sentimientos, que entiendas
que aparte de admirar muchísimo a esta mujer, me siento muy identificado
con lo que ella representaba. Es difícil ser honesto en la vida. Se
deben resignar muchas cosas y se viven muchos sinsabores… Pobre, Selena
.... Cuando parecía que ella lograría lo imposible, cuando parecía que
por el camino correcto lograría todos sus sueños alguien se los arrebató
… Por eso la recuerdo, Gustavo. ¿Pero sabes qué? Selena logró aún así
algo que pocos logran: el Amor y el cariño de su gente. Y todos los que
la admiramos llevamos algo de ella. Yo sólo lo muestro y lo describo. Tú
sabes que antes de ella por allí me gustaban otras músicas y otros
artistas. Pero esa etapa aun presente en mí pasó a un segundo plano.
Siempre estará Selena primero. Quiero imaginarme que está allí en algún
lado esperando que alguien haga algo por ella y me gustaría, si eso
acaso esa imagen existiera, que Selena esté feliz viendo lo que hacemos
por ella. Por eso, Gustavo, yo sólo quiero recordar a Selena, a esta
mujer que es todo para mí. Espero que lo comprendas y discúlpame si te
he robado mucho tiempo por algo que debí decirte antes…”, terminó
diciendo Ernesto al borde del llanto…
Gustavo se reincorporó y en un gesto inusual en él fue
abrazar a Ernesto. “No, hermano, el que debe disculparse soy yo. Debí
reparar en lo tanto que la quieres a Selena …Tienes razón y sabes que en
un punto lo que te dije no es la representación de mi verdadera cara, de
mi verdadero sentir. Tú también me viste sufrir y hasta llorar por
ciertas cosas que me han sucedido aquí. Es que el ambiente de oficina
nos quita toda espontaneidad, sólo somos una banda de insatisfechos que
sólo encuentra placer destruyendo al otro o chusmeando hasta el hartazgo
con determinada gente que sólo ocupa sus vidas de ese modo .Tú sabes, es
como dice una canción de Charly García: la oficina es ‘un subterráneo
lugar de rutinaria ideología’ … Y tal vez yo me amoldé mucho a ese
esquema para poder sobrevivir. Y sé que me equivoqué y que sólo dije eso
pues te vi feliz en lo tuyo y yo no podía decir lo mismo … Está bien lo
que haces y se te ve mejor. Y si le escribes a Selena, ¿quién sabe? Tal
vez algún día ganes dinero escribien…”. “¡¡No, Gustavo, de ninguna
manera!! Mis manos no se van a manchar con ello. Yo sólo siento placer
dando todo por Selena a cambio de nada. Yo no lo hago ni por plata ni
por adquirir protagonismo. Yo sólo quiero que se recuerde a Selena, que
se hable de ella. No quiero pensar que el mundo se la llevó así porque
sí. Yo le escribo porque creo en los milagros y tal vez Selena aparezca
por aquí algún día. Es lo que más deseo, Gustavo. Nunca en mi recuerdo
me verás por encima de Selena. Yo estoy en un segundo plano, pues yo
sólo quiero ser un instrumento de su recuerdo…”. Ernesto tuvo que
interrumpir su relato pues no pudo evitar llorar. Cuando creyó que por
allí Gustavo le haría sentir su fastidio y procedería a retarlo por
ello, Gustavo, lejos de ello, lo palmeó en la espalda y le dijo: “Mira,
Ernesto. Tengo que ir a llevar a mi hija que va a ir a una fiesta de
cumpleaños de una amiga. ¿Crees que si llevamos algo de la música de
Selena las alegrará aunque no la conozcan y la confundan cuando la
nombre con Selena Gómez?”. “¡¡Sí!!”, le dije con entusiasmo y aun con
lágrimas en los ojos. “¿Pues qué esperamos? ¡¡Vamos a tu casa a buscar
los cds y luego iremos a por mi hija!!”, dijo Gustavo riéndose. Le dio
un fuerte abrazo a Ernesto y se fueron juntos. Era un buen comienzo:
Gustavo comenzaba a entender a Ernesto y él ya no estaba solo en su
recuerdo a Selena. Ernesto respiró hondo y con satisfacción. “Alguien me
comprendía y eso la haría poner a feliz a Selena. Y eso era lo que me
alegraba … Lo único que me importaba … Cuando di cuenta de que en la
fiesta de la amiga de la hija de Gustavo escuchaban, cantaban y bailaban
la música de Selena, supe que buena parte de mi tarea estaba cumplida,
pero habría con ello más desafíos y responsabilidades. Había dado el
primer paso de tantos otros, el primer paso para que Selena sea feliz
donde quiera que esté”, reflexionó Ernesto y se fue no sin antes saludar
y agradecer la comprensión y el gesto de Gustavo. Cuando iba por la
calle comenzó a llover. Ernesto apuró su paso para llegar rápido a su
casa. De pronto escuchó que alguien le dijo a lo lejos “¡¡Gracias,
Ernesto!!”. Él giró su cabeza pero no vio a nadie. Apenas si creyó ver
la silueta de una mujer con pelo largo que doblaba en una esquina. Iba a
correr hacia allá, pero de pronto sonrió, se quedó un rato mirando el
piso y se dijo: “Sé que Selena está feliz, muy feliz” y siguió en
dirección a su casa, esta vez en forma más lenta y sin que le importara
cuánto le molestaba la lluvia. Tenía mucho que hacer, mucho que hacer
por Selena. Tal vez si todo siguiera así, Selena algún día se le iba a
aparecer para agradecerle en persona y él poder así abrazarla, llorarla
y decirle todo lo que tiene guardado bien adentro, bien adentro de su
corazón…
(Alguna vez el mundo será diferente, alguna vez el mundo
tendrá tu Amor, Selena. Ya el mundo tuvo su oportunidad y la
desaprovechó dejándote ir. Espero que alguna vez tú le des una
oportunidad y que esta vez sea con el Amor y el ejemplo que tú le has
brindado. Este mundo sólo necesita Amor, sólo necesita de tu Amor,
Selena. Y mientras espero tu cariño, yo doy el mío a tu entero recuerdo
para que todos no se olviden nunca de lo que fuiste y representaste,
para que nadie te deje nunca más sola…)
Simplemente te recuerda con Amor y eternamente te espera…
“¡¡Uy, disculpas, no te reconocí!! Cuando te vi cocinando para todos tus
músicos y te pedía que si nos podías cocinar para nosotros y tú lo
hiciste, yo supuse que … tú sabes …. No sé qué decirte y cómo
disculparme … yo…”. Aún recuerdo con alegría, con nostalgia y con
ternura aquellos momentos que vivimos con Selena cuando estábamos
grabando el disco en inglés y del lamento de aquella famosa cantante que
grababa en el estudio de al lado. Recuerdo que aquella mujer aumentaba
su incertidumbre acerca de qué hacer a medida que Selena se reía cada
vez más, y le decía una y otra vez que no debía preocuparse, que estaba
todo bien, que ella solía cocinar para todos en estas ocasiones y que lo
hacía porque le gustaba mucho, nada más. Esa actitud de Selena
avergonzaba aun más a esa mujer acostumbrada a otros ambientes, a otros
tratos, y a otras vanidades y veleidades de otros artistas. Selena la
había sorprendido como nos había sorprendido a todos, acostumbrados a
ver más de lo mismo y a notar cada tanto que nos encontrábamos con algún
artista diferente, con una artista de verdad. Yo aún recuerdo cuando me
propusieron de mi compañía disquera producir un disco en inglés de
Selena. Como les ha pasado a tantos otros, yo también tuve mis
prejuicios sobre ella y no sabía qué tan buena artista podía ser. Yo
sabía que ella era ya una famosa artista texana, que preferiblemente
cantaba en español, que así había llegado a la fama y que todo el mundo
hispano en Estados Unidos como en México la amaba. Nosotros, los
“gringos”, sabíamos de su existencia, pero no dejaba de ser una cantante
latina, que no tenía para aquel entonces la envergadura y la importancia
que tiene hoy. Para aquel entonces era lógico que alguien como ella
quisiera cantar en inglés para tener mayor reconocimiento mundial. Hoy
diríamos que el proceso es todo lo contrario: si te destacas cantando
música latina en español es probable que tengas mucho más éxito que
cantándola en inglés, y creo que si las cosas son así hoy en día se lo
debemos a Selena muy a su pesar, porque está claro que ella -y, sobre
todo, lo deseaba su padre- quería ser una cantante internacional de
habla inglesa con la posibilidad de cantar en español para toda América
latina. Pero la tragedia congeló su imagen con sus éxitos en español,
con la música y con la tremenda imagen que tenía allá por 1994, 1995
…Entonces Selena quedó como “la Reina del Tex-Mex”, incluso como la
“Reina de la Cumbia”. Pero esas imágenes, esos encasillamientos no le
han hecho una verdadera justicia a la Selena cantante, a la Selena
artista. Selena era muchísimo más que eso. Yo lo puedo certificar pues
la tuve cerca actuando, la tuve cerca cantando las canciones en inglés
que llegó a cantar, y hasta ensayar las que nunca llegó a grabar o las
que grabó a medias. Todos sabíamos que estábamos ante un gran proyecto
no sólo porque sabíamos de su potencial, sino que en un punto ya era una
realidad. Por esas épocas Selena era la artista latina más famosa de
Estados Unidos, mucho más que Jennifer López y que tantas otras. Sólo
era equiparable a Luis Miguel aquí en un mundo que, y no me canso de
repetirlo, lo latino no tenía tan buena acogida en la prensa y en la
gente como ahora. Y Selena tuvo mucho que ver con ello. Basta con ver y
recordar lo que pasó por estas tierras cuando empezó el mes de abril de
1995 … La reacción y el estupor fueron unánimes. Todos, propios y
extraños, quedamos conmocionados. Ni People se imaginó lo que cambiaría
sus revistas por haber sacado dos ediciones especiales en su recuerdo.
Ni Jennifer López podía imaginarse cómo cambiaría su vida por haber
hecho la película en su recuerdo. Ni la música latina se imaginaba de la
enorme importancia que tenía y la gran trascendencia como la que tiene
en estos años. Todos, incluso Shakira, le deben algo a Selena. Todos
sólo pueden tener palabras de agradecimiento para con ella. Es muy
difícil imaginarse el futuro de todos ellos si no hubiese ocurrido lo
que ocurrió, como también es difícil saber qué hubiese sido de Selena si
no le pasaba semejante afrenta a alguien tan lleno de vida, con tantas
ganas de hacer y de demostrar, con tanta humildad y con tanta grandeza
de espíritu, aunque supiéramos que teníamos frente a nosotros a la mejor
cantante latina que yo haya conocido, a la persona más hermosa y más
querible que yo haya visto jamás…
“No te preocupes por ella. No es como lo que te imaginas.
Es al revés de lo que pensabas. Ella sabe inglés desde que nació. El
español lo aprendió después”, me dijo José Behar cuando me junté con él
para delinear el plan para llevar a cabo el disco tan esperado en
inglés. Me costó mucho entender acerca de por qué Selena había hecho un
recorrido tan raro: cantar el español por fonética, sin saberlo, recién
aprenderlo cuando comenzó a hacerse famosa en México y tener tamaño
éxito allí aun con sus limitaciones para hablar ese idioma, algo que no
se perdona así nomás en México y menos aún a alguien precisamente de
ascendencia mexicana. Cuando supe de su historia por José Behar, ahí
entendí de por qué aquello. Me la imaginaba una artista que por allí
estaba resentida con el mundo y con la vida por todo lo que tuvo que
sacrificarse, por todo lo que tuvo que dejar en el camino para
destacarse. Hoy día uno ve que por mucho menos que lo que padeció Selena
hay muchos artistas que viven insultando a media humanidad, destilando
toda su furia “por este mundo cruel” y esperando que todos nos pongamos
de rodillas para pedirles que nos atiendan, que nos escuchen. ¡¡Y todo
eso por un solo hit!! Nos tenemos que someter a los pedidos más
estrafalarios, no nos respetan como productores y tenemos que soportar
que nos digan que son transgresores, adelantados a los tiempos y grandes
artistas porque hacen sonidos raros con su boca o sacan una línea de
perfumes con olores nauseabundos …”No es así para nada -me dijo José
Behar-. Mira. Yo la descubrí de casualidad, buscando talentos latinos en
diferentes ciudades de Texas. Incluso fui con la referencia de ver a tal
o a cual artista que me habían recomendado ver … Pero nadie me habló de
Selena … La descubrí porque escuché el griterío de mucha gente y fui con
Mario, el presidente de Emi México, para ver de qué se trataba. En
cuanto la vi quedé impactado, como lo estaban todos los asistentes a sus
conciertos. No lo dudé. La fui a contratar allí mismo. Después de darse
la situación de que Selena lógicamente no me creyera de que fuera el
presidente de la Emi Latin y de que pensara que era un aprovechador, la
convencí a ella y a su padre de mi condición, y al otro día ya la había
contratado. Creeme. La tienes que ver. Ni todos los discos de ella que
escuches equiparán a lo que Selena es en vivo. Ella es única, diferente
a todas las artistas que haya conocido. ¡¡Estoy seguro de que llegará
lejos!!”. José me hablaba con un entusiasmo que contagiaba. Lo escuchaba
hablar de Selena y no parecía ser un directivo de la Emi, sino un fan
más de ella. Estaba encantado, casi enamorado de ella. “Para ellos es
muy importante este disco. Han luchado por años para llegar a este
momento. Te diría que hicieron todo ese recorrido por años sólo para
tener esta oportunidad. Así que imagínate sus expectativas. Yo recuerdo
que lo que primero que me mostraron su padre y su hermano, como manager
uno y productor musical el otro, fue unos demos de unas canciones en
inglés interpretadas por Selena. Y me quedé impresionado. Me di cuenta
de que era un diamante en bruto que ni siquiera había que pulir. Ellos
no tenían problemas de esperar pero sabía que iban a insistir con el
proyecto. De hecho siguieron con sus proyectos en español y juntos
vivimos el ascenso de Selena, su llegada a Monterrey y su explosión en
todo México. Pero ellos cada vez que se les presentaba la oportunidad
decían públicamente sus proyectos en inglés. Yo no sabía si era
conveniente decir eso, sobre todo en México, pero ellos estaban
convencidos y a Selena no le podía decir que no. Logré con mucho
esfuerzo que Emi Central le hiciera un contrato en 1993 para hacer el
disco en inglés, pero ellos lo dilataron lo más que pudieron porque
ellos no podían comprender que quisieran hacer ese proyecto con la
sensación que Selena era en español. Y encima la conmoción que provocó
Selena en ese año y al otro año le hicieron ver la realidad y tuvieron
que ceder. Yo entendía perfectamente sus temores. Yo como ejecutivo de
la Emi debía acatar sus órdenes, pero yo estaba en el medio de ellos y
de los Quintanilla. Y yo sabía perfectamente del potencial de Selena,
que no se circunscribía a los números de ventas de discos. Cuando Selena
ganó el Grammy ellos empezaron a entender que estaban ante algo grande y
a medida que Selena agigantaba su popularidad y su prestigio en el mundo
musical empezaron a entender que ella estaba preparada para jugar las
ligas mayores. Me prometieron que en cuanto acabara Selena con sus
exitosos compromisos en México a fin de 1994 empezarían a hacer realidad
el disco en inglés, que ya estaba muy demorado. Sólo me pidieron que
esperara hasta julio, con la llegada del verano, a que saliera el disco,
para así tener tiempo de difundir la figura de Selena en el mundo
anglosajón durante el primer semestre de este año y lanzar el disco
luego, y con él los conciertos…”. José Behar podía estar horas hablando
de Selena y no era para menos. El verlo hablar tan entusiasmado de
Selena me hacía ver que ella no sólo era una buena artista sino una
persona muy querible. Sólo así podía entender el esfuerzo que él hacía
para que pudiera alcanzar su gran sueño. Yo que sé de este negocio
sabría que si no fuera por ello cualquiera en el lugar de él se hubiese
contentado con que Selena los hiciera ricos con sus ventas de discos en
español, los ilusionaría con su disco en inglés pero pondría miles de
excusas para que no lo hagan nunca y no hubiese ni siquiera hecho un
contrato por ese disco: lo hubiese dejado en manos de los directivos de
Emi Central y me encogería de hombros con su negativa, no sin antes
palmear la espalda del padre de Selena diciéndole que tenga fe, que no
pierda las esperanzas, que Selena siga grabando éxitos en español y
llenando estadios, que ya vendría la gran oportunidad … Yo sabía que
José Behar se había jugado todo por Selena, incluso con el riesgo de
perder su puesto de presidente de la Emi Latin. Alguien ligado a la
disquera me dijo: “Muchos directivos de la Emi están hartos de él porque
sólo habla de Selena y de buscar la forma de acelerar el tema del disco
en inglés. Di que hace muy bien su trabajo, que ha sabido promover a
muchos artistas y que cumplió con creces su tarea cuando lo trajeron de
la Sony para explotar el costado latino de la compañía, que empiezan a
ver como rentable. Y ni qué hablar del logro que fue el haber contratado
a Selena a tiempo, justo a tiempo de que no se la birlaran las otras
disqueras. Pero creeme. Si llega a salir mal el proyecto en inglés,
ellos le van a cortar la cabeza. No dudarán en echarlo a patadas no sin
antes darles las gracias por los servicios prestados … Eso sí … Ni así
la despedirían a Selena. Saben lo que significa aquí y en México. Por
eso no sacan los pies del plato. No es que sean dadivosos. No quieren
correr el riesgo de no haber aprovechado al máximo a la mina de oro que
tienen en sus manos. ¿O por qué crees que recurrieron a ti para que le
produzcas el disco, por qué piensas que están contratando a los mejores
músicos y a los mejores compositores? ¿Por qué acaso piensas que están
largando virtualmente la carrera solista de Selena? Saben que puede
resultar. Se está hablando mucho de ella. Van a apostar a lo grande. Si
no sale dirán que Behar se equivocó, no lo echarán finalmente pero lo
retarán lo suficiente como para que no insista por un tiempo con el
tema, y a Selena le dirán que conquiste a toda América latina y después
se habla …Pero ellos hablan con los hechos. ¿Crees que lo hacen de
generosos? No podrían tolerar que otra disquera los tiente, se los lleve
y les enrostre el éxito en la cara. Selena los obliga a arriesgar. Ellos
también piensan que Selena lo puede lograr, que pueda alcanzar lo que
ninguna artista latina pudo obtener jamás”…
Antes de verme por fin con Selena quise ver de qué se
trataba. Con todo lo que oí de ella era evidente que no podía
contentarme con esperar a estar con ella para saber de qué se trataba,
de con qué artista me toparía. Por un instante me despojé de los
comentarios de José Behar para saber quién era Selena. Es más: no sólo
no me quise hacer ninguna expectativa sino que opté por la vía
contraria. La miré como tratando de que ella me convenciera de qué tan
buena era, de qué tan distinta era, de qué potencial tenía, de si daba
para pensar que se estaba ante algo serio o si sólo era una artista más
con un par de hits. Traté de verla con los típicos ojos de un
prejuicioso, de una persona desconfiada, y ya algo harta de ver tantas
promesas y pocas realidades. Y no tenía que hacer mucho esfuerzo para
razonar de ese modo: había producido a muchos artistas sin que fueran
muy grandes, y que sólo con una buena selección musical y explotando lo
poco bueno que podían tener lograr que tuvieran un hit que los lanzara
al menos por un tiempo al éxito y si tenían algo de talento por mucho
tiempo más. Por suerte produje artistas increíbles a los que tuve el
honor y el placer de trabajar por mucho tiempo con ellos, pero había
también de los otros y paradógicamente con ellos era con quienes uno
tenía más dificultades de trabajar por sus exigencias y por sus
extravagancias. Vi de todo en el negocio de la música y para ese
entonces tenía que pasar algo fuerte en mí para verme sorprendido. Por
suerte José Behar me dejó un buen material de Selena, no sólo en discos
o demos sino de imágenes de conciertos, incluso de entrevistas que se le
hicieran, sobre todo en Estados Unidos … No me llevó mucho tiempo para
quedarme impresionado. Su sola presencia, su canto, su voz, su carisma,
su sonrisa, su presencia hacían que uno no pudiera dejar de mirarla.
Sabía que estaba ante la presencia de una verdadera artista y que era
muy difícil escindir, al hablar de ella, la cantante de la artista y de
la persona. Cuando la vi me di cuenta de que buena parte de su secreto
era que ella se mostraba tal cual era. Así como Selena era en el
escenario, así era en la vida. Si uno se quedaba impactado con sus
canciones, al verla se rendía a sus pies, y si encima uno la conocía
fuera del escenario se encontraba con el mismo encanto de persona y de
mujer. El que termina admirando a Selena la termina queriendo, y si uno
la quiere se hace partícipe de sus sueños, de sus proyectos. Al verla en
toda su dimensión y no sólo una edición de sus mejores momentos para
impresionar a cualquiera, entendí las palabras, los gestos, la
admiración y el tiempo que le dedicó José Behar. También comprendí el
cariño y el respeto no sólo del público sino del periodismo, de los
medios, de todo el mundo. Selena podía gustar o no, pero difícilmente
pasaría indiferentemente por la vida. Esa mirada, esa buena
predisposición, esa sonrisa eterna .... Hay hechos que hablan por sí
solos y que rescatan lo que era Selena y por qué generaba lo que
provocaba. Me dio mucha gracia ver cómo trataba a sus “ex novios” en el
tema “¿Qué creías?” y en la actitud de ellos. En particular me llamó la
atención en una presentación que hizo no hacía mucho tiempo en New York:
el “ex novio” estaba duro, con las manos atrás y soportando la “ira” de
Selena por su “destrato”. Al final del tema, ella no pudo con su genio y
le pegó a modo de chiste una patada en el trasero mientras se reía a
carcajadas. El “ex novio” no sólo no dijo ni “mu”, sino que tuvo gestos
de agradecimiento .... Y hablando de traseros, me dio mucha gracia en un
reportaje en español en Univisión cuando le preguntaron si se había
hecho alguna cirugía allí … en las pompis … “No sé cómo pueden decir
eso. Yo no me hice nada. Pero puedes comprobarlo tú. Tócalas, tócalas”,
le decía Selena a la periodista que miraba con aire de sorpresa a la
cámara y diciéndole a Selena que no hacía falta tocar nada, que estaba
convencida … Así era Selena. La misma en el escenario como fuera de él.
Esa autenticidad no habitual en un artista definitivamente enamoró a un
público que no estaba acostumbrado a una artista que interpretara sus
temas con tanta pasión, con tanto sentimiento, y más impresionado
quedaba uno si esa mujer interpretaba con tanta credibilidad temas de un
idioma que no dominaba bien y que lo aprendió de grande. Sólo una mujer
con tanto sentimiento para expresar, con tanto Amor, podía generar eso.
La gente la admiraba, pero también la quería. No podía separar un
sentimiento del otro. Así empecé yo también a admirar a Selena. Así
también yo la empecé a querer…
Cuando llegó el momento de encontrarme con ella yo ya
había empezado a delinear mis primeros bocetos de canciones para Selena.
Esos bocetos fueron hechos más que nada pensando en los proyectos que
tenía Emi y de los cuales el padre de Selena estaba totalmente de
acuerdo: había que delinear canciones pop, románticas, bien del estilo
de cantantes como Whitney Houston o Gloria Gaynor. La idea era potenciar
las virtudes de Selena para posicionarla como una gran cantante
norteamericana. Era curioso para mí y seguramente era curioso para el
público, pues estaba preparando un material que Selena debería en teoría
aprender ya que ella “cantaba en español”. Muchos creerían que
mágicamente Selena había aprendido en poco tiempo el inglés y que
enseguida se lanzó a cantarlo. Cuando muchos se enteraran de que Selena
hablaba inglés desde el nacimiento se reirían y se preguntarían muchas
cosas, las mismas cosas que me preguntaba yo cuando supe que ella
lanzaría este nuevo material. Pero en verdad para poder terminar de
armar el material del nuevo álbum de Selena necesitaba verla a ella,
necesitaba saber qué tan distinta o que tan igual era la Selena con la
que me encontraría con la Selena que veía en un video o en cualquier
programa de televisión. Necesitaba verla para saber qué esperaba ella de
este nuevo proyecto, cómo se sentiría, si estaba de acuerdo, si sentía
que éste era su momento. Muchas de estas dudas se me despejaron en
cuanto ella entró al estudio en el que trabajaba. Ingresó con su padre y
con su hermano A.B., y francamente quedé impactado. Su sola presencia
pero sobre todo su propia actitud hacían llenar el estudio de otro aire,
de otro ambiente. Era irresistible no mirarla. Tenía un magnetismo, un
poder de seducción y de gracia que hacían acaparar el lugar en el que
estaba, ella se hacía el centro y la dueña del lugar pero no por
imposición, o por una actitud dominante o prepotente. No. Todo lo
contrario. Selena se ganaba a todos por su humildad, por su actitud
servicial, por su sonrisa permanente, por la electricidad de sus
movimientos, por la ternura de su mirada y por la penetración de sus
ojos. Y esa actitud y esa personalidad … Saludó uno por uno a los
integrantes del estudio, sean éstos técnicos, ayudantes, ejecutivos,
músicos, managers. A todos les preguntaba su nombre y les inquiría por
algo de su vida, o les marcaba algo de lo que llevaban puesto o de algún
detalle de sus personalidades. En este ambiente uno está más bien
acostumbrado a que el artista se sienta como tal y que espera que seamos
nosotros quienes vayamos con ellos, los saludemos y nos presentemos. Con
Selena era todo lo contrario. Era ella quien se presentaba. Era ella
quien saludaba primero. Era ella quien se preocupaba por los demás. Era
increíble el cambio de ánimo y en el aire del estudio desde que Selena
se presentó ante todos. Allí mismo sentí que tenía terminados los temas
“I could fall in love” y “Dreaming of you”. Al menos en mi mente me
surgieron nuevas ideas en cuanto vi a Selena y sin necesidad de que me
hablara aún. Y hasta imaginé que “I could fall in love” debía ser el
primer corte del nuevo disco. En cuanto me presenté a Selena ella me dio
un gran beso y abrazo, me dijo “Un placer trabajar contigo”, a lo que
enseguida acotó “¿Y qué esperamos para empezar a trabajar?” y echó una
enorme carcajada de la cual me iba a acostumbrar por varios días que
pensé que serían muchos y divertidos, pero que el destino cruel hizo que
fueran sólo unas cuantas semanas que yo no olvidaría jamás…
A poco de comenzar a trabajar con ella noté que, tras su
sonrisa, su excelente ánimo y su buena predisposición, Selena tenía una
gran angustia. Me animé a preguntárselo en el medio de un parate entre
toma y toma de voz en una de las canciones. “Es que no estoy
acostumbrada a trabajar fuera de la dirección de mi padre como manager y
de A.B. como el compositor de mis canciones. También me siento un tanto
extraña cantando sin mi banda. Aparte estoy ante un gran desafío. Por
allí temo que este nuevo proyecto no le caiga bien a muchos y me dejen
de querer…”. Fue una de las pocas veces que la vi a Selena un tanto
seria y hasta un tanto triste. Se sentía rara fuera de su familia y de
su ámbito familiar. Pero también creo que estaba angustiada por los
rumores que circulaban desde el año anterior en el que decían que ella
se iba a separar de la banda por el hecho de que sus discos, por el tema
del “crossover”, ahora se editaban como “Selena” y ya no como “Selena y
Los Dinos”. Si bien siempre ella dijo que este proyecto no impedía que
siguiera con la música texana y en español, y con Los Dinos, ella daba
cuenta de que ello alimentaría los rumores … La manera frontal y tan
pura para expresarse de Selena me hacía pensar que ni ella ni todos los
Quintanilla estaban muy acostumbrados al maltrato de la prensa
malintencionada y de la gente canalla. Ellos creían en su trabajo y en
la honestidad para lograr los objetivos. No se les pasaba por la cabeza
que alguien podía tener malas intenciones con ellos o que podían
elucubrar cosas para ganar prensa y más dinero a expensas de su fama
ganada a base de trabajo y esfuerzo … Creo que Selena empezó a tomar
conciencia de ello a partir de su notoriedad, y en función de lo que
sucedió luego, no pude evitar pensar que por allí ella ya veía cosas que
no le gustaban, que empezaban a angustiarla internamente y que temía no
saber resolverlas. Era obviamente un momento nuevo para Selena y ella no
quería defraudar … “Pero tú sabes que siempre contarás conmigo. Yo haré
lo que tú me pidas todas las veces que quieras y me quedaré todo el
tiempo que me necesites. Yo quiero llegar bien lejos pero para eso tengo
mucho que aprender”. Recuerdo haberme conmovido con esas palabras y con
esa actitud. Tenía muchas ganas de abrazarla pues sentía que tras su
sonrisa Selena era una mujer que necesitaba mucho cariño y comprensión.
“No te preocupes, Selena. Entiendo tu preocupación y tus deseos de
perfeccionarte. También comprendo que estés un poco inquieta con toda
esta nueva forma de grabar en inglés sin tu banda. Pero sabes que es la
oportunidad que tanto buscabas, que tu familia deseaba y que por fin se
les da. Y creeme. Tienes mucho talento y mucho carisma. Yo sé que
llegarás lejos, muy lejos. Con estos temas que estás grabando yo sé que
impactarás al público que menos te conoce y deslumbrarás a lo que ya
saben quién eres. Y no te preocupes por este cambio. La gente que te
admira aceptará sin duda tu nuevo disco y tu nueva imagen. Te he visto
en anteriores conciertos y esa gente no sólo te admira. Te ama. Ya
querrán verte triunfante con todas tus nuevas canciones. Además, tú
fuiste muy honesta con todos. Les anunciaste de este disco desde hace
bastante tiempo y nadie lo vio mal. Por eso, Selena, no te preocupes,
que aquí estamos para ayudarte y para que seas la mejor cantante que ha
dado este hermoso país”, le dije de todo corazón. Selena me abrazó y me
dio un largo beso. Sólo tuvo palabras de agradecimiento para mí. “No
sabes lo que me sirven tus palabras. Era lo que necesitaba escuchar.
¡¡De aquí en más sólo encontrarás a una Selena que está dispuesta a dar
todo para que todos ganemos en esta empresa!!”. Y desde ese momento
volvió a su sonrisa habitual, a su andar inquieto y a dar lo mejor de
sí. Sabía que todo dependía de ella, como lo había sido siempre, y que
esa presión lejos de achicarla agigantaba su figura y su predisposición
de ir siempre por más. Era la primera en entrar y la última en irse.
Preguntaba cosas, sugería otras. Selena era una mujer con ganas de todo.
Sólo bastaba darle ánimos para que ella se sintiera lo que internamente
sabía y que difícilmente lo dijera públicamente: que ella era la mejor y
que este disco sería la confirmación de ella y el descubrimiento de todo
el mundo de su talento. Fueron los días más felices de mi vida por
compartir la felicidad, el trabajo, el compromiso y las ganas de Selena.
Estábamos haciendo algo hermoso y a lo grande. Imaginaba el futuro como
lo sentía Selena, en el que nadie podría detenernos. Claro, al
imaginarnos el futuro pero con previsibles obstáculos, todos pensamos en
el afuera más que en el adentro. Al pensar en dificultades, pensábamos
en eventuales retrasos y no en que todo podía terminar del modo más
absurdo, ridículo, atroz, injusto. Aprendí que a veces para impedir que
un ataque nos agarre de sorpresa tenemos que mirar más en el adentro que
en el afuera. Claro que en aquel momento, ¿quién iba a pensar en un
ataque a Selena, quién podía pensar que no iba a ver más a esa mujer en
tan poco tiempo? Nada más injusto que este mundo, nada más que frenética
esta humanidad que permite que se nos vaya Selena del modo más violento
e impropio de la imagen que Selena nos dejó como artista y como persona…
Era hermoso trabajar con Selena, siempre con su sonrisa,
siempre colaborando con nosotros … Recuerdo que ella nos pidió que
pusiéramos unas palabras en español en “Dreaming of you” y en “I could
fall in love”. Y podía no estar en el estudio y aun así colaborar a la
distancia. Cuando sumamos a David Byrne, de los Talking Heads, para
hacer “Dance with me/Baila conmigo”, ella se ofreció a grabar sus partes
en los estudios de q-productions para que David pudiera completar su
parte. A él le calló muy bien Selena desde que supo de su existencia. Él
siempre se interesó por la música de otras culturas que él no conocía
tanto y eso lo llevó a Selena. Él quería que en la canción a dueto
mantuviera esa frescura de cantar en ese idioma del cual todo el mundo
la conocía, más allá de su verdadero origen y de que se trataba de un
disco en inglés. “Pero estaría bueno que en ese disco se la reconociera
a Selena cantando en español. De última, no deja de ser un tema que está
cantado en ambos idiomas como los otros temas. Sólo que aquí aparecería
un poquito más el español. Nadie lo notará y a muchos les gustará”, dijo
un David entusiasmado. Él tenía muchos proyectos con Selena, que iban
mucho más allá de este disco que preparábamos. Se había lamentado de no
poder juntarse con Selena por una cuestión de agenda, pero se emocionó
con la actitud de ella grabando su parte y hasta sugiriendo algunos
cosas para ese tema. “Esa mujer llegará lejos. No tengo dudas, Es
talentosa, tiene actitud, pero fundamentalmente es diferente, bien
diferente del resto”, me decía David. Él fue moldeando el tema con esas
grabaciones mientras esperaba con entusiasmo poder encontrarse con
Selena para cantarlo juntos … El destino quiso caprichosamente que
terminara de grabarlo solo, con lágrimas y por Amor a esa mujer que
tanto le encantaba…
Cada día que pasaba no dejaba de sorprenderme la energía
de esa mujer, de esa cantante, de esa artista. Incluso remarco la
palabra energía por sobre la de alegría, porque por ahí Selena podía
estar cansada, ansiosa y hasta fastidiosa, pero ella nunca dejaba de
estar dispuesta a todo, de hacer lo que debía realizar, de colaborar en
todo lo que fuere necesario. Muchas veces sus risotadas eran de alegría
pero también eran de nervios. Selena tenía esa tendencia de no poder
soportar el silencio del estudio o que alguna charla quedara trunca sin
posibilidad de continuar. Si eso se daba, ella irrumpía con alguna
carcajada o decía algo gracioso que obligaba a que todos siguieran el
relato chistoso y así olvidar ese silencio tan molesto para ella.
Recuerdo una jornada larga y extenuante de grabación, en la que yo quedé
con mis brazos apoyados en la consola y mis manos puestas más adelante
que me servían para apoyar un ratito la cabeza y descansar. Al rato veo
que alguien se acerca con un café en la mano y una amplia sonrisa.
“¡¡Vamos, remolón, que debemos seguir grabando!!”, me dijo Selena y echó
a reír a carcajadas. Yo estaba seguro de que Selena estaba más cansada
que todos nosotros juntos, pero ella no concebía no cumplir con lo suyo,
no hacer siempre hacer algo más y no irse hasta no dejar satisfechos a
todos. Era su marca personal, su sello distintivo. Muchas veces debíamos
postergar algunas grabaciones porque ella debía presentarse en
conciertos, festivales, entrega de premios y programas de televisión.
Ella grababa lo más que podía aquí en Nashville y los otros arreglos lo
dejábamos para el final o Selena lo hacía directamente en el estudio de
su padre en Corpus Christi. Con ella viví lo emocionada que estaba
cuando volvió a recibir todos los premios en los Tejano Music Awards y
la frustración de no haber podido repertir el Grammy. En lo personal yo
me sentí muy mal al advertir que Selena no había vuelto a ganar el
Grammy en 1995, porque intuía que si ella lo hubiese ganado de nuevo,
los grandes medios de comunicación volverían a tomar nota de Selena y
darían cuenta de lo que Selena ya había obtenido en todo este pequeño
período de tiempo. Sentí que si Selena lograba de nuevo el Grammy, sus
padres, los medios, los periodistas estarían encima de ella y Selena no
podría quedarse tan sola, como aquel nefasto día … Hoy suena una
tontería, pero si las cosas se hubiesen dado de ese modo a Selena no le
hubiese pasado lo que le pasó. Estoy seguro de ello. Selena estaría
ocupada en dar notas, en recibir nuevos productores, nuevas propuestas y
nuevas ideas. Su mente no estaría ocupada con simples caprichos ajenos,
no estaría siendo abusada en su buena fe, y estaría enfocada en su
realización personal y artística. Yo la veía tan entusiasmada, tan
ilusionada … Cuando se acercaba el concierto del Houston Astrodome,
Selena estaba preparando su show en función de su futuro disco en
inglés. Ella me mostraba cantando cómo iba a empezar su show, a la vez
que me enseñaba sus movimientos, su baile, su rutina. Se movía y se
reía. Siempre esperaba tras ello la aceptación y el cariño en respuesta
a lo que ella ofrecía. Todavía puedo ver su sonrisa por la repercusión
del concierto, el nuevo récord de asistencia al público, sus sueños …
Había comenzado marzo y había que moverse más en el tiempo que teníamos
disponible porque Selena tenía muchos compromisos. Y no contenta con
todo lo hecho, ella estaba preocupada pues no sabía cuándo podría ir a
los países de Sudamérica a los que había prometido ir y cuya gira e
itinerario se había complicado con la preparación del disco en inglés y
con los conciertos que ello suscitaría. De hecho había que ver cómo
Selena cumpliría con los conciertos en México en función de las
entrevistas y promociones que Selena realizaría desde ese mes de marzo
para adelante para promocionar su nueva faceta de cantante
internacional. Ya tenía una agenda apretada y se notaba que Selena lucía
algo cansada en algunos momentos de las grabaciones, aunque podría jurar
que había empezado a ver algo más, algo más que no lo explicaban ni el
cansancio ni el ajetreo del cual Selena ya estaba bien acostumbrada
desde pequeña. No podía darme cuenta, pero claro, no suponía que podría
ser tan serio ... Si lo hubiese sabido, si lo hubiese entendido cuando
la vi acompañando a Selena en una tarde lluviosa en el estudio en uno de
los tantos días en los que grabamos con Selena en marzo ... Pero no
había modo. Yo no podía imaginar que esa mujer que lucía tan dócil, tan
solícita, tan dispuesta a ayudar a Selena en todo, en oficiar de
asistente, que cultivaba un perfil tan bajo, que tenía una confianza que
era mutua no sólo con Selena sino con toda la Familia Quintanilla, podía
hacer semejante cosa poco tiempo después, convertirse de pronto en un
monstruo. No había forma de saberlo. Esa insensata nos había engañado
como tontos, nos vendió una imagen que no existía. Esa pérfida era todo
lo contrario a Selena: no era franca, no era sincera, sus motivos
ocultos siempre los guardó bien, era manipuladora. Cuando supimos que
era una psicópata ya era tarde, muy tarde … Yo jamás me olvidaré de la
última imagen que tengo de Selena: ella había tenido otra jornada
agotadora de grabación y pronto debía irse para otros festivales,
conciertos propios y benéficos. Habíamos pensado que tal vez podría
venir para el viernes 31 de marzo, pero Selena tenía que ir a dar un
concierto en Los Ángeles al otro día. Yo estaba un poco molesto, pues se
me retrasaba la finalización del disco, pero entendía los compromisos
cada vez mayores de Selena. Habíamos quedado en que Selena grabaría
algunas pistas en q-productions y a la vuelta del concierto de Los
Ángeles tendríamos al menos dos semanas completas para trabajar … Estaba
allí en la consola tratando de rearmar todo cuando vi que alguien se
apoyó a mis espaldas atascando de atrás la silla en la que estaba
sentado. Cuando levanté mi cabeza y di vuelta vi que estaba Selena
ofreciéndome su mejor sonrisa y unos nachos que estaba comiendo. “¿No
estarás molesto, no?”, me dijo algo preocupada y esperando que yo la
sacara de toda duda. “No, para nada. Ya tengo todo planificado. Lo bueno
que mientras tú estás en algún concierto, yo podré terminar con los
arreglos de los temas grabados, pulir los que empezamos a grabar y
ultimar las canciones que faltan”, la tranquilicé … “Y no te preocupes.
Yo grabaré todo lo que me pidas en el estudio de papá y ya en abril me
tendrás aquí todo el tiempo que sea necesario para terminar el disco.
Sabes que también es muy importante para mí … ¿De acuerdo?”, me dijo
Selena levantando sus dedos pulgares en señal de aprobación y sonriendo
una vez más. Yo levanté mis dedos pulgares también, y al ver esa sonrisa
de niña ilusionada, de mujer que recién se asomaba al estrellato luego
de tantos sacrificios y frustraciones, alcé mis brazos y la agracé bien
fuerte. No me pude resistir. Selena hacía que uno no se resistiera …
Pero ese día sentía algo especial por ella. Sentía ternura, ternura por
una mujer que necesitaba tanto Amor, tanto afecto, tanta comprensión.
Enseguida me aparté y le hice una seña para que se marchara de una vez,
que cumpliera con lo suyo, que yo la estaría esperando para seguir
grabando el disco en inglés. “¡¡Nos vemos en dos semanas!! ¡¡Bye,
bye!!”, dijo y se fue corriendo y riéndose, tal cual su costumbre … Me
gustaría pensar que son eternos los días y las semanas, y por eso es que
aún no han pasado esas dos semanas … aún recuerdo esas imágenes y no
puedo creer que Selena ya no volverá…
Cuando uno de mis asistentes me lo comunicó fríamente
aquel nefasto 31 de marzo yo quedé shockeado. Pensé en cuando le ofrecí
venir ese día para acá y ella decirme que no podía pues debía ir a Los
Ángeles. Me pregunté por qué no estaba allí ya ese día en vez de
quedarse en Corpus Christi. Y si no lo hizo pues iba a cantar en
q-productions, me pregunté por qué no estaba grabando en el estudio de
su padre en vez de estar en ese motel con esa “servicial mujer” que la
esperaba con la “sorpresa” más absurda y más tétrica. Me puse a pensar
en ese momento y quise sentir lo que siente en su piel una niña cuando
es lastimada por primera vez, cuando mira su herida y a su agresor sin
comprender, cuando lo mira como diciéndolo “¿Por qué me has hecho esto
si yo te di todo mi Amor y mi cariño?”. Hablé con su padre, hablé con
Chris, hablé con sus hermanos. Obviamente no pude hablar con su madre.
Sólo pude descargar mi angustia con A.B. Lo noté al teléfono tan
shockeado y tan desconcertado como lo estaba yo … Yo creo que aún lo
estamos y siempre lo estaremos … Me costó poder seguir “a como sea” el
disco. Se me dijo que había al menos que “terminar” el sueño de Selena,
que debíamos convertir de ese disco grabado a medias en un tributo, en
un Legado de Selena. Cuando terminamos de mezclar los temas grabados, no
pude dejar de llorar largamente … Era muy fuerte escuchar esa dulce voz
de Selena … Esa voz que ya no volveré a escuchar y que sólo me quedaron
como recuerdos esas grabaciones, y esa persona tan risueña y tan llena
de vida que había detrás de esa voz. Me costó mucho completar el disco.
Yo hubiese preferido completarlo con temas en inglés. Sabía que sólo
podíamos agregar algunos temas de estudio. Pensé que por allí sería
bueno poner aquel Disco Medley del concierto del Houston Astrodome o
algún tema interpretado en vivo de algún concierto de San Antonio,
Chicago u Odessa … Me dijeron que la calidad de sonido no era buena y
que mejor sería completar con temas en español hechos en estudio y
masterizados … Era una forma de recordar a Selena con lo que Selena sí
ella llegó a grabar … Me volví a ver con José Behar y sólo nos abrazamos
en silencio … Cualquier palabra que agregáramos nos bajaría para siempre
los brazos y no lo podíamos permitir … Selena no nos dejaría … Cuando
completamos “Dance with me/Baila conmigo” con David Byrne, él le puso la
mejor onda ante tanto dolor. Él pudo hacer algo que yo casi no pude:
tratar de recordarla con alegría por lo que nos había dejado … Me era
imposible. Cada vez que lo intentaba, cada vez que lo quería hacer,
recordaba su sonrisa y su promesa de que volvería en dos semanas. Cada
vez que quería recordarla con alegría me venía esa imagen una y otra
vez, y una y otra vez me iba a un rincón a llorar. Todas las veces que
me han venido esas imágenes sólo atiné a mirar por la ventana y estar un
largo tiempo esperándola, esperando que ella volviera, que al menos
diera alguna señal. Lo que más me da pena no es todo lo que pudo haber
sido, todo lo que pudo lograr … No … Lo que más me duele es no ver a
Selena hablar, no ver a Selena sonreír, no ver a Selena amar y ser amada
… Renunciaría a hacer el mejor de sus discos si eso la trajera de nuevo
a este mundo, pues en definitiva eso quería Selena, vivir, más que dejar
un legado, más que ser un mito, más que ser una leyenda. Selena sólo era
una niña que quería sonreír y que todos sonrieran con ella…
Me costó mucho seguir después de aquello. Es difícil
seguir cuando uno encontró a la mejor artista y persona, y ésta se ha
ido … Hoy sigo produciendo, sigo creando, pero siempre lo hago pensando
en ella, pensando en que vendrá luego de esas dos semanas para seguir
cantando. En eso sí soy optimista, quiero ser optimista. Sé que algún
día ella volverá y yo estaré aquí preparado con mis mejores canciones
para que ella las grabe con su mejor sonrisa…
(Quisiera poder hacer algo, quisiera poder cambiar la
historia. La vida nos puso en una dura prueba, una prueba de haber visto
lo más lindo sólo por un ratito, por un pequeñísimo tiempo. Está en
nosotros en que ese instante se haga eterno, que ese chispazo en el que
Selena estuvo presente se convierta en algo perenne, en un sentimiento
que se lleva para siempre. Está en nosotros … Y es nuestra
responsabilidad si la recordamos como ella quería, con Amor, con su
Amor. Sólo así quedará Selena por siempre en los corazones de todos los
que la han sabido querer.)
Yo también te espero, Selena. Yo también tengo preparada
mi mejor canción para que tú la cantes con tu mejor sonrisa…
Eres lo más hermoso que ha dado este mundo, Selena…
Pobre mi
padre ... Él simplemente te amaba, Selena…
Pobre mi padre … Siempre me recordaba aquel día que me llevó a ver a
Selena en el concierto de San Antonio en abril de 1991. Él quería que me
acordara de aquel momento, de aquel día en el que me tuvo alzada durante
todo el concierto para que yo la pudiera ver. Yo hacía terribles
esfuerzos por recordar aquello, pero claro, sólo tenía 3 años y no había
forma de que me acordara de ese momento. Forzaba mil veces mi mente,
muchas veces me quería acordar, otras veces tomaba de sus relatos y de
las imágenes que yo me hacía de ellos para poder dar mi versión, mi
“recuerdo” de aquella noche ... Tuvo que pasar mucho tiempo para que yo
pudiera verlo en su totalidad, recién cuando la tecnología nos empezó a
permitir ver videos en una computadora. Me da mucha gracia y a la vez
mucha ternura verme tan pequeña alzada por mi padre y yo extendiendo una
y otra vez los brazos para que Selena me tendiera la suya y darme su
saludito, su respuesta a mi cariño brindado. Pero en aquel momento yo no
tenía ningún recuerdo, ninguna muestra que me llevara a que me quedara
con alguna sensación de aquello. Para colmo de males, en aquellos videos
no se puede ver que Selena me llegara a saludar, me llegara a extender
su mano. Ni siquiera en el dvd que se sacara hace poquito hay una prueba
de ello. Pero mi padre me insistía: “¿Pero que no te acuerdas? ¡¡Pero si
Selena llegó a darte su mano y tú se la extendiste y pudiste decirle que
la querías!! ¿Que cómo no te acuerdas?” Y no había caso … Yo no me
acordaba. Puedo verme ahora extendiendo una vez mis manos, batiendo
palmas, siendo sacudida una y otra vez por mi padre que hacía inusitados
esfuerzos por mantenerme bien erguida y bien alzada para que yo la
pudiera ver bien … Pobre mi padre … Él siempre me decía que yo cantaba
todos los días las canciones de Selena, que tenía todos sus discos y los
casetes del momento. Y si bien es cierto eso, pues aún conservo muchas
de aquellas que son reliquias hoy del recuerdo de Selena, yo creo que
más que nada él la amaba mucho, la quería mucho. Tal vez en aquellos
tiempos no estaba tan bien visto ser admirador de una mujer y menos en
Texas en el que la música tejana estaba dominada por los varones. Aparte
Selena tenía 19, casi 20 años. Pero ya era una estrella tejana y su
figura estaba en ascenso. En aquel concierto que lamentablemente no
recuerdo uno puede ver cómo varones, mujeres, niños y gente mayor la iba
a ver por igual. También se puede ver que ella cantaba de todo, sus
canciones de pequeña, sus últimos éxitos, sus canciones en español y sus
temas en inglés en el que evidentemente se buscaba tener algún éxito que
le permitiera llegar al viejo sueño familiar de alcanzar la cima, al
gran objetivo de Selena como estrella internacional. Hasta se ve en
aquel concierto a A.B. anunciando que Selena iba a cantar para todo el
mundo, para todas las culturas, para todos los varones y mujeres de
diferentes lenguas. Selena era muy joven, pero toda la Familia
Quintanilla ya veía que todo era posible. Se habían ganado un lugar en
el negocio de la música sin que nadie les regalara nada y saliendo bien
de abajo, con todas las privaciones y con todos los sacrificios de
cualquier trabajador. Pero ahora que eran una autoridad en Texas, ahora
que tenían una disquera importante que la había contratado, que una
importantísima gaseosa la patrocinaba, ahora que mucha gente la
respetaba y la amaba, ahora todos se podían permitir soñar con ir más
lejos, mucho más lejos. Y eso se notaba en el escenario, en el que
Selena se manejaba como pez en el agua, con una autoridad, un encanto y
una personalidad que hacía que uno no la dejara de poder mirar. Selena
aún no tenía el aspecto que luego la hiciera más famosa, más celebrada y
más gustada. Selena tenía el pelo más corto pero se lo estaba dejando
crecer, usaba esos famosos vestidos “vaqueros” en blanco y negro que a
algunos les encantaba pero a otros no le gustaba para nada. Es evidente
que para aquel entonces Selena estaba forjando su personalidad, estaba
construyendo su figura, estaba creciendo ... Y aún así se la puede ver
con una seguridad, con un andar que nadie dudaba de quién se trataba y
hacia dónde se dirigía … Es curioso … Sólo cuando la veo manejarse a uno
y otro lado del escenario con semejante porte ahí me vienen ciertas
sensaciones, ciertas imágenes que me hacen pensar que eso lo he visto,
que eso lo recuerdo, que eso ya lo he vivido. Es posible que tenga
presente aun en mi inconsciente ese concierto y lo que viví aquella
noche … Pero no lo recuerdo, francamente no lo recuerdo. Me acuerdo de
lo que se vino después, lamentablemente mis recuerdos se asocian a otras
cosas mucho más dolorosas y difíciles de olvidar … Tal vez por eso mi
mente quiere recordar aquel momento. Si no fuera por lo que pasó casi
exactamente 4 años después, no me preocuparía por no recordar aquello,
pues sabría que tendría otras cosas vistas, y otros hermosos recuerdos y
sensaciones. Pero no fue así ... Muchas cosas pasaron después que
derribaron esos recuerdos gratos, esos momentos en los que todos éramos
felices porque todo era posible. Y era posible porque Selena hacía
sencillo lo que parecía imposible … Pobre mi padre … Él amaba a Selena.
Y más allá de mi admiración de niña, él me llevaba porque él la quería
ver … Pobre mi padre … Cuando ella se fue, él también se fue con ella…
Mis recuerdos sobre Selena fueron más adelante, no ya con
mi padre solo acompañándome, cuando Selena comenzó a convertirse en una
estrella internacional. Lo que me acuerdo primero fue del tema “La
llamada”. Adoraba esa canción. Me acuerdo que jugaba con mi padre
cantándole ese tema. Me encantaba decirle “¡¡Canalla!!” con la misma
cara que ponía Selena en el video. Si había algo que Selena hacía
magníficamente era interpretar esos temas. Siempre ponía el gesto justo,
la expresión exacta, el sentimiento pleno a esas canciones … Y era más
increíble cuando se sabía que Selena tardó mucho tiempo para hablar el
español, que aun cuando lo aprendió le costaba hablarlo con fluidez pero
que lo tuvo que aprender por su éxito rotundo en México, sobre todo en
Monterrey … Con Selena era la primera vez que veía que en mi casa se
miraba lo que pasaba del otro lado del Río Bravo. Hasta allí parecía que
los mexicanos que vivíamos en Estados Unidos nos desconectábamos de
nuestros orígenes y ya no volvíamos a saber qué pasaba por la República
Mexicana. Pero con Selena todo cambió. Su éxito en México potenció su
figura en Texas, y a su vez, valorizó la música texana en México y en
todo el mundo. Era imposible que no se hablara de Selena a uno y otro
lado del río que supuestamente separaba todo y no sólo a dos países.
Selena hizo que nosotros habláramos de México y en español, y del otro
lado del Río Bravo en inglés sobre Estados Unidos. Y hablábamos con
cariño y con respeto, y sin ningún enfrentamiento, ningún rencor. Y eso
sólo lo lograba Selena. Selena había unido a muchos pueblos y a muchas
familias. Yo recuerdo esperar que mi padre volviera del trabajo para
acercarme algo de Selena. Si no era un disco, era una revista, si no era
una foto, era algún poster. Tal era nuestra admiración que nos corrimos
a Corpus Christi cuando dio aquel concierto en el Memorial Coliseum en
1993. De ese concierto tengo más recuerdos y sensaciones. Ya tenía 5
años y fui con mis padres. Mi madre tenía admiración por Selena pero se
sentía un poco molesta por el tremendo cariño de mi padre. Estaba un
poco celosa y sentía que tenía que competir con alguien a quien ella no
podría alcanzar … Pero cuando fuimos allí y mi madre fue sólo para
cuidarme en un concierto más numeroso, ella también quedó impactada. Era
la primera vez que la veía en vivo y allí comprendió todo, sobre todo
cuando nos vio a mi padre y a mí tan felices. Recuerdo que a la salida
del concierto mi madre me dijo si me había gustado el concierto. Ante mi
sí rotundo, ella aprovechó un momento de distracción de mi padre para
decirme al óido: “No se lo digas nunca a tu padre, pero ahora entiendo
por qué la quiere tanto a Selena. Fui una tonta en sentirme tan celosa”.
Y a partir de allí se integró mucho más a nuestra comunión de Amor por
esa artista tan particular como era Selena. Ella era única en el
escenario y buena como persona. ¿Qué más se podía pedir? Como vivíamos
en un pueblo muy pequeño de Texas, todo se nos hacía muy dificultoso
para verla casi siempre, pero como Selena siempre tocaba en muchos
lugares, incluso en estadios no muy grandes, eso nos permitía ir cada
tanto a verla. El concierto que más me había impactado fue el de Odessa.
Selena lucía hermosa, y ya cantaba y actuaba como una cantante
consagrada y con un futuro que nos hacía pensar seriamente que no la
íbamos a ver tan seguido por estas tierras en poco tiempo. Ella se
marcharía irremediablemente y nos tendríamos que contentar con verla por
televisión logrando éxitos en todo el mundo. Pero eso que en un punto
nos generaba algo de tristeza a la vez nos daba una tremenda alegría y
orgullo, porque si había algo que nosotros queríamos era que ella
triunfara, que llegara al éxito mundial, que todo el mundo la amara.
Pocas veces habíamos sentido algo así por un artista. Para mí y sobre
todo para mi padre esa mujer era el sueño de todos, la alegría de todos,
era alguien conocido que nosotros queríamos mucho y a la que le deseamos
lo mejor. Ella no generaba ningún sentimiento de rencor, de envidia, de
frustración. Todo lo contrario. Ella sólo recibía Amor de nosotros y de
toda la gente. Nada más cierto con Selena aquel dicho que dice que uno
cosecha lo que siembra. Y Selena sólo era una linda y simple mujer que
había regado de cariño y de afecto a su gente. Selena les había dado a
todos lo que todo el mundo necesitaba. “Todo lo que necesitas es Amor”,
cantó alguna vez John Lennon con The Beatles. Y en mundo en el que todo
se confunde, en el que se cree que hay otras cosas importantes, que hay
otros valores a los que hay que atender y dar prioridad, Selena les hizo
ver con Amor que la gente sólo necesitaba amar y ser amada. Selena les
hizo ver con sus actuaciones, con su voz, con su actitud, con su mensaje
que con Amor, verdad, sinceridad, honestidad y humildad se podía lograr
lo que se quisiera. Y nosotros se lo creímos. Y pusimos ese mismo
espíritu para emprender cualquier cosa que se nos ocurriera en la vida.
Selena no era sólo una artista a la que admirábamos. Selena era nuestro
espejo, nuestra visión de las cosas, nuestros sueños, nuestra esperanza.
Nosotros le creíamos a Selena del mismo modo en el que le creíamos cada
vez que interpretaba un tema. Y allí estaba Selena ... Lo pude ver
claramente allí en Odessa viéndola cantar, bailar y sobre todo
interpretar “Bidi bidi bom bom”, lo pude ver cuando cantó “Si una vez”,
lo pude apreciar en su porte increíble en el escenario. Pero también lo
pude ver en el cariño de la gente, lo pude apreciar cómo el “ex novio”
de Selena en el tema “¿Qué creías?” soportó toda la situación sin que
intentara hacer nada molesto sólo por el respeto que le generaba Selena,
lo pude ver en ese cartel que decía “We love you Selena” y cuando Selena
lo tocó en agradecimiento. Es ese instante en el que me di cuenta de
todo lo que ella había generado, todo lo que había logrado y todo el
sentimiento que había entre ella y su público. Y no fue definitivamente
el concierto más multitudinario y resonante. Era un estadio de rodeo
chico, de los tantos que Selena ha cantado y seguía cantando pues a
Selena no se le caía ningún anillo por ser ya para ese entonces una
estrella internacional. Pero en esos pequeños detalles uno daba cuenta
de la magnitud del éxito, pero sobre todo de la expectativa que había
despertado Selena. Eso yo lo pude vivir y sentir en aquel concierto que
sí recuerdo bien a pesar de que sólo tenía 6 años…
Estuvimos a punto de no ir al concierto del Houston
Astrodome. Ya era el Tercer Gran Rodeo de Selena. Ya el año anterior
habíamos querido ir, pero nos fue imposible imaginarnos viajar a
Houston. No es que en 1995 habían cambiado mucho las cosas, pero
teníamos esperanzas. Había muchos sorteos de entradas para aquel gran
concierto en programas de radio y de televisión. Mi padre no tenía
dinero para comprar las entradas y quedarnos aunque sea un día allí,
pero suponía que si por allí ganaba los tiques podría conseguir que
alguien le prestara una camioneta para ir a Houston. Había hasta pensado
en dormir en la camioneta y volver esa misma noche. Ya tenía preparado
el disco “Amor prohibido” y un poster de Selena en el Memorial Coliseum
de Corpus Christi para que se lo firmara. Mi madre había desistido de
viajar allí porque decía que no quería hacer un viaje tan largo. Supongo
que en realidad ella quería facilitarle las cosas a mi padre a la hora
de ganarse un par de entradas y de pensar en los gastos de traslado.
Después supimos la verdad. Ella escribió a un programa de televisión
para participar en uno de esos sorteos en los que se regalaban entradas
para ver a Selena … ¡¡y las había ganado!! Recuerdo que vino mi padre
muy cansado del trabajo y muy frustrado porque se acercaba el día y las
esperanzas de ver a Selena se esfumaban como pompas de jabón. Mi madre
lo saludó dulcemente y le dijo que tenía una gran sorpresa para él y
para mí, y allí fue cuando me llamó. Cuando estuvimos los tres juntos
nos dijo: “¿A que no saben quién estuvo por aquí mientras ustedes
estaban afuera?” Mi padre y yo nos quedamos mirando sin entender y antes
de que nos agarra la ansiedad y el fastidio por no entender a qué se
refería mi madre, ella nos impactó con una palabra: “¡¡Selena!!”.
Nosotros abrimos bien los ojos y nos quedamos petrificados. Sólo mi
padre atinó a decir. “¿Qué, quién dices que qué?”. “¡¡Selena!! -volvió a
decir mi madre-. Estuvo aquí para saludarlos, pero como no se podía
quedar les dejó esto…” y allí mi madre exhibió no sólo las entradas sino
unos pases especiales para verla en exclusiva antes del concierto. Mi
padre abrazó a mi madre llorando y diciéndole varias veces: “Gracias, mi
Amor, gracias…”. Yo sólo gritaba de alegría. Ahora sí la podía ver en el
Gran Rodeo. Mi padre estaba aún más contento pues ahora no tendría que
acudir a mis recuerdos de aquel concierto de San Antonio para poder
recordar juntos lo que vivimos tan de cerca con Selena. Ahora podríamos
reemplazar aquel recuerdo con este más fresco y más que probablemente
Selena lo recordaría más que nosotros cuando se lo mencionáramos. Mi
padre imploró a su jefe para que lo dejara ir y para su sorpresa no sólo
éste lo dejó sino que le prestó la camioneta para trasladarse a Houston
y un dinero para la estadía de un día en la ciudad. Y antes de que mi
padre atinara a decir algo, su jefe le dijo con una sonrisa “Todo sea
por Selena” y le dio un fuerte abrazo. De allí en más sólo quedaron los
preparativos para ir a ver a Selena. Recuerdo cómo mi padre llevó su
disco y su poster. Yo llevaba miles de fotos y de remeras sin pensar en
lo que sentiría cuando la viera. Mi padre estaba ciertamente emocionado
y nervioso, y recién cuando nos despedimos de mi madre e íbamos camino a
Houston, se atrevió a decir: “Cuando estemos allí le voy a comprar
flores, muchas flores blancas, de las que a ella le gustan. ¿Qué te
parece?”. Como yo asentí entusiasmada, se atrevió a agregar: “Y le
compraré bombones. Sí, le compraré esos dulces que a ella tanto le
gusta. Pero eso sí, hija, no se lo digas nunca a tu madre, que por allí
no le va a gustar enterarse…”. Yo se lo prometí con una sonrisa. Tenía 7
años y ya guardaba muchos secretos de mis padres, pero eran lindos
secretos, pues eran secretos de Amor, secretos que tenían que ver con
Selena. Mis padres se querían mucho y pronto entendieron que podían
quererse para siempre sin ser Selena un estorbo sino todo lo contrario.
Podían quererse y con alegría mientras Selena estuviera allí y fuera el
motor de sus vidas…
Cuando fuimos para Houston tuvimos más de una dificultad.
En más de una ocasión la camioneta tuvo que ser reparada. Llegamos con
el tiempo justo y con mucho menos dinero de lo pensado. Me di cuenta de
que mi padre estaba angustiado porque el presupuesto nos obligaba a
elegir. Si íbamos a un hotel por una noche no podíamos hacer nuestros
regalos a Selena y eso para ambos, sobre todo para mi padre, era muy
importante. Notaba que mi padre estaba tenso y no me hablaba. Sólo
miraba con su mano firme en el volante hacia adelante, tratando de
lidiar con el tránsito de Houston, una ciudad lo suficientemente grande
como para que él le costara adaptarse, acostumbrado como yo a vivir en
un pueblo en el que casi no pasaba un auto por horas enteras. No dudé en
plantearle allí la solución: “Padre. ¿Y si mejor nos quedamos a dormir
en la camioneta? ¿Para qué vamos a buscar un hotel a esta hora?”. Mi
padre me miró desconcertado, alegre porque le sacaba un peso de encima
pero con culpa por pedirme de dormir en un auto a la intemperie toda la
noche … “Pero mi hija, tu madre no aceptaría eso. Déjame…”. “No padre,
no -lo interrumpí-. Ella no se enterará. Además, ¿no es más importante
darle nuestros presentes a Selena? ¡¡Vamos, confía, padre!! Seguro que
Dios nos ayudará…”. Mi padre me dio un abrazo que no olvidaré jamás.
Lloraba en silencio y yo también. Yo empezaba a tener plena conciencia
de mi cariño a Selena. Mi padre sencillamente la amaba. “¿Sabes, padre?
Aunque te parezca increíble, surgen en mí recuerdos de esa noche de San
Antonio. ¿Tú crees que sea posible?”. “Claro que es posible -me dijo con
dulzura mi padre sin dejar de abrazarme-. Aunque eras muy pequeña y no
lo recuerdes bien, yo te aseguro de que estabas muy feliz y contenta.
Batías palmas y en todo momento pedías la mano de Selena. ¡¡Ahora la
podrás tomar y recordar!!”, me terminó de decir con entusiasmo mi padre.
Habíamos ido a comer algo y volvimos a la camioneta que estaba bien
escondidita estacionada en una pequeña calle muy cerca del Houston
Astrodome. Nos dimos un beso con mi padre y yo me puse a dormir siendo
cobijada con sus brazos. Notaba que él sólo se había recostado sin
dormirse en la intranquilidad de que pudiera pasarnos algo y con los
ojos alertas para protegerme … hasta que él se quedó profundamente
dormido. Como al rato escuchamos que alguien tocaba el vidrio de nuestra
camioneta. Yo al principio me desperté pero no quise mirar. Temía que
fuera la policía. Por eso esperé que se levantara mi padre para
certificar si era bueno o malo lo que pasaba. Hasta que escucho:
“¡¡Hey!! ¿Es que no me escuchan? ¿No me van a recibir? ¡¡Aquí estoy!!”.
Abrí los ojos para certificarlo. Ya era de día, muy temprano, pero se
veía ya la luz del cielo. Mi padre increíblemente no se había
despertado. Cuando asomé mi cabecita, me sobresalté, pegué un grito y
comencé a zamarrear a mi padre: “¡¡Despierta padre, despierta!! ¿A qué
no sabes quién está aquí? ¡¡Está Selena!! ¡¡Es Selena!! ¡¡Está aquí
Selena!!”. Cuando Selena me advirtió echó a reír a carcajadas y yo bajé
de la camioneta para abrazarla. Casi chocamos al abrazarnos. “¿Selena?
Qué haces tú aquí? Nosotros vinimos desde muy lejos para verte en el
Gran Rodeo…”. “¡¡Lo supuse, niña!! Pero antes que nada, dime cómo te
llamas y por qué están aquí”. En ese mismo momento noté que bajó mi
padre de la camioneta totalmente emocionado pero petrificado. Bajaba por
inercia pero no sabía ni qué hacer ni qué decir. “Ven padre, ven aquí.
Mira quien está. Está…”. No terminé de decirlo que en cuanto vio la
actitud de mi padre, Selena fue hacia él y le dio un fuerte beso.
“¡¡Hey!! ¿Cómo estás? ¿Así que has venido a verme? ¿Y qué te parece si
entras conmigo y con tu hija, desayunamos juntos y me ven ensayar?
¡¡Para mí será un honor!!”. Mi padre no salía de su asombro, casi
lloraba de la emoción y sólo atinó a decir: “Es que no sé si somos
dignos de entrar contigo. Estuvimos en la camioneta toda la noche y…”.
“Dime … Perdón, antes que nada … ¿Cómo te llamas?”, lo interrumpió
Selena. “José”, alcanzó a decir mi padre. “¡¡Y yo Lucero!!”, dije a viva
voz. “Pues bien, Lucero y José. Si yo me acerqué a su camioneta a
sabiendas de que me venían a ver fue por las fotos y los posters con mi
imagen que están en la camioneta y porque vi unos regalos … Y ya lo
deben imaginar … ¡¡Quiero mis regalos!!”, dijo Selena cayéndose de la
risa. Mi padre salió corriendo a buscar los regalos mientras yo me
abrazaba con Selena. “¿Pero es que has venido sola aquí?, le dije
intrigada. “No. Vine con A.B. Pero en cuanto los vi le hice una seña
para que entrara y yo me quedé con ustedes. Ahora sólo voy a entrar si
ustedes me acompañan”, dijo dándome un fuerte beso. “No sabes lo que te
quiero, Selena. Y ni te imaginas mi padre. Te fuimos a ver al concierto
de San Antonio hace 4 años. Yo casi no me acuerdo. Pero mi padre siempre
me lo recuerda pues yo estaba cerca de ti alzada por él y queriendo
tocarte para que me saludaras”, le recordé. “¡¡Y claro que me acuerdo de
ese momento!! ¡¡Sí!! Tú eras la niñita que me saludaba de muy cerca. En
un momento A.B. me lo hizo notar y yo te saludé. ¿No lo recuerdas? Es
que estabas muy emocionada pero eras muy, muy chiquita, como ahora, pero
menos”, y echó a reír de nuevo. En ese momento llegó mi padre con el
ramo de flores blancas y una caja de bombones. “De parte de mi hija y
mío”, le dijo casi en silencio. Selena se emocionó mucho pues entendió
lo que significaba haber hecho estos regalos y sin más nos invitó a
entrar. Cuando entramos Selena nos presentó a sus hermanos, a sus
padres, a su esposo, a toda la banda, desayunamos con ellos, vimos sus
ensayos, nos mostró en exclusiva el vestido que se iba a poner esa
noche, nos adelantó lo que cantaría y nos terminó diciendo: “Y aquí
tienen unos pases libres para que me puedan ver al término del
concierto. Yo me guardaré las fotos, los discos y los posters para que
lo vengan a buscar ya autografiados. ¿Qué les parece? ¿Y saben por qué
lo hago así? ¡¡Para que no se escapen del Astrodome sin despedirse de
mí!!”, y volvió a reírse con esa sonrisa que no olvidaré jamás. Yo
estaba muy contenta. Yo era muy pequeña y me imaginaba que por allí
todos los artistas eran tan buenos y tan cálidos como Selena, aunque ya
para esa edad sabía que no cualquiera te recoge de la calle y te invita
a pasar un día contigo … Mi padre estaba emocionado. Él sí sabía todo lo
que representaba Selena y todo lo que sentía por ella. Casi no podía
hablar, pero por suerte Selena cubría sus silencios con sus risas, con
su charla, con su increíble emergía, con sus ganas de hacer, de hacer y
de hacer todo. Cuando fuimos al concierto yo no paré de gritar y de
cantar cada tema. Mi padre casi no hablaba y por momentos lloraba, reía,
alzaba los brazos o cantaba encantado por esa mujer que lo llenaba de
emociones, que lo hacía vivir y sentir cada canción, cada estrofa, cada
acto de Selena con su mano en el pecho en una de las tantas formas de
vivir y hacer vivir cada tema. Y como si fuera el llamado del destino,
cuando Selena se retiraba en un gran auto del estadio, en el medio del
júbilo de la gente, mi padre y yo empezamos a correr para seguir el auto
y saludar a Selena en su despedida. En un momento entre la gente que se
quejaba de nuestro andar que entorpecía la visión de los demás y nuestro
cansancio, nos detuvimos sabiendo que ya no podíamos avanzar más. Justo
en ese momento Selena arroja su toalla a la tribuna en agradecimiento a
la gente. Vi que la toalla se dirigía justo hacia nosotros. “¡¡Papá,
papá. La toalla de Selena!! ¡¡Atájala!! Mi padre giró y por acto reflejo
alzó su mano y quiso la providencia que justo la toalla se depositara en
sus manos como si buscara un remanso en él. “¡¡Papá, papá, la tienes!!
¡¡Es tuya!!” y lo abracé. “No, hija, es tuya … es”, intentó decirme mi
padre. “¡¡No, no, es tuya, es tuya!! ¡¡Quiero que la conserves tú!!, le
dije sabiendo lo que significaba para él esa toalla que acababa de usar
Selena para secarse. El la tomó cuidadosamente, la olió y la tuvo
apretada contra su pecho hasta que dimos con Selena en el camarín. En
cuanto entramos y sin que nosotros pudiéramos decir nada, Selena le dijo
a mi padre: “¿Has visto qué regalo te dejé desde el campo, no? ¡¡Menos
mal que tuviste los reflejos rápidos!! ¡¡Vamos, José. Tráemela!! ¡¡Que
te la firmo ya!!”. Mi padre se la dio y mientras ella se lo firmaba nos
preguntaba qué nos pareció el concierto. Y mientras nosotros no
parábamos de elogiarla, Selena le entregó la toalla autografiada a mi
padre. Él de inmediato procedió a leerla: “Promise me you'll take care
of her. Take her as if she were a part of me. Without you I'm nothing.
Take a lot of care of her and we'll see each other very soon. Love.
Selena”. Mi padre la leyó, miró a Selena que sonreía con mucha dulzura y
no se pudo contener. La abrazó bien, bien fuerte y le dijo: “Y tú
prométeme que llegarás a ser la mejor artista del mundo. Sabes que eres
la mejor. Como ti no habrá nadie. Sólo prométeme que no detendrás nunca
tu marcha al éxito. ¡¡Todos estamos contigo!!”. “Te lo prometo”, le dijo
Selena que, para mi sorpresa, cambió su rostro habitual y comenzó a
lagrimear un poquito. Pero para que no nos quedáramos con esa impresión
de ella gritó enseguida: “¡¡Uy!! ¡¡Me olvidé de darles los otros
autógrafos!! ¡¡Ahora vuelvo!!”. Mi intuición de niña me hizo saber que
ella tardaría un poco en volver. Supongo que esas palabras de mi padre
habían tocado su Alma. Quién sabe lo que pasaría por su corazón en ese
momento. Hubiese querido haber tenido la certeza de que algo más
profundo había detrás de esa mirada y de aquella expresión de Selena …
Selena volvió no sólo con nuestras fotos, discos y posters
autografiados, sino con nuevas fotos, más discos y nuevas remeras. “Y
esto es para tu esposa. Dile que le agradezco lo que ha hecho por ti. Se
nota que es una buena mujer y que te quiere mucho”, dijo Selena y le
regaló el anillo que llevaba puesto en el concierto, los aros, incluso
el que arrojó en el escenario, y el chaleco que llevara puesto al
principio del concierto. Cuando ya partíamos del Houston Astrodome,
Selena nos dijo: “¿Ya parten para casa?”. “Sí, ya tenemos que regresar”,
le dijo mi padre. “¡¡Ah, qué bien!!”, dijo Selena y miró a A.B. Éste con
un gesto asintió y allí Selena nos dijo: “Juan. Me permití que los
muchachos revisaran tu camioneta para ver si había algunos problemas. No
había muchos pero ya está a punto. ¡¡Puedes irte!!”. Sabía que Selena se
había encargado de reparar todos los problemas y llenarlo de
combustible. Y antes de que mi padre le dijera que no debía molestarse,
que ellos sólo venían a verla a ella aun con todos los riesgos que
debían correr, que éramos nosotros los agradecidos por su concierto y
por su hospitalidad, Selena le dijo: “No, Juan. La agradecida soy yo. Yo
te tengo que agradecer lo que has hecho para verme, por traer a tu hija,
por lo que haces por mí. Contigo y con gente como tú siempre estaré en
deuda. Sólo busco compensar tantos sacrificios…”. Y como nunca lo vi en
mi vida, mi padre abrazó a Selena y lloró mucho, mucho tiempo. Selena lo
contuvo todo el tiempo necesario, como si fuera un niño. Era una imagen
tierna aunque algo extraña. Una imagen que pronto, muy pronto, la
entendería perfectamente y de la manera más desgarradora…
…Aquel triste día del que no querría recordar jamás
recuerdo que vino mi madre desesperada a buscarme al colegio. Su
presencia confirmaba algo que se decía entre mis compañeros de clase
pero al que no le dábamos ningún crédito. El hecho de que el colegio
siguiera funcionando como si nada nos hacía confirmar que nada malo
estaba sucediendo. Pero yo no me había percatado de que en pleno recreo
mis maestras se habían ido para enterarse de lo que pasaba y para
decidir qué hacer con nosotros … “Ven, Lucerito, querida -irrumpió mi
madre-. Tu padre está muy alterado. No sé qué hacer con él. Lo dejé con
tu tía cuidándolo. Es por lo que le sucedió a Selena. ¿Ya lo sabes,
no?”. Un frío helado corrió por mis espaldas. Asentí con un tenue
movimiento de cabeza pero en realidad no sabía nada. Lo intuía, lo
presentía. Sólo habíamos escuchado algo de Selena herida, nada más. Pero
la cara aterrada de mi madre sólo confirmaba lo peor. No quise
preguntar, no iba a averiguar nada. Traté de no enterarme de nada más.
Sólo le preguntaba cosas relacionadas con el estado de mi padre y así
enterarme a cuentagotas de lo que le había sucedido a Selena … Me di
cuenta de que mi madre no sabía de detalles … Sólo de que la habían
malherido y que … difícilmente saldría … Llegamos a mi casa y mi tía se
abalanzó sobre mi madre a puro grito: “No lo puedo contener. Quiere
estar solo, sólo con la toalla de Selena. Está afuera, sentado en el
piso del jardín sin parar de llorar. No tiene consuelo…”. Traté de
contenerme y fui camino hacia mi padre lentamente sin decir nada, como
amagando ir a otro lado, como buscando un mejor ángulo para ver mejor lo
que sucedía. Traté de no alarmar ni a mi madre ni a mi tía para que no
me detuvieran en el intento … En cuanto me acerqué a mi padre sentí su
llanto agudo. Sólo por un instante me contuve, sentí que un nudo en el
estómago me retorcía sin dejarme respirar, y corrí hacia mi padre y lo
abracé sin decirle nada. Él se asustó en un principio, iba a reaccionar
pero cuando vio que estaba agarrada como una garrapata a él me abrazó,
lloró aun más fuerte y sólo decía: “¿Por qué, lucerito? ¿Por qué? ¿Qué
mal hizo Selena para que le hicieran esto? ¿Y ahora qué voy a hacer?
¿Qué vamos a hacer? ¡¡Dios, no la dejes ir, por favor, por favor!!”. Ya
seguía allí sin poder llorar más. Tenía que ser más fuerte que él a
pesar de mis 7 años. Mi padre luego se apartó de mí, me pidió con un
hilo de vos que lo dejara solo y yo lo acepté sin irme muy lejos. Temía
dejarlo solo a mi padre. Me daba cuenta de que él esperaba que alguien
viniera a decirle que Selena se había puesto mejor, que nada de lo dicho
era cierto, que Selena no podría marcharse así, de esa manera tan
impropia para una persona como ella. Cada tanto mi padre lloraba, cada
tanto maldecía a esa mujer de la cual recién en ese momento sabíamos que
existía y de la cual no podríamos no sólo olvidarla sino no pronunciar
nunca su nombre. De pronto mi padre se arrodilló, alzó sus brazos y
gritó: “¡¡Selena, Selena!! ¡¡Tú me lo prometiste!! Me dijiste que nadie
te detendría. ¿Cómo lo permitiste?” y arrojó lejos la toalla y estalló
en otro llanto tomándose un largo tiempo la cara con sus manos. Yo
empecé a llorar sola parada impotente por no poder hacer nada, por no
poder calmar a mi padre. Al verlo me daba cuenta del dolor que
significaba la pérdida de Selena. Tal vez si no hubiese visto a mi
padre, me pondría seria, no hablaría del tema y trataría de pensar que
nada de lo que viví sucedió, como si Selena nunca hubiese existido, como
si todo lo que viví sólo fue un lindo sueño pero con un final que ni
recuerdo ni que pretendo recordar. Pero lo tenía a mi padre que me lo
recordaba una y otra vez. Tenía la sensación de que había perdido dos
seres queridos y no uno. De lejos podía escuchar las noticias de la
radio, incluso la confirmación de lo peor. También supe de la caravana
de gente que estaba yendo en procesión a Corpus Christi. Me acerqué a mi
padre y le dije que si no querría ir para allá. Fue la única vez en la
que mi padre mostró algún entusiasmo y algo de aquel semblante que lo
caracterizaba. Trataba de que mantuviera algo del cual temía que
perdería irremediablemente. No hay peor cosa cuando alguien pierde sus
ilusiones, cuando alguien ya no tiene ganas de sonreír, cuando alguien
ya no tiene a esa persona, a ese alguien que le da sentido a su vida. Y
a pesar de mis 7 años sabía que no tenía sentido que le dijera que tenía
una familia y mucha gente que lo quería, pues él tenía un enorme vacío.
Yo lo vi cómo se sentía al lado de Selena, yo vi lo que significaba ella
para él. Yo hubiese jurado de que si el daban la opción él se hubiese
ofrecido a recibir aquel balazo. Que prefería sacrificar su vida y verla
triunfar a Selena que él estar vivo y Selena sin tener la posibilidad de
ser feliz. Era un hombre sin Alma, un Alma en pena. Yo lo entendía, lo
entendía perfectamente. No podía ser egoísta, no podía pedirle que fuera
feliz si no lo estaba. No podía decirle que la vida continúa y que ya
nos olvidaríamos de ella … Mi padre jamás se olvidaría de Selena ...
Sólo podía consolarlo, sólo podía estar al lado de él. Fuimos para
Corpus Christi. Tanto en el camino a Corpus como ya en la ciudad misma
ya mi padre no lloraba. Sólo era una mirada perdida, un rostro
desencajado. No hubo necesidad de confirmarle la noticia. Él ya lo
sabía, lo sentía. Pudo ver a una multitud que no sólo lloraba sino que
pedía que la morada en la que estaba Selena fuera abierta para
certificar que ella estaba allí. Mi padre encolerizó: “¿Pero qué quieren
ver? ¿Acaso no les alcanza con la noticia? ¿Qué quieren certificar?
Selena ya no está, ya no está. ¡¡Nosotros somos los muertos!! ¡¡Déjenla
en paz. No la quieran exponer!! ¿Acaso quieren quedarse con esa imagen
de por vida?”. La gente comenzó a discutir con él a los gritos y yo me
lo tuve que llevar con mi madre hacia la fila que esperaba darle el
último adiós a Selena. Mi padre volvió a la calma y sólo mantenía el
rostro adusto, serio, mirando bien lejos como si no quisiera ver lo que
tenía a pocos metros, como si no quisiera ver a Selena allí, pero
sintiendo una fuerza irrefrenable que lo arrastraba allí pese a su
voluntad. En un punto mi padre también quería pensar que tal vez nada de
eso era cierto, que todo era una burla, que todo era una pesadilla. Él a
su modo pensaba como las personas con quienes discutió unos minutos
antes, sólo que no quería verla, no quería verla así … Cuando llegamos a
la morada, mi padre caminó unos pasos no mirando donde estaba Selena. Yo
sólo comencé a llorar en silencio sin dejar de mirarla, sin dejar de
pensar que esa hermosa mujer y persona tan llena de vida ahora estaba
allí sin poderse uno explicar por qué, para qué, qué sentido tenía todo,
para que estamos aquí, por qué Dios nos somete a esto, por qué tanto
dolor, tanta injusticia. Las cosas no son como nos venden en una
película de Hollywood. En la realidad de la vida los buenos mueren,
mueren jóvenes, mueren llenos de vida, mueren honestos, llenos de verdad
y de trabajo en manos de psicópatas que no saben qué hacer con sus vidas
y que lo resuelven destruyendo a todo aquel que se le cruza por el
camino … De pronto mi padre corrió hacia donde estaba Selena, se
arrodilló ante ella y gritó: “¡¡No te vayas, Selena!! ¡¡No te vayas!!
¡¡Dios!! ¿Por qué a ella, por qué? ¡¡Dime Selena que no es cierto!!
¡¡Dímelo tú!! ¡¡Dime que todo es una mentira!! ¿Qué vamos a hacer sin
ti? ¿Cómo crees que podemos vivir sin ti?”, y echó a llorar de nuevo sin
consuelo. Mi madre y yo íbamos a por él, pero un agente nos detuvo
mientras otro iba a apresar a mi padre. Cuando lo estaba por hacer
surgió de la nada A.B.: “¡¡No!! ¡¡Déjalo!! ¡¡Déjalo!! ¡¡Yo me lo
llevo!! ¡¡No le hagas nada!!”. El agente se detuvo y A.B. abrazó a mi
padre que estaba desconsolado. Corrimos hacia él y aprovechamos para
agradecerle a A.B. y darle nuestro pésame. Por suerte él nos había
reconocido. A.B. me tomó del brazo y me dijo: “Creeme que yo tampoco lo
entiendo y jamás lo entenderé … Ya veré qué hacer. Por lo pronto cuida
de tu padre. Él necesita tanta ayuda como todos nosotros…”. Yo lo abracé
largamente a A.B. y aproveché para sacar todo mi dolor y toda mi
impotencia llorando como nunca. A.B. se quedó todo el tiempo que duró mi
llanto y sólo me dijo: “Sólo nos queda esperar a que algún día nos
encontremos con mi hermana y con el Señor”. Me dio un beso en la frente,
me obsequió un chupetín que guardaba en el bolsillo al dicho de “Esto se
lo iba a dar a Selena el viernes” y se fue solo con las manos en los
bolsillos. Luego de ese incidente el padre de Selena ordenó que abrieran
la morada de Selena. “Tal vez sea lo mejor”, dijo, y a partir de allí
todos veríamos lo que en realidad nunca quisimos ver…
Volvimos a mi casa ese triste 3 de abril de 1995. Sentí
como nunca que el mundo seguía andando a pesar de todo. Mi padre nunca
se repuso de aquello. No volvió a sonreír jamás. Pronto enfermó. Pronto
le diagnosticaron algo incurable y al año se me fue. Los médicos me
consolaron diciéndome que el mal lo tenía de antes, de mucho antes, sólo
que se manifestó en ese momento a la vista de todos, cuando ya no se
podía hacer más nada … Yo sabía que no era así, que no podía ser así.
Esa enfermedad comenzó el 31 de marzo de 1995 y sólo podía curarse si
Selena volviera para sonreírle, para cumplirle lo que le había
prometido, para certificarle que estaba viva y feliz. Pero eso no iba a
ser posible .... Cuando mi padre se agravó, lo cuidaba todos los días,
lo abrigaba con la toalla de Selena, le acercaba sus firmas para que las
volviera a leer, le ponía sus discos, le ponía y le cantaba una y otra
vez “Si una vez”, su tema preferido. Yo abrigaba una esperanza, una
pequeña esperanza … Tal vez si escuchaba sus canciones volvería a la
vida … Pero no fue así. Incluso le mentí y comencé a decirle que de
pronto me acordaba de aquel concierto de San Antonio, que recordaba todo
lo que había sucedido. Hacía poco habían dado parte de aquel concierto
que vi muy de pasada e intuí o creí ver que estaba allí alzada por mi
padre. De sólo imaginarme verlos tan llenos de vida tanto a mi padre
como a Selena -algo que certifiqué después viendo el video- me hizo
preguntar a mí también una y otra vez “¿Por qué?”, sólo “¿por qué?”.
Pero fueron vanos mis intentos con mi padre: “Yo también supe que dieron
ese concierto. ¿Y a que no sabes de lo que me enteré? Que esa mala mujer
que le quitó todo la conoció allí mismo … Si lo hubiese sabido … Si
hubiese podido hacer algo…”. Fue la última vez que lo vi con algo de
ganas de hablar. Luego vino el fin…
Estábamos con mi madre a solas en un día muy lluvioso.
Todavía no podía sobreponerme de tamaña pérdida. Mi madre lloraba en
silencio. Ella siempre le reprocharía no haber sido tan fuerte como para
afrontarlo. No le molestaba que admiraba tanto a Selena. Sí que no las
supiera proteger y ver qué hacer con su vacío en el Alma. Yo tampoco
sabía qué sería de mí y de nuestras vidas. Mi madre seguiría con su
trabajo. Yo con el colegio. Pero algo no teníamos resuelto. De pronto
sonó el timbre de mi casa. Para mi sorpresa era A.B., esta vez con un
chupetón y una remera de Selena. “¡¡Hola, te lo traje de parte de
Selena!!”, y me abrazó bien fuerte y luego lo hizo con mi madre. “¿Qué
tal si paseamos un poco y hablamos de nuestras cosas?”, propuso. Las dos
asentimos y fuimos a caminar con él. Allí me di cuenta de que nunca
podría reponerme de todo esto, pero tenía que seguir, por mi padre y por
Selena. Por ella para que nadie se olvide de lo que era como artista y
como persona. Por mi padre para que esté contento con que hago algo por
ella, que es como hacer algo por él, algo que él nunca pudo hacer sin
ella. Miraba el cielo, miraba a mi madre, miraba a A.B., y podía darme
cuenta de que jamás superaríamos lo perdido, que siempre lloraríamos por
Selena y por mi padre, pero algo podía hacer por ellos, que era
recordarlos, no olvidarme nunca de lo que hicieron y darles a conocer al
mundo que hubo alguien tan hermoso como Selena que hizo a mi padre muy
feliz, a un pueblo muy feliz, a países enteros muy felices. Las cosas
materiales que Selena nos dio, salvo las muy personales, las tiene mi
padre consigo. Es el lugar más seguro. Él sabe qué hacer con ellas. Sólo
a mí queda el deber de que esas cosas que tiene mi padre no queden en el
olvido, no se las lleve el viento, no sean tapadas por el polvo del paso
del tiempo. Por suerte yo estoy aquí en este mundo para que Selena siga
manteniendo su sonrisa con su sueño cumplido y con mi padre feliz de ver
a Selena feliz. Al menos yo le encontré un sentido a mi vida maltrecha
con tantas pérdidas irreparables. Al menos yo, como tantos otros,
podremos completar la obra de Selena, y hacer de éste un mundo posible,
un mundo mejor…
(Mis lágrimas que surgen mientras leo este relato
certifican el dolor de Lucero, el dolor de un pueblo, el dolor de un
mundo que se vio privado de ser enteramente feliz con Selena habiendo
realizado su vida artística y personal…)
¡¡Qué linda era Selena!! Qué linda persona era … Qué ejemplo de mujer,
de artista y, fundamentalmente, de persona … Muchas veces hay imágenes
que hablan por sí solas, que explican mejor que nada lo que era
verdaderamente Selena … Y ella alegraba la vida a cualquier persona.
Selena no era de esas personas que simplemente estaban en un lugar y no
hacían nada. Selena tenía que hacer algo, tenía que ver que el ambiente
en el que estaba fuera lindo, fuera ameno para todos los que la
rodeaban. Siempre uno busca explicaciones a por qué se dan ciertas
cosas. Y en el caso de Selena es más que probable que todo lo que
generaba ella se diera porque ella supo desde muy pequeña que debía
entretener a la gente, debía darles lo mejor de sí, tenía que tener su
mejor sonrisa, su mejor predisposición, siempre debía agradecer, siempre
debía estar dispuesta a cantar, a sonreír, a alegrar. Alguna vez el
padre de Selena dijo, al explicar cómo había grabado los temas “Siempre
hace frío” y Tú solo tú”, que Selena no estaba bien de la garganta, que
estaba afónica, pero que aún así le pidió que tratara de esforzarse lo
mejor posible pues iban a venir unos señores importantes que la querían
ver cantar y así facilitar el grabado de esos temas. Obviamente que
Selena lo aceptó y lo hizo, y uno puede apreciar cierta dificultad de
ella para poder cantar y aun así hacerlo maravillosamente. No hay que
mirar mucho de Selena para darse cuenta de que buena parte de lo que
ella hacía se debía a su historia y a cómo tuvo que desarrollar su
carrera profesional y a cómo tuvo que construir su vida personal… pero
eso no explica todo, no explica toda su magia. Cuando uno ve cómo
alegraba a su entorno, cuando siempre que tenía algo que hacer o que
decir, que hacía que no sólo la gente sino el entrevistador, los
presentadores y cualquiera que se topara con ella irrumpiera en una
carcajada, en una sonrisa, en sentirse alegre por el resto del día, ahí
uno entiende el porqué de la magia de Selena, de por qué era tan
querida. Cuando uno conoce a Selena, no sólo queda extasiado por su
actuación, sino feliz de estar ante una persona así. Difícilmente
alguien cuente que haya tenido una mala experiencia con ella, un mal
recuerdo, un desagradable momento. Todo el que se encontraba con Selena
tenía un recuerdo lindo, una emoción especial vivenciada con ella. Uno
aún se puede reírse cuando, grabando una entrevista y mientras el
presentador estaba anunciando el reportaje a Selena, ella no podía
evitar tentarlo al hacer un saludito y una sonrisa detrás de él mientras
hablaba. Y aun cuando por ello lo tuvieron que repetir porque el
presentador se había reído, Selena no podía con su genio y lo volvía a
hacer. Selena no podía con su propio carácter, tan espontáneo, tan
personal ... Uno puede ver cómo ella decía una y otra vez: “Sorry,
sorry, excuse me”, mientras se reía a carcajadas y el presentador
también. Allí uno detectaba dónde estaba la magia, dónde estaba ese plus
que hacía que Selena fuera distinta para todos, fuera tan especial.
Selena no dejaba de ser ella misma a la hora del trato con la gente, no
dejaba de ser una más que hacía lo mejor para ganarse la vida
dignamente. Selena sabía que todos tenían que hacer muchos sacrificios
para llevar un plato de comida a la mesa y por ello cada uno debía ser
respetado en lo suyo, mientras se lo hiciera dignamente. Creo que era
imposible no sentir un cariño tan particular por alguien que hacía tanto
por los demás. Selena alegraba la vida de la gente dentro y fuera del
escenario. Su temperamento era así. Uno podría pensar que actuaba como
una profesional que entendía que parte del negocio de la música era
estar siempre bien y solícito ante la gente y ante los productores, la
compañía discográfica, otros artistas, las cadenas televisivas y tantos
otros a quienes había que tener una buena relación para llegar a la cima
del éxito. Pero todos sabemos que muchos artistas no tienen tan buen
genio como para afrontar tamañas exigencias y hay muchos otros que en
cuanto tienen un éxito, se le suben los “humos a la cabeza”, se las dan
de “divos” y empiezan a seleccionar a qué lugares van, con quiénes
quieren entrevistarse, y deciden día y horario para ver a los fans
ávidos por algún autógrafo o gesto de agradecimiento de su parte. No era
para nada el caso de Selena. Ella podía venir de que la vean 65.000
personas en el Houston Astrodome, ir a que la vean millones en el
Festival “Noches de Carnaval” y luego ir al programa “Padrísimo” para
hacer de presentadora, luego de que ella ya había estado allí el mes
anterior. Para ese entonces Selena tenía la suficiente fama y la
suficiente autoridad como para decir si quería ir a un lugar y decidir a
cuál no ir, y podía limitarse a hacer lo suyo y listo. Pero Selena
siempre estaba dispuesta a tratar con todos sin condición y, no sólo
eso, sino sorprenderlos dándoles algo más. Estaba en su esencia darles
todo de sí en el sentido literal del término y ver a todos felices. Si
eso no hacía no era ella. Selena era una excelente artista y mejor
persona. Y esos dos componentes no se podían separar a la hora de ver a
Selena actuar, al momento de tener una impresión lo más cercana posible
a su real esencia....
¡¡Qué linda era Selena!! Y cuando digo esto no me refiero
únicamente a su belleza física. Si me limitara a ver sólo eso de Selena
estaría minimizando lo más valioso que tenía, lo que realmente hacía que
uno se enamorara perdidamente de ella. Selena hacía ver qué es lo que
realmente nos gusta de alguien, qué es lo que verdaderamente nos hace
emocionar. Selena podía ser bellísima como tantos artistas, pero si no
tenía algo más que transmitir no dejaría de ser una más, una mujer más
que llamaría la atención por su belleza y que dejaría de ser atendida en
cuanto esa belleza se fuera, cuando el paso del tiempo hiciera lo suyo.
Pero lo mágico de Selena no radicaba allí, no pasaba por ese lugar su
verdadero potencial. Lo hermoso de Selena era su risa, su alegría, sus
ganas de vivir y de ser feliz ... De ser feliz y de hacer feliz a los
demás ... Es probable que muchas de las risas de Selena fueran las
típicas de alguien nervioso que necesitaba cubrir los silencios con
algo, que no podría tolerar estar un tiempo quedándose en silencio sin
hacer nada. Hay una escena que explica muy bien el carácter de Selena y
cómo ella transmitía sus propias sensaciones que eran tan contrastantes
con respecto a las de los demás: en un momento ella es filmada en su
casa al lado de Chris que se pone a tocar la guitarra dándole pie a
Selena para que ella cantara, pero mientras él iba tocando hasta
encontrar la perfecta afinación y entonación para que Selena pudiera
cantar, Selena no podía dejar de reírse, no podía dejar de hacer un
comentario gracioso, no podía esperar para ponerse a cantar y lo
intentaba igual a pesar de que Chris no estaba tocando algo concreto ...
Selena era movediza, eléctrica, sonora, vital, exultante. Selena siempre
tenía que hacer algo … Lo dijo una vez a Verónica Castro en el programa
“Furia musical”: allí le expresó que ella no podía dejar de estar sin
hacer nada, que no podía estar ni un momento sin pensar en qué hacer
desde el primer minuto en el que se levantaba. Y tal vez por ese
espíritu con el cual Selena se desenvolvía en la vida surgió el tema
“Bidi bidi bom bom”. En los conciertos siempre la banda se hacía un
parate para afinar los instrumentos, para preparase para tocar otro tipo
de temas. Y siempre esto se hacía en el medio de los conciertos. Selena,
fiel a su estilo, no podía quedarse callada, no podía estar sin hacer
algo concreto. Y entonces, del mismo modo en el que lo hacía en ese
video en el que intentaba cantar siguiendo la entonación de la guitarra
de Chris, Selena empezó a cantar cualquier letra en inglés acompañando
la melodía que estaba la banda tocando en ese mismo momento. Y así
comenzó a cantar una letra inentendible que hablaba de un pecesito que
nadaba. Pero esa ocurrencia de Selena a la gente le encantó, y lo que
resultó ser un simple pasatiempo para que no resultara aburrido para la
gente terminó siendo un tema que pedía la gente en los conciertos en los
que Selena y Los Dinos se presentaban. Al detectar A.B. ese fenómeno, no
sólo incorporó ese “tema” como algo que formaba parte del cancionero de
Selena en sus conciertos, sino que le pidió a Pete Astudillo que hiciera
una letra en español que completara lo que había iniciado Selena. Y así
nació uno de los mayores éxitos de Selena, que habla muy bien no sólo
del espíritu de equipo que primaba en la banda por la actitud e
inteligencia de A.B. para ver en esa pequeña canción un potencial éxito,
sino en el espíritu inquieto de Selena, en esa necesidad de ella de
cubrir todos los vacíos, todos los momentos en los que “no se estaba
haciendo nada”. Ese plus de Selena le daba ese sello distintivo que
hacía de ella algo tan diferente de los demás…
¡¡Qué linda era Selena!!, porque todavía puede generar
tantas alegrías a la gente, tantas emociones, tantas ganas de seguir
luchando por algo en la vida. Cuando uno ve a Selena y lo que genera aún
hoy con sólo verla en un video, uno no puede comprender por qué la vida
no se puede encarar de la misma manera, con las mismas ganas de hacer
algo constructivo por y para los demás, además de hacerlo en provecho
propio. A veces me da mucha pena, y no odio precisamente, cuando veo que
mucha gente vive la vida con mala cara, siempre quejándose de todo,
siempre hablando mal de los demás, juzgando con total impunidad a la
gente a la que ni siquiera conoce. Me da mucha pena ver que a mucha
gente le haya ganado el odio y el rencor. Es tan penoso ver a la gente
cuchicheando en voz baja contra alguien o contra algo, cuando construyen
su vida en función de ver y hablar de los demás mal, de ver a su prójimo
decaído por la maldad que ellos mismos construyen, esa maldad que
increíblemente a ellos les hace tan bien. Si tal vez ellos conocieran a
Selena, se darían cuenta de que otro mundo es posible, de que otra vida
está a nuestro alcance, de que se puede llegar al éxito haciendo el
bien, alegrando a los demás y sobre todo actuando honestamente en todos
los aspectos de la vida. Cuando uno conoce la carrera de Selena, uno ve
que todo se ha logrado con mucho trabajo, con mucho sacrificio, pero
también con mucha humildad y con una gran honestidad. Selena empezó bien
de abajo, nadie le había regalado nada y construyó su carrera haciendo
lo mejor, tratando de hacer todo lo más dignamente posible. Siempre
buscó perfeccionarse mejorando su voz, su actuación, su presentación, su
vestuario. Siempre buscó ser apreciada por su talento, por el respeto
que ella tenía por la gente y por sus colegas. Jamás habló mal de nadie,
jamás hizo de la confrontación su modo de hacerse notar ante los demás.
Selena nos dio el más acabado ejemplo de que era posible todo si uno se
lo proponía. Ella puso en práctica aquello de lo “imposible siempre es
posible” para que dejara de ser un mero eslogan. Selena pudo demostrar
que el camino de la verdad, del respeto y de la honestidad es el camino
más sencillo y más hermoso para llegar al éxito, aunque a veces ese
triunfo tarde en llegar. Selena hizo ver que cualquiera sea el rol que
tengamos en la vida, este camino era posible y viable. Pero parece que
la gente con el tiempo se ha quedado más con el ejemplo de la asesina
que con Selena misma. Es triste ver que la gente prefiera destruir a una
persona y no contenta con eso disparar una y otra vez con la persona
caída con la peor arma, que es el arma de la palabra, de la lengua
venenosa. Parece que el mundo se ha querido quedar con ese ejemplo de
alguien que dispara, no se arrepiente y encima mancha el honor de la
persona que ya no está con mentiras francamente insultantes. Parece que
a la gente le resulta más fácil eso, a juzgar por lo que uno puede
certificar en la vida cotidiana, en la que hay tanta, tanta gente tan
parecida a esa mala mujer. Muchas veces en la vida nos han repetido una
y otra vez que lo que importan son los resultados, que lo que importa es
llegar, no importa cómo pero llegar, que en el mundo no hay lugar “para
los perdedores”, que en el mundo de que “hay que ganar como sea” todo
vale, todo tiene sentido, si hacer daño a los demás es un medio para
lograr el objetivo entonces es válido … Qué triste ejemplo, qué triste
mensaje ... Tal vez por eso no hay que olvidar nunca que hubo un 31 de
marzo, aunque sea muy doloroso. Muchas veces nos han dicho que las cosas
malas hay que olvidarlas, que debemos quedarnos con lo lindo para poder
seguir viviendo con alegría … Nada más errado … Siempre hay que recordar
ese nefasto día, no hay que olvidar que un día alguien cambió para mal
la historia de la humanidad privándole al mundo de gozar y de apreciar a
una estupenda artista y mujer como Selena, que le quitó al mundo la
posibilidad de ver un hermoso ejemplo a seguir, un camino de llegar al
éxito en cualquier emprendimiento que se hiciera con sacrificio, con
verdad, con honestidad, con humildad, con Amor. Y que es más valioso no
olvidar que una psicópata de las tantas que pululan en nuestra vida
cotidiana, y que construyen sus vidas a base de engaños y de mentiras,
fue capaz de quitar la vida, los sueños y las ganas de vivir a alguien
que tenía tanto para dar, tanto para generar alegría en la gente, tanto
para hacer feliz a la humanidad toda…
¡¡Qué linda era Selena!! Qué distinta era a todas … Con
ese empuje, con esas ganas de siempre ir por más, por no contentarse con
lo obtenido, por pensar que la vida era corta y que no había que
desaprovecharla con lamentos, frustraciones y miedos … Una mujer de sólo
23, casi 24 años, que ni siquiera había llegado al tope de su carrera y
que sin embargo iba por más, iba siempre por otros sueños, que pensaba
que todo se podía hacer e incluso al mismo tiempo. Es conmovedor ver a
alguien tan joven pensar y expresar que cada minuto de su vida debía
aprovecharse para hacer algo, para construir algo, para querer siempre
realizar algo para cumplir sus más sentidos anhelos. Ella siempre
pensaba que no podía estar mirando la vida pasar sin aprovecharla, sin
vivirla, que tenía tantas cosas en su cabeza que hasta que no hacía algo
para poder quitárselas al haber cumplido con sus objetivos no podría ver
cristalizados sus sueños y, por ende, no podría encarar otros proyectos.
Cuando uno ve cómo son las cosas en la actualidad, en la que algún
artista casi sin esfuerzo puede llegar a la fama con un tema o con
cualquier cosa que puede ser originado con talento y muchas veces no,
cuando uno ve que se llega a la fama casi sin esfuerzo apelando a lo más
bajo del Alma, cuando se cree que haciendo cosas desagradables es
sinónimo de espíritu progresista o desafiante del sistema imperante y no
es más que un hecho banal realizado por gente que está insatisfecha con
su vida y que expresa su desprecio a la sociedad, a la gente, al mundo
de esa manera, vemos cómo hace falta Selena, cómo el mundo ha cambiado
sin su presencia. A veces el paso del tiempo nos confunde, nos obnubila,
creemos que cualquier artista joven que obtiene fama es equiparable a
Selena y no es así. Selena expresaba con su éxito, con su actuación, con
su actitud, el triunfo del trabajo, el triunfo del sacrificio, el
triunfo de la honestidad, el triunfo del respeto, el triunfo de llegar
al cima producto del talento, y de las ganas de mejorar y de
perfeccionarse, tanto en lo individual como en lo colectivo. Selena no
concebía la idea de estancarse, de hacer siempre lo mismo o más de lo
mismo. Así como A.B. buscó incorporar nuevos ritmos y melodías a la
banda que le permitieran explotar al máximo la versatilidad de Selena
para cantar y actuar, ella siempre daba más de lo que se esperaba,
buscaba el factor sorpresa para impactar a la gente, buscaba mejorar su
repertorio, innovar siempre para enriquecerse más, explotar todo su
talento para dejar su sello en este mundo. Nadie, ni en su época, ni
antes de ella y menos ahora, alguien a la edad de Selena pensaría en
abrir una tienda de moda para explotar su pasión por el diseño, tal como
ella lo había hecho a los 22 años. Hubiese tratado de hacerlo antes o
hubiese preferido llegar a la fama mundial y con el correr de los años
recién dedicarse a la moda aprovechándose del éxito, esperando que todos
compraran sus diseños, cualquiera que éstos fueren. Pero Selena no era
así. Ella consideraba que eso que estaba en su cabecita debía salir
rápido. Que no había que esperar al éxito para desarrollar algo que le
gustaba. Muchas veces se decía que Selena era muy humilde y que ese
sentimiento le impidió ver lo grande que era, y que al no advertirlo no
se puso a la altura de lo que significaba estar en ese lugar. Yo creo
que parte de ese pensamiento es cierto, pero no creo que Selena no
hiciera más por su carrera porque creía que no era todo lo grande o todo
lo famosa que efectivamente era. Yo más bien pienso que Selena tenía tan
claro seguir su carrera musical por mandato familiar y porque le
gustaba, como también que sentía que debía hacer lo que le realmente le
gustaba hacer además del canto, al mismo tiempo que seguía
desarrollándose en el campo artístico. Selena no iba a esperar a ser
diseñadora. Si la fama que tenía le daba la posibilidad de ejercer su
gran pasión, lo haría, como finalmente hizo. No es que Selena desconocía
lo que pasaba con ella. No era ni tan ilusa sin tan ingenua como se
pensaba. Selena tenía los pies bien puestos sobre la tierra, y en cuanto
vio que su éxito y su nombre le daban la posibilidad de dedicarse a la
moda, como lo hizo, lo llevó adelante sin dudar. A Selena no le
importaba si los demás no le prestaban la real atención en lo que estaba
haciendo. Es más que probable que muchos pensaban que tal vez Selena
sólo lo hacía como pasatiempo o como hobby. Hasta más de uno le debe
haber dicho que montaba eso sólo para poder tener la posibilidad de
lucir bien sin recurrir a otros. Pero quien conocía bien a Selena sabía
que ella lo hacía por vocación y convicción. Nunca defraudaría a su
familia y no cumpliría el sueño de su padre de ser la mejor cantante
latina del mundo, pero también le haría ver a su familia que ella tenía
también un sueño y que en la medida que ella cumpliera el de los demás,
éstos debían aceptar el suyo. Selena era de convicciones fuertes y no
era de dar marcha atrás cuando estaba decidida a hacer algo. Cuando
decidió tener su relación sentimental con Chris Pérez tuvo una gran
resistencia de su padre. Selena intentó hacerle ver por las buenas que
la dejara llevar adelante esa relación, pero ante la negativa de su
padre decidió casarse en secreto y volver a plantearle a su padre la
relación, pero en otros términos. El padre de Selena tuvo que aceptar
que su hija tenía la convicción de que había cosas que no se negociaban,
que sólo había que aceptarlas y que podía en el mejor de los casos haber
un margen de negociación. Eso hizo más grande a Selena, pues era humana
y porque siempre dejó en claro que había muchas cosas de las cuales
había que luchar y que eran tan o más importantes que la fama. Para
Selena ella no era sólo la artista que subía al escenario sino esa mujer
que tenía sentimientos, proyectos, Amores, corazón. Y ese sentimiento
estuvo siempre presente en cada acto de su vida…
¡¡Qué linda era Selena!! Porque sobre todo era una buena
mujer, una buena esposa, una buena hija, una buena artista, una buena
anfitriona. Ella siempre tuvo en cuenta a su público. Nunca dejó de
saludarlos ni de darles lo que ellos necesitaban mínimamente de ella,
que era un estrechar de manos, un beso, un autógrafo, un mimo. Y si bien
Selena supo siempre que debía tener esta actitud porque el padre siempre
le inculcó que tenía que tener respeto y buen trato con su público, y
porque el mismo negocio de la música así se lo exigía, ella sabía lo que
era estar en ese lugar, en el que hay gente que muchas veces sufre la
falta de comida, la falta de Amor, la falta de cariño. Por su propia
experiencia personal, Selena sabía lo que era estar un largo tiempo en
un pueblo luchando contra tanta adversidad, no teniendo oportunidad de
que alguien venga a verlos para darles alegría, una palabra de aliento,
un motivo para sonreír ante tantos males de la vida. A Selena no le
tuvieron que contar lo que es no saber si se llega a fin de mes, lo que
es perder el trabajo, lo que es perder una casa, lo que es vivir cada
día con la incertidumbre de no saber lo que puede pasar en el futuro
inmediato y a largo plazo, lo que es luchar años y años con honestidad y
la verdad, y lograr poco y nada, la alegría de recibir un artista cuando
en el pueblo en el que se vive no viene nadie a actuar para ellos. A
Selena no le tuvieron que contar lo que significaba eso para que lo
pudiera ver y entender. Selena era uno más de ellos. Nunca lo dejó de
ser. Ni siquiera en el mejor momento de su carrera, y teniendo la
oportunidad de hacerlo, dejó la ciudad de Corpus Christi en la que vivió
desde su infancia. El éxito apenas le había hecho pensar en comprar un
lugar mucho más grande para disfrutar de la vida después de estar casi
una vida arriba de un bus. A Selena no le gustaba ir a lugares de más
brillos, de más luces. Ella estaba cómoda con su esposo, con su familia,
con su ciudad, con lo que ella había logrado y con lo que estaba
proyectando hacer. Sólo tenía 23 años, casi 24 … Todavía era una
adolescente por las cosas que no pudo vivir y gozar, y a su vez tenía la
madurez dada por su vida llena de penurias y de privaciones que la llevó
a que cada meta lograda fuera fruto de un gran esfuerzo y largamente
festejada. A Selena nadie le había regalado nada. Selena a los 8 años no
tenía una discográfica multinacional que le promocionara sus discos y
sus temas. Eso recién vendría a los 18 años luego de ir de concierto en
concierto, de pueblo en pueblo, de un disco hecho en un sello pequeño a
otro. Selena recién tuvo la suerte cuando el presidente de la Emi Latin,
José Behar, la viera casi de casualidad, se quedara impactado, la
contratara sin más y la tratara como su hija pródiga a partir de 1989.
Recién allí a Selena se le abrió el camino al mundo mediático, pero
paradógicamente la fama obtenida de ir en bus por los pueblos de todo
Estados Unidos y México fueron la base de la enorme popularidad que le
dio una fama que pocos llegaron a comprender y tomar en su real
dimensión luego del nefasto 31 de marzo de 1995. Selena era de un
artista que surgió bien de abajo, y eso fue lo que le dio más fama y
legitimidad a su éxito…
¡¡Qué linda era Selena!! Porque era una mujer genuina,
espontánea, sincera, sentimental, franca, frontal. Por ello era tan
querida por la gente que la supo conocer por una entrevista, por un
concierto, por el trato diario que tenían con ella. Cierto periodista en
México que supo cubrir sus conciertos en dicho país decía que se había
quedado impactado por ver cómo Selena no podía dejar de ayudar cuando
veía a un niño desvalido y necesitado de comida y de afecto. No se
quedaba sólo con las declamaciones sobre las injusticias de este mundo y
el lavado de culpas haciendo sólo conciertos benéficos. Selena estaba
allí donde la gente la necesitaba, pues nunca dejó de sentirse una más,
una igual a todos ellos. Tal vez muchos piensen que si hubiese sido más
egoísta, si hubiese pensado más en ella que en los demás no le hubiese
pasado lo que le pasó. Quizá haya sido así, pero Selena no podía dejar
de ser ella, no podía perder su esencia para poder llegar a un lugar que
quién sabe si ella hubiese querido lograr de cualquier modo, a cualquier
precio. Selena era capaz de no sólo detener su marcha si veía a un perro
herido sino de llevarlo a un hospital de urgencia y pagar lo que sea
para curarlo. Para Selena era más importante amar y ser amada. Tal vez
en esa necesidad de ver a Selena como un mito, como una leyenda, como
una mujer que logró todos sus sueños a pesar de lo que le sucedió, nos
impide apreciar lo más valioso de esa mujer que eran sus sentimientos.
Selena siempre necesitó el cariño de todos los que la rodeaban y que a
su manera se los pedía. Basta con ver las expresiones cuando terminaba
de cantar un tema, cuando pedía que la acompañaran, cuando esperaba un
instante ese aplauso, esa muestra de afecto. Si por allí no se daba como
ella quería se le podía ver un gesto de frustración pero insistía hasta
lograrlo, y si lo conseguía sentía la mayor de las energías para
continuar. Selena podía encarar a Chris y hacerle toda clase de
morisquetas, hablarle, hacerle mimos, reírse, hacerle chanzas. No lo
hacía de molesta, no lo hacía por tener sólo un Alma traviesa. Selena
era una mujer llena de afecto y necesitada de Amor, de un Amor que
muchas veces se le negaba en esas épocas de penurias, de viajes en bus,
de tiempos de destinos inciertos. Selena era una mujer llena de
sentimientos y de sensibilidad. Selena era una mujer … Una bella y noble
mujer. Una mujer que aun en la cresta de la ola tenía sus dudas, tenía
sus errores, tenía sus temores, tenía sus ganas de sentirse libre como
tal vez no lo haya sentido nunca. Selena era aún una mujer que buscaba
su lugar en el mundo, que buscaba su felicidad plena que no pasaba
solamente por el éxito como cantante y diseñadora. Selena era una mujer
especial que podía decir lo que pensaba y sentía en cualquier momento,
en cualquier circunstancia, en cualquier lugar. Sólo era cuestión de
escucharla y de hacer lo posible para que se sintiera feliz. Yo sé que
hay veces que los que circunstancialmente quedamos en este mundo
necesitamos el consuelo de pensar que a pesar de todo Selena había
logrado todo en la vida … Pero no fue así. Lamentablemente no fue así
... Y a la larga no es malo admitirlo pues en definitiva entenderemos no
sólo todo lo que quería hacer Selena y no pudo realizar sino comprender
lo más maravilloso que tenía Selena que la hacía una estupenda mujer y
que por ser así logró no sólo el éxito sino que la quisieran mucho.
Salvo esa horrible mujer que le quitó los sueños, nadie nunca tuvo un
mal concepto de Selena, un mal recuerdo. Tanto antes como después del 31
de marzo sólo se has tenido las mejores palabras sobre Selena … Era una
gran artista y mejor persona. Era una cantante famosa y una gran mujer…
¡¡Qué linda era Selena!! Siempre dispuesta, siempre
amable, nunca creyendo que ella era la única artista a ser considerada.
Podía sentirse la mejor, podía sentirse capaz de ser la mejor cantante
latina del mundo, podía sentirse lo suficientemente talentosa como para
copar el mercado anglosajón, algo inimaginable por ese entonces, podía
tener la total certeza de que a ella el público la quería, que era a
ella a quien amaban, y sin embargo nunca se puso por encima de su banda,
ni de ningún artista, ni en el escenario, ni en ningún evento; ni
siquiera en alguna reunión ella se puso en estrella desdeñando a sus
compañeros de ruta. Podía ir a una entrega de premios, recibir todos los
honores, y aun así dejar que sea el grupo a veces quien hable en vez de
ella. Del mismo modo que Selena pensaba y decía que sin el público ella
no era nada, también consideraba que sin Los Dinos ella no sería la
misma. Podían transformar el grupo -por una cuestión de marketing debido
al tema del crossover-, de “Selena y Los Dinos” en “Selena”, podían
proyectar su carrera musical al infinito, podían sólo requerir la
palabra de ella, pero Selena siempre les daba su lugar, el lugar que
merecían, el lugar que se habían ganado por haber ayudado a Selena a ser
una gran artista. Selena no podía concebir que su grupo no estuviera
bien. Es como dijo Johnny Canales, que Selena tenía una excelente
relación con la banda, y como ella los trataba bien y les daba su
recompensa por haber logrado las metas propuestas, ellos no le rendían
un ciento por ciento sino un ciento cincuenta por ciento… Selena era
generosa con todos. Cuando Selena cantaba “Las cadenas” siempre se
acercaba a su hermano A.B. para cantarlo a dúo para que él se luciera
también, porque le gustaba mucho cantar esa canción. Selena era capaz de
dejar el escenario para que Freddie Correa cantara su tema solista y no
sólo eso: ella se ponía a un costado para hacer los coros. Para Selena
la felicidad no sólo era estar ella contenta y satisfecha, sino que ese
sentimiento lo tuvieran los demás. Cuando Selena estaba por cantar
“Baila esta cumbia” en el concierto de San Antonio en 1991, y mientras
ella le pedía a alguien del público que le acercara como regalo un globo
que contenía una flor adentro, A.B. estaba muy alterado con alguien del
público porque se peleaba con otro para tener más globos. Selena no
había dado cuenta de ello hasta después de que pidiera al público que
suspirara por el regalo recibido en un tono más bien cómico. Al rato
Selena notó muy alterado a su hermano y se le acercó como si nada pasara
mientras bailaba y cantaba. Cuando su hermano le contó lo sucedido ella
siguió cantando normalmente arengando y alegrando al público mientras
cada tanto se acercaba a A.B. para ver si estaba mejor, y hasta que no
le sacó una sonrisa de su rostro y logró que cantara con ella, no paró.
Éstas son las pequeñas cosas que hacían a la grandeza de Selena y que
muchas veces por problemas de edición se han quitado estas escenas de
los dvds. En el dvd “Selena remember” se quita la escena de Selena
recibiendo el globo con la flor y el final del tema “Baila esta cumbia”,
cuando Selena amagó terminar y siguió al grito de “¿Quieren más?" … Es
una pena, lo mismo que haber quitado al final de la interpretación de
Selena del tema “Where did the feeling go?”, pues allí dice que ese tema
es para el futuro disco en inglés ... Justo se han quitado esas imágenes
de los dvds, imágenes que ejemplificaban como nada la esencia de Selena,
que va más allá del canto y de la interpretación … Selena era tan
generosa que era capaz de permitir que una fan en 1992 llamada Gaby -a
quien yo conocí en el Fotolog- le pidiera en pleno desarrollo del
programa “Órale primo”, conducido por Jesús Soltero, si le permitía
darle un regalo a su esposo Chris y hablarle .... Así era Selena,
siempre quiso ver bien y feliz a los demás … hasta el último día, hasta
el nefasto 31 de marzo en el que por ser así frente a una psicópata
recibiera la mayor desilusión y el peor de los dolores…
¡¡Qué bella era Selena!! ... Y tal vez la palabra “era”
sea la que más nos duela, la que represente inequívocamente la más
inexplicable situación ... Qué bella era Selena, qué buena era Selena,
qué artista completa, qué mujer que generaba un sinfín de emociones de
un modo que nadie podía lograr … Si ella era tan buena, ¿por qué le
hicieron eso? … Si era tan buena, ¿por qué Dios la castigó de esa
manera? Si Selena era tan bella, tan querida, tan buena persona, ¿por
qué el mundo se ensañó con ella? No se trata de endiosar a una persona,
no se trata de endilgarle cosas que no tuvo ni que obtuvo, no se trata
de decir lo que no es. A veces cuando un ángel como Selena se nos va
sentimos la necesidad de sacralizarla, de convertirla en algo mítico,
perfecto, alguien que no tuvo errores, que logró todo lo que se propuso
pero “por esas cosas del destino” se nos fue pronto, pero dejándonos,
eso sí, un gran legado. Y hablaremos del mito, de la leyenda, y el paso
del tiempo se encargará si ese frío monumento que se yergue sobre ella
va erosionándose hasta desparecer en el más absoluto olvido o se
mantendrá vivo pero con imágenes editadas, mejoradas, con música
“aggiornada”, mejorada, “remixada” … Y no se trata de eso, no ... Se
trata de recordar a Selena no sólo como una gran artista sino como una
bella, sentimental, pasional, tierna, voluntariosa y hermosa mujer que
tenía un mundo por delante, que estaba llena de sueños, de ilusiones, de
dudas y de certezas, de alegrías y de temores, con unas ganas de vivir y
de amar que difícilmente Selena reemplazaría por los grandes y fríos
monumentos hechos en su nombre, regados por el calor de la gente en los
días de aniversario. Selena era muy joven … aún estaba armando su vida,
aún estaba tratando de acostumbrarse a esa nueva vida de artista exitosa
que por fin podía vivir permanentemente en un casa y proyectar vivir en
otra más grande. Selena estaba tratando de ver qué haría con su vida, si
tendría niños en ese momento o después, si quería llegar a lo más alto o
postergar su carrera artística para desarrollar su vida personal y para
darle cabida a su gran pasión que era el diseño. Selena estaba
explorando, buscando, creando. Marzo de 1995 descubriría a Selena
cantando para otros sellos, ayudando a componer a su esposo, siendo
recibida por innumerables productores que la sumaban a ambiciosos
proyectos advirtiendo el talento y el futuro que tenía Selena ... Y ella
estaba gozando, sólo estaba gozando, vivir la vida como nunca la había
vivido, paseándose por su casa y respirar contenta y alegre, feliz por
lo logrado y expectante por lo que iba a vivir … Con miedo, con mucho
miedo, pero arriesgando, queriendo ver hasta dónde podía llegar, hasta
dónde quería llegar. Más de una vez Selena dijo tener miedo pero a su
vez afirmar que había que arriesgarse para ver qué había “del otro
lado”. Selena tenía dudas, era una bella mujer hipersensible que allá
por febrero de 1995 llegó a decir que ese año sería fundamental para
ella y para el despegue de la banda por todo el mundo. Tal vez si
reparáramos en todo ello, si recordáramos a Selena no sólo por lo que
era sino por lo que representaba, sentía y quería, tal vez nos daríamos
cuenta del diamante que hemos perdido, el ángel que se nos escapó de las
manos sin poder saber por qué y sin podernos explicar cómo no nos dimos
cuenta de lo que sucedía hasta que sucedió lo inexplicable e
inconcebible…
Selena es una linda persona, una persona que aún hoy
puede generar toda clase de emociones, toda clase de sensaciones. Selena
sigue enamorando, subyugando e impactando. Selena está tan llena de Amor
que aún a 16 años desde que nos dejara sigue irradiando su Alma por todo
el mundo y recibida por todos los que la supieron amar y la siguen
queriendo. Y como el Amor de Selena es ilimitado, ella seguirá generando
tanto cariño, tanta pasión, tanta ternura. Y mientras ello exista,
Selena seguirá viva en los corazones de la gente que la sigue queriendo,
que la sigue esperando, que no se resigna, que daría parte de su
corazón, de su cuerpo, de su Alma, para que ella siga queriendo, amando,
soñando, logrando todas las metas, sonriendo, y siga siendo feliz
viviendo la vida que mereció vivir por derecho propio…
Y yo estoy aquí, Selena, para que tú sigas siendo más que
una gran artista, más que un mito, más que una leyenda … Una mujer que
fue feliz y supo hacer feliz a los demás…
“¡¡Vieron, vieron, les dije que iba a ser así!! ¡¡No me digan que no les
avisé!! ¿Qué creían? ¿Que les decía cualquier cosa cuando se los
vaticiné? ¡¡Ahí lo tienen!!”, les dije a mis hijas cuando, contra todos
los pronósticos, los Tigres de Monterrey habían ganado un partido
increíble contra el América cuando parecía que todo estaba perdido
promediando el primer tiempo. Una vez más me jactaba de mis poderes de
adivinar lo que iba a pasar, de lo que podía suceder con tal o cual
cosa, no sólo en el fútbol, sino en política, espectáculos, mirando una
serie detectivesca, lo que sea. En realidad, no era adivino, ni lo
quería ser. Si yo tuviera que explicar cómo acertaba con determinadas
cosas era simplemente porque me fijaba en esos pequeños detalles que
nadie se fija o que para muchos pasan inadvertidos. Alguna vez mirando
la serie Columbo, cuando le preguntaban al famoso teniente de la Policía
de Los Ángeles cómo era que se daba cuenta de quién era el asesino o por
qué sospechaba del movimiento de tal personaje, él solía decir que él
sólo daba cuenta de determinadas circunstancias que no condecían con la
normalidad de la situación. Entonces, él decía que si una persona solía
salir a correr todas las mañanas puntualmente a las 9 horas y el día del
crimen no salió entonces él anotaba eso en su libreta para acordarse de
que era una cosa que debía tener una respuesta, una explicación. Yo
razonaba del mismo modo. Yo siempre miraba las cosas de un modo
distinto. Si estaba mirando un partido en una cancha de fútbol, yo no
sólo miraba a los que llevaban la pelota sino miraba el movimiento de
todos. Eso me daba una idea de todo, me daba un panorama de lo que
estaba pasando y de lo que podía pasar. Por eso mis hijas se reían. Más
de una vez me vieron gritar “¡¡Penal!!”, al advertir una infracción en
el área del equipo contrario, y casi como un eco se oía el mismo grito
desde la pantalla de la televisión con la voz del relator y del
comentarista deportivo. Pero estas cosas no me pasaban sólo en el
deporte. ¡¡Claro que no!! Más de una vez decía que iba a pasar tal cosa
del cual todos se reían y después el que se reía era yo al jactarme de
haber acertado. Una vez había una candidata a presidenta en un lejano
país sudamericano que estaba demorando el anuncio de quién la iba a
acompañar en la fórmula presidencial. Era su reelección. Ya se dudaba
antes si se iba a presentar a esa instancia, pues había padecido una
desgracia familiar. Había muerto su esposo. Todos pensaban que no. Yo
dije sí y acerté. Luego se dijo que el vicepresidente iba a ser el
candidato Armando Bu, pero enseguida lo desmintieron y nombraron tantos
posibles candidatos como el abecedario mismo. Yo le dije a mi esposa.
“Vas a ver que al final va a ser el candidato Armando Bu. ¿Por qué? Muy
simple. A la presidenta no le gusta que la prensa le adivine lo que va a
hacer. Como ya se lo adivinaron van a decir cualquier cosa. Y cuando ya
todos crean que el candidato es Darío Filmo o Eduardo Tomater, dirán que
el candidato es, tal como se preveía, Armando Bu, el preferido de la
presidenta”. Cuando llegó el anuncio, que aquí tenía mucha importancia
pues lo decidido repercutiría en lo que sucedería en mi país, yo les
volví a decir a mi esposa y a mis hijas: “Van a ver. Van a ver. Es como
yo les dije, Es Armando Bu. ¡¡Es Armando Bu!!” Y cuando lo anunciaron,
pegué un salto, grité como si fuera un gol de mi equipo y les volví a
decir. “¿Vieron? Yo no digo las cosas por decir. Yo lo digo con
fundamento”. Recuerdo que una de mis hijas, Yamila, me dijo: “Papi,
papi. ¿Alguna vez errarás algún pronóstico?”. “Dudo mucho, dudo mucho.
Tengo mucha intuición, pero puede ser que me equivoque alguna vez, pero
¿por qué me lo preguntas?”, pregunté intrigado. “Por nada en especial,
me dijo, pero me gustaría que si alguna vez te pregunto qué puede pasar
con algo o con alguien me digas lo que pienses y sientas, aunque sea
malo. ¿Lo harás, papi?”. “¡¡Por supuesto!!”, le dije, abrazando a Yamila
con Amor y dándole un hermoso beso. “No te preocupes, yo no te
defraudaré”, le dije y enseguida se me vino encima Paula, mi otra hija,
quien por celos esperaba que le diera el mismo cariño que le brindaba a
Yamila. “Nunca nos mentirías, padre, ¿no?”, insistió. “Jamás”, le dije
con total suficiencia antes mis dos amores. Mi esposa me miraba con
cariño y me daba un beso de lejos, con la satisfacción de tener a
alguien al lado que podía darle alegría y seguridad a sus hijas … Pronto
daría cuenta de que eso que prometía y que parecía ser tan sencillo de
cumplir sería una de mis más crueles pesadillas de las que no sabía si
podría salir alguna vez…
Yamila
tenía 12. Paula, 10. Ambas eran fanáticas de Selena. Todo el día
escuchaban sus canciones, no se perdían nada de ella, ni un disco, ni un
programa de televisión o de radio. Yo nunca le había prestado atención,
más que nada por mis múltiples trabajos y porque me costaba seguir algo
que me parecía muy ajeno y que creía que era más propio del gusto de las
mujeres y de los niños. Sin duda había prejuzgado a Selena. Y lo pude
certificar cuando llegó a esa larga serie de conciertos que diera al
final de 1994, tanto en la Feria como en el Far West Rodeo. Mis hijas
hubiesen querido ir pero eran muy pequeñas para mi gusto, y entre mi
esposa y yo las convencimos de que no podían ir, que debían esperar un
tiempo más. “Miren, hijas, ya serán más grandecitas y allí podrán hacer
lo que quieran. Ustedes saben que Selena hace ya un tiempo que viene
aquí varias veces al año. No será ésta la última vez. Esperen por lo
menos un tiempito más, lo suficiente como para que puedan ir solas
acompañadas con algún mayor, claro”, les dije. Ellas estaban muy
entusiasmadas y este anuncio las desilusionó grandemente. Ellas hubiesen
querido ir al concierto de la Feria. Tal vez las hubiese podido
acompañar pero me parecía mucho llevar a las dos sin saber cuán
peligroso era. En esto yo no pensaba en el público y menos en Selena. Si
era por ello las hubiese dejado ir con la compañía de mi esposa, la mía
o la de los padres de alguna amiga de mis hijas. Pero pensé en lo
lógico, en lo natural. Pensé que había tiempo, mucho tiempo. Selena
tenía 23 años, estaba en su mejor momento pero estaba lejos de tocar el
techo de su carrera. Uno sabía, uno se daba cuenta de que la carrera de
Selena era imparable y que pronto sería amada por todo el mundo. Que
nosotros éramos privilegiados al ver los orígenes de su fama, el verla
cómo iba evolucionando, cómo se convertía en una gran estrella. De hecho
la fama que se ganó en esta ciudad le había dado proyección
internacional a su carrera musical. Cuando Selena vino aquí en 1992 era
sólo una famosa cantante tejana. Pero luego con su éxito aquí todo
México, Estados Unidos, Centroamérica e incluso Sudamérica dieron cuenta
de ella y ya por 1994 era de una de las principales artistas latinas
encaminada a ser la mejor, sin duda. El sólo verla, el ver los éxitos
que tenía, los premios que recibía y, fundamentalmente, lo querida que
era ya daba cuenta de que no había nada ni nadie que la detuviera ... Y
eso que yo veía todo de “refilón” ... Nunca me había detenido a
observarla con detenimiento. Nunca la vi en toda su dimensión. Yo sólo
la había visto por “partecitas”. Mis hijas muchas veces me tironeaban
del pantalón para que me detuviera a verla cantar un tema entero,
incluso mi esposa me pedía por favor que compartiera eso que tanto le
gustaba a las niñas. Yo siempre prometía pero no lo cumplía. Aunque
respetaba mucho a Selena, pensaba que no era para mí, pensaba
erróneamente que estaba muy lejos de ella y de su música. Nunca se me
ocurrió que iba a estar mucho más cerca de lo que podía imaginar …
“Esperen niñas, tengan paciencia. Selena vendrá mil veces más y no
faltará mucho para que ustedes la vean. Ya verán. Cuando se quieran
acordar ya la estarán viendo en concierto…”.
Estaba por llegar fin de año. Recuerdo que estaba por
salir de mi casa para preparar los últimos detalles para organizar la
fiesta de año nuevo que se haría allí. Quería salir lo más rápida y
disimuladamente posible porque tenía que comprar los regalos y casi no
tenía tiempo para hacerlos, pero de pronto Yamila se me abalanza encima
gritándome: “Papi, papi. Me tienes que llevar ya a la casa de Lupita. Es
que hoy dieron en un programa un tema que Selena cantó en el Far West
Rodeo y Lupita lo grabó. ¡¡Quiero verlo ya!!”. “¿Pero no puede ser más
tarde? Es que tengo que…”, traté de explicarle. “No, no, ¡¡tiene que ser
ahora!! Lupita se va esta noche a la casa de sus parientes en
Aguascalientes … ¡¡y no volverá en dos semanas!! Y no voy a esperar para
ese entonces para verla. Con suerte consiga que ella misma me haga una
copia más tarde, pero yo no quiero esperar. ¡¡Por favor, papi!! Llévanos
a Paula y a mí. ¡¡Es sólo un ratito!!”. Iba a decirles que no, que lo
sentía, que esperaran la bendita copia, pero sentí culpa. La mirada de
Yamila me impedía dar cualquier excusa. Siempre pensé que los hijos a la
larga nos pasan factura de lo que hacemos por ellos, pero uno no toma
conciencia y siempre abriga la esperanza de la contemplación, pero hay
situaciones que nos dan cuenta de que ello muchas veces no sucede …
Tenía la total seguridad de que Yamila y Paula me recordarían con odio
para siempre si no las llevaba a la casa de Lupita. Y no iba a importar
si en dos semanas lo vieran y si en un mes conseguían el concierto
completo. Ellas recordarían el día que pudieron ver ese tema y yo no las
dejé, como no las dejé verla en concierto en la Feria, en el mismo Far
West Rodeo … Era demasiado. Los rostros de mis hijas lo decían todo. Era
pasar del Amor al odio y resentimiento en un instante. Tal vez uno se
resiste a la idea de que los hijos nos dejan de ver como ídolos para ver
esa condición en otras personas. Pero cuando uno ve esas miradas sabe
que hay que aceptar la realidad si es que uno quiere de verdad a sus
hijos. Por eso, mientras pensaba cómo haría para hacer todo lo que me
faltaba, les dije: “Bueno, está bien, vamos, pero sólo para ver el tema,
nada más. ¡¡Y después nos vamos!!”. Mis hijas gritaron de una forma tal
que jamás olvidaré y me abrazaron con un cariño inconmensurable. Sabía
que ése iba a ser el mejor regalo de fin de año para ellas. Que ningún
gran regalo suplantaría ver a Selena actuar en un concierto de hace unos
pocos días atrás … O al menos eso yo creía hasta una hora después…
Llegamos como tromba a la casa de Lupita. Tuve que correr
a gran velocidad para seguir el andar de mis hijas del auto estacionado
a la puerta de la casa de los padres de Lupita. Apenas ella abrió las
tres salieron corriendo para ver lo que había grabado su amiga. La madre
de ella me recibió y me invitó a pasar para que yo también viera a
Selena. “Yo admiro mucho a Selena. ¿Usted no? Mírela. Está fantástica.
Se la ve cantando ‘Fotos y recuerdos’. Esta guapísima y se la ve divina
actuando. Creo que no la veremos mucho tiempo más aquí. Me da la
impresión de que pronto recorrerá el mundo y ya quién sabe cuánto
tendremos que esperar para verla … ¿Quiere un café? Vaya con las niñas
que ya se lo traigo. Usted disfrútela. ¡¡Yo ya la vi mil veces!!”. Yo
asentí con una sonrisa y me adentré tímidamente al living en el que
estaban las niñas esperando el momento tan soñado. Lupita puso “play” al
casete que ya tenía preparado desde hacía mucho tiempo, en el que sólo
avanzaba y retrocedía esos tres o cuatro minutos de felicidad, ese
pequeño momento en el que se veía a Selena actuar. “¡¡Ven, padre, ven!!
¡¡Ven por fin a ver a nuestra Selena!!”, me dijo Paulita, y ya no me
pude resistir. Me senté al lado de ellas y me dispuse a compartir con
mis hijas por primera vez a Selena. Eran sólo unos minutos nada más.
Ellas estarían contentas y yo satisfecho. Y pronto debía despacharlas y
pensar en los regalos, en la comida, en el cotillón, en la bendita
fiesta de fin de año … Al mismo tiempo que la madre de Lupita me
acercaba sonriente y en silencio el café empezaba a ver a Selena
cantando “Fotos y recuerdos”. Ella lucía hermosa con ese vestido azul y
la veía más artista que nunca, muy carismática, con un gran dominio del
escenario, y con una enorme autoridad y personalidad para llevar el
concierto … pero algo pasó. No sé qué, pero intuí algo terrible, un
destino cruel. Presentía que ésa iba a ser la última vez que Selena se
presentaría en Monterrey. Que ya no habría otra vez y no era
precisamente por alguna gira mundial de años que haría que Selena se
olvidara de esta ciudad, su segundo hogar, como me dijo la madre de
Lupita. No lo tenía tan claro. Tampoco sé qué era lo que me hacía pensar
en eso. Veía a mis hijas supercontentas viendo a Selena y cantando con
ella una de sus grandes canciones. Podía ser la letra, podía ser algún
gesto de ella. Podía ser el público. Podía ser cualquier cosa. Pero
estaba seguro de que le quedaba poco tiempo a Selena. Me sentía muy mal.
“¿Y qué les digo ahora a mis hijas? ¿La verdad? Yo se los prometí. Si
les digo lo que intuyo sabrían que es más que probable y no lo
tolerarían … ¿Qué hacer? ¿Qué voy a hacer?”, me preguntaba una y otra
vez. Ni siquiera podía remediar la culpa que me generaba no haber dejado
que mis hijas vieran a Selena en la Feria o en el Far West Rodeo, pues
ya había terminado la serie de conciertos. “¿Y ahora qué hago? ¿Cómo
sostengo la situación? ¿Cómo soporto esta angustia?”, volvía a
preguntarme. Recuerdo que mis hijas vieron mil veces el mismo tema. Al
parecer cada vez que me pedían si podían ver de nuevo la grabación yo
les decía que sí. Yo no me acordaba. Mi mente estaba en otro lado. No
hay peor cosa que saber la verdad y no poderla decir. No hay peor cosa
que guardar un secreto terrible con la angustia de que si uno lo revela
es peor. Y más grave aún: saber que esa mujer tan encantadora se nos
podía ir tan joven y que mis hijas jamás se repondrían de semejante
pérdida…
Salimos de la casa de Lupita en dirección a mi casa. Como
pude salí de la situación de disimular ante mis hijas mi angustia. Más
de una vez me preguntaron qué me había parecido Selena y yo les dije que
era espectacular. Pero mi tono y mi aire perdido les hacía preguntar si
me pasaba algo, si estaba enojado. Más de una vez se los negué y más de
una vez les dije que me pareció fantástica la idea de ir a la casa de
Lupita. Cuando llegamos, mi esposa me esperaba, pero yo le hice una seña
a las espaldas de mis hijas diciéndoles que debía irme por lo de los
regalos. Le di un beso, luego les pedí a mis hijas que le dijera a su
madre si se habían divertido y cuando ellas exclamaron que sí yo las
abracé con mucha, mucha fuerza conteniendo el llanto. No sabía cómo iba
a seguir. Me debatía entre no defraudarlas con mentiras, engaños,
ocultamiento de cosas que sabía o decirles la verdad y hundirlas en el
dolor y la angustia. Salí como pude de allí y de pronto mis planes
cambiaron. Como si me anticipara a lo que estaba por venir compré un
montón de discos, remeras, souvenirs, gorritos y cuanta cosa había de
Selena. Me estaba anticipando al dolor de la pérdida, estaba regalándole
a mis hijas cosas de las que indefectiblemente se aferrarían cuando
Selena se nos fuera pronto. “Es todo lo que me queda de tu Amor … ¡¡Sólo
fotos y recuerdos!!”, resonaba en mis oídos una y otra vez. Sabía que
nada solucionaría esto. Sería pan para hoy, hambre para mañana. Sólo
estaba postergando la verdad que indefectiblemente sucedería. “¿Qué
hacer? ¿Qué hacer?”, seguía preguntándome en forma tormentosa. Cuando
llegué, oculté como pude lo que compré, pero estaba sumido en un
profundo dolor que casi no podía disimular. Tuve que pedirle ayuda a mi
esposa para que me ayudara con la fiesta, pues le confesé que no me
sentía bien. Cuando llegó fin de año, el único instante de placer fue
darles a mis hijas lo que más anhelaban de Selena. Yamila y Paula no
podían salir del asombro y de la alegría infinita. No lo podían creer.
Me abrazaron, me dieron miles de besos, sólo tenían las mejores palabras
para mí. “Papi, te quiero mucho. No sabes lo que significa esto para mí.
El otro día te sentaste al lado mío para ver a Selena. Ahora estos
regalos. Ahora sé que nunca me defraudarás, que siempre podré contar
contigo”, me dijo Yamila y se quedó un tiempo largo abrazada a mí.
Obviamente se me pegó Paulita dándome miles de besos. Esas palabras de
Yamila pegaron muy fuerte en mi corazón y en mi Alma. Era lo más
importante para mí, pero en ese momento era muy doloroso. Vivía al borde
del llanto. Mi esposa me miraba sin comprender. Sabía que por algo había
hecho esos regalos. No tenía escapatoria. Algo tenía que hacer, pero no
le podía decir lo que intuía que iba a pasar. Tampoco podía quedarme con
los brazos cruzados. Tal vez si podía dejar de sentir lo que podía
llegar a pasar … Pronto busqué los lugares en los que se presentaría
Selena y nada sería en Monterrey. Sólo sabía que haría otro Gran Rodeo
allá en Houston a fines de febrero. Había algunos conciertos antes pero
más pequeños. ¿Y si fuéramos a verla? Sí, ese concierto lo va a hacer.
Estaba seguro. Empecé a hacer las averiguaciones correspondientes. Iba
para adelante. No sé para dónde pero iba para adelante. Tenía que evitar
decirles la verdad y la única forma de hacerlo era ver si acaso podía
impedirlo, si acaso podía dejar de sentir esa horrible sensación…
De a poquito comencé a hacer las averiguaciones
correspondientes para conseguir las entradas al concierto del Houston
Astrodome. Y no sólo eso: tenía que conseguir los pasajes del avión,
estadía y todo lo necesario para estar allí. Había pensado que lo mejor
era reservar para unos cinco días, entre el 23 y el 28 de febrero, lo
necesario no sólo para vivir el concierto sino la previa y el
posconcierto, además de recorrer un poco la ciudad y los alrededores.
Debía plantearlo como unas minivacaciones, como un lindo regalo que les
hacía a mis hijas, ya que Yanina cumplía años el 20 de febrero y Paula
el 12 de marzo. Sabía que era una locura, que iba a gastar mucho dinero.
Encima tenía que regularizar los papeles del pasaporte, de la visa y de
los permisos de los colegios para que dejaran salir a mis hijas del
país. Era terrible tener que plantearles más de una excusa, más de un
motivo. La causa era una, la más importante, y no la podía decir. No me
importaba si al decirlo me tomaban como un loco o como un desubicado, o
como un falso vidente que dice cualquier cosa para llamar la atención y
ganar dinero con la inocencia de la gente. Eso no era lo que me
importaba. Lo que me atormentaba era que no podía decirlo, no debía
decirlo. Cualquier comentario mío llevaba el riesgo de que a la corta o
a la larga lo supieran mis hijas, con todo lo que ello implicaba. Si
había algo por el cual hacía semejante movilización era por ellas y
porque no quería que sufrieran. Quería que al menos la vieran, quería
que tuvieran una linda imagen, un hermoso recuerdo de Selena. Pero
también sabía que eso podía ser contraproducente: ¿qué iba a hacer
cuando se enteraran de la mala noticia? ¿Cómo lo superarían, quién las
contendría? Sentía culpa, pena, dolor. Encima no sabía cuándo podía
suceder la tragedia. Algo me decía que no faltaba mucho, que iba a ser
muy pronto, pero no podía aún intuirlo. Tenía que ir para Houston y
buscar la manera, hacer algo, averiguar, no sólo verla. Pensaba que si
tal vez estuviera allí podía darme una idea de lo que podía pasar,
alguna precisión. Estaba decidido. Por eso me alegré cuando tuve los
boletos, los pasajes, los papeles, todo listo para ir a ver a Selena en
su tercer gran Rodeo en el Houston Astrodome. Era hora de comunicarlo a
las mujeres de la casa…
“A ver niñas, a ver Martha, ¡¡vengan por favor!!”, les
dije apenas llegué del trabajo. “¡¡Les tengo que dar un gran anuncio!!”
Paula vino corriendo primero, más lentamente apareció Yanina. Y a la
segunda vez que grité por la reunión familiar vino mi esposa con aire
contrariado. No quería alarmar a mi esposa por el asunto del dinero, por
eso mentí en cómo llegué a este viaje. “Bueno, tengo que darles un gran
anuncio, sobre todo a ustedes, niñas. Verán: por esas cosas del destino,
alguien me ofreció en el trabajo participar de un sorteo para pasar unos
días todo pago en Houston y ver un concierto que se llevará a cabo allí.
Participé un poco por no desairar a mi amigo en el trabajo, otro poco
porque me daban ganas de ir unos días de viaje para 4 personas. Pero en
verdad no tenía ni media ilusión de ganar el premio. Pues bien: ¿a que
no saben qué? ¡¡Gané!! ¡¡Nos vamos a Houston!!”. Al principio todos lo
celebraron, pero no sentían que fuera un gran premio si era por unos
pocos días y fuera de temporada, con todos los problemas que ello
implicaba …”Es un lindo premio, ¿pero para cuándo es?”, me dijo mi
esposa. “Es para fin de febrero”, le contesté. “Oye, pero falta sólo un
mes para ello. No sé si tendremos tiempo para preparar todo para viajar
allí”, me volvió a plantear mi esposa. “No te preocupes, Martha. Antes
de comunicárselo a ustedes me aseguré de si teníamos todo en orden y lo
está. Sólo faltaría avisar al colegio de las niñas: no creo que haya
problemas con ello”, la tranquilicé. De pronto, noté que Yamila se había
quedado mirándome fijo y en silencio. Algo la perturbaba, algo le hacía
dudar. Luego de analizar la situación y de analizarme a mí mismo, miró a
su hermana y le dijo: “Paulita: ¿no hemos visto el otro día que Selena
se iba a presentar nuevamente en el Gran Rodeo de Houston? ¿No es por
esa fecha?”. Paula se quedó pensando y cuando iba a salir corriendo a
buscar la revista, yo les dije: “¿Y quién creen que es la artista del
cual ganamos unos boletos para verla en concierto?...”, les pregunté
sonriendo esperando la reacción. Paula empezó a gritar: “¡¡Es Selena. Es
Selena!! La vamos a ir a ver, ¡¡por fin!! ¡¡No lo puedo creer!!”. Y se
abalanzó sobre su hermana que llamativamente no había exteriorizado su
alegría aunque se la notaba muy emocionada. Mientras ello ocurría, mi
esposa se acercó a mí con cierta inquietud, desconfianza y preocupación.
“¿Es cierto que has ganado ese premio?”. “Pues claro, ¿qué creías que
había pasado? ¿Cómo crees que conseguí todo esto?, le pregunté tratando
de disimular el verdadero motivo del viaje y de cómo había hecho todo.
“Es que desde hace unas semanas que te noto extraño con tus hijas por el
tema de Selena. Antes los regalos de fin de año. Ahora esto. No sé qué
pensar”, me dijo algo consternada. Siempre supe que soy pésimo para
mentir y ésta no era la excepción. Sabía que al otro día debía decirle a
la única persona del trabajo con la que se contactaría mi esposa que
debía decir que lo del sorteo era cierto, y si debía decir eso era
porque lo que hacía era debido a la culpa que me había dado no dejar que
mis hijas fueran a ver a Selena aquí en Monterrey … “No te preocupes,
Martha. Es más simple de lo que tú crees. La otra vez lo hice pues
recién tomé conciencia en la casa de Lupita lo tanto que quieren las
niñas a Selena. Y creo que fui un tanto egoísta con ellas en decirles
que esperen un tiempo para verla. No quiero ser un padre que sólo piense
en el bienestar de uno. Quiero que las niñas me valoren por haberles
facilitado las cosas para ser felices con lo quieren y no ser un egoísta
que sólo quiere las niñas para sí siendo felices con lo que desearía
uno. Lo demás fue casualidad. Tal vez Dios me escuchó y me facilitó las
cosas”, le dije, mirándola con ternura. “¡¡Vamos, Martha!! ¡¡Mira lo
felices que están las niñas!! Sólo son 5 días. Serán unos días para
descansar, despejarnos y disfrutar. ¡¡Sólo habrá que contener a las
niñas que se van a enloquecer!!”. Martha me abrazó y me dijo: “Tienes
razón. ¿Sabes qué, Antonio? Eres una gran persona y tienes un noble
corazón. Seguro que Dios te estuvo escuchando”. Yo sentí en el abrazo de
Martha un gesto de fe, una apuesta a la confianza. No sé si me creyó,
pero quería creerlo. No tenía por qué pensar que había nada malo. Dejó
que llevara yo toda la situación sin preguntar nada más…
Habiendo pasado ya unas horas del anuncio y luego de
cenar, Yamila se acercó a mí en silencio. La notaba extraña, como si
algo raro viera en la noticia, como si intuyera algo, como si pensara
que había algo más. “¿Qué pasa, Yamila, que no te has ido a acostar?
¿Estás aún excitada por la noticia? ¿No lo puedes creer?”, le pregunté
acariciándole la cabecita. “Sí que te creo, papi. Sólo que me resulta
extraño…”, empezó a decirme lentamente, como dudando de decirme lo que
pensaba, como si planteándome su preocupación haría que supiera cosas
que no quería oír … “Es que te noto algo cambiado, papi. Cuando Selena
estuvo aquí te parecía que no estábamos en edad para verla, que ya
habría tiempo … Ahora nos llevas a Houston. Al comienzo del año nos
regalaste tantas cosas de Selena. Es como…”, me dijo Yamila mirando al
piso, como si le diera vergüenza mirarme a la cara para hacerme estas
preguntas, pero que ni así podía evitar decírmelas. Además, ella sabía
que estos planteos no me molestaban para nada. Al contrario, prefería
mil veces que me dijera lo que sentía antes que me enterara ya muy tarde
después … “¿Es como qué, Yami?”, le pregunté con aire de tranquilidad
pero algo intrigado por la conducta de mi hija … “Es como … como … como
si fuera la gira de despedida de Selena. Como si no la vemos ahora no la
veremos jamás. Tengo esa sensación…”. De inmediato abracé a mi hija
tratando de no llorar en su cara. Cuando lo hice, sentí que Yamila
temblaba como una hoja y estaba fría, muy fría. Traté de disimularlo lo
más que podía, con la mayor naturalidad posible … “Pero no, Yamila. Para
nada. ¿Cómo crees que Selena se va a despedir? Es muy joven aún. Ella
cantará por muchos, muchísimos años. Aparte, si se fuera a despedir, ¿no
crees que lo anunciaría? Y si no lo anunciara y lo fuera a hacer, ¿cómo
lo sabría yo? No tengo manera…”, le dije con seguridad. “Pero tú tienes
poderes. Tú sueles saber lo que va a pasar … Pensé que tal vez sabrías
que Selena se iba a despedir…”, me dijo con una cara de tristeza y con
gran angustia. Por un instante rogué a Dios que no estuviera pensando en
lo peor, que cuando se refería a “despedida”, pensaba en eso, sólo en
despedida de las actuaciones, nada más. Sin dejarla de abrazarla y
acariciarla le dije. “Pero no, Yami, no. Si pensara eso te lo diría.
Sabes que suelo jactarme de mis aciertos. Y aunque sé que no estaría
dando la mejor noticia te lo diría, ¡¡claro que te lo diría!! Además, yo
sería el primer sorprendido y el primero en decírtelo, pues si eso
sucediera promovería juntar firmas para que no abandone la música, para
que no nos abandone. ¡¡Te lo puedo asegurar!!”, le dije exultante.
“Dime, papi. ¿Te gustó Selena cuando la viste en casa de Lupita? ¿Has
visto que es fantástica?”, me preguntó Yamila con un semblante muy
diferente, que denotaba tranquilidad. “¡¡Por supuesto, Yamila!! Yo ya
sabía que lo era, pero ahora que le presté más atención y veo su
evolución como cantante y artista, no se puede dejar de reconocer que es
una grande que llegará muy lejos…”, le dije con una amplia sonrisa.
Yamila me abrazó muy fuerte, esta vez más serena, sin estar tan fría,
nerviosa y temblando. “¡¡Te quiero mucho, papi!!”, me dijo e hizo una
larga pausa sin dejar de sostenerse en mí. Al rato me dijo: “Prométeme
que nunca me mentirás. Que si me tienes que decir lo peor, siempre será
mejor que me lo digas…”. Tragué saliva y la abracé bien fuerte. Tardé en
contestarle pues sabía que notaría que estaba llorando. Sentí una
presión terrible, pero tenía que afrontarlo. No iba a poder tolerar ver
sufrir a mi hija. Ya lo estaba sintiendo y peor iba a ser con una gran
desilusión … “Te lo prometo”, le dije y le di un gran beso. “Ahora ve a
dormir y sueña, sueña con Selena”. Ella se fue rápidamente a su
dormitorio. En cuanto supe que ya no saldría de allí salí al jardín de
mi casa y lloré como nunca. Ahora sabía que tenía que impedir lo que iba
a sucederle a Selena. Tenía que dejar de sentir esa horrible sensación,
tenía que dejar de vivir esa pesadilla…
Cuando llegamos a Houston fue vivir una locura. Las
calles estaban atestadas de gente no sólo del lugar sino de gente de
innumerables Estados de los Estados Unidos y de México que ya habían
venido para ver el concierto de Selena. No era para menos. Para muchos
era el acontecimiento del año. Era el Tercer Gran Rodeo de Selena y todo
indicaba que ella volvería a romper el récord de asistencia de público
en ese enorme estadio. Ya lo había hecho en 1993 y el año anterior. Creo
que fui uno de los tantos que se sorprendió sobremanera sobre la
capacidad de convocatoria de Selena en tierra de los “gringos”. Si bien
sabía que era popular aquí no me imaginé ver miles y miles de personas
viniendo en procesión desde diferentes ciudades y pueblos del Estado de
Texas. Jamás me imaginé ver tanta gente de Los Ángeles, de Chicago, de
Boston, de Florida. Allí pude apreciar la dimensión de Selena en Estados
Unidos que parecía ser mayor aun que en México y pude certificar que el
futuro de Selena era enorme, sencillamente enorme … Se podía ver en eso
que uno veía, pero también en la alegría, expectativa, esperanza, fe e
ilusión de la gente. Había que ver lo contentos que estaban todos, la
sensación de todos los presentes de participar en esa comunión de Amor
con su artista. Se notaba que no sólo venían a ver a su cantante
preferida … Venían a ver a un familiar, a la hija pródiga, a una
hermana, una hija, una tía a la que se le desea lo mejor pues sabe lo
que tuvo que hacer para ganarse su lugar en el mundo. Y encima ese
cariño se emparentaba con su propia identificación con Selena. En ella
la gente canalizó todas sus expectativas, todas sus metas en la vida.
Todos sentían que si a Selena le iba bien a ellos también le iban a ir
bien. Si Selena triunfaba ellos se levantarían cada mañana con el mayor
ímpetu, con el mayor de los ánimos. Selena colmaba todas sus
expectativas, todo un pueblo iba detrás de esa mujer que los
interpretaba como nadie, como nunca nadie los había representado. Selena
les había dado un lugar en un país, una identificación. Selena les dio
un lugar en el mundo que empezó a prestarles un poco de atención. Podía
explicarme en esta ciudad por qué les gustaba tanto Selena a mis hijas,
lo que provocaba a mí, a mi esposa y a tanta gente semejante admiración.
Es que Selena les cantaba a todos ellos, a todas las generaciones, a
todas las razas, a todos los credos, y varones, mujeres, niños, ancianos
y gente de todas las edades simplemente la amaban, y no sólo la
admiraban sino que necesitaban certificar si estaba bien, si necesita
algo. Todos la querían cuidar, todos pensaban darle todo a cambio de
nada … como lo hizo Selena. Fue impactante ver todo esto y de pronto
sumirme en la más absoluta depresión, cuando caía en la cuenta de que
esta gente sufriría en no mucho tiempo. Aún no sabía cuándo pero sería
pronto. Era horrible sentir eso e imaginarme lo que sería de Selena, lo
que sería de esta gente, lo que sería de esta humanidad sin ella.
Buscamos con nuestras hijas la manera de verla en los días previos al
concierto. Fue imposible. Y cuando fuimos temprano el día del concierto
al estadio para poder contemplarlo, quiso la providencia de que Selena
apareciera del lado de los camarines para saludar a la gente aunque sea
a la distancia. En cuanto mis hijas la advirtieron, salieron corriendo
hacia ella. “¡¡Es Selena, padre, es Selena, vamos a saludarla!!”, gritó
desesperada Paulita seguida de Yanina. Yo fui enloquecido tras ellas por
temor a que se lastimaran y también porque no quería que invadieran
ningún lugar restringido al paso con todos los problemas que ello me
acarrearía. “Niñas, niñas, deténganse. Por allí no se puede pasar. ¡¡Las
van a detener y a mí me sumarán un problema, por favor!!”, les imploré.
“¡¡No te preocupes, papi!! ¡¡Estando Selena ello no ocurrirá!!”, dijo
Yanina, al tiempo de que es tomada por uno de los agentes de seguridad
quien la ataja en el aire para que no siga, mientras otro hacía lo
propio con Paula. Mis hijas comenzaron a llorar implorando a Selena
mientras que yo las tomaba mirando a los agentes con cara de lamento.
“Tenga cuidado, señor, por aquí no se puede pasar. No hay que molestar
a…”… “¿Y a quién iba a molestar estos dos tesoritos? ¡¡Suéltenlas ya!!”,
irrumpió Selena dejando sin habla a los agentes que intentaron dar toda
clase de disculpas. “Es que nosotros pensamos…” … “Ustedes pensaron mal.
Yo estaba allí. ¿Qué les costaba avisarme que había unas niñas queriendo
verme? Si no estuviera aquí debido a los ensayos o por estar
descansando, lo hubiese entendido. Pero en este caso … ¡¡Ustedes ya
saben lo que tienen que hacer!!”, los retó Selena mientras los agentes
estaban mudos, con una gran vergüenza por haberla hecho enfadar. “Vengan
niñas, no hay problema. ¿Quieren que les dé un regalo?”. Mis hijas
gritaron un “Sí” enorme mientras la abrazaban al unísono. Y mientras las
niñas no paraban de gritar, Selena no paraba de reír. “¿Pero niñas? ¿Es
que han venido solas? ¿Dónde están sus padres?”. “¡¡Allí está mi
padre!!”, me señaló Paula. Y allí Selena advirtió que estaba observando
de lejos todo sin animarme a ir hacia ella. “Pero ven, puedes acercarte.
¡¡Mira que no tengo lepra!!”, me dijo Selena echando una enorme
carcajada. Ella se apartó y me dio un enorme beso. “¿De dónde son
ustedes? ¡¡Quiero saber algo más!!, me dijo intrigada Selena. “Nosotras
somos Yanina y Paula, y mi papi se llama Antonio. Mi mami se llama
Martha y se quedó en el hotel, pero pronto vendrá”, le dijo Yanina a
Selena dejándome con la boca abierta ante su desesperación por
presentarse. “Y somos de Monterrey”, le completé. “¿De Monterrey?
¿Vinieron hasta aquí para verme? ¡¡Les agradezco muchísimo!! Quiero que
sepan que en verdad Monterrey es mi segundo hogar. ¡¡Quiero mucho ese
lugar!!”, me dijo emocionada Selena. “Y pensar que papi no quería que
fuéramos a verte allí en tus últimos conciertos del año pasado pues
pensaba que aún éramos muy pequeñas para ir a un concierto. Y mira:
¡¡ahora estamos aquí por un concurso!!”, le dijo Yanina. “¿Ah, sí? ¿Y
cómo es que…?”, estaba tratando de averiguar Selena hasta que la
interrumpió una persona: “Disculpa Selena que venga hacia aquí, pero me
mandó el Señor Quintanilla para decirte que debes ya prepararte para los
últimos ensayos del concierto” ... Yo me quedé helado. Era una mujer.
Una mujer de unos 10, 15 años máyor que Selena, pero parecía más grande.
Pero no quise preguntar. Porque era ella. Esa mujer le iba a quitar los
sueños a Selena. Y faltaba poco, muy poco. Lo podía ver, lo podía
sentir. De fondo escuchaba los gritos de mis hijas, pero yo estaba allí
petrificado mirando la nada, mirando todo ...Tuve que sentir el tironeo
de pantalón de mis hijas y Selena diciéndome casi del mismo modo que a
su “ex novio” en el tema “¿Qué creías?” para reaccionar: “¡¡Ey!! ¿No me
oyes? ¡¡Acompáñame a la puerta del camarín para darles unos regalos a
tus hijas!! Y no te pongas celoso, ¡¡que para ti hay también!!” y echó a
reír mientras me daba una palmada en la espalda. Llegamos allí y Selena
les dio toda clase de fotos, remeras, gorritos, souvenirs, y hasta
prendas que solía usar en sus conciertos. Luego se me acercó a mí y me
dio una foto autografiada: “¡¡Ey, tú, dormido!! Aquí te dejo una foto
autografiada y este perfume de mi nueva colección para tu esposa.
¡¡Espero que lo disfruten!! Los tienen ustedes en exclusiva, ¡¡pues no
salió aún a la venta!!”. Cuando vi la foto, noté que era efectivamente
nueva. No la había visto antes. Era una hermosa foto de ella con su mano
en el pecho, su pelo suelto y su mirada sugerente. “¿Te gusta? Formará
parte de mi disco ‘Dreaming of you’ ¿Qué te parece para la tapa?”.
Estaba por decirle que tal vez era una buena idea aun estando en estado
de desconcierto total cuando apareció el Señor Quintanilla. Selena se
espantó, me dio un beso y me dijo: “Me tengo que ir. ¡¡Mi padre me
matará!! Te espero al término del concierto, así me explicas por qué te
has quedado mudo desde hace un buen rato. ¿No te espanté, no? ¿Acaso
tengo monos en la cara?”, y echó una de sus contagiosas carcajadas. Yo
atiné a decirle un no terminante con un gesto mientras Selena no paraba
de abrazar, reírse y darles besos a mis hijas. “Vuelvan, vuelvan pronto,
así me dicen qué les pareció el concierto y ¡¡ver si vuestro padre
recuperó la lengua!!”, dijo Selena despidiendo y dando besitos al aire y
levantando el pulgar de su mano varias veces…
Casi no pude hablar de allí en más. Mis hijas no paraban
de contar todo lo que habían vivido con Selena a mi esposa una vez que
dimos con ella en el hotel. Yo hice todos los esfuerzos para mantener la
compostura pero me era muy difícil. Vi que Yanina en el medio de la
euforia se detenía cada tanto para observarme. Ella intuía que algo me
pasaba pero imaginaba que ignoraba por qué aunque supiera que tendría
algo que ver con Selena. En un momento me acerqué a mi esposa y le
acerqué el perfume que le regaló Selena. Luego le enseñé la foto que me
regaló y recién allí pude leer lo que decía el autógrafo: “With
lots of love for you, Anthony, and for all of Monterrey. I'll be seeing
you very soon!! I'll always be grateful to you for coming to see me. I
am nothing without you all. This year I will amply repay all the love
you have given to me for so many years. With love. Selena. Houston,
February 26th, 1995”.
Fue muy difícil contener el llanto. “¿Qué hacer? ¿Qué hacer ahora?”, me
seguía preguntando. Fuimos al concierto y casi no lo pude ver. En cuanto
la vi aparecer sólo lloré, lloré y lloré. Estaba bellísima, comenzó el
concierto deslumbrando y sorprendiendo a propios y a extraños con ese
“Disco Medley”, y pude ver cuánto la quería la gente. Pude ver la
admiración de mis hijas, pude ver cómo quedó encantada mi esposa, pude
ver lo notable que era como artista y como persona, y también podía ver
el futuro. Cuando vi cómo hacía interpretando “Si una vez”, estallé en
un llanto de profundo dolor. “¿Cómo una mujer como Selena que canta e
interpreta como nadie vi en mi vida se nos iba a ir de esa manera? ¿Cómo
alguien de su confianza le haría semejante daño? ¿Qué hacer? ¿Decirle a
Selena lo que yo presentía? ¿Decirle a mis hijas lo que iba a pasar
inexorablemente? ¿O quedarme callado y esperar los acontecimientos con
impotencia y dolor?”, me preguntaba repetida y tortuosamente. De pronto
veo que alguien me toma de la mano. Era mi hija Yamila: “¿Te emocionó el
tema ‘Si una vez’, no papi? A mí también”, me dijo con lágrimas en los
ojos. Yo la abracé pero no le dije nada. Quería decirle, pero iba a ser
peor. Temía que ella también supiera o intuyera algo, pero no lo quise
averiguar … Estuvimos así abrazados hasta el final del concierto.
Recuerdo que permanecí inmóvil, pero cuando vi que Selena se iba ya a su
camarín grité: “Selena, Selena. Aquí, Antonio. ¡¡Cuídate mucho!! ¡¡Te
espero en Monterrey!!”. Pensé que Selena se había ido hasta que veo que
vuelve a asomarse sólo para saludarme. “¡¡Allí estaré. Te lo prometo!!”.
Y cuando le iba a decir quién sabe qué, uno de los custodios se la
llevó. Pensé que era el fin…
Caminamos lentamente camino a la salida. Habíamos
intentado por una hora ver a Selena a la salida del camarín, pero había
un mundanal de gente que hacía imposible verla otra vez antes de volver
a Monterrey. Todos hacían comentarios sobre el increíble concierto de
Selena. No era para menos. Yo permanecía en silencio mirando buena parte
del tiempo para el piso. Estaba destruido. No me animaba a mirar a mis
hijas a la cara. ¿Cómo las iba a mirar cuando volviéramos a la ciudad y
yo estuviera a la espera de la peor noticia, y con ella los llantos, el
dolor, los señalamientos, las culpas? En un momento determinado veo que
Yamila me toma de la mano sin decirme nada, como si me acompañara con el
dolor, a la espera de que le dijera algo si era necesario, aunque fuera
muy doloroso. Pensé que era el momento. Iba a ser lo mejor, pero no
sería allí, sería en cuanto pisara Monterrey … “Yamila. Cuando lleguemos
a Monterrey te tengo que decir algo. Se trata de Selena. Es que…”. “¿Es
que te ibas a ir a Monterrey sin despedirte? ¡¡Te vi en el estadio!!
¿Qué más me dijiste? ¿Acaso te ibas a ir en serio sin que al menos tus
hijas me vieran? ¡¡Explícamelo!!”, irrumpió Selena de la nada. Yo me
quedé helado. No lo podía creer. Paulita fue a abrazarla. Mi esposa fue
a agradecerle el regalo y a felicitarla por el concierto. Pero Yamila se
quedó conmigo aferrada a mi mano. Cuando Selena fue hacia nosotros nos
dijo: “¡¡Ey, Yamila!! ¿No te ha gustado el concierto? ¿Estás enojada
conmigo? ¿Qué le pasa a tu padre que está mudo como una estatua?
¡¡Parece mi esposo Chris!!”. Y cuando estaba por echar su clásica
carcajada, Yamila abraza de pronto a Selena: “¡¡Es que mi padre quiere
decirte que te cuides mucho!! No se atreve a decirte para no preocuparte
ni preocuparnos. Prométeme, Selena, prométenos a todos que te cuidarás
mucho de todos, de que a la hora de hacer lo que sea pensarás en
nosotros y en la gente que te quiere. ¿Lo harás? ¿Lo harás?”, y echó a
llorar amargamente. Paulita abrazó a su hermana y a Selena. Y cuando mi
esposa y yo fuimos a su encuentro, Selena hizo un gesto de ruego,
pidiéndonos por favor permanecer abrazada a mis hijas. Las acarició un
largo tiempo, les dijo muchas cosas hermosas, le contó de su infancia,
le contó de sus sueños, les dijo cuáles eran sus planes hasta que ellas,
sobre todo Yamila, echó a reír con ganas. Selena la miró y le dijo: “En
un par de meses estaré allí en Monterrey. ¿Si te mando los boletos me
irás a ver?”. Yamila le dijo “Sí” con un gesto en silencio. “¡¡Pues dalo
por hecho!! ¡¡Nos veremos allí!! ¿Ves este anillo que tengo en mi dedo
pulgar? Tómalo. Es para ti. Y a ti, Paulita: te doy mis aros que arrojé
al escenario en cuanto se me cayeron. Di que A.B. ya está acostumbrado.
Él mismo los recogió del piso. Guárdenlo. Guárdenlo bien. Si me lo
cuidan, se los pediré allí en Monterrey. Y si lo tienen se los regalo.
¿Qué me dicen? ¡¡Miren que si lo pierden me lo tiene que pagar!!”, les
dijo echando a reír a carcajadas otra vez. Yamila y Paula gritaron y la
abrazaron largamente. Yo lloré mucho, pero algo en el ambiente había
cambiado. Lo podía sentir. Pero quería que quedara consignado…
Me acerqué a Selena con el autógrafo. “Te pido un favor.
¿Podrías a mi pedido agregarle algo?” “¡¡Por supuesto!! ¿Qué quieres que
le agregue?”, me preguntó. Le dicté: “I
promised your daughters I will be back in Monterrey and I will not let
them down!!”.
Selena me miro sonriente pero su sonrisa esta vez era distinta. Sentí
que había entendido el mensaje. Mientras firmaba Selena ese agregado la
vi y sentí que ya no sentía esa premonición. Estaba seguro de que Selena
vendría a Monterrey. Lo podía sentir, palpar, verlo en la mirada de
Selena, en la sonrisa de mis hijas. Cuando Selena terminó de firmar me
dijo: “Ya está. Aquí tienes. ¿Necesitas algo más?”. “No, ya no. Sólo me
resta decirte que eres la mejor artista del mundo y que te espero en
Monterrey” y la abracé fuertemente. “Hazle caso a Yamila. Ella tiene
razón”, le dije al oído. “Ya lo sé, Antonio. Lo supe desde el momento en
el que puso en palabras lo que decía tu mirada antes del concierto
cuando te quedaste mudo…”, me dijo Selena mientras me miraba dulcemente
y procedía a abrazar nuevamente a mi esposa y a mis hijas. Y cuando ya
nos despedíamos luego de saludarnos miles de veces, Selena se acercó a
las corridas al auto para regalarnos la chaqueta que usara en el
maravilloso concierto. “Otra de las cosas que recogió A.B. del
escenario”, gritó Selena y nos repartió miles de besos…
Ya en camino en avión de vuelta a Monterrey, Yanina me
tocó el brazo y me dijo: “¿Qué era lo que me ibas a decir a la vuelta de
Monterrey, papi?” … “¿Es que acaso no lo sabes?”, le sonreí y nos
abrazamos un largo rato. Mi boca hubiese querido pronunciar el
significado de ese silencio, pero no era necesario. Lo más importante
era que ya no había de qué preocuparse. Selena vendría a Monterrey y
nosotros estaríamos con los brazos abiertos esperándola…
(Eso es lo que pienso todos los días, Selena. Pienso como
Antonio que algún día tendré tu destino en mis manos, y cuando llegue
ese momento pueda ofrecerte la oportunidad que se te negó, que te quitó
esa insensata. Yo sólo quiero tener esa oportunidad para que seas muy,
muy feliz, siendo como eras, una hermosa, dulce y encantadora persona, y
libre, libre como el viento, libre como era tu espíritu.)
Nada está perdido, Selena. Nada mientras yo pueda
ofrecerte mi corazón…
Fue el año más lindo que terminó en la más absoluta tristeza, pero si
tuviera una oportunidad de repetir la historia lo volvería a hacer, sin
duda. No dudaría como no lo dudé cuando me propusieron ir al grupo
Selena y Los Dinos. Tal vez mis compañeros de mi anterior banda nunca lo
entendieron, pero si hubiesen estado en mi lugar hubiesen hecho
exactamente lo mismo. Todos quedamos magnetizados cuando la conocimos
haciendo el video “Donde quieras que estés”. Pero no hay que
confundirse. No es que Selena sólo se trataba de una bellísima mujer a
la que todo el mundo le rendía pleitesía como suele ocurrir cuando uno
se topa con una belleza típica de una modelo o de una Miss Universo. No.
No se trataba de eso. Muchas veces se endiosan a esas bellezas
perfectas, a esas mujeres que son la encarnación de Dios mismo, pero
cuando las conocemos esas mujeres perfectas no nos dice nada, no nos
genera la misma emoción. Se me dirá que qué importa, que con esos
atributos alcanza, que para qué más pedir si ya está todo dicho, si ya
se tiene todo. El que piensa así seguramente nunca se ha enamorado ni
nunca ha amado de verdad. Las mujeres que realmente emocionan son de
esas otras, de las que nos impacta con su presencia, nos seduce con su
mirada, las que tienen mucho para dar, mucho que transmitir. Y siempre
preferiré a esas mujeres que a las Diosas del Olimpo que no saben
transmitir la emoción que sólo las mujeres de verdad lo pueden hacer. Y
eso era Selena. Selena no era perfecta y paradójicamente esa
imperfección la hacía la mujer ideal, la más buscada, la más deseada, la
que más seguidores tenía. Nunca podré olvidar su aparición ante
nosotros, su sonrisa permanente, su buena predisposición a todo. Cuando
la vi por primera vez, la vi muy bella pero no me generó nada más que
ello. Si Selena era sólo su apariencia, no hubiese reparado tanto en
ella. Me hubiese dedicado a lo mío y nada más. Pero Selena era
mucho más que ello. Esa sonrisa, ese carisma, esa personalidad, ese don
de gente, esa humildad, esa generosidad, esas ganas de colaborar, de
ayudar, de trabajar en grupo, esos deseos de triunfar, de vivir y de ser
feliz impactaban a cuanto se le cruzaba en el camino. Pocas veces vi a
alguien que con cada acto diario, con cada actitud, con cada palabra se
notaran todos estos atributos. Era imposible no prestarle atención, no
quedarse encandilado, no quererla, no enamorarse, no sentir que se
estaba ante la mujer más hermosa del mundo, la mujer perfecta, la mujer
ideal. Y no lo era. Al menos no parecía serlo. Tampoco ella quería
aparecer como tal, o al menos no parecía que ella quisiera que la
valoraran de ese modo. Un mal pensado, o alguien que no la conociera de
verdad, hubiese pensado que Selena disimulaba su verdadera personalidad,
que mostraba hacia afuera una imagen que en verdad no tenía en su vida
privada o en su comunicación con la gente fuera de las cámaras. Pero el
que la conocía de verdad sabía que Selena era así, simplemente así. Eso
la hacía particular, única, irrepetible. Muchas veces pensé por qué era
así, qué la hacía ser así, del mismo modo que uno se preguntaba cómo esa
misma mujer que descollaba en el escenario era la misma que estaba con
nosotros conversando, riéndose, comiendo un taco, una pizza, diseñando,
viviendo con intensidad cada minuto de su vida. Y la respuesta que hallé
con el tiempo es que esa mujer necesitaba Amor, mucho Amor. Ella daba
todo su Amor para recibir lo mismo de los demás. Uno a través del paso
del tiempo lo podía corroborar sin necesidad de saber de su vida
privada, de su historia, de todo lo que tuvo que pasar. No había
necesidad. Selena era tan llana, tan espontánea, tan franca, que no
había que descubrir debajo de la alfombra nada extraño, nada particular
para saber lo que quería, lo que deseaba, lo que anhelaba, lo que quería
para sí y para los demás. Selena lo transmitía en todo momento, en toda
circunstancia. No. Nunca vi a nadie así. A veces pienso que si acaso esa
gran virtud no terminó siendo un gran error. Muchas veces no podía creer
lo que decía en las entrevistas, porque aquello que Selena decía era lo
mismo que nos podía decir a nosotros. No había ninguna diferencia. Así
era Selena de franca y de sincera. Todavía hoy me acuerdo cuando tuvo
que desmentir que se había hecho alguna cirugía en el cuerpo y no puedo
parar de reírme. Pues Selena no se contentó con decir que no se había
hecho nada, que todo era un invento, que todas eran versiones de dudosa
intención. No. Selena invitaba a su entrevistadora que tocara ella misma
sus pompis para corroborarlo. Todavía puedo ver la cara de desconcierto
de la periodista, su cara sonrojada y su mirada de no saber cómo salir
de la situación. ¡¡Y Selena se lo decía en serio!! No era chiste. Pero
esa extremada sinceridad de Selena tal vez le haya jugado en contra.
Cada vez más, y creo que lo que le pasó a Selena fue determinante en esa
decisión, los actuales artistas se refugian en lo suyo, se rodean de
guardaespaldas, pautan de antemano las entrevistas y juegan con su
imagen aunque eso no tenga nada que ver con su personalidad. Muchos de
esos artistas me preguntarán hoy día “¿Y a quién le importa saber cómo
eres realmente? A ellos sólo les gusta que les des lo que te piden”. Y
en parte es cierto, lamentablemente cierto. Recuerdo haber visto más de
una vez la llegada de The Beatles a Estados Unidos en 1964 y el mundo
-sobre todo las chicas- era un grito incesante, sin parar. Más de una
vez me pregunté por qué gritaban, qué querían. Cuando veo esos
conciertos en los que ellos no se podían escuchar lo que tocaban y
cantaban por el frenético e incesante gritar de todos me pregunto qué
buscaba la gente, qué los hacía alegrar, si acaso deliraban por lo que
veían o por lo que querían ver. En aquellos tiempos John Lennon decía
sentirse frustrado por no ser querido por lo que realmente hacía y era,
que podía dejar de cantar y la gente seguía gritando por él y amándolo
como si lo siguiera haciendo. Muchas veces se preguntó si lo querían por
lo que era o por lo que querían ver de él. Y cuando con el tiempo se
mostró cómo era realmente hubo alguien que se sintió desilusionado y lo
asesinó … El mismo destino de Selena. Aunque lo de Selena fue peor,
mucho peor. Lamentablemente muchos artistas tomaron nota de este destino
trágico y vieron, con mucho pragmatismo, que no era negocio mostrarse
tal cual es en la vida, que a la gente hay que darle lo que quiere, hay
que mostrarse como ellos quieren, decir lo que ellos quieren escuchar y
no quejarse. Y el mundo sigue andando … mal y sin Selena…
Muchas
veces me pregunté, cuando pasó lo que pasó, si tal vez hubiese sido
mejor no haber hecho nada, haberme quedado en el grupo, refugiarme en lo
seguro, no cambiar. Obviamente que, con el “resultado puesto”, uno
siempre se cuestiona sobre lo decidido. Y más aún cuando después de
aquel nefasto día yo no volví a actuar prácticamente. Ni siquiera
aparecí en la película hecha en su recuerdo, y que protagonizara y la
catapultara al éxito mundial a Jennifer López .... Las ironías de la
vida … Selena se nos va y la película en su recuerdo provoca el triunfo
de otra artista. Y encima esa otra artista no sólo cosecha lo que Selena
sembró durante tantos años sino que hace el recorrido que ella hubiese
hecho sin duda producto de su éxito en un mundo preparado para abrirle
las puertas en cuanto saliera el disco en inglés con un seguro y
estruendoso éxito. No es que minimice el talento de Jennifer López. Al
contrario. Si ella no fuera una gran artista, seguramente hubiese
quedado atrapada en el personaje que la hiciera famosa. Y no fue el
caso. JLo demostró que podía seguir su carrera al éxito sin renegar de
Selena pero despegándose del furor que provocó la película mostrándole
al público que ella tenía mucho más para dar que sólo representar a
Selena. Y lo logró. Pero siempre pienso que buena parte de ese éxito se
debió a tener muy en cuenta la vida, los proyectos y las ideas de
Selena. Y me da pena que Selena no haya tenido esa oportunidad que sí
tuvo Jennifer López. Siempre le pregunto a Dios por qué sólo una y no
las dos, por qué la que generó todo esto fue la que tuvo que marcharse
tan pronto sin ver el éxito mundial que sin duda hubiera logrado. No lo
entiendo. Veo a tantas artistas latinas descollando y teniendo un éxito
mundial, como es hoy el caso de Shakira, y pienso que todas ellas
accedieron a ese mundo y a esos países tan distintos por lo que había
generado Selena, por el camino que supo construir sólo Selena. Veo a
esas artistas y todas tienen algo de Selena. Gracias a Selena ellas son
consideradas y aceptadas. Cuando Selena actuaba todo era más difícil,
sin duda. Ella no tenía la consideración de los “gringos” en Estados
Unidos y mucho menos en gente de otras lenguas y culturas en todo el
mundo, pues simplemente por aquellos años ’90 los latinos no eran tan
apreciados mundialmente. Selena empezó a abrir el camino del éxito, del
reconocimiento y de la consideración mundial a su música. Yo fui un
testigo privilegiado de todo ello. Yo vi cómo no sólo el público latino
la quería sino que su éxito y su figura comenzaban a ser apreciados por
aquella gente que no se percataba ni prestaba atención en los artistas
que hacían la música de Selena. Y así como pude comprobar con mis
propios ojos lo que Selena era no sólo en Texas sino en México, pude ver
cómo llamaba la atención de todo el mundo. Y estando con ella no me
sorprendía para nada lo que Selena generaba. Selena era una sensación,
una novedad, una artista diferente, fuera de lo común. Pero el destino
hizo que la gente, sobre todo los medios, minimizaran su éxito. Antes de
conocerla a fondo yo pensé que Selena era una artista más o menos
conocida en la región de Texas y en algunos lugares en los que los
latinos eran numerosos. Tuve que formar parte del grupo para corroborar
que Selena era mucho, mucho más de lo que se decía y se creía de ella.
Cuando fui a Texas por primera vez quedé impactado. Selena era para mi
sorpresa toda una celebridad. Yo ignoraba que ella recibía premios desde
que tenía 16 años en los Tejano Music Awards, me costaba creer en
aquellos tiempos que en esa región una mujer tuviera tanto éxito en
tierras en las que se destacaban y eran admirados en gran número sólo
los varones. Y cada vez que me hacía la pregunta acerca de cómo llegó
esta mujer a generar tanto éxito, la respuesta era siempre, siempre la
misma: Selena era diferente, distinta, inigualable, tremendamente
talentosa y carismática. ¿Cómo no rendirse a sus pies al contemplarla? Y
aún así, Selena tenía sus miedos, sus dudas, sus interrogantes. Recuerdo
que cuando fuimos a Festival Acapulco, Selena tenía un cierto temor a
ser aceptada, pues si bien ella ya era una cantante muy exitosa y
aceptada en todo México, Selena tenía la creencia de que el verdadero
éxito en ese país sólo lo tenía en Monterrey, que más al sur de esa
ciudad no tenía la misma consideración. Ni siquiera se convencía del
hecho de haber participado en ese mismo Festival el año anterior, y en
múltiples conciertos y programas de televisión. Como ella el año
anterior había actuado a la tarde, ahora que actuaba de noche por el
furor que había generado, pensaba que iba a ser más difícil la
aceptación … Lo bueno que tenía Selena era que cuando subía al escenario
se olvidaba de sus temores y se dedicaba a dar lo mejor de sí y a
conquistar a cada uno de los asistentes a sus conciertos … Yo pude
comprobar cómo gente que iba al festival para ver a otros artistas de su
predilección quedaban no sólo subyugados por la presencia de Selena, por
su voz, por su despliegue en el escenario, por su talento, sino que se
subían al escenario para demostrarle su cariño, su agradecimiento, su
admiración. Vi a varones, mujeres, niños, gente mayor, adolescentes, a
todos cantando, saltando, siendo felices, agradecidos de estar allí
compartiendo esa comunión de Amor y de afecto hacia una artista que les
daba todo y los hacía partícipes de un espectáculo particular y único.
Recuerdo haber recibido el cariño de la gente gracias a ella. Aún hoy me
emociona recordar cómo un niño muy pequeño se subió al escenario, tocó
la espalda de Selena para que ella lo advirtiera y así recibir un beso
de su artista preferida. Y así todo el mundo. Por todo esto que viví
estando tan cerca y sin que nadie me lo contara es que nunca comprendí
que mucha gente pensara que Selena logró el gran éxito y la popularidad
con su partida de este mundo. ¡¡Qué equivocados estaban!! ¡¡Qué poco
conocían a Selena y lo que ella significaba para mucha gente!! La muerte
no inventa nada. La muerte y fundamentalmente la forma de morir puede
llamar la atención, pero no crea ni genera por sí sola nada. Desde luego
que la muerte potencia las cosas, las agiganta, las multiplica, pero no
pone al éxito a nadie “desde cero”. Si Selena generó luego de aquel
nefasto día semejante locura de venta de discos y de todo lo que estaba
relacionado con ella fue porque Selena era alguien importante para la
gente y sobre todo era alguien muy, muy querida. Y eso a mí nadie me lo
contó. Yo lo viví … en poquito más de un año…
Creo que a mí me pasó lo mismo que a tanta gente cuando
Selena nos dejó. No lo pude aceptar. No lo pude asimilar. No pude
reaccionar. Mi vida no fue la misma desde que ella se fue. Es curioso.
Yo recuerdo que cuando ingresé al grupo yo ya era muy popular en mi ex
grupo y esa popularidad se agigantó cuando entré al mundo de Selena.
Cada vez que Selena me presentaba todo el mundo, sobre todo las chicas,
gritaban y me ovacionaban. Yo sentía cierta vergüenza, porque no quería
que esa admiración fuera mayor que la de mi colega Don Shelton, ni que
opacara ni por un instante a Selena, que era capaz de hacer los coros en
una canción que cantaba yo en uno de sus conciertos. Muchas veces yo me
refugiaba en la tarea de coreografía y de voces sin hacer nada que
sobresaliera, pues yo tenía el mismo sentimiento que cualquier admirador
de Selena. Para mí la estrella y la figura eran sólo ella, y no quería
que nadie ensombreciera ello. Yo había ingresado al grupo con la misma
idea que tenían Abraham Quintanilla y la Emi con Pete Astudillo:
destacarme en el grupo para luego hacer mi carrera solista. Yo había
aceptado de buen gusto esa propuesta no sólo porque para mí era una gran
oportunidad sino porque me daba la posibilidad de estar al lado de una
artista increíble como Selena. Más de una vez pensé lo afortunado que
era Chris Pérez de tener como esposa a alguien tan lleno de Amor como
Selena. Confieso que a medida que pasaba el tiempo yo estaba cada vez
más gustoso y orgulloso de participar y de pertenecer al grupo Selena y
Los Dinos, y en mi fuero más íntimo yo no quería ya pensar en una
carrera solista. Yo quería estar toda mi vida perteneciendo a un grupo
que comandara Selena. Yo no quería despegarme de una artista sin igual
como ella. Me había hecho la idea de ser un testigo presencial y muy
envidiado de la carrera sin freno de Selena. Quería ser partícipe de ese
grupo que colaboraba con Selena en ese éxito sin igual. Para marzo de
1995 yo venía pensando en plantearle primero a Selena, luego a su padre
y por último a los demás que quería quedarme para siempre con ellos y
que si tenía que irme era porque ellos ya no me necesitaban. Que si era
por eso no habría ningún problema de mi parte. Si bien por lógica esta
decisión debía decírsela primero a Don Abraham, quería que Selena fue la
primera en saberlo para saber qué opinaba, pues era para mí mi más
respetada opinión … Nunca se lo llegué a plantear. Selena se me fue sin
yo poderle decir lo que deseaba, sin ver la alegría y el orgullo que
ella podía sentir al escuchar que alguien le decía que renunciaba a
cualquier carrera solista para colaborar en su éxito mundial. Todavía
recuerdo haber escuchado la noticia, quedar shockeado, hacer llamados
desesperados buscando que me dijeran que no era cierto, que todo era una
burda y cruel mentira. Recuerdo haberme maldecido por no decirle todo
esto antes, que tal vez si se lo decía esto no pasaba. Me sentí
responsable, culpable. Sentí que tal vez podría haber cambiado el
destino. Me sentí un tonto más al no darme cuenta de que esa mala mujer
que le quitó los sueños a Selena nos había engañado a todos por años y
por igual. Aún me pregunto cómo no nos dimos cuenta, cómo no advertimos
algo malo en esa persona que parecía tan servicial, tan buena, tan
normal … No lo superé nunca. Me refugié en mi llanto y en mi angustia.
No me pude acercar más a ellos y ellos tampoco me buscaron. El tiempo y
los recuerdos hacen como si yo no hubiese estado nunca, como si yo no
hubiese sido partícipe no sólo del grupo sino del mejor momento de
Selena. Ni siquiera figuro en todos los homenajes hechos en su recuerdo.
Pero eso no importa. Siempre asumí y sentí que la única figura en el
grupo era Selena. Que Selena era la única protagonista de la historia.
Nadie más. Por eso no pude seguir con mi carrera musical. Sin Selena
nada tenía más sentido. Sin Selena yo no podía cantar ni actuar más…
¿Quién podía decirlo? ¿Quién podía asegurar que las cosas
cambiarían tan cruelmente en aquel hermoso año 1994? El destino es
cruel, la gente es cruel, el mundo es cruel. Cuando estás arriba y el
éxito te sonríe, tú eres adorado, eres un ídolo, eres un ejemplo a
seguir. Cuando viene la desgracia, vienen los silencios, vienen las
dudas, vienen los reproches, vienen las sospechas, vienen las
habladurías, vienen los comentarios en voz baja. Ya nadie te idolatra,
ya nadie toca a tu puerta. Y las cosas son más crueles cuando hay una
muerte de por medio, una muerte que es producto de un asesinato, una
muerte que es producto de una locura, una muerte que denota que algo no
andaba bien o que algo no se detectó a tiempo. Siempre el dolor que es
irreparable y que no haya ni consuelo ni explicación transforma el
llanto en grito, el grito en impotencia, la impotencia en enojo, el
enojo en buscar responsables, culpables, gente a la cual se la pueda
señalar. Yo nunca pensé que viviría semejante cosa. Es como ir tranquilo
caminando por la playa disfrutando de un día hermoso y soleado, en el
que todo es lindo, en el que cada aspiración de aire fresco es el
sinónimo del disfrute total, de la hermosa sensación de estar vivo, la
alegría del sentir que se está tocando el cielo con las manos, hasta que
de pronto un tropiezo, una caída a un pozo ciego que te va enterrando
poco a poco, en una caída vertical que no tiene piso, que no tiene fin.
Y en ese instante de desconcierto y de no entender lo que está
sucediendo uno sentir que falta el aire, que no hay luz, que no hay paz,
que la muerte es una posibilidad que está cerca, muy cerca. De pronto me
sentí que no tenía nada y que ni siquiera eso era lo peor. Trataba de
entender cómo le había pasado semejante cosa a Selena cuando la cruel
realidad me hizo ver que estaba en el medio de las habladurías, de los
comentarios con mala intención, en la peor de las condenas. Pronto di
cuenta de que no podía dejar de llorar por la partida de Selena y ya
tenía que asumir la densa realidad de no tener trabajo, de no tener
grupo, de no poder volver atrás ni salir por un atajo para adelante. Y
lo que es peor: cuando uno queda en el medio de estas desgracias muchos
te toman como un “pájaro de mal agüero”, como un hombre que trae mala
suerte, que eres parte de esa desgracia. Y ya nadie quiere acercarte a
ti, como si tuvieras lepra, como si fueras a contagiarlos a todos, como
si tu sola presencia podría provocar otra desgracia semejante. Es una
sensación horripilante, humillante. Sentí que me moría dos veces, como
si hubiese recibido un segundo disparo de esa asesina que le quitó los
sueños a Selena. Es cierto aquello que se dice muchas veces: en un
minuto todo puede cambiar y nadie está preparado para ello. Yo entré en
el mejor momento de Selena, parecía haber sido bendecido por Dios mismo,
parecía que sólo podría tener alegría al lado de Selena. Ni el peor mal
pensado hubiese imaginado lo que sobrevendría después. Podría pensarse
que si tuviera en mis manos el borrar de mi memoria y de mi vida todo lo
que compartí con Selena lo haría para no tener que revivir aquel
calvario que fue mi vida después de aquel inaudito y triste 31 de marzo.
Pero no. Lo viviría de nuevo, lo viviría por aquellos buenos momentos
que supe compartir con Selena. Viviría cada minuto nuevamente sin dudar
y trataría de ver cómo evitar aquella locura. Aunque si tuviera la
posibilidad de revivir aquello sabría que viviría cada minuto tratando
de advertirle a Selena sobre su destino, sobre su fatal destino, y no
sabría qué hacer, pues tendría terror de que ella se enojara conmigo si
yo querría advertirle sobre lo que haría aquella mujer. Si hay algo del
cual no podría soportar era que Selena se enfadara conmigo, que no me
hablara más, que se ofendiera por mis sospechas por esa psicópata, que
el padre de ella me terminara echando del grupo por promover la
discordia, la mala onda y la división en el grupo. Sé igualmente que en
la más absoluta emergencia haría lo que sea por salvarla aunque ello me
costara no verla nunca más. Pero esa posibilidad me daba terror. Yo
quería estar para siempre con ella…
Viví un año increíble del cual jamás olvidaré y que no lo
cambiaría por nada en el mundo. Todo lo que viví aquel año parecía ser
partícipe de un cuento de hadas, de un momento en el que Selena iba
logrando uno a uno sus sueños, iba cosechando los frutos de semejante
éxito. Empecé vivenciando cómo Selena había ganado un Grammy. ¡¡Un
Grammy!! En esas épocas era muy difícil que un latino recibiera un
Grammy: sólo había un rubro para premiar al mejor álbum
méxico-americano. ¡¡Y Selena lo había logrado la primera vez que fue
nominada!! Recuerdo que dudaba en llamarla para felicitarla. No hacía
tanto que la conocía y pensé que era mejor hacerlo cuando fuera nuestro
siguiente encuentro en concierto. Hasta que recibí un llamado. Cuando
atiendo era Selena que con su tono habitual me decía: “¿Pero acaso no me
vas a felicitar por el Grammy, Freddie? ¿Que no te has enterado de nada?
¡¡Te doy dos minutos para que corras para felicitarme!!”. Y colgó. Yo me
horroricé. Pensé que se había ofendido en serio. Corrí como un loco en
dirección a su casa. Ya era tarde. Cuando llegué golpee desesperado. En
cuanto Selena abrió le dije casi implorando: “¡¡Disculpa, Selena!! Es
que no sabía si llamarte o no. No quería molestarte. Sabes que soy nuevo
en el grupo y todavía no sé cómo manejarme con ciertas cosas. Te ruego
que me disculpes. ¡¡No volverá a suceder!!”. Selena se me quedó mirando
fijo, miró hacia atrás al ver que Chris preguntaba quién era el que
había llamado y cuando no aguantó más echó a reírse a carcajadas. “¡¡Ya
veo que eres nuevo y noto que no me conoces!! ¡¡Era broma!! Sabía que no
te atrevías a llamarme. Por eso lo hice. ¡¡Ahora sabes que si gano otro
premio me tienes que llamar!! Y yo a ti. Porque en realidad cada premio
que recibamos es el premio de todos. Y tú eres parte del grupo ahora”. Y
acto seguido me abrazó, me dio un beso y me invitó a entrar a su casa.
Recuerdo que Chris en cuanto me vio se sonrió y me dijo: “El que te pide
disculpas soy yo, Freddie. Selena es así de incorregible, pero es buena
persona”. Yo le hice un gesto como que no se hiciera problema, que yo
entendía todo y que en definitiva ella tenía razón … Lo que no le dije
es que por alguna razón en ese detalle pude cerciorarme de que Selena
era una mujer que necesitaba afecto, Amor, muestras de cariño, que cada
día le demostraran que la querían mucho, y que si no era así que se lo
dijeran también aunque fuera doloroso. Pero Selena bien sabía que eso
casi nunca sucedía. Todos los días Selena recibía el Amor de su esposo,
el Amor de su familia, el Amor de su gente, el Amor de la banda, el Amor
de todo el mundo. Pero era más que obvio que Selena necesitaba que se lo
dijeran todos los días aunque supieran que todos la querían mucho. Intuí
que Selena debió haber sufrido mucho de pequeña y de adolescente, y que
tal vez ese sufrimiento nunca pudo exteriorizarlo, nunca pudo
manifestarlo. Y más aún: creo que nunca se hubiese permitido mostrar ese
sentimiento. Si había algo que la perturbaba, si había algo que la
desacomodaba, prefería reírse a carcajadas y con ello cambiar de tema,
cambiar de clima, cambiar todo. Selena no podía permitirse sentirse
débil. Por alguna razón ella sabía que si mostraba ese sentimiento podía
costarle caro, muy caro … Y nunca lo hizo. O tal vez sí. Tal vez aquel
nefasto 31 de marzo mostró lo que no tenía o no quería mostrar … ¡¡Y
vaya si lo pagó!! … Pobre mujer, pobre Selena … No puedo dejar de
llorar. No puedo dejar de sentir ese dolor en el pecho, ese dolor en el
corazón, ese dolor en el Alma. Si por esas cosas hubiese estado ese
triste día en el Days Inn y no podría evitar que esa psicópata disparara
ni apartar a Selena del lugar, hubiese expuesto mi humanidad para que
Selena salvara su vida, no dejara de soñar, no dejara de seguir su
camino de vida de Cenicienta. Ya quedé muerto en vida sin ella. Hubiese
preferido quedar muerto de verdad si eso le hubiese dado la vida que
Selena mereció y quiso vivir…
Vi todo, vi todo lo lindo, vi todo lo que esa mujer era
capaz de hacer con su presencia, con sus ganas, con su empuje, con sus
ganas de vivir la vida hasta lo máximo. Pude ser partícipe no sólo de lo
que generaba en el escenario sino con sus propios emprendimientos.
Selena fue lo suficientemente generosa como para promoverme como
presentador de sus aperturas de las sucursales de Selena Etc. en Corpus
Christi y San Antonio. Sabía que lo haría con gusto y que lo haría bien.
Creo que Selena sabía que yo realmente deseaba que le fuera bien en
todo, y que no me iba a hacer ningún problema si al otro día Selena me
dijera que abandonaría la música para dedicarse al diseño. Sabía que
aunque ella tomara esa decisión que implicaba que yo me quedara sin
grupo y sin trabajo, yo sería una persona feliz, pues nada me daría más
alegría que ver a Selena feliz con su vida y exitosa con lo que más
quería hacer. Selena sabía que la quería lo suficiente como para
apoyarla en cualquier cosa que se le ocurriera aunque a mí no me
conviniera. Yo sabía que a Selena le gustaba cantar y que deseaba como
el agua llegar a lo más alto como cantante internacional. Pero su gran
pasión era ser diseñadora y sabía que no podía dejar una profesión para
dedicarse a la otra. Eso traería más de un conflicto que Selena no
quería tener, pues amaba tanto a su familia como a la gente, como a su
vocación. También era cierto que Selena pensaba que para dedicarse al
diseño y ser exitosa con ello, debía lograr el triunfo como cantante.
Ella no podía hacer una cosa si eso provocaba la tristeza de alguien.
Por eso hacía todo, era un torbellino difícil de contener, pero sabía en
quién debía confiar para determinadas cosas, y Selena confío en mí para
contarle a la gente lo que ella hacía, lo que ella diseñaba, lo que ella
soñaba, lo que ella quería. Con el tiempo fui siendo la cara visible en
cada presentación que hacía Selena de algún evento, de alguna promoción
televisiva. Yo no era un gran presentador. Lo que pasa es que nadie se
animaba a hacerlo y yo, si no fuera por Selena, tampoco lo hubiese
hecho. Recuerdo que la última vez que hice de presentador televisivo fue
en la inauguración del local de San Antonio del Hard Rock Café. Yo
estaba nervioso como siempre. Muchas veces el estar al lado de Selena me
generaba nervios pues siempre quería estar bien con ella, quería hacerlo
todo bien para que ella se sintiera cómoda, a gusto. Pero muchas veces
los nervios me jugaban una mala pasada. En aquella oportunidad, como me
costaba que me salieran las palabras adecuadas para hablar del
acontecimiento y para entrevistar a Selena empecé a gesticular en forma
más que exagerada. No lo podía controlar. Y si tú le mostrabas esa
debilidad a Selena eras hombre muerto. Al poco tiempo ya tenía a Selena
imitando burlonamente cada movimiento que hacía, cada gesto ampuloso que
efectuaba. Aun así, a la hora de contestarme, lo hacía con gracia, con
humildad, con ganas de facilitarme las cosas, comprendiendo que de
última estaba haciendo mi trabajo para promover a ella y al grupo. Pero
las chanzas, las bromas no las pude evitar. Yo podía molestarme, yo
podía enojarme al punto de marcharme, de no hacerlo más. Pero con Selena
nada de eso ocurría. Todo con ella era diferente. Daba gusto verla
contenta, verla feliz. Y todo lo que contribuyera a que cumpliera cada
paso al éxito yo lo haría sin duda. Viví un año de ensueño, un año que
yo creía que sería el primero de una larga serie de años en los que yo
sería la persona más dichosa del mundo, la persona que sería enteramente
feliz viendo feliz a Selena…
Fue un año en el que viví todo y no viví nada. Fue poco
tiempo pero en un año en el que la vida de Selena fue literalmente un
huracán. Viví cosas increíbles, lindas y de las otras. Tal vez de los
malos momentos e inquietantes, y que debí haberlo tomado como una señal,
recuerdo cuando en El Paso alguien irrumpió de pronto en el escenario y
se acercó a Selena. Los agentes de seguridad se abalanzaron tan rápido
sobre él que ni llegó a tocar a Selena. Yo creo que se trataba de un fan
que sólo quería abrazarla, pero nunca pudimos certificarlo. Lo tremendo
del momento fue que todos seguimos como si nada pero al rato Selena, aún
shockeada, no pudo evitar decir públicamente que se había asustado. Fue
un momento duro que rápidamente se superó, pero debí tomarlo como una
señal de que algo no andaba bien, de que por allí íbamos camino al
precipicio sin darnos cuenta … de que Selena iba camino a un infierno
representado por una persona que todos conocíamos o creíamos conocer.
Pero nada indicaba que estábamos por vivir un momento de horror con una
pérdida irreparable, insuperable. Recuerdo haber pensado más de una vez
dónde estaba el problema, cuándo había empezado el horror, si nada
indicaba que íbamos en ese largo, triste y sinuoso camino. Cuando empecé
a pensar más detenidamente sobre lo que venía pasando ahí creí notar
determinadas conductas extrañas de Selena, creí verla dispersa cuando
fuimos al concierto en la Escuela de Los Spurs en San Antonio, creí
verla callada, preocupada y sin su sonrisa habitual en el concierto de
Chicago, me llamaba la atención que en todo ese mes de marzo luciera con
el pelo atado en sus conciertos y fuera de ellos. Eran señales y a su
vez no lo eran. Más de una vez pensé que en condiciones normales muchas
de mis conjeturas no existirían, ni siquiera repararía en determinados
gestos. Pero es que no le encuentro explicación a tanta locura, a tanta
barbarie. Más de una vez pensaba que Selena, cuando estaba en una
situación así, siempre ponía una sonrisa, daba un mensaje de aliento,
buscaba que uno viera el lado positivo de las cosas para que uno se
encaminara hacia el mejor camino … Selena siempre ayudaba, siempre
estaba cuando se la necesitaba, pues bromas aparte, ella sabía
acompañarte cuando uno lo necesitaba, ella sabía escuchar. Y cuando el
día o la noche nos descubría tranquilos y alejados de todo ritmo
vertiginoso, Selena solía hablar de sus cosas, solía ponerse seria como
nunca y desnudaba su Alma diciendo lo que le pasaba, lo que soñaba, lo
que anhelaba su corazón. Recuerdo haber charlado largas horas con ella.
Parecía estar hablando con otra persona pero era en realidad ella con su
Alma al descubierto. Pocas veces vi a alguien tan joven que tuviera
tantas metas claras, tantas ganas de hacer, tantas ganas de vivir. Uno
allí entendía por qué Selena contagiaba con su risa, con sus palabras,
con su aliento, con su cariño, con su Amor. Y así era con todo el mundo.
Por eso era impensado que podía imaginarse semejante final, semejante
atentado al Amor, a la ternura, a la sencillez, a la verdad, a la
sinceridad, a la bondad. ¿Cómo una mujer de 23, casi 24 años, tan
bondadosa y tan emprendedora como Selena podía ser víctima de tamaña
violencia, de tamaña traición, de semejante engaño. Y no puedo quitarme
de la cabeza que Selena fue la única víctima de su historia. Que ella
fue única protagonista pero también única damnificada … Nada es
casualidad en la vida…
Después de estar mucho tiempo llorando y tratando de
superar lo insuperable, decidí dedicarme a otra cosa. Podría haber
salido a los medios, podría haberme hecho destacar por algún escándalo,
por alguna declaración polémica, o simplemente volver a empezar de nuevo
otra vez, “desde cero” … Pero desistí de seguir mi carrera artística.
Sin Selena nada tenía sentido. Con ella aprendí a soñar, con ella
aprendí a que nada era imposible, con ella supe que se podía ser mejor
artista y persona. Yo había pensado en entrar a su grupo como algo
temporal para seguir como artista solista, pero en cuanto la conocí yo
pensé en quedarme con ella para siempre. Y cuando estaba por decírselo
me la sacaron de las manos, me privaron de ser feliz para siempre …
Recuerdo que cuando se entregaron los Grammy en 1995, a diferencia de lo
ocurrido el año anterior, estaba preparado para ser el primero en
felicitarla, sorprenderla por estar tan al tanto de su nuevo galardón …
Sentí una gran frustración cuando supe que no lo había ganado. Estaba
por retirarme de mi casa con una gran desazón cuando escucho el sonar
estruendoso de mi teléfono. Atiendo y era Selena: “¿Pero qué pasa
Freddie? ¿Otra vez te has olvidado? ¿No me vas a felicitar porque estuve
nominada en el Grammy otra vez?”. Y echó a reír a carcajadas. Yo la
seguí con su alegría pero al poco tiempo se produjo un gran silencio.
Allí supe que en realidad estaba triste. “Sí, muy lindo todo, Selena,
pero el año que viene lo ganas porque, si no, ¡¡no te llamo más!!”, le
dije para cortar ese clima melancólico. Y Selena echó a reír con ganas y
me dijo. “Te prometo que lo ganaré.¡¡Es imperioso que lo gane otra vez!!
Gracias por estar siempre allí, Freddie” y colgó … No hubo más premio.
Allí pude darme cuenta de que si Selena ganaba ese Grammy en 1995 ella
hubiese salvado su vida. No tengo duda. Ese premio la hubiese puesto
ante los medios en forma permanente. Ese premio iba a ser más importante
que el del año anterior. Selena iba a ser requerida inmediata y
constantemente por periodistas, productores, artistas de todo tipo,
admiradores … Selena hubiese estado muy ocupada en febrero y marzo de
1995. Selena no hubiese sido perturbada por esa mala mujer. No tengo
dudas de que ese premio le habría salvado la vida y hoy la humanidad
sería otra … No. No tengo dudas…
Muchos me preguntaron qué fue de mi vida en estos años,
por qué no volví a cantar, por qué no seguí con el baile, porque no
volví a mi ex banda. “No, muchachos. Créanme que lo intenté, créanme que
hice lo posible para volver a actuar, pero no pude. Jamás podría volver
a actuar sin tener la sonrisa de Selena. Había renunciado a ser solista.
Y esa renuncia era indeclinable. Mi proyecto era con Selena. Y como
Selena se fue, se acabó todo. Gracias por darme ánimo. Si quieren
ayudarme, recen, recen por Selena, recen para que algún día nos
despertemos y descubramos que vivimos una pesadilla, un mal sueño. Y que
Selena está allí, siendo feliz y haciendo a todos felices. Si eso alguna
vez ocurre prometo que volveré…”
Y ya no importa si nunca ello ocurra. Importa, eso sí, no
perder nunca las esperanzas y estar preparados, listos para ese gran
momento, pues por eso no volví a actuar más. Pues estoy esperando que
Selena vuelva, que Selena vuelva a darle un sentido a mi canto, a mis
proyectos, a mis sueños. Estoy esperando que Selena vuelva a darle
sentido a mi vida, una vida que desapareció de las grandes carteleras
desde que Selena se me fue de mi vida como agua entre las manos, desde
que Selena dejó de reír y nosotros de ser felices…
(Yo también espero ese momento, Freddie. Yo también
espero cada día certificando que nada fue cierto, que todo es un mal
chiste, una pesadilla, la misma pesadilla que vivió Selena. Yo también
la espero para volver a ser feliz…)
Yo sólo soy, Selena, un mero instrumento de tu recuerdo.
Yo sólo soy una persona que quiere volver a verte viva y feliz…